Encontrar
a Kyuhyun no resultó tan sencillo como Sungmin había previsto. Aunque le había visto
brevemente en un par de fiestas en palacio después de aquella desafortunada
noche, había oído que ya no residía allí. Ni siquiera lo había visto en las
celebraciones posteriores al nacimiento del nuevo príncipe cuando la reina dio
a luz a primeros de noviembre a quien se convertiría en el nuevo heredero al
trono.
Pero
sabía que Kyuhyun vivía en Londres, aunque no supiera exactamente dónde y no
conocía a nadie en esa ciudad a quien poder preguntarle. Podría haberle preguntado
a Lee Sukchun, pero no lo había visto desde que le había dado la nota que debía
entregar a Kyuhyun, y tampoco quería hablar con él. Además, Kyuhyun debía de
haberle dicho que no se podía confiar en él, y quizás eso explicara por qué Sukchun
no se había puesto en contacto con Sungmin de nuevo.
Por
fin, le contó a Sunny sus dificultades y, una hora más tarde, la doncella
regresó con la dirección. Keets de nuevo. ¡Qué hombre tan increíble!
Sungmin
decidió esperar al día siguiente para ir
a casa de Kyuhyun. De esa manera podría salir temprano para llegar antes de que
él comenzara con sus actividades diarias. Debería haberle dicho a Sunny que ese
día acudiera a palacio un poco más temprano y lo acompañara, pero realmente no
necesitaba a una chaperona cuando sólo iba a ir a la casa de Kyuhyun y luego
regresaría directamente a palacio; incluso esperaba estar de vuelta antes de
que se produjeran sus náuseas matutinas.
El
mayordomo le informó de que el marqués no estaba en casa. De hecho, ni siquiera
estaba en el país. Lo mejor sería que regresara al cabo de unas semanas, había
dicho. Puede que para entonces él ya hubiera vuelto de Francia, aunque lo
dudaba, pues su barco el Maknae, había partido esa misma mañana.
Pero
luego Sungmin había sentido un pequeño rayo de esperanza en medio de la
desesperación. ¿Realmente habría zarpado ya el barco o el mayordomo creía que
lo había hecho? En cualquier caso, tendría que ir al puerto y averiguar en qué
muelle se encontraba el Maknae. Regresó apresuradamente al carruaje de alquiler
y le informó al cochero de su nuevo destino. Esperar el regreso de Kyuhyun
durante varias semanas era impensable. No tenía tiempo que perder. Si había
partido, tendría que enviar a alguien detrás de él de inmediato, quizás ese
mismo día. Tal vez podría convencer a Keets para que se tomara unas pequeñas
vacaciones...
—¿Qué
demonios estás haciendo aquí?
—Yo
también me alegro de verte —respondió Sungmin lacónicamente antes de volverse hacia el joven
marinero de cubierta para darle las gracias por conducirlo al camarote de Kyuhyun.
Sungmin
había experimentado toda clase de
preocupaciones en su carrera hacia los muelles. Aunque habría sido mucho peor
no haber averiguado en qué muelle estaba anclado el Maknae. Al ver que el Maknae
no había zarpado todavía, su nerviosismo desapareció. Bueno, no del todo. De
hecho había vomitado en el Támesis antes de subir al barco.
Había
sido muy bochornoso, pero ninguno de los marineros que lo presenciaron había
comentado nada al respecto. Probablemente estaban acostumbrados a ver
situaciones parecidas todos los días debidas al hediondo olor que había en esa
parte del río.
Sungmin
apenas podía creer en su buena suerte. El barco no había partido en cuanto
subió la marea porque parte del cargamento había llegado tarde. Sin embargo,
zarparía tan pronto como subieran la última carga, así que le advirtieron de
que no se demorara en su visita.
Con
eso en mente, Sungmin entró en el
camarote de Kyuhyun y le dijo:
—Puede
que quieras cancelar el viaje.
Sungmin
no le miró a la cara. Llevaba casi seis
semanas sin verle y no quería correr el riesgo de caer presa de aquel viejo
embeleso que solía sentir en su presencia.
—¿De
veras? Supongo que debería preguntar por qué, pero ya que no tiendo a creer
nada de lo que me dices, prefiero contener mi deseo.
Kyuhyun
había cerrado la puerta. Se había apoyado en ella y cruzado los brazos sobre el
pecho. Iba vestido con unos pantalones de ante y una chaqueta marrón oscuro, y
llevaba una camisa blanca abierta en el cuello. ¿Había sonado divertido ante la
sugerencia del joven? Le sorprendió lo rápido que Kyuhyun podía despertar su
ira, pero al menos así podía mirarlo de frente y no sentirse demasiado alterada
por su deslumbrante belleza.
—Estupendo
—dijo con rigidez—. Cuanto antes aceptes o no esta decisión, antes podré irme.
Después de todo, tú sólo eres un nombre más en mi lista, y ni siquiera fue idea
mía ponerte en ella. Fue idea de...
—Minie,
déjalo ya —lo interrumpió él con sequedad, su tono divertido había
desaparecido—. Ya he oído suficiente para reconocer que has dado rienda suelta
a tus tácticas de confusión. Pero te advierto que se me ha agotado la
paciencia. Dime lo que sea, o lárgate. Son las únicas opciones que tienes ahora
mismo.
Sungmin
le fulminó con la mirada.
—¿También
tratas a tu familia de esta manera abominable? A tenor de su expresión, parecía
que había cogido desprevenido a Kyuhyun.
—¿Mi
familia? ¿Qué tiene que ver mi familia con todo esto? No importa. Eso no es
asunto tuyo.
—En
realidad, lo es. Y si no puedes contestarme a una pregunta tan sencilla no
tengo nada más que decirte.
—Bien—dijo
él con tono satisfecho, empezando a abrir la puerta para que se fuera.
Sungmin
inspiró bruscamente. ¡Kyuhyun hablaba en serio! Quería que se fuera sin
averiguar qué lo había traído hasta allí. ¿De verdad había pensado que podría
volver a tratar con él cuando lo había hecho sentirse tan sucio después de que
hubieran hecho el amor? Hasta ese momento, no se le había ocurrido pensar que
él podía tratar por igual a todos los que seducía y a los que luego descartaba.
Al principio era todo dulzura y encanto para luego convertirse en el más
abyecto canalla. Desde luego era una manera efectiva de conseguir que ninguno
quisiera volver a tener nada que ver con él nunca más.
Ni
siquiera se merecía una última réplica. No pudo evitar mirarle con desprecio
mientras pasaba por su lado hacia la puerta. Sungmin ya había subido la mitad
de la escalerilla que conducía a la cubierta cuando él lo cogió en brazos
bruscamente y lo arrastró de nuevo al camarote. Incluso cerró la puerta de
golpe antes de soltarlo.
—Tienes
dos minutos para explicarte —gruñó Kyuhyun.
—Y tú
tienes dos segundos para apartarte de la puerta y dejarme salir —replicó con
rapidez.
—¿O
qué? —Ahora la sonrisa de Kyuhyun sí que era burlona—. ¿De verdad crees que
puedes pasar por encima de mí?
La
absoluta confianza de él inclinó finalmente la balanza. En un arranque de rabia
Sungmin se abalanzó contra él para
clavarle las uñas. El beso que él le dio en cambio los sorprendió tanto a los
dos que tardaron diez segundos en darse cuenta de que aquello no debía estar
ocurriendo y se apartaron el uno del otro al mismo tiempo. Sungmin estaba jadeante y horrorizado ante su tardía
reacción. No vaciló sin embargo, al limpiarse el sabor de él de los labios.
Los
pálidos ojos de Kyuhyun estaban clavados en él con pasión.
—Eso
duele, desde luego.
—Ahórrame
tus comentarios sarcásticos y hazte a un lado. El asunto que vine a tratar
contigo ya no te incumbe, es cosa mía, y te agradezco que me ayudaras a verlo
de esa manera. Como ves, ya no tenemos nada más que decirnos.
El se
pasó la mano furiosamente por el pelo.
—Supongo
que sabes que ésa es una de las tácticas más viejas del mundo, ¿no? Incluso yo
mismo la he usado en varias ocasiones. Santo Dios, Boah te ha tomado bajo su
protección, ¿verdad? Te ha enseñado personalmente todo lo que sabe sobre la
duplicidad, ¿no? Antes eras bueno, pero ahora, definitivamente, eres un experto.
—Maldita
sea Boah. Y maldito seas tú también. Pero que me condenen si dejo a mi hijo
bajo tu cuidado —gritó Sungmin furioso—. Por eso he venido, para averiguar si
querías criar tú al bebé en vez de cederlo a unos desconocidos. Pero ésa no es
mi única opción. Mi madre podrá comprarme un marido aceptable y así no tendré
que renunciar a él de ninguna manera. En cualquier caso, tu respuesta no me
interesa lo más mínimo. Me aconsejaron que te lo dijera antes de informar a mi
madre de mi estado, ya que, probablemente, su primera reacción será exigir que
te cases conmigo, algo que, estarás de acuerdo conmigo, está totalmente fuera
de cuestión.
—Bravo.
Realmente has llegado a dominar con maestría tu talento natural para la
manipulación. Dios, casi me convences. Ha sido como verme a mí mismo en acción.
Totalmente fascinante hasta que mencionaste el matrimonio y la pifiaste. Nunca
dejes ver cuáles son tus verdaderas intenciones, cariño. Tienes que hacer creer
a tu objetivo que todo ha sido idea de él, de lo contrario no funciona.
Llegados
a ese punto, Sungmin casi se rio. ¿De verdad creía Kyuhyun que había montado
aquella escena sólo para que él le propusiera matrimonio ? No podía estar más
equivocado, pero no pensaba malgastar saliva intentando convencerle de lo
contrario.
—Adiós,
Cho —le dijo con todo el desprecio que pudo reunir, y se dirigió hacia la
puerta de nuevo.
Pero
el barco escogió ese horrible momento para mecerse enérgicamente en el agua,
haciendo que Sungmin se balanceara con
él. Aquel brusco movimiento no mejoró el delicado estado del joven. Agrandando
los ojos con temor, Sungmin comenzó a sufrir arcadas.
Ante
la remota posibilidad de que Sungmin estuviera realmente a punto de vomitar en el
suelo, Kyuhyun corrió a buscar el bacín vacío y se lo puso en las manos. No era
la primera vez que había visto a alguien marearse en un barco antes incluso de
que éste zarpara, aunque sabía que en ese caso ya habían salido de puerto. Su
pequeño camarote no tenía ventanas, pero Kyuhyun ya había hecho suficientes
viajes por mar para reconocer las señales.
Todavía
no podía creerse que Sungmin estuviera
allí. Ni que su primer pensamiento al verlo fuera que Sukchun lo había enviado.
Pero es que su jefe había hecho mucho hincapié en que una «pareja»
simplificaría considerablemente su misión actual, e incluso había pensado pasar
un par de días en Francia tratando de encontrar un mozo adecuado para que se
hiciera pasar por su esposo.
Pero
había sido una locura creer que habían enviado a Sungmin para esa misión. Sukchun sabía que Kyuhyun
pensaba que era un intrigante manipulador. Lo había dejado bien claro en el
condenatorio informe que le había enviado a Sukchun cuando éste regresó a
Londres. Kyuhyun había ido a ver a su superior después de que hubiera leído el
informe.
—Bueno,
chico, me alegra ver que Lee Sungmin te dio mi nota del sastre —le había dicho Sukchun—.
Ya es hora de que te hagas chaquetas nuevas.
Eso
podría ser algo que le dijera su madre, no Sukchun, y Kyuhyun se mostró
horrorizado ante la reacción displicente de su superior con respecto al
informe.
—Pero
¿has leído mi informe?
—Por
supuesto y creo que le has dado demasiado importancia al asunto. Investigaré de
nuevo a lord Joowo, pero dudo mucho que Sungmin nade entre dos aguas. Lo puse a
prueba con la nota que te dio. También le dije que te utilizara como
intermediario entre nosotros, pues ya sospechaba entonces que tendría que
ausentarme de palacio durante algún tiempo, así que no te ha mentido.
—¿Te
das cuenta de que haciendo eso le has dado la oportunidad de despistarnos?
—Sólo
si estuviera espiando para Boah, pero, sinceramente, no creo que sea ése el
caso. Mi instinto me dice que es alguien de fiar. En realidad me cae bien ese
joven.
Kyuhyun
había soltado un bufido.
—Es
muy bueno, Sukchun. Te ha engañado completamente.
—No
estoy de acuerdo. Si su comportamiento te parece extraño, quizá se deba a que
simplemente se pone nervioso cuando está contigo. ¿No te has dado cuenta del
efecto que tienes en las parejas?
—Esto
es diferente —había insistido Kyuhyun.
En
respuesta, Sukchun había arqueado el ceño inquisitivamente.
—Jamás
te había visto reaccionar de esta manera. Me pregunto por qué. Y por qué con ese
joven en particular. No te sentirás atraído por él, ¿verdad?
Aquello
ni siquiera merecía una respuesta. Lo único que Kyuhyun no había mencionado en
su informe era el lugar que Sungmin había escogido para entregar la información
sobre lord Joowo, la habitación de Kyuhyun
a altas horas de la noche, y lo que había pasado entonces. Había estado a punto
de mencionárselo en aquella reunión, pero se había mordido la lengua. Algunos
detalles eran demasiado íntimos para andar compartiéndolos con nadie. Pero al
callárselos, no había podido explicarle a su superior por qué se había formado
un juicio tan radical con respecto a Sungmin .
Kyuhyun
sabía que lo había engañado. Pero nunca más. Le había dicho a Sukchun que
estaba harto de las intrigas palaciegas y lo había dicho en serio. Se lo había
dejado muy claro al añadir en tono categórico que si volvía a recibir órdenes
para realizar una tarea tan trivial, sus servicios en la corte terminarían...
para siempre. Lo que podía explicar por qué Sukchun no se hubiera puesto en
contacto con él hasta el momento.
Kyuhyun
todavía estaba furioso por aquella aventura con Sungmin y por lo fácilmente que lo había manipulado.
Se había involucrado emocionalmente con aquel joven y gracias a eso Sungmin había
podido emplear sus trucos con él. Y encima tenía la desfachatez de intentar
manipularlo otra vez. ¿Había sido ése su plan desde el principio, conseguir que
le propusiera matrimonio?
Pues
de momento no se creía que hubiera ningún bebé. De ser así, se lo habría dicho
antes, y no habría esperado a que el barco estuviera a punto de zarpar. Pero
sabía que en una cosa no le había mentido. La madre de Sungmin exigiría que se casara con su hijo.
Kyuhyun
suspiró. No podía apartar los ojos de Sungmin .
Tenía
que resistir el impulso de ponerle la mano en el hombro, tenía que aplastar
cualquier simpatía que sintiera por él. ¡Era un farsante! Y haría bien en no
olvidarlo.
—Qué
desagradable. ¿Se supone que eso demuestra que estás embarazado de mí? —le dijo
secamente cuando le pareció que Sungmin había terminado de vomitar.
—Veo
que sigues siendo un bruto insensible —dijo él, secándose la boca con un paño—.
Ha sido por el balanceo del barco. Aunque es cierto que tengo náuseas
matutinas, pensé que me había librado de ellas después de subir a bordo. Aunque
el olor del río ya me había hecho vomitar antes.
Kyuhyun
tenía que reconocerle una cosa a Sungmin: sonaba plausible y coherente. Si no
estuviera tan seguro de que mentía, hubiera sido condenadamente fácil creerle;
por eso era tan bueno. Tratar con ese joven había sido todo un reto, y no podía
negar que había disfrutado con ello, hasta que Sungmin había ganado. Y por eso
estaba furioso consigo mismo. Sungmin se había aprovechado de lo único que él
no podía controlar... su deseo por él.
Todavía
lo deseaba. Podía lamentarlo, pero no podía negarlo. Era el primera joven que
conocía que fuera más experta que él en el arte de la seducción.
—Te
pido disculpas —dijo, dejando el bacín en su sitio—. No esperaba que ocurriera
esto. Pero ya me marcho. En realidad no tenemos nada más de que hablar.
Él
arqueó una ceja.
—Vuelves
a impresionarme. ¿Caminar sobre las aguas es otra de tus asombrosas
habilidades?
Sungmin
agrandó los ojos por un instante, pero
luego lo miró con escepticismo.
—Eso
no ha tenido gracia.
—Tienes
razón, no la tiene, en especial porque éste es el único camarote disponible del
barco. Ya sabes que no es un buque de pasajeros. El capitán deja libre este
camarote sólo para emergencias y pide una cantidad exorbitante de dinero al que
quiere usarlo. Me temo que fui yo mismo quien le dio esa idea la primera vez
que lo alquilé, cuando tuve que hacer un viaje rápido al extranjero.
—No
creo ni una palabra de lo que dices —le respondió malhumorado mientras se
dirigía a la puerta—. No sé por qué tratas de entretenerme ni me importa, pero
no funcionará. Adiós.
Kyuhyun
se arrellanó en el sencillo sillón de la estancia a esperar su regreso. Era un
sillón cómodo. Al menos, el capitán había incluido las comodidades mínimas que
un aristócrata podía esperar al pagar tan exorbitante precio. La cama tenía un
tamaño decente y aunque las sábanas no eran tan suaves como las que
acostumbraba a usar, estaban limpias. Incluso había una pequeña mesa redonda y
una silla clavadas al suelo donde poder cenar en caso de que la travesía por el
Canal fuera más movida de lo usual.
Sungmin
estaba enfurecido cuando regresó, a tenor de la mirada fulminante que le
dirigió.
—¡Es
inaceptable! ¡Dejé un carruaje de alquiler en el muelle y todavía no había
pagado al cochero! Le dije que no tardaría.
Kyuhyun
se encogió de hombros con indiferencia.
—Deberías
haberle pagado.
—¿Para
que se fuera al instante y yo no pudiera regresar a palacio? Quería asegurarme
de que me esperaba...
—Esa
es la menor de tus preocupaciones, Minie, ya que no puedes salir de aquí.
—¡Lo
sé! Mi doncella se va a volver loca de preocupación cuando no regrese a
palacio. ¡No tendrá más remedio que avisar a mi madre!
Él no
pudo evitar sentir una punzada de incomodidad.
Jamás
había tenido que tratar antes con una madre indignada que no fuera la suya.
Pero al mismo tiempo, aquella punzada le advertía que comenzaba a creerse la
actuación de Sungmin , así que volvió a su anterior escepticismo.
—Estoy
seguro de que tendrás una buena excusa para haberte quedado atrapado en un
barco en el que, para empezar, no deberías de estar.
—¿Sabes
qué, Kyuhyun? —respondió él con mordacidad—. Le das un nuevo significado a la
palabra «espeso».
—Supongo
que me explicarás por qué piensas eso —dijo él con un suspiro.
Para
su decepción, Sungminlo hizo.
—Me
preocupa cómo se sentirá mi madre cuanto se entere de mi desaparición. Se
angustiará mucho. Soy su hijo, su único hijo, toda la familia que tiene.
¡Tienes que conseguir que el barco dé la vuelta!
Kyuhyun
tuvo la sensación de que él hablaba en serio, así que intentó no reírse. Bueno,
lo intentó... y fracasó.
—Estoy
seguro de que el «barco» no atenderá a razones. Créeme, estoy seguro de que no
lo hará.
—¡Sabes
de sobra lo que quiero decir! —le gritó.
Por
supuesto que lo sabía, pero su respuesta seguía siendo la misma.
—El
capitán tampoco atenderá razones, querido. Si quieres informarle de tu
presencia en el barco, estate preparado para pagarle un buen pico. Pero no
esperes un viaje de vuelta hasta que no descargue el cargamento. Este es un
barco mercante. El cargamento es lo primero, los pasajeros lo segundo y con
mucha diferencia.
—¡Compraré
la carga!
—A
menos que hayas traído dinero contigo, lo dudo mucho. ¿No te había mencionado
que el capitán es un bastardo codicioso? Me ha cobrado cincuenta libras por el
viaje de ida. ¿No te parece disparatado? Pero a él le da igual alquilar o no el
camarote. Su carga, sin embargo, es su alma.
A Sungmin
se le hundieron los hombros y le tembló
el labio inferior. Parecía a punto de llorar, lo que hizo que Kyuhyun se
levantara disparado del sillón.
—¡Ni
se te ocurra intentar hacerme sentir culpable por algo que tú has provocado!
Puede que tenga que cargar contigo, pero no pienso tolerar ninguna escenita.
Kyuhyun
salió en tromba del camarote, decidido a hablar con el codicioso capitán. Tenía
que averiguar si existía alguna manera de hacer que el Maknae diera la vuelta
sin tener que apuntar a aquel hombre con una pistola.
Sungmin
tardó varias horas en calmarse. Otros
tres desagradables paseos al bacín del camarote lo ayudaron a dejar de pensar
en la angustia de su madre, pues comprendió que no podía hacer nada al
respecto. Esperaba que Sunny no se apresurara en contactar con Lilly. Si Sungmin
tenía suerte, incluso podía estar de
vuelta antes de que eso ocurriera.
Sungmin
también se sentía un poco mejor ahora que Kyuhyun no hacía comentarios
sarcásticos. En una ocasión incluso le había puesto un paño fresco y húmedo en
la cara y lo había llevado a la cama, donde se había acurrucado.
Había
sido todo un detalle por su parte, aunque un solo acto decente no borraba una
larga lista de comportamientos despreciables. Pero aparte de eso, él lo
ignoraba y no había vuelto a hablarle tras los feroces comentarios que había
soltado al regresar al camarote.
—¡Te
vienes a Francia conmigo y no quiero hablar más del asunto! —le había
informado.
—¿Le
has preguntado...?
—Incluso
seguí tu sugerencia y me ofrecí a comprarle la maldita carga. Sabe que soy de
fiar.
—¿Y el
capitán se negó? ¿Por qué lo haría si podía ganar lo mismo que si la entrega en
destino?
—Se
negó porque quiso. Se negó porque le divertía mucho reírse en mi cara. Debería
haberlo sabido mejor que nadie, sobre todo cuando conozco tan bien a los de su
clase. Odia a los aristócratas. Puede que acepte mi dinero, pero una vez en el
mar aprovechará cualquier oportunidad de recordarme que él es «dios» y yo
alguien a quien pisotear.
Kyuhyun
estaba tan furioso que no dijo ni una palabra más, pero Sungmin no pensó más en el asunto cuando lo único que
le preocupaba era su propio sufrimiento. Estaba seguro de que ahora las náuseas
no eran debidas a su embarazo, sino al balanceo del barco. Mientras permanecía
tumbado en la cama, abría los ojos de vez en cuando para ver en qué parte del
camarote estaba él.
Ahora
estaba paseando de arriba abajo, pero se había limitado a escuchar cómo lo
hacía sin ni siquiera mirarlo, pues incluso le daba náuseas tener los ojos
abiertos demasiado tiempo. Cuando dejó de andar, lo localizó en el único sillón
cómodo del camarote. Estaba sentado de una manera tan desgarbada, con una
pierna por encima de uno de los reposabrazos, que se preguntó si estaba
durmiendo.
Tenía
que ser cerca del mediodía. ¿No deberían de estar llegando a Francia si el Maknae
sólo iba a cruzar el Canal? Sungmin no
había navegado antes, pero incluso él sabía lo cerca que estaban ambos países.
Al menos ahora se sentía un poco mejor, lo suficiente para incorporarse y
preguntarle.
—¿Falta
mucho para que lleguemos? —preguntó.
—Bastante
—masculló Kyuhyun sin abrir los ojos—.Francia es un país muy grande. ¿O acaso
pensabas que sólo se trataba de cruzar el Canal?
Eso
era exactamente lo que había pensado.
—¿Y no
es así? —preguntó con temor.
—Ni
por asomo. Los barcos descargan en Ruán y para llegar allí hay que seguir la línea
de la costa hacia el este y luego adentrarse en el río Sena otras veinte o
treinta millas. Mi destino es tierra adentro, y un poco más al sur, así que no
me importaba en qué puerto recale el barco.
—¿De
cuántos días estamos hablando exactamente?
Él abrió
los ojos y lo miró.
—Si
estás tan desesperado como finges estar, ¿por qué no te tiraste del barco
cuando aún estaba en el Támesis? Aunque habrías regresado a palacio hecho un
desastre, al menos lo habrías hecho hoy y no la semana que viene.
—Nunca
hubiera podido hacerlo —dijo en voz baja y horrorizada con la cara
completamente pálida. «¿La semana que viene?»—. Jamás aprendí a nadar.
—Genial.
Debe de ser la única habilidad que no posees, ¿verdad?
¿Cómo
podía ser tan sarcástico cuando él se sentía cada vez más asustado?
—¿Cuándo
llegaremos a puerto?
—Si el
tiempo acompaña, probablemente lleguemos mañana.
Sungmin
le dirigió una mirada furiosa.
—¿Y no
podías haberme dicho simplemente eso y no «la semana que viene»? ¿Es que te
gusta ver jóvenes desmayados? —añadió con sarcasmo.
Él
arqueó una ceja.
—¿Es
que también sabes fingir eso sin hacerte daño?
—¡Vete
al infierno!
—Este
lugar ya es un infierno, así que ¿para qué moverme?
—Por
una vez estamos de acuerdo.
No
pensaba decirle nada más a aquel hombre odioso.
Su
decisión no duró más de diez minutos. Aunque le disgustara admitirlo, él era el
único que poseía la información que necesitaba.
—Entonces
supongo que mañana podré emprender el viaje de vuelta, ¿no?—preguntó esperanzado.
—¿En
el Maknae? No, viajará más al sur antes de regresar. Si puedes permitirte el
lujo de pagar el camarote durante tanto tiempo, échale como mínimo otros cinco
o seis días.
—¿No
puedo tomar otro barco en Ruán?
—Puedes
intentarlo, pero si fuera tan fácil viajar por mar de improviso, no me vería en
la necesidad de hacerlo a bordo de cargueros como el Maknae. Pero quién sabe,
podrías tener suerte.
—Entonces,
espero que la suerte me acompañe —replicó asintiendo con determinación.
El se
rio entre dientes.
—Veamos.
Por lo general intento siempre recalar en Calais, que es donde atracan los
barcos que se limitan a cruzar el Canal como tú esperabas. Si no consigues un
camarote, seguramente podrías alquilar un espacio en la cubierta de cualquiera
de los barcos que salgan con destino a Dover ya que el viaje es corto. En
realidad —corrigió él— podría alquilarlo un hombre. No estoy seguro de que
pueda hacerlo un joven sin acompañante. En cualquier caso, no es buena idea que
te quedes en cubierta. Podría llover o nevar, algo habitual en esta época del
año.
¿Pensaba
añadir algún obstáculo más?
—¿Cuándo
regresarás tú?
—No
tan pronto como me gustaría. Voy a tener que perder un par de días buscando
un... esposo aceptable.
Sungmin
abrió mucho los ojos.
—¿Vas
a Francia para casarte?
Él no
contestó al instante; de hecho, le dirigió una mirada tan pensativa que empezó
a sentirse incómodo. Pero al final le respondió:
—No.
Aunque a mi madre le encantaría que me casara, creo que preferiría un nuero
inglés. Por fortuna, no tengo ninguna prisa en darle ese placer. No necesito un
esposo de verdad, sino un joven que finja serlo durante unos días.
—¿Un
esposo de mentira?
Él
sonrió enigmáticamente.
—Exacto.
—¿Para
qué?
—Si te
estás ofreciendo a representar el papel, te pondré al tanto de los detalles. De
otra manera, no es asunto tuyo.
Sungmin
soltó un bufido y tuvo que controlar la curiosidad un poco antes de decir:
—Sea
de verdad o de mentira, estar casado contigo me parece tan detestable que mi
respuesta es no, un no rotundo.
Él se
encogió de hombros, cerró los ojos e intentó dormir de nuevo.
Sungmin
se recostó en la cama y también cerró
los ojos. Realmente no era asunto suyo en qué estuviera metido él. Pero,
sencillamente, no podía imaginar para qué necesitaría un esposo falso, y su
frustración al no saberlo crecía por momentos. Una curiosidad de esa clase era
apabullante, pero no, no pensaba preguntarle de nuevo. Y eso era todo.
Pasó
al menos una hora. Casi había logrado quitárselo de la cabeza cuando oyó que Kyuhyun
decía:
—Es
probable que regreses antes a Londres conmigo que por tu cuenta. Existe la
posibilidad de que ningún capitán te deje subir a su barco por la sencilla
razón de que no quieren parejas solteras en sus navíos, ¿sabes? No hace mucho
tiempo que los marineros creían que parejas que viajaban a bordo de sus barcos
daban mala suerte.
Sungmin
jamás había oído nada tan absurdo.
—¿No
he dicho que no? Sí, estoy seguro de haberlo hecho —dijo con voz seca, sabiendo
exactamente lo que él estaba intentando.
—No
estoy bromeando, Minie. Si ya hubiera encontrado al joven que fingiera ser mi
esposo, es probable que pudiera resolver mis asuntos en un solo día. Incluso
aunque tuviera que perder dos días buscando a la pareja adecuada, tengo el
presentimiento de que regresaré a Calais y que estaré en casa mucho antes que
tú.
—Tonterías.
Si debo hacer ese viaje, lo haré a toda prisa.
—Si
puedes encontrar un carruaje de alquiler cuyo cochero esté dispuesto a llevarte
tan lejos, quizá. Pero creo que tendrás que utilizar un coche de pasajeros y
éste suele tener un retraso tras otro. No sale de su destino hasta tener el
cupo completo, ¿sabes? ¿Vas a esperar a que se llene de pasajeros en cada
pueblo en el que se pare? Piénsalo, es probable que tardes más de una semana y
no días.
—¡Vale!
—gritó para poner fin a tales horrendas predicciones—. Si puedes garantizarme
que estaré de regreso en Londres en tres días, lo haré. En caso contrario, no
quiero escuchar ni una sola palabra más sobre el asunto.
—Trato
hecho —dijo él.
Que sad...tan campante que iba Min para dejar a Kyuhyun y hacer su salida triunfal y BOOM....que el barco se mueve
ResponderEliminarPinchi Kyuhyun,tas viendo y no ves😒
Y Min no sale de una para meterse en otro