Sungmin
se preguntó si sus emociones siempre se
descontrolarían cuando estaba con Kyuhyun.
Se
apartó de él. Apenas había cruzado unas palabras con ese hombre y ya se había
puesto tan condenadamente furioso que acababa diciendo cosas que no quería.
Pero ¡ésa era su casa! Lo que significaba que si se alejaba de él, él podía
seguirlo y eso fue lo que hizo.
Sungmin
no sabía dónde habían dejado sus baúles. Estaba demasiado enfadado para buscar
al mayordomo y preguntarle, tan enfadado que decidió buscarlos él mismo, así
que comenzó a abrir una puerta tras otra en la planta superior. Normalmente,
jamás se le hubiera ocurrido hacer algo tan grosero, pero las emociones que
sentía en ese momento no eran normales, y Kyuhyun lo seguía de cerca.
Cuando
alargó la mano para abrir la última puerta del largo pasillo, Kyuhyun intentó
detenerlo.
—Ahí
no... —le advirtió él detrás.
No
acabó la frase. Cuando Sungmin abrió la puerta, pudo ver que había encontrado
sus baúles apilados en esa estancia. El joven no dudó en entrar.
Ni
tampoco él.
—No te
vas a quedar aquí —le dijo Kyuhyun en un tono inflexible.
En la
pared había dos puertas que probablemente conducirían a un baño y a un vestidor
o quizás a otro dormitorio como en las habitaciones principales.
Toda
la estancia era muy elegante, y la enorme cama, colocada de una manera extraña
en una esquina, confirmó sus sospechas.
—¿Es
tu habitación? —preguntó, intentando mantener un tono neutro cuando añadió—:
Por una vez estoy de acuerdo contigo, no pienso quedarme aquí. Charles ha
debido suponer que éste era el lugar más apropiado para dejar mi equipaje
cuando le dije que era el nuevo joven lord Cho.
—¿Ya
tratas a mis criados por el nombre de pila?
Sungmin
se volvió y lo observó atravesar la
habitación, deteniéndose ante el caballete como si fuera un perro guardián.
Como si le importara un pimiento que a él le gustara pintar o estuviera
interesado en saber lo que estaba pintando.
—Sólo
oí mencionar su nombre —dijo en respuesta a su pregunta—, pero no me importará
llamarle el mayordomo de Kyuhyun, igual que llamaré a esta casa, la casa de Kyuhyun,
y a «eso» —señaló la cama de la esquina—, la condenada y extraña cama de Kyuhyun.
—¿Qué
le pasa a mi cama?
—Nadie
pone las camas de modo que sólo se pueda entrar o salir de ella por un lado a
menos que no quepan de otra manera en la habitación, lo que no es el caso. Las
tres camas tuyas que he tenido la desgracia de ver, estaban todas en una
esquina.
—¿Y
por eso te parecen extrañas?
Sungmin
aspiró el olor de Kyuhyun cuando se
acercó a él. La expresión de su marido se había vuelto sensual y le recordó la
noche en que hicieron el amor.
Él
debió de acordarse de lo mismo porque añadió:
—No
recuerdo que te quejaras demasiado de mi cama en palacio. De hecho, me dio la
impresión de que ni te fijabas en ella porque sólo tenías ojos para mí,
¿recuerdas?
¡Cómo
iba a olvidarlo! Pero no pensaba admitirlo. Su rubor, sin embargo, lo delataba,
así que se alejó de él con rapidez.
—¿No
se te ha ocurrido preguntar por qué pongo las camas de esa manera en vez de
hacer comentarios sarcásticos al respecto? —dijo él, provocando que el rubor
del joven se intensificara—. No hay nada malo en ponerla de esa manera, de
hecho, hay una buena razón para ello.
Gracias
a Dios Kyuhyun ya no estaba hablando de la noche en que habían hecho el amor.
—Muy
bien, picaré. ¿Cuál es esa razón?
—En
realidad no es asunto tuyo, pero ya que te interesa saberlo, te lo diré. Tengo
el terrible defecto de moverme mucho en sueños, y en ocasiones me caigo de la
cama. Por supuesto, eso no sucede cuando tengo compañía, ya que tiendo a
sosegarme cuando duermo con una pareja. Pero aquí nunca duermo acompañado, así
que pongo la cama de esa manera para no caerme y despertar al resto de la
familia.
Sungmin
jamás habría imaginado una respuesta
como ésa ni que admitiría algo así ante él. Le había hecho sentir que le debía
una disculpa.
Así
que se avergonzó de sí mismo cuando le replicó con mordacidad:
—¿Qué
pasa? ¿Las criadas no son lo suficientemente bonitas para tentarte?
—Sí,
pero mi madre no tolera esta clase de comportamiento en su casa.
—Pensé
que ésta era tu casa.
Él se
encogió de hombros.
—Y así
es, pero al compartirla con mi familia, considero que debo respetar sus ideas
al respecto.
Sungmin
se sonrojó otra vez. ¿Por qué no se
había limitado a disculparse como debía? Pero incluso ahora no se resignaba a
hacerlo. Así que se volvió y se dirigió a la puerta.
—Buscaré
a tu mayordomo y le diré que se encargue de que trasladen mis baúles de
inmediato —dijo sin detenerse, en un tono absolutamente despectivo.
—¿Te
das cuenta de que te estás pasando, Minie? Te sugiero que adoptes una actitud
más conciliadora de ahora en adelante.
Él se
detuvo.
—¿O?
—Te
encerraré aquí.
Sungmin
se volvió hacia él para evaluar la seriedad con la que había formulado esa
declaración. Le pareció captar un brillo de travesura en los pálidos ojos de su
marido, y algo más. ¿Deseo... o rabia? Tenía que ser rabia. Pero ¿no debía ser él
quien estuviera furioso por haberlo acusado de unas cosas horribles de las que
era totalmente inocente?
—¿Sabes?
La noche que fui a tu habitación te dije que era para ayudar a tu amigo Sukchun
—le recordó—. Jamás te has molestado en confirmarlo, ¿verdad?
—¿Qué
quieres decir?
—Jamás
habría ido a tu habitación si él no me hubiera asegurado que serías nuestro
intermediario.
—Sí,
hablé con Sukchun y me confirmó que te había dicho que me utilizaras como
mediador. Pero, Minie, tú sabes tan bien como yo que tuviste muchas
oportunidades de entregarme esa información antes. Y en vez de eso,
quebrantaste todas las reglas de decencia conocidas entrando en mi habitación a
altas horas de la noche, esperando encontrarme en la cama, lo que en última
instancia nos ha llevado a esta desastrosa situación. Así que no te hagas el
inocente conmigo, Minie. Los dos sabemos quién tiene la culpa de todo esto.
Sungmin
negó con la cabeza, frustrado.
—No sé
por qué me sorprendo de que pienses así. Puede que pecara de ingenuo, pero
aquella noche no tenía intención de seducirte. Por favor, haznos un favor a los
dos y deja de fastidiarme con eso. Éste será sólo un matrimonio de nombre tal y
como tú dijiste... durante mucho tiempo.
—En
realidad te dije que sería sólo un matrimonio de nombre hasta que se demostrara
que no estabas embarazado. Espero que no pienses en serio que mantendré las
manos apartadas de ti si al final continuamos casados. Pero mientras tanto no
intentes tentarme. Si ése es tu plan, instalarte en mi casa para seducirme de
nuevo e intentar quedarte embarazado de verdad, te advierto, no, te prometo,
que lo lamentarás.
—Y
pensar que antaño te comparaba con un ángel. Debía de estar loco.
Mascullando
para sí mismo algo que Kyuhyun no pudo oír, Sungmin se dirigió hacia la puerta.
Había vuelto a permitir que la ira lo dominara y que abriera aún más la brecha
que había entre ellos. Pero no era ira lo que le provocaba un intenso dolor en
el pecho. Y no fue ira lo que le llenó los ojos de lágrimas.
¡Aquél
joven le sacaba de quicio! Kyuhyun se preguntó cómo diantres iba a sobrevivir
con Sungmin tan cerca. Demonios, todavía
lo deseaba, pero se negaba a ser manipulado por un jovenzuelo intrigante, no
importaba lo atraído que se sintiera por él. Le tentaría cada vez que se
tropezara con él con aquella supuesta inocencia suya. Y funcionaría. No había
manera de poder evitarlo cuando ya le tentaba... sin habérselo propuesto
siquiera.
Kyuhyun
permaneció en su habitación hasta que se llevaron los baúles de Sungmin , y
unos minutos más tarde oyó un portazo en el pasillo. Acabaría por echarlo de su
propia casa. No había otra opción.
Había
bajado la mitad de las escaleras cuando se detuvo en seco. ¿Qué diablos estaba
haciendo? ¿Desde cuándo huía como un cobarde? De acuerdo, le sacaba de quicio,
pero no iba a optar por el camino más fácil. Maldición, tenía que ser más
fuerte. ¡Sabía cuál era el plan diseñado por su esposa! El sólo tenía que
ignorar a su instinto de conservación el tiempo suficiente para idear un plan
de contraataque.
Todavía
estaba parado en medio de las escaleras cuando se abrió la puerta principal y
aparecieron su primo Choi Siwon y su esposo, Heechul. ¡Maldita temporada! Se le
había olvidado que muchos de sus parientes Choi venían a Londres en esa época
del año. Y, por supuesto, todos venían a visitar a su familia y se quedaban
unas cuantas semanas. Era muy probable que su primo Donghae también se dejara
caer por allí, ya que aún estaba en el mercado matrimonial. Prefería alojarse
en su casa donde tendría como probables acompañantes a él o a sus hermanos en
vez de su propio hermano que prefería quedarse en casa con su esposo y su hijito.
La
llegada de Siwon y su esposo reforzó la decisión de Kyuhyun. Tenía que
quedarse. Sabía la facilidad con la que Sungmin se ganaría los corazones de su
familia si él no estaba allí para advertirles de su duplicidad.
Kyuhyun
siempre quedaba deslumbrado por la increíble belleza de Choi Heechul cada vez
que lo veía. Tenía un rostro de una belleza única. Probablemente Heechul y Sungmin
tenían mucho en común... No, estaba
pensando en el viejo Heechul. Su primo solía ser un experto manipulador que
siempre recurría a las mentiras para lograr su propósito, exactamente igual que
Sungmin . Heechul era una beldad sin parangón, pero no había sido un joven agradable
por todas esas malas cualidades. El matrimonio con Siwon lo había cambiado por
completo. No había nada que le disgustara de Heechul desde que se había casado
con su primo.
—No
esperaba encontrarte aquí, viejo amigo —dijo Siwon cuando vio a Kyuhyun.
Kyuhyun
sonrió ampliamente y bajó los escalones restantes para unirse a la pareja en el
vestíbulo.
—Últimamente
intento pasar la noche con sólo tres jóvenes. Pero hoy me habéis pillado en uno
de esos días.
—Ni
siquiera esperaba encontrarte —le respondió Siwon—. Sin embargo, puedes
marcharte. Hemos venido a visitar a tía Ahra
Por
extraño que pareciera, Choi Siwon sólo estaba bromeando a medias. No tenía
motivos para sentirse celoso de su esposo ya que no dudaba de su amor por él,
pero Kyuhyun había provocado esos celos demasiadas veces. Le había resultado
muy divertido coquetear con Heechul durante los primeros meses de su
matrimonio, pero a su primo, que conocía muy bien su reputación no le había
hecho ninguna gracia.
—Lo
que Siwon quiere decir es que pensábamos que todavía podrías estar durmiendo a
estas horas —dijo Heechul, intentando suavizar las palabras de su marido.
—No te
preocupes, primo —Kyuhyun le guiñó un ojo a Heechul—, estoy acostumbrado a sus
inseguridades.
Siwon
soltó un bufido.
—¿Dónde
estás, tía Ahra? —gritó, entrando en la salita—, necesito que envíes
urgentemente al bribón de tu hijo a hacer un recado.
Heechul
amonestó a Kyuhyun con suavidad.
—Sé
que no hablas en serio, y me alegro de que hayas dejado de intentar seducirme
todo el rato como solías hacer antes. Pero tienes que decirle a tu primo que
sólo estabas bromeando.
—Todo
está permitido en el juego y el amor, querido.
—Tonterías.
Sólo lo haces para provocar la ira de tu madre.
—Eso
también. —Kyuhyun sonrió ampliamente.
—Y a
mi marido.
Kyuhyun
se rio entre dientes.
—Sin
duda alguna.
—Pero
¿no te parece que ha llegado la hora de dejar de hacerlo? Me gusta visitar a tu
familia, pero me lleva un par de días convencer a Siwon de que vengamos a la
ciudad y todo por tu culpa.
—Santo
Dios —oyeron que exclamaba Siwon en la salita—. ¿Cuándo ha ocurrido?
Kyuhyun
suspiró.
—¿Ocurre
algo malo? —preguntó Heechul.
—Sí,
pero sólo en mi opinión. Probablemente mi madre opine que las cosas no podrían
ir mejor. Sin embargo, dejaré que te lo diga ella. Estoy seguro de que se muere
por hacerlo.
Señaló
la salita con una mano. Heechul le lanzó una mirada desconcertada y pasó
delante de él. La madre de Kyuhyun no lo mantuvo en suspenso demasiado tiempo.
—Déjame
ser la primera en decirte que Kyuhyun se ha casado —anunció Ahra en cuanto Heechul
apareció en la puerta—. Ha conocido a un chico encantador y además esperan un
hijo.
Kyuhyun
se apoyó en el marco de la puerta y se dio un cabezazo contra la madera. Su
madre no se había dejado nada en el tintero.
Heechul
se volvió hacia él de inmediato.
—Me
encantan las bodas —dijo con gesto mohíno— ¿Por qué no nos has invitado?
Él
cerró los ojos.
—Quizá
porque se suponía que nadie debería saberlo aún.
—Sí,
ni siquiera fue Kyuhyun quien me lo dijo —añadió Ahra con una amplia sonrisa,
sin parecer disgustada por eso—. Pero le perdono ahora que ya lo sé. Siwon, tú
debes de conocerlo. Es vecino tuyo. Incluso me dijo que podría haber formado
parte de la familia antes, pues hace tiempo llegó a poner los ojos en ti.
—Oh
—dijo Heechul, frunciendo el ceño a su marido.
Siwon
se sonrojó un poco.
—No
tengo ni idea de qué habla tía Ahra, querido. Aún no me ha dicho con quién se
ha casado Kyuhyun.
Kyuhyun
abrió mucho los ojos. Ahora lo entendía todo, el porqué de todas las
maquinaciones de Sungmin. No tenía nada que ver con las intrigas palaciegas
sino con sus mercenarias aspiraciones. Lo único que, en realidad, había buscado
su esposo todo ese tiempo era casarse, de una manera u otra, con un miembro de
la familia Choi. Y lo había conseguido.
—Yo
soy su esposo —dijo Sungmin desde la
puerta, dejando la estancia momentáneamente en silencio.
Logró
no sonrojarse al hacer aquella declaración tan atrevida. Pero no había razón
para andarse con rodeos, en especial cuando había oído el comentario de Siwon
al acercarse a la salita. Debería haberse retirado al oír tantas voces en la
sala. Pero no se había mudado a esa casa para andar ocultándose. Estaba allí
para dejar claro cuál era su lugar en la familia de Kyuhyun... por el bien de
su bebé. Y ésa era una buena oportunidad para hacerlo.
Su
comentario atrajo todas las miradas de la habitación, incluida la de Kyuhyun.
—Has
olvidado añadir un esposo afortunado, ¿verdad? —preguntó Kyuhyun en voz baja ya
que estaba a su lado.
Supuso
que ésa sería la respuesta normal de un recién casado, pero definitivamente no
se aplicaba a él.
—No,
no lo he hecho —susurró en respuesta, esbozando una falsa sonrisa—. Pero he
logrado contenerme a tiempo y no decir «desafortunado» que era lo que tenía en
la punta de la lengua. Puedes agradecérmelo después.
Él
soltó un bufido. Sungmin se apartó de su
lado para entrar en la habitación y se sentó junto a su suegro en uno de los
sofás de brocado. Ahra le brindó una alegre sonrisa. Siwon también sonreía,
seguramente lo había reconocido. Heechul era el único que lo miraba aturdido.
—Me
resultas familiar, pero no consigo recordar tu nombre. ¿Nos conocemos?
—preguntó Heechul finalmente.
—Sí,
nos conocimos no mucho después de tu boda. Acompañé a mi madre cuando fue a
visitaros para darte la bienvenida a la comunidad.
—¡Sí,
por supuesto! —exclamó Heechul— Lilly y Lee Sungmin. Ya lo recuerdo... tu madre
dijo algo ese día que despertó mi curiosidad.
—¿De
veras?
—No
creo que ella quisiera que yo la oyera. Después de que me la presentaran la oí
mascullar algo como: «bueno, eso lo explica todo». ¿Sabes a qué se refería?
Tuve la sensación de que su comentario tenía algo que ver conmigo.
Sungmin
estalló en risas al recordar el día en que su madre y él habían conocido a Choi
Heechul. Sungmin había comprendido entonces por qué Siwon había sucumbido a Heechul
con tanta rapidez. El joven era precioso. No había palabras para describir su
belleza. Lilly había sido de la misma opinión y lo había resumido con aquellas
breves palabras «bueno, eso lo explica todo».
—Y así
es —dijo Sungmin con una amplia sonrisa—. Durante años mi madre había
jugueteado con la idea de que Siwon se convirtiera en mi futuro marido. Así que
cuando un día regresó casado contigo, tan de repente y sin que hubiera habido
un largo cortejo, sentimos una profunda curiosidad por saber cómo había
sucedido. Pero en cuanto te conocimos comprendimos por qué cualquier hombre
habría corrido hasta el altar en cuando te hubiera conquistado.
Heechul
se puso colorado por el cumplido, pero su marido se apresuró a aclararlo todo.
—Oh,
nuestro cortejo fue tan inusual que provocó las murmuraciones de todo Londres.
Ya te lo contará Hee en otra ocasión. Pero parece que las habladurías no habían
llegado a Shiyuan cuando llevé a mi esposo a casa. —Luego bromeó con Sungmin —:
Espero que no te sintieras demasiado decepcionado.
—Oh,
te aseguro que me quedé destrozado durante al menos una hora —respondió Sungmin
también en broma, provocando la risa de
todos antes de que añadiese—: tú eras sólo una idea, después de todo. No era
algo que me tomara en serio, sino más bien algo que esperar con ilusión hasta
cumplir la edad adecuada. ¡Pero te casaste antes de que eso sucediera!
Todos
volvieron a reírse... salvo Kyuhyun. Tenía un ceño tan profundo que salió de la
estancia antes de que nadie se diera cuenta. Sin embargo, Sungmin lo vio antes
de que lo dejara solo tan groseramente con su familia. Debería haber
aprovechado la ocasión para explicarles a los Choi la verdadera razón de su
matrimonio sin que Kyuhyun les diera la versión equivocada. Pero ya le había
contado a Ahra cuál era la situación y su suegra podría confiárselo a sus
parientes si así lo deseaba. Así que Sungmin se excusó y salió detrás de Kyuhyun.
No
tuvo que ir muy lejos. Lo siguió por el vestíbulo hasta que desapareció en el
interior de una habitación, pero antes de que pudiera darle alcance, le cerró
la puerta en las narices. La abrió, claro. El se volvió y clavó aquellos ojos
azules en él.
—Qué
típico de ti, dejarme solo con los lobos —dijo tras cerrar la puerta.
Él
soltó un bufido ante la ridícula descripción de su familia.
—Ahórrate
tus melodramas para un público más ingenuo. Los tenías en la palma de la mano.
—¿Disculpa
eso tu rudeza?
—Mi
familia no espera otra cosa de mí. Además, por si no te has dado cuenta, Siwon
se sintió encantado de que me fuera. Desde el día en que me insinué a su esposo,
prefiere que no esté demasiado tiempo en la misma habitación que él.
Sungmin
soltó un grito ahogado.
—¿Te
insinuaste a Heechul?
Él
puso los ojos en blanco.
—Por
supuesto que lo hice. Yo y cualquier hombre que haya puesto los ojos en él. La
mayoría de los caballeros saben cómo disimular sus sentimientos. Yo no.
Sungmin
imaginó que sólo intentaba provocarle.
—¿Es
así como van a ser las cosas, Kyuhyun? ¿No te quedarás en la misma habitación
que yo ni siquiera cuando tu familia venga de visita?
Kyuhyun
lo empujó de repente contra la pared.
—¿Es
que piensas que soy estúpido, Minie? Como tu madre dijo una vez: «eso lo
explica todo», y con mucha claridad, además.
Por un
momento, Sungmin no pudo decir nada, ni siquiera había oído lo que él acababa
de decir. Sencillamente no podía concentrarse cuando estaba tan cerca de él.
Una oleada de calor lo atravesó. Sintió un hormigueo en el vientre. No podía
apartar la mirada de sus labios cuando estaban tan próximos a los suyo.
—¿No
tienes ninguna excusa esta vez? —continuó él con tanta rudeza que finalmente lo
miró a los ojos.
Sungmin
lo había visto enfadado muchas veces, pero esa vez parecía totalmente furioso.
Le palpitaba un músculo en la mejilla. El joven casi podía sentir su ira, pues
parecía emanar de él. ¿Qué diantres había dicho? «¡Piensa!» No pudo. No había
oído ni una sola palabra desde que su marido lo había acorralado contra la
pared sin ninguna vía de escape.
—¿Qué
estás insinuando ahora?
—Este
no es un buen momento para poner a prueba mi paciencia, Sungmin . ¿Cuándo
exactamente decidiste hacer todo lo que estuviera en tu mano para poder formar
parte de mi familia? ¿Fue antes o después de que Siwon desapareciera de tu
lista? Pues tu segunda elección ha sido pésima, Minie. Si esta farsa continúa,
no seré un marido fiel.
Sungmin
inspiró bruscamente en cuanto se dio cuenta de a qué conclusión había llegado
él.
—¿Estás
bromeando? Tu primo era uno de los mejores partidos de toda Inglaterra, y no
tenía rival en mi comunidad. Todos los jóvenes de Shiyuan tenían los ojos
puestos en él, ¿por qué iba a ser yo la excepción? Y sólo tenía trece años
cuando a mi madre se le ocurrió la idea de que podía ser un buen marido para
mí. Sólo lo vi unas pocas veces. Probablemente él no se acuerde de ninguna. Y
para tu información, cuando se casó con Heechul yo sólo tenía dieciséis años.
Me sentí decepcionado tras haber pasado tres años pensando que él era mío, pero
desde luego no me quedé destrozado ni tracé ningún plan de acción para que tú
ocuparas su lugar. De hecho, estaba impaciente por unirme al resto de las
debutantes en la temporada social de Londres, al menos hasta que mi madre me
consiguió ese puesto en palacio.
—Bueno,
veo que sí tienes una excusa después de todo —repuso él con sarcasmo.
Sungmin
se dio cuenta de inmediato de que por
mucho que dijera, él no se creería nada. Ni siquiera le daría el beneficio de
la duda. Para Kyuhyun él tenía la culpa de todo, lo había arrastrado al altar
utilizando el truco más viejo del mundo. No importaba que en realidad hubiera
sido él quien le había arrastrado, al parecer también lo había manipulado en
eso. ¡Kyuhyun ni siquiera había tenido en cuenta su increíble atractivo!
Pensaba que lo había cazado por su familia, y que cualquier miembro le habría
servido.
Como
siempre, él había conseguido ponerle tan furioso como él estaba. Y como había ocurrido
últimamente, Sungmin no se contuvo y le lanzó una puya.
—Tonterías
—respondió—, ¿para qué iba a tener una excusa preparada? Ya sabes que soy lo
suficientemente listo para improvisar una al instante. ¡Trágate ésa, lord
sabelotodo!
Pasó
con rapidez bajo uno de los brazos que él había plantado a ambos lados de su
cuerpo y salió corriendo de la habitación antes de que pudiera detenerle. Iba a
llorar de nuevo. Y esta vez ni siquiera sabía por qué. ¿Acaso Kyuhyun no le
había dejado ya claro lo que pensaba de él?
Sungmin
esperó hasta media tarde antes de bajar
de nuevo para comer. No tenía apetito, pero ya no podía pensar sólo en sí mismo
cuando se trataba de nutrición. Esperó el tiempo suficiente a que se fueran los
Choi. En ese momento no estaba de humor para ser sociable con nadie aunque
ahora era parte de esa familia. Su intención era coger un plato con comida en
la cocina y regresar rápidamente a su habitación donde podría comer en paz.
Sólo
pudo ejecutar la mitad del aquel precipitado plan. Cuando, plato en mano, subía
las escaleras de nuevo, se abrió la puerta principal a sus espaldas. Se dio la
vuelta esperando que fuera Sunny con el resto de su equipaje. Se había olvidado
de mencionarle a Ahra que su doncella también necesitaría una habitación. Pero
allí en el vestíbulo estaba su viejo amigo Choi Donghae quitándose el abrigo.
Donghae
lo vio de inmediato.
—¡¿Sungmin?!
—exclamó—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Es tía Ahra quien te presenta esta
temporada? Espera un momento... ¿no tendrías que estar en palacio? ¡Qué
excitante! Oí que te dieron ese puesto. ¡Imagínate, dama de honor de la reina!
Me sentí tan emocionado por ti, y puede que incluso un poco celoso. —Donghae se
rio para sí mismo—. Jamás había pensado en hacer nada parecido, pero quizá
debería hacerlo. Dejar que fuera la reina quien me eligiera marido ya que no
soy capaz de elegirlo yo mismo. ¡Esta será mi tercera temporada! Es para
echarse a llorar.
Sungmin
esbozó una sonrisa. Parecía que Donghae no había cambiado nada. No se habían
visto desde hacía años, pero el hermoso niño que él había conocido entonces se
había convertido en un joven más hermoso todavía, aunque Sungmin lo hubiera
reconocido en cualquier parte. Aún podía soltar cien palabras por minuto y
compaginar tres temas a la vez sin perder el aliento.
Sungmin
había lamentado a menudo no haber renovado su amistad con Donghae una vez que
hubo crecido y dejado atrás la niñez. Ni siquiera había tenido la posibilidad
de comentar con su viejo amigo que una vez había pensado casarse con su
hermano. Habían pasado demasiados años desde la última vez que habían hablado.
Madre mia...que estúpido es Kyuhyun
ResponderEliminarIncreíble que sea alguien que esté defendiendo la corona.
Bueno,le daré un punto,porque es obvio que despues de saber que Min "queria casarse" con Siwon...algo se le movió en el pecho,porque tuvo que ser eso sino,yo misma voy y le doy un par de cachetadas...por dios😒
Le daré el beneficio.
Ay Kyu...¿por què no quieres aceptarlo?