—Realmente
provocaste una gran sorpresa en palacio al dejar tu puesto en la corte sin una
buena razón.
Sungmin
gimió para sus adentros. Reconoció la
voz de Kim Suho a su espalda. Observó como Donghae se reía ahora con uno de los
jóvenes que lo conducía a la pista de baile mientras el resto de los caballeros
se dispersaba, y se volvió hacia su antigua némesis, preparándose mentalmente
para una conversación desagradable. Sin embargo, casi se rio al ver el traje de
Suho, una prenda de un chillón color naranja con mangas abullonadas. El joven
seguía sin tener sentido del gusto ni de la moda.
—Tenía
una buena razón —respondió Sungmin —. Se la comuniqué a lady Boah. Si ella
eligió no decirlo...
—Boah
también se marchó —dijo Suho en tono acerado—. Key, ese víbora egoísta, se
quejó de las tareas sin importancia que le encargaba y su protesta llegó a
oídos de la duquesa.
—¿Así
que la madre de la reina no conocía las intrigas de Boah?
—¿Intrigas?
—se mofó Suho—. Boah sólo quería estar al corriente de todo. Aunque
utilizaba unos métodos extraños —añadió Suho con un encogimiento de hombros— no
hacía daño a nadie.
—¿Cómo
lo sabes? —preguntó Sungmin con gesto de
incredulidad ante la actitud indiferente de su antiguo compañero—. Tú sólo eras
su lacayo. No tienes ni idea de qué hacía con la información que recababa ni si
hacía daño a alguien con ella.
—¿Hubo
un escándalo?
—¿No
me estás escuchando? Lo cortaron de raíz. Pero la corte es muy aburrida ahora
que Boah no está.
—¿Por
eso estás aquí?
—Por
supuesto. El heredero al trono ni siquiera tiene un mes. Salvo en los festejos
por su nacimiento, la reina no se ha dejado ver y no ha dispuesto ningún otro
evento todavía. ¿Cuál fue el motivo por el que te fuiste?
Sungmin
debería haberse limitado a señalar con
sequedad que ése no era asunto suyo, ya que no eran educados conocidos ni mucho
menos amigos. Pero el diablo debió de metérsele en el cuerpo porque le espetó:
—Me
casé con Kyuhyun.
La
cara de Suho se contorsionó de furia.
—¡Estás
mintiendo!
—Pregúntaselo.
El joven
lo miró con tal veneno en los ojos que fue asombroso que se controlara lo
suficiente para encogerse de hombros con indiferencia.
—No
importa. De todas maneras no quería casarme con él. Es evidente que no será un
buen marido. Qué lástima que aún no te hayas dado cuenta. Sin embargo, no me
importaría mantener una breve aventura con él. Debería agradecértelo.
Disfrutaré mucho cuando vuelva a estar en la cama del marqués otra vez.
Sungmin
se puso rojo de ira. El deseo de abalanzarse sobre Suho y clavarle las uñas en
la cara fue tan abrumador que apenas pudo resistirlo. Suho desapareció de
inmediato y él no intentó detenerlo. ¡Iba a provocar el peor escándalo que
Londres hubiera visto en décadas y no le importaba nada!
—En
realidad esperaba encontrarte solo, no aquí en medio del salón de baile como un
volcán a punto de estallar.
Sungmin
se dio la vuelta. Su sorpresa al
encontrar a su marido, sonriéndole mientras le soltaba aquel comentario
provocador, era tal que su arrebato de cólera se disipó. Se le veía muy atractivo
con aquella chaqueta negra de gala y los pantalones a juego. Se había cortado
un poco el pelo.
Sungmin
tuvo que hacer un gran esfuerzo para aplastar aquel viejo embelesamiento que él
todavía le hacía sentir.
—¿Qué
estás haciendo aquí?
—Os
marchasteis de casa antes de que terminara de vestirme —lo reprendió Kyuhyun
con desdén.
Él le
lanzó una mirada llameante.
—Si
tenías intención de venir con nosotros, ¿por qué no nos lo dijiste?
—Quería
daros una sorpresa, pero debería haber sabido que mi primo saldría por la
puerta en cuanto estuvierais listos.
Con la
mente todavía un poco confusa por la cólera que Suho había suscitado en él, Sungmin
intentó averiguar los motivos de Kyuhyun.
—Pero
¿por qué? Donghae sólo necesita un acompañante.
—Porque
pensé que podrías apreciar un poco de compañía. He acompañado a Donghae a
muchos bailes, y sé que esos jovenzuelos impacientes no le dan un momento de
tregua. Por supuesto a él no le importa, pero claro, sus acompañantes se quedan
solos.
¿Kyuhyun
estaba portándose bien? ¿Rescatándolo? ¿De verdad pensaba que se iba a creer
eso?
—¿No
se te ha ocurrido pensar que yo también podría pasarme la velada bailando?
—dijo.
—Ahora
estás casado, así que no, no se me pasó por la cabeza.
Sungmin
contuvo la risa. ¿Estaba diciéndole que porque estaba casado ya no podía
divertirse? ¿Por qué no le sorprendía?
Pero Kyuhyun
todavía no había acabado de hablar.
—Pensé
que te morirías de aburrimiento alternando con las matronas, madres y appas —añadió—.
Pero ahora que has mencionado el baile, recuerdo que es algo que se te da muy
bien.
No le
preguntó si quería bailar con él. Kyuhyun no había acabado de hacer ese
comentario cuando lo tomó en sus brazos y lo hizo girar por la pista de baile. Sungmin
se mantuvo rígido gracias sólo a la fuerza de voluntad. ¿Por qué él le estaba
haciendo eso? Santo Dios, sería tan fácil dejarse llevar... ¡no!
—¿Cómo
pudiste hacer el amor con Suho?
—¿Con
quién?
Tan
pronto como Sungmin lanzó la acusación se sintió consternado y avergonzado, y
lamentó no haberse callado la boca. Pero aquel «¿con quién?» de Kyuhyun lo
había vuelto a poner furioso.
—¿Cómo
que «con quién»? ¡Acabas de verme hablando con él!
—Si
estabas hablando con alguien cuando llegué, me temo que no me di cuenta. Sólo
tenía ojos para ti.
Sungmin
se sonrojó. Por supuesto no se había
creído ni una sola palabra, pero aun así ¡se sonrojó!
—Kim Suho
—le recordó.
—Dios
mío, sí. ¿Cómo he podido olvidarlo? Un joven menudo y aborrecible. Pero has
llegado a una conclusión descabellada, querido.
—No es
una conclusión mía, esas palabras acaban de salir de su boca hace sólo un
momento.
Él
arqueó una ceja.
—Bueno,
si eso es cierto, realmente no sería la primera vez que ocurre. Es fascinante
cómo algunos pueden empañar su reputación con tal de decir que se han acostado
conmigo. No sé si es por celos o por jactancia. —Se encogió de hombros—. Jamás
he entendido esas cosas. Pero no hay que creer todo lo que se dice. Lo aprendí
hace mucho tiempo.
—¿Qué
quieres decir con eso?
—Mi
relación con Suho se limitó a un coqueteo, pero él dice que nos fuimos a la
cama cuando mi intención fue evitarlo a toda costa.
—Así
que no era un objetivo en tu lista de conquistas, sólo dejaste que él lo
creyera. ¿Te parece divertido?
—¿Por
qué lo defiendes ahora cuando Suho no te cae mejor que a mí? —Se rio él—. Había
una buena razón en ese momento. Ahora no importa. ¿Sabes que comienzas a sonar
como un esposo celoso? ¿Estás celoso, cariño? Lo cierto es que todo esto
empieza a parecerme cada vez más divertido.
—No te
rías tanto porque no es cierto.
—¿No?
Él
todavía sonreía ampliamente, provocándole.
—Tu
inesperada presencia aquí también parece resultado de los celos, como si
hubieras venido a vigilar a tu esposo, pero no me oirás acusándote de ello.
—Creo
que acabas de hacerlo.
La
diversión de Kyuhyun era irritante. Sobre todo cuando era a costa suya lo que
venía siendo habitual. Pero la ira de Sungmin se había disipado. No es que quisiera creerle,
pero sabía que Suho era un mentiroso consumado. Si sus emociones no hubieran
sido tan tumultuosas para empezar, Sungmin no habría dado crédito a las
palabras de su antiguo compañero de habitación. ¿Y por qué diantres debería
importarle aquello?
—¿No
te cansas de discutir todo el rato? —preguntó Kyuhyun con indolencia después de
haberlo hecho girar por la pista varias veces más—. Empieza a resultarme algo
tedioso. Incluso te he otorgado el beneficio de la duda...
—No me
hagas ningún favor —masculló, apartando la mirada.
Él
ladeó la cabeza a un lado.
—¿Y
eras tú el que me desafió a que me comportara de una manera dulce y adorable?
¡Y pensar que te creí!
La
mirada de Sungmin voló a la de él, pero no pudo más que farfullar ante tal
disparate. Sin duda los pálidos ojos de Kyuhyun brillaban de risa contenida.
¡¿Qué diantres estaba haciendo él?! No podía hablar en serio. Aun así, ¡había
rozado su mejilla con la de él en medio de la pista de baile!
-¿Que...?
Sungmin
no debería haber vuelto la cabeza ante esa inesperada caricia. ¿Estarían
destinados a besarse accidentalmente una y otra vez? Sungmin se apartó al instante, mientras aún tenía la
suficiente presencia de ánimo para hacerlo. Pero él no lo hizo. De hecho, se
acercó todavía más, ¡siguiendo su boca con la de él de una manera que no tenía
nada de accidental!
Sungmin
se tambaleó al sentir que se mareaba. Eso lo alentó a abrazarlo y a besarlo con
mayor profundidad. Sungmin se estaba acercando con rapidez al punto en el que
nada más importaba.
Desesperadamente,
apartó su boca de la de él casi sin aliento.
—¡Vas
a provocar un escándalo!
—Creo
que valdría la pena —le dijo con suavidad al oído—. Pero será sólo una
infracción sin importancia ya que todos saben que estamos casados.
—No,
no lo saben. No lo he anunciado.
Él se
detuvo bruscamente. Varias parejas casi tropezaron con ellos.
—¿Por
qué no?
Sungmin
apartó la vista del ceño fruncido de Kyuhyun que le hacía sentirse claramente
inquieto. ¿Cómo explicarle su vacilación anterior sin que pareciera lo que en
realidad había sido: un ataque de pánico? Pero él no esperó su respuesta.
Sin
mediar palabra lo condujo fuera de la pista de baile. Comenzó a hacer un recorrido
social por todo el salón, sin descartar a nadie que no estuviera bailando. Kyuhyun
se fue deteniendo de grupo en grupo y presentando a Sungmin como su esposo, el joven marqués de Yeomgwang.
Lo hizo bruscamente, como si estuviera cumpliendo una tarea obligada, con lo
que dejaba claro a su esposo que lo estaba castigando. Sungmin se sentía
avergonzado. ¡La mayoría de los presentes pensaban que Kyuhyun estaba
bromeando! Lo conocían. Conocían su reputación. Y no se estaba comportando con
normalidad.
Incluso
tenía una excusa para explicar por qué nadie había oído hablar aún de su
matrimonio.
—Llevamos
algún tiempo casados en secreto. Intentamos ocultárselo a su madre pues ella
quería algo mejor que yo para su hijo. Pero no hay razón para seguir ocultándolo
por más tiempo cuando ella ya nos ha descubierto.
Sungmin
podría haberle seguido la corriente,
podría haber inyectado un poco de humor a la historia de su madre, pero estaba
demasiado sorprendido para añadir una sola palabra. Cuando regresaron de nuevo
a la pista de baile, él lo estrechó con más fuerza entre sus brazos. Sungmin levantó
la mirada hacia Kyuhyun, desconcertado.
—¿Cómo
has podido hacerlo?
—No
negarás quién eres, Minie. He desarrollado una profunda actitud protectora por
mi hijo y reconozco que puedes llevarlo en tu vientre. Por ahora estamos
casados y te agradecería que actuaras como si así fuera de una maldita vez.
Sungmin
estaba cada vez más confundido por el comportamiento de su marido.
—¿Por
las apariencias?
El le
miró tan profundamente a los ojos que acabó conteniendo el aliento por la
expectación. Luego Kyuhyun apartó la mirada y le dijo lo que quería oír:
—Sí,
por las apariencias.
O al
menos eso era lo que pensaba que quería oír. Sin embargo, para su
consternación, su reacción fue la opuesta a la que debería haber sido.
—Sin
embargo, sigues con tus antiguas costumbres. ¿O acaso crees que engañaste a
alguien con tu cita de anoche? Eso fue lo que le dijiste a tu madre, ¿no? ¿Qué
tenías una cita?
Kyuhyun
lo miró a los ojos.
—¿Eso
que oigo son celos otra vez?
—Es
una pregunta pertinente —dijo con rigidez—-. Si crees que guardar las
apariencias es cosa de uno, pongamos fin a esta farsa ahora mismo.
Por
increíble que pareciera, él volvía a estar de buen humor y le brindaba una
amplia sonrisa.
—Antes
de que mueras de celos, te diré que «cita» no es la palabra adecuada, dado que
no era una reunión concertada. Sólo fui a ver a mi abogado, y no, no es un
joven o lleva faldas.
Sungmin
ignoró aquel ridículo intento de hacer
un chiste.
—¿Por
la noche? —se mofó.
Él
suspiró.
-Sí,
como último recurso. Habría ido a su despacho a horas normales, pero no podía
darme cita hasta la semana que viene. Y puesto que había cinco clientes más
esperándole y no soy de los que tiene paciencia, decidí ir a su casa más tarde,
a una hora en la que sabía que podía encontrarle, para que se ocupara de un
asunto.
—¿Tan
importante...?
—Pero
¿aún tienes más preguntas?
Kyuhyun
siempre bromeaba en los momentos más inoportunos, dejándolo con la boca abierta
de incredulidad. Como ahora.
—Tenía
que cambiar mi testamento para incluir a mi hijo. Me llevó más tiempo del que
esperaba porque mi abogado intentó convencerme de que esperara a que el niño
naciera, pero fui yo quien le convencí de que ésa no era una buena idea.
—¿Por
qué no?
—Por
si acaso me ocurría algo antes de que naciera.
Por
fortuna, Donghae reclamó la atención de su primo en ese momento, al pasar
bailando a su lado y saludarle con la mano, así que no vio que Sungmin palidecía.
Aunque puede que sí notara la repentina humedad de la palma de su mano cuando
quedó cubierta de un sudor frío. Él le había dado una respuesta lógica, pero
¿por qué le embargaba el miedo ante el mero pensamiento de perderle? ¿Es que se
había vuelto loco?
Su
interpretación de un matrimonio feliz podría haber sido considerada la estafa
del siglo, pero pasaron varias semanas y continuó con tal perfección que Sungmin
tenía que pellizcarse para poder
creérselo.
El
Ángel era demasiado bueno. Desde la noche del baile, había estado pendiente de él
en todo momento. ¿Quizá para compensar su mal comportamiento?
Sungmin
no podía asegurarlo y, desde luego, no pensaba preguntárselo. Pero habían
estado bailando una y otra vez aquella noche. Se había quedado a su lado cuando
Sungmin necesitaba descansar. Incluso
habían vuelto a hacer una ronda social por el salón, pero esa vez Kyuhyun había
hecho reír a todo el mundo, incluido él.
Aquella
buena conducta había continuado también en casa, tanto cuando estaban solos con
Ahra, que conocía la verdad de su matrimonio, como cuando estaban con Jaehyun y
Donghae, que no la conocían.
Pero
fue algo más que eso. Incluso cuando estaban solos e intercambiaban comentarios
personales, él no volvió a mostrar aquella ira que siempre había provocado la suya.
Comenzó
a pensar que él había hablado realmente en serio cuando le dijo que no quería
discutir más. Pero por extraña que pareciera aquella situación, aprovechó
aquella tregua de paz y no hizo nada para enturbiar las cosas.
Fue
una noche, durante la hora de la cena, cuando Minho, el hijo mediano de Ahra,
entró por fin en escena.
—Lamento
haberme ausentado tanto tiempo, mamá —dijo Minho mientras se dirigía a una silla, deteniéndose
sólo para depositar un beso en la coronilla de Donghae cuando pasó junto a él—.
Estuve en una fiesta campestre que duró más de lo que había previsto.
Sus ojos
cayeron entonces sobre Sungmin y no se
apartaron, aunque siguió hablando con su madre
—¿Quién
es nuestro hermoso invitado? Quizá debería haber adelantado mi regreso a casa,
después de todo.
—No
por esa razón—lo reprendió Ahra antes de añadir con una enorme sonrisa de
orgullo—: Cho Sungmin, éste es mi segundo hijo.
—¿Cho?
—dijo Minho confundido—. ¿Un primo perdido?
—Un
nuevo y encantador miembro de la familia. Se ha casado con tu hermano.
Los
ojos de Minho cayeron con incredulidad
en Jaehyun, que comenzó a sonrojarse.
—El
no, tonto. Yo. —Se apresuró a decir Kyuhyun, pero Minho estalló en carcajadas.
—Buen
intento, hombre, pero sé reconocer una mentira cuando la oigo. La única manera
de que te hubieras casado sería cayendo en una trampa, como tantas veces has
dicho.
Ahra
le lanzó una cuchara.
—¿Qué?
—gritó con sorpresa.
Pero Kyuhyun
también se había levantado de la silla para darle a su hermano una palmada en
la cabeza; una bastante fuerte.
—¿Qué?
Estoy bromeando, pero tú también bromeabas. ¿Qué demonios ocurre?
—¿Acaso
te parece que está bromeando? —preguntó Ahra con una mirada ominosa.
—Bueno...
No, realmente —admitió Minho comenzando
a mostrarse un poco intranquilo.
—Exacto
—gruñó Ahra.
—Disculpad
mientras voy a sacar la pata del hoyo en que la he metido —dijo Minho encogiéndose de vergüenza y dando un paso
atrás.
—Siéntate
—respondió Kyuhyun regresando a la cabecera de la mesa. Luego le dijo a su
madre—: Le escribirías una nota, ¿no? ¿Acaso no la ha recibido porque ha estado
fuera de Londres?
—En
realidad, pensé que te gustaría ser tú quien le diera la noticia, así que no,
me resistí a hacerlo. No me ha resultado fácil, la verdad. Estaba a punto de
estallar de felicidad, por así decirlo.
—No te
sonrojes, Sungmin —dijo Donghae, sentado al lado de Sungmin —. Los Cho son así.
Ya te acostumbrarás.
Sungmin
sólo estaba un poco avergonzado, pero se
quedó asombrado de que Kyuhyun hubiera reaccionado de esa manera ante la
palabra «trampa», dado que era así como había definido su matrimonio. Pero
incluso a pesar de que aquello parecía un chiste de mal gusto, él se había
comportado protectoramente con él como un marido debe hacerlo.
—Bueno,
no cometamos este error de nuevo —le dijo Kyuhyun a Ahra—. Escribe las notas
pertinentes, mamá. Ya sé que estás rebosante de felicidad.
Ahra
se había reído entre dientes y había mostrado su aprobación con una inclinación
de cabeza.
—No
creo que sea realmente necesario —dijo Donghae.
—Por
supuesto que sí —repuso Ahra.
—¿Acaso
no te ha contado que él mismo presentó personalmente a Sungmin a todo el mundo
en el baile la otra noche... como su esposo? —continuó Donghae—. Créeme, tía Ahra,
su matrimonio ya está en boca de todos.
—De
buena manera, espero.
Donghae
parpadeó.
—Pues
claro. ¿Cómo iba a ser si no? —Luego adivinó—: Oh, ¿es que ya está embarazado?
—¿Embarazado?
—se atragantó Minho .
—Bueno,
es que no acaban de casarse, ¿sabes? —le respondió Donghae a su primo, luego se
corrigió él mismo—: No, por supuesto que no lo sabes. Lo siento, es que se lo
ocultaron a la madre de Sungmin —explicó Donghae antes de echarse a reír—. Al
menos eso es lo que oí en el baile. Pero no lo de que estaban en «estado de buena
esperanza». Después de todo, no había ninguna razón para contar a la gente
cosas que no son de su incumbencia.
Ahra
miró a Kyuhyun con el ceño fruncido, pero su hijo no se dio cuenta ya que
estaba lanzando una mirada cariñosa a su primo. Sungmin deseó meterse debajo de la mesa, pues todavía
no se había acostumbrado a que hablaran de su embarazo de esa manera.
Minho miró la gran variedad de expresiones que había
alrededor de la mesa y suspiró.
—Creo
que la próxima vez que me inviten al campo me quedaré en casa. ¿Por qué suceden
las cosas más excitantes cuando no estoy aquí para disfrutarlas?
La
gente comenzó a aparecer en casa de Kyuhyun a la semana siguiente al baile con
la excusa de visitar a su madre. Ahra no tenía por costumbre recibir tantas
visitas, pero Kyuhyun jamás había visto a su madre tan complaciente. Ahora era
la suegra amorosa que pronto se convertiría en una abuela todavía más amorosa,
aunque eso no era algo que compartiera con aquellos inesperados invitados.
Evidentemente quería hacerlo, pero esperaba el permiso de su hijo y él, desde
luego, no estaba preparado para darlo.
Kyuhyun
debía dar gracias a Dios de que ni Sungmin ni su madre supieran que al menos la mitad de
los jóvenes y mujeres que se habían presentado en la puerta de su casa esa
semana habían sido sus amantes y que sencillamente se negaban a creer que él se
hubiera casado, a pesar de las habladurías que aseguraban que había sido el
propio Kyuhyun quien lo había anunciado. Pero conociéndolo como lo conocían era
lógico que todas dudaran de ese rumor. Querían conocer la noticia de primera
mano y oírselo decir a su madre.
Kyuhyun
jamás se había sentido tan feliz de haber acabado en buenos términos con ellos
y seguir siendo amigo de unos cuantos. Extrañamente, con los que sólo había
coqueteado y nunca se había acostado fueron los que se sintieron más disgustados.
Incluso hubo algunos que se mostraron rencorosos. Kim Suho había sido la única
excepción, pero claro, lo de él había sido por un asunto de trabajo no de
placer.
Sungmin
lo llevó todo muy bien. Era una persona muy sociable, elocuente, divertida, y
extrovertida. Incluso le caía bien a su familia. Kyuhyun no estaba seguro de si
aquello era bueno, pero supuso que era preferible a que lo condenaran por la
trampa que le había tendido y lo trataran como a un paria.
Kyuhyun
aún seguía enfadado por eso, pero había relegado la rabia a un profundo rincón
de su mente y tendía a olvidarse de que estaba allí. La había guardado bajo
llave por una buena razón. Estaba protegiendo a su bebé. No quería que su ira
provocara la de Sungmin y que eso
perjudicara a su hijo de alguna manera.
Sin
embargo, la tregua con él había tenido inesperados resultados que lo habían
puesto en un dilema de otro tipo. Aunque Sungmin no llevaba mucho tiempo en su
casa, Kyuhyun se había acostumbrado a su presencia allí y ahora no quería que
se fuera. ¡Quería que se quedara con él! Lo cual no tenía sentido. Sungmin se
iría en cuanto se descubriera su mentira. Pero ¿y si no lo hacía? ¿Y sí él
decidía mantenerlo a su lado?
No
podía negar que si él hubiera estado buscando esposo, Sungmin habría sido el candidato perfecto. Era
encantador y hermoso, muy inteligente y demasiado ocurrente para su propio
bien. ¡Incluso lo hacía reír cuando estaba furioso con él! Para ser sinceros,
admiraba muchas condenadas cosas de Sungmin y se sentía cada vez más atraído por él. Kyuhyun
no debería desear al joven que había provocado su ruina, pero lo hacía.
Ser
empujado en tantas direcciones distintas a la vez era realmente
desequilibrante. No había más que ver su ridícula reacción en el baile cuando
había querido mantener el matrimonio en secreto. ¿De dónde demonios habían
salido aquellos celos y esa furia? Lo más probable era que Sungmin hubiera
llegado a la conclusión de que aquel comportamiento era la manera que había
tenido su marido de ejercer sus derechos sobre él, y que contener su ira y
decirle que estaba cansado de discutir, independientemente de si eso era cierto
o no, había sido como admitir que su esposo había ganado esa guerra. Lo cual no
era el caso.
Así
que se alegró mucho cuando llegó la misiva de Sukchun solicitando que se
reuniera con él. Kyuhyun estaba preparado para agarrarse a cualquier cosa que
lo sacara de casa, lejos de la constante presencia de Sungmin .
Llegó
a palacio a la hora concertada. Sukchun sólo le hizo esperar unos minutos.
—¿Han
arrestado a Park? —preguntó Kyuhyun.
—No
fue necesario —dijo Sukchun de camino a la licorera—. ¿Un brandy?
Kyuhyun
se puso rígido.
—No.
¿Por qué no fue necesario? ¿Las pruebas que te envié no fueron lo
suficientemente concluyentes?
Con el
brandy en la mano y su habitual expresión inescrutable, Sukchun se sentó a su
lado.
—Al
contrario, las pruebas le habrían colgado, pero tu bala nos ahorró las
molestias. La herida que le provocaste fue muy grave y murió unos días después
de que regresaras a Inglaterra.
—Qué
diablos. Tengo buena puntería y no estaba tratando de matarle.
Sukchun
se encogió de hombros, imperturbable.
—Pero
tú mismo dijiste que estaban tiroteando el carruaje. Es perfectamente
comprensible que no afinaras la puntería en ese caso. Así que, para nuestra
satisfacción, se ha hecho justicia. Un buen trabajo, muchacho.
A Kyuhyun
no le gustaba ese tipo de finales inesperados. Molesto, sacó a colación su
llamamiento.
—Espero
que no me envíes fuera del país otra vez. Preferiría quedarme cerca de casa por
ahora.
—¿Ha
enfermado alguien?
—No
Como Kyuhyun
no se extendió más, Sukchun torció el gesto y fue directamente al grano.
—Finalmente,
Boah se ha marchado de palacio para siempre.
—¿Por
elección propia?
—No
Cuando
Sukchun no se explayó, Kyuhyun casi se rio. Touché. Pero sabía que Sukchun no
dejaría las cosas así, y no lo hizo.
—Al
parecer se ha retirado también de las intrigas, ya que no tiene a una horda de
lacayos a los que hacer cumplir sus órdenes. Sin embargo, se va a casar, así
que creo que es cierto que se ha retirado.
Eso sí
provocó la sorpresa de Kyuhyun.
—¿Boah
se va a casar? ¿Con quién?
—Con
lord Joowo. No es una mala elección, aunque los jóvenes debutantes podrían
pensar lo contrario ya que tiene casi cincuenta años. Pero es un hombre con
título, rico y atractivo.
—Mientras
que Boah es todo lo contrario. ¿Qué ha tenido que hacer? ¿Chantajearle?
Sukchun
se encogió de hombros.
—No me
extrañaría. Él fue uno de sus objetivos el año pasado.
—¿Por
el atentado a la reina?
—No,
he dejado de intentar relacionar a Joowo con ese desagradable acto, pero
durante esa investigación descubrí la sórdida y breve aventura que él mantuvo
con una joven duquesa casada.
—¿Y
crees que es eso lo que Boah tiene contra él?
—Es lo
que imagino. De hecho, estoy dispuesto a creer que la mayor parte de las
intrigas de Boah eran para conseguir un marido para sí misma. No niego que se
haya llenado los bolsillos con ello, pero tengo el presentimiento de que ella
prefería un buen partido a ese dinero.
—Por
su edad, no creo que él sea un buen partido.
—Para
una mujer de la edad de Boah, sí. Además, para lord Joowo supone un gran
prestigio casarse con una mujer más joven.
Kyuhyun
arqueó una ceja.
—Para
poder alardear, ¿no?
—Si
quieres llamarlo así.
—Pero
si Boah solamente quería casarse, ¿por qué esperó tanto?
—¿Para
pescarlo? —Sukchun puso los ojos en blanco ante el malicioso comentario—.
¿Quién sabe lo que piensa una pareja? Puede que sólo quisiera tener una gran
lista de títulos entre los que poder elegir. De cualquier manera, necesito
estar absolutamente seguro de que ella ya ha terminado de recabar información
que ni le va ni le viene.
Así
que ésa sería su misión. Kyuhyun no pudo evitar gemir.
—Ella
otra vez, no.
—Todavía
eres amigo suyo, ¿no?
—Pero
nos fuimos distanciando, así que no creo que Boah lo vea de esa manera.
—Bueno,
ahora que está fuera de palacio, no le hará mal a nadie si simplemente te
sinceras con ella... y le preguntas directamente. Esta noche hay una fiesta en
casa de Joowo para anunciar su compromiso. He conseguido una invitación para ti
y un acompañante.
Kyuhyun
suspiró y aceptó la invitación doblada que Sukchun le entregó.
—Supongo
que mi esposo podría acompañarme.
—No
tiene gracia.
—¿Qué
es lo que te parece un chiste?
—¿Te
has casado?
—¿Tan
ocupado has estado con tus investigaciones que no te has enterado de los
rumores que circulan por todo Londres? Eso no habla muy bien de ti.
Sukchun
no sólo parecía conmocionado sino también desolado. Y, desde luego, no era por
ser el último en saberlo. Pero por una vez, Kyuhyun no perdió los estribos ante
el evidente recordatorio de lo que Sukchun sentía por él. Incluso podía
comprenderlo un poco mejor ahora que él tenía sus propios sentimientos fuera de
control.
Sukchun
pareció recuperarse un poco después de terminarse el brandy de golpe. Al menos
logró mantener la expresión pétrea.
Su
voz, sin embargo, todavía resultaba temblorosa cuando dijo:
—Supongo
que tengo que felicitarte.
Kyuhyun
mantuvo su propia voz inexpresiva.
—En
realidad no. Puede que sólo sea un acuerdo temporal. No lo sabremos hasta
dentro de unos meses.
—Conque
ésas tenemos, ¿eh? Pensé que te mantenías alejado de los jóvenes vírgenes.
—Y lo
hago... lo hacía. Pero una visita en mi habitación de palacio a altas horas de
la noche fue difícil de resistir. Tal audacia podría hacer pensar que no era
virgen, pero lo era —concluyó Kyuhyun con un suspiro.
—¿Quién
es?
—Nuestro
último joven de la corte, Lee Sungmin.
Sukchun
pareció consternado.
—¡Santo
Dios, espero que no fuera por mi culpa!
—Puedes
dormir tranquilo —dijo Kyuhyun entrecerrando ligeramente los ojos—. Tú sólo le
diste una excusa para perseguir sus propios objetivos, que no eran otros que
formar parte de mi familia.
¿De
verdad seguía creyendo eso? Ahora tenía sus dudas. En realidad, tenía demasiadas
dudas en lo que a Sungmin concernía. Incluso admitía que había encontrado la
inocencia de Sungmin demasiado sugerente
y que quizá se había pasado un poco. Si otro virgen hubiera aparecido en su
habitación, una que no hubiera parecido ni sonado tan sexy, él habría saltado
espantado por la maldita ventana para librarse de una trampa tan obvia. Así que
lo cierto era que no había querido resistirse a Sungmin.
Sukchun
interrumpió sus pensamientos.
—Ese
joven nunca me pareció un mercenario —observó.
Kyuhyun
contuvo la risa mientras se levantaba para irse.
—Es
una falacia por nuestra parte pensar que todas las parejas tienen la cabeza de
chorlito y necesitan que les guiemos. Sabes que eso es lo que ellas quieren que
creamos.
—No
todas son tan inteligentes como ese joven.
—Por
supuesto que no, igual que no todos los hombres son iguales. Pero te
sorprendería saber cuántas son más listas de lo que parece.
Kyuhyun
se dirigió a la puerta.
—Aunque
me sorprenda decirlo, creo que será perfecto para ti —comentó Sukchun detrás de
él.
Kyuhyun
se detuvo y se dio media vuelta, furioso.
—Ni se
te ocurra intentar reclutarlo de nuevo.
—Oh,
ni en sueños. Lamenté mucho que no quisiera trabajar para mí. Puede que no todos
los jovencitos tengan la cabeza de chorlito, como tú dices, pero es muy raro
encontrar a uno con la inteligencia suficiente para improvisar cuando hace
falta. Sólo te recordaba que en una ocasión lo habías considerado un reto,
incluso me lo recalcaste. Creo que te resultaría aburrido cualquier otro esposo
que no representara esa clase de reto. Al menos él siempre te mantendrá en
ascuas.
Eso ni
siquiera merecía una respuesta. Sungmin era un reto, sin duda. El joven no había sido
otra cosa más que un reto. ¡Pero que lo condenasen si iba a dejar que lo mantuviera
en ascuas!
Kyuhyun será un estúpido hasta el final de los días
ResponderEliminarHace cosas desconcertantes para Min y luego sus idioteces😒
Pero bueno,al menos la espinita ya la tiene más clavada...aunque también siga creyendo que Min miente.
Y ademas ya piensa en mantenerlo sino es verdad....ay Kyu,lo vas a tener todo,a Min,a un bebé,un matrimonio que tu exijiste,a tu familia feliz...qué más puedes pedir idiota😂😂😂😂😂😂