Kangin
nos condujo fuera del corazón de la ciudad, luego nos llevó a una zona de
almacenes y complejos industriales que no parecían tener ningún tipo de lugar
para una cita. Estacionó enfrente de un edificio corrugado que estuve
sorprendido de ver estaba todo iluminado y tenía varios autos estacionados al
frente. Abrí la boca para preguntar dónde demonios estábamos y qué estaba
sucediendo, pero él salió del auto y vino a abrirme la puerta ante de que
pudiera. Ese simple acto de caballerosidad fue casi suficiente para hacerlo
parecer como el viejo y normal Kangin otra vez, pero cuando envolvió un brazo
alrededor de mis hombros y me acercó a su pecho mientras dejaba caer un duro y
posesivo beso en mi boca, hubo algo en ello que no había habido ahí antes.
Sentí como si estuviera probándome.
—¿Qué
es este lugar? —Cerró mi mano dentro de la suya y me guio a una puerta que
estaba en torno al costado del edificio y muy fuera de la vista de cualquier
transeúnte.
La
abrió y me guío hacia un espacio de un almacén gigantesco que estaba lleno de
luz, música y gente. Era como un carnaval atrapado dentro de las paredes de
metal del almacén. Me di la vuelta para mirarlo con los ojos agrandados
mientras él solo se me quedaba mirando y preguntaba:
—¿Te
sorprendería si te dijera que provengo de una larga línea de destiladores
ilegales y contrabandistas? El papá de mi mamá corría aun en lo alto de la zona
rural cuando era pequeña y quedo encerrada en ello antes de que me tuviera.
—Kangin,
en serio, ¿qué es este lugar?
Él
encontró una mesa al lado más alejado de la planta que estaba envuelta en
grueso terciopelo de color rojo de mal gusto y que enfrentaba un escenario que
por el momento estaba oscuro y ligeramente ominoso. Sacó una silla para mí y
esperó mientras decidía si iba a sentarme o salir corriendo hacia la puerta.
—Es un
emergente bar clandestino. El tipo que los administra es de fuera del oeste y
solo viene una vez al año. Pensé que sería divertido.
Crucé
los brazos sobre mi pecho y lo miré fijamente.
—¿Algo
de esto es legal? —Sabía que algo estaba pasando con él. Se sentía más en el
borde está noche, más intenso de lo que había sido desde que comencé a
perseguirlo. Me estaba probando y estaba a punto de fallar, porque por más que
lo quisiera, no iba a corromper mi propia moral para estar con él.
Una
mujer joven vestida como una cigarrera antigua se detuvo y nos sonrió. Era
adorable y me sentí como si hubiera caído en el set de una antigua película de
gánsteres.
—¿Puedo
traerles algo de beber?
Kangin
abrió la boca para responder por nosotros pero lo interrumpí con un seco;
—No lo
sé, ¿tienen una licencia para vender licor? —Juro que si tuviera mi placa la
hubiera sacado y agitado en su cara. Estaba furioso de que Kangin pensara que
podía traerme a un club ilegal y que simplemente lo seguiría a ciegas.
Continuó
sonriéndome como si no estuviese siendo grosero en lo absoluto y asintió con la
cabeza.
—Por
supuesto que sí. Tenemos estos eventos por todo el país, y conseguir que nos
cierren significaría que la mayoría de nosotros no recibiríamos sueldo.
Sentí
un caliente sonrojo cubrir mi rostro mientras Kangin ordenaba un par de old
fashioned, y tomaba el asiento que había sacado para mí. Sus ojos me quemaban,
calientes y brillantes, y todo lo que pude hacer fue mirarlo fijamente.
—Lo
hiciste otra vez. —Mi voz era tranquila y con el ruido de todos llenando el
gran y cavernoso espacio, estuve sorprendido de que pudiera descifrar mis
palabras—. Me pusiste una trampa de nuevo, Kangin. Querías que pensara que esto
era todo ilegal, querías que pensara que estabas intentando conseguir hacer
algo malo, y querías que me enojara justo como sabías que haría. ¿Por qué? ¿Por
qué sigues jugando estos juegos conmigo?
Y él
había arruinado toda la emoción y alegría que había estado albergando sobre
nosotros saliendo en una cita real.
—No es
un juego, Leeteuk. —Su acento era todos los tonos de miel—. Tú saltaste a
conclusiones y eran las equivocadas.
Quería,
literalmente, dar zapatazos con mis pies por la frustración.
—Porque
te pregunté cientos de veces y no dirías nada. Querías que saltara a la
conclusión equivocada. Me guiaste ahí.
Suspiró
y me llevó hasta él. Me tomó por la cintura y forzosamente me arrastró hacia él
hasta que estuve parado entre sus piernas abiertas. Mantuve los brazos cruzados
a pesar de que mis dedos ansiaban enhebrarse a través de las ondas de cabello
rubio que estaban tan cerca. Me miró, y por primera vez había arrepentimiento
en sus ojos que no parecía como si estuviera matándolo.
—Pensé
que sería divertido. Un poco fuera de lo común, y algo que se adapta a tu
peculiar sentido del humor. No era mi intención convertirlo en una especie de
desafío. No quise que pensaras que estaba tendiéndote una trampa. He tenido
unos cuantos días libres esta semana y creo que solo estaba intentando ver si
ibas a asumir automáticamente lo peor en mis motivaciones. —Sus palabras no
pronunciadas al final de la oración estuvieron ahí. Había hecho exactamente lo
que él había esperado que hiciera, pero me negaba a tomar toda la culpa.
—Te
dije que si estabas ahí, me gustaría estar ahí también. No estaba mintiendo,
pero no voy a comprometer mi propio sentido de lo correcto y lo incorrecto por
ti Kangin. Si hubieras explicado qué era todo esto, habría estado muy emocionado.
Habría estado más emocionado de lo que ya estaba por pasar una noche contigo;
querías que fallara la prueba. —Dios, él era siempre tan condenadamente
resbaladizo y complicado. Nunca iba a conseguir que confiara en mí lo suficiente
para mantenerlo.
Se
inclinó hacia adelante y tuve que mover mis brazos cuando su frente aterrizó
para apoyarse contra mi cintura. Abandoné la lucha y enrosqué mis dedos a
través de su cabello.
—Tienes
toda la razón. —Me gustaría que esas palabras me emocionaran; en cambio me
ponían realmente triste.
Suspiré
y miré hacia arriba cuando una alegre camarera se balanceaba con nuestros
cocteles. Me dio una mirada descarada cuando notó que Kangin estaba acurrucado
contra mí y quise decirle que era difícilmente tan romántico o dulce como se
veía.
—Tomen
asiento, el show está a punto de comenzar. —Se fue a paso tranquilo y Kangin
levantó la cabeza mientras sus manos se cerraban casi desesperadamente
alrededor de mí cintura.
—¿Me
creerás si te digo que lo lamento?
No
podía responder eso porque no lo sabía, y él se lamentaba demasiado por tantas
cosas, que no estaba seguro que pudiera manejar ser una más de ellas. Así que
en cambio me quedé en silencio mientras me jalaba hacia él y me acomodaba en el
asiento de al lado. Agarré la bebida y en vez de beberla, saborear la calidad
de los ingredientes y la artesanía tradicional que venía con los cocteles de
los viejos tiempos, la tomé de golpe, jadeando cuando el borbón quemó.
—¿Qué
tipo de show? —gorgoteé las palabras mientras Kangin se inclinaba para
depositar un beso en mi hombro desnudo. La tensión se había ido, pero ahora el
aire entre nosotros estaba lleno de algo más pesado y denso.
—Burlesque.
Y sí, tienen una licencia de cabaret. —Empujó un trago hacia mí y lo tomé con
gratitud. Estaba de regreso a no estar seguro si quería herirlo físicamente
debido a lo rápido que jugaba con mis emociones, o si quería arrastrarlo a la
superficie plana más cercana y subir sobre él porque quería mostrarle que sin
importar lo que hiciera, lo deseaba—. De hecho Key conoce a una de las
bailarinas. Él fue el que me dijo que venían a la ciudad.
Key
había llevado una vida interesante antes de venir a Seúl, y no podía decir que
me sorprendiera que conociera a alguien que era una bailarina de burlesque.
—Nunca
antes he visto un show de burlesque. —Las luces en el almacén bajaron, y el
suave resplandor del escenario parecía ser la única luz.
La
mano de Kangin se deslizó por la parte de atrás de mi cuello. Estaba tan oscuro
que solo podía sentirlo, no verlo, y eso era erótico y estimulante como el
infierno. Me hizo contener el aliento cuando susurró en mi oído:
—Lo
siento mucho.
Observé
mientras una rubia de piernas largas, obviamente intentando canalizar a Ingrid
Bergman en Casablanca se deslizaba hacia el escenario.
—Sé
que lo sientes. Solo desearía que no tuvieras que hacerlo. —Y eso más o menos
resumía cómo me sentía acerca de todas las cosas que lamentaba en su vida. Me
alegré de que estuviera tan oscuro porque de repente sentí humedad, calor y
presión en mis ojos. Era una cita que nunca olvidaría y no quería decir eso en
ningún tipo de buen sentido.
Si
simplemente hubiera estado enojado conmigo, molesto de que a propósito le
facilitara pensar que estábamos haciendo algo malo, haciendo algo ilegal,
podría seguir besando su cuello y acariciando su brazo y sabía que me
perdonaría y lo dejaría pasar. Pero estaba herido, decepcionado de que hubiera
arruinado nuestra noche juntos, y que lo hubiera hecho a propósito.
Desearía
poder decir que no había sabido lo que sucedería cuando lo llevara sin
explicación, en medio de la nada, a un lugar que parecía como si debiera estar
en una película o libro de historietas, pero lo había sabido.
Estaba
sentado rígidamente a mi lado, con los brazos cruzados sobre su pecho mientras
se sostenía a si mismo tieso como un palo para evitar apoyarse en el brazo que
había puesto a través de la parte posterior de su silla.
Sus
ojos estaban fijos en el escenario mientras chica media desnuda tras chica
medio desnuda se contoneaban y sacudían sus cosas. Si no hubiera sido tan
imbécil probablemente él habría disfrutado. Como era, su bonita boca estaba en
una línea apretada y plana y había un delicado aleteo en su mejilla mientras
apretaba sus dientes. Me dejó claro que seguramente deberíamos irnos y que
probablemente debería dejarlo solo, como había sabido desde el primer momento.
Así era como iba a ser cuando finalmente terminara haciendo algo que fuera
imperdonable. Solo que entonces, los corazones estarían involucrados y se
sentiría miles de veces peor.
Moví
los dedos para poder rozar su cabello. En la casi oscuridad del almacén se veía
más oscuro, sin ninguno de los bonitos tonos rojos en él, pero todavía se
sentía como la seda. Había dicho que lo sentía y lo decía en serio. Si no
quería perdonarme, nunca lo culparía por ello.
De
repente su cabeza se volvió y sus ojos cafés atraparon los míos. Brillaron en
la luz del ambiente y me odié solo un poco más cuando me di cuenta que la razón
por la que estaban brillando era que la luz captaba la humedad atrapada en sus
profundidades.
Se
suponía que debía estar más allá del punto en mi vida donde hacía que mujeres y
jóvenes hermosos y fuertes lloraran por mi culpa, y las ganas de ponerme de
rodillas y rogarle que me perdonara, para suplicarle que entendiera que lo
intenté, que de verdad lo hice, casi me abrumaron.
De
pronto movió su silla más cerca de la mía así que estábamos situados cadera
contra cadera. Enrosqué mi brazo alrededor de sus hombros mientras él metía su
rostro en la curva de mi cuello.
Sus
labios chocaron justo debajo de mi oreja mientras susurraba suavemente:
—¿Siempre
será así contigo? ¿Nunca saber si esto es real o si es todo un juego porque
eres un bastardo roto?
Mis
dedos se flexionaron contra su hombro desnudo mientras una de sus manos se
aplastaba contra mi estómago, haciendo que los músculos ahí se tensaran ante su
toque.
—No lo
sé. —Podría no ser capaz de darle una respuesta que le gustara, pero podía ser
honesto con él. Nunca quise mentirle, o a nadie, para el caso—. Eres la única
pareja con la que he pasado tiempo sin tener una agenda escondida. La mayor
parte de mi vida todo mi tiempo lo pasé intentando convencer a las personas que
estaba al nivel, que era un buen tipo. Mentí sobre quién era y lo que sería con
cada aliento que tomaba. Contigo, pareciera estar haciendo lo contrario y
tratando de probarte en cada oportunidad que tengo, lo horrible que puedo ser.
Sigo dándote lo peor y tú sigues recibiéndolo.
Él suspiró
en el hueco en el que estaba acurrucado y un temblor corrió por mi columna
cuando su húmeda lengua comenzó a delinear la vena que latía allí mismo.
—¿Por
qué no puedes solo estar aquí conmigo, ahora mismo? ¿Por qué tienes que
intentar y probar cualquier cosa, lo bueno o lo malo que eres? Estoy muy
consciente de cómo funcionaron las cosas en el pasado contigo y estoy muy
consciente de lo que podría suceder si seguimos así, Kangin. Lo que no conozco,
lo que quiero experimentar, es este momento contigo. Este exacto segundo en el
tiempo donde somos solo tú y yo juntos y lo que suceda y pudiera suceder no
existen. ¿Por qué no podemos hacer eso? Solo un poco.
Quería
decirle que no podía hacerlo. Estaba aguantando tan firmemente cada cosa que
había hecho para mantenerme sujeto a una piedra y de ese modo evitar que esos
mismos hechos tortuosos volvieran a suceder. Estaba atrapado para siempre entre
el pasado y el futuro. El presente me desviaba de lo que había estado bien
hasta que él resplandeció en mi vida toda trágica y resistente, llena de un
fuego desafiante. Quería llevarlo a los lugares oscuros y dejar que los
iluminara. Sin embargo, no podía decirle nada de eso.
No iba
a ser una carga que él. En cambio iba a preguntarle si quería salir. Lo podría
llevar a su casa, llevarlo a la cama, y no preocuparme del pasado, del
presente, o del futuro. Nunca llegué a decir las palabras porque Leeteuk tenía
su pequeña mano dentro de la parte superior de mi pantalón y debajo de mi
cinturón muy parecido a como había estado la primera vez que lo besé.
Me
quedé sin aliento, lo que le dio más espacio para maniobrar, e inclinó la
cabeza hacia atrás para mirarme con persistente tristeza y picardía en sus ojos
marrón oscuro.
—Hay
cosas maravillosas sucediendo aquí en este momento con nosotros, Kangin. Sería
un verdadero problema que te perdieras algunas de ellas porque no puedes dejar
ir el pasado y porque estás demasiado ocupado saboteando el futuro.
A
diferencia de la última vez que tuvo sus manos en mis pantalones, no hacía frío
y no estábamos solos afuera. No, esta vez estábamos rodeados por personas, a
pesar de que estaba oscuro y el terciopelo que cubría la mesa obscurecía lo que
estaba haciendo.
Si
alguien se molestaba en detenerse y echar un vistazo de cerca, no habría
ninguna duda del delicado deslizamiento de arriba hacia debajo de su mano bajo
la tela de mis pantalones o la forma en que mi aliento se precipitaba a entrar
y salir, haciendo que mi pecho se levantara y cayera rápidamente.
—¿Leeteuk?
—Era mitad pregunta, mitad suplica. Su palma rebotaba sobre la punta de mi
polla e iba de como si estuviera interesada a dura como roca con el barrido de
sus dedos. Sentí que mis bolas se tensaban y me moví en el asiento mientras él
continuaba las pequeñas suaves caricias de mariposa y suavemente rozaba sus
labios por el lado de mi cuello.
—Algunos
juegos pueden ser divertidos, Kangin, pero cuando una persona tiene que perder
antes de siquiera empezar a jugar, no tiene sentido.
Sus
dedos se cerraron alrededor de mi eje engrosándose mientras yo me quedaba como
una piedra cuando la camarera con los cocteles apareció de repente junto a la
mesa. Tragué saliva y esperé completamente que Leeteuk detuviera lo que estaba
haciendo, pero no lo hizo, y no se molestó en levantar la mirada mientras yo
decía estranguladamente que estábamos bien y que necesitábamos la cuenta.
Cuando
se fue enrosqué mis dedos en la parte de atrás de la cabeza de Leeteuk hasta
que se enredaron irremediablemente en su cabello, y levanté su cabeza de mi
hombro lo suficiente para poder besarlo. Su mano bajó incluso más abajo en mis
pantalones y gruñí contra su lengua.
—Tienes
que parar —dije las palabras con voz áspera porque en realidad no quería
decirlas. Estábamos en un lugar público, y mientras ella podría tener un lado
salvaje, dudaba que me dejara lanzarlo sobre la mesa de coctel y follarlo como
todo dentro de mí estaba gritando hacer.
Clavó
los dientes en mi labio inferior lo suficientemente fuerte, y cuando, sumado a
eso, con su suave mano apretó la base de mi polla, estaba listo para correrme
en el lugar.
—Tú
también tienes que parar.
Su
mensaje era claro. Estaba para los juegos siempre y cuando fueran divertidos y
sexys, pero no iba a ser un peón, y si quería disfrutar mientras lo tenía,
sería mejor que arreglara mi mierda realmente rápido.
Retiró
su mano, patinando bajo el dobladillo de mi camisa y dejando que sus dedos pasaran
sobre las crestas de mis abdominales. La raspadura de sus uñas por mi piel me
tenía listo para explotar como un cohete, así que lancé suficiente dinero sobre
la mesa para cubrir nuestra cuenta y probablemente la de la mesa de al lado y lo
arrastré fuera del almacén como si estuviera en llamas.
Él se
rio y eso hizo algo al interior de mi pecho. Había puesto lágrimas en sus ojos
primero, pero de alguna manera era lo suficientemente increíble para entender
las cosas que hacía mejor que yo mismo, y ahora se estaba riendo del desastre
de todo. Era como el sol saliendo entre las nubes en un día tormentoso. Era
todo lo brillante que la oscuridad intentaba tragarse y quería estar dentro de él
tan desesperadamente que no podía ver bien.
Lo
empujé contra el costado del maltrecho auto y cerré mi boca sobre la suya. La
besé con cada pedacito de urgencia que tenía. Lo gracioso era que, tenía que
dejar de lado algunas de las otras cosas que siempre estaba aguantando con el
fin de expresarle el mensaje, y con la presión de su boca contra la mía, el
roce de su lengua por la mía, no podía explicarlo, pero de repente me sentía
más ligero.
—Quiero
llevarte a tu casa y llevarte a la cama. —Sonaba ronco. No había suavidad en mi
acento típicamente practicado. Sonaba impaciente y necesitado, dos cosas que no
creo hubiera sido antes de esta chica.
—Quiero
eso también. —Sus manos estaban de vuelta bajo mi camisa y corriendo arriba y
abajo de mi caja torácica. Inclinó la cabeza hacia atrás así que nos estábamos
mirando y algo de la embriagadora pasión zumbando entre nosotros se fue al
camino de algo más serio.
—Antes
de ir a casa contigo, Kangin, tienes que hacer algo por mí.
Odiaba
los ultimátum, pero por él, en este momento, no había mucho que no estuviera de
acuerdo en hacer.
—Haré
lo mejor que pueda. Eso es todo lo que puedo hacer, Pelirrojo.
Leeteuk
suspiró y se inclinó hacia adelante para que su mejilla estuviera apoyada donde
mi corazón tronaba en mi pecho. Fue tan dulce, tan conmovedor, y tan diferente
a cualquier cosa que alguna vez me había sucedido en la vida que casi lo empujo
porque simplemente no sabía qué hacer con ello.
—Me
gustas Kangin. Me gustas más de lo que creo es prudente para cualquiera de
nosotros, pero no puedo seguir con esto. No puedo seguir esquivando todo lo que
sigues tirando en el camino de hacer esto juntos si no puedes decirme una cosa,
una simple cosa, que te gusta sobre ti también. Entiendo que hiciste cosas
malas y eras un mal hombre, pero parte de superar el pasado es darte cuenta que
ya no estás ahí. Si no puedes hacer eso, yo no puedo hacer esto.
Se
echó hacia atrás y pude ver la determinación y la seriedad estampada sobre todo
su llamativamente perfecto rostro. El guante había sido arrojado y me estaba
haciendo decidir qué hacer con ello. Enterré mis dedos en sus caderas e intente
sonreírle alrededor de las bandas apretándose en mi pecho.
—Me
gusta que te guste más de lo que es prudente. ¿Eso cuenta? —él no se movió, no
parpadeó, no hizo nada más que mirarme fijamente hasta que suspiré y dejé caer
la cabeza hacia atrás en mi cuello, de modo que estaba mirando hacia el cielo
nocturno—. ¿Una cosa?
—Solo
una. —Su voz era tranquila y sonaba triste, pero no por sí mismo, y no lo
culpaba. Lo que me había pedido hacer no debería ser una tarea tan difícil de
completar, pero para mí se sentía casi imposible.
Estuve
en silencio por un minuto. Tenía que pensar. Gustarme o no gustarme no era algo
en lo que había pasado mucho tiempo pensando, sabía lo qué había hecho, dónde
había estado, y sabía que nunca regresaría ahí. Eso era en lo que tendía a
enfocarme, no en lo que estaba haciendo ahora que tenía a mi hermano de regreso
en mi vida y de otro montón de gente invirtiendo en mí.
Lo
atraje de vuelta a mi pecho y froté mi barbilla en la coronilla de su cabeza.
Algo dentro de mí no dudó en envolver sus brazos de nuevo alrededor de mi
cintura para sostenerme de regreso.
—Me
gusta que a pesar de que Zhoumi y yo no estamos de acuerdo en todo, e incluso
cuando está realmente enfadado, siempre lo he amado. Incluso cuando no sabía
cómo amar, cuando todo lo que estaba haciendo era buscar al número uno, todavía
lo amaba, me gusta que sepa cómo hacerlo en este momento. Me gusta que no haya
desperdiciado la segunda oportunidad que me dieron para ser su hermano mayor y
no haberlo arruinado… al menos no todavía.
Hizo
un sonido de lloriqueo donde estaba enterrado en el centro de mi pecho y sentí
sus dedos enroscarse en la base de mi columna justo encima de mi trasero.
—¿Le
has dicho eso alguna vez?
Parpadeé
un poco cuando se echó hacia atrás y pasé una mano sobre su cabello.
—No.
Pero me he disculpado con él más veces de las que puedo contar.
Sus
largas pestañas bajaron sobre su mirada mientras salía de mi abrazo.
—Cuando
venga a la ciudad la próxima semana, díselo, Kangin. Disculparte por lo que
sucedió o podría haber sucedido es la perdida de una oportunidad para decirle
que te gusta quien eres para él ahora. Ese es el momento en que necesitas
enfocarte con él.
Nos
miramos uno al otro durante un largo e intenso momento hasta que él se acercó y
puso una mano en cada una de mis mejillas y me tiró hacia abajo para plantarme
un beso.
—Ahora
llévame a casa y llévame a la cama.
Gracias
joder. Eso era algo que podía hacer sin toda la introspección y difíciles
pensamientos saliendo del alma.
Le
devolví el beso y le puse a toda prisa en el Nova para que pudiéramos correr de
regreso a su apartamento.
Que buen hermano mayor se está convirtiendo kangin en este momento
ResponderEliminarAl menos Teuk sabe en lo que se metio al querer estar con Kangin y...sabía que algo así pasaría.
ResponderEliminarNo puedo culpar a Kangin,joderla demasiadas veces nos hace creer que lo haremos siempre aunque sepamos que hay una posibilidad de que no...pero siempre está la duda.
Pero para eso tiene a Teuk,ese lo meterá en cintura para que se deje de cosas.