Sungmin
bajó las escaleras para tratar de
explicarle a Donghae su presencia en la residencia de los Cho sin revelar todos
los detalles.
—Me he
casado. Por eso he dejado mi puesto en palacio.
—Santo
Dios, ¿te has casado? —dijo Donghae con voz ahogada. Luego gimió—. ¡Ahora sí
que voy a llorar de verdad
No
parecía que Donghae fuera a hacerlo en serio pues esbozaba una amplia sonrisa
cuando felicitó a Sungmin con un fuerte
abrazo.
—Por
fin alguien podrá contarme todos los misterios que entraña el matrimonio
—dijo—, ya que mi padre se avergüenza demasiado para decirme nada.
—¿De
verdad no los conoces?
—Estaba
bromeando, por supuesto. Después de todo tengo cinco tías y todas ellas se han
ido turnando para explicarme todos esos hechos tan delicados para mí. Pero ya
sabes cómo son los mayores. Te cuentan las cosas pero realmente no te dicen
nada, sólo aluden a esto y aquello.
—Así
que tú en realidad no...
Sungmin
no podía imaginar por qué. Donghae poseía la extraordinaria belleza que
caracterizaba a todos los Choi. Sin duda, debía haber sido el debutante más
hermoso a la caza de marido desde que se había presentado en sociedad. Bueno,
pensándolo bien, Heechul también se había presentado en sociedad hacía dos
años, y nadie, ni siquiera Donghae, podía compararse a su belleza. Pero aun así
ya habían pasado dos temporadas y Donghae debería estar casado.
—¿Es
por el título de tu padre? Después de todo es duque y eso podría asustar a
cualquiera...
—No,
no, he recibido muchas proposiciones. El problema es sólo mío. Al parecer soy
incapaz de tomar una decisión, porque no lo siento aquí. —Donghae se señaló el
corazón—. ¿Tú lo sentiste aquí? Por supuesto que lo hiciste. ¿Por qué si no
ibas a casarte?
Sungmin
comenzó a explicarle que había numerosas razones para casarse además del amor,
pero no era él quien debía mencionar su razón particular cuando Donghae era
todavía inocente. Si la familia del joven decidía contárselo, que lo hiciera,
pero mientras tanto, ¿hacía falta que Donghae supiera que ni Sungmin ni Kyuhyun
habían querido casarse? No creía que fuera realmente necesario si Donghae sólo
había ido allí de visita. De cualquier modo, Donghae ya había respondido a su
propia pregunta y Sungmin no intentó corregirlo.
—Entonces
dime, ¿quién es el afortunado?
Le
había hecho la pregunta con tal curiosidad que Sungmin supo que Donghae no
había tenido en cuenta a ninguno de sus tres primos. Por supuesto el menor de
ellos, Jaehyun, era demasiado joven. Sungmin no había conocido a Minho, el
hermano mediano, pero si se parecía un poco a Kyuhyun, Donghae lo habría
considerado otro soltero empedernido y lo habría descartado junto con su
hermano mayor.
—Soy
yo —respondió Kyuhyun atravesando el vestíbulo. Se detuvo al lado de Sungmin y le rodeó los hombros con un brazo. Sungmin se
puso rígido, pero no lo apartó porque Donghae los miraba con atención.
—¿Tú?
—Donghae miró parpadeando a su primo y luego a Sungmin antes de lanzar un
gritito de felicidad—. ¡Oh, es maravilloso! ¡Por fin podremos convertirnos en los
mejores amigos Sungmin! No puedo creer que me haya perdido toda esta
excitación. ¿Cómo ha pasado cuando ni siquiera ha empezado la temporada? ¿Os
conocisteis en casa o aquí en Londres? ¿Cuándo ocurrió todo...? Esperad un
momento, ¿por qué no me habéis invitado a la boda?
—Estábamos
demasiado impacientes para esperar a tener una boda normal—dijo Kyuhyun.
—Os
habéis fugado a Escocia para no tener que esperar a publicar las
amonestaciones, ¿no? —adivinó Donghae—. ¡Qué romántico!
Kyuhyun
le plantó a Sungmin un beso en la oreja y mientras lo hacía le susurró al oído:
—No
necesita saber la verdad.
¿De
verdad estaban de acuerdo en algo?, pensó Sungmin con inusitado asombro. ¡Qué
sorpresa! Al volver la cabeza para decírselo, sus labios se encontraron
directamente con los de él.
Sungmin
sabía muy bien que aquel beso era sólo
por Donghae. Y ésa fue la razón por la que no se apartó de inmediato. Al menos
eso fue lo que se aseguró a sí mismo antes de perder el sentido de tal manera
que se olvidó de que no debía disfrutar de aquel beso.
¿No
deberían saber los canallas lo mal que se comportaban? Sí, deberían. Sería una
buena advertencia para los jovencitos. Pero su canalla particular no lo hacía.
Tenía un sabor maravilloso.
La
excitación lo había vencido cada vez que lo había saboreado e incluso ahora,
cuando su promesa de «no seré un marido fiel» todavía estaba fresca en la
memoria del joven, no pudo impedir que un burbujeante vértigo se apoderara de él
por aquel beso, por la manera en que la mano de Kyuhyun le acariciaba la
espalda de arriba abajo.
No fue
Donghae el que rompió el embeleso de Sungmin. Él se balanceaba sobre los
talones y sonreía ampliamente imaginando que estaban tan enamorados que no
podían reprimir sus sentimientos. O eso era lo que Sungmin pensaba que su amigo se figuraba al mirarlo de
reojo antes de que el plato que Sungmin sostenía en la mano se le escurriera de los
dedos y se estrellara contra el suelo de mármol. Kyuhyun y él se separaron al
instante.
Donghae
soltó una risita tonta cuando Sungmin miró consternado el desorden que había
provocado.
—No te
preocupes —le dijo Donghae, arrastrándolo hacia la salita—. Una de las criadas
lo limpiará. Quiero saberlo todo de este maravilloso romance que hace que os
comportéis como dos tortolitos.
—Un
tema interesante —dijo Siwon que estaba sentado en uno de los sofás.
Su
hermano lo miró fijamente.
—Me
preguntaba por qué no habías vuelto aún a tu casa, pero no esperaba encontrarte
aquí de visita. Al menos le dijiste a tía Ahra que me quedaría aquí por un
tiempo, ¿no?
—Se me
olvidó mencionarlo, querido —dijo Siwon incorporándose en el asiento—. Pero
estoy seguro de que ella ya se lo esperaba porque fue aquí donde te quedaste la
última temporada mientras prolongabas la agonía de todo el mundo al no escoger
marido.
—¡No
hago nada de eso! —estalló Donghae.
—¿No
es lo que estás haciendo ahora? ¡Me alegra oírlo!
El joven
lanzó un resoplido ante el comentario de su hermano.
—¿Dónde
está tu esposo? Creo que ya es hora de que os marchéis.
—Eso
mismo opino yo —dijo Kyuhyun uniéndose a ellos. Siwon se rio entre dientes.
—No te
esfuerces, chico. Tú ya te has incorporado, por así decirlo, a filas, lo que
pone fin a nuestra pequeña trifulca. En lo que respecta a tia y Hee —añadió Siwon
para su hermano—, han ido arriba a buscar a Sungmin para decidir cuál será la
habitación infantil.
Donghae
miró a Sungmin con los ojos muy abiertos.
—¿No
es un poco pronto?
—La
verdad es que... no.
—Válgame
Dios, ¿cuánto tiempo lleváis ocultando que estáis casados?
—No el
suficiente —dijo Kyuhyun poniendo los ojos en blanco.
Sungmin
le dirigió una mirada extraña. Qué fácil hacía que pareciera que habían querido
disfrutar de un tiempo a solas antes de comunicarle a la familia las buenas
noticias. Él hubiera preferido decir la verdad, pero claro era tan
desagradable, bochornosa y... Si seguía por ahí iba a romper a llorar otra vez.
—Han
debido de subir mientras yo iba a la cocina. Iré a buscarlos —dijo con
rapidez—. Disculpadme.
Por
segunda vez en el día salió precipitadamente de la salita. Kyuhyun lo siguió.
—¿Qué
quieres ahora? —le preguntó el joven, deteniéndose cuando lo único que quería
era estar sola.
Como
había una criada limpiando el vestíbulo, él lo cogió del brazo y le hizo pasar
a su estudio para hablar de nuevo en privado.
—No
tenemos por qué decirle a toda la familia que éste es un matrimonio hecho en el
infierno —le dijo en voz baja.
Ya se
lo había mencionado antes con respecto a Donghae, pero no le había dicho que
también hubiera que fingir delante de Heechul y Siwon. Sin embargo, ¿cómo iban
a ocultar que su matrimonio no iba bien cuando no podían estar en la misma
habitación demasiado tiempo sin lanzarse puyas el uno al otro?
—¿Qué
sugieres?
Él
pareció algo frustrado antes de responder:
—Eres
un buen actor. Sugiero que le pongamos al mal tiempo buena cara, por lo menos
frente a mi familia.
Un
insulto y una oferta de paz al mismo tiempo. No, no estaba sugiriendo una
tregua, sólo una actuación. Algo en lo que, según su marido, él era muy hábil. Sungmin
casi se rio.
—¿Por
qué quieres actuar de esta manera ahora cuando tienes intención de disolver
nuestro matrimonio en unos meses?
—Porque
ahora estás en esta casa. Porque ya has anunciado nuestro matrimonio, aunque te
dije que no lo hicieras. Podrías haber venido aquí como un invitado, y lo
sabes. Incluso fui a Shiyuan para... no importa. Pero ahora que todo el mundo
lo sabe, tenemos que poner buena cara.
—No
has contestado a mi pregunta. Nuestras diferencias irreconciliables serán tus
excusas para una anulación. Lo que me estás sugiriendo ahora dificultará las
cosas, ¿es eso lo que quieres?
—Eso
ya es así. Viniste aquí para ponerme en mi lugar y lo has conseguido. Pero si
al final nos separamos será un divorcio y no una anulación. Y en lo que
respecta a por qué, tú mismo lo dijiste, Minie, por el bebé.
Eso no
podía discutírselo. Sungmin no había esperado que él pensara en el bien del
bebé, pero debería haberlo hecho. Después de todo, se había casado con él por
el bien de su hijo.
Sungmin
suspiró. Se obligó a olvidarse de toda
animosidad... por el momento.
—Muy
bien —dijo—. Pero es muy probable que tu madre les diga algo a sus parientes,
si es que no se lo ha dicho ya. Fui muy sincero con ella.
—¿Le
diste tu versión... o la mía?
Sungmin
sintió que se ruborizaba violentamente. ¡¿Qué tipo de tregua era ésa?! ¿De
verdad esperaba Kyuhyun que interpretara el papel de esposo feliz cuando él no
era capaz de guardarse sus insultos para sí mismo?
—Le
expuse hechos, no suposiciones. ¡Y esto no funcionará si continúas provocándome
a propósito todo el tiempo!
Él se
pasó la mano por el pelo.
—Lo
siento, no ha sido mi intención. Haré lo posible por morderme la lengua cuando
estemos en compañía de alguien.
Sungmin
entrecerró los ojos.
—¿Y
cuando estemos solos?
—Esta
charada es para los demás, no para nosotros. Nosotros no tenemos por qué
engañarnos.
—Desde
luego que no, nada más lejos de mi intención pensar que esto es real. Pero si
crees que puedo sonreír y burbujear de felicidad delante de los demás cuando
estoy tan furioso contigo que hasta podría matarte, ¡ será mejor que lo pienses
mejor!
Ahora
fue él quien suspiró.
—Lo
entiendo. Sabes que estoy balanceándome en el delgado filo de la duda, así que
sopórtalo, por favor. Intentaré adaptarme lo mejor que pueda a las
circunstancias. En lo que respecta a mi madre, es poco probable que mencione
cualquier cuestión desagradable. Está tan contenta por cómo han sucedido las
cosas, que luchará con todas sus fuerzas para asegurarse de que nada arruinará
nuestro matrimonio.
—Entonces
pruébame que aceptas el reto. Sonríeme por una vez sin burlarte.
Era
obvio, por su expresión sorprendida, que él no se esperaba aquello. Pero era
una petición razonable. Sungmin no tenía por qué cargar solo con aquella
charada. Kyuhyun tenía que poner de su parte.
Pero
no se esperaba una de esas deslumbrantes sonrisas que él le había dirigido
antes de aquella lejana y fatídica noche en palacio. El joven se quedó sin
aliento. El corazón comenzó a palpitarle con fuerza. Santo Dios, ¿cómo era
posible que él pudiera provocarle eso todavía?
—¡No
necesitas ser tan convincente! —le espetó, y se dio media vuelta para no tener
que mirarle más—. Reserva esas seductoras sonrisas para tu legión de admiradores.
No pienso ser uno de ellos, así que con una sonrisa decente bastará, gracias.
El se
rio de verdad.
—Esa
ha sido una sonrisa normal, Minie. Si no me crees, date la vuelta y te enseñaré
la diferencia.
—¡No!
Seducirme no forma parte del trato.
—Claro
que no. Por ahora, lo del matrimonio feliz es sólo es una farsa y yo ya he
prometido no tocarte, ¿no es cierto?
—Entonces,
de ahora en adelante, mantén también los labios alejados de mí—dijo
dirigiéndose hacia la puerta—. No más besos accidentales.
Lo oyó
reírse de nuevo antes de cerrar la puerta. Santo Dios, ¿qué era lo que había
hecho? ¡Eso no funcionaría nunca!
—¡Pero
si sólo será un baile! ¿Acaso asististe a tantos en palacio que ya te has
cansado de ellos? —preguntó Donghae.
Mientras
se sentaba con Donghae en la mesa del comedor, Sungmin recordó lo obstinado que
podía ser Donghae una vez que se le metía una idea en la cabeza. Cuando eran
niños, Donghae ignoraba todas las respuestas a no ser que fuera la que andaba
buscando.
Al
parecer, nada había cambiado en todos esos años. Con veinte años, Donghae
todavía no había aprendido a rendirse con elegancia cuando no conseguía lo que
quería. Sungmin, sin embargo, no era tan fácil de manipular como antes y había
desarrollado su propia tenacidad.
Así
que se limitó a repetir lo que le había dicho antes:
—¡No
está bien! —luego añadió—. Soy más joven que tú, no puedo ser tu acompañante.
—Tonterías,
lo que pasa es que todavía no estás acostumbrado a estar casado. Pero cualquier
persona casada es una acompañante perfectamente aceptable para mí. Y prefiero
ir contigo que con Minho al que no he podido pedírselo porque ni siquiera se ha
pasado por casa, y Jaehyun es demasiado joven. Y Rué causa demasiada sensación
entre las damas, con lo cual muchos de los caballeros presentes se cogen tal
enfado que dejan de bailar. Al menos es lo que suele ocurrir.
Sungmin
contuvo una amplia sonrisa. Aunque
sospechaba que Donghae exageraba sólo para convencerlo, sabía que Kyuhyun podía
causar gran sensación, pero no todo el mundo dejaba de bailar por ello.
—Te
trasladaste a esta casa porque aquí tienes muchos acompañantes, incluyendo a tu
tía. ¿Es que de repente son todos inaceptables? —le recordó a Donghae, pues se
había estado informando al respecto.
Donghae
suspiró y dejó caer la cabeza encima de la mesa. Por fortuna, ya había apartado
a un lado el plato de postre. Sólo quedaban ellos dos en el comedor.
Ahra
se había llevado a Jaehyun para hacer el repaso semanal de sus estudios. A los
dieciséis años era todavía algo tímido, pero muy educado. Kyuhyun también había
desaparecido en cuanto terminó de cenar, alegando que tenía una cita. ¿Por la
noche? Sungmin no tenía ninguna duda de que él se había citado con el joven que
encabezaba ahora su lista de seducciones. Pero no dejaría que eso le molestara.
De verdad que no.
—Tienes
razón —admitió Donghae todavía con la frente apoyada en el mantel—. Aunque
prefiero a Minho , y a él no le importa acompañarme, es muy probable que aún no
sepa que estoy en la ciudad. Sin embargo, tía Ahra olvidó cómo comportarse en
sociedad mientras educaba a sus hijos. Jamás los dejaba solos, ¿sabes? Aunque
es una buena acompañante, se pasaría toda la noche quejándose, y créeme, no te
imaginas lo pronto que dejan de acercarse los caballeros cuando ven su
semblante ceñudo.
—Si se
les pueden intimidar con tanta facilidad, es que no te merecen.
Donghae
levantó la cabeza de golpe.
—¡Jamás
lo había pensado así! Pero es verdad. Y si mal no recuerdo, algunos de los
caballeros de los que tía Ahra ahuyentó, no me parecían muy convenientes. Pero
incluso así, tienes que tratar de entenderme. ¡Prefiero ir contigo! Será
divertido. Y tú pareces muy sensato ahora. Quizá puedas ayudarme a elegir un
buen marido. Di que sí, ¡por favor!
Sungmin
esbozó una sonrisa. Sería una tonta si
aceptara sólo porque su amigo se lo pedía «por favor», pero se le habían
acabado las excusas.
—¿Dices
que es mañana por la noche?
—Sí.
¡Y no te atrevas a decirme que no tienes nada que ponerte cuando acabas de
salir de palacio!
—Tranquilo,
Donghae —se rio Sungmin entre dientes—.
Iré contigo. Incluso tengo varios trajes de baile que aún no he estrenado. Mi
madre y yo preparamos un buen guardarropa porque habíamos imaginado que habría
un montón de fiestas en el palacio, pero no tuvimos en cuenta que la reina
estaba a punto de dar a luz cuando llegué a palacio. Las últimas semanas allí
fueron muy tranquilas.
Sungmin
comenzó a sentir el gusanillo de la
excitación. Un baile de verdad, no uno lleno de oficiales de la corte, casi
todos de edad avanzada. Este sería un baile al que los caballeros jóvenes
asistirían para buscar una pareja. ¡Un baile interminable sin acompañante para él!
La fantasía se interrumpió en ese momento. Casi se rio de sí mismo, pero habría
sido una risa amarga.
Iría
al baile, pero no podría divertirse. Era un joven casado. No habría inofensivos
flirteos para él, ni expectación por ver si lo sacaba a bailar el soltero más
cotizado. Incluso tendría que rechazar las invitaciones que le hicieran. No
sería correcto, al menos no lo sería sin su marido allí para darle permiso.
Casi
cambió de idea en ese mismo instante, pero Donghae ya había comenzado a soltar
una de sus interminables retahílas con respecto al baile del día siguiente, y
parecía tan feliz que Sungmin no tuvo
corazón para echarse atrás.
Iría,
y probablemente se pasaría la noche planeando las diversas maneras de asesinar
a un marido que estaría ausente persiguiendo a uno de sus amantes, en vez de
acompañarlo a su primer baile de la temporada y bailar con él, por supuesto,
causando sensación. Claro que saldría a la luz que Kyuhyun ya no era un soltero
cotizado. Y a él no le gustaría nada. De ninguna manera. No había más que ver
el afán con que había intentado mantener en secreto su matrimonio. Pues peor
para él. Pensaba contárselo a todo aquel que se le pusiera por delante, ¡a ver
qué les parecía la noticia a sus amantes!
Sungmin
se miró y remiró la cintura, incapaz de creerse que en su cuerpo hubiera una
diferencia tan evidente. El vestido pantalón que acababa de abrocharse le
estaba ajustado. ¡Siete semanas antes le quedaba como un guante! ¡No podía
notársele el embarazo tan pronto!
Sunny
estaba esperando pacientemente a que se sentara en el tocador que habían
improvisado para su uso temporal hasta que pudieran ir a comprar uno, comenzó a
reírse sin dejar de observarlo.
—No es
lo que piensa, Sungmin. Sólo ha ganado el peso normal en estas circunstancias.
—¡No
es cierto!
—Por
supuesto que sí, y era de esperar cuando su actividad diaria se vio reducida a
la mitad durante su estancia en palacio. No ha montado a caballo con su madre,
no ha subido y bajado las escaleras diez veces al día y las comidas de palacio
eran mucho más sustanciosas que las que tomaba en casa.
—Pero
no he sido capaz de retener nada en el estómago desde que comenzaron las
náuseas.
—Pero
lo ha compensado comiendo más a otras horas, en particular en el almuerzo, ya
que se moría de hambre por no haber logrado retener nada del desayuno.
Sungmin
se sentó en el tocador. Odiaba cuando Sunny demostraba que tenía razón, pero
antes de que pudiera mostrarse irritado, algo que también odiaba, Donghae entró
en la habitación. Como si fueran todavía niños que no necesitaran intimidad, ni
siquiera llamó a la puerta.
Aunque
le costó trabajo, Sungmin logró no
decirle nada al respecto. Aquellos drásticos cambios de humor parecían empeorar
cada vez más. Los odiaba. Pero desde que se había mudado a casa de Kyuhyun no
había disfrutado ni un solo momento de paz. Su mal humor había empeorado la
noche anterior cuando se había sentado ante la ventana de su habitación que
daba a la calle para ver si él regresaba a casa y, finalmente, se había quedado
dormido en la silla antes de que lo hiciera.
Hoy
sólo lo había visto una vez, en el almuerzo, y Kyuhyun había hecho gala de
aquella nueva y maravillosa actitud mientras él apretaba los labios y miraba a
otro lado para no montar una escena. Por supuesto, Donghae había hablado
suficiente por todos, principalmente sobre el baile de esa noche, así que Kyuhyun
ya sabía que su esposo iba a acompañar a su primo y simplemente les había
deseado que lo pasaran bien. Por supuesto, no se ofreció a ir con ellos, algo
que hubiera hecho cualquier marido que se preciara. Sungmin imaginó que eso
habría sido llevar la charada demasiado lejos.
Donghae
ya se había arreglado para el baile y se veía tan exquisito que Sungmin se
sintió absolutamente desaliñado.
—¿Por
qué sigues utilizando esta habitación cuando tienes un dormitorio perfecto con
un vestidor junto a la habitación principal?
Sungmin
no apartó los ojos del espejo. Le había mentido a Donghae cuando lo encontró en
esa habitación el día anterior. Bueno, lo cierto es que no le había mentido,
pero no lo corrigió cuando asumió que Sungmin no pasaba allí la noche, sino que sólo
utilizaba esa estancia para vestirse.
—Creo
que hemos decidido que esa estancia se utilizará como habitación infantil y que
tu tía Ahra se encargará de tenerla lista en menos de un mes, así que por eso
no...
—Entiendo.
¿Estás listo? El cochero nos está esperando.
—Sólo
unos minutos más —respondió Sunny por Sungmin . Donghae asintió con la cabeza y
dijo que lo esperaría abajo. En cuanto Donghae se fue, Sunny miró a Sungmin en el espejo y arqueó una ceja.
—Está
muy eufórico, ¿verdad?
Sungmin
esbozó una amplia sonrisa.
—Y eso
que no lo conociste de niño. Entonces era peor.
—Una
personalidad así puede agotar a cualquiera. No permita que lo agote demasiado
en su estado.
Buen
consejo, aunque Sungmin encontraba la
cháchara de Donghae más divertida que agotadora... al menos cuando no sacaba a
colación temas personales.
Al
reunirse con su amigo abajo, Sungmin esperaba que Kyuhyun se despidiera de ellos.
Aunque bueno, viendo lo desaliñado que estaba, tampoco era necesario que lo
hiciera. El pequeño espejo de su habitación le había dicho que estaba
maravilloso a pesar de la cintura ajustada, pero no podía evitar sentirse
deslucido. Un incontrolable sentimiento más que añadir a los tristes
sentimientos que había estado teniendo últimamente.
Ésa
debería ser una de las épocas más felices de su vida, no una de las más
desgraciadas. Otros jóvenes tenían esposos cariñosos con los que compartir el
milagro del nacimiento de un hijo. Él tenía como esposo a un canalla desleal
que sólo fingía ser cariñoso.
El
paseo en carruaje fue breve porque el primer baile de la temporada de invierno
se ofrecía a sólo unas manzanas de allí. La excitación que Sungmin había sentido
antes había desaparecido por completo y había sido reemplazada por algo
parecido al pánico en cuanto se dio cuenta de que no estaba listo para eso.
Había querido que todo el mundo supiera que se había casado con Kyuhyun. Pero
aún no estaba preparado para que fuera del dominio público. No creía que
tuviera estómago para soportar las felicitaciones de perfectos desconocidos y
lo más probable era que al final se echara a llorar. Sus emociones eran
demasiado intensas y no creía que pudiera fingir ser un «recién casado feliz».
—No me
presentes como el joven marqués de Yeomgwang —le susurró Sungmin a Donghae cuando salieron del carruaje.
—¿Por
qué no?
—Porque
no quiero tener que explicar por qué Kyuhyun no me ha acompañado.
—¡Oh,
qué tontería! Los hombres rara vez acuden a estos bailes a no ser que les
obliguen. Y tú eres...
—Donghae,
por favor, sólo di que soy tu acompañante o simplemente preséntame con mi
nombre de pila. No sé quiénes son estas personas y tampoco quiero que sepan
todavía quién soy.
—Bueno.
Como quieras. Pero creo que estás haciendo el tonto —dijo Donghae en tono
afligido.
Se
acercó al mayordomo y esperó enojada mientras él se quedaba mirando a Sungmin durante casi un minuto esperando que le dijera
su título.
—Es mi
acompañante y no nos haga perder más el tiempo. ¡Anúncieme!
Con el
rostro encendido, el tipo hizo lo que le ordenaba y Donghae enlazó su brazo con
el de Sungmin para demostrarle a todos
que estaban juntos cuando entraron en el enorme salón de baile. Donghae no se
alejó demasiado, y Sungmin no pudo
evitar oír el larguísimo suspiro de su amigo.
—¿Avergonzado
de haber sido tan grosero con ese hombre? —preguntó Sungmin .
—¿Con
quién? Oh, no. Fue un grosero y se lo merecía. Es que he observado que no está
ninguno de mis amigos y muy probablemente no vea a ninguno esta temporada. Todos
están ya casados o preparando su boda y algunos ya tienen niños.
La
mirada triste de Donghae y su tono melancólico expresaba lo disgustado que se
sentía.
Sungmin
puso una mano consoladora en el brazo de su amigo y dijo lo único que se le
ocurrió:
—Te
alegrarás de haber esperado cuando al fin aparezca tu hombre. Imagínate que te
hubieras casado antes de tiempo con el tipo equivocado, y que luego apareciera
el hombre de tus sueños.
Donghae
parpadeó y luego esbozó una sonrisa radiante.
—Sería
horrible, ¿verdad?
—Atroz
—dijo Sungmin sonriendo.
Después
de haber compartido algo tan personal con Donghae, Sungmin se sintió un poco mejor. Supuso que el
sufrimiento era algo que desaparecía con la compañía adecuada y Donghae se
olvidó por completo de su abatimiento en el momento que un grupo de jóvenes
caballeros se acercaron a él pidiendo un baile. Sungmin se sorprendió cuando
algunos de esos caballeros se lo pidieron también a él, y negó con la cabeza.
Bailar quería decir hablar, y había decidido evitar las conversaciones.
Ay Kyuhyun....ay Kyuhyun
ResponderEliminarNo pensè que serias tan estúpido
Estás rompiendo tu propio record,no te había llamado asì en taaaantos capítulos,pero bueno...lo eres.
Pobre Min,estar ahí solo lo ayuda a sentirse que tiene el apoyo de alguien,su mamá,sunny,la madre de Kyu y ahora sus parientes...pero él no está trabquilo ni feli😕
Una prueba de embarazo soluciobario todo...pero no,no había😢
Al menos hay un par de personas felicies.