Sungmin
fue incapaz de almorzar en alta mar a
pesar de estar hambriento. El olor a comida en el camarote había hecho que lo
cubriera un sudor frío y más de una vez había vomitado en el bacín hasta que
los penetrantes aromas desaparecieron. La navegación se hizo más suave al
atardecer y, a la hora de la cena, pudo sentarse en la silla de la diminuta
mesa clavada en el suelo que Kyuhyun le había ofrecido mientras él se sentaba
en el sillón con el plato en la mano.
—Ya
puedes rebañar el plato —le dijo—. Esa comida me ha costado cinco malditas
libras.
Sungmin
casi se atragantó al oírlo, pero continuó comiendo de todas formas pues estaba
muerto de hambre.
—Es un
ladrón —afirmó asintiendo con la cabeza—, pero no tenía ni idea de que
estuvieras tan escaso de dinero que lamentaras la pérdida de cinco libras.
Puedes estar seguro de que te lo reembolsaré.
No
estaba siendo frívolo. Kyuhyun se había quejado tanto del coste del viaje que,
naturalmente, había concluido que andaba escaso de dinero e incluso pensaba que
debería pagarle su parte.
El le
dirigió una mirada dura.
—Esto
no tiene nada que ver con si puedo o no puedo permitirme ese gasto. A nadie le
gusta que le timen, simple y llanamente. Pero esta vez no ha sido el capitán,
sino el cocinero. No le hacía gracia tener que preparar comida blanda por culpa
de tu mal de mar, ya que tenía la comida preparada.
—Lo
siento.
El no
aceptó la disculpa ni con una simple inclinación de cabeza, y Sungmin pensó que quizás había herido sus
sentimientos. Mientras tanto, seguía sin satisfacer su curiosidad de por qué él
le necesitaba para que fingiera ser su esposo, pero no pensaba preguntarle de
nuevo.
La
joven guardó silencio durante el resto de la comida. Luego regresó a la cama,
pero no se acostó, se quedó allí sentado con los ojos fijos en el suelo.
Por su
rostro cruzaron un sinfín de emociones, pero hubo una que, finalmente, impulsó
a Kyuhyun a preguntar en un tono más cordial:
—¿En
qué estás pensando?
Más
bien debería de haberle preguntado en qué no estaba pensando. Aunque tenía que
reconocer que la mayor parte de esos pensamientos tenían que ver con lo que él
había comentado antes de que podía haber vuelto nadando a Londres. Aquello
habría sido desastroso, y eso era probable lo que la expresión de Sungmin había reflejado.
—¿De
verdad me habrías dejado saltar por la borda en mi estado cuando podría haber
dañado al bebé?
El
pareció molesto.
—Vamos
a dejar claro este asunto, Minie. No creo ni una sola palabra sobre ese
disparate de que estás embarazado, pero lo que sí creo es que tenías un motivo
para haber venido a verme hoy. ¿No te gustaría confesar de una vez qué...?
¡Eso
era el colmo! Lo había llamado mentiroso demasiadas veces.
—Lo
que me gustaría es que cerraras la boca, ya me has insultado suficiente por
hoy.
—¿Por
qué siempre atacas cuando te sientes acorralado en una esquina?
—Es la
cama la que está en la esquina, no yo. Y no tengo por qué convencerte de nada
cuando ya te he dicho que no me importa tu opinión. Perdiste la oportunidad de
interesarte por el bebé, no hay nada que puedas hacer para cambiar eso.
Dios,
qué satisfacción sentía al decirle eso y observar aquella inesperada reacción. Kyuhyun
parecía realmente furioso.
—Si
hubieras estado embarazado, no, no te habría permitido saltar por la borda,
pero como ése no es el caso, un poco de agua fría no te habría hecho daño si
realmente estabas tan ansioso por volver a casa como fingías estar.
¿Así
que también pensaba que la preocupación que mostraba por su madre era fingida?
Qué hombre tan despreciable. Merecía que no volviera a dirigirle la palabra
nunca más en la vida. Así que se tumbó en la cama decidido a dejar que pensara
que se había echado a dormir sin dedicarle ni un solo pensamiento más.
Ni
siquiera tuvo que fingir quedarse dormido. Con el estómago lleno, se quedó
dormido al instante. Había sufrido náuseas secas durante todo el día y aquello
lo había agotado más de lo que había supuesto.
Lo
único que Sungmin agradeció antes de que el Maknae atracara a la mañana
siguiente fue que Kyuhyun no hubiera hecho ningún intento de reclamar la cama.
Ni siquiera había mencionado el tema. Sencillamente había pasado la noche en el
sillón.
Kyuhyun
apenas había abandonado el camarote con su maleta de viaje en la mano tras
decirle que habían llegado a Ruán cuando ya buscaba de nuevo el bacín. El barco
había anclado cerca de los muelles, pues al haber llegado a medianoche habían
tenido que esperar a que llegara el capitán de puerto por la mañana para que
les asignara un lugar de atraque.
Sungmin
encontró a Kyuhyun en la cubierta, al lado de la barandilla. Pensó que la
estaba esperando, pero cuando se reunió con él, Kyuhyun no hizo ningún intento
de abandonar el barco. El joven no se molestó en preguntar por qué. Tenían
tierra firme a la vista y se apresuró a bajar del barco sin esperarlo. El lo
siguió al muelle.
—¿Estás
mejor? —le preguntó.
—Mucho
mejor—respondió, encontrando una caja de madera donde sentarse—. Ya me había
acostumbrado a las náuseas, pero este mareo añadido es demasiado.
—Estoy
seguro —dijo él con sequedad.
Sungmin
suspiró. Sencillamente, él no creía que estuviera embarazado. Lo había dejado
muy claro la noche anterior. Había desarrollado una mala opinión de él por
todos aquellos enredos de Boah, así que, por supuesto, había asumido que
también le estaba mintiendo en esa cuestión. El problema era que cuanto más
intentara convencerle, más se empeñaba él en creer que sus elucubraciones eran
correctas.
El
paso del tiempo tampoco serviría de nada, ya que no esperaba volver a verle
después de ese viaje. Quizá Kyuhyun quisiera averiguar algo sobre él dentro de
unos meses, pero sería demasiado tarde. O bien estaría fuera del país en algún
lugar lejano donde sería imposible encontrarlo o bien estaría casado con otro
hombre. Lo que era más probable. Pensar en entregar el bebé, incluso a Kyuhyun,
provocaba ahora un profundo dolor en su interior.
Sungmin
pensó que se pondría a llorar allí
mismo, en el muelle, así que ahuyentó aquellos desoladores pensamientos.
—¿Podemos
irnos ya? —le preguntó a Kyuhyun.
—En
cuanto mi carruaje esté en el muelle.
—¿Ordenaste
que viniera a recogerte aquí?
Como
él no se explayó, Sungmin se dio cuenta con cierta sorpresa de por qué él no
había estado demasiado impaciente por abandonar el barco.
—¿Te
has traído el carruaje contigo?
—Y un
cochero. Pero no lo hice por mí. Prefiero de lejos un caballo, pero me di
cuenta de que un «esposo» no viajaría montado a caballo. Llegar a nuestro
destino con un poco de pompa y elegancia nos abrirá las puertas con rapidez. Y
aquí no hay carruajes de alquiler que cumplan esas condiciones, ni siquiera los
hay en Londres.
Por
supuesto que no los había, y recordó que él no le había explicado todavía por
qué necesitaba un esposo y algo de pompa. Había llegado el momento de enmendar
esa situación.
Pero
antes de que pudiera abordar el tema, él continuó diciendo:
—No te
preocupes. He logrado reunir las suficientes libras y he pagado para que mi
carruaje fuera descargado antes incluso que el cargamento.
Sungmin
se sonrojó. Tenía el presentimiento de que él no iba a olvidar sus
desconsiderados comentarios sobre su escasez de fondos. Pero no iba a
disculparse otra vez. En su lugar se limitó a preguntarle:
—¿De
qué se trata este asunto con tan extraños requisitos? ¿Estás aquí para seducir
a algún joven desafortunado y quieres asegurarte de que no te obliga a contraer
matrimonio con él llevando a tu propio esposo falso?
—No es
mala idea, ahora que lo mencionas. —Se puso una mano en la mejilla como si
estuviera meditando el asunto—. ¿Podríamos dejar a un lado las explicaciones?
—Si lo
haces, seré yo quien te ayude a saltar al agua.
El
apoyó el pie al lado del muslo de Sungmin sobre la caja de madera. Luego se inclinó para
decir:
—Si
has terminado ya con las amenazas vacías y los comentarios sarcásticos, te lo
explicaré. No era mi intención mantenerlo en secreto. He sido designado para
concluir una investigación que lleva varios años abierta. Dado que
probablemente fuiste el primero de tu clase, supongo que estás al tanto de la
expansión del Imperio británico, ¿no?
—Así
es.
—Entonces
sabes que la expansión no hubiera sido posible sin algunas casualidades y
ejército de ocupación. En la India, por ejemplo, ha habido un montón de
insurrecciones de distintas clases instigadas por algunos pequeños gobernantes
desplazados. Pero uno de los ataques fue particularmente notorio porque algunos
de nuestros soldados fueron asesinados con rifles de fabricación británica.
—¿Robados?
—Sí,
pero no del suministro del ejército en la India como podrías pensar. Han sido
necesarios casi dos años para seguir el rastro de esas armas hasta esta parte
del mundo, hasta buques de guerra que todavía no habían zarpado de Inglaterra.
—¿Por
qué tanto tiempo?
—Porque
sólo sustraían un par de cajas cada vez, así que nadie se había dado cuenta.
—Y
nuestros soldados están desplegados en tantos países que los rifles podían
haber procedido de diversos lugares, ¿no? —adivinó.
—Exacto
—dijo él, asintiendo con la cabeza—. Pero el rastro finaliza en Le Mans, o al
menos eso esperamos. Hemos atrapado al ladrón en Inglaterra y hemos conseguido
que nos diga por voluntad propia el nombre del hombre que le había contratado.
—¿Así
que los franceses están tratando de recuperar parte de las tierras que les
arrebatamos en la India, pero sin revelar que son ellos los que promueven los
ataques?
—Muy
inteligente, Minie, pero no. Samuel Park es en teoría el hombre que planeó el
robo, pero necesitamos más pruebas que la palabra de un ladrón. Park tiene
buenas razones personales. Es el segundón de un lord de poca monta, un
aristócrata sin título. Obtuvo la graduación de oficial en el ejército y estuvo
destinado en la India durante la mayor parte de su carrera militar. Fue allí
donde también se ganó su baja deshonrosa por algunos problemas con los cipayos
a su mando.
—¿Te
refieres a los soldados nativos que forman la mayor parte de la infantería?
Kyuhyun
pareció quedarse impresionado y asintió con la cabeza.
—Realmente
has tenido un buen profesor.
—Tutor
—le corrigió—. Mi madre quería que tomara clases en casa. Pero sí, era un
hombre muy viajero y le gustaba compartir lo que había visto y aprendido de
primera mano en sus viajes por el mundo.
—¿Tu
madre te permitió aprender tantas cosas? —le preguntó Kyuhyun con curiosidad.
—Ella
me alentó. Mi padre murió cuando yo era muy joven, así que mi madre me crio
como estimó conveniente.
—Interesante.
Realmente una educación curiosa para un joven. Pero no es la primera viuda que
tira por la borda la posibilidad de empezar de nuevo. Mi madre hizo lo mismo al
quedarse viuda, no con sus hijos, sino consigo misma.
Finalmente,
condujeron al tiro de caballos de Kyuhyun, de uno en uno, fuera del barco así
que él se excusó unos minutos para ir a ayudar. El puerto no era demasiado
grande, así que Sungmin se quedó
impresionado al ver que tenía una grúa, que ya había hecho maniobras al lado
del Maknae para descargar el cargamento. El carruaje de Kyuhyun fue lo primero
que bajaron al muelle.
Antes
de que Kyuhyun regresara junto a Sungmin engancharon los caballos al carruaje. Luego lo
acompañó hasta el vehículo y subió detrás de él. El interior era espacioso con
los asientos tapizados en cuero de color oscuro y el suelo de madera pulido.
Había gruesas cortinas en las ventanillas. Por fuera, no había duda de que era
el carruaje de un aristócrata, no muy llamativo, pero la madera de castaño
teñida hacía destacar el blasón dorado de los Cho y proporcionaba al vehículo
la «pompa y elegancia» de la que Kyuhyun había hablado.
—Prepárate
—dijo Kyuhyun reclinándose en el asiento frente a él—, le he dicho al cochero
que se dé prisa. Y le gusta seguir mis órdenes a rajatabla.
No
había acabado de decirlo cuando dio un bote que la desplazó del asiento. El
sentido de la oportunidad del cochero hizo que los dos se rieran entre dientes
unos momentos. A Sungmin le produjo una
sensación extraña. No debería reírse con él.
Se
puso seria y recordó que Kyuhyun no había terminado con su explicación.
—¿Cuáles
son exactamente los motivos del señor Park?
—Hemos
sabido que fue su antigua unidad la que fue atacada con esos rifles robados, y
más de una vez...
Sungmin
frunció el ceño.
—¿Estás
hablando de asesinato?
—Esa
es una conclusión tan buena como otra. Park guardaba mucho rencor. El escándalo
de su baja deshonrosa lo hizo caer en desgracia y, para evitar males mayores,
tuvo que abandonar Inglaterra e instalarse en Le Mans con su familia. Pero eso
es todo lo que tenemos. Ahora tenemos que encontrar alguna prueba de que
recibía los rifles robados o que los enviaba por barco a la India. Un recibo o
una nota bastarán.
—Supongo
que ha sido tu sastre quien te ha ordenado esta misión.
—¿Quién?
—El
señor Lee.
Kyuhyun
se rio entre dientes.
—Park
no permitiría que un inglés cualquiera llamase a su puerta. Se requería que
fuera un aristócrata, así que sí, fue entonces cuando Sukchun pensó en mí. Y
como ahora tengo tiempo de sobra, acepté.
—¿Vas
a decirle a Park quién eres en realidad?
—Claro
que no. Usaremos nombres falsos... somos los lord Hang.
—¿Cuál
es exactamente tu plan?
—Tengo
que entrar en su casa. Si no tuviese una familia tan numerosa, sólo tendría que
colarme por la noche y el trabajo ya estaría hecho. Pero contando con los
sirvientes, sus numerosos hijos e incluso algunos parientes de su es-posa que
están viviendo con ellos, debe de haber al menos treinta personas bajo su
techo, y no es que sea una casa demasiado grande.
—¿Piensas
llamar a su puerta para entrar? —le dijo Sungmin con tono de burla.
Kyuhyun
sonrió ampliamente.
—Aunque
no lo creas es la mejor opción, pero no sin llevar un esposo conmigo.
—¿Por
qué?
—Porque
aunque Park sea tan corrupto como dicen, un maldito ladrón sospechoso de
asesinato, tiene fama de devoto padre de familia. Incluso se llevó a toda su
familia con él a la India. De hecho, aprecia tanto a su familia que parece
desconfiar de cualquier hombre que no esté casado y que no valore a sus seres
queridos tanto como él.
Sungmin
se rio.
—Nadie
puede ser tan excéntrico.
—Esas
fueron mis propias palabras cuando me dijeron lo que acabo de contarte. Pero al
parecer es cierto. De cualquier manera, el plan consiste en aparecer ante su
puerta como un matrimonio que se encuentra de paso por la ciudad, y que oyó
hablar de cierto caballero inglés que vivía allí. Seremos un matrimonio que
acaba de partir de Inglaterra para un largo viaje y quiere conocerlo. La verdad
es que deberíamos cambiar un poco los planes y decir que estamos de viaje de
novios si consideramos lo joven que eres.
—¿Estás
diciendo que tu plan es así de simple? ¿No tienes que fisgonear un poco entre
sus cosas para encontrar alguna prueba?
—Es
ahí donde entras tú. No vas a ser sólo un esposo decorativo. Tienes que
provocar algún tipo de distracción para que yo pueda registrar las habitaciones
de la casa. Pero ése es uno de tus talentos, ¿no es cierto, cariño?
Sungmin
jamás había conocido a nadie tan sarcástico y ofensivo como Cho Kyuhyun.
Comenzaba a preguntarse si su rudeza era algo natural o si era una estrategia para
evitar que se enamoraran de él.
De
todas formas, ese hombre podría decirle al menos en qué consistía exactamente
su «papel» en esa misión. Ni siquiera le había hecho ninguna sugerencia de cómo
distraer a los Park para que él pudiera registrar la casa en busca de alguna
prueba incriminatoria.
El
único comentario al respecto había sido:
—No es
un viaje corto. Tendremos suerte si llegamos antes de que anochezca, así que
tienes tiempo de sobra para idear un plan.
Sungmin
supuso que podría hacerlo, y ciertamente fue la mejor manera de pasar el tiempo
con el silencioso hombre. Tenía que olvidarse de que Samuel Park era sospechoso
de asesinato y centrarse en las peculiaridades del hombre, en que era un devoto
padre de familia. Con una esposa noble e hijos, seguramente Sungmin podría
encontrar algo en común con todas esas personas.
Aun le
sorprendía que un hombre que amaba tanto a su familia pudiera ser culpable de
traición y de la muerte de sus compatriotas. ¿Tanta devoción por su familia era
la manera que tenía de expiar la culpa que sentía por sus crímenes? ¿No era
posible que las pistas que habían conducido hasta él fueran falsas? Quizá no
fuera un criminal después de todo.
Pero
¿cómo podría distraer a los Park? Desmayarse no era una opción. No iba a
tirarse al suelo a propósito sabiendo que eso podía causar daño al bebé. Dejar
caer algo como un florero podría dar resultado. Podía parecer un esposo torpe.
Si el primer accidente no distraía a Park, al menos no le quitaría la vista de
encima para asegurarse de que no rompía nada de valor con su torpeza.
Satisfecho
porque ya tenía un plan de acción, se reclinó en el asiento y miró el paisaje
por la ventanilla. No tardó en aburrirse, pues ya habían dejado atrás algunos
pueblos y todo lo que podía ver eran campos de labor. Kyuhyun estaba durmiendo.
¿Habría tenido problemas para dormirse en aquel sillón la noche anterior? Sungmin
no se sentía culpable por ello. Él era quien tenía la culpa de que estuviera en
Francia, de que fuera a tener un niño ilegítimo. Y también tenía la culpa de
que no pudiera apartar los ojos de él demasiado tiempo. Mientras él estaba
durmiendo, ni siquiera lo intentó.
Se
había cambiado de ropa antes de que se despertara esa mañana. Sungmin no tenía nada que ponerse, pero, gracias a
Dios, el traje que llevaba puesto el día anterior cuando abandonó el palacio
era abrigado y no se arrugaba con facilidad. Nadie diría que había pasado la
noche con él puesto. El atuendo que Kyuhyun llevaba ese día lo señalaba como a
un aristócrata rico.
Sungmin
suspiró. ¿Por qué un hombre que tenía
una apariencia tan angelical tenía que ser un canalla despreciable? No debería
sentir nada que no fuera odio por él, por la manera en que lo había tratado,
pero el joven miraba aquellos labios plenos y sólo podía pensar en sus
excitantes besos, miraba esos dedos delgados y firmes y recordaba el placer que
le habían provocado sus caricias ardientes, miraba... bueno, no, no estaba
mirando «allí», pero entonces, ¿por qué comenzaba a latirle el corazón a toda
velocidad?
Se
obligó a cerrar los ojos. ¡Kyuhyun ni siquiera estaba despierto! ¿Cómo podía
tener un efecto tan intenso en él?
A
pesar de que habían hecho una breve parada para almorzar, no llegarían a Le
Mans antes del anochecer. Tras obtener las últimas indicaciones, el cochero,
abrió la puerta del carruaje e informó a Kyuhyun.
—Al
menos tardaremos otras ocho horas, milord. No aguantaré tanto tiempo guiando
los caballos a este ritmo.
Así
que Sungmin no estaría de vuelta en
Inglaterra en tres días tal y como le había dicho. Su expresión debió de
mostrar lo decepcionado que se sentía ante tan alarmante noticia.
Tras
observarle fijamente, Kyuhyun le dijo al conductor:
—No
podemos demorarnos más tiempo. Déjame dormir unas horas y luego conduciré yo el
carruaje para que puedas descansar un poco.
—Muy
bien, milord.
Al
cochero podía parecerle bien aquel plan, pero Sungmin, que todavía estaba
preocupado por la demora, señaló:
—Llevas
durmiendo todo el día, ¿por qué no coges las riendas ahora?
—¿De
verdad crees que he podido dormir con tus ojos devorándome todo el rato?
Sungmin
se ruborizó con violencia y mortificación. ¡Qué embustero! Sólo había «clavado
los ojos en él» varias veces, no todo el rato. Probablemente se había aprendido
su cara de memoria y podría dibujarla sin ni siquiera tenerlo delante. Pero ¿por
qué Kyuhyun no podía haberse reservado ese conocimiento para sí mismo ? ¿ Por
qué tenía que avergonzarlo de esa manera?
Pero
él no hizo más hincapié en el asunto. O eso es lo que el joven pensó cuando él
se tumbó en el asiento y le dio la espalda.
—Intenta
dormir un poco —le aconsejó—. Tú también necesitarás estar descansado mañana.
Sungmin
ya se había tendido sobre el asiento
cuando él añadió:
—Y,
por favor, aparta los ojos de mi trasero.
Unas
oleadas de calor inundaron las mejillas de Sungmin. Ahora estaba seguro de que
no pegaría ojo hasta que él estuviera fuera del carruaje.
Definitivamente,
Samuel Park no era lo que Sungmin había esperado. Aquel hombre alto y de porte
militar rondaba la cuarentena, pero además era tan sociable que no tardó en
sospechar que Kyuhyun le había mentido sobre él y que no le había revelado la
verdadera razón por la que estaban allí.
Habían
llegado a Le Mans lo suficientemente temprano para desayunar con calma antes de
presentarse en casa de los Park a una hora decente a media mañana. Sungmin
incluso logró retener la comida en el estómago, aunque por una vez deseó que no
fuera así, ya que sus mareos lo habrían distraído del nerviosismo que sentía
por el papel que desempeñaría en aquel plan. Pero en cuanto Kyuhyun los
presentó como los Hang, y les comentó a los Park que estaban de viaje de
novios, el hombre los había recibido con una radiante sonrisa, los había
invitado a pasar a la sala y había mandado avisar al resto de la familia para
que los conocieran.
Los
nueve hijos de los Park se pusieron en fila por orden de edad, desde uno a
catorce años y, al parecer, Mary Park pensaba añadir uno más a la familia pues
estaba en el sexto mes de embarazo. La pareja mostraba una evidente devoción
por su cónyuge y por sus hijos. Eran muy amables y trataron a Kyuhyun y a Sungmin
como si fueran amigos de toda la vida. Sungmin
no observó nada extraño que hiciera
pensar que Park era un traidor que había matado a sus antiguos camaradas de la
India por venganza tal y como le había dicho Kyuhyun.
—¿Les
gusta vivir en Francia? —preguntó Sungmin durante una breve pausa en la conversación.
—El
clima es más cálido —contestó Samuel.
—Y no
llueve tanto —añadió Mary con una amplia sonrisa—. En realidad, he acabado por
amar esta ciudad.
—Algunas
personas son bastante simpáticas —continuó Samuel con una risita entrecortada—.
Sin embargo, como sucede en todos los pueblos, siempre hay quien prefiere vivir
aislado. Pero esperábamos más hostilidades después de la última guerra contra
Napoleón y nos hemos sorprendido bastante al no encontrarlas.
—Intenté
decirle que eso ya era agua pasada —dijo Mary—. No ha sido la primera vez que
nuestro país ha luchado contra Francia. Sinceramente, ¿alguien sabe el número
de conflictos que ha habido entre los dos países en los últimos dos siglos?
—Cierto
—convino Kyuhyun—. Cuando no luchamos en suelo propio, lo hacemos en el de
nuevos territorios que ambos países codician. Pero el comercio siempre ha sido
fructífero entre nosotros. El dinero tiende a salvar el puente ¿verdad?
—Así
es —dijo Samuel, antes de preguntarle a Kyuhyun con curiosidad—: ¿Se dedica
usted al comercio?
Era la
pregunta más impertinente que un aristócrata podía hacer a otro, incluso aunque
hubieran estado hablando de comercio, y a Sungmin le sorprendió que Kyuhyun le contestara.
—No,
pero mi abuelo sí. Tuvo que elegir entre dedicarse a eso o vivir en la pobreza
ya que su padre había malgastado toda la fortuna familiar en las mesas de
juego.
—Algo
muy habitual —respondió Samuel con simpatía.
Sungmin
no dudaba de que aquella historia fuera
sólo otra de las mentiras de Kyuhyun, pero supuso que había mentido para que Park
y él pudieran hablar de igual a igual. ¿Acaso no le había dicho que si no
conseguían una prueba escrita de los crímenes de Park, tendría que encontrar
pruebas por otros medios como los negocios de Park? Después de que lo llevara
de regreso a Inglaterra, por supuesto.
Sungmin
sólo quería acabar con todo eso de una
vez por todas. Con eso en mente, preguntó si había una habitación cerca donde
poder refrescarse. Tres de los niños se ofrecieron voluntariamente a indicarle
el camino.
No vio
floreros en ningún lugar de la casa, aunque por supuesto era normal en esa
época del año. Había sido una tontería pensar que encontraría alguno. Sin
embargo, había observado una bonita figura de porcelana en una de las mesitas
que había de camino a la puerta y Sungmin estaba dispuesto a tirarla al suelo.
Logró
efectuar la maniobra con facilidad, pero no contó con que uno de los niños, que
se había pegado a él, atrapara la figura antes de que se hiciera añicos en el
suelo. Aun así Sungmin , se volvió y se disculpó con su anfitrión.
—Lo
siento, pero me he vuelto muy torpe desde que supe que estaba de encargo.
Espero que sea algo pasajero.
El
hombre se rio con ganas.
—No
necesito ninguna explicación más. Estoy seguro de que Mary podrá contarle muchas
historias parecidas cuando regrese. Mi mujer suele tener antojos, y aunque
intentó estar prevenido, siempre acaba pidiéndome alguna cosa diferente, lo que
es un disparate. ¡En cada embarazo tiene un antojo distinto!
Sungmin
sonrió ante aquella muestra de humor,
aunque no le hizo ni pizca de gracia. Era fácil para un marido reírse cuando no
era él quien experimentaba aquellas extrañas sensaciones. Se inclinó para
agradecer a la niña que hubiera rescatado la figura, y en cuanto lo hizo, le
llegó un olor desagradable. La niña era lo suficientemente pequeña para haber
tenido un descuido, pero la constitución de Sungmin no era lo suficientemente fuerte para
sobreponerse al mareo que le produjo y su estómago protestó.
Al
sentir que le daban arcadas se llevó la mano a la boca, y abrió los ojos con
horror al darse cuenta de que iba a vomitar allí mismo, en el suelo de la sala.
Su primer pensamiento fue correr fuera de la casa, pero Mary Park ya se
abalanzaba sobre él.
—Venga,
déjeme acompañarle arriba. Allí se sentirá más cómodo.
Sungmin
no creía que tuviera tiempo de llegar
hasta allí, pero al final no fue un problema. Uno de los niños le puso un viejo
bacín en las manos. El joven había pensado que era una maceta con grandes
flores de vistosos colores hechas de tela bordada.
—Desde
mi primer embarazo me aseguré de que hubiera un bacín disponible en cada
estancia de la casa durante los primeros meses de gestación —le explicó Mary,
mientras subían corriendo las escaleras—. Es probable que acabe por hacer lo
mismo cuando regrese a su casa. Las náuseas pueden durar unas semanas o unos
meses, pero aun así, no debería de preocuparse por algo tan natural.
¡Era
una idea perfecta! Por supuesto, antes de ir a su casa tendría que regresar a
palacio para recoger sus cosas. Pero en Shiyuan no tendría ningún problema en
ordenar que pusieran un bacín en cada estancia.
Al
llegar arriba, Mary abrió algunas puertas antes de encontrar una habitación que
sus hijos no hubieran desordenado demasiado e invitó a Sungmin a entrar.
—Aquí
tendrá un poco de intimidad —dijo la mujer—. Y por favor, tiéndase en la cama
si cree que se sentirá mejor acostándose un rato.
Sungmin
sabía que la única manera de sentirse mejor era vaciando el estómago, y sin
poder aguantarse más, vomitó. Luego oyó vagamente que la puerta se cerraba y la
voz de Mary en el pasillo diciéndole a sus hijos, que les habían seguido hasta
arriba, que se callaran y ordenaran sus habitaciones.
Estúpido Kyuhyun
ResponderEliminarPero bueno,ya están ahí y no pueden regresar hasta terminar.
Al menos,espero que ahora Kyu sí le crea que está embarazado,la señora se lo debe de confirmar.
Bueno con la mala suerte que tienen Mimi es mas probable que Kyu piense que logró la distracción que pidio
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