Sungmin
había recorrido la mitad del pasillo cuando se dio media vuelta. ¡Ni siquiera
había probado a abrir la puerta! Al menos debería intentarlo. Si él fuera de
esas personas que dormían profundamente, unos cuantos golpes en la puerta no le
despertarían y entendería por qué había entrado sin su permiso en su
habitación. Sólo le llevaría unos instantes darle la información que había
recabado sobre lord Joowo, luego podría acostarse con la mente tranquila,
dejando todo el asunto en las manos de Kyuhyun.
De
nuevo ante la puerta de Kyuhyun, Sungmin giró el picaporte. ¡La puerta estaba abierta!
Al instante comprendió por qué Kyuhyun no había oído sus golpes. ¡Aquella
habitación era enorme! Incluso había un dormitorio aparte y, por debajo de esa
puerta, no se veía luz alguna. Se acercó a ella y la golpeó cuatro veces antes
de probar a girar el picaporte y abrirla. Allí dentro estaba oscuro, demasiado
oscuro para ver la cama, pero no estaba dispuesto a irse sin saber si Kyuhyun
estaba o no allí. Cogió la única lámpara que había encendida en la estancia
principal y la llevó hasta la puerta abierta, sólo para volver a sentirse
decepcionado. La cama, al igual que la habitación, estaba vacía.
—¿Por
qué será que no me sorprende encontrarte aquí? —dijo una voz sarcástica a su
espalda—. Déjame adivinar, estás buscando una bufanda, ¿no?
Sungmin
se dio la vuelta con tanta rapidez que
la lámpara se tambaleó en su mano. Con un gesto rápido levantó la otra para no
dejar caer la pantalla, demasiado nervioso para darse cuenta de que podría
haberse quemado. Pero consiguió sujetar la lámpara antes de que se le cayera al
suelo y la depositó con rapidez encima de la mesa junto a la puerta.
—Puedo
explicarlo —se apresuró a decir, completamente ignorante de lo seductoramente
ronca que sonaba su voz tras haberse pasado la tarde cantando.
Kyuhyun
parecía divertido ahora.
—¿Cuando
las explicaciones ya no son necesarias? Es evidente que te has olvidado de la
advertencia que te hice sobre qué pasaría si volvía a encontrarte en un lugar
donde no debías estar. No dudo de que incluso cuentas con ello. Así que no es
necesario que digas nada más, querido.
Sungmin
no tenía ni idea de qué estaba hablando. El comentario que Kyuhyun le había
hecho la noche que lo había descubierto en la habitación de Sukchun no había
sido más que una bravata... ¿verdad? «Si vuelvo a encontrarte en cualquier otro
lugar donde no deberías estar, haré unas suposiciones más a mi gusto.»
El joven
inspiró bruscamente. Ahora que lo conocía tan bien, se dio cuenta de que lo que
Kyuhyun le había dicho esa noche era algo de naturaleza sexual. ¿Estaría
hablando en serio? ¿De verdad creía que Sungmin se había presentado en su habitación para
alentarle?
Tenía
que sacarle de su error.
—Se va
a reír cuando le explique...
Sungmin
no tuvo oportunidad de terminar la frase. Kyuhyun le tomó la cara entre las
manos y acercó sus labios a los de él. Y luego ocurrió de nuevo. Allí estaban
aquellas asombrosas sensaciones que habían surgido en su interior la primera
vez que lo besó. Pero, oh Dios, aquello no podía compararse con lo que estaba
sintiendo ahora, cuando él le inclinó la cabeza a un lado para darle un beso
profundamente conmovedor.
Esta
vez no era una lección. Kyuhyun no estaba intentando engatusarlo. La falta de
control del hombre era lo suficientemente apasionada para hacerle arder. Por un
largo momento, estuvo completamente abrumado y excitado por estar entre sus
brazos otra vez.
—Jamás
me río durante una seducción —dijo rodeándole la cintura con un brazo y
alzándolo tan firmemente contra él que los pies de Sungmin dejaron de tocar el
suelo—. Después me reiré contigo todo lo que quieras, cariño, pero antes... me
voy a tomar esto con mucha seriedad, ¿sabes?
¿Qué
quería decir? ¿Cómo esperaba que entendiera nada con el corazón latiéndole
alocadamente? ¿De veras estaba hablando en serio? Era ridículo. ¡No haría nada
del eso! Kyuhyun era demasiado despreocupado para andar tras un joven que no le
tomaba en serio. Pero ¡se estaban moviendo! Con la boca apretada contra la suya
otra vez, lo conducía lentamente al interior de aquel dormitorio oscuro.
Desesperado,
apartó la boca de la de él, antes de que perdiera la fuerza de voluntad
necesaria para detenerle.
—¡Te
has hecho una idea equivocada! —dijo con voz entrecortada.
—Oh,
no, no hay nada equivocado en esto. —Kyuhyun le brindó una amplia sonrisa—.
Esto no puede ser más correcto. Además, en mi descargo debo decir que no me es
posible actuar con responsabilidad cuando intentan hacerme razonar con esa voz
tan sensual. ¿Quieres que te diga lo sumamente excitante que me resulta tu voz,
Minie? Aunque supongo que eso ya lo sabes.
Sungmin
no había tenido intención de sonar jadeante y excitante. Si tenía la voz así
era por haberse pasado la tarde cantando, ¿quién habría pensado que eso sería
su perdición? Sintió que su espalda y sus piernas tropezaban contra algo... y
no era una pared, ¡sino una cama! Levantó los brazos para impedir que Kyuhyun
acortara de nuevo la distancia entre ellos, pero él estaba demasiado cerca para
empujarle, y sus brazos terminaron rodeando el cuello de Kyuhyun en vez de
apartándolo.
—Espera
—gimió antes de que los labios de Kyuhyun volvieran a cubrir los suyos una vez
más. A Sungmin se le olvidó lo que iba a
decirle. Simplemente se olvidó de pensar...
Por
primera vez, sentía la presión de un cuerpo masculino contra el suyo, lo que en
sí mismo era un placer exquisito, aunque aquél no era un cuerpo varonil
cualquiera. Quizá fuera por eso, por él, por su cuerpo, por su peso, por su
boca reclamando apasionadamente la suya por lo que desaparecieron los últimos vestigios de
resistencia dejando que el placer tomara su lugar.
De repente, los sentidos de Sungmin parecieron más vivos que nunca. ¿O era sólo su
propio deseo lo que lo guiaba? Era demasiado inocente para estar seguro de nada
de lo que le ocurría a su cuerpo, pero era indiscutible lo bien que se sentía.
—Sabía
que serías peligroso, pero no sabía hasta qué punto —dijo Kyuhyun rodando con él
a un lado de la cama para poder alcanzar los botones de su traje—. Pero nunca
jamás había sido tan delicioso rendirse.
¿Kyuhyun
se rendía? ¡¿Qué quería decir con eso?! Lo más probable es que él no supiera
siquiera lo que decía. Él debía callarse y pensaba decírselo.
—¿Por
qué no te callas?
Él se
contradijo en su declaración anterior de tomarse aquello en serio al soltar una
carcajada.
—Sí,
¿por qué no lo hago?
Las
restricciones del traje del joven desaparecieron. Sintió que la prenda se
aflojaba, pero no por mucho tiempo. Él lo hizo rodar de nuevo sobre la cama y,
de repente, el vestido desapareció. Luego Kyuhyun volvió a besarlo
profundamente y la vergüenza que había comenzado a sentir se desvaneció.
Sungmin
todavía sentía el frío de la habitación.
No tanto como para encender la chimenea, pero sí el suficiente como para
sentirse incómodo en ropa interior. No obstante, eso dejó de importarle cuando
él movió la mano sobre su pecho. Con una caricia aquí y allá, un beso en el
hombro, una larga caricia en la cintura mientras le desataba las cintas que le
aseguraban las enaguas... Y, durante todo ese rato, Kyuhyun mantuvo la boca
pegada a la suya. Incluso si Sungmin hubiera llegado a pensar en protestar
porque lo estaba desvistiendo, el pensamiento hubiera sido demasiado fugaz para
formarse por completo en su mente.
Pero
lo que sí pensó, fue que le gustaría ver la piel de Kyuhyun. Era un intercambio
justo. Ahora que sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y entraba luz
suficiente a través de la puerta abierta podía verlo bien. Pero no podía
expresar su deseo en voz alta.
Tiró
del hombro de la chaqueta de Kyuhyun hasta que él se percató de lo que quería y
se la quitó. Luego tiró del hombro de la camisa. El captó también ese mensaje.
Mucho, mucho mejor. Pero no se detuvo ahí, y él no estaba preparado para verlo
del todo.
El
aire se le atascó en la garganta y ahí se quedó. De ninguna manera podía
imaginárselo como un ángel ahora, pero como diablo era también magnífico. No
era de extrañar que hiciera tantas conquistas. Un hermoso rostro y un cuerpo
magnífico con aquel lustroso pelo negro cayéndole, era tentación más que
suficiente sin necesidad de que él dijera ni una sola palabra sensual, ni
recurriera a expertas caricias. Era increíble lo tentador que era aquel hombre.
Era imposible que cualquiera pudiera resistirse ante tanta estimulación visual.
Él se
movió y se puso al alcance de las manos de Sungmin así que no tuvo que estirar
el brazo para tocarle. En todas partes. Acarició el sedoso acero de sus brazos,
el grueso cuello, los músculos poderosos y duros de su espalda, los tendones
flexibles de su pecho y no se percató de que él lo observaba con contenido
asombro.
Sungmin
no podía imaginar la multitud de emociones que cruzaban por su rostro mientras
le tocaba, ni cuánto excitaba a Kyuhyun su fascinación. Con un gemido, él
inclinó la cabeza y buscó de nuevo su boca, penetrando con su lengua en el
interior de la boca de joven para un largo beso antes de, repentinamente,
lamerle el pecho. Luego tomó el pezón en su boca y Sungmin soltó un largo gemido. Él era como un horno y
su calor lo envolvía.
Las
enaguas desaparecieron, los calzones acabaron en el suelo y, de repente, Sungmin
tuvo más calor del que podía soportar cuando el cuerpo de Kyuhyun cubrió el
suyo y penetró. Él capturó el grito de Sungmin en su boca. El joven sabía qué
había pasado, se había olvidado de esperar el dolor, algo que, probablemente,
fuera lo mejor.
Sin
ninguna anticipación que le hiciera tensarse, la incomodidad fue mínima y
demasiado breve para interferir en otras sensaciones que pedían paso en su
interior. Él podría haberse quedado quieto cuando gritó de dolor, pero ahora
estaba profundamente enterrado, tocando el lugar más sensible de su cuerpo. Ni
siquiera tuvo que moverse para que Sungmin palpitara en torno a él cuando llegó al
climax, y que gimiera ante aquel inmenso placer, hizo que también Kyuhyun
alcanzara su éxtasis.
Fue el
momento más sublime. Oh, cómo deseó Sungmin haber podido quedarse así para
siempre.
—Evitaste
que me muriera de vergüenza en mi primer día en palacio—dijo Sungmin con
timidez—, cuando me dijiste que no había ningún baile de disfraces esa noche. Suho
me había convencido de lo contrario. Jamás llegué a darte las gracias por ello.
Yacía
entre los brazos de Kyuhyun y una fina colcha drapeada les cubría las piernas entrelazadas.
Kyuhyun se había tendido a su lado y lo abrazaba con fuerza, algo que le
gustaba tanto como las tiernas caricias que le prodigaba. Al joven no le
apetecía nada poner fin al abrazo, pero sabía que tenía que regresar pronto a
su habitación.
—¿Eras
tú? —respondió él—. Sí, cómo no. Debería haberme acordado del sombrero.
Y así
de fácil, la ternura había desaparecido. Por culpa del sombrero. Debía de haber
recordado la segunda vez que se lo había visto puesto, en la habitación de Sukchun.
Sungmin pensaba que él ya había superado sus recelos, pero al parecer no era
así.
Kyuhyun
dejó de acariciarle. No lo apartó, pero Sungmin tenía la clara sensación de que le
hubiera gustado hacerlo y soltó un suspiro. Se había comportado de una manera
escandalosa. Se había dejado seducir por un canalla. Era algo que tendría que
haber previsto y no haberse puesto en una situación tan comprometedora, pero no
lo lamentaba. Sin embargo, tenía que marcharse ya, antes de que Kyuhyun echara
a perder lo que, para él, había sido la experiencia más maravillosa de su vida.
Se
incorporó y comenzó a sacar las piernas fuera de la cama, pero no pudo hacerlo.
Curiosamente, la cama estaba situada en un rincón de la habitación. No se había
dado cuenta antes, porque estaba de cara a Kyuhyun. Pero ahora se encontró con
que una sólida pared le bloqueaba la salida dejándolo con dos opciones: gatear
lentamente hacia los pies de la cama o pasar por encima de él. ¿Había puesto él
la cama de esa manera para impedir que sus conquistas se marcharan antes de que
él estuviera dispuesto a dejarlas marchar?
Claro
que no. No podía ser tan tonto. La cama, sin duda, ya debía estar en aquel
rincón cuando él se había trasladado a la suite y simplemente no se había
molestado en moverla.
Habiendo
perdido el calor del cuerpo de Kyuhyun, un repentino frío le recordó que estaba
semidesnudo. Sintió una vergüenza tardía. Tenía la enagua enrollada hasta la
cintura, y con las cintas desatadas se le caería en cuanto se pusiera en pie,
así que corrigió la situación antes de comenzar a gatear hacia los pies de la
cama. Al menos su peinado todavía estaba en su lugar gracias a la pericia de Sunny.
—¿Prescindiendo
de tu ventaja? —oyó que decía Kyuhyun a sus espaldas—. Qué decepción.
Pero
no sonaba decepcionado en absoluto, sino más bien sarcástico. ¿Por qué estaba
siendo tan desagradable después de lo que habían compartido? Era Sungmin quien
debía mostrarse indignado por que él le hubiera hecho el amor en vez de
escucharlo. Pero ¿cómo podía enfadarse ante algo tan bello que todavía la hacía
sentir un brillante burbujeo en su interior?
No
dijo nada hasta que estuvo en pie, después de agarrar con rapidez el resto de
su ropa del suelo y pasárselo por la cabeza.
—No sé
lo que quieres decir, pero casi siempre dices cosas que no tienen demasiado
sentido para mí.
—Estás
mascullando.
Sungmin
suspiró y retomó su comentario anterior.
—¿Qué
ventaja? —dijo.
—Tu
pecho desnudo, por supuesto. Como si no lo supieras. Una preciosa distracción.
Supuso
que él estaba siendo el pícaro que acostumbraba ser. Pero Sungmin hubiera agradecido un poco más de tacto por su
parte debido al estado emocional en que se encontraba. A pesar de todas sus
emociones positivas, no todos los días, perdía uno su virginidad con un
canalla... ¡Santo Dios, era de eso de lo que Keets había intentado advertirle!
Si alguien lo descubría, no sólo acabaría perdiendo su puesto en la corte,
¡sería su perdición! Aplastó con rapidez el miedo que crecía en su interior.
Nadie iba a enterarse de eso y de hecho, quién sabía si aquello no conduciría a
algo incluso más maravilloso...
Le
dirigió una tímida sonrisa, pero fue un error volver a mirarle. Estaba tendido
de cara a él, apoyado en un codo, con el pecho ancho y desnudo completamente a
la vista mientras el resto del cuerpo estaba cubierto por una delgada sábana.
Santo Dios, ¿acaso no sabía que con aquel largo y duro cuerpo, aquella cara
perfecta y el pelo negro era un festín para los ojos?
—¡Detente!
—espetó—. Ah, ya veo, así que prefieres utilizar una ventaja mejor.
Sungmin
parpadeó. Otro comentario ambiguo más
que le hizo perder la paciencia.
—¿Y
para qué iba a necesitar tal ventaja? —preguntó con genuina confusión.
—¿Para
qué? Mmm, supongo que consideras que con un gran sacrificio por la causa ya es
suficiente. Me deja impresionado tu sentido del deber. Dime, ¿comienza ella a
sentirse desesperada ahora que Sukchun está fuera del país? ¿Aún no ha logrado
averiguar qué está tramando?
—¿Ella?
—No
juegues conmigo, Minie. No va contigo. Sabes de sobra que hablamos de Boah.
Sungmin
inspiró bruscamente, comenzando a comprender.
—No lo
sabía. Tú eres el que estás haciendo suposiciones ridículas esta noche. ¿Se
trata acaso de otra ridícula prueba? ¿Es eso? ¿O es que estás buscando una
excusa para aplacar tu culpa?
Él
soltó un bufido.
—¿Culpa?
Tomé lo que me ofreciste. Te di la oportunidad de marcharte, pero no lo
hiciste. No pensarás que habría intentado detenerte, ¿verdad?
—Vine
a traerte información —dijo, cada vez más indignado—. No podía irme sin
dártela, y luego ¡no me dejaste hablar!
—¿Acaso
te amordacé?
—¡Sabes
de sobra que no hiciste más que interrumpirme!
—Tonterías.
Te han enviado a sonsacarme información por cualquier medio a tu alcance. ¿De
verdad creíste que era tan estúpido como para no darme cuenta?
Su
tono burlón hirió a Sungmin que reaccionó con rapidez.
—¡No,
sólo eres medio estúpido! Sukchun me dijo que eras el único en el que confiaba
para ser nuestro intermediario. Es por eso por lo que...
Kyuhyun
lo interrumpió.
—Sukchun
no me ha dicho nada de eso. Sabe muy bien que no me fío de ningún joven o mujer.
¡Sungmin
no se lo podía creer! Pero el escepticismo de Kyuhyun lo había puesto tan
furioso que sólo quería salir de allí de una vez. Indignado, miró a su
alrededor buscando una última prenda que se negaba a dejar atrás.
—¿Buscas
esto? —Sonrió él burlonamente.
Kyuhyun
estaba haciendo girar sus calzones en un dedo. Se los arrancó de la mano con un
grito ahogado y se dio la vuelta para ponérselos. Kyuhyun se levantó y le beso la
piel desnuda del hombro. Aquello fue el colmo.
Sungmin
se puso en pie de golpe y se volvió
hacia él.
—¿Cómo
has podido convertir esto en un campo de batalla? Sabes de sobra que he
aceptado ayudar a Sukchun. ¿Acaso no te di su nota?
—¿Qué
nota?
—Después
de que me besaras en el pasillo. —Como él todavía parecía confuso, le gritó—:
¡La que te tiré!
Ahora
no parecía confundido. De hecho, parecía enfadado.
—No
cuela, cariño, pero eso no era nada que Sukchun me hubiera enviado.
—¿No
lo era? Pues bien, fuera lo que fuese, me pidió que te lo diera.
—Me
parece bastante inverosímil. Pero estoy seguro de que se te puede ocurrir una
historia más creíble.
—¿Te
das cuenta de que me estás llamando mentiroso?
—¿Acaso
no lo eres? Un mentiroso, un ladrón y supongo que ahora debo añadir... un
tentador seductor. ¿Cómo demonios has conseguido desarrollar esas cualidades
sin dejar de ser virgen?
Sungmin
no podía dar crédito a lo que oía.
¿Pensaba todo eso de él y aun así le había hecho el amor? Qué canalla tan
despreciable.
Con
una mirada falsamente aduladora le dijo:
—Voy a
decirte esto sólo porque siento que debo hacerlo. Sukchun me aseguró que el
príncipe en persona respondería por él. Pensé que lo haría esta noche, pero no
lo ha hecho. Y, como entretanto he averiguado la clase de información que le
interesa a Sukchun, he pensado que no debería comunicársela sin antes hablar
con el príncipe. Pero, por alguna estúpida razón que no logro comprender,
confiaba en que al menos tu no fueras contra los intereses de nuestro país. Además,
Sukchun me dijo que podía informarte sobre cualquier cosa extraña que
averiguara. Así que vine aquí para decirte lo que había descubierto y que tú
decidieras si requería una atención inmediata o si por el contrario no tenía
importancia.
—¿De
qué información hablas?
—Esta
mañana enviaron al joven Key a la ciudad para que entregara una nota de Boah. Al
chico le preocupaba tener que aventurarse de nuevo en Londres solo, así que
ignoró la advertencia de Boah de mantener el encargo en secreto y me lo contó
todo. Si no hubiera hecho tanto hincapié en que guardara el secreto, no le
habría dado ninguna importancia. Pero de cualquier manera, no podía dejarlo ir
solo a la ciudad cuando estaba tan alterado, así que me ofrecí a acompañarlo. Y
es por eso por lo que he venido aquí esta noche. A contarte que la nota era
para lord Joowo y el interés que Boah tenía en él.
Kyuhyun
no pareció ni sorprendido ni preocupado, y la razón quedó clara cuando dijo:
—Creo
que un joven tan inteligente como tú adivinaría que yo lo había averiguado todo
desde el momento en que vi tu carruaje delante de la casa. Sin embargo, tengo
que felicitarte. Realmente ésa habría sido una espléndida excusa y además muy
creíble, salvo por un pequeño detalle. Yo ya te había preguntado qué estabas haciendo
en Wigmore Street y me diste una respuesta diferente. ¿O admites que me
mentiste esta mañana cuando me dijiste que tu doncella estaba visitando a un
amigo?
—Sólo
dije que ella tenía amigos en la ciudad, no que los tuviera en esa calle en
particular.
—Lo
diste a entender.
—¡Me
estabas interrogando otra vez! —le espetó Sungmin —. Me sentí indignado.
—A ver
si lo he entendido bien. Esta mañana me mentiste en vez de aprovechar la
oportunidad perfecta para entregarme la información porque consideraste que un
arrebato de indignación tenía prioridad sobre algo que ahora estimas lo
suficientemente importante para justificar tu intrusión en mis habitaciones.
¿Lo he resumido bien, querido?
—No,
pero esto sí lo resumirá bien. Después del horrible trato que me has dado, me
desentiendo de todo. No pienso ayudar a nadie más, y menos a alguien que se
supone que es mi amigo. Puedes decírselo a Sukchun o dejar una nota en tu
propia puerta si quieres. Buenas noches, sir Canalla —concluyó mordazmente—. Te
has ganado el título con creces.
Se
dirigió a la puerta, pero al menos tuvo la suficiente presencia de ánimo de
recordar su anterior preocupación de provocar un escándalo, y miró a ambos
lados del pasillo para asegurarse de que estaba vacío antes de salir corriendo.
Kyuhyun
no intentó detenerlo. Absorto en sus fieros pensamientos, acabó perdiéndose
después de todo y terminó subiendo una enorme escalinata que conducía a los
aposentos reales. Dos lacayos lo orientaron de nuevo y, tras memorizar la
dirección correcta, llegó sin problemas a su habitación. Los ronquidos de Suho no
le molestaron. Estaba tan absorto en sus heridos y feroces sentimientos por lo
ocurrido esa noche que el palacio bien podría haberse venido abajo sin que él
se diera cuenta.
Sungmin
nunca llegó a recobrarse de su último
encuentro con Cho Kyuhyun. Las semanas pasaron, pero el dolor y la rabia que
había experimentado esa noche hicieron mella en él. Nada pudo hacer que lo
olvidara.
Sin
embargo, asistir al teatro con la duquesa y su séquito fue la mejor distracción
que había tenido hasta el momento. Sungmin la había disfrutado de verdad.
Conocer finalmente a la joven reina también había sido excitante, pero
demasiado breve. Había pocos entretenimientos en palacio ahora que Victoria
estaba a punto de dar a luz. Las escasas palabras del príncipe Alberto que
aseguraban la fidelidad de Lee Sukchun a la Corona habían llegado demasiado
tarde.
A Sungmin
ya no le importaba que la devoción de Sukchun
a su reina y a su país fuera extraordinaria e intachable. Jamás volvería a
ponerse en el brete de que lo llamaran mentiroso o ladrón. Así que cerraba los
ojos y hacía oídos sordos a cualquier intriga que lady Boah tramara a su
alrededor. Sencillamente, no le importaba nada.
Aquellos
días tan largos y aburridos le dejaban mucho tiempo libre para pensar en todos
los insultos que se le ocurrían para Kyuhyun. Sungmin había conseguido eludirlo en numerosas
ocasiones durante las fiestas nocturnas de palacio. ¿Por qué no había hecho lo
mismo esa noche antes de consentir caer en tal infortunio?
Se
había guardado las lágrimas para sí mismo, pero no había sido capaz de contener
su imprevisible temperamento que lo había hecho avergonzarse en más de una
ocasión. Ya no toleraba el carácter iracundo de Suho, que había culminado en
una algarabía de gritos de la que Sungmin se enorgullecía de no haber formado parte.
Pero al menos había tenido un resultado positivo. Suho se había enfurecido
tanto, que había hecho el equipaje y había abandonado la habitación. Aunque no
dejaba de ser una pena que no se hubiera ido también de palacio.
Sungmin
sabía que no podía culpar a Kyuhyun de
todos sus cambios de humor... bueno, podía; había otro asunto más importante y
que era imposible ignorar por más tiempo.
Necesitaba
el consejo de su madre, pero para eso tendría que ir a casa. Y el problema era
que también necesitaba el consejo de su madre sobre si debía ir o no a casa a
pedirle consejo. ¡Qué lío! Necesitaba un consejo para pedir otro. Pero al final
llegó a la conclusión de que tenía que volver a casa, aunque tardó tres días
más en abordar el tema con su doncella, la única persona de palacio a la que
podía confiar tan delicado asunto.
Esperó
a estar sentado en el tocador y a que Sunny se pusiera detrás para peinarlo.
Aunque se negó a mirar el reflejo de su doncella en el espejo. Ya tenía las
mejillas coloradas, pero era de esperar por la vergüenza que sentía.
—Si no
te importa, me gustaría comentar algo contigo, Sunny.
—¿Sobre
el bebé?
Sungmin
levantó la mirada de golpe para ver que
la doncella arqueaba una ceja mientras clavaba sus ojos en él a través del
espejo.
—¿Cómo
lo has sabido?
Sunny
soltó un bufido y volvió a su tarea de peinarlo.
—¿No
soy yo quien se encarga de usted? ¿Pensó que no me daría cuenta de que había
vomitado en el bacín porque su estómago no es capaz de retener nada? ¿Cuando me
ha pedido que llegue más tarde por la mañana para que no sea testigo de ello?
Aun así las pruebas siguen ahí.
Sungmin
tenía unas náuseas horribles. Incluso
había tenido que salir corriendo de los aposentos de la duquesa en varias
ocasiones y encontrar un lugar aislado donde poder vomitar el desayuno. Pero
por lo menos aquel mal matutino no lo acosaba en horas posteriores.
—Pensé
que eran las criadas las que se encargaban de eso —dijo con una mueca.
Sunny
bufó de nuevo.
—Nunca
he dejado que esas presumidas doncellas de palacio entraran aquí para limpiar
su habitación. Es mi trabajo.
—Si ya
lo habías imaginado, ¿cómo es que no has dicho nada?
—Usted
no estaba preparado aún para hablar de ello —dijo Sunny encogiéndose de
hombros—. Ahora sí.
Sungmin
suspiró.
—No
podía retrasarlo más. Han pasado tres semanas desde que hice...
Le
costaba mucho decir que había hecho el amor, pero Sunny lo entendió y concluyó
la frase por él.
—Así
que ya sabes por qué no puedo seguir esperando más tiempo. Lo cierto es que
comenzará a notarse dentro de un mes más o menos.
—Hay jóvenes
a los que no se les nota hasta el último mes de embarazo.
—Y hay
otros que tampoco tienen náuseas. Pero yo no soy tan afortunado. Esperaba que
tú pudieras aconsejarme qué hacer. ¿Se lo digo a mi madre y busco una solución
con ella, o se lo digo al padre del bebé?
—¿Le
gusta el padre lo suficiente para casarse con él? No importa, si lo ha dejado
es que...
—No
quiero hablar de eso, por favor. Fue una estupidez. Y no, no quiero casarme con
él. Si hay algo de lo que estoy seguro es de que él sería un marido terrible.
Sin embargo, no sé qué clase de padre sería.
—Bueno,
sin duda alguna se dará cuenta de que las opciones de su madre para resolver el
dilema son muy limitadas. Puede comprarle un marido, algo que, por otra parte,
puede permitirse el lujo de hacer, o encontrar una buena casa para el bebé.
—No
puedo soportar la idea de entregar mi bebé a unos desconocidos —dijo Sungmin al instante.
—Entonces...
—Y
tampoco soporto la idea de comprar un marido.
Sunny
puso los ojos en blanco.
—Si ya
ha decidido dejar que sea el padre quien se encargue de esto, ¿para qué me pide
consejo?
—Yo no
he decidido nada.
En su
imaginación, el Ángel aparecía ahora sin brillo, sin posibilidad de redención,
sin una sola cualidad honorable. Después de todo era, simplemente, un canalla.
¿Y ése era el padre de su hijo?
—De
hecho —continuó—, ojalá no volviera a verlo en mi vida. Sin embargo, esperaba
que tú pudieras pensar en alguna otra alternativa.
—Podría
irse muy lejos, no sólo para tener al bebé, sino para evitar habladurías.
Váyase al extranjero, hágase pasar por viudo. Quizá su madre se ofrezca a acompañarlo.
Sungmin
no había pensado en ello y tampoco
quería pensarlo ahora. Sería un cambio muy drástico en sus vidas. ¿Cómo podría
sugerirle eso a su madre cuando Lilly había vivido en Shiyuan toda su vida?
Todos sus amigos estaban allí, y era feliz con sus actividades sociales. Pero
no tenía ninguna duda de que Lilly cerraría su casa y seguiría a Sungmin si
optaba por ese plan. Lilly lo amaba incondicionalmente. Pero la culpa no
dejaría vivir a Sungmin si consentía trastocar la vida de su madre de esa manera.
Ninguna
de sus opciones era demasiado atrayente, pero qué podía esperar después de
haber tomado el camino equivocado. Sungmin había hecho lo único que era absolutamente
imperdonable a los ojos de los demás, por eso no podía dejar que se enterara nadie.
—No
puedo hacerle eso a mi madre —dijo Sungmin —. De verdad que no puedo.
Sunny
pasó el peine por el pelo de Sungmin unas cuantas veces más antes de decir con aire
pensativo:
—Debería
decírselo a su caballero... Porque es un caballero, ¿no?
—Es
aristócrata de nacimiento, sí.
—¿Hay
alguna diferencia?
—En su
caso, definitivamente sí.
Sungmin
lo dijo con tal amargura que Sunny se
apresuró a preguntarle:
—¿De
quién se trata?
Sungmin
no tenía ninguna razón para mantener la
identidad en secreto, al menos ante su doncella.
—Es el
amigo de Suho que entró por equivocación en esta habitación hace unas semanas y
te dejó tan embelesada.
—Así
que el joven Suho no fue el único que... Oh, Dios mío. ¡Minie! Cásese con él.
—No.
—¿Por
qué no?
—Porque,
probablemente, es el hombre más jugador que ha pisado la faz de la tierra. Todos
caen rendidos a sus pies por culpa de su extraordinaria apariencia y él se
aprovecha de ello, ¡seduciéndoles!
—¿A
todos?
—A todos
los que son tan tontos como yo.
Sunny
suspiró y palmeó el hombro de Sungmin en
un gesto compasivo.
—Ahora
lo entiendo mucho mejor. Un hombre con ese físico puede derribar todas las
defensas de cualquiera, en especial si lo intenta.
—Sus
habilidades no importan. La situación en la que me ha dejado, sí.
—Hay
otra opción, lo sabe.
—Por
eso tenemos esta conversación, para hablar de todas las opciones. ¿Qué más
opciones tengo?
—Bueno,
no es la más idónea, pero si de verdad no quiere casarse. con él...
—Eso
ya lo hemos dejado claro.
—Y si
no quiere comprar un marido, irse al extranjero o dar el bebé a unos
desconocidos...
-¿Sí?
—Déselo
a él en su lugar. Realmente no sería el primer caballero en aceptar su
responsabilidad y criar a su bastardo. Es probable que él prefiera esa
alternativa al matrimonio si es tan tarambana como usted dice. Y usted podría
convertirse en un «amigo» de la familia y visitar a su hijo de vez : en cuando,
aunque...
—¿Qué?
—No
estoy segura de que, después de todo, sea una buena idea. Si se encariña
demasiado con el bebé, podría acabar siendo muy doloroso para usted. ¿Y cómo
impedir que se involucre su corazón cuando se trata de su propio hijo? De
cualquier manera, tiene que decírselo, y debería hacerlo antes de volver a su
casa. Si no lo hace usted, lo hará su madre, y no creo que ella se muestre
demasiado encantada al respecto. Estoy segura de que le echará la culpa de todo
a él. Es probable que le exija que se case con usted. Así que si no quiere
llegar a esa situación, hable usted con él. Incluso podría ocurrírsele alguna otra
alternativa en la que no hayamos caído.
Pero qué demoniooooooossss
ResponderEliminarEstúpido Kyuhyun...por que eres así,me dab ganas de darte un par de cachetadas.
Pobre Min,a la primera y pegó...eso de ser tan joven y tener buen reloj biológico...de dejo esto.
No pues,ni yo querría un marido así....puff😒
Que se vaya lejos😕
Que no lo sepa la mamá de Kyu porque nos los casan😂😂😂😂se supone que andamos huyendo de eso,al menos con el ex ángel😒