—¿Dónde
se había metido?
Sungmin
dio un respingo ante el tono chirriante
de Sunny, si bien no se había esperado menos. Había cogido un carruaje de
alquiler en Dover y al anochecer ya había llegado a Londres, pero a pesar de la
hora que era la doncella había expresado su alivio en voz alta.
—Donde
no quería —replicó Sungmin con aire
cansado, acercándose a la cama para sentarse.
—¡Han
pasado cuatro días!
—Y ha
sido una suerte que sólo hayan sido cuatro —gruñó Sungmin —. No es demasiado
fácil encontrar billete en un barco sin haberlo sacado de antemano, ¿sabes? No,
supongo que no lo sabes. Pero te aseguro que lo he averiguado de primera mano.
Sunny
abrió mucho los ojos.
—Pero
¿adonde se le ha ocurrido ir solo en un barco? ¿Por qué no me avisó?
—No
fue a propósito. Aunque el barco zarpó mientras le decía a mi marido que ni en
sueños pensaba casarme con él.
—Pero
se ha casado con él, ¿no?
—¿Por qué no te sorprendes?
—Porque
es lo correcto si tenemos en cuenta todo lo ocurrido.
Sungmin
soltó un bufido y se puso en pie,
sintiéndose furioso de nuevo.
—No
cuando él no quería casarse conmigo. No cuando piensa que le seduje. No cuando
está tan malditamente seguro de que le he mentido sobre mi embarazo.
—Entonces...
¿por qué al final se ha casado con usted de todos modos?
—Al
parecer tenía una mínima sombra de duda.
—¿Una
mínima sombra de duda? —repitió atónita Sunny.
—Sí,
una mínima sombra de duda.
—Pero
si han estado cuatro días juntos, ¿acaso no tuvo náuseas y vómitos que pudieran
probar...?
—Claro
que sí. Todas las mañanas. —Sungmin suspiró—. Pero para él no eso no constituye
una prueba porque piensa que fingí. Además, a bordo del barco, no sólo tenía
náuseas por el embarazo. Estoy seguro de que hasta que no me vea con el vientre
hinchado no empezará a considerarlo en serio. Pero por ahora, Kyuhyun tiene
intención de anular el matrimonio, ya que está casi seguro de que no podré
demostrar mi embarazo en el período de tiempo estipulado.
—Bueno,
entonces peor para él cuando vea que no es así.
—No,
peor para mí. Es un canalla, Sunny. Aún no puedo creer que me haya sentido
atraído por él. Por supuesto, no mostró su verdadero carácter hasta esa
fatídica noche. Pero no tanto como cuando le puse al corriente de mis
circunstancias en el barco, y éste zarpó antes de que pudiera bajarme. Le dije
que no me iba a casar con él y punto.
—¡Estoy
segura de que se mantuvo en sus treces!
—No te
burles de esta lamentable situación. ¡Amenazó con arruinarme públicamente si no
aceptaba sus horribles términos! Y me ha ordenado que me oculte en casa, en Shiyuan,
hasta que haya pasado el tiempo suficiente para terminar con esta farsa de
matrimonio.
—¿Qué
ocurrirá cuando se entere que no podrá ponerle fin de un modo amistoso sino con
un escandaloso divorcio?
—Eso
es lo que más temo. Cuando al final descubra que no le he mentido, no querrá
divorciarse. Esa es la única razón de que se haya casado conmigo, esa mínima
sombra de duda que tiene. Me dejó muy claro que no permitiría que unos
desconocidos criasen a su hijo. Así que espero que la prueba de mi embarazo se
retrase lo máximo posible para poder salir de este lío antes de que él se dé
cuenta de que en realidad sí estoy esperando un hijo suyo.
—No
creo que se haya parado a pensar lo que está diciendo —dijo Sunny con
vacilación.
—Le
desprecio sin ningún género de duda —insistió Sungmin .
—No me
refería a eso. Lo que quiero decir es que ha conseguido justo lo que quería,
que su hijo sea legítimo. Si deja que él se divorcie sin que nadie sepa que se
han casado, estará de nuevo como al principio, pero con tres o cuatro meses más
de embarazo. Demasiado tarde para hacer cualquier cosa que no sea irse a otro
lugar para tener al bebé en secreto y dejarlo al cuidado de otras personas.
Sungmin
palideció. ¿Por qué no se le había
ocurrido pensar en eso antes? ¿Porque estaba tan furioso con Cho Kyuhyun que no
era capaz de ver más allá de sus narices?
—Veo
que me ha entendido —añadió Sunny inclinando la cabeza con satisfacción.
—Esto
es... intolerable. No puedo soportar la idea de estar atado a él...
—Oh,
basta —lo interrumpió Sunny con dureza—. ¿De verdad cree que él continuará
siendo tan despreciable con usted cuando se dé cuenta de que todas sus
conclusiones eran absurdas y estaban equivocadas? Lo más probable es que haga
un considerable esfuerzo por ser tan encantador como usted quiere que sea, y
compensarlo por el mal rato que le ha hecho pasar.
Sungmin
soltó un bufido.
—No,
se limitará a buscar otra razón para despreciarme. En serio, olvídalo. Si hasta
me ha dicho que fui yo quien lo seduje, que todo esto ¡es culpa mía!
—¿Y lo
sedujo? —preguntó Sunny con franqueza. Ante la mirada airada de Sungmin, la
doncella intentó suavizar las cosas añadiendo en un tono conciliador—: No, por
supuesto que no. No sé en qué estaría pensando. Pero habría que preguntarse
cuántos habrán intentado cazarlo cuando no es capaz de ver la verdad a pesar de
tenerla delante.
—No
intentes justificarle, Sunny. He pasado casi cuatro días horribles con ese
hombre, y preferiría no tener que hablar más de él.
Sunny
asintió con la cabeza y cogió el libro que había estado leyendo.
—¿Cuánto
tiempo lleva mi madre angustiada por mi desaparición? —preguntó Sungmin con preocupación.
De
inmediato, la expresión de Sunny se volvió compasiva.
—Esperé
tanto como mis nervios me lo permitieron antes de avisarla de que usted había
desaparecido. Rezaba para que regresara de un momento a otro. Pero después de
dos días sin tener noticias suyas, no pude demorarlo más. Ayer envié al lacayo,
Keets, a su casa para que le entregara el mensaje a su madre, pero aún no ha
regresado. Aunque estoy segura de que ya se lo ha notificado. Pensé que Lilly
estaría aquí anoche, así que no sé qué la está retrasando. Sin embargo, puede
llegar en cualquier momento.
Sungmin
suspiró. Debería agradecer que Lilly no hubiera estado preocupándose tanto
tiempo por él como había temido, pero ahora le inquietaba la demora de su
madre. Y no sabía si debía esperar en palacio a que ella llegara o tratar de
interceptar a Lilly en el camino de vuelta a casa. Si lo hacía podría pasarla
por alto en el camino ya que había anochecido. Además, sin carruaje y conductor
propios, tendría que buscar un coche de alquiler, y no creía que pudiera
encontrar a un cochero dispuesto a llevarlo a Shiyuan por la noche.
—Supongo
que tendré que pasar otra noche más aquí —dijo Sungmin —. Pero hay que empezar
a recoger mis cosas. Yo mismo te ayudaré para que vayas a recoger las tuyas al
apartamento antes de que se haga demasiado tarde.
—¿Nos
vamos mañana?
—Sí, a
primera hora de la mañana. Si pudiera disponer de un medio de transporte esta
noche, partiríamos de inmediato.
—Si
quiere irse ahora, Keets podría ayudarnos.
—Pero
¿qué pasará si mi madre llega después de que nos hayamos ido?
—Él
podría avisarla también. Estaría pendiente de su llegada y le diría que usted
está sano y salvo —dijo Sunny—. Ésa será su mayor preocupación. No necesita
verlo para saber que está bien.
—Pobre
señor Keets. No hemos dejado de aprovecharnos de su amabilidad. Tendré que
pensar una manera de compensarle por toda su ayuda.
—No es
necesario que haga nada —dijo Sunny sonrojándose.
—Oh
—repuso Sungmin , entendiéndola a la perfección, y sólo un poco incómodo al
conocer la existencia de otro amante de su doncella, ahora que él mismo había
caído en desgracia—. Mmm, bueno, espero que no lo eches demasiado de menos
cuando regresemos a casa.
Sunny
le dirigió una sonrisa.
—Prometió
visitarme... a menudo.
—Muy
bien pues, si él puede encontrarnos un carruaje para esta noche podemos irnos
ahora y enviar a alguien para que recoja nuestras pertenencias más tarde. Sin
embargo, tendré que ir a explicarle a lady Boah mi ausencia de estos últimos
días y decirle por qué abandono mi puesto como dama de honor. Lo haré ahora
mismo.
—Entonces,
¿va a decirle la verdad? —le preguntó Sunny con sorpresa.
—Santo
Dios, no. Eso es algo que mantendremos en secreto. Pero tengo la excusa
perfecta para Boah: sus intrigas. Le diré que no puedo soportarlas más,
etcétera. Incluso le diré que he estado en casa estos últimos días para
convencer a mi madre de que me permitiera renunciar a mi puesto en la corte de
la reina para siempre.
—¿Que
vas a hacer qué? —dijo Lee Lilly desde la puerta.
Lilly
estaba maravillosa, pero siempre tenía un aspecto estupendo en los meses de
invierno cuando sus mejillas adquirían un brillante tono rosado por sus paseos
diarios. Sungmin siempre había montado con ella a primera hora de la mañana
antes de que comenzaran sus clases. Había echado de menos aquellos paseos en
Londres. También había añorado a su madre terriblemente. ¡Llevaba casi dos
meses sin verla!
—No me
digas que me he comprado una casa en Londres para nada —dijo Lilly entrando en
la habitación y dándole a Sungmin un
largo y fuerte abrazo—. Aunque supongo que todavía podremos usarla en la
temporada de invierno. ¿Qué tal, cariño? Pareces un poco pálido. No estarás
enfermo, ¿verdad? ¿Es por eso por lo que quieres volver a casa?
Sungmin
apenas pudo evitar abrir la boca. Era
evidente que su madre no había tenido noticia de sus cuatro días de ausencia,
con lo cual no había estado angustiada y preocupada, y él se había estado
preocupando por nada. Además, por el comentario que había hecho al entrar,
Lilly tampoco parecía haber escuchado más que las últimas palabras de su hijo.
Eso quería decir que tendría que darle las noticias con toda la suavidad
posible.
—Su
hijo está casado y embarazado, y le contará todos los detalles de camino a
casa.
—¡Sunny!
—exclamó Sungmin .
Lilly
amonestó a la doncella con una mirada adusta.
—Siempre
has tenido un pésimo sentido del humor, Sunny. Pero no está bien bromear con
esas cosas.
Sungmin
se apresuró a cambiar de tema.
—¿Cuándo
decidiste comprar una casa en la ciudad? No me habías mencionado nada en las
cartas que me enviaste.
—Quería
que fuera una sorpresa. Incluso vine a Londres hace un par de días para cerrar
el trato, pero hubo algunos retrasos. Como todavía quería darte una sorpresa,
me abstuve de venir a verte hasta después de firmar la escritura, lo que ha
ocurrido hace más o menos una hora. No me fue fácil tener que esperar, fue
todavía peor que estar en casa echándote de menos —añadió Lilly con una risa
ahogada.
—No
estaba bromeando —dijo Sunny entre dientes desde el fondo de la habitación.
Ahora
fueron ambos, madre e hijo, los que fulminaron a la doncella con la mirada.
—Pero
si me dijiste que no pensabas comprarte una casa aquí —le recordó Sungmin a su madre, ignorando a Sunny.
—Lo
sé, y estaba resuelta a ello. Tenía que cortar por lo sano, por así decirlo, ya
que sabía que no volverías a vivir de nuevo en casa, al menos no por mucho
tiempo. Pero al final, ¡no pude soportarlo más! Así que vivas donde vivas
cuando te cases, no volveremos a estar tan lejos.
—No
estaba bromeando... —masculló la doncella de nuevo.
—Sunny,
déjalo, por favor —dijo Sungmin esta
vez.
Por
desgracia, el tono angustiado de su voz no pasó desapercibido para su madre. Su
madre frunció el ceño con preocupación.
—¿Hay
algo que debería saber? —le preguntó Lilly directamente.
Sungmin
no pudo pronunciar las palabras, sólo se
quedó mirando a su madre. Sus náuseas habían vuelto en todo su esplendor.
—Sólo
intento evitar que se vuelva a poner de los nervios con todo este asunto —dijo Sunny
con toda la despreocupación del mundo—. No necesita más trastornos en su
estado. Ya ha sufrido bastante.
Lilly
no era estúpida, y era demasiado buena sumando dos y dos; por lo que terminó
expresando en tono claramente lastimero:
—¿Te
casaste la misma semana que llegaste? ¿Y no me invitaste a la boda?
Sungmin
se apresuró a tranquilizarla.
—No
fue así, mamá. Me casé esta mañana en medio del canal de la Mancha cuando
regresábamos de Francia.
—¿¡De
Francia!?
Sungmin
hizo una mueca.
—Fue
algo así como una especie de... viaje de novios adelantado.
De
repente todo cobró sentido para Lilly.
—Oh,
Dios mío, necesito sentarme —dijo. Pero no lo hizo. Se quedó allí de pie en
estado de shock y luego añadió—: ¿Y quién es él?
—Cho Kyuhyun.
—No
será... Oh, Dios, ¿es el apuesto hijo de Ahra? Bueno, supongo que eso lo
explica todo. Siempre te dejaba embelesado cada vez que lo veías, ¿recuerdas?
—Sí,
hasta que lo conocí —respondió Sungmin y
al instante deseó haberse guardado esa información para sí.
Lilly
arqueó una ceja.
—¿Hay
alguna otra cosa que deba saber además de que te viste obligado a casarte con
él?
—Supongo
que el hecho de que los novios se odien mutuamente no tiene importancia —dijo Sunny.
Esta
vez Lilly sí que se sentó. Comenzó a decir algo, pero cambió de idea y se
calló. Abrió la boca para comenzar de nuevo, pero volvió a cerrarla. Finalmente
estalló:
—¡Se
suponía que esto no iba a ocurrir! —Sacudió la cabeza levemente y añadió—: Muy
bien, hijo, explícamelo todo tan concisamente como puedas, así podré contener
este repentino deseo de ir a por una pistola.
Sungmin
la puso al corriente con rapidez y trató
de no dejarse nada en el tintero. Empezó por el principio, explicando cómo Kwon
Boah había intentado involucrarlo en sus tejemanejes desde su primer día en
palacio y cómo había sido el primer encuentro con Kyuhyun. Algo que, mirándolo
retrospectivamente, había sido incluso divertido, pues ambos habían llegado a
unas conclusiones erróneas. Admitió su fascinación por él, a pesar de saber que
era un reconocido playboy. Incluso confesó que había aceptado ayudar al señor Lee
en sus intrigas, y que eso era lo que lo había llevado a buscar a Kyuhyun en
donde no debía. No se reservó nada y repitió todo lo que él había dicho y por
qué.
Sungmin
se sintió liberado cuando terminó, como
si le hubieran quitado un peso de encima. Debería haber recordado que Lilly
siempre tomaba lo bueno o lo malo que le ofrecía la vida. Su madre jamás se
quejaba, y jamás guardaba rencor. Sungmin deseó poder ser como ella. Y deseó haber ido a
hablar con Lilly en primer lugar, en vez de seguir el consejo de Sunny... algo
que había conducido a su boda.
Lilly
se puso en pie cuando Sungmin terminó e
incluso sonrió. Puede que no fuera una sonrisa entusiasta, pero,
definitivamente, era una sonrisa.
—Muy
bien —dijo ella—. No es necesario que volvamos a Shiyuan tan pronto. Tengo
reservada una habitación para ti en mi hotel. Había pensado que podrías tomarte
unos días de descanso y venir conmigo a comprar los muebles para la nueva casa,
pero ahora deberías considerarlo como un respiro para no pensar en esta nueva y
triste situación. Será una salida agradable. Nos divertiremos. Y luego podrás
decidir lo que quieres hacer. Así que olvídate de las tontas órdenes de tu
marido, ya que son totalmente irrelevantes y se basan en un análisis erróneo de
las circunstancias. ¿Qué me dices, cariño? ¿Nos vamos a cenar a Londres? Y si
al final no sabes qué hacer, ya se me ocurrirá algo mientras cenamos.
Sungmin
no estaba ni un poquito nervioso cuando
llegó a casa de Kyuhyun la segunda vez. Lilly se había ofrecido a ir con él,
pero el joven no quería que su madre fuera testigo de lo sarcástico y ofensivo
que podía ser Kyuhyun... ni de cómo se rebajaba a su nivel cuando se enfrentaba
a él. Había tomado la decisión de ir a hablar con su marido solo. Quizá lo
había hecho en un arrebato de cólera, pero estaba seguro de haber tomado la
decisión adecuada. No importaba cuánto aborreciera la idea, ni lo mucho que Kyuhyun
se opusiera a ella. Su hijo era lo más importante de todo.
Además,
su madre había estado totalmente de acuerdo con él. De hecho había sido ella
quien le había metido la idea en la cabeza.
—No
permitas que crea que va a haber una anulación cuando no la va a haber.
Le
abrió la puerta el mismo mayordomo con el que se había topado la vez anterior.
Ya que el cochero de su madre estaba bajando uno de sus baúles pequeños del
carruaje, el hombre debería haber mostrado al menos un poco de sorpresa o
curiosidad, pero ocultó sus pensamientos a la perfección.
—Soy Cho
Sungmin y vengo a quedarme —explicó—,
así que le agradecería mucho que le pidiera a un lacayo que ayudara a bajar mis
baúles. Por favor, lléveme ante el marqués.
El
mayordomo tardó un momento en responder. Incluso sus ojos llamearon levemente.
Probablemente pensaba que deberían haberle avisado de su llegada, y así debería
haber sido si alguien de la casa hubiera estado al tanto.
—El
marqués está ocupado —respondió inexpresivamente.
—¿Aún
sigue durmiendo? —preguntó.
—No, lord
Sungmin , salió a primera hora de la mañana. Casi al amanecer. Llevaba una
pequeña maleta con él, así que puede que no regrese hoy. No dijo mucho al
respecto.
Sungmin
no se esperaba esa noticia. Había estado
preparado para una violenta pelea, pero ahora su esposo no estaba allí para
enfrentarse a él.
—¿Podría
hablar con su madre?
—Por
supuesto, sígame.
El
mayordomo no tuvo que ir muy lejos. Se detuvo en la puerta del comedor antes de
anunciar en voz alta:
—El
joven lord Cho ha llegado, milady.
Sungmin
oyó la réplica irritada que salía del interior de la estancia.
—¿Está
usted ciego, Charles? No hay joven lord Cho.
—El
nuevo joven lord Cho —corrigió él.
Sungmin
tuvo la sensación de que a Charles le
había provocado un profundo placer dejar muda a la marquesa viuda. Pero ya que
él no podía responder a ninguna pregunta que Cho Ahra quisiera hacerle, Sungmin
pasó junto al mayordomo y entró en el
comedor.
—Yo
soy el joven en cuestión, anteriormente Lee Sungmin, de Shiyuan. De hecho, la
casa de mi familia está un poco más abajo que la hacienda de su hermano, así
que quizá conozca a...
—¿Eres
el hijo de Lee Lilly? —lo interrumpió.
—Sí, y
actualmente... su nuero.
La
mujer debió de quedarse patidifusa, pero Cho Ahra sólo se limitó a soltar su
tenedor antes de preguntar en un tono resentido:
—¿Cuál
de ellos se casó contigo?
—El
mayor. Fue una ceremonia muy breve que se celebró en alta mar la semana pasada.
Para
sorpresa de Sungmin , una gran sonrisa apareció en la cara de su suegra
—Debo
decir, joven, que has triunfado donde otros han fracasado, ¡te felicito!
—¿No
está enfadada?
—Dios
mío, no. Estoy encantada. Incluso conocía a tus padres. Eran buenos amigos míos
como estoy segura de que ya sabes, y su matrimonio no fue una sorpresa para mí.
Para entonces ya me había ido de la casa de mi padre, pero oí decir que el
conde había mandado construir la casa solariega para Lilly ya que estaba cerca
de la propiedad de su familia. Recuerdo haber pensado lo romántico que me
pareció aquel gesto cuando mi hermano lo mencionó en una de mis visitas a casa.
Es un gran inconveniente vivir la mayor parte de tu vida en una propiedad
vinculada a un título y perderla cuando fallece tu marido. Al menos Lilly no
tuvo que pasar por eso.
Sungmin
apenas fue capaz de endurecer la expresión ante la queja de la mujer. Sabía
exactamente de qué hablaba Ahra. Había imaginado que Kyuhyun todavía estaba
viviendo con su madre e incluso se lo había mencionado a Lilly esa semana.
—Tienes
razón —le había dicho Lilly—. Ahra todavía vive con él. Kyuhyun heredó todas
las propiedades del marqués junto con el título cuando su padre murió.
Sungmin
se dio cuenta de que Ahra se estaba
comportando de una manera diferente a como se había imaginado. ¿Acaso no quería
saber por qué Kyuhyun no le había dicho que se había casado?
—Me
alegra que me considere la persona adecuada para su hijo —le dijo suavemente—,
pero debo advertirle que él no es de la misma opinión. No ha sido Kyuhyun quien
me ha invitado a venir, me he colado en su casa, por así decirlo.
—¿Os
habéis peleado ya? —preguntó Ahra—. Bueno, eso no augura nada bueno, pero al
menos explica por qué él no ha mencionado este maravilloso acontecimiento.
Todavía me parece increíble. Incluso me había resignado a que mis hijos menores
se casaran antes que Kyuhyun.
—Es
mucho más que una pelea, lady Ahra. Kyuhyun tiene intención de anular el
matrimonio.
La
dama frunció el ceño.
—Podrías
haberte ahorrado el comentario. Así que voy a seguir sin tener nietos, ¿eh?
—Bueno,
al menos tendrá uno —dijo Sungmin con una tímida sonrisa.
A Kyuhyun
no le llevó demasiado tiempo darse cuenta de que era mucho más fácil pensar en Sungmin
con lógica cuando no estaba cerca para confundirle y provocarle. Después de que
regresara al palacio de Buckingham y él a su casa, apenas tuvo dos días de
respiro antes de que el pequeño atisbo de duda que Sungmin había plantado en su mente comenzara a crecer
y tuviera que reconocer cómo las consecuencias de su decisión afectarían a sus
vidas si al final él daba a luz a su hijo.
¿Cómo
explicaría a la gente la decisión que había tomado de vivir separados todos
esos meses previos al parto si tenían que continuar casados? Pero eso sólo
sería un problema si Sungmin estaba
realmente embarazado, algo que todavía estaba por ver.
Pero
dos días después empezó a pensar en el bebé como algo real y no como un
producto de las maquinaciones de Sungmin. Incluso comenzaba a imaginar a quién
de los dos se parecería su hijo.
Aquello
fue un error. En cuanto le puso rostro a un bebé que probablemente no existía
se vio acosado por una poderosa emoción imposible de describir ni de ahuyentar.
El niño de ambos... no, de él. Maldita sea, no, realmente era de ambos... si
existía.
Intentó
con todas sus fuerzas dejar de pensar en ese niño y en Sungmin , pero la idea
ya había echado raíces en su cabeza y no desapareció. Iba a tener que llevar a Sungmin
de vuelta a Londres. Después de todo, no podía confiar en que no hiciera alguna
tontería. ¿Sabría su esposo qué precauciones debía tomar durante el embarazo?
¿Que había cosas perfectamente normales que podrían ser muy peligrosas para un
nonato?
Kyuhyun
metió alguna ropa en una pequeña maleta de mano por si acaso hacía mal tiempo
por el camino, y se dirigió directamente a Shiyuan para traer a Sungmin de vuelta a casa.
Vivir
con su familia no era precisamente la situación ideal, pero era la única manera
en que podría controlar las actividades de su esposo y asegurarse de que fueran
las más apropiadas para un joven en su estado. Podrían inventarse algo sencillo
para que viviera con su familia, algo que no tuviera nada que ver con el
matrimonio. Sus madres eran amigas, después de todo, y como ya era finales de
noviembre, la larga temporada de invierno estaba a la vuelta de la esquina. Ahra
siempre podía decir que iba a presentar a Sungmin en sociedad esa temporada.
Tan simple como eso.
Cabalgó
lo más deprisa que pudo hasta Shiyuan, sorprendiéndose incluso de lo rápido que
podía viajar al no tener que ir con su madre en un pesado carruaje. La ansiedad
que experimentaba por poner bajo su cuidado a su futuro hijo no tenía nada que
ver con ningún deseo de volver a ver a Sungmin. Al menos eso fue lo que se dijo
a sí mismo media docena de veces durante el largo trayecto. Pero la inesperada
decepción que sintió cuando no encontró a su esposo en casa fue en parte responsable
de la cólera que sintió mientras regresaba a Londres.
Le
había dicho a Sungmin que se fuera a
casa. ¿De verdad pensaba su esposo que podía hacer lo que le diera la gana? Lo
había desafiado a propósito. Como realmente no estaba embarazado, resultaba
evidente que había decidido conservar su puesto en palacio. Que le condenaran
si iba allí para ajustar cuentas con él. Tendrían una discusión violenta y
demasiada gente podía escucharles y provocar rumores en palacio.
Cuando
atravesó la puerta principal de su propia casa y vio a Sungmin salir de la
sala, se quedó demasiado sorprendido para reaccionar de inmediato. Clavó los
ojos en él con dureza. Estaba aliviado de que su esposo estuviera bien y no por
ahí perdido. Pero la rabia que había sentido durante el trayecto desde Shiyuan
no se había disipado, y lo miró con el ceño fruncido. Sungmin no parecía precisamente acobardada. Si acaso
había en sus ojos una rabia similar a la suya. Maldita sea, qué guapo estaba
con ese traje color lavanda y... tenía la cintura tan delgada como siempre...
—¿Hay
alguna razón para que estés aquí? —inquirió Kyuhyun finalmente.
—Bueno,
me he traído mis cosas. Ahora vivo aquí —le dijo él con absoluta indiferencia.
—¡Que
te crees tú eso!
—Es
muy amable de tu parte darme la bienvenida con esos modales groseros de siempre
—fue todo lo que dijo.
Kyuhyun
apretó los dientes. No importaba que acabara de regresar de Shiyuan adonde
había ido a buscarlo para traerlo a casa. El que ahora su esposo estuviera allí
había sido su idea, y eso, por sí solo, despertaba sus sospechas.
—No
intentes manipularme de nuevo —lo advirtió—, y responde a mi pregunta.
—¿Que
por que estoy aquí? Empezaré por la razón más evidente. Porque es cierto que
estoy embarazada y en cuanto mi embarazo comience a ser visible no quiero que
la gente empiece a preguntarme quién es mi marido y se rían incrédulos cuando
les diga que eres tú.
—¿Y la
razón no tan evidente?
—¡Porque
me pones tan furioso que haría cualquier cosa para fastidiarte!
—No
vas a forzarme a nada apareciendo en mi casa sin haber sido invitado, te juro
que no. Admito que tengo mis dudas, pero si intentas que este matrimonio sea
real antes de que lo del bebé sea un hecho...
—No
empieces con eso otra vez. Tu madre lo sabe, la mía también, y eso, por si no
eres lo suficientemente listo para figurártelo, ya indica que estamos casados
de verdad. Te dije que no quería casarme contigo pero, por si lo has olvidado,
tú insististe en hacerlo, así que ahora asume las consecuencias. Todo lo que
quiero es que mi hijo sea legítimo y así será. Por mí ya puedes volver a soltar
todas esas mentiras de que me aproveché de ti. ¿O cómo dijiste? ¿Que te había
seducido? No me importa lo más mínimo.
—¿Por qué
me haces esto? —le preguntó Kyuhyun con toda la paciencia que pudo reunir.
—Porque
no miento. No te he mentido desde la noche que te dije que estaba buscando una
bufanda para Boah.
Estúpido Kyuhyuuuuuuuun
ResponderEliminarDios mio cuantas veces tendrè que decirselo(?)
Podria decirse que ésta es la 3ra...la vencida,espero que ahora sí le crea.
Ah,cómo se hace menso Kyu,ya hasta casi soño una vida con ellos y le salio lo protector,ni su cabeza ni su corazón están en sintonía,la necesita.
Al menos Min ya tiene de su lado a su mamá y a su suegra😌