—Entra. Al. Auto. Jinki. —Cada palabra era
hueca, deliberada y envuelta con maldad.
Podía oír a mi hermano gimotear y sentí la
tensión entre todos nosotros terminar y gritar con la necesidad de romperse.
Mis manos rodearon el marco de la puerta mientras miraba fijamente el arma.
—¡Muévete! O le dispararé a tu hermano. De
todos modos debería hacerlo, como favor a tu padre.
Tragué con fuerza pero me negué a reaccionar.
Sentía que si pestañeaba de la manera equivocada, él se sentiría justificado
para apretar el gatillo. ¿Por qué no había pensado más en esto? Por supuesto
que si él me había seguido a casa para ver dónde vivía, el lunático me habría
seguido a la casa de Jjong también. Demonios, el desgraciado bien podría haber
estado acechando afuera de la tienda todo el día, esperando su momento. Me
sentí como un idiota, y mi hermano iba a ser la que sufriría.
—Dios mío —susurró Jinkig las palabras y lo vi
moverse por el rabillo del ojo.
—¡No! —No pude evitar ordenarle y me
sobresalté cuando el arma se disparó en un estruendoso BANG..
Jadeé y vi que la bala pasó patinando por el
capó de mi auto. Salté involuntariamente y no pude evitar temblar por el miedo.
Siempre había sido independiente y confiado de que podía cuidar de mí mismo,
pero ahora mismo estaba lamentando no haberme esperado tan solo veinte minutos
para que Jjong nos acompañara. No es que quisiera ponerlo en peligro, pero algo
sobre tenerlo cerca me daba la sensación de que las cosas estarían bien sin
importar qué, y esa era una sensación que podía serme útil en este momento
mientras el arma se nivelaba a mi rostro una vez más.
Jinki se había movido para meterse en medio
del arma y yo. Quería estirarme, agarrarlo y jalarlo hacia mí, pero no quería
arriesgarme a que él tirara del gatillo y le disparara.
—Jinki, si te metes al auto, él me disparara
tan pronto cierres la puerta. Nos va a lastimar a los dos.
Él temblaba tanto que apenas y se mantenía en
pie. Sus ojos se veían enormes en su cara y no podía ver alguna manera de que
esto terminara sin un derramamiento de sangre.
—No, no lo hará. Baja el arma, Oliver, y
entraré al auto.
Él se rio y sonó tan trastornado y loco como
se veía.
—Tú no puedes darme órdenes. Yo soy el que las
da. Entra al maldito auto, Jinki.
—Escucha, la policía ya está tras de ti.
Acabas de disparar un arma en un área llena de gente. ¿Cuánto tiempo crees que
te queda antes de que estés rodeado de policías? Si quieres que vaya contigo,
baja el arma e iré. No me moveré de aquí hasta que tú lo hagas. Tendrás que
dispararme si quieres lastimar a Kibum.
Mierda. Esto no estaba bien. Para nada. Quise
decirle a Jinki que corriera, que se moviera, que hiciera algo que no fuera
entrar al auto con un hombre que ya había probado que podía destrozarlo, pero
no tuve la oportunidad. Oliver regresó a la puerta del conductor de su auto y
lanzó el arma hacia el asiento trasero. Si Jinki se metía al auto como estaba
determinado a hacer, no había forma de que
pudiera tomar la pistola antes de que él lo hiciera.
—Ahora entra. —Aparentemente su deseo de tener
a mi hermano bajo su control superaba el deseo de amenazarme y lastimarme—. No
lo diré otra vez. Un esposo obediente escucha a su marido.
—No lo hagas, Jinki —le rogué con
desesperación. Me miró por sobre su hombro.
—Entra al auto y llama a la policía.
—Te va a lastimar, te matará. No puedes irte
con él.
—Tengo que hacerlo. Tú me salvarás. Siempre lo
haces.
Abrió la puerta del copiloto del sedán y se
deslizó dentro. Oliver me miró por sobre el capó de su auto e hizo una pistola
con su dedo. Pretendió que me disparaba en la cabeza mientras el leve sonido de
las sirenas se oía. Se metió al auto y aceleró con la cara de horror de mi
hermana viéndome a través de la ventana.
Busqué mi celular y llamé al 911, a Leeteuk,
Jjong, mis padres y a Taemin, en ese orden. La policía ya venía en camino, y
antes de que le gritara a Jjong que lo necesitaba y que tenía que venir para
ayudarme a mantener la compostura, ya estaba rodeado de detectives y oficiales
de patrulla. Me hacían un millón de preguntas:
¿De qué color era el auto?
¿Vi la matrícula?
¿Qué vestía Jinki?
¿Sabía qué clase de arma era?
¿Creía que él lastimaría a Jinki… o a sí
mismo?
¿A dónde podría haberlo llevado?
Las preguntas eran interminables y no pude responder
coherentemente a la mayoría de ellas. Me sentía adormecido. Temblaba tanto que
mis músculos me dolían. Sentía que todas las palabras que me decían eran solo
ruido de fondo por encima del rugido de mi sangre y el tronar de mi corazón.
Quería acurrucarme en posición fetal en el
piso y la grava. Quería entrar a mi auto e ir acelerando en dirección aleatoria
como si pudiera encontrar mágicamente a Oliver y a mi hermano si hiciera eso.
Quería estrangular a Oliver, patear a mi papá y sacudir a mi mamá hasta casi
matarla.
Escuché que gritaban mi nombre por encima del
caos. Vi la alta figura de Jjong y su cabello rubio mientras se abría paso
entre la multitud de policías, decidido a llegar a mí. Tan pronto como sus
brazos se cerraron a mí alrededor, me quebré en mil pedazos. Colapsé y dejé que
me sostuviera mientras lloraba y maldecía y juraba vengarme de todos.
Nunca antes me habían quitado a alguien que me
importara. Claro, yo me había ido, huido porque sentía que tenía que hacerlo,
pero tener a alguien que amaba arrancado de mí en una forma brutal y vil, me
tenía desgarrado y sufriendo. Me daba una nueva y completa comprensión de esas
heridas que Jjong había sufrido toda su vida. Mis dedos se enroscaron alrededor
de su cintura y le juré a Dios, al universo y a quién fuera que me estuviera
escuchando, que nunca lo dejaría ir de nuevo.
Sentí que besó la parte de arriba de mi cabeza
y me apretó también.
—Te tengo.
Me tenía. Me tenía absolutamente y yo a él.
—Lo sé. También te tengo.
Ahora solo teníamos que permanecer fuertes y
aferrarnos el uno al otro mientras los mejores de Seúl iban tras el lunático
que había secuestrado a mi hermanito.
Fue una noche miserable. La policía no había
sido de mucha ayuda, y si no fuera porque Leeteuk apareció siendo el enlace no
oficial entre Kibum y los detectives trabajando en el caso, sentí como que
había una buena posibilidad de que mi chico hubiera terminado en la cárcel por
sí mismo.
Estaba comprensiblemente frenético, pero más
que eso, estaba furioso. Estaba molesto consigo mismo por dejar la tienda sin
compañía a pesar de que seguía diciéndole que no habría importado.
Oliver tenía una pistola y estaba determinado
a arrastrar a Jinki. De todas formas, si yo hubiera estado o no con ellos, una
bala era una bala y lo más probable es que me habría visto como una amenaza y
disparara primero solo para sacarme del camino. Debería haber guardado silencio
porque eso solo lo puso más enfadado y más perturbado.
Conocía el sentimiento. La idea de un
enloquecido hombre armado apuntando una pistola en él y disparando a todo el
mundo cerca de él, me hacía querer lastimar a alguien.
Estaba furioso con Jinki por irse con Oliver,
pero estaba absolutamente furioso de que el motivo por el que Jinki se había
atado a un hombre como su marido en primer lugar fue a causa de su padre y su
dañina forma de crianza.
Pude ver una tormenta acechando allí e imaginé
que haría mi mejor esfuerzo cuando llegara a su punto máximo. Por ahora, todo
lo que podía hacer era sostenerlo, decirle que todo estaría bien y darle a Leeteuk
miradas de súplica silenciosa por la parte superior de la cabeza de Kibum
mientras se aferraba a mí y lloraba alternativamente y maldecía al mundo.
Puede que no amara a Jinki de la forma en que
amaba a Kibum, pero él todavía era importante para mí. Todavía tenía un lugar
en mi historia y en mi corazón y sin duda, era una parte de mi familia en
ruinas. Había perdido a bastantes personas que me importaban en esta vida. No
había forma en que fuera a perder a otra.
Estaba sentado en el sofá de la sala de Kibum.
Era temprano a la mañana siguiente y él solo se había quedado dormida después
de caminar por el piso por lo que parecieron interminables horas. Incluso en su
sueño, estaba gimiendo e inquieto.
Kkomde estaba acurrucado a mi otro lado. Se
estaba volviendo muy grande para ser permitido en los muebles pero no se había
separado de Kibum desde que la policía se había largado y yo creo que el pobre
chico se estaba sintiendo mal de que no había sido capaz de ayudar. El perro es
grande, con ojos dorados que miraban a Kibum mientras él murmuraba en su sueño
y se movía. Estiré el brazo con mi otra mano y lo acaricié en su amplia cabeza.
—Está bien, compañero. Es difícil mantener a
tu joven señor a salvo.
Bajé la vista hacia Kibum y vi que sus cejas
estaban fruncidas y que tenía líneas profundas grabadas entre los arcos negro
azabache. Utilicé la punta de mis dedos para alisarlas y suspiré.
—Probablemente es el peor momento para decirte
esto, pero yo… —él de repente se volteó, por lo que estaba tumbado en su
espalda y mirándome directamente. Esa interminable mirada negra tenía mi pasado,
mi futuro, todos mis secretos, y cada sueño que he tenido, en ellos. Era como
verlo por siempre y saber que siempre iba a estar justo en el centro de ello—…
te amo. Te amaré eternamente y por siempre.
Sus largas pestañas barrieron hacia abajo por
un momento y luego se elevaron. Al igual que las estrellas en el cielo de la
noche pude ver sus sentimientos por mí parpadear hacia mí desde la profundidad
de la medianoche.
—También te amo. No podría hacer esto sin ti.
Siempre me hiciste más fuerte de lo que alguna vez lo fui solo. Siempre he
necesitado una razón para quedarme; contigo ese nunca ha sido el caso. Contigo
quedarme es la única opción que tengo, porque el único lugar en que quiero
estar es donde quiera que tu estés.
Esa fue la única cosa que siempre había
querido que me dijera. Me agaché para poder besarlo suavemente.
—Puede ser que haya tardado un maldito largo
tiempo en averiguar la diferencia entre el primer amor y el amor verdadero,
pero, Kibum, no hay nada más real que lo que siento por ti.
Él iba a responder pero su celular sonó y
ambos nos pusimos rígidos y nos quedamos mirando el uno al otro con grandes y
nerviosos ojos. Tomé el celular e hice una pequeña mueca cuando vi que era el
de Leeteuk el número en la pantalla. No podía creer que mis manos de hecho
estuvieran temblando mientras golpeaba la pantalla para responder la llamada.
—Hola.
—¿Jjong? —Su voz era baja y pude escuchar un
montón de conmoción en el fondo desde donde quiera que me estaba llamando.
—Sí, estoy con Kibum. ¿Tienes alguna noticia?
Kibum se irguió y se aferró a mi mano libre
con las suyas. Estaba pálido y sus ojos oscuros parecían que estuvieran
tragándose toda su cara. El temor brillando fuera de ellos se estableció como
una piedra en mi estómago e hizo que mi pecho girara con la necesidad de ser
capaz de hacer algo por ella.
—Tal vez debería hablar con Kibum. —La voz de Leeteuk
se mantuvo constante y baja, pero sus palabras se sacudieron como un terremoto
a través de todo mí ser.
Mi corazón se hundió y mis dedos se cerraron
reflexivamente en torno a las manos de Kibum.
—Solo te pondré en altavoz.
—Está bien. —Esperó un segundo mientras
retiraba el celular lejos de mi oído y lo sostenía entre mi chico y yo después
de encender el altavoz.
—Adelante, Leeteuk.
Suspiró a través de la línea y oí sirenas y
conmoción en el fondo.
—En primer lugar, Jinki está bien. Está en una
ambulancia en camino a un hospital.
Kibum suspiró y cayó hacia delante para que su
frente estuviera descansando en mi hombro.
—Gracias a Dios.
—Sí. Las patrullas estaban en alerta acerca
del auto que su marido estaba conduciendo después de que él ya había cruzado la
frontera del estado. Parece que se dirigía de regreso a Hyehwadong.
—Recuento. —Me sentí aliviado, pero había algo
en la forma en que Leeteuk estaba hablando, el distante, suave profesionalmente
del recuento de los eventos, era desagradable. Literalmente podía sentir al
otro zapato esperando caer.
—Uhm... Jinki estaba en muy mal estado cuando
los policías finalmente llegaron a él. No sé cuál es el alcance de las
lesiones, pero sé que no es bueno. —Me di cuenta de que estaba restándole
importancia por el bien de Kibum. Grandes lágrimas brillaban en las pestañas
negras de Kibum y podría decir que estaba leyendo entre líneas también.
—¿Qué más, Leeteuk? Solo dilo todo para que
podamos llegar a tan pronto como sea posible.
Suspiró de nuevo y, finalmente, su personaje
de policía se quebró un poco. Su voz tembló un poco y hubo suficiente de un
hilo de emoción para hacerla volver de su rol profesional a un amigo.
—El marido no fue fácil. Los policías lo
acorralaron en una parada de descanso después de una persecución de autos de
cuarenta y cinco minutos. Todavía tenía la pistola. —Hizo una pausa por un
segundo y me congelé mientras las uñas de Kibum se clavaban en mi piel lo
suficiente como para romperla—. Hubo un enfrentamiento.
—Mierda. —Se me escapó pero Kibum asintió. Era
como escuchar nuestros peores temores puestos en juego.
—Sí. Tenía la pistola en la cabeza de Jinki.
Amenazó con pegarle un tiro, amenazó con pegarse un tiro. La Patrulla llamó a
un equipo de respuesta crítica para negociar la situación de los rehenes.
Estará en todas las noticias en la próxima hora, estoy seguro.
Kibum negó con su aturdida cabeza de ida y
vuelta como si pudiera negar que algo de esto le hubiera sucedido a su hermano.
—Al final del día, el equipo tomó medidas
preventivas para mitigar la amenaza.
Kibum soltó su apretón de muerte sobre mí y se
puso de pie. Parecía agotado y frágil, pero como siempre estaba ese núcleo de
fuerza en él que simplemente no se doblaría.
—¿Qué pasó, Leeteuk?
—Oliver está muerto.
Dejé escapar un profundo suspiro y compartí
una mirada solemne con Kibum.
—Bien.
—Sí, bueno, al final el rehén fue rescatado...
pero, Jjong... —Su voz se desvaneció y tuvo que aclararse la garganta—. Ese
pobre chico pasó por el infierno. Tuvo que ser testigo de que la persona con
quien estaba casado muriera justo enfrente de él. No importa lo mucho que
podría haberle hecho daño, o lo horrible que era... eso cambia a una persona.
No va a ser el mismo después de esta experiencia.
Tiré de Kibum hacia mi pecho en un abrazo con
un solo brazo mientras las lágrimas finalmente escapaban de la trampa de sus
espesas pestañas.
—Por supuesto que no, pero nosotros nos
encargaremos de él y de ayudarlo a sanar. Es lo que esta familia hace.
—Lo sé. Es afortunado de ser parte del redil.
—Gracias por la actualización, Leeteuk.
—Claro. Si necesitan cualquier otra cosa
háganlo saber. Les enviare un mensaje con la información que tengo acerca de
a donde lo están llevando.
Kibum murmuró un agradecimiento que se perdió
en la tela de mi camisa mientras terminaba la llamada y usaba ambos brazos para
estrecharlo lo más fuerte que podía
—Estará bien. Jinki es un Kim y ustedes chicos
son unos luchadores.
Él envolvió sus brazos alrededor de mi cintura
y apoyó su mejilla sobre el lugar en mi pecho donde mi corazón latía
erráticamente debido a la adrenalina y alivio.
—Sí, pero toda una vida de lucha se vuelve
aburrida después de un tiempo. —Se echó hacia atrás y me miró, y podía verlo,
sentirlo y olerlo en el aire. La tormenta había golpeado tierra y ella estaba
lista para nivelar todo en su camino—. Es hora del golpe de gracia de una vez
por todas.
Todo lo que podía hacer era encogerme de
hombros en acuerdo.
—Cuidaremos de tu hermano primero.
Se alejó de mí con un movimiento de cabeza.
—Te amo y me encanta que sabes lo que tengo
que hacer y no estás volviéndote loco al respecto.
Ya estaba en mi teléfono mirando vuelos para
ir donde estaba Jinki. Por suerte, era un vuelo corto y no nos llevaría
demasiado tiempo llegar a su lado. Levanté la vista de la pantalla y le di a Kibum
una media sonrisa.
—Siempre tendrás un poco de gitano en ti, Kibum.
Siempre y cuando regreses a mí, estoy dispuesto a dejarte ir a donde sea que
quieras ir. Estaré justo aquí cuando vuelvas.
Vi temblar su labio inferior ante mis
palabras, y antes de que pudiera teclear enviar en el ridículamente caro vuelo
de última hora, se lanzó hacia mí.
—Los gitanos pueden ver el futuro en su bola
de cristal, Jjong. ¿Quieres adivinar qué es lo que veo en el mío?
—¿A nosotros?
Se rio un poco y me besó de nuevo.
—Definitivamente nosotros. Agarraré algunas
cosas para llevarle a Jinki y tenemos que averiguar qué hacer con Kkomde ya que
ambos iremos y no tengo idea de cuánto tiempo estaremos fuera.
Tenía una gran cantidad de gente que sabía a
ciencia cierta que montaría al rescate para ayudarme con el perro, pero por
alguna razón la primera persona para llamar fue Taemin y no tenía nada que ver
con el hecho de que tenía un patio trasero gigante.
Solo tomó media hora para que Taemin llegara y
recogiera a Kkomde. Los chicos se abrazaron y más lágrimas se derramaron
mientras apuraba a Kibum por la puerta y nos apresurábamos al aeropuerto.
En el hospital fue un poco de trabajo
conseguir ver a Jinki. Todavía había un montón de oficiales encargados de hacer
cumplir la ley corriendo y los medios de comunicación estaban al acecho como
buitres.
El personal de enfermería supo quién era Kibum
de inmediato y empezaron llevarlo, pero no quería ir sin mí. Ya que no era
familiar directo no me iban a dejar entrar a ver a Jinki. Pensé que era más
importante que Jinki viera una cara familiar que pelear contra las reglas, pero
Kibum no estaba de acuerdo con nada de eso. Y en su forma típica encantó y
maniobró a todo el que necesitara para obtener autorización para que yo entrara
en la habitación con él.
Casi me hubiera gustado haberme quedado en el
pasillo. Jinki se veía terrible. Su rostro estaba prácticamente deformado por
los golpes que había sufrido. Su cabello estaba enredado y en un lío que se
había secado con sangre y aunque ambos de sus ojos eran negros y azules, y
estaba hinchado hasta el punto que no tenía ni idea de lo que podía ver fuera
de ellos, pude ver el extraño, hueco en las profundidades normalmente
brillantes.
Jinki solo miró más allá, roto, y aunque
quería dar la vuelta y fingir que nada de eso había sucedido, Kibum marchó
directo hacia él y tomó a su hermano en un suave abrazo mientras se mecían juntos
alrededor de los tubos y monitores que estaban conectados a Jinki.
No había remordimiento. No había palabras
inútiles de condolencia. Todo lo que Kibum podía hacer era sostener a Jinki
mientras lloraba y lloraba. No había nada que fuera a hacer a la situación, o su hermano, mejor y Kibum lo sabía, así que solo ofreció su
fuerza, lo cual era realmente lo único que Jinki necesitaba en ese momento.
—Estoy tan contento de que ustedes se tenían
el uno al otro mientras esto ocurría. —Su voz era áspera y sonaba como si
tomara una gran cantidad de esfuerzo hacer que funcionara. Me miró de soslayo
con sus ojos hinchados y pude ver su sinceridad y su corazón brillando hacia mí—.
Sé que esto tuvo que ser muy duro para ambos.
Nunca quise perder a nadie que amara de nuevo,
pero este incidente, este acto de violencia sin sentido y malicia, dejó muy
claro que no importan las opciones que hice, el destino muy bien podría tener
otros planes y la pérdida era solo una parte de la vida. Era una idea mucho
mejor disfrutar el tiempo que tuve con ellos, que darle importancia a
obsesionarse y preocuparse por lo que pasaría cuando ese tiempo se acabara.
—Todo lo que importa es que estás bien y que
nos dejes llevarte a casa.
Giró la cabeza para mirar a Kibum y luego
dejar que sus maltratados ojos se cerraran a la deriva
—Ni siquiera sé dónde es casa. Eso es lo que
Oliver seguía diciéndome: “Tú perteneces a casa, conmigo”. ¿Qué tipo de casa se
parece a esto?
Lo vi temblar y vi la columna vertebral de Kibum
ponerse rígida.
—Casa es donde hay gente que te quiere y te
necesita. Casa es en donde perteneces, no importa cuáles sean tus faltas o lo
que tu vida le parezca a los demás. Cada es a donde puedes irte pero siempre
saber que está ahí para volver. Jinki, casa es donde estoy yo. Casa es donde
está Jjong. Te vienes de nuevo a Seúl con nosotros para que podamos cuidar de
ti y darte un poco de ayuda.
Esa fue la última pelea. Kibum no iba a dejar
que todo descansara hasta que tuviera que terminar con su padre por última vez.
Iba a cortar los lazos, romper las cadenas que los mantenían a él y a Jinki
atados al pasado, romperlas para bien. Él iba a volver a Hyehwadong.
Todo dentro de mí quiso exigirle que me dejara
ir con él. Quería ser su cazador de dragones, su línea ofensiva, pero sabía que
tenía que dejarlo ir solo. Tenía que dejarlo ir para que pudiera volver. Tenía
que dejar que lo hiciera solo, porque no era mi lucha. Me gustaría cuidar de Jinki
y asegurarme de que estaba bien mientras Kibum hacía todo lo posible para
hacerles libres a ambos.
Jinki no tenía la energía para discutir o
hablar mucho más. Sabía que Kibum iba a querer quedarse a su lado, así que los dejé
a los dos solas y me fui a actualizar a todo el mundo de vuelta a casa acerca
de lo que estaba pasando.
Pobre Jinki...qué necesidad había de legar a tanto,pero con ese tipo de gente,imagino que solo esa es la única salida...al menos él está bien y tiene a personas que se preocupan lo suficiente por él,para que lo ayuden a salir del nuevo episodio en su vida.
ResponderEliminarAlgo bueno...Jong y Kibum se dijeron que se aman,que Kibum no se irá y que Jong está consciente de ello. Que saben que ahora,ninguno de los dos estará fuera de la vida del otro *0*.
Solo espero que Kibum regrese bien de esa visita a sus padres.