—Me alegro de que pidieras reunirte conmigo.
—habló de una manera muy culta a pesar de que sus manos en movimiento constante
delataban lo nervioso que estaba.
—A veces me toma un minuto hacer mi camino
hacia donde se supone que debo ir. Como te dije en tu oficina, no merecías ese
tipo de trato. Normalmente soy un tipo bastante decente.
—Tal vez no, pero sé que todo esto es un poco
difícil de procesar.
—Tenías que procesarlo también.
Él asintió un poco y quitó la etiqueta de su
botella de cerveza.
—Mi padre siempre estaba encontrando nuevas y
perfectamente horribles formas de meterse con mi vida. Estoy acostumbrado a
tratar de procesar a través de todo. —Sus ojos se oscurecieron como un día
nublado—. Cuando empecé a tratar de rastrearte estaba enojado con él. Estaba
solo, estabas solo, y él lo supo todo el tiempo. Podríamos habernos tenido
entre nosotros y ayudado mutuamente y él deliberadamente nos mantuvo separados
hasta que se fue. Estoy bastante seguro de que él contaba con que serías un
bastardo egoísta codicioso que simplemente sacarías el dinero sin un
pensamiento. Él estaba tratando de hacerme daño, pero realmente me dio la única
cosa que siempre quise.
—Alguien más para llamar familia, otra persona
por la cual preocuparte y con la cual compartir cosas. El hecho de que eres un
buen hombre, y que resultaste tan increíble todo por tu cuenta, en realidad es
un épico “jódete” al viejo. Podría amarte incondicionalmente solo por eso,
Jjong.
Me detuve con la mitad de la cerveza en mis
labios y solo lo miré. Esa era probablemente una de las cosas más agradables
que nadie nunca había dicho sobre mí.
—Realmente no estoy interesado en tomar la
mitad de tu herencia, Taemin. No hago el dinero de un abogado, pero lo hago
bien y puedo mantenerme muy bien. —Finalmente tomé un trago de la cerveza y la
puse de nuevo sobre la mesa—. Suena como que gané cada centavo de la manera más
dura posible.
Se inclinó un poco más cerca de mí para poder
apoyar su codo en la mesa y descansar el mentón en la mano.
—Seré bastante presuntuoso y sobrepasaré mis
límites por un segundo, así que no te enojes conmigo.
Levanté una ceja, pero sonreí porque realmente
parecía preocupado por la que pudiera ser mi reacción. No podía culparlo. No
había rodado exactamente la alfombra de bienvenida para él hasta ahora.
—He pasado algún tiempo con Kibum. Lo adoro y
creo que es tan perfecto para ti como cualquier otro joven podría alguna vez
serlo. Sé que ustedes tienen algo de historia persistente entre ustedes, pero
desde el exterior los dos actúan como si fueran un equipo. Antes de desechar el
decir sí al dinero que te corresponde por derecho, es posible que desees pensar
en el hecho de que ya no estás operando de manera independiente. Ese dinero
podría pagar una boda. Podría pagar un pago inicial de una casa. Puedes usarlo
para un nuevo negocio, o para la universidad si tienes niños en la mira. No es
una pequeña suma, y honestamente, Jjong, te lo mereces tanto como yo.
Jódeme. Ni siquiera había empezado a pensar en
lo que un golpe de suerte inesperado podría significar si mi relación seguía
avanzando con Kibum como hasta ahora. No había duda de que sostenía mi corazón
y siempre había sido dueño de mi alma. Claro que probablemente iba a poner un
anillo en su dedo, por la línea y la forma en que este grupo estaba saltando a
los niños de izquierda a derecha, probablemente estará en la agenda en algún
momento también. No había pensado en ello en términos de estar a la vuelta de
la esquina.
—Somos un set completo. —Me gustó la forma de Kibum
de ver como encajábamos juntos—. Tienes razón. Necesito hablar con él antes de
solo despreciar el dinero.
—Es un joven muy dinámico.
Me reí porque era una manera de decirlo.
—Es una fuerza de la naturaleza.
—El tatuaje que tiene en su espalda, el que
dibujaste para él cuando era un adolescente, nunca he visto nada tan hermoso.
Creo que tu dibujo es increíble y el hecho de que lleve su regalo favorito que
alguna vez recibió con él cada día es muy especial.
En realidad nunca lo había visto de esa forma
antes, pero Taemin tenía razón. Era especial. Realmente especial, al igual que
la relación que tenía con Kibum.
—Siempre pensé que tenía mala suerte, ¿sabes?
—Me incliné un poco más cerca de él también—. Mi mamá murió porque un bastardo
de mierda intentó robarle el auto. —Suspiré y sentí el peso de esa pérdida caer
sobre mí como siempre lo hacía—. Estoy seguro de que sabes eso porque indagaste
en mi vida tratando de encontrarme, pero lo que no sabes es que él estaba fuera
esa noche porque yo estaba enfermo. Tenía fiebre y estaba vomitando, así que
fue corriendo rápidamente a la tienda para conseguir 7 Up y Tylenol infantil
para mí. No vivíamos en una parte buena de la ciudad, así que él nunca habría
estado fuera de no ser por mí.
La emoción trepó hasta mi garganta y me hizo
difícil hablar. Tuve que bajar la vista hacia la mesa porque la compasión en la
mirada de Taemin era demasiado para lidiar con ello.
—Luego fueron los hermanos Kim. Necesitaba a Kibum
y él se marchó. Pensé que amaba a Jinki y él no me quería. Más mala suerte. —Solté
una risa entrecortada que sonó como si estuviera oxidada—. Luego fue el fútbol.
Era bueno en eso, muy bueno, pero no lo amaba y no podía ver un futuro en lo
que sí amaba.
Me aclaré la garganta y levanté la mirada
hacia ella de nuevo.
—Después del último mes o así, he empezado a
cambiar de opinión acerca de esa suerte. Kibum regresó y enderezó mi mundo a
pesar de que no sabía que estaba del revés. Jinki siempre será importante para
mí, de una forma diferente, pero sigue siendo importante en realidad. Shindong
me encontró y me enseñó cómo vivir del arte. Puede que mi madre no esté, pero
ahora en cada sitio donde acabo me encuentro con alguien que me ama y me
considera familia... incluido tú. Esa es más buena suerte de la que la mayoría
de los hombres consiguen en su vida.
Sus ojos se volvieron muy brillantes y me
dijo:
—Vas a hacerme llorar.
Gruñí un poco y decidí cambiar de tema.
—¿Que pasa contigo? ¿Nadie se enfadó porque
buscaras y deambularas para encontrar a tu hermano perdido hace mucho tiempo?
Hizo una mueca y fue su turno para ser incapaz
de encontrarse con mi mirada.
—Estaba comprometida antes de marcharme, pero
simplemente no era adecuado. Rompí antes de mudarme y el hecho de que estuviera
más preocupado por ti y por lo que pensarías que de él y de cómo podría haberlo
lastimado fue un gran indicador de que la separación era la decisión correcta.
—Vaya mierda. ¿Estuvieron juntos durante mucho
tiempo?
—Cinco años, dos prometido. Él era un buen
tipo, simplemente no era la persona correcta para mí.
—Sigue siendo duro.
Levantó la barbilla y me sonrió. Fue muy
surrealista cuánto de mí mismo pude ver en él cuando me devolvió la mirada.
—Creo que me gustaría esperar por algo como lo
que pareces tener con Kibum. Quiero a alguien que me mire como si yo fuera el
principio y el final de todo. Así es como lo miras.
—Mi primero y último.
Inclinó la cabeza hacia un lado y me miró con
confusión. Agarré mi cerveza porque él podría ser mi hermano, pero en la
práctica seguía siendo un desconocido y ponerme todo íntimo, empalagoso y
emocional no era realmente lo que había planeado para este encuentro.
—Kibum era el joven que fue un montón de
primeras veces para mí aunque no lo reconocí en el momento. Ahora que está de vuelta
en mi vida estoy tratando de concentrarme en las últimas que será conmigo.
Taemin asintió y agarró su propia cerveza.
—¿Como el último joven que vas a amar?
—Exactamente.
—Eso es lo que quiero. —Iba a decirle que
esperara por ello e ignorase a Kangin mientras que él se acercaba con dos
cervezas más y exhibía todo su encanto y amabilidad, pero no tuve la
oportunidad porque Minho entró luciendo como si hubiera estado revolcándose en
aserrín y masilla durante horas. Tenía partículas de madera enganchadas en la
barba y la suciedad cubría su frente.
Yo estaba acostumbrado a su aspecto fornido y
desaliñado, pero pensé que podría intimidar a Taemin cuando retiró una silla
sin preguntar y ordenó, diciéndole a Kangin que le trajera una cerveza. Kangin
se alejó riendo y envió a Minha de vuelta con una bebida para Minho.
—¿Quién es éste? —Su voz sonaba como si
hubiera sido lanzada desde la montaña y retumbado. No estaba seguro, pero creo
que estaba mirando de reojo a Taemin.
—Mi hermano. Taemin, este es mi amigo Choi Minho.
De hecho, él diseñó y construyó la nueva tienda. —Me sorprendió lo fácil que
era llamarlo mi hermano y lo mucho que me gustaba cómo sonaba.
Los ojos de Minho brillaron con humor.
—¿Tienes un hermano? ¿Un hermano sexy y elegante?
Vi a Taemin sonrojarse y mírame con los ojos
muy abiertos. No había nada en Minho que diera la impresión de ser amable y
tierno, pero creo que estaba intentado seriamente coquetear con mi hermano.
—Seguro que se ve de esa manera. —Entrecerré
los ojos hacia él y traté de darle una patada bajo la mesa. Fue como empujar mi
bota contra el tronco de un árbol.
—Lleno de sorpresas, ¿no, Jjong? Primero el
bombón de casa y ahora un precioso hermano que te has estado guardando toda
para ti. ¿Quién más va a salir de la nada yendo detrás de ti?
No quise darle la satisfacción de decirle que Jinki
también estaba en la ciudad, así que solo lo fulminé con la mirada mientras
seguía sonriéndome. Esperaba que cayera un silencio incómodo, pero como seguía
haciendo, Taemin me sorprendió siendo capaz de hablar de negocios con Minho
como una profesional.
Resultó que mi hermano había comprado una
vieja casa y estaba completamente deteriorada. Dos cervezas más tarde creo que
habían hecho planes para que él fuera a echar un vistazo a su propiedad y
revisar el trabajo en el que él pensaba que su actual contratista le estaba
estafando. Tampoco se inmutó cuando Minho develó su pasado criminal. A cambio
le informó de que debido a que era un abogado sabía muy bien que a veces el
sistema legal interpreta mal las cosas. Para la cuarta cerveza creo que le
estaba devolviendo activamente el coqueteo a mi enorme amigo y yo estaba
claramente incómodo y haciendo mal tercio.
Le envié un mensaje a Kibum para ver si ya
estaba en casa, y cuando respondió con una selfie de sí mismo en la cama,
acurrucado con las gafas puestas y por lo que pude ver nada más, ofrecí un
rápido adiós y me dirigí hacia mi chico. Jinki me dejó entrar y solo se rio de
mí cuando pasé a su lado sin apenas darle algún tipo de saludo o agradecimiento
de camino a la habitación de Kibum.
Estaba despierto y esperándome y realmente
solo tenía puestas esas modernas monturas negras que solo llevaba cuando estaba
en su casa. Su cabello negro y rojo era un caos salvaje y me llevó alrededor de
tres segundos desnudarme y unirme a él.
En algún momento, cuando estaba haciéndolo
gemir y gritar mi nombre, se me ocurrió que no estábamos exactamente solos en
el apartamento y que debería tener alguna consideración por Jinki, pero
entonces sus manos comenzaron a masajear los piercings de mi polla y no pude
pensar en nada salvo en lo increíble que era él y cómo no quería que nadie
nunca más volviera a poner sus manos sobre mí además de él.
Nos quedamos dormidos envueltos el uno
alrededor del otro, agotados y saciados. Su cabeza estaba en mi pecho y su
sabor estaba por toda mi boca y era perfecto. Su ligero peso encima de mí era
algo así como el ancla que me había tatuado en el cuello. Me sostenía en su
sitio, me mantenía conectado a tierra, me recordaba que él era mi puerto de
amarre cuando los dos habíamos estado a la deriva durante tanto tiempo.
Me desperté de golpe y maldije con irritación
cuando el codo de Kibum aterrizó en mi barriga al levantarse súbitamente y
salir de la cama. Al principio no podía entender lo que estaba haciendo, pero
luego escuché a Jinki golpeando frenéticamente la puerta de la habitación y al
perro desgañitándose al ladrar como un loco. Gemí y alcancé los jeans que había
dejado a un lado de la cama la noche anterior. Kibum se había apropiado de mi
camisa, por lo que solo estaba medio vestido cuando me abrí paso hasta la sala
de estar para ver de qué se trataba toda la conmoción.
Le dije a Kkomde que se callara y le traje la
pelota de tenis para distraerlo mientras Jinki le gritaba a Kibum de forma
incoherente. Estaba a punto de silbar y decirle a todo el mundo que se calmara
de una puta vez cuando el timbre de la puerta de seguridad de la parte
delantera del edificio sonó en el aparato de la pared. Sonaba y sonaba como si
alguien estuviera apoyado sobre él. Eran solo las cuatro de la mañana y esto
obviamente no era un vecino que se hubiera quedado fuera.
—¿Qué demonios está pasando? —Me restregué las
manos por el cabello y me dirigí hacia los chicos.
Kibum me miró por encima del hombro, sus ojos
oscuros preocupados e insondables, noté que estaba pálido.
—Jinki cree que es Oliver, su marido.
Fruncí el ceño y me crucé de brazos. El timbre
sonó de nuevo y lo miré con hostilidad.
—¿Cómo demonios sabría siquiera cómo
encontrarte?
Jinki estaba sacudiendo la cabeza hacia atrás
y hacia adelante y llorando con grandes lágrimas.
—No lo sé. Oh Dios mío, va a matarme.
Sentí mis cejas descender sobre mi nariz
mientras me dirigía al intercomunicador.
—Probablemente solo sea un borracho que no
puede entrar y sigue apoyado sobre el mismo botón. —Presioné la tecla de respuesta
y grité—: Muévete, amigo. Nadie va a dejarte entrar. Son las cuatro de la mañana, no
me hagas llamar a la policía.
No hubo respuesta, pero tan pronto como solté
botón de llamada, empezó a sonar de nuevo. Kibum estaba mirándome como si yo
debiera saber qué hacer, así que simplemente me encogí de hombros y dije:
—Está bien, voy a salir ahí y ayudarle a
quitar su maldito dedo del timbre. A quien quiera que sea. —Jinki comenzó a
llorar más fuerte y Kibum me frunció el ceño.
—Tú le viste cuando llegó aquí. Ese tipo es
impredecible y está desquiciado. No quiero que salgas herido. Tal vez
deberíamos llamar a la policía.
El timbre empezó a trinar una vez más y Kkomde
le gruñó bajo en su garganta. Me agaché para rascarle entre las orejas.
—Déjame encargarme de ello primero. Ese tipo
no va a molestar a mis chicos y quizás necesita meterse con alguien de su
tamaño.
Jinki hipó.
—Está loco, Jjong. Casi me da una paliza de
muerte porque no estuve de acuerdo en tener hijos con él. ¿Y si tiene un
cuchillo o una pistola? No quiero que salgas herido por mi culpa.
Le di a los dos una sonrisa torcida y abrí la
puerta.
—No se preocupen por mí. Soy bueno cuidando de
ustedes, ¿recuerdan?
Ambos gritaron mi nombre mientras Kkomde pasaba
como un rayo junto a mí y se iba corriendo hasta el final del pasillo donde se
encontraba la puerta de seguridad. Agarré su collar solo por si acaso, abrí la
primera puerta y me dirigí a la segunda donde estaba el intercomunicador. Había
un hombre de pie delante de la consola pulsando el botón con el número del
apartamento de Kibum y sin dejar de presionarlo.
Tenía un aspecto bastante corriente. Era un
poco más bajo que yo y llevaba pantalones aburridos de color caqui y una camisa
polo por fuera del pantalón. Parecía que su cabello hubiera sido restregado por
manos exasperadas, y cuando sus ojos oscuros se posaron sobre mí pude ver la
furia llameando en ellos.
—Oye, hombre. Ya basta. No sé quién eres, pero
te equivocaste de apartamento. —Kkomde gruñó bajo en su garganta y tironeó del
agarre que tenía en su cuello. Era un buen perro y nunca agresivo, lo que me
hizo fruncirle el ceño al chico—. Apártate, amigo.
El tipo se alejó de la consola y me miró de
arriba a abajo. Yo ciertamente lucía como si acabara de hacer el amor de forma
ruda y me hubiera despertado de mal humor, lo cual era así, pero sin embargo me
alcé por encima de él y no me perdí el temor que cruzó su rostro fruncido. Su
mirada aterrizó en alguna parte del barco pirata tatuado en mi pecho y me
preguntó con desprecio:
—¿Quién diablos eres tú?
Me dejó tan desconcertado que todo lo que pude
hacer fue parpadear. El perro soltó un fuerte y agudo ladrido y el tipo le dio
una mirada desagradable.
—El chico fuera de la puerta de seguridad no
consigue hacer las preguntas. Como he dicho, piérdete o llamaré a la policía.
Su pecho se hinchó y su rostro se encendió con
furia.
—Mi esposo está ahí dentro y no voy a ninguna
parte hasta que hable con él.
Jinki tenía razón. A este tipo le faltaban
unos cuantos tornillos.
—No. No irás a ninguna parte cerca de él. Vi
tu obra la última vez que “hablaste” con él y eso no va a suceder de nuevo.
—¡El me pertenece!
Di un paso hacia adelante y el perro se
abalanzó a la entrepierna del chico.
—Las personas no son una propiedad. Jinki es
un joven dulce que merece algo mejor que un imbécil que lo usa como saco de
boxeo y un padre que mira a otro lado mientras eso sucede. Vuelve a Hyehwadong
y olvídate de él.
Dio un paso más cerca de mí y casi pierde un
dedo cuando golpeó mi pecho desnudo con él.
—Sé sobre ti. El huérfano sin familia, sin
raíces. No tienes a nadie ni nada. Jinki no te quería entonces y no hay forma
de que te quiera ahora. Voy a hablar con él, incluso si tengo que pasar por
encima de ti para hacerlo.
Probablemente lo habría dejado pasar,
probablemente me las habría arreglado para mantener la calma, pero antes de que
pudiera formar las palabras para decirle al tipo que se fuera a la mierda,
levantó el pie y pateó a Kkomde de lleno en el costado. El perro aulló de dolor
y tiró de mi agarre. No tuve que preocuparme por el movimiento principalmente
porque el pequeño bastardo trató de darme un golpe a traición cuando me volví
para ver si el perro estaba bien. Atrapé su puño en la mano y tiré del brazo
detrás de su espalda. Cuando perdió el equilibrio lo golpeé duro en la boca una
vez, lo que le partió el labio inferior e hizo que la sangre goteara por su
barbilla.
Yo simplemente era mucho más alto que él por
lo que en realidad no pudo conseguir ninguna ventaja cuando se retorció contra
mí y le di la vuelta y lo sujeté en una llave asfixiante e inamovible.
Echó la cabeza hacia atrás y trató de darme un
cabezazo, así que lo agarré por la nuca y lo hice inclinarse hacia adelante
para forzarlo en un ángulo totalmente incómodo y doloroso. Lo saqué del
corredor y lo bajé a la acera de la calle. Lo empujé lejos de mí con tanta
fuerza que se tropezó y cayó sobre sus manos y rodillas.
—No vuelvas, amigo. Voy a llevar a Jinki a
conseguir una orden de alejamiento hoy, y créeme, si piensas que soy malo, ni
siquiera quieres ver lo que su hermano tiene reservado para ti si vienes por
aquí otra vez. Solo los hombres de mierda golpean a sus parejas y tienes suerte
de que no te haga lo que tú le hiciste a él.
Se dio la vuelta para mirarme y juro que
estaba planeando mi muerte cuando me miró echando chispas por los ojos. En
realidad debería romperle la nariz para darle una lección o al menos darle una
patada en las costillas para vengarme de él por el perro.
—Jinki es mío. —Fue dicho de forma confusa y
yo solo levanté una ceja.
—Él no está de acuerdo sobre eso. Alguien en
algún momento debería haberte enseñado cómo respetar.
Le silbé a Kkomde y me reí a carcajadas cuando
se fue cojeando hasta donde todavía yacía el derrotado intruso y levantó la
pierna. El marido de Jinki trató de escabullirse para evitar la lluvia dorada,
pero no fue lo suficientemente rápido y Kkomde estaba obviamente orgulloso de
sí mismo cuando saltó de nuevo hacia mí. Vimos como el tipo se ponía de pie,
maldiciéndonos e insultándonos durante todo el tiempo mientras salía corriendo
hacia su auto.
Palmeé al perro en la cabeza y le dije:
—Buen chico. —Mientras que volvimos dentro.
Kibum se paseaba de un lado a otro y Jinki
estaba acurrucado en una apretada bola en el sofá cuando entramos de nuevo. Kibum
se lanzó sobre mí tan pronto como pasé la puerta principal, así que lo envolví
en mis brazos y lo besé en la parte superior de la cabeza.
—Llamé a Leeteuk. Tuve que hacerlo.
Lo besé en su boca temblorosa cuando levantó
la mirada hacia mí y tironeó de las puntas de su cabello.
—Probablemente sea una buena idea hacer que tu
hermano hable con él. Tiene razón. Ese tipo tiene serios problemas. Creo que de
verdad podría ser una gran amenaza no solo para él, sino para ti también.
Necesita una orden de alejamiento con urgencia y deberías comprobar si Leeteuk
puede arrestarlo por maltrato animal. —Hice un gesto con la cabeza hacia el
perro, que se había puesto cómodo en el sofá junto a Jinki—. Le dio una patada
en el costado a Kkomde.
Kibum jadeó y lanzó toda una lista de insultos
contra el chico.
—Estoy tan contento de que estuvieras aquí.
Jinki asomó la cabeza sobre el respaldo del
sofá y dijo:
—Yo también.
Besé a Kibum de nuevo y le dije:
—Siempre voy a estar aquí.
Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y
apoyó la mejilla sobre mi coralzón, el cual juro que solo latía por él.
—Yo también, Jjong. —De hecho, le creí cuando
me lo dijo ahora, y nada me hizo más feliz.
y a si es como otro cae...y no me refiero al dinosaurio...sino a Taemin!!!
ResponderEliminarjajajajajajja
ay Dios...ese tipo esta loco!!!
ahhh que tukkie lo meta al calabozo!!! le pego al perrito! TT____TT