Cuando Heechul inicialmente había preguntado sobre dejar que Henry alquilara la antigua habitación de Donghae, había querido decir que no. Tras el incidente en el auto el pasando invierno, había tenido momentos muy difíciles al estar cerca de él, sin revivir cada detalle mortificante en cámara lenta.
Daba gracias a
Dios todos los días porque en realidad no había hecho un movimiento. Dudaba que de cualquiera
manera, alguna vez fuera capaz de enfrentarme conmigo mismo después de eso,
pero cuando pensaba en la horrible experiencia que Donghae había pasando con su
ex, la idea de que un extraño se quedara con nosotros me daba demasiado miedo,
así que a regañadientes cedí.
Pensé cruelmente
que la constante exposición podría hacer algo para matar el enamoramiento
persistente que tenía con él. Después de todo, a veces era sarcástico y
agresivo. Solo había sucedido lo contrario: me gustaba. Quiero decir, todavía
le quería hacer cosas realmente traviesas en forma regular, pero también me
gustaba como persona.
Era
sorprendentemente divertido y más inteligente de lo que un hombre con esa
cantidad de tatuajes y un gusto horrible en la música debería ser. Se tomaba
bien la actitud de Heechul y nunca me molestaba cuando me retiraba en mí mismo.
Por lo general, desayunábamos juntos y por lo menos una vez a la semana nos
reuníamos y tomábamos una copa en un bar u otro. A pesar de que odiaba —y me
refiero a que odiaba— la música que tocaba, iba a escuchar a su banda por lo
menos dos veces al mes.
Para un hombre
que había nacido para ser estrella de rock, era seguro que tenía un montón de
problemas con ser semi-famoso y admirado. Era extraño, pero también entrañable
y simplemente otra razón por la que me gustaba estar cerca de él.
Me tropecé un
poco cuando un pastor alemán se soltó del agarre de su dueño y corrió junto a
mí. Me tomó un minuto recuperar el aliento y me incliné para poner mis manos
sobre mis rodillas. Ahora que no me movía, el endiablado aire atravesando mi
piel empapada de sudor, me hizo estremecer. Debería haberme puesto un gorro y
tal vez unos guantes, pero ya era demasiado tarde y tenía que volver si no
quería llegar tarde a clase.
Estaba
avanzando en las clases de licenciatura con mis ojos puestos firmemente en un
programa de maestría, todo antes de cumplir los veinticinco años. Siempre había
sido bueno con los números y la ciencia era algo natural para mí, así que
cuando solicité escuelas, me aseguré de que tuvieran los mejores departamentos en mi
campo. No estaba seguro de lo que quería hacer cuando me graduara, pero sabía que
no quería nada menos que un ingreso de seis cifras, potencial de crecimiento
continuo y un plan de jubilación generoso. Sabía que se trataba de objetivos
realmente altos para alguien de mi edad y con mi mediocre experiencia, pero ya
no me ponía bajos estándares.
Amainé a un
trote ligero y me saqué los auriculares a medida que me acercaba a la casa. Me
detuve en seco cuando doblé en la esquina, porque podría haber jurado que
reconocí de algún lugar, al tipo caminando por el otro lado de la calle.
Por supuesto,
todavía estaba nervioso después del ataque de Donghae y veía a la mayoría de
los extraños como si fueran peligrosos, pero había algo en la forma de moverse
de ese tipo, que me hizo parar en la acera, tratando de entenderlo. Caminó
junto a mí al otro lado de la calle sin mirar ni una vez en mi dirección, así
que me sacudí y me precipité por las escaleras de la puerta principal. Estaba a
punto de abrirla cuando Henry salía, lo que hizo que casi me cayera hacia atrás
por los escalones de la entrada. Dejé escapar un chillido y traté de agarrarme
a la barandilla, pero no sirvió de nada. Tenía demasiado impulso y me fui
volando hacia el concreto.
Henry trató de
agarrarme, pero me estaba moviendo demasiado rápido. Cuando alcanzó mi mano, lo
único que pudo hacer fue arrastrarme hacia adelante, de modo que los dos
estuviésemos, durante una fracción de
segundos, suspendidos en el aire. Nuestros ojos se encontraron antes de
caer al suelo con fuerza.
Aterrizó medio
encima, medio fuera de mí. Juré suavemente mientras mi cabeza hacía contacto
con la sólida acera, lo suficientemente fuerte como para hacerme ver las
estrellas. Su pecho se apretó contra el mío, y entre mis finos pantalones de
correr y sus ajustados jeans, no había ni un ápice de nosotros sin estar
íntimamente junto. Me olvidé de respirar, olvidé que estaba lesionado, y en su
mayoría olvidé por qué él era una mala idea.
Quería
frotarme contra él. Quería poner mis manos en su cabello desordenado. Quería
besar y lamer ese lugar en su cuello, donde su pulso latía fuerte y rápido,
pero nada de eso iba a pasar. Se hizo palanca a sí mismo en un impulso rígido y
me miró con los ojos muy abiertos, mientras me agarraba la cabeza con la mano y
me susurraba:
—¿Estás bien?
Lo siento mucho. No sabía que estabas ahí.
Sus anillos
estaban muy fríos al lado de mi cara y la acera estaba entumeciendo mi espalda.
—Estoy bien.
Me distraje. No fue tu culpa. —Mi acento era un poco más fuerte cuando me
enfadaba y me di cuenta de que Henry se había dado cuenta.
—¿Estás seguro?
Puedo llevarte a que te revisen. No podemos arriesgarnos a que ese gigante
cerebro tuyo esté traqueteando por ahí.
Quería estar
teniendo cualquier otra conversación en lugar de ésta mientras se encontrara
prácticamente tumbado encima de mí. Puse mis manos alrededor de sus muñecas y
tiré de él para conseguir que me dejara ir.
—En serio,
estoy bien. ¿Quieres dejarme levantar?
Algo que nunca
antes había visto se movió a través de esos ojos oscuros. Era como si estuviera
considerando la pregunta y responder "no", pero pasó, y se puso de pie, tirando de mí.
No me dejó ir y me quemaba donde todavía se aferraba a mis manos. Tenía que
alejarme rápidamente de él. Tuve que reprimir un gemido cuando me dio la vuelta
y empezó a sacudirme la parte de atrás con la palma de su mano.
—¿Seguro que
estás bien? No soy precisamente un peso ligero.
No lo era. Era
alto y sólido, pero no era excesivamente musculoso o ridículamente inflado.
Estaba en buena forma por correr de un lado a otro en el escenario y de
transportar el equipo, pero sabía que no seguía un ritual constante en el
gimnasio, no es que me importara. Me lo quité de encima, porque tenía que
hacerlo, para poder recuperar el aliento y sacarme el cabello de la cara.
—Sip. Nada
está roto y ambos sabemos que tengo una cabeza muy dura. Estaba perdido en mis
pensamientos. Solo tengo que prestar más atención cuando corro o voy a terminar
cayendo otra vez.
Me dio una
mirada divertida y metió las manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero.
Siempre me preguntaba cómo podía usarla en invierno. Me imaginaba que las
cremalleras y las tachuelas tendrían que esta frías como el hielo, pero era una
parte tan importante de su apariencia que no sería Henry sin ella.
—Bueno, si
estás seguro de que estás bien. Me tengo que ir. Tengo una reunión con una
banda esta tarde y práctica después. Una de las bandas con las que tocamos en
el Metalfest del año pasado, se va de gira
este verano y necesitan algunas cosas nuevas.
Me estremecí
porque me estaba enfriando y porque odiaba la idea de que volviera a irse de
gira. En realidad, me revolvía el estómago. Había oído las historias, escuchado lo que los chicos
contaban sobre lo que le ocurría a un hombre en una banda popular cuando se iba
de gira, y no era bonito. Forcé una sonrisa y di un par de pasos hacia la
escalera.
—Bueno, eso
suena como un día ocupado. Tengo clase y luego cierro esta noche, así que no
voy a estar en casa hasta muy tarde.
Me miraba y lo
miraba, y me di cuenta de que Heechul tenía razón. Era un genio cuando se
trataba de química y lo que estaba pasando entre nosotros estaba destinado a
explotar en algún momento. Había estado guardándolo bajo presión y en
ebullición lenta y constante; y ningún reactivo podría manejar por mucho tiempo
ese tipo de calor.
Se rascó la
barbilla con un dedo y levantó una ceja.
—Tal vez si
terminamos temprano con los chicos, podemos pasar por una cerveza.
Tragué una
oleada de pánico y forcé una sonrisa, que estoy seguro de que no compró ni por
un segundo.
—Suena bien.
No esperé a
ver su respuesta, me lancé hacia la puerta. Esta vez logré entrar a la casa sin
incidentes, pero se me estaba haciendo tarde, así que tuve que apurarme en la
ducha, me puse de prisa unos jeans y una camiseta de manga larga antes de
entrar a mi Jeep y correr hacia el campus.
La Universidad
no estaba muy lejos de casa, pero el estacionamiento solía ser un dolor en el
cuello y ya estaba estresado, así que cuando sonó el teléfono no me molesté en
sacarlo de mi bolso. Era la última persona en entrar al salón de clase y tuve
que sufrir miradas de cuestionamiento e irritados ceños fruncidos por
interrumpir al profesor mientras me dirigía a mi asiento. Traté de prestar
atención, pero mi mente estaba a miles de kilómetros, y después de caminar
dormido a través del laboratorio y de mi segunda clase, me di cuenta de que
sería mejor que sacara mi cabeza de las nubes o el trabajo esta noche iba a ser
una pesadilla.
Trabajo en un
popular bar deportivo, donde tenemos que usar ridículos trajes que muestran más
piel de lo que cubren. Hago suficiente dinero como para pagar fácilmente el
alquiler y cualquier cosa que mi beca no cubra para la escuela. No me importa
sacudir un poco el culo, siempre y cuando pague las facturas.
Tenía que
estar alerta, sin embargo, porque no había escasez de borrachos, manos
acaparadoras y demasiados cariñosos habituales que querían tocar las cosas que
no estaban permitidas. También tenía que mantener mi cabeza en el juego cuando
se trataba de lidiar con mis maliciosas compañeros de trabajo. Esos chicos
vivían para el chisme y cualquier tipo de suciedad que pudieran encontrar. Con Donghae
tuvimos una larga disputa con Daesung, la abeja reina, y si me presentaba a mi
turno tal como estaba ahora, encontraría una rendija y haría de mi noche un
infierno.
No fue hasta
que estuve en el vestuario, en la parte trasera del bar, entrando en mi tonto
traje de porrista, que me acordé que mi teléfono había sonado antes, y parpadeé
sorprendido cuando vi que ahora tenía cinco
llamadas perdidas de un código de área extranjero. No sé por qué alguien
en China estaría tratando de ponerse en contacto conmigo, y mucho menos cómo
habían conseguido mi número. No había mensajes de voz o mensajes de texto, guardé
mi teléfono e hice una nota para tratar de llamar a ese número mañana.
Me fijé mi
cabello hacia abajo y empujé una brillante horquilla por el frente, cuando la
empalagosa voz de Daesung llegó desde algún lugar por encima de mi hombro. No estaba
de humor para tratar con él, así que apreté los dientes y me volví para mirarlo.
—¿Cómo estás, Zhoumi?
—Estoy
teniendo un día de mierda, Daesung, ¿qué quieres?
El jugó con
los extremos de su cabello de una manera que me hizo querer quitárselos de la
cabeza, una perfecta hebra rubia a la vez.
—Me preguntaba
si podrías hacerme un pequeñísimo favor.
Puse los ojos
en blanco y cerré el armario detrás de mí.
—Ya trabajo
todo el fin de semana, así que no puedo cubrirte.
Parpadeó con
sus grandes ojos hacia mí, y juro que en ese instante se solidificó mi odio por
él, hasta el final de los tiempos. Tuve que tomar una respiración profunda,
porque sabía que estaba siendo irracional e irritable sin razón.
—No, me
preguntaba si podrías hablar con Henry para ver si podía conseguir que un par
de amigos y yo veamos a GDragon en BB. Él tiene un montón de contactos,
¿verdad?
No había
manera en esta tierra que alguna vez le preguntara a Henry si podía conseguirle
a este estúpido entrar al espectáculo. Pasé a su lado con el ceño fruncido.
—¿Por qué no
se lo preguntas tú? Él dijo que probablemente vendría esta noche a tomar una
cerveza.
Me miró como
si acabara de aterrizar de otro planeta.
—No puedo
hablar con él.
Eso me detuvo
en seco y me volví para mirarla confundido.
—¿Por qué no?
Está aquí todo el tiempo. Sé que lo has atendido a antes.
Sacudió la
cabeza como si fuera un idiota y compartió una sonrisa con uno de sus amigos.
—Oh, Zhoumi,
eres tan dulce. Creo que es tan lindo cómo te juntas con todos esos muchachos
súper calientes y sin embargo no sabes nada acerca de envolver algo alrededor
de tu dedo. Si le pido un favor a Henry, significa que sabe que yo sé quién es
y lo importante que es en esta ciudad. Si quiero que se fije en mí, tengo que
ignorarlo y tratarlo como si no fuera nadie especial. De lo contrario voy a
estar como tú, atrapado para siempre en la zona de amistad y saliendo con un
chico que tiene un chaleco en cada color del arco iris.
Estaba tan
aturdido, que me quedé mirándolo. Estaba bastante seguro de que toda la sangre
se me fue directamente a la cara, ya que, primero, no podía creer que estuviera
interesado en Henry, después de que su interés por Hyukjae había sido apagado
sin piedad por Donghae. Asimismo, no podía creer que estaba criticando a Calvin
o mi gusto en hombres. No tenía idea de cómo luce un verdadero futuro o de lo
que un hombre constante como Calvin tenía para ofrecer.
Estaba a punto
de dar rienda suelta a un torrente de mierda sobre él. Estaba listo para
hacerlo pedazos verbalmente, y tal vez incluso físicamente, con el estado de
ánimo que tenía. Pero el impulso pasó cuando Lou, el tipo de la puerta del bar,
asomó la cabeza y nos dijo que arrastráramos nuestros culos. Dijo que un
autobús lleno de chicos después del trabajo acababa de amontonarse, y pagar mis
cuentas era mucho más importante que poner a Daesung en su lugar. El camino más
recto tampoco tenía paradas para desarmar tontas.
Le di una
sonrisa con los labios apretados y le arrojé sobre mi hombro:
—Y creo que es
tan lindo cómo se te cae la baba por todos esos chicos súper calientes con los
que salgo, como si incluso tuvieras una oportunidad en el infierno de entrar en
la zona de amistad. Esos tipos pueden detectar lo falso a kilómetros de
distancia, Daesung, y por eso, a pesar de todos tus atributos, no te dan ni la
hora del día.
Me moví de
forma ostentosa hacia mi sección, esperando que toda la charla de pedirle
favores a Henry hubiera terminado. Los chicos pueden detectar algo falso, de
hecho, los había visto hacerlo en más de una ocasión. En lo que a mí respecta,
era un milagro que todos ellos siguieran pensando que era un buen jovencito,
siendo digno de su amistad y protección, y si tenía que aprender a amar a los chalecos para mantener el acto,
entonces por Dios, lo haría, y lo haría con una sonrisa.
Éste estúpido
baile que estaba haciendo alrededor de Zhoumi estaba volviéndose viejo y
agotador jodidamente rápido. Cuando al principio me mudé a su casa, pensé que
tener a Heechul y su gran boca allí lo haría más fácil. Cuando no pasó, pensé
en tener una puerta giratoria en mi habitación y que eso haría el trabajo, pero
nada parecía estar funcionando.
El estaba en
mi mente todo el tiempo —en mi cabeza cuando estaba tratando de trabajar, bajo
mi piel cuando estaba con otro joven— y juro que ese suave, acento estaba diseñado para
ponerme de cabeza cada vez que me hablaba. Odiaba que no supiera qué hacer con
ello. Los jóvenes siempre venían fácilmente a mí, pero ese joven era todo menos
eso.
Hace un año,
tuve una oportunidad de hacerle todo lo que soñaba por las noches con él. De
hecho, creo que pude haberme enamorado un poco la primera vez que lo vi en Panda
en su sexy uniforme. El tenía una actitud de “No aguanto una mierda” envuelta
en sus súper largas piernas y ojos de color whisky que hacían mucho más que
Jameson a la hora de ir a mí cabeza rápido y fuerte. Lo deseaba, lo deseaba
como un adicto quería una calada, pero él estaba muy fuera de mi liga, y jugaba
en un campo tan diferente al mío, que era una rareza cuando incluso manejábamos
tener una relajada forma de amistad.
Hyukjae me
había advertido en términos muy claros que si molestaba a Zhoumi, y si eso,
resultaba molestar a Donghae, habría un ajuste de cuentas como Seul nunca había
visto en años.
Podía
aguantarme en la mayoría de los casos y pasar una cantidad justa de tiempo
tratando de no ser pateado en el trasero en muchos pogos a través del país,
pero Hyukjae era alguien con quien sabía de primera mano no te debías meter.
Incluso ahora era más aterrador porque estaba todo hombre de las cavernas
protegiendo a Donghae.
Así que hice
lo correcto, lo más decente, y le dije que no cuando todo lo que quería decirle
era sí. Ahora estaba atascado en este horrible lugar donde éramos amigos, y al
mismo tiempo no, y donde tenía interminables sueños sobre esa voz y esas
interminables piernas mientras él dormía profundamente al otro lado del
pasillo. Apestaba en proporciones épicas, y no sabía qué hacer al respecto
además de mudarme o dejar de hablarle por completo, opciones que no eran ni
prácticas o agradables. Me gustaba vivir
con los chicos. Heechul era divertido y Zhoumi estaba apenas allí, pero
cuando estábamos todos juntos era divertido y fácil. No tenía que preocuparme
sobre toda mi mierda terminando en una pila de basura porque le estorbara a uno
de ellos mientras estaba de gira.
Mi estudio
estaba en un antiguo almacén en el centro. La acústica era genial y después de
la última gira de la banda, tenía suficiente dinero para decorar.
Mi banda era
realmente popular localmente, y después de ir de gira con SJM para el Metalfest
el año pasado, nos estábamos volviendo más conocidos a nivel nacional. Lo que
pagaba las cuentas era el estudio y arreglar pistas para
otras personas. No me importaba,
mientras consiguiera hacer música y escribir canciones, era un
hombre feliz. La música era lo que me hacía levantarme en las mañanas y lo que
me seguía hasta la cama en la noche.
Seguro,
cantaba en una banda de heavy metal, pero cuando era más joven todo había sido
punk rock y la escena indie. La realidad era que a mí solo me gustaba la
música. No me importaba en que forma o color viniera, incluso aunque le diera
una interminable mierda a Zhoumi sobre su adicción al Top 40 de música pop. La
verdad era, que me gustaba sacarlo de quicio y ver esos ojos suyos disparar
chispas.
Hoy estaba
planeando soltarme en el trabajo. La banda que estaba reservada era buena y ya
habíamos creado un diseño sólido para la nueva pista de su álbum. Lo que no
tenía planeado encontrar en la puerta era a mí padre esperándome. No podía
evitar el ceño que automáticamente se formaba a través de mi rostro, y tomó un
muy consciente esfuerzo envolver cada uno de mis dedos alrededor del volante
con el fin de salir del auto y enfrentarlo.
Él tenía unos
lentes de aviador y jeans que eran demasiado anchos para un hombre de su edad, pero ese era mi
papá, rehusándose a dejar ir su juventud y todos los buenos tiempos, sin
importar a quién lastimaba en el proceso.
Suspiré y
empujé la puerta, viéndolo cautelosamente mientras él se acercaba al capó del
auto.
—¿Qué estás
haciendo aquí, papá? Tengo trabajo que hacer. No puedo estar por aquí y tirar
la mierda.
A veces era
mejor solo cortarlo antes de que lograra empezar, pero hoy aparentemente eso no
iba a funcionar.
—Regresaste de
la gira hace tres meses ¿y no pensaste en darle a tu viejo una
llamada? He estado
muriendo por escuchar
sobre el Metalfest. ¿Ustedes chicos no han conseguido
firmar con una gran disquera aún?
Hubiese
parecido una pregunta típica de un padre a su hijo, si hubiese sido cualquiera
menos el mío. Dave Lau había vivido su vida como un profesional encargado del
transporte y montaje del equipo e ido de gira con todas las bandas que pudiera
encontrar en medio. Y ahora, todo lo que quería para su único hijo era que
triunfara a lo grande. No para que me
pudiera encargar de él o comprarle una mansión, sino para que pudiera regresar
de gira y vivir los salvajes días de sexo ilícito y drogas, como si todavía
estuviera en sus veinte. Lo volvía loco que yo fuera feliz quedándome local,
que hiciera mucho dinero grabando discos y haciendo una ocasional gira, y que
la idea de fama y reconocimiento mundial me asustara como el infierno.
Sin mencionar
que él nos abandonó a mamá y a mí una y otra vez y que fue menos que un
candidato ideal para esposo o padre del año. Nunca entendí por qué mi mamá, mi
dulce, amorosa, amable, y generosa mamá, permaneció casada con tal basura. Pero
sin importar cuán fuertemente presionara o cuánto le rogara, ella se negaba a
dejarlo, lo que, a cambio, hacía muy difícil para mí no odiar su perezoso,
infiel, y mentiroso trasero.
—No hablo con
disqueras importantes, papá. Te he dicho eso un millón de veces.
Él resopló.
—¿Esos otros
chicos en la banda saben que estás manteniendo encerrado su futuro? ¿Qué tienen
ellos que decir sobre decisiones así?
Esta no era
una conversación que me importara tener con él. En realidad no me importaba
tener ningún tipo de conversación con él, pero no iba a irse a menos que lo
obligara. La banda con la que iba a grabar iba a estar aquí en cualquier
minuto, y la última cosa que quería era que él actuara como un groupie de
mediana edad.
—Los chicos
saben mi posición y saben dónde está la puerta si no les gusta. He tocado con Mike
y Andrew desde que teníamos catorce años, así que dudo mucho que les sorprenda.
Geoneo vino de una banda que ya golpeó la corriente principal y lo odió, así
que la última cosa que quiere es estar en otra que esté ampliándose. Mantente
fuera de mis asuntos, papá. No es tu
problema, al menos que me estés pidiendo dinero prestado, es cuyo caso, mamá me
habría llamado. Se lo transfiero a ella, no a ti.
Él empujó sus
lentes de sol a la cima de su cabeza por lo que ya no podía verme a mí mismo
con el ceño fruncido en el reflejo. Obtuve mis ojos y cabello oscuro de él,
pero hasta ahí es donde todo el parecido llegaba. Él estaba desgastado. Una
vida de muchas drogas y muchas noches duras habían hecho estragos, y todo en lo
que podía pensar cuando lo miraba era preguntarme cómo alguien tan horrible era
capaz de convencer a alguien tan maravillosa como mi mamá para casarse con su
lamentable trasero.
Él me ponía
furioso de una manera que no podía expresar con palabras normales. La única
forma en que lo conseguía era derramándolo todo en el escenario, en una
despiadada vocalización y melodías ensordecedoras.
—Mejor cuidas
lo que me dices, hijo. Todavía soy tu padre y yo voy a casa con ella, a
diferencia de ti.
Había un
millón de cosas que quería decir a eso, pero no las dije; nunca lo hacía. Tanto como amaba a mi mamá,
no había manera en que pudiera quedarme en esa casa y verlo desgarrarla una y
otra vez. Ella se alteraba mucho cuando el viejo y yo nos peleábamos por la
evidente indiferencia de él a los sentimientos de ella por lo que tuve que
mudarme cuando apenas tenía quince.
Era eso o
poner a mi papá contra el suelo. Afortunadamente, el tío de Kyuhyun, Shindong
estaba prácticamente manteniendo una casa de rehabilitación para desdichados
adolescentes y no tenía ningún problema en agregarme a la familia.
Sabía que a
ella le molestaba que no viniera a casa más seguido, considerando que ellos
vivían solo a unos kilómetros en el camino. Pero no podía soportar ver cómo la
engañaba y estaba constantemente hiriéndola. Sabía que él había hecho una cuota
en su estado emocional, y no me
extrañaría que él lo llevara más allá, a un nivel que ninguno de
nosotros sería capaz de ignorar más, pero yo estaba perdido en hacer algo al
respecto. Mi mamá era una increíble señora y merecía a alguien que la tratara
como si fuera una reina, no un premio de consolación.
—¿Qué quieres?
—Mi paciencia estaba acabándose.
Nos quedamos
mirándonos el uno al otro en silencio por un largo minuto antes de que él
bajara sus lentes de sol y torciera las esquinas de su boca hacia arriba en una
sonrisa que me hacía querer golpearlo en el rostro.
—Esa banda que
ayudaste a que firmaran, SJM, ellos son bastante famosos ahora. Tú escribiste
la mayor parte de su álbum, ¿cierto?
—¿Y?
—Y estoy
pensando que ellos te deben bastante, y no te mataría si los llamas y ves si
ellos quieren alguna ayuda en la gira europea que se acerca.
Estaba a dos
segundos de agarrarlo por el cuello de su estúpida camisa de bolos y lanzarlo
contra el lado del edificio, cuando él alzo una mano y me sonrió.
—Sé que amas a
tú mamá, hijo. ¿Qué hay de ella? ¿De verdad quieres dejarme con mis propios
recursos por una cantidad de tiempo desconocida donde ella se preocupe? ¿Quién
sabe cómo lucirá esta vez? Ninguno de nosotros se está volviendo más joven.
El reto en su
voz era claro, como lo era el trato a mi mamá. Lo observé y conscientemente me
imaginé arrancando su cabeza del cuello y pateándola a través del estacionamiento
como una pelota de futbol.
—Estás
jodidamente mal de la cabeza, viejo. Ya te odio a muerte. ¿De verdad quieres
tomar esa ruta conmigo?
—Ella jamás va
a dejarme, hijo, y lo sabes. No hay una maldita cosa que puedas hacerme
mientras estés preocupado sobre ella en casa conmigo, y ambos lo sabemos.
Organiza algo con SJM. No estoy pidiéndote ser su director de gira, o incluso
técnico de sonido, pero quiero estar dentro del show. Necesito un poco de
aventura y un montón de ratos agradables.
Iba a despellejarlo
vivo y luego usar los restos sangrientos como utilería. Lo empujé mientras pasaba
al lado de él con un gruñido.
—Veré lo que
puedo hacer, pero si ella me llama y suena ligeramente molesta o siquiera algo
alterada, te juro que te perseguiré en la calle como el perro que eres. Si
piensas que chantajearme es la manera en que esta relación va a funcionar, no
me conoces en absoluto.
—Claramente no
te conozco. Ningún hijo mío debería estar desperdiciando su talento dado por
dios en esta ciudad, cuando podría estar por todo el mapa haciendo millones y
durmiendo con una pareja en cada ciudad.
Lo mire sobre
mi hombro y desbloqueé la puerta.
—Es mi más
grande deseo no ser tu hijo, pero ninguno de los dos es tan afortunado. Vete, papá, antes de que me
hagas hacer algo de lo que uno de nosotros seguramente se arrepentirá.
Quien sera el que busca a Zhoumi es alguien de su pasado, y el padre de Henry es un asco no se porque su madre lo aguanta de verdad es amor, gracias por el cap espero el siguiente bye.
ResponderEliminarasi que henry no es de hielo si sufre aunque me hace gracia que le haga caso a mi lindo monito de que se aleja de zhou mi
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