Donghae contuvo la respiración
cuando la enorme ballena apareció en la superficie a pocos metros del barco, y
Hyukjae lo hizo apoyarse contra él para que se sintiera seguro frente a la
magia de aquel inmenso mamífero moviéndose tan cerca.
─Me encanta cómo hueles ─le
murmuró Hyukjae.
El capitán del barco no podía
haberle oído, pero Donghae se estremeció al recordar cómo una vez sus caricias
habían hecho desaparecer su ropa, cómo tuvo la sensación de morir sólo de la
magia de que emanaba de él.
El capitán maniobró el barco para
volver a la orilla y Hyukjae lo acompañó hasta su asiento. Hubo un momento en
el que solo un mínimo roce bastaba para que Donghae lo mirase a los ojos, y
ahora tenía que mirar hacia otro lado porque había muchas cosas que necesitaba
ocultar.
Se acomodó un mechón de cabello y
miró hacia el horizonte, cuando creyó que Hyukjae no lo miraba, se arriesgó a
mirarlo, y lo que vio se quedaría impreso en su memoria para siempre. Hyukjae
mirando al mar, con los labios apretados como si hubiese tenido el ceño
fruncido. Las líneas limpias y marcadas de su rostro y sólo un pequeño rastro
de la arruga que podía aparecer al lado de su boca si sonreía.
Comprendía bien como había ganado
las batallas con los verdes y el gobierno: con paciencia y determinación de
acero, y ese instinto que le hacía saber cuándo su avance no podría ser
rechazado. Como aquella misma mañana, cuando había parado el coche en un
mercadillo de camino al hotel.
Minutos más tarde había vuelto con
dos tipos de sombreros en la mano. Uno blanco con copa y ala pequeña tipo
borsalino, y otro de color café, estilo vaquero.
─¿Cuál? ─le había preguntado.
Hyukjae tomó el borsalino y se lo
iba a colocar.
─¿Éste?
─Sí.
─Perfecto ─le dijo.
Donghae se miró al espejo y
recordó cuando una vez, mucho tiempo atrás, habían estado tan cerca de hacer el
amor y en ese recuerdo tenía un sombrero igual, que había sido enviado lejos
por Hyukjae al acariciar su cabello.
Había tenido enterrado ese
recuerdo durante años, pero siempre había estado ahí, esperando un momento de
debilidad. Todo ese tiempo, Hyukjae le había estado esperando en el fondo de su
corazón. Hyukjae lo había querido también un tiempo… hasta que al final le
partió el corazón sin tan siquiera un pestañeo de duda.
Para la cena de aquella noche, se
vistió con unos pantalones de lino color beige acompañado de una camisa de
igual material color azul cielo. Observaba su imagen en el espejo, mientras
arreglaba su enredado cabello resultado de la brisa marina, estiró su mano para
tomar un poco de gel, pero se detuvo. Hyukjae lo miraría con desencanto si
aparecía con su peinado de niño rico, y además, antes de terminar la noche
habría encontrado la forma de deshacer su peinado.
Volvió a mirarse en el espejo, le
gustaba lo que veía. Se sentía diferente. ¿Lo notaría Hyukjae, cómo actuaria
después de verlo?… Sería mejor llevar la copia del contrato. Solo por si
Hyukjae necesitaba que le recodase que hasta que él no lo invitase… hasta que…
Desde luego, no estaba muy cuerdo
en lo que ha Lee Hyukjae concernía. Siempre había sido muy susceptible a él, y
mejor que no lo olvidase. Mejor tener presente que le había querido una vez y
que lo que sintió por él se había convertido en nada.
Hyukjae no quería hablar del
pasado. Nada que decir de eso. Nada que decir sobre que aquel día llorase
delante su puerta hasta no poder más, y que él lo hubiese estado escuchando,
pero no hubiera salido de aquella maldita casa, y de que Sungmin lo hubiese
estado viendo todo por la ventana y de que…
La música en el comedor era más
lenta esa noche. Había un cantante distinto, un joven de voz profunda que
cantaba canciones españolas. No entendía la letra, pero estaba claro que eran
canciones de amor.
Había más gente, quizás porque era
sábado. Era una atmósfera tranquila, con música lenta para cenar y bailar.
Pidieron langosta. Donghae intenta concentrarse en el sabor, pero la música y
el silencio de Hyukjae lo tenían preso entre la realidad y los sueños. Comieron
despacio y sin hablar.
Fue una locura tomar una copa de
aquel licor tan fuerte cuando ya la locura mezclaba con la precaución por sus
venas; peligroso buscarle la mirada cuando él recostó en su silla para que el
camarero retirase los platos.
Hyukjae mantuvo su mirada mientras
se llevaba la copa a los labios, y Donghae le vio vaciarla lentamente. Cuando
volvió a dejarla sobre la mesa, tragó saliva. Sintió su invitación antes de que
se la hiciese.
─¿Bailas, amante dela luna?
Decir que sí significaría mucho
más de lo que él estaba dispuesto a ofrecer.
Separó su silla de la mesa.
Hyukjae le agarró la mano.
Estaba ya entre sus brazos antes
de llegar a la pista de viaje. Hyukjae guardaba silencio y él no hubiera podido
hablar aunque su vida dependiese de ello. Pensó que iba a abrazarlo contra su
cuerpo y sus sentidos gritaron por sentir su carne, pero lo mantuvo a cierta
distancia de él. Sentía su mano en la espalda.
Quería acurrucarse en él, pero
estaba cautivo en su mirada y sus ojos hablaban en contra de su voluntad. Había
un borrón de color detrás de Hyukjae e intentó mirarlo, mirar también a las
otras parejas que bailaban, a cualquier otra parte menos a él, pero los ojos no
le obedecieron.
Sus cuerpos apenas se tocaban,
únicamente lo imprescindible para bailar, pero no podía dejar de mover la mano
sobre su hombro. Sabía que era una locura querer ir más allá, pero se vio a si
mismo levantar los dos brazos hasta rodearle el cuello, y a él, abrazarlo por
la cintura. Sólo con sentir la presión de sus pulgares en la espalda, el pulso
se le aceleró.
Entre una canción y otra, se
encontró pegado a su cuerpo. Él deslizó una pierna entre las suyas al girar, y
él encontró el pulso en su cuello y lo rozó con labios.
─Vámonos de aquí ─gimió Hyukjae, y
sintió la vibración de su voz por todo su cuerpo.
Caminaron hasta la mesa, Hyukjae
con la mano apoyada en su espalda. Llegaron a la mesa, Hyukjae hablaba con el
camarero mientras él recordaba que llevaba el contrato. Le pasó un brazo por
los hombros y salieron.
Silencio y oscuridad que precedían
a una luna tardía. La arena bajo los pies. Se había tomado una sola copa, pero
estaba un poco aturdido.
La terraza.
La puerta de su salón, Hyukjae la
abrió y entraron. La estancia estaba iluminada por la luz suave de una lámpara,
y Donghae miró primero a la habitación donde Hyukjae había dormido las últimas
cuatro noches, y después las suya, que tenía la puerta cerrada. La habitación a
la que no le invitaría entrar a no ser que se hubiese vuelto loco.
Entonces sintió sus manos en los
hombros, y acercaba su cara para besarle el cuello.
─Voy a besarte, amante de la luna.
Donghae se dio la vuelta y lo miró
a los ojos con los labios entreabiertos.
Sabía que cuando sus labios lo
rozasen, estaría perdido, y en ese mismo instante, retrocedió. Hyukjae le hizo
ademán de ir hacía él, pero si le permitía acercarse otra vez, se ahogaría en
sus labios. Si empezaban, no habría final, y su gemido de protesta hizo que
Hyukjae se quedara inmóvil.
─Donghae… ─susurró en forma
ahogada─ No huyas de mí.
Los temblores le recorrían el
cuerpo de arriba abajo. No huyas, le
había dicho, pero si lo besaba…
Lentamente volvió a acercarse a
él, sabiendo que estaba a punto de rendirse.
─Hyukjae…
Él enredó las manos en su pelo y
le hizo mirarlo; después, acarició suavemente sus labios con los suyos,
saboreándolos. Donghae los entreabrió y él sorbió su boca, lentamente,
describiendo círculos con su lengua, probándolo todo.
Donghae intentó mantener los ojos
abiertos mientras él le acariciaba las sienes con los pulgares y sus bocas se
seducían. El mundo quedó reducido a su lengua y sus caricias y sus manos, y oyó
un suspiro que resultó ser suyo.
Estaban pegados el uno al otro,
pero eso no bastaba ya y, con manos inquietas, buscó su piel y su pelo,
apretándole contra él. Hyukjae gimió y , cuando bajó las manos por su espalda,
fue dejando una senda de fuego a su paso. Su necesidad contra su deseo.
El pulso se aceleró más y más;
necesitaba más de Hyukjae, sentirle más, más cerca, con más fuerzas, y
pronunció su nombre en silencio mientras besaba su cuello… sintió sus manos en
las caderas y ya no tuvo fuerza… necesitó que sus brazos lo poseyeran… que lo
tomasen con toda su fuerza.
De pronto, sintió el aire helar su
piel; él se separó, dejándolo con los labios entreabiertos e inflamados, la
piel arrebolada y sus pezones palpitando de necesidad, pero él se había marchado y el vacío sería
para siempre.
Hyukjae…
Él emitió un sonido ahogado con la
garganta y Donghae tragó saliva. Estaba ahí mismo, frente a él, pero sin tocarlo,
mirándolo.
─Así lo entenderás ─dijo Hyukjae
con voz ahogada y algo temblorosa. Si sus ojos no hubiesen estado en la
oscuridad, habría podido ver su fuego.
─Así lo entenderás ─repitió.
─¿El qué?
─Entenderás de qué huyes en
realidad. No es solo de mi… no habrías tenido que huir, porque yo no te estoy
forzando a nada.
Donghae no tuvo palabras, y él dio
media vuelta y se alejó.
Se dejó caer en el sofá. Cerró los
ojos, y solo quedó el sonido del mar. Podía oler el aroma de a loción de
Hyukjae… podía sentir las caricias de sus manos en el pelo… de sus labios…
sentir de nuevo sus manos en las caderas y su pulso profundo y hambriento.
Se puso de pie y buscó, pero él se
había ido. Vagamente, recordó el ruido de puertas al cerrarse y de sus pisadas.
Podían haber hecho el amor. Si hubiera seguido acariciándolo, la locura no
habría remitido hasta que no le hubiese pertenecido por completo.
Abrió la puerta de su dormitorio,
entró y la cerró.
Siempre le había pertenecido.
Desde aquella noche en la fiesta de Kim Ryeowook cuando él había atravesado el
salón para ofrecerle su mano. Lo sacó de entre aquella gente y lo habría
seguido a cualquier lugar. Al día siguiente, se había encontrado con uno de los
chicos de la fiesta mientras hacía unas compras. Él le había pedido que
salieran una vez.
─Podías haberme dicho que eras el
chico de Hyukjae ─le dijo con cierta tristeza─ Sé reconocer cuándo he perdido.
Había enrojecido hasta las cejas
porque Hyukjae lo había besado hasta casi dejarlo sin sentido, y habían quedado
para volver a verse aquella noche. Iba a tener que inventarse alguna historia
para justificar su ausencia. Sabía que era peligroso, pero nada habría podido
detenerlo.
Apártate del chico de Lee. No es de tu clase.
Seis días de magia.
Aquella noche, habían caminado
hasta una playa remota, habían charlado y habían recogido leña para hacer un
fuego en el que asaron salchichas.
─Nunca había asado salchichas
antes ─comentó y Hyukjae se sorprendió. Su mundo había sido todo formalidad, y
él le estaba enseñando a ser espontáneo, a reír y a hablar y compartir los
sueños.
─Yo quiero tener mi casa propia
─le confesó─ Un lugar que sea mío y en el que pueda tener mis propias reglas. Y
quiero tener un marido e hijos.
Las mejillas se le pusieron al
rojo vivo y clavó la mirada en la salchicha que acababa de caérsele a la arena.
─Trae, yo la limpiaré.
Hyukjae la había lavado con el
agua de mar y habían vuelto a tostarla. Él le habló de sus sueños, mientras
seguían sentados mirando al fuego después de haber acabado con la comida.
─Yo te construiré la casa. ─dijo
él, y Donghae sabía que era demasiado pronto, pero lo creyó. Él le pertenecía a
Hyukjae y Hyukjae era suyo.
La noche anterior, Kyuhyun había
ido a buscarle cuando la fiesta terminó. No podía creérselo cuando le dijo que
eran las cuatro de la mañana. Había pasado toda la noche en la playa con
Hyukjae, hablando acurrucado en sus brazos, besándose cuando dejaban de hablar.
Y al parecer, Kyuhyun se había dado cuenta de que Hyukjae y él formaban una
unidad, un círculo que duraría para siempre y que dejaría fuera al resto del
mundo.
─Es hora de que nos vayamos ─dijo
su hermano─ Los padres de Ryeowook vuelven por la mañana. Dame las llaves…
conduciré yo.
Hyukjae le sujetó el brazo con el
que pretendía alcanzar sus cosas.
─El no va contigo a ninguna parte
contigo al volante. Puedes ir como pasajero o volver andando, lo que prefieras.
Hyukjae se preocupaba por él
porqué algo había ocurrido en la playa, y los dos habían cambiado.
─¿Mañana? -le había preguntado él.
─Sí.
─Trabajo hasta las cuatro. ¿Te
recojo a las cinco?
─Mejor quedamos en algún
sitio ─y con una sonrisa, susurró─ ¿en
el manzano?
La parte racional de sí mismo
había sabido de antemano que aquello no podía durar. Solo iba a tener unos
cuantos días de libertad para estar con Hyukjae.
─Estás loco ─le había advertido
Kyuhyun aquella primera noche cuando se dirigían a casa de Zhoumi. ─ Vas a
meterte en problemas. El viejo lo odia.
Donghae no le había contestado,
porque sabía que nada iba a impedir que se viese con Hyukjae al día siguiente.
Su padre no lo aprobaría. Solo le parecían bien los hombres cuyas familias
tenía poder y dinero, hombres con los que unirlos cuando fuese mayor resultase
ventajoso. Sabía que iba a tener que luchar por Hyukjae, y tendría que hacerlo
con mucho cuidado y secreto.
El domingo lo había llevado a la
finca donde recogía pasto, Donghae se había quedado sentado en un remolque
mientras él trabajaba en el campo. No estaba seguro de si lo hacía por la paga
o por amistad, porqué el dueño de la finca bromeaba con él casi como si fuesen
padre e hijo.
Después, una vez que todo estuvo
recogido en un almacén, Hyukjae lo miró desde una segunda planta, y Donghae vio
algo en sus ojos que le paró el corazón. El señor se había marchado de la finca
y Hyukjae era el único que quedaba allí, la única persona en el mundo, de pie,
desnudo de la cintura para arriba.
─¿Crees que podrías subir hasta
aquí? ─le había preguntado, mirando su camisa blanca y pantalón corto.
Él había seguido la escalera con
la mirada hasta llegar sus pies, llevaba botas, jeans y nada más que piel
blanca.
─¿Y qué pasará si subo?
─Que te desordenaré todo.
Recordó la noche en la playa y se
dio cuenta que no le costaría mucho, la manos le empezaron a temblarle. No
sabía si lo sostendrían por aquella escalera.
Cuando estaba casi arriba, Hyukjae
le ofreció su mano y tiró de abrazarlo y besarlo, y él lo besó a su vez como si
aquella fuese a ser la última vez.
El sol de la tarde entraba por las
ventanas del almacén, todo olor a campo abierto. Hyukjae siguió besándolo y él
se estremeció en sus brazos. Cuando le oyó gemir, sintió excitación y poder
correrle por las venas , porqué Hyukjae estaba tan hechizado como él. Le había
soñado, y al mirarlo a los ojos antes de que él recorriese su cuello con sus
labios, supo que también había soñado con él.
Desabrochó su camisa, y sus manos
recorrieron hambrientas su espalda y cintura, después siguiendo a su pecho.
─Sí ─gimió, y los dos se tumbaron
sobre el pasto. Lo sentía áspero en la piel desnuda, pero no importó porqué
Hyukjae lo estaba acariciando y el aroma del campo era como el de un amante.
Entonces sintió su mano en el
muslo, y el mundo se detuvo cuando cerró los ojos. Su rostro oculto en su
cuello y su voz diciéndole que le encantaba su pelo, su olor. Su boca sobre su
pecho y el mundo se partió en dos, hasta que encontró su entrepierna y el mundo
tembló.
Necesitaba saber desesperadamente
qué era lo que Hyukjae quería de él. ¿debería guarda silencio? ¿debería moverse
tal y como le dictaban sus sentidos? O quizás debería alejarse de él, porqué
¿qué pensaría si le dejaba seguir y él comprendía que es que no había forma de
que pudiera resistirse?
Le acarició por encima de su ropa
interior y él contuvo su respiración, y entonces, su boca acarició sus pezones
y sus manos retuvieron sus caderas y se sintió enredado con él, y el tiempo se
paró en sus caricias y en el sol de la tarde que los bañaba.
Cuando sintió las piernas de
Hyukjae entre las suyas, abrió los ojos y vio en los de él algo que era
idéntico a lo que él mismo sentía en algún lugar primitivo en su corazón.
Entonces sus pantalones cortos y jeans desaparecieron y todo fue sensaciones y
locura.
Silencio. Latidos. La respiración
de Hyukjae era entrecortada.
─¿No has hecho esto antes, cierto?
─No ─contestó, y deseó ser todo lo
que él quisiera─ Lo siento.
Él miró entonces sus propias manos
sobre la piel de Donghae y guardó silencio.
─Hyukjae ─susurró. ─ ¿Ocurre algo?
─Sí ─contestó él, apartándole unos
mechones de la cara─ Simplemente que no me había dado cuenta, eso es todo. Tal
y como me has respondido, yo pensaba que…
─Nunca me había sentido así
─susurró y sintió que las mejillas le ardían las mejillas, y él las acarició─
Yo solo… bueno, he besado algunas veces, pero … pero nunca como contigo.
Él seguía acariciándole la mejilla
y Donghae se incorporó ligeramente para besarlo. El beso fue tan lento, tan
suave que dolió. Cuando se separaron, sus ojos habían cambiado y tuvo la
certeza de que iba a perderlo.
Su padre volvía al día siguiente y
sería imposible seguir viéndolo.
─Hyukjae… no pasa nada… puedes…
─No… Donghae.
Hyukjae recogió su camisa y se la
dio, él se la puso y se la abrochó, pero mal. Se sentía horrible. Hyukjae se
había vuelto a vestir por completo.
─Hyukjae, has… ¿has hecho el amor
con muchos jóvenes?
Un músculo le tembló en la
barbilla, y lo ayudó a ponerse de pie.
─Con ninguno como contigo.
─Lo siento ─volvió a decir.
─No tienes porqué ─replicó él con
una expresión extraña, como si se estuviera riendo de sí mismo. ─ Lo haremos de
otra forma, amante de la luna. Eso es todo.
Donghae se mordió el labio.
─Es probable que no podamos vernos
unos cuantos días. Yo… en cuanto haya vuelto a marcharse… dentro de unos días,
tiene que volver a salir de viaje.
─¿Me estás diciendo que si nos
vemos tendrá que ser a sus espaldas?
Donghae tragó saliva y asintió;
estaba claro que a él no le gustaba la idea.
─Tengo que irme ─dijo Donghae,
pero no podía perderle─ Por favor, yo… Hyukjae, cuando haya vuelto a irse, podemos…
yo.
Él le rozó los labios y volvió a
besarlo, pero con dureza. Sintió ira y necesidad, y cuando se separaron, sintió
una extraña confusión; no podía perderle, pero al mismo tiempo, sentía terror
ante la batalla que con seguridad iba a tener que librar contra su padre.
─Ya lo arreglaremos ─dijo él.
─Sí
Pero Donghae no estaba seguro que
pudiese existir la magia que conquistase a su padre.
El Mercedes de su padre estaba en
la entrada cuando volvió a casa. Había vuelto antes de lo previsto.
Entró en la casa despacio. La
puerta de su despacho estaba cerrada, pero podía sentir su presencia detrás de
él. El ama de llaves apareció en el recibidor.
─Quiere verte, Donghae ─dijo,
haciendo un gesto con la cabeza hacia la puerta del despacho─ Ha dicho que
entraras en cuanto llegaras. Ha llamado a casa de Wang Zhoumi, pero no estabas
allí.
Donghae intentó reprimir el miedo.
Debería haber sabido que aquello no iba a salir bien. Se miró la ropa. Había
cepillado todos los restos de pasto, así que había pistas que pudieran
indicarle dónde había pasado la tarde.
Abrió la puerta del despacho y la
cerró a sus espaldas. Su padre sabía que no había estado en casa de Zhoumi, así
que intentó inventar algo que pudiera decirle, pero no se lo ocurrió nada.
Él estaba trabajando, y cuando por
fin levantó los ojos, su mirada fue de furia. Antes de que su madre muriera, su
padre era distinto, testaduro y estricto, pero no siempre estaba enfadado. Como
si su madre hubiera sido la única persona capaz de suavizarle.
─Sé con quién has estado ─espetó─
Te advertí que te mantuvieras alejado del hijo de Lee.
Debería haberle pedido a Hyukjae
que le hiciera el amor aquella misma tarde, porqué sabía lo que la expresión de
su padre significaba: que jamás volvería a ver a Hyukjae.
Le prohibió que saliera de la casa
hasta que él volviese para llevarlo con él. Iba a internarlo en un colegio
privado.
Jamás volvería a ver a Hyukjae.
Nunca.
Su caballo había sido siempre la
forma de escapar de las restricciones de su vida, pero ese día prefirió caminar
colina abajo sobre la hierba que cubría el suelo entre los árboles. Kyuhyun era
capaz de saltarse las vallas y de conducir coches, aunque se lo hubieran
prohibido, pero él no era capaz de ser tan osado.
Caminó despacio hasta llegar al
banco en el que por primera vez había hablado con Lee Hyukjae, hacía ya dos
años. Se sentó sobre él y no lloró. Ya había llorado bastante la noche
anterior.
Quería llamar a Hyukjae, verlo por
última vez, pero sabía que no debía hacerlo. Quizás pudiera llamarlo desde casa
de Zhoumi antes de marcharse, pero mucho se temía que tal libertad iba a ser
imposible.
La única opción era escribirle
escribirle una carta de despedida.
Oyó moverse las ramas que alguien
lo llamaba desde allí. Era Hyukjae. Rápidamente miró hacia la casa, pero
estaban solos.
─Hyukjae ─susurró.
Qué fue todo eso????
ResponderEliminarEl mono no solo lo rechazó (?) dos veces!???
Porqué?????
Ahhhh
DIOS ME DUELE LA CABEZA Y ESOS DOS SIGUEN LEJOS
ResponderEliminarQUE! Hyuk que haces raptalo y llevatelo! esto si que desespera ya quiero que alguien haga algo por favor!
ResponderEliminarGracias por el cap
Vaya...\(*0*)/
ResponderEliminarPor fin un poco del pasado...al menos de Hae,algo es algo.
Hasta aquí,veo que esto no pudo haber causado toda la sombra que Hae trae arrastrando como pasado,tuvo que pasar algo más grande.
Lo que un beso hace...ha llevado a Hae a recordar cómo empezó todo y pronto sabremos qué fue lo que paso para que todo terminará así.
Aún no considero culpas...Hyuk tuvo sus razones para no estar con Hae en ese momento...y Hae teniendo a su padre encima encerrandolo en casa y prohibirle hablar con Hyuk...cada quien tenía sus razones.