Hyuk dormía profundamente bocabajo cuando
Wonwoo lo colocó en una postura más cómoda. Estaba tan cansado que no se movió
siquiera. Sus días eran una pura aventura, porque la propiedad de los Kim
constituía un maravilloso parque de recreo para un niño tan activo como él.
Wonwoo se vistió para la cena. Era una
noche especial porque sería su última noche en Zelos durante algún tiempo.
Mingyu había pasado la semana anterior viajando, yendo y viniendo a todas horas
para intentar alargar lo más posible su estancia en la isla. Se mostraba tan
reacio como él a abandonar aquel lugar, porque su luna de miel había sido
mágica.
Admitió que nunca había soñado encontrar
la felicidad tan rápidamente con Mingyu. Lo primero que había observado era que
desaparecían sus reservas con su hijo, pero con el paso de las semanas desde la
boda, además se había relajado con él. Sobre todo lo notaba en los detalles. Si
tenía que trabajar en su despacho, en cuanto acababa iba en su busca. Lo
despertaba a horas intempestivas para que desayunaran juntos porque claramente
deseaba su compañía. Le gustaba que le despidiese cuando subía al helicóptero y
le encantaba que lo esperase cuando llegaba tarde a casa.
Al ver Grecia a través de sus ojos, Wonwoo
se había enamorado de aquel país más que nunca, lo había llevado en yate fuera
de los circuitos de turistas, explorado juntos antiguos yacimientos
arqueológicos y enseñado sus sitios favoritos, algunos inquietantemente
hermosos y casi todos desiertos.
Wonwoo se había esforzado en perder la
costumbre de compararse con Jenny. Había aceptado que era estúpido atormentarse
continuamente con aquellos pensamientos y se había concentrado en lo que tenía
con Mingyu. Y pensó que lo que tenía era mucho más de lo que se habría atrevido
a desear.
En el lecho, Mingyu lograba que todas sus
fantasías se hiciesen realidad. Era muy inteligente, una compañía maravillosa y
tremendamente ingenioso. Minwoo estaba descubriendo que él era franco cuando
tomaba confianza y que podía ser además amable y considerado.
Wonwoo se dirigió a la terraza que
dominaba la bahía, minutos más tarde, Mingyu se reunió con él. Su teléfono
móvil estaba sonando, pero se detuvo a apagarlo y dejarlo a un lado. El servicio sabía que sólo debía
interrumpirle en caso de emergencia. Wonwoo contempló su bello rostro. Su
presencia siempre le impresionaba y, para ser sinceros, él estaba increíble en
camiseta y téjanos.
—Llevamos juntos todo un mes, hermoso
—Mingyu llenó dos copas de champán y le tendió un estuche—. Esto hay que
celebrarlo.
Sorprendido, Wonwoo abrió la tapa. Contuvo
la respiración ante la belleza de aquel brazalete con las iniciales KW. Ahora sabía
lo que él disfrutaba haciéndole regalos y no le reprendía por ello.
—Es precioso, Mingyu. Pónmelo —le
instó—.Ahora me siento fatal, porque no te he comprado nada.
Mingyu miró a su esposo con ojos oscuros y
sensuales.
—No te preocupes. Ya se me ocurrirá algo
que no te cueste más que perder unas horas de sueño.
Wonwoo enrojeció, y extendió sonriendo la
muñeca hasta que la luz que se filtraba por los árboles hizo brillar el
brazalete.
—Gracias —le dijo.
Él le tendió una copa de champán.
—Antes de que me olvide, una de tus prima ha
llamado para invitarnos a una cena en Seúl. Me sorprendió que no te llamase
a ti.
A Wonwoo no le sorprendía en absoluto. Eran
igual de implacable que su madre a la hora de utilizar contactos influyentes y
seguramente había llamado a propósito a Mingyu en lugar de a él.
—Creo que inventaré una excusa —dijo Wonwoo,
incómodo—. Mis parientes están en pleno periodo de adaptación. Será mejor dejar
que pase un tiempo para que se hagan a la idea de que ahora eres mi marido.
Mingyu levantó una ceja:
—¿De qué demonios hablas? ¿Por qué iban a
necesitar tiempo?
Wonwoo hizo una mueca.
—Los Lee parecían más bien espectros el
día de nuestra boda — admitió con arrepentimiento—. Me temo que mi tía se
molestó mucho cuando supo que eras el padre de Hyuk…
Sus ojos se encendieron.
—¿Y a ella qué le importa?
—Sé que ha pasado mucho tiempo, pero tú y Jenny
eran novios —le costó decirlo, y deseó haber sido menos directo en ese tema.
Había tomado la costumbre de contárselo todo a Mingyu, más de lo que quisiera.
—No, no lo éramos.
—Seguramente no bajo tu punto de vista
—Wonwoo se devanaba los sesos en busca de las palabras adecuadas para explicar
cómo se sentían sus parientes—. Si hubieses tenido un hijo con otro y te
hubieras casado con él, no les habría importado lo más mínimo. Pero tratándose
de mí, no parece que puedan dejar de pensar que entré furtivamente en el coto
de Jenny.
Mingyu arrugó la frente.
—Pero yo no salía con Jenny.
Wonwoo lo miró fijamente.
—Puede que no lo llamases «salir», pero
estuvieron juntos un tiempo…
—¿Sexualmente hablando? —cortó Mingyu—.
No, no es así.
Patidifuso por una afirmación que ponía
boca abajo años de convencimiento, Wonwoo sacudió la cabeza como si necesitase
aclararla.
—Pero eso no es posible. Quiero decir, la
misma Jenny dijo… es decir… hablaba como
si…
—No me importa lo que dijese, hara mou. No
ocurrió. Nunca —dijo Mingyu secamente.
—Oh, Dios mío —Wonwoo lo miró sorprendido—.
Hizo pensar a todos que habían sido amantes.
—No dudo que le gustase llamar la
atención, pero no me atraía en ese aspecto.
Wonwoo asintió como una marioneta, porque
casi no podía hacerse a la idea de que Mingyu se hubiese sentido más atraído
por él que por su hermosa prima.
—Pero… ¿Por qué no te atraía?
—Era muy divertida, pero también neurótica
y superficial —frunció el ceño como si se sumergiese en pensamientos más
profundos—. Para serte sincero, sabía que ella me deseaba. Supuse que por eso
me dijiste que yo no te interesaba el día que te besé.
Wonwoo estaba desconcertado y se sintió
momentáneamente perdido.
—Me besaste… ¿cuándo?
Mingyu se encogió de hombros.
—Cuando me quedé en casa de Jenny siendo
estudiante.
—¿Quieres decir que aquello fue sincero y
no una especie de burla de chico malo? —tartamudeó Wonwoo, retrocediendo siete
años.
—¿Es eso lo que pensaste? —Mingyu lo miró
torciendo el gesto—. Me apartaste de ti, y eso era lo que había que hacer. Por
entonces, sin duda me hubiese metido en la cama contigo. No sabía ni lo que
pasaba dentro de mi propia cabeza. Jenny también se habría prestado. Me di
cuenta de que, si no podía tenerme, no iba a tolerar que tú me tuvieras.
Wonwoo escuchaba cada una de sus palabras
con atención. Al descubrir que Mingyu se había sentido atraído por él y que
nunca había deseado a Jenny, toda lo que pensaba sobre la relación entre ambos
cambió por completo. Se dio cuenta de que había habido algo entre ellos antes
de compartir la cama.
—¿Recuerdas la noche en que te hablé de mi
hermano? Fue entonces cuando me di cuenta de que te quería, porque luego no
supe por qué había estado en tu habitación hablando de cosas tan personales…
—Borracho y en griego —añadió Wonwoo sin
poder evitarlo.
—Pero jamás me había sincerado así con alguien
—Mingyu fingió un temblor de inquietud—. Me desconcertó que pudieses tirar de
mí de esa forma que no podía explicar. Era algo demasiado profundo y por
entonces yo no estaba preparado para abrirme de ese modo.
—Lo sé —dijo Wonwoo con intención, pero la
alegría se había instalado en su interior, porque nunca más tendría que
sentirse plato de segunda mesa. Jenny había mentido en cuanto a su relación con
Mingyu, cosa que no le sorprendía si lo pensaba seriamente.
—Jenny me dijo que yo te gustaba y se
suponía que aquello era un chiste —le confió Mingyu, descansando sus ojos
nerviosos en él—. Pero a mí me gustó la idea e hizo que me atrajeses aún más.
Sus mejillas se tornaron del color de un
melocotón maduro. Sin saber qué decir, exhaló:
—Pero estabas muy afectado por la muerte
de Jenny.
—Sí, por la forma en que había
desperdiciado su vida. Me recordó a la muerte de mi madre y de mi hermano.
Intenté ayudar a Jenny, pero fracasé —murmuró seriamente Mingyu—. Cuando dejó
la rehabilitación, le volví la espalda porque me negaba a verla morir.
—Hiciste todo lo que estuvo en tu mano, y
no fuiste el único. Nada funcionó —dijo Wonwoo con lágrimas en los ojos.
—Pero tú la cuidaste y apoyaste cuando los
demás se apartaron de ella. Ese nivel de lealtad no es fácil de encontrar. Y yo
lo supe apreciar, a pesar de que su familia no lo hizo. Cuando volví a verte en
el funeral, no pude evitar buscarte.
—¿Qué estás diciendo? —susurró Wonwoo.
—Que si no llega a ser por tu prima, nunca
te habría conocido. Pero una vez que te encontré, ninguna otra persona podía
sustituirte en mi corazón porque te admiraba profundamente.
—¿Incluso sin estar preparado para todas
esas cosas que tanto admirabas en mí? —inquirió Wonwoo.
—Incluso así. Eras listo, tenías agallas y
no te dejabas impresionar por mí o por mi dinero. Nuestra primera noche juntos
fue muy especial.
—¿Especial? Todo lo que hiciste después
fue pedirme el desayuno.
Mingyu extendió las manos en un gesto de
reproche:
—No sabía qué decir. Ni siquiera me di
cuenta de que en aquel momento no era necesario decir nada. Supongo que me
encontraba como pez fuera del agua. Lo único que sabía es que me sentía
maravillosamente bien. Me sentía muy cómodo contigo. ¡Quedé destrozado al salir
de la ducha y encontrar la casa vacía! —admitió Mingyu bajando la voz—. Ni una
nota, ni una llamada… ¡nada!
Wonwoo lo miró horrorizado.
—¿De… destrozado?
—Y muy enfadado contigo porque me habías
dejado. Lo consideré un rechazo y no podía permitirme el pensarlo porque me
dolía… —le fue tan difícil pronunciar aquella última palabra que casi le salió
en un susurro.
Las lágrimas empezaron a correr por las
mejillas de Wonwoo.
—Oh, Mingyu…
Él le quitó la copa de champán y la dejó a
un lado para poder consolarlo con una ternura que le hizo aferrarse a él
durante unos minutos.
—Por supuesto, fui a la misa de
aniversario para buscarte, aunque no quería admitirlo. Y cuando lo hice, me
dije que sólo lo hacía porque el sexo contigo era especial.
Wonwoo aspiró fuerte para despejarse la
nariz.
—Si no hubiese tenido aquel accidente…
—suspiró.
—Pero ahora estamos juntos y no permitiré
que vuelvas a marcharte.
Admitió lo nervioso que se puso el día de
la boda a causa de lo de la fiesta en el yate. Wonwoo, que lo había visto tan
calmado, quedó admirado al ver la influencia que ejercía sobre él. Cuando él le
confesó que habían ido a Zelos en lugar de a Italia por que él temía que le
dejase, no pudo evitar echarse a reír.
Mingyu introdujo los dedos en el pelo de
Wonwoo y le inclinó la cabeza hacia atrás para contemplarlo con ternura.
—Ya sé que es para partirse de risa.
Amarte me llena la cabeza de temores e ideas estrambóticas.
Wonwoo se puso serio de repente.
—¿Amarme? —repitió.
—Te quiero mucho, mucho —declaró Mingyu
con voz ronca. Wonwoo levantó la vista para mirarle, completamente maravillado.
—Intenté resistirme con todas mis fuerzas,
pero no hubo modo de escapar —dijo Mingyu atribulado—. Me afectó mucho que me
dijeses que no sería un buen padre y que era un irresponsable, me lo tomé como
un reto. Durante varias semanas, estuve como ido. ¿Por qué crees que monté lo
del periódico para airear nuestra relación? Estaba celoso de tu novio.
—¿Hoshi? ¿Estabas celoso? ¡Pero si sólo salimos
una vez! —Wonwoo estaba encantado de haber provocado sus celos, porque aquello
le hacía sentirse como un auténtico joven fatal—. ¿De verdad me amas?
—¿Acaso no me casé contigo sin pedir
pruebas de ADN de Hyuk, o sin acuerdo prenupcial? ¿No te has dado cuenta de lo
que debo confiar en ti y valorarte para hacer algo así? —Mingyu lo miró con
cariño—. ¿Y por qué crees que permití que me chantajeases para que me casara
contigo?
—¿Para volver a acostarte conmigo?
—Bueno, ese aspecto también influyó
—Mingyu fue lo suficientemente sincero como para reconocerlo, sonriendo
maliciosamente—. Pero yo también deseaba casarme contigo, así que me dejé
chantajear. Tarde o temprano te lo hubiese pedido, pero tú te adelantaste, lo
que me permitió guardar las apariencias.
Wonwoo no podía dejar de sonreír cuando
recordó que también tenía algo que decir:
—Mentí cuando te dije que ya no te amaba.
Te he amado durante tanto tiempo que ya formas parte de mi corazón.
Mingyu se puso tenso.
—¿Mentiste? ¿Quieres decir…?
—No te lo tomes como algo personal. A
veces un jovencito tiene que hacer lo que tiene que hacer. Y después de todo lo
que dijiste sobre convertir nuestro matrimonio en un acuerdo negociado y exigir
sexo, no te merecías en absoluto una auténtica confesión de amor —Wonwoo lo
acarició distraídamente bajo la camiseta—. Pero te quiero mucho, mucho.
—¿Lo dices de verdad?
A Wonwoo le conmovió su inseguridad:
—Sí. Te quiero.
—Estás castigado por ocultar esa
información: hoy no vas a comer. Iremos directamente a la cama.
Mingyu sometió sus labios carnosos a un
beso tan apasionado que lo dejó sin aliento y con las rodillas flojas. Luego lo
separó de él y cerrando una mano sobre la suya lo llevó al interior de la
habitación. Wonwoo no puso objeción alguna a sus planes.
Horas más tarde, yacía cómodamente entre
sus brazos mientras él le daba de comer y beber para que recuperase las
fuerzas. Entonces Mingyu le confesó que era una lástima haberse perdido todo su
embarazo, sin mencionar los primeros meses de vida de su hijo.
—Podríamos tener otro —dijo Wonwoo.
—Me encantaría, hermoso.
—Pero todavía no —Wonwoo recorrió con mano
posesiva su torso y apoyó en él la mejilla—. Cuando esté embarazado, querré
dormir todo el tiempo.
—Todavía no —afirmó Mingyu con voz burlona.
Dos años más tarde, nació Kim Haemin. El
segundo embarazo de Wonwoo estuvo exento de las preocupaciones que le asaltaron
durante el primero. Gracias a la ayuda del servicio, se mantuvo plena de
energía hasta el último momento.
Mingyu se interesó en todo momento por su
evolución y aquello les acercó aún más, de modo que disfrutó plenamente durante
la gestación de su joven hijo. Al acercarse la fecha del parto, Mingyu suspendió sus viajes para estar con
Wonwoo cuando naciese Haemin. Él estaba tan encantado con su joven hijo como él, y
además Haemin se parecía a los dos: heredó los ojos oscuros de su padre y las
delicadas facciones de su appa. Hyuk, que ahora tenía tres años y medio,
estaba fascinado con su hermano, pero un tanto decepcionado al comprobar que no
podía ni siquiera sentarse para jugar con él.
—Es demasiado pequeño —se lamentaba Hyuk
con todo el dramatismo de un Kim.
—Haemin crecerá —le consoló su appa.
—Grita mucho.
—Igual que tú cuando eras un bebé.
Tras dejar al niño en su cuarto, Wonwoo
tiró del edredón para que Hyuk se metiese en la cama y éste se acostó con un
camión bajo el brazo.
Mingyu apareció en el umbral cuando Wonwoo
le estaba leyendo un cuento y le sonrió abierta y sinceramente, porque lo había
convertido en una persona tremendamente feliz y era de esas personas que saben
apreciar lo que tienen. Cuando se acabó el cuento, Mingyu atravesó la
habitación y abrió la puerta del armario. Meanie se incorporó para saludarlo
con entusiasmo.
—¡Papá! —protestó Hyuk.
—Meanie duerme abajo.
—Te estás volviendo intransigente —dijo
Wonwoo a su marido al salir de la habitación.
Mingyu se rió suavemente.
—Pero Hyuk ha sido muy listo al esconder
el perro así.
—No, ha sido muy cuco y mañana le
explicaré la diferencia entre ambas cosas —dijo Wonwoo incondicionalmente.
—¿Quién ha dicho que ser cuco es algo
malo? —Mingyu lo miró con cariño—. ¿No me aproveché de ti acaso la noche que
concebimos a Hyuk? Estabas muy afectado, lloroso y solo, y yo me aproveché de
la situación.
A Wonwoo le impresionó aquella
interpretación del pasado.
—Nunca lo vi de ese modo.
—Y no me arrepentiré mientras viva —le
dijo Mingyu abiertamente—. Ahora los tengo a ti, a Hyuk y a Haemin y son lo más
preciado que tengo en el mundo. No puedo imaginar mi vida sin ustedes.
Y así era para Wonwoo. Sentía cómo su
corazón se desbordaba. Mingyu le dijo cuánto lo amaba y él respondió con la
misma intensidad, porque ambos sabían que los vínculos que les unían eran muy
valiosos. En cuanto Mingyu y Wonwoo se hubieron alejado lo suficiente, Meanie
volvió a subir las escaleras para meterse en la habitación de Hyuk.
*Gracias por leer ésta historia con una nueva pareja en el blog.... Les presento a uno de mis nietos queridos Kim Mingyu...*
Que final tan perffto!!!
ResponderEliminarMe encanto la historia!!!
Ahhh
A mi esta pareja me ecanta, por ellos, jybto a DK
Son mis seventinos favoritos!!!;
<3