—Ha pasado un
largo tiempo —le dijo la Gran Luna al lobo blanco.
Eric cambió a su
forma humana y se paraba al lado del cuerpo de Hyesung. Miró a su Creadora y
sintió el calor y amor emanando de ella y entrando en él.
—¿Por qué me dejaste
vivir? —le preguntó, pensando en los largos siglos que había pasado vagando en
el bosque oscuro, sufriendo por compañía, y a veces, sintiendo nostalgia por la
muerte.
—Porque todavía
tienes un propósito en esta vida y es uno importante.
Él miró a Hyesung
y sintió el dolor por su muerte, recordó el dolor en los ojos de su hermano.
—¿Su propósito
estaba hecho? —señaló a Hyesung.
La Gran Luna
sacudió su cabeza mientras sus labios se tensaban en una fina línea.
—No, no lo ha
hecho. —Frunció el ceño al cuerpo inmóvil de la pareja Alfa y caminó a él. Se
arrodilló, puso sus brazos bajo él y lo levantó sin esfuerzo.
—Ven, Eric. No
dejaré a uno de mis hijos en la oscuridad.
—¿Por qué? —le preguntó
a la Gran Luna—. Por favor, dime por qué.
Ella se volteó y
cuidadosamente le pasó Hyesung a Eric y luego se arrodilló cerca de los dos
chicos. Murmuró algo que él no pudo escuchar y luego Teukkie asintió y se dejó
caer hacia delante hasta que su frente descansó sobre el hombro de la Luna. Él
observó mientras la diosa acariciaba a la pareja, calmándole.
—Vamos —dijo ella
finalmente mientras levantaba a Donghae en sus brazos y hacía señas para que los otros
la siguieran.
—¿A dónde vamos?
—preguntó Teukkie.
La Gran Luna le
sonrió tan orgullosa como un padre le sonríe a su hijo.
—No habrá más
muertes hoy, no de mis hijos. Es tiempo de que interfiera.
***
Hee sintió el
sudor deslizándose por su espalda, pegando su cabello a su rostro. El cálido
aire se sintió frío contra su piel húmeda y le dio la bienvenida a ese pequeño
alivio. Cerró sus ojos y mientras abrazaba el dolor del parto, sabiendo que
estaba trayendo una preciosa vida al mundo, una vida que él y Siwon habían
creado. Mordió su labio mientras luchaba contra la urgencia de gritar ya que
las contracciones se hacían más dolorosas y más seguidas.
Hongki le dijo
que encontrara un punto focal, que se agarrara a un pensamiento y lo mantuviera
en su mente, que lo viera con claridad. No tuvo problema encontrando un punto
focal porque él había sido su enfoque desde ese día que le había gruñido en esa
habitación de hospital. Le había reclamado, y a pesar de que no había otros
signos más que lo que sentía, él había dejado en claro que era suyo.
Se imaginó su rostro
en su mente, sus ojos y los secretos que ocultaban. Imaginó sus pómulos altos,
nariz derecha y labios firmes que a menudo estaban en una mueca permanente
dirigida a él, pero que podía convertirse en una sonrisa divertida en cualquier
momento. Empujó todo su enfoque en esa imagen de él y el dolor de la
contracción finalmente remitió. Sabía que no tendría un respiro en un largo
tiempo.
—Bien —dijo Hongki
mientras palpaba el abdomen—, esa fue una fuerte.
—Sin ofender Doc,
pero que digas lo obvio no es una indicación de que sepas lo que estás
haciendo.
Hongki rió.
—Sí, bueno, entre
los dos, creo que yo estoy un poco más calificado. — Hongki sintió lo que
estaba buscando mientras examinaba a Hee—. Bueno, es tiempo de comenzar.
Hee se quedó
quieto.
—¿Qué?
—Hee, sé que en
realidad no tuviste la oportunidad de tomar las clases que necesitabas, pero
estoy seguro que sabes que ésta es la manera.
—Si no te
necesitara en estos momentos, tal vez te golpearía hasta que perdieras el
sentido —gruñó Hee mientras sentía otra contracción llegando.
—Bien, aquí
vamos, Hee —decretó Hongki.
Hee asintió y
curvó sus dedos en la manta mientras la contracción lo atravesaba.
—Imagina tu punto
focal, Hee. Respira… bien, buen trabajo. —Palmeó su muslo gentilmente.
Quería llorar.
Quería a su mamá y quería a su compañero; infiernos, solo quería que alguien le
dijera que podía hacer esto, pero no había nadie y su bebe iba a nacer en una
cueva.
—No podré
soportarlo —dijo mientras jadeaba. Estiró sus brazos para limpiar las lágrimas
pero sus brazos estaban tan débiles que ni siquiera pudo hacerlo—. Hongki, no
puedo soportar esto sin él. No puedo.
Hongki miró a Hee
y sus ojos estaban brillando.
—Puedes y lo harás
—dijo firmemente—. Este es tu hijo, Heechul. Un milagro que tú y Siwon
crearon del amor, y no decepcionarás a tu pequeño o a tu compañero. Vas a
aguantarte y hacer lo que se tiene que hacer.
Hee escuchó a Hongki;
sintió la verdad en sus palabras y trató de aferrarse a esa verdad. Tenía que soportar
esto. No había cláusulas.
Hongki estaba
realizando el procedimiento con lo que le habían dejado. Los ojos de Hongki se
agrandaron cuando vio el chorro de sangre que fluyó de la cavidad. Rebuscó en
su mente, tratando rápidamente de recordar las cosas que podían causar toda esa
sangre. Finalmente recordó, un desprendimiento, un desprendimiento de placenta
podía causar toda esta sangre y también era extremadamente peligroso.
—Hee, hay que
sacarlo, ¿me escuchas? —Hongki miró los ojos llenos de pánico de Hee—. Tienes
que soportar.
Hee supo, por el
sonido de la voz de Hongki y el miedo en sus ojos, que algo iba seriamente mal.
Trató de tomar lentas respiraciones para no perder el control. Necesitaba ser
fuerte y tanto como quería envolverse en una bola y llorar hasta que se le
salieran los ojos, no podía. Su hijo lo necesitaba y no lo decepcionaría.
El dolor era
insoportable. Empujó la imagen del rostro de Siwon en su mente y lo imaginó
estando a su lado, diciéndole que era fuerte, diciéndole que no lo dejaría solo
y que todo estaría bien. Lo imaginó tan claramente que juró que podía escuchar
su voz.
Luego él estaba
diciendo el nombre de Hongki. ¿Por qué demonios estaría diciendo el nombre de Hongki
en su pequeña fantasía? Abrió los ojos y giró su cabeza para verlo ahí, en la entrada
de la cueva.
Vio a su
compañero, fuerte y alto, y por la mirada en su rostro, regiamente encabronado.
Estaba golpeando la barrera invisible que le impedía llegar a su lado y quiso
decirle que estaría bien, quiso de alguna manera aliviar el pánico en sus ojos.
Hongki pudo
sentir la cabeza de la bebé y supo que tenían que apurarse, Hee estaba
perdiendo mucha sangre rápidamente. Escuchó a Siwon gritarles y preguntar si Hee
estaba bien. El enojo y la rabia en su voz eran tangibles y envió escalofríos a
su espina.
La atención de
Hongki estaba dividida, por lo que finalmente respondió a Siwon
—Tiene un
desprendimiento de placenta. No tengo tiempo de explicar qué es, así que no
preguntes. El bebé parece estar bien. Escucho su frecuencia cardíaca y es
normal. Hee, sin embargo, ha perdido mucha sangre. Si puedes, trae a Donghae, lo
necesitamos.
Lo ojos de Hongki
se llenaron de lágrimas cuando sus manos temblaron mientras maniobraba para
ayudar al infante a salir al mundo.
—Bien, Heechul un
poco más.
Hee asintió y se
volteó a mirar a Siwon. Sus ojos se trabaron en los de él y una lágrima se
deslizó de ellos.
—Tu puedes princesa
—le dijo a través de la barrera—. Estoy aquí, no voy a irme.
Hee asintió,
clamando la ayuda de su lobo para que le diera la resistencia que necesitaba.
Sintió lágrimas en su rostro cuando vio a Hongki sosteniendo a su pequeño. Lo
había volteado y lo tenía casi colgando intentando limpiar su nariz y boca, y
entonces el sonido más glorioso llenó la cueva.
Hee escuchó el
llanto de su hijo y sintió más lágrimas brotar de su ojos. Estaba vivo, estaba
respirando. Se giró de nuevo para mirar a Siwon y vio que estaba de rodillas;
sus ojos estaban muy abiertos con completo asombro de lo que veía. Hee trató de
mirar a Hongki y su niño una vez más pero su visión estaba desenfocada. Trató
de levantar sus brazos para pedir sostenerlo pero sus brazos no respondieron a
la orden. La luz se desvanecía y se sintió yéndose a la deriva. Estaba tan
cansado y con frío, mucho, mucho frío.
Hongki dejó salir
una respiración profunda una vez que el bebé comenzó a llorar. Lo estaba
limpiando tan rápido como podía, agarró las tijeras quirúrgicas y cortó el
cordón umbilical y lo sujetó con la agarradera provista. Lo envolvió apretadamente
en la manta y fue a dárselo a Hee, pero se congeló cuando vio que Hee no se
movía y sus ojos estaban cerrados.
—¡Mierda!
—suspiró Hongki. Miró a Siwon, quien estaba de rodillas y apenas conteniendo el
pánico y luego miró de nuevo al bebé. El bebé estaba respirando, vivo y
vibrante. Siwon estaba vivo y casi a punto de enloquecer. Puso los pensamientos
a un lado y se concentró en el aquí y ahora, hizo lo que pudo por Hee, tratar
de contener el sangrado y cerrar las heridas los más rápido que podía.
Volvió a Jiwon,
recordó que ellos decían que así querían llamarlo, gentilmente sobre más mantas
y se volteó a comprobar a Hee. Estaba respirando, pero era laborada y
superficial. Su pulso era débil y lento por la falta de sangre para circular
por su cuerpo. Había perdido mucha y Hongki no tenía manera de hacerle una
transfusión. Sintió una calidez en su espalda y vio un suave brillo comenzar a
llenar la cueva de luz. Detuvo su examen para voltearse y ver lo que era. La transfusión ya no era un
problema, porque también se había quedado sin tiempo.
Siwon sintió que
sus pulmones estaban ardiendo. No podía conseguir suficiente aire mientras
miraba a su compañero y a su hijo. Observó cómo Hongki ponía a su bebé a un
lado y luego comenzaba a comprobar a Hee, pero antes de que pudiera hacer más
que checar su pulso, hubo un brillo suave emanando desde detrás y luego tres
entidades, las Parcas, estaban paradas detrás de él.
El corazón de Siwon
comenzó a golpear con fuerza cuando se dio cuenta de que era tiempo. Estaban
allí para recogerlo como el sacrificio por la muerte de Hee. Deseó poder
abrazar a su compañero e hijo una vez antes de irse, pero había conseguido ver
a Jiwon nacer y había conseguido ver a su maravilloso compañero dar a luz a su
pequeño milagro. No quería morir, pero podría morir ahora con una pequeña
cantidad de paz.
Sus oídos se
alentaron cuando las escuchó comenzar a hablar… a Hongki, no a él.
—El bebe ha
nacido, la deuda será ahora saldada. Te has probado honorable y por medio de tu
silencio se te considera digno. Aceptamos tu sacrificio en lugar del bebe. —Las
formas se movieron hacia delante y parecieron estirarse y tocar a Hongki. Hongki
se volteó ligeramente y sus ojos encontraron los de él; le dio una pequeña
inclinación de cabeza. Siwon observó en asombro como el cuerpo de Hongki
pareció desinflarse y fue lentamente bajado al suelo. Su pecho no se movía. No
había ni el más mínimo movimiento. La vida de Hongki había terminado, y la
había dado de buena gana.
Las Parcas se
voltearon y lo observaron, al menos sintió que lo miraban a él. Y entonces le
hablaron.
—A la magia que
vive aquí le ha sido dado lo que requiere, un sacrificio. Ha sido anulada en
pleno derecho de su poder.
Siwon casi cae
sobre su rostro mientras la barrera desaparecía y las Parcas junto con ella. No
dudó al ponerse de pie y correr a su compañero. Levantó a Jiwon en su brazos,
le sostuvo cerca de su cuerpo y luego se arrodilló a lado de Hee. Él apenas
respiraba y estaba pálido, muy pálido.
—Heechul, nene,
por favor quédate conmigo, quédate con nosotros. Te necesitamos —susurró Siwon
mientras se inclinaba más cerca, cuidadoso de no aplastar a su hijo. Escuchó
voces y pasos corriendo, levantó la vista cuando la conmoción se volvió más
ruidosa. Junjin, Henry, Jungsoo y los otros llegaron corriendo.
Miraron la escena
frente a ellos y luego saltaron a la acción.
—Siwon —dijo Junjin
mientras se movía rápidamente a su lado.
—Necesita un
sanador, Junjin.
Junjin miró a Henry.
—Por favor, ve
por Ryeowook.
Henry no esperó
por ninguna otra instrucción sino que inmediatamente se fue. Estuvo de vuelta
en menos de dos minutos con un Ryeowook luciendo muy confundido.
Se apresuró hacia
Hee y puso su mano sobre él. Empujó su espíritu dentro de Hee y comenzó a
buscar el daño que su cuerpo había sufrido. Se ocupó de la destrucción que el
parto le había causado al cuerpo de Hee y las consecuencias del parto. Fue
cuidadoso de comprobar por algún otro problema, pero la única cosa que faltaba
resolver era la pérdida de sangre. Ryeowook movió su espíritu al corazón de Hee
y pulsó poder en él. Ayudó a las células sanguíneas de su cuerpo a
multiplicarse rápidamente, remplazado la pérdida de sangre y mandándola a sus
órganos hambrientos. Cuando el latido de su corazón ganó fuerza y su
respiración se niveló, Ryeowook se salió de Hee y luego alejó sus manos. Abrió
sus ojos y lo miró, esperando.
Lentamente, los
ojos de Hee comenzaron a revolotear y parpadearon. Se abrieron y aterrizaron en
Siwon.
—Siwi —susurró.
Él sonrió
mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.
—Hola, princesa.
—Se inclinó, lo besó gentilmente y luego sostuvo en alto a su bebé—. Es
perfecto.
Los ojos de Hee
se iluminaron al ver a su hijo y sus labios temblaron mientras las lágrimas
llegaban.
—Por supuesto que
es perfecto, soy su appa. —Siwon rió mientras le entregaba a Hee su bebé y
luego lo ayudó a sentarse, apoyándolo contra él. Envolvió su brazo alrededor de
su cintura y lo acunó a su lado.
Enterró su cabeza
en el cuello de Hee y respiró profundo. Estaba aquí, con él y su hijo, era un
milagro. Levantó la mirada entonces y vio a Ryeowook cerniéndose sobre la forma
acostada de Hongki. Junjin se arrodilló a su lado. Ryeowook miró hacia arriba
luego y encontró su mirada, él asintió. Se dio cuenta de lo que debió haber
visto en los últimos recuerdos de Hongki.
Hongki le había
pedido a las Parcas tomar su vida en lugar de la de su hijo. Se había ofrecido
voluntariamente para que su bebé pudiera vivir y tener a ambos padres con él.
—Hongki —dijo Hee,
dándose cuenta por primera vez que el doctor no se movía—. Está… ¿Siwi, está…?
—Se tropezó con sus palabras mientras él escuchaba su pulso incrementarse.
—Silencio, nene
—le dijo—. Hongki ha ido a la siguiente vida. Se entregó en lugar de nuestro
hijo y las Parcas aceptaron su sacrificio.
La mano libre de Hee
cubrió su boca mientras suprimía el sollozo que estaba ahí esperando salir. Su
corazón estaba dividido, una parte roto por perder a su amigo y la otra parte
regocijándose por la vida del pequeño niño.
—Minki. —lo miró
a través de las lágrimas—. Así es como lo nombraremos, en memoria del que dio
su vida, en memoria de nuestro amigo.
Junjin miró al
doctor y sintió orgullo y dolor al mismo tiempo. Había sido valiente y leal, y
había dado todo hasta que no hubiera más. Sabía que nunca podría perdonarse por
su participación en el secuestro de Teukkie, y había encontrado una manera con
la que expiarse por eso. Mientras miraba su forma inmóvil, su mente viajó a
toda la muerte, dolor y tormento que el día había traído y su corazón se rompió
de nuevo.
—Odio interrumpir
este gozoso, y al mismo tiempo depresivo, momento —se burló Gura mientras
entraba en la cueva—, pero tengo negocios que atender. —Señaló a Sora y ella
cayó de rodillas agarrando su garganta. Trató de respirar pero no le fue
posible y comenzó a luchar más fuerte.
Jungsoo gruñó con
rabia ciega y cargó hacia su hermano. Alston extendió sus manos justo cuando Gura
levantaba su otra mano hacia Jungsoo, bloqueando el hechizo que quizá pudo
haber intentado. Jungsoo se estrelló contra su hermano con una fuerza que los
lanzó a ambos hacia atrás y estrellándose contra la pared.
Jungsoo se puso
de pie rápidamente y se giró para ver a Sora. Ella respiraba y Zhoumi la
ayudaba a ponerse de pie.
Gura se levantó
mientras Jungsoo estaba distraído y, justo cuando se volteaba de nuevo, Gura
giró y estrelló su puño en el rostro de su hermano. Jungsoo se tambaleó hacia
atrás y sintió su cabeza nadar por el golpe. La sacudió, tratando de recuperar
su rumbo, pero los sonidos a su alrededor sonaban amortiguados.
Escuchó la risa
de su hermano, un estruendo profundo que parecía estar en cámara lenta,
llenando la cueva y luego sintió las paredes vibrar a medida que Gura alzaba
sus manos, lanzando su poder hacia ellas. Henry, Alston y Minwoo lanzaron su
propia magia a medida que bolas de luz blanca volaban hacia su hermano. Gura
saltó, giró y se agachó mientras trataba de evitar que lo golpearan. Lanzó unos
cuantos disparos que mandaron a Kangin al suelo y a Yunho contra la pared. Pero
estaba superado en número y el pánico en sus ojos mostraba que lo sabía.
Con un fervor
renovado, lanzó una bola de fuego ardiente hacia ellos. Ésta crujió mientras
volaba por el aire, el oxígeno alimentando su calor. Golpeó a Minwoo en el
pecho y él cayó con un grito, más de ira que dolor. De repente, el cuerpo de Gura
salió volando hacia atrás y se estrelló en la pared de la cueva. Una flecha se
clavó a través de su hombro derecho y lo inmovilizó contra la pared. Una
segunda flecha voló a través del aire y se clavó en su hombro izquierdo,
inmovilizándolo por completo en la pared de la cueva.
Hyungsik estaba
al otro lado de la cueva con su arco todavía en el aire. Sus hombros se movían
con su respiración trabajosa mientras trataba de controlar su enojo. Miró a Gura
a los ojos y sonrió con una amenazadora sonrisa.
—Alégrate de que
no soy yo quien va a impartir tu muerte. Porque lo que has hecho a mi compañero,
mi futuro joven Rey, se castiga con muerte. Pero en mi larga vida, he aprendido
que hay cosas mucho peores que la muerte.
Jungsoo caminó
hacia su inmovilizado hermano y sacudió la cabeza.
—Eres una
desgracia para tu familia y tu gente. Has traicionado a tu Rey y tu sentencia
es la muerte.
Gura luchó contra
las flechas que lo sostenían cautivo pero fue inútil, no se moverían.
—¡LORELLE!
—rugió. Se rehusaba a rendirse, incluso si eso significaba pedir ayuda a la
traidora Fae.
Lorelle apareció
en la entrada de la cueva y los miró a todos. Su rostro no mostró ninguna
emoción cuando miró a Gura.
—¿Llamaste?
—Ayúdame —le
espetó. Su rostro se había transformado en el de una bestia mientras que todo
el mal que corría dentro de él se filtraba en su piel y rasgos.
Lorelle rió.
—Ayudarte, claro,
bueno, ya que lo que quería se ha logrado, no me sirves para nada más. Mi
hermana está muerta, y por su propia mano de todas las cosas. Tú y yo hemos
terminado.
—¡NO TE ATREVAS A
IRTE! —gritó Gura pero fue interrumpido cuando el puño de Jungsoo se estrelló
contra su rostro.
—Tu tiempo está
llegando, Lorelle —dijo Alston de repente—. Vas a lidiar con las consecuencias.
Lorelle rió de
nuevo.
—Primero tendrás
que encontrarme. —Les dio una última mirada y luego desapareció.
—¿En verdad vas a
matarme, Jungsoo, a tu propia carne y sangre? — preguntó Gura.
—No, yo no voy a
matarte.
Gura se hundió
con alivio.
—Él sí. —Jungsoo
señaló a Junjin, cuyos ojos brillaban y sus colmillos se habían alargado. Él
caminó hacia su presa lentamente, dejándolo sentir lo que era ser cazado y cómo
era ver tu muerte venir por ti.
—Por los crímenes
contra mi gente, la muerte de mi compañero, nuestro sanador, y nuestra amiga,
te sentencio a muerte. Preferiría encarcelarte y dejar que te pudrieras, pero
entonces tendría que correr el riesgo de que salieras. Así que supongo que en
lugar de eso, tendré que estar satisfecho de que sea yo el que te mate. —Junjin
agarró la cabeza de Gura entre sus manos y le dio un rápido giro.
Los huesos
hicieron un enfermizo crujido mientras su cuello se rompía. Su cuerpo habría
caído al piso si las flechas no lo hubieran sostenido en su lugar. Junjin miró
al hombre roto delante de él y fue entonces cuando todo lo inundó, cada emoción
se estrelló contra él, y por eso, echó la cabeza hacia atrás y aulló.
—¿A qué se
refería Junjin cuando dijo que tomó a nuestro sanador, Siwon? ¿Dónde está Donghae?
—Hee miró el rostro de su compañero y a pesar de que hizo la pregunta, ya sabía
la respuesta.
—Lo siento, nene.
Le fallamos; les fallamos a todos —le dijo Siwon. Presionó un beso en su
cabello y lo acarició lentamente con su mano. Le tarareó a él y a su hijo
mientras lloraba por la pérdida de su amigo. Lo sostuvo mientras su corazón se
rompía y su mundo era destrozado de nuevo.
Junjin colocó el
cuerpo de Hongki cerca de la entrada de la cueva y luego hizo señas para que
todos se reunieran alrededor de Hee y Siwon. El grupo se movió lentamente mientras
el dolor se derramaba sobre ellos. Cada uno tomó un lugar sobre el suelo
haciendo un círculo. Los hombres emparejados, cuyas parejas seguían ahí, la tenían
tan cerca de ellos como les era posible.
Zhoumi se sentó
envuelto en los brazos de Henry y él lo sostuvo, meciéndolo gentilmente,
susurrándole palabras que le traerían confort y estabilidad.
Changmin se sentó
a lado de Yunho con su cabeza sobre su hombro y los brazos de él envueltos a su
alrededor. También observó a Hee, Siwon y su bebé con una mezcla de emociones
pasando sobre su rostro.
Kangin se sentó
con sus rodillas en alto y sus brazos descansando sobre ellas. Miraba hacia el
bosque, más allá de la entrada de la cueva, esperando.
Hyukjae se sentó
junto a Kangin y, a pesar de que su cuerpo estaba presente, su corazón, alma y
mente estaban en otra parte.
Junjin caminó
hacia el grupo y tomó asiento junto a Hee y Siwon. Miró a cada persona que
llenaba el pequeño espacio. El Rey Troll y el Rey Duende seguían con ellos,
leales hasta el final. Hyungsik, Príncipe de los Elfos, se sentaba con ellos,
después de haber estado dispuesto a dar lo que se necesitara para ayudar a sus parejas.
Minwoo se sentaba a su lado, su mano envuelta en la grande de él y su lado
presionado al suyo. Donghwa estaba junto a Minwoo, su mandíbula apretada y sus
ojos estrechados mientras continuaban vigilando los alrededores. Había estado
dispuesto a dar su vida sin dudar.
Jungsoo, el Rey
Hechicero, quien finalmente se había librado de su pasado, sostenía gentilmente
a su compañera mientras ella miraba a Hee con una mezcla de alegría y dolor.
Todos llevaban la
misma expresión, la alegría de la vida batallando con el dolor de la muerte.
—Nuestro enemigo
ha sido derrotado —comenzó. Tuvo que buscar en lo profundo de su ser la fuerza
para sentarse ahí y hablar cuando todo lo que quería hacer era regresar a su
compañero, unírsele—. Nos costó mucho, pero el costo de la libertad es siempre
increíble. Vamos a llorar la pérdida de aquellos que amamos profundamente y
honraremos sus memorias. Los vínculos de compañeros han sido rotos y tanto Hyukjae
como yo hemos perdido a nuestros compañeros y no nuestras propias vidas. Hyukjae
puede hacer su propia decisión. Pero después que los enterremos y lloremos, yo
me uniré a mi compañero como es mi derecho y mi deseo. —Miró a Siwon y Hee e
intentó sonreír—. Odio que tal milagro como el nacimiento de su hijo esté
manchado con muerte y pena, y quiero que sepan estoy muy contento por ustedes.
Debemos honrar a Hongki por su sacrificio.
Siwon asintió y
limpió una lágrima del rostro de Hee.
—Hemos decidido
llamarlo MinKi en honor a Hongki. Lo que él ha hecho, y quién fue, no será
olvidado.
Junjin no sabía
qué más decir. Quería ofrecerles consuelo, pero no tenía ninguno que dar, ya
no.
—Tengo que
expresar mi gratitud a todos ustedes —dijo Jungsoo en el silencio—. Todos están
aquí por mí y estoy en deuda por siempre con todos ustedes por su ayuda y buena
voluntad para traer justicia a mi hermano. —Jungsoo inclinó la cabeza
respetuosamente hacia ellos.
Se sentaron en
silencio por unos minutos. El único sonido era Hee hablándole suavemente a Minki.
Se inclinó hacia Siwon y se tragó más lágrimas mientras mecía a su hijo. Miró a
Hyukjae y su corazón se rompió de nuevo mientras veía la cáscara de un hombre que
quedó después de perder a su compañero.
—¿Ahora qué?
—preguntó Hee—. ¿Qué hacemos ahora, Junjin? — Necesitaba que alguien le dijera
cómo seguir adelante, cómo continuar, especialmente ahora que tenía un niño que
lo necesitaba.
Junjin lo miró,
sin saber cómo responder. ¿Cómo le dices a alguien que continúe cuando todo lo
que quieres hacer es morir?
Ay por Dios mujer!
ResponderEliminarMe vas a matar!
Un excelente capitulo!
Ahora solo queda esperar lo que la gran luna diga...
De mis 2-3 candidatos para el sacrificio...estaba Hongki,uno de ellos ya que seguro,él estaría con Hee en el momento.
ResponderEliminarMaldito Gura...murio solo y traicionado...puff,que más podía esperar de su ayudante,si traiciono a su raza,por qué no lo traicionaria a él...idiota.
Quiero abrazar a Hyuk...T_T