Lorelle hablaba
con calma a Hyesung y sin importar lo mucho que Teukkie tratara de escuchar, no
pudo oír nada. Observó como los ojos de Hyesung se enfriaron y su mandíbula se
tensó cuando Lorelle le entregó algo envuelto en un paño. Hyesung lo metió en
la parte trasera de sus pantalones debajo de la camiseta. Le dio a Lorelle una
última mirada antes de volverse a Teukkie y comenzar a caminar hacia él.
—¿Qué fue eso?
—le preguntó Teukkie. Iba a preguntarle sobre lo que sea que Lorelle le había
dado, pero luego decidió que si Hyesung quería que lo supiera entonces se lo
diría.
Los ojos de Hyesung
se clavaron en la escena más allá de Teukkie y contestó:
—Solo Lorelle
siendo Lorelle.
—¿Una perra?
—gruñó Teukkie.
—Teukkie, somos
lobos; no le des tal cumplido.
Teukkie sintió la
sonrisa que se dibujó en su rostro. Hombre, tenía el suegro más genial del
mundo.
—Bueno, ¿vamos a
ir a ayudar a nuestros hombres? —Hyesung hizo un gesto hacia los hombres que se
encontraban ahora en una batalla con los zombis.
—Parece que
tenemos una.
Ambos comenzaron
a correr. Justo cuando casi habían llegado a la batalla y estaban a punto de
cambiar a lobo, rebotaron en una barrera invisible con un ruido sordo. Teukkie
cayó hacia atrás y aterrizó sobre su trasero. Sus dientes se sacudieron, y su
cuello se tensó evitando que su cabeza cayera hacia atrás y se estrellara
contra el duro suelo.
—¡MALDITA SEA!
—gritó mientras golpeaba su mano contra el suelo. La ira inundó sus venas al
ver a su compañero luchar frente a las criaturas zombis y lo único que podía
hacer era mirar.
Junjin vio a Hyesung
corriendo hacia él y luego golpeó una barrera como la que Dambi había usado.
Hyesung cayó
hacia atrás, pero luego, rápidamente se puso de pie por lo que él sabía que
estaba bien. Él volvió la cabeza justo a tiempo para esquivar a una de las
criaturas que balanceaba un brazo hacia él. En su mano, una daga apareció de
repente, podía oler la magia negra emanar fuera de las criaturas.
Teukkie se paró
junto a Hyesung, balanceándose de lado a lado en la punta de sus pies. Estaba
ansioso por llegar allí y golpear a algunos de esos zombis de aspecto
desagradable, pero en su lugar se instaló a gritarles instrucciones a los hombres,
como si lo necesitaran.
—Hyukjae, detrás
de ti, date la vuelta, ¡date la vuelta ahora! —le gritó con todo lo que daban
sus pulmones. Observó con asombro cómo se dio la vuelta, y con la gracia de una
bailarina se agachó al mismo tiempo que le daba un golpe en el estómago a su
oponente. Cuando éste se dobló, Hyukjae agarró su cabeza y la retorció,
arrancándola sin ningún esfuerzo en absoluto. El zombi cayó al suelo. Hyukjae
se volvió y lo miró, dándole una de sus sonrisas de hoyuelos con un pulgar en
alto. Saltó hacia atrás a la refriega y Teukkie volvió su atención de nuevo a Kangin.
Él estaba
peleando con dos de los zombis, ambos armados con cuchillos. Se dio cuenta que
las garras de Kangin se habían alargado y parecían casi tan mortales como los
cuchillos. En vez de sangre corriendo por las heridas, los zombis rezumaban un
líquido negro que le recordó a Teukkie el aceite de motor viejo.
Leeteuk se
encogió cuando parte del líquido salpicó en Kangin mientras se movía
rápidamente en otra zarpada. Tenía la sensación de que estaba jugando con ellos
haciendo que se pusieran más agresivos
—¡Acaba con ellos
Kangin y sigue adelante! —le gritó. Vio como su labio se crispó diciéndole que
le encontraba divertido. Cabeza de chorlito, pensó y luego sintió una punzada de
frustración por el hecho de que él no
pudiera escuchar sus pensamientos. Observó como él hábilmente le quitó a uno de los zombis
su arma y luego la usó para decapitar a otros dos.
Teukkie lanzó un
puño al aire con un grito:
—¡Ese es mi
hombre! —Kangin se trasladó al próximo rival y, uno tras otro, los mató. Pero
cuando uno caía, otro tomaba su lugar.
Por el rabillo
del ojo vio un destello de luz. Cuando se volvió, vio a Dambi arrojando su
poder, un tiro tras otro, atacando criatura tras criatura. Alston, Henry y Minwoo
estaban haciendo lo mismo.
Levantó la vista
y vio a Hyungsik, el Príncipe Elfo, disparar flechas tan rápido que ni siquiera
lo veía alcanzar la siguiente. Golpeó a los zombis, uno tras otro con tal
precisión que una criatura caía por cada flecha que disparaba.
Teukkie sabía que
en cualquier momento iban a tomar la delantera. En cualquier momento,
derrotarían a los seres malignos y, él y Hyesung serían rescatados y liberados
para seguir adelante con los hombres para encontrar a los demás. Pero fue un
tonto en pensarlo porque a lo lejos del bosque más y más zombis llegaron.
—¡Qué demonios!
Qué alguien les tire un hueso, cielos —gruñó. Miró a Hyesung, quien parecía
igual de preocupado como se sentía.
Los ojos de Hyesung
nunca se apartaron del hombre que tenía su corazón, su compañero, quien estaba
luchando con todo lo que tenía para salvarlo, y sin embargo sabía que era en
vano. Gura se había asegurado de ello. Quería correr a sus brazos para decirle
lo mucho que lo amaba, lo increíble que era, y cómo atesoraba cada momento de
su tiempo juntos.
Como si le oyera,
se giró y le miró. Sus ojos traspasaron su corazón como lo habían hecho la
primera vez que lo había mirado hace tantos decenios. Le rogó con su mirada que
lo entendiera y le rogó que no se enojara con él porque no sabía qué otra
opción tenía. No iba a estar allí y dejar que su compañero, o los otros que
consideraba suyos, murieran.
No iba a dejar
que tomaran la vida de Teukkie y Kangin que a tan temprana edad merecían vivir,
no cuando él tenía el poder para salvarlos.
Alcanzó detrás de
él y sacó el objeto envuelto bajo su camisa. Sus manos temblaron cuando lo
sostuvo y comenzó a desenvolverlo. Cuando la tela cayó al suelo, todo lo que
quedó en su mano fue una daga larga y mortal.
Miró hacia arriba
y otra vez su mirada encontró la de su compañero. Los ojos de él se abrieron
cuando miraron hacia abajo a lo que sostenía y luego de vuelta a su rostro. Él
entonces lo vio, su determinación de hacer lo que era necesario. Oyó la voz de Teukkie
a su lado, pero no apartó la mirada de Junjin.
—Te amo —susurró.
Vio que él formaba su nombre en sus labios y pensó en todas las veces que él
había dicho su nombre, en todas las veces que había acariciado su cara y lo
miró a los ojos haciéndole sentir el joven más bello de la tierra. Echó a
correr hacia él, empujando todo lo que se interpusiera en su camino.
Hyesung escuchó
su rugido y sintió su poder, eso dándole la fuerza para hacer lo que tenía que
hacer. Las palabras de Lorelle corrieron por su mente mientras agarraba la daga
firmemente en sus manos y la sostenía por encima de su corazón.
“Un sacrificio
debe ser hecho. Uno de ustedes debe libremente dar la vida por el otro. Una
vida por una vida, es tu elección. Pero la batalla continuará hasta que el
último de tu equipo de caza caiga o hasta que un sacrificio sea hecho.”
Con una última
mirada a su compañero, levantó la daga más alto y luego la hundió en su
corazón. Sintió la magia negra disiparse y la barrera caer. Sintió los brazos
de él a su alrededor mientras caía al suelo y oyó su voz en su oído mientras le
rogaba que no lo dejara. Él lo amaba, se lo dijo una y otra vez, y lo
necesitaba.
Él era tan fuerte
y ni siquiera lo sabía. Trató de mover sus labios para decírselo, pero no pudo.
Su larga vida había terminado y esperaba que aquellos que amaba estuvieran
ahora a salvo. Con ese pensamiento se fue y dejó que la oscuridad de la muerte
lo tomara.
Junjin sostuvo el
cuerpo sin vida de su compañero. Lo aferró a él con desesperación mientras
trataba de llegar a un acuerdo con lo que acababa de ver. Él se había ido.
Había estado allí de pie mirándolo con tanto anhelo que había dolido, y luego
había visto en sus ojos la necesidad de proteger, y había sabido lo que iba a
hacer.
Había tratado de
llegar a él primero, intentando rogarle que se detuviera, pero sabía que no
habría habido nada que él pudiera haber dicho. Estaba demasiado envuelto en su
dolor para notar que todo estaba en silencio a su alrededor. La batalla había
terminado, y lo había hecho al segundo en que Hyesung había tomado su propia
vida.
Se inclinó y besó
suavemente sus labios aún calientes y su olor se envolvió alrededor de él como
un abrazo cariñoso, y aunque su corazón seguía latiendo, juró que lo sintió
romperse en mil pedazos. Echó la cabeza hacia atrás y aulló. Vertió su pena y
dolor en éste, y luchó para evitar que se lo tragara entero. Sabía que aún
tenía que luchar, las otras parejas lo necesitaban, aunque lo único que quería
hacer era acurrucarse alrededor de su compañero y unirse a él en la muerte, y
lo haría, pronto.
Kangin corrió
hasta Teukkie y lo agarró, tirando de él contra su pecho. Estaba seguro de que
estaba aplastándolo, pero necesitaba sentirlo, necesitaba saber que estaba vivo.
Se echó hacia atrás y lo besó fuertemente y luego retrocedió, agarrando su mano
y tirando de él hacia donde su padre sostenía a su appa.
Se arrodilló
junto a ellos y se inclinó para darle un beso en la frente. El dolor en el
aullido de su padre rompió su propio corazón, y ver a su appa allí tendido,
pálido con la muerte, le hizo lanzar su cabeza hacia atrás y aullar. Uno a uno
de los otros lobos se unieron a él y su padre gritó por justicia.
Cuando los
aullidos cesaron, Kangin le dio a su appa un beso final y luego se puso de pie.
Se volvió para mirar a Teukkie.
—Te amo; te amo
—le dijo una y otra vez mientras presionaba su frente a la de él.
Las lágrimas
llenaron sus ojos mientras Leeteuk miraba a su madre y luego de nuevo a él.
Esto rompió su corazón de nuevo. Y lo apretó una vez más contra él.
—Va a estar bien
—murmuró él. Sintiéndolo sacudir su cabeza.
—No, Kangin no lo
hará. No esta vez. Te amo y estoy tan increíblemente contento de verte, y lo
siento, lo siento mucho. —Él sintió su cuerpo estremecerse contra el suyo
mientras sus lágrimas comenzaban a caer y se apretaba más contra él.
—Junjin, debemos
movernos —dijo Siwon a su amigo suavemente. Junjin dejó escapar un gruñido de
advertencia.
—Vamos a volver
por él. No vamos a dejarlo, pero tenemos que conseguir a los demás —le dijo.
Junjin miró a su
compañero. Sabía que él querría que fuera y esperaría que ayudara, pero no
quería dejarlo. Sintió que alguien lo observaba y miró hacia el bosque.
A unos seis
metros de distancia estaba sentado un lobo blanco, un lobo que él conocía.
Sintió la boca seca al ver fijamente a los ojos de su hermano, un hermano que
se suponía había muerto en este mismo bosque hace siglos. Junjin se dio cuenta
que ver a su príncipe morir debía haber destrozado su dominio sobre la realidad.
Sabía que esto
debía ser una especie de ilusión, una necesidad de saber que alguien estaría
cuidando a su compañero mientras él estaba ausente, hasta que pudiera volver
por él una última vez.
—Tú lo mantendrás
a salvo —le dijo al lobo—. Vas a protegerlo por mí, hermano, hasta que pueda
volver por él. —El lobo inclinó la cabeza hacia él y Junjin supo que iba a
hacer lo que le pedía, protegería el cuerpo de su amado, y estaría por siempre
agradecido a este fantasma de su hermano.
Le dio un beso
final a Hyesung en los labios y lo atrajo hacia sí.
—Voy a volver por
ti, y entonces me reuniré contigo, como debe ser. —Lo depositó de nuevo con
cuidado y vio cómo el lobo blanco caminó lentamente hacia él. Los otros miraron
con recelo al lobo y, si Junjin hubiera estado en su sano juicio, podría
haberle parecido extraño que ellos pudieran ver su ilusión, pero como estaba,
no le podía importa menos.
El lobo, el cual
se veía como el lobo de su hermano, se acostó junto a Hyesung y colocó su
enorme cabeza suavemente junto a la suya. Él dejó escapar un pequeño gemido y
deslizó su enorme cuerpo más cerca del suyo y Junjin sintió que algo se alivió
dentro de él.
—Vamos —gruñó.
Miró hacia el bosque y vio que Dambi, Yunho y Donghwa ya estaban corriendo,
obviamente, ya habiendo recogido un olor. Con una última mirada al cuerpo de su
compañero, también dio la vuelta y se fue hacia el bosque.
Hyukjae miró a Yunho.
—¿Los hueles?
Yunho asintió y
luego miró a Henry.
—Tu compañero y Donghae
—le dijo al Fae quien no tenía el olfato
de un lobo.
Los hombros de Henry
se tensaron y sus ojos comenzaron a explorar la distancia.
—¿Por cuál
camino? —preguntó.
Hyukjae señaló a
la derecha de ellos y luego despegó a correr de nuevo. De repente, Dambi gritó:
—¡PAREN!
Todo el mundo se
detuvo de pronto justo en el borde de una niebla oscura que entretejía su
camino en el bosque delante de ellos.
—¿Qué es eso?
—preguntó Teukkie.
—El mal —dijo Donghwa
en respuesta.
—Sea lo que sea, Donghae
está en el otro lado de esto, así que
voy a atravesarla de una manera u otra —dijo Hyukjae mientras se paseaba de un
lado a otro delante de la línea de niebla.
—Está bien, antes
de que entremos en esta niebla extraña, ¿puedo por favor abordar el asunto con
el bosque? —habló Dambi—. ¿Alguien más notó cómo los zombis allí atrás
colapsaron después de que Hyesung hizo el sacrificio?
—¿Sacrificio?
—gruñó Junjin.
—Cálmate, lobo
—advirtió Dambi—. No quiero ser irrespetuosa con tu dolor, pero creo que esto
es importante. Tan pronto como Hyesung se quitó la vida, la batalla terminó.
—Gura dijo que
solo seríamos capaces de salvar a uno —dijo Hyungsik.
—Maldita sea
—susurró Teukkie—. Él espera que se sacrifiquen a sí mismos.
Hyukjae maldijo y
se adentró en la niebla.
—Maldita sea,
¡qué pasa con ustedes, malditos lobos corriendo después de que he dicho
específicamente que paren! —soltó Dambi bruscamente mientras también iba hacia
la niebla. Sin pensarlo, todo el mundo corrió detrás de ellos.
Donghae se puso de pie, con la mirada perdida en la
niebla. Podía sentir que algo se acercaba y su estómago se sentía como si fuera
a subir a su garganta. Sus manos temblaron a su costado y sus palmas se
humedecieron con sudor. Quería ser valiente; tenía que ser valiente, y si tenía
que invocar a su Hee interior para hacerlo, entonces eso es lo que haría.
—Donghae, ¿estás
bien? —preguntó Zhoumi en voz baja. Donghae asintió.
—¿Lo sientes?
—Sí, están
viniendo —acordó Zhoumi.
—¿Qué crees que
va a pasar?
Zhoumi se encogió
de hombros.
—No lo sé, pero
sea lo que sea, vamos a salir de aquí juntos. Nuestros compañeros y Dambi
pueden patear algún trasero importante. Todo va a estar bien.
Donghae sonrió.
—Se supone que yo
debo ser alentador, siendo el sanador gitano y todo eso.
Zhoumi rió.
—Está bien dejar
que otras personas te animen de vez en cuando.
Ambos miraron de
vuelta hacia la niebla y vieron cómo esta empezó a retroceder gradualmente, y
lentamente revelar el bosque y su manada, además de algunos extras.
—¡Donghae! —La
voz de Hyukjae rompió a través de su sorpresa y sus ojos se llenaron de
lágrimas al verlo. Corrió hacia él y estaba a casi un metro cuando se detuvo en
seco, congelado en su lugar.
—¡Hyukjae! —Donghae
intentó moverse hacia él, pero no podían
estar más cerca. Podía caminar de lado a lado, pero sin importar lo mucho que
intentara caminar hacia delante, se encontró con una resistencia que no podía
luchar.
De repente la
risa llenó el aire alrededor de ellos, mientras cada miembro de la partida de
caza de repente comenzó a aferrarse a sus gargantas. Siseos y jadeos llenaron
el aire mientras Donghae y Zhoumi
miraban con horror.
—¡ALTO! Por
favor, ¡ALTO! —sollozó Donghae .
—Sabes lo que
debe ser hecho —le dijo la voz que había estado riendo.
Y tan rápidamente
como el grupo había comenzado a asfixiarse, se detuvieron. Hyukjae se inclinó
hacia delante tratando de meter aire en sus pulmones, así como hacían los
demás.
Dambi miró a Donghae
con severidad.
—Ni siquiera
pienses en ello.
Las lágrimas en
los ojos de Donghae empezaron a caer
mientras buscaba en su bolsillo y sacaba una pequeña píldora azul. Miró a todos
y luego otra vez a la píldora.
—¡DONGHAE !
—gruñó Dambi—. ¡No te atrevas! Vamos a resolver esto.
La cabeza de Donghae
se sacudió de ida y vuelta mientras
miraba a Hyukjae.
—Él va a matarlos
a todos y hacernos estar aquí de pie y mirar. Las cosas que dijo que haría, son
horribles.
—Donghae , tienes
que confiar en mí —le suplicó Hyukjae.
—Sanador, escucha
a tu lobo —le dijo Dambi cuando finalmente se puso de pie, siendo capaz de
respirar de nuevo—. Podemos absolutamente patear a este tipo… —Antes que
pudieran seguir saliendo las palabras, Dambi estaba en el suelo, gritando de
dolor.
Donghae dejó
escapar un chillido de horror mientras miraba a la Fae agarrándose la cabeza.
La sangre comenzó a brotar de su nariz y orejas, e incluso de su boca. Donghae sabía que él la estaba matando. Lo cumpliría y
lo haría tan horrible como fuera posible mientras él estaba ahí parado viendo.
El cuerpo de Dambi revoloteó y giró una y otra vez mientras su respiración
gorgoteaba alrededor de la sangre. Miró de nuevo a Hyukjae.
—No puedo dejarla
morir —le dijo—. No puedo; no sería correcto; esto no está bien.
—Donghae . —La
voz de Hyukjae salió en una súplica desesperada, pero, ¿qué podía decir?
¿Podría pedirle que se parara allí mientras una amiga que amaba moría de una
muerte horrible? ¿Podría realmente pedirle que viviera con eso?
—Él los derribará
a todos, uno por uno, hasta que uno de nosotros se dé por vencido —le dijo.
Miró a Zhoumi y le dio una pequeña sonrisa—. Es mi deber como tu sanador. No
espero que te sacrifiques.
Los gritos de Dambi
se volvieron más fuertes y luego Donghae escuchó las palabras de la Fae.
—¡Donghae! ¡No lo
hagas! —gritó. Pero era demasiado tarde. Donghae ya había puesto la pastilla en
su boca y la había tragado.
Esperó y dejó
escapar un profundo suspiro cuando los gritos de dolor de Dambi se detuvieron
pero luego fueron reemplazados por sus maldiciones.
—¡Maldita sea, Donghae
! ¡Te dije que no lo hicieras! ¿Sabes cuánto tiempo he estado viva? ¿Tienes
alguna idea de cuántos siglos he vivido en esta tierra? —Dambi trató de caminar
más cerca del sanador, pero al igual que Hyukjae, estaba atascada—. ¡AHHH!
—gritó con frustración y rabia absoluta.
Donghae se sintió entrando en un sueño mientras su
respiración se volvía más profunda. Se tambaleó sobre sus pies y trató de
tumbarse lentamente en el suelo mientras sus piernas se debilitaban. Sus ojos
se encontraron con los de Hyukjae mientras él se sentaba en el suelo frente a él.
Se acercó, incapaz de tocarlo, incapaz de salvarlo y eso le hizo llorar por él.
—Donghae. —Su voz
profunda cortó en su corazón y la desesperación en ésta le tocó el alma. No
quería morir; no estaba listo para morir, pero Gura no le había dejado otra
opción. No vería a sus amigos morir.
—Lo siento, Hyukjae
—le dijo sin aliento. Sus pulmones estaban ardiendo y su mente se estaba
volviendo confusa por la falta de oxígeno.
—Silencio,
cariño, no hables… está bien… está bien —le dijo él con suavidad—. Sé por qué
lo hiciste; lo entiendo. Simplemente, es que no estoy listo para renunciar a
ti. No puedo renunciar a ti.
Donghae sonrió, o
lo intentó.
—Testarudo
—jadeó.
Hyukjae no pudo
sonreír. No podía hacer otra cosa que respirar y eso se estaba volviendo cada
vez más difícil. Era como si su propio cuerpo estuviera respondiendo a lo que
el cuerpo de él estaba experimentando y, deseó con todo su ser que lo
estuviera, que él también se estuviera muriendo. Pero sabía que el vínculo
había sido roto, y a medida que su vida escapaba, él se quedaría aquí sin su
Donghae.
Donghae se sintió volverse aún más débil.
—Estoy cansado, Hyukjae
—le susurró.
—Recuéstate, Donghae
mío, estoy aquí contigo.
Él hizo lo que le
dijo y se recostó sobre su costado de modo que pudiera verlo. Su respiración
era tan superficial ahora; sabía que en cualquier momento tomaría el último
aliento.
—Te amo —le dijo,
y las palabras salieron arrastradas pero esperaba que él comprendiera—. Yo.
Estoy. T-t-tan contento. Que. Tú. Fueras. Mío. — Sus palabras fueron
entrecortadas y tan suaves que se preguntó si le escuchó.
—Soy tuyo, Donghae
mío, no era. Soy tuyo en la vida y en la muerte, y tú eres mío —le dijo—, y
pronto me reuniré contigo, mi amor.
Donghae quería
decirle que no, quería decirle que viviera, para encontrar el amor de nuevo,
pero ya no le quedaba tiempo. Vio su increíblemente atractivo rostro acercarse
y atrapó su olor mientras la muerte se lo llevaba.
Hyukjae lo tomó
en sus brazos mientras la fuerza que lo había estado sosteniendo en su lugar se
iba. Quería gritar, mutilar y matar. Por encima de todo, quería a su compañero
de vuelta.
Hundió la cara en
su cuello y respiró profundamente, tomando su aroma profundo en sus pulmones.
Su pecho dolía mientras trataba de mantener la compostura y cuando oyó los
gritos histéricos de Teukkie casi lo perdió.
Él sabía que
querría ver a su amigo y querría abrazarlo, pero él no estaba listo para dejarlo
ir, no podía dejarlo ir, no todavía, y tal vez nunca. Su tiempo con él había
sido muy corto. Todavía había mucho que ellos no habían experimentado juntos y
tantas cosas dejadas por hacer y decir, y sin embargo, una pequeña píldora y el
corazón malvado de un hombre lo habían arrancado de él.
Teukkie no podía
creer lo que acababa de suceder. De hecho, estaba esperando despertar y que
todo esto fuera algún sueño horrible que podía contarle a sus amigos más tarde
con té caliente. Pero no habría más té caliente, no sin Donghae , ni nunca más.
Vio cómo Hyukjae
mecía a su amigo en sus brazos y su corazón se rompió junto con el de él.
Sintió los brazos de Kangin rodearlo e incluso sin el vínculo sintió su amor
envolverlo y supo que sufría por él y tomaría todo su dolor si pudiera.
Su mente recordó
a Hee y sintió que las lágrimas brotaron de sus ojos. Esto destrozaría a Hee. Donghae
puede haber significado el mundo para él, pero Hee tenía un tipo diferente de
lazo con Donghae. Teukkie ni siquiera sabía si Hee era consciente de ello, pero
Donghae era lo que mantenía a Hee en tierra.
Donghae era para Hee lo que un refugio de tornados era
para esos que necesitaban un lugar seguro al que correr en las tormentas de la
vida y ahora se había ido. Teukkie sintió sus rodillas debilitarse y supo que
si los brazos de Kangin no hubieran estado a su alrededor, se habría derrumbado
en el suelo como un castillo de naipes.
Oyó la voz de Kangin
en su oído, pero no pudo discernir lo que estaba diciendo. Su mente estaba
vuelta un lío. Su corazón herido por la muerte de su suegro, pero algo dentro
de él murió junto con Donghae y no sabía
si alguna vez viviría de nuevo.
—Tenemos que
seguir —habló Siwon finalmente—. Lamento la muerte de nuestro pequeño sanador,
pero hay otros que todavía nos necesitan y tenemos que encontrar la fuerza para
seguir adelante.
—No puedo dejarlo
—la voz de Hyukjae era ronca y parecía completamente derrotado.
—Él no va a estar
solo —dijo Teukkie—. Voy a quedarme con él.
—Leeteuk —comenzó
Kangin, pero fue interrumpido cuando se apartó de él volteándose al mismo
tiempo para mirarlo.
—Me voy a quedar,
Kangin. No voy a dejarlo aquí solo en este lugar abandonado. Todos ustedes
sigan y terminen con esto, ¡maten a ese hijo de puta que me quitó lo que es
mío! Luego regresen por nosotros. —La mandíbula de Teukkie estaba tensa y era
evidente que se necesitaría un ejército para alejarlo de Donghae . Se acercó a Hyukjae
y puso una mano en su hombro—. Hyukjae, yo me encargo de él, cariño. Cuidaré de
él. Ve y haz lo que sabes que él querría que hicieras. —Esperó en silencio a
que él le respondiera.
Él asintió y besó
a Donghae una vez más. Teukkie se sentó y abrió sus brazos para que él colocara
la cabeza de Donghae en su regazo. Lo hizo con suavidad y luego miró a los ojos
de Teukkie con los suyos brillando.
—Gracias —le dijo
simplemente. Teukkie se mordió el interior de su mejilla para no sollozar. Le
dio una breve inclinación de cabeza. Cuando él se apartó, Kangin lo reemplazó y
se arrodilló delante.
—Te amo —le
dijo—, no tienes idea de lo difícil que es para mí dejarte aquí.
—Sí, lo sé —le dijo—,
pero parte de amarnos unos a otros es dejar ir cuando tenemos que hacerlo. Voy
a estar aquí esperando por ti. Te amo, Kim Kangin Lupei.
Él se inclinó
hacia delante y lo besó siendo cuidadoso con la forma inerte de Donghae , y
luego se puso de pie. Teukkie observó cuando empezaron a moverse de nuevo hacia
el bosque. Dambi todavía estaba parada allí después que todo el mundo ya se
había ido. Teukkie miró a la Fae y vio que Dambi tenía lágrimas corriendo por
sus mejillas. No sabía si podía recordar un momento en el que Dambi alguna vez
hubiera llorado, al menos no delante de él.
—Él no debería
haberlo hecho —dijo Dambi—. No por mí.
—Lo conociste lo
suficientemente bien como para saber que no dejaría ni a una mosca morir por él,
no si podía evitarlo —dijo Teukkie.
—Debería haber
sido capaz de detenerlo. Debería haber sido capaz de detener esto.
—Dambi —casi
gruñó Teukkie—, no eres todopoderosa. No puedes evitar la muerte de todas las
personas que amas, sin importar cuánto lo desees.
—Tal vez no, pero
tan seguro como el infierno que puedo morir en el intento.
Ella se había ido
antes que Teukkie pudiera responder.
***Saben lo feo que es adaptar y querer llorar al mismo tiempo?, pero no lo puedes hacer porque
tienes a tu papa y tu hna a tu lado…… DONGHAE!!!!!!!!!!!!! T.T
Esperame Dambi,
yo te acompaño, quiero la cabeza de Gura.
Eres Mala!!!
ResponderEliminar-Llora como tal cual loca -
No inventes!!!!
Estas matando a los compañeros!!!
Nooooo
Ahhhhhh
Esto es mucho para mi corazón ♥
Noooo
Me estoy traumando...
Por Dios, he llorado como magdalena leyendo este capitulo, es muy triste y duro que aún faltan más por morir.
ResponderEliminarmaldito Gura y Lorell, espero que los maten de la peor manera 😭😭
He llorado horriblemente, hace tiempo que no comentaba pero no he podido dejarlo pasar ahora... estoy llorando peor que magdalena... Donghae bebe... 😢😢😭😭😭😭😭
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