—Kangin, hablas con
tanta amargura…
Tenía otra vez la mirada
perdida, pero de repente lo miró a él y los rasgos de su rostro se suavizaron.
—Sí, tal vez hable con
amargura. Quien sabe lo que podría haber sido mi vida, si él me hubiera
apoyado, si hubiera dicho que me amaba y estaba orgulloso de mí, en vez de
gritar que lo había violado cuando su madre nos pilló. Tal vez no me habría
marchado de casa a los diecisiete años y hubiera seguido estudiando hasta
terminar por lo menos la secundaria.
Leeteuk se acercó a él,
deseoso de aplacar el dolor que le causaban sus viejas heridas, pero no se le
ocurría nada que decirle, así que le acarició el rostro con dulzura, sintiendo
la suavidad de su barba, la calidez de su piel.
Kangin levantó la mano y
tomó la de él.
—Eh, no sientas pena por
mí. Ahora estoy bien.
—Yo… —la calidez que
había sentido al rozar su rostro le empezó a recorrer el cuerpo. Le resultaba
muy difícil pensar cuando él lo estaba tocando. Nunca había sentido lo que él
le hacía sentir.
—Deberías ver tu cara
—sonreía de un modo extraño.
—¿Kangin?
—¿Sí?
—¿Vas a…? ¿Quieres…?
—¿Qué?
—¿Todavía sigues
pensando que es una buena idea casarte conmigo?
Kangin llevó la mano de
Leeteuk hasta su boca y se la pasó por los labios.
—Sí, ¿y tú?
Leeteuk se estremeció.
—¿Yo?
Se pasó la mano de Leeteuk
por la cara, con la palma abierta de modo que los dedos le acariciaban el
lóbulo de la oreja.
—¿Sigues queriendo
casarte conmigo?
Le temblaban los labios
tanto como el resto de su cuerpo. Aunque él le había soltado la mano, no la
retiró sino que empezó a acariciar el pequeño diamante que adornaba la oreja de
Kangin.
—Sí, sigo queriéndolo.
Kangin se echó a reír y
el sonido de su risa envió cálidos estremecimientos a los brazos y piernas de Leeteuk,
que dio un respingo cuando él le agarró el trasero con las dos manos.
Sonrió y lo atrajo hacia
sí, apretando las caderas contra las suyas, haciendo que Leeteuk notara la
excitación de aquella parte de su cuerpo que los vaqueros se encargaban de
poner en relieve.
—¡Dios mío! —exclamó Leeteuk,
al tiempo que se aferraba a su cuello.
—¿Qué te pasa?
—Que creo que te gusto.
Por lo menos un poco.
—Me gustas, Leeteuk.
Mucho.
—Bueno —le costaba
respirar—. Me alegro.
Cuando llegaron a su
habitación lo dejó en el suelo el tiempo necesario para encender la lámpara de
la mesita y después lo empezó a desnudar, dejando toda su ropa incluido su boxer
encima de una silla.
Y entonces lo miró a la
tenue luz de la lámpara.
Leeteuk le dejó mirarlo.
Cuando lo miraba sentía como si lo tocara y cuando lo tocaba se olvidaba de
todo, incluida su imagen del hombre ideal, todo trajeado. Quedaba anulada como
si nunca hubiera existido. Al instante se convertía en otra persona, en una a
la que apenas conocía que vivía dentro de su cuerpo y sabía el placer que ese
cuerpo podía dar y experimentar. Que deseaba ese placer y se entregaba a él por
completo.
Y aquella nueva persona
no era mala en absoluto.
Podía ser un poco
picaron, pero no malo.
Kangin se quitó la cazadora
y la camiseta. Vio brillar la cruz plateada en aquel pecho tan poderoso, donde
los músculos estaban esculpidos y definidos con la misma precisión que los de
sus hombros y brazos. Paseó su mirada hasta llegar a la cinturilla de sus
vaqueros. Debajo de ellos la prueba de su deseo se mostraba en toda su
evidencia.
Kangin se acercó a él. Leeteuk
sintió que sus pezones se erguían, pidiendo a gritos ser tocados.
Kangin miró hacia abajo
y Leeteuk se dio cuenta de que su deseo no había pasado desapercibido, de que
se daba cuenta de cómo le deseaba su cuerpo del mismo modo que había notado su
deseo poco antes.
Le vio levantar las
manos y pensó que iba a tocarlo y lo deseaba con todas sus fuerzas.
Pero no lo hizo sino que
le agarró por los hombros y después empezó a acariciarle los brazos con
suavidad, del mismo modo en que había hecho la noche en que había aceptado
casarse con él.
Habló con el mismo tono
tranquilo y dulce de siempre.
—Has estado diciéndole a
todo el mundo que me amas —Leeteuk cerró los ojos pensando en lo suaves que
eran sus manos y en cómo le gustaría que le acariciaran su pecho—. Enseguida
—su voz risueña le mostró que, una vez más, le había leído el pensamiento.
Cuando levantó los ojos
le vio sonreír.
—Quieres que te toque
—le rozó uno de los pezones. Leeteuk se pasó la lengua por los labios resecos y
Kangin le volvió a tomar el pelo—, ¿verdad?
Él asintió. Sentía que
los pezones le ardían y quería que le tocara una y otra vez.
—Dilo bien alto.
—Qui… quiero que me
toques.
—Has estado diciéndole a
la gente que me amas, ¿verdad?
—Bueno, sí, porque
quedamos en que…
Le puso un dedo en la
boca para interrumpir sus explicaciones.
—Lo has hecho, ¿verdad?
Se mordió el labio y
susurró:
—Sí.
Kangin le acarició el
pelo.
—Se ha corrido la
noticia. La gente habla, ya sabes, es una ciudad pequeña.
Leeteuk sintió que se
derretía por dentro.
—¿Kangin?
—¿Sí?
—Tócame…, por favor.
Le dibujó la cara con el
dedo.
—Te estoy tocando.
—Kangin. Kangin, por favor…
—Sí —le acarició las
mejillas, las sienes, el cabello—. Sabes que lo voy a hacer, pero es tan
maravilloso tan sólo mirarte. Eres un joven que sabe como desear, Leeteuk y
también como dar. Eres muy especial, ¿lo sabías?
Leeteuk volvió a cerrar
los ojos, porque de repente tenía ganas de llorar. Se le escaparon dos lágrimas
que corrieron por sus mejillas. Kangin susurró algo tan bajito que no pudo
entender lo que decía y después se inclinó hacia él, empezándole a besar las
lágrimas primero de una mejilla y después de la otra.
—Quiero que me lo digas
a mí.
Leeteuk le miró con los
ojos muy abiertos.
—¿Decir? ¿El qué?
—Que me amas.
Volvió a cerrar los
ojos.
—Pero yo…
—Ya sé que no me amas
—le dijo tranquilo y comprensivo.
Abrió los ojos y le
volvió a mirar.
—¿Entonces por qué
quieres que te diga una mentira?
—Sólo quiero oírtelo
decir —le respondió con paciencia.
—Pero, eh, no lo
comprendo.
—No tienes que
entenderlo, dilo simplemente.
Leeteuk abrió la boca,
pero no le salieron las palabras.
—Es sólo un juego
amoroso —le empezó a explicar—, al que suelen jugar los hombres y sus parejas.
—Pero yo no… quiero
decir, que no lo he hecho.
—¿Hacer el qué?
—No he jugado nunca a
ese juego.
—¿Nunca le has dicho a
un hombre que lo amas?
Tuvo que mirar hacia
otro lado, porque sí le había dicho a Seunghyun que lo amaba y además en aquel
momento pensó que era cierto, pero ahora…
—¿Leeteuk?
Le volvió a mirar.
—¿Nunca? —había desafío
en su voz, pero a la vez dulzura—. ¿No le has dicho nunca a un hombre que lo
amas?
Le miró con pesar.
—Vale, sí lo he hecho.
—¿Y todavía amas a ese
hombre?
—No, no le quiero y me
temo que…
—¿Sí?
—Que tal vez nunca lo
amé.
Kangin se quedó callado
un momento y después sonrió.
—Dímelo, dime que me
amas. Después de todo vas a casarte conmigo el sábado que viene y ya le has
dicho a media ciudad que estás enamorado de mí. ¿Por qué no habías de decírmelo
a mí? No creo que sea nada que pueda hacer daño.
Leeteuk se quedó en
silencio.
—¿O sí puede hacerlo?
Leeteuk negó con la
cabeza y él esperó.
—Yo…
—¿Sí?
—Yo, eh…
—Dilo lentamente, Leeteuk.
Despacio y con dulzura.
—Oh, Kangin.
Entonces sí lo tocó. Le
pasó la mano sobre uno de los pezones y él gimió, después le abarcó los dos.
—Sólo te lo quiero oír
decir. Por favor, dímelo.
Leeteuk echó la cabeza
hacia atrás. Sentía que sus manos eran mágicas, tan grandes y suaves al mismo
tiempo.
—Te quiero.
Ya estaba dicho y sus
manos eran tan agradables cuando rozaban sus pezones haciéndole derretirse por
dentro.
—Mi nombre. Di mi
nombre.
Lo podía decir. Sí, lo
diría. Diría cualquier cosa.
—Kangin…
Mientras seguía
acariciándole el pecho, deslizó la otra mano hasta el vientre de Leeteuk y
comenzó a descender hasta llegar a su entrepierna.
—Dilo enseguida —le
dijo—. Di, «te amo, Kangin».
Leeteuk respiró
profundamente y sin sentir ninguna vergüenza levantó las caderas buscando su
roce.
—Te amo… Kangin.
Y la mano de Kangin se
deslizó entre su entrepierna, estaba húmedo y hambriento, hambriento por él.
Y ocurrió algo, algo que
no había sucedido antes. Lo único que hizo fue deslizar un dedo en su glande.
Tan sólo lo tocó levemente.
Y él se estremeció,
encantado. Gritó en una mezcla de placer y sorpresa y Kangin lo tomó en sus
brazos antes de que las piernas le fallaran.
Poco después, Kangin lo
había tumbado en la cama. Lo miró, sintiéndose como atontado, sin fuerzas para,
moverse, mientras él se despojaba del resto de su ropa y cuando lo vio de pie,
desnudo a su lado, se dio cuenta de que le tocaba mirar a él.
Y lo hizo, sin omitir
fijarse en la prueba evidente de cuánto le deseaba.
Y cuando lo vio, dio un
respingo y él sonrió al darse cuenta.
Sora estaba equivocada
al decir que no tenía ningún tatuaje. Estaba en la zona púbica, medio escondido
entre el vello. Era el emblema de la Harley Davison, en negro y rojo.
—Nada cabalga como una
Harley —le dijo en voz alta, pero con dulzura, después echó la cabeza hacia
atrás y rió a carcajadas.
Leeteuk se rió también.
Se tumbó en la cama, a
su lado y lo apretó contra su cuerpo.
—Sí —le dijo, al tiempo
que acercaba su boca a la suya—, creo que nos llevaremos bien, tú y yo.
Lo retuvo a su lado toda
la noche y no pegaron ojo.
Tenía una caja grande de
preservativos y cuando la sacó del cajón antes de hacerle el amor por primera
vez, Leeteuk la miró con desconfianza.
Como Kangin podía leerle
el pensamiento no tardó en preguntarle:
—Muy bien, ¿qué sucede?
—Yo… bueno, ¿traes a
muchos aquí?
Dejó la caja en la
mesita de noche.
—Aquí no ha estado nunca
ningún otro joven o mujer. Los compré al día siguiente de que me dijeras que te
casarías conmigo.
Leeteuk suspiró.
—¿De verdad?
Sonrió y lo volvió a
estrechar contra él.
—Te lo aseguro.
Un mechón de pelo negro
le había caído sobre la frente. Quiso tocarlo y lo hizo, acariciando su mano
contra él, sintiendo la suavidad de su roce. Cuando levantó la vista para
mirarlo se dio cuenta de que quería besarlo… y más. Mucho, mucho más.
Sonrió burlona.
—¿Kangin?
—¿Sí?
Y le dijo lo que a él le
gustaba oír, del modo en que más le complacía: despacio, con dulzura.
—Te amo, Kangin.
Y él le hizo deslizarse
bajo su cuerpo y Leeteuk pensó que no creía que hubiera en el mundo nada
comparable a sentir el roce de su piel, y dentro de poco a sentirlo dentro.
Kangin
lamio el lóbulo de su oreja descendió con besos apasionados por su cuello,
causando que Leeteuk se mordiera el labio, se sentía realmente bien, beso
descendiendo más abajo hasta llegar a los pezones y comenzarlos a lamer con
maestría, sus suspiros pasaron a ser leves gemidos. Kangin deslizo una de sus
manos hasta su entrepierna, y bajando también su rostro comenzó a besar las
caderas de Leeteuk, este se estremecía; luego tomo su hombría y lamio la punta
comenzando a saborearlo.
Leeteuk con la mano empuñada la mordía tratando de ocultar sus gemidos y su cara estaba realmente sonrojada, podía sentir su cuerpo envuelto en un calor abrazador. Leeteuk observaba la escena, Kangin entre sus piernas, estaba sintiendo algo que nunca había sentido lo que le estaba haciendo sentir y nunca pensó sentir por alguien, dándose cuenta cuando deseaba a Kangin.
Leeteuk se incorporó un poco y enterró sus manos entre los cabellos de Kangin, acerco para poder besarlo, deslizando su mano libre por su pecho. De un momento a otro el beso se volvió frenético, lo que Kangin aprovecho para deslizar una mano hasta la entrada de Leeteuk, comenzando a acariciarlo con sus dedos, introdujo uno el cuerpo de Leeteuk y lo sintió temblar bajo su cuerpo. Cuando supo que ya no era incómodo para él, comenzó a moverlo, sacando algunos gemidos de su boca, también su cuerpo comenzó a reaccionar moviendo sus caderas al compás del movimiento, y así siguió hasta tener tres dedos adentro hasta que estuvo listo.
Se acomodó entre sus piernas, con su miembro rozando la entrada de Leeteuk, Kangin apenas podía contenerse. Se posiciono y empujó, viendo como una mueca de dolor se dibujó en el rostro de Leeteuk, por lo que fue introduciéndose lentamente en su cuerpo. Poco a poco Leeteuk se acostumbró a la invasión, se encontró moviendo sus caderas, comenzándolo a disfrutar; hasta que abrazo con sus piernas las caderas de Kangin, sintiendo como llegaba más profundo en su interior.
Se volvieron a besar y sus lenguas se entrelazaban igual que sus cuerpos unidos. La pasión, el éxtasis y el deseo invadiéndolos completamente, sus cuerpos calientes, las respiraciones aceleradas, sus rostros sonrojados estando a punto de llegar, por lo que el ritmo se hizo rápido y un poco brusco. Se abrazaron fuertemente, con los dedos de Leeteuk clavados en la espalda de Kangin y este sosteniéndolo por sus hombros.
Se movieron juntos, lenta y suavemente unas veces; deprisa y apasionadamente otras. Mil ritmos, todos tan perfectos, tan maravillosos que se sintió marcado, tatuado con aquel placer tan intenso, un placer que nunca hubiera soñado recibir. Se escuchó un gran gemido por parte de ambos cuando alcanzaron el climax, Kangin dentro de Leeteuk y este entre sus cuerpos. Leeteuk gritó su nombre y le dijo que lo amaba una y otra vez
Leeteuk con la mano empuñada la mordía tratando de ocultar sus gemidos y su cara estaba realmente sonrojada, podía sentir su cuerpo envuelto en un calor abrazador. Leeteuk observaba la escena, Kangin entre sus piernas, estaba sintiendo algo que nunca había sentido lo que le estaba haciendo sentir y nunca pensó sentir por alguien, dándose cuenta cuando deseaba a Kangin.
Leeteuk se incorporó un poco y enterró sus manos entre los cabellos de Kangin, acerco para poder besarlo, deslizando su mano libre por su pecho. De un momento a otro el beso se volvió frenético, lo que Kangin aprovecho para deslizar una mano hasta la entrada de Leeteuk, comenzando a acariciarlo con sus dedos, introdujo uno el cuerpo de Leeteuk y lo sintió temblar bajo su cuerpo. Cuando supo que ya no era incómodo para él, comenzó a moverlo, sacando algunos gemidos de su boca, también su cuerpo comenzó a reaccionar moviendo sus caderas al compás del movimiento, y así siguió hasta tener tres dedos adentro hasta que estuvo listo.
Se acomodó entre sus piernas, con su miembro rozando la entrada de Leeteuk, Kangin apenas podía contenerse. Se posiciono y empujó, viendo como una mueca de dolor se dibujó en el rostro de Leeteuk, por lo que fue introduciéndose lentamente en su cuerpo. Poco a poco Leeteuk se acostumbró a la invasión, se encontró moviendo sus caderas, comenzándolo a disfrutar; hasta que abrazo con sus piernas las caderas de Kangin, sintiendo como llegaba más profundo en su interior.
Se volvieron a besar y sus lenguas se entrelazaban igual que sus cuerpos unidos. La pasión, el éxtasis y el deseo invadiéndolos completamente, sus cuerpos calientes, las respiraciones aceleradas, sus rostros sonrojados estando a punto de llegar, por lo que el ritmo se hizo rápido y un poco brusco. Se abrazaron fuertemente, con los dedos de Leeteuk clavados en la espalda de Kangin y este sosteniéndolo por sus hombros.
Se movieron juntos, lenta y suavemente unas veces; deprisa y apasionadamente otras. Mil ritmos, todos tan perfectos, tan maravillosos que se sintió marcado, tatuado con aquel placer tan intenso, un placer que nunca hubiera soñado recibir. Se escuchó un gran gemido por parte de ambos cuando alcanzaron el climax, Kangin dentro de Leeteuk y este entre sus cuerpos. Leeteuk gritó su nombre y le dijo que lo amaba una y otra vez
Por la mañana, poco
antes del amanecer Leeteuk pensó en Min.
—Debería marcharme a
casa a cambiarme de ropa, ¿no te parece?
Estaba tumbado a su lado
con un brazo sobre los ojos.
—¿Quién puede pensar en
este momento?
Leeteuk se echó a reír.
—Qué malo eres. Eres tan
malo como yo.
—Hacemos buena pareja.
—Sí.
Leeteuk se sentó a su
lado. Inclinándose sobre él, empezó a recorrerle el pecho con el dedo,
siguiendo la línea del vello.
—Y dentro de cinco días
estaremos casados —Kangin le agarró la mano— y tú estarás aquí conmigo todas
las noches.
—Sí, pero ahora…
—Lo sé —lo soltó—. No
causaría muy buena impresión a Min, ¿verdad?
—Exactamente.
Así que se ducharon
juntos en el pequeño baño que había en la habitación de Kangin. Leeteuk no
había previsto hacer nada más que ducharse, sin embargo no pudo resistirse a
unos besos, por lo que enseguida tuvieron ganas de hacer el amor allí mismo, en
el plato de ducha, con el agua cayéndoles encima.
Kangin alcanzó el
preservativo que había dejado sobre el lavabo, y Leeteuk se lo puso. Entonces lo
sujetó por las piernas, poniéndoselas alrededor de su cintura y lo sujetó,
haciéndole el amor contra los baldosines de la ducha.
Cuando finalmente lo
dejó en el suelo Leeteuk supo que iba a estar una semana dolorido. Salió de la
ducha, se secó y después se vistió en la habitación.
Se estaba metiendo la
camisa en su arrugado pantalón cuando Kangin se acercó por detrás y lo rodeó
con sus brazos, haciéndole pensar que nunca había experimentado una sensación
de calidez como aquella.
Se abandonó a la fuerza
y calor de sus brazos. Se dejó acariciar, gimiendo de vez en cuando. De nuevo
se sentía excitado, hambriento de él.
Los labios de Kangin le
rozaron el cuello y movió la cabeza para ponérselo más fácil. Le oyó reír
contra su piel.
—Como eres, Leeteuk.
Lo único que pudo hacer
fue echar la cabeza hacia atrás y musitar el nombre de Kangin, y cuando él
delicadamente le mordisqueó el cuello, se estremeció.
—Me voy.
—Leeteuk…
Le brillaban los ojos y Leeteuk
conocía muy bien el significado de aquel brillo; su cuerpo lo conocía también.
En una noche lo había adiestrado bien y ya estaba derritiéndose todo por dentro
de deseo.
—Kangin, me tengo que ir
—sólo llevaba puestos los vaqueros y a Leeteuk aquel tórax desnudo, que aún
conservaba algunas gotas de agua de la reciente ducha le pareció excitante—. Kangin,
por favor, me tienes que dejar marchar. Min se despertará dentro de poco y no
me parece correcto…
—Dilo.
—Kangin.
—Sólo una vez más y te dejaré
marchar. Por ahora.
—Yo…
—Despacio, Leeteuk y con
dulzura.
—Te… quiero… Kangin.
—Muy bien, ya puedes
irte —le dijo, con una sonrisa.
Se apartó de él,
sintiendo las rodillas como gelatina. Le oyó reír, mientras se alejaba hacia la
puerta.
Al llegar a su
apartamento encontró un mensaje de su madre en el contestador automático,
diciéndole que asistiría a la boda acompañada de Boom. Tenían previsto llegar
el miércoles.
—¿Nos puedes alojar en
tu habitación de invitados, cariño? —la voz grabada de Inyoung sonaba demasiado
dulce—. Quiero estar allí para ayudarte en lo que necesites. Llámame tan pronto
como puedas.
Como sabía que Inyoung y
Boom eran madrugadores se dispuso a llamarlos.
—¿Dónde estuviste
anoche, cariño? —le preguntó Inyoung, educadamente.
Leeteuk sonrió y se
evadió de la pregunta.
—Tengo tanto jaleo
últimamente que anoche se me olvidó escuchar los mensajes. Por cierto tengo que
dejarte. Debo ir a preparar el desayuno a Min dentro de un momento. Me alegro
de que vengáis y podéis quedaros en mi casa, por supuesto.
Tras volver a decir a su
madre lo contento que estaba por su visita se despidió de ella.
En casa de Kangin hizo
tostadas y huevos. Cada vez que Kangin lo miraba desde el otro lado de la mesa
sentía un intenso calor en la cara y contenía la respiración.
—¿Chicos, os encontráis
bien? —preguntó, Min, extrañado, mirando a uno y a otro.
Kangin sonrió.
—Sí, maravillosamente.
—Sí, muy bien —corroboró
Leeteuk.
Los lunes no solía tener
mucha clientela, pero aquel lunes fue una excepción. Aunque no había dormido,
todo el mundo estuvo de acuerdo en lo guapo que estaba y alguna clienta llegó a
decir que su compromiso con Kim Kangin le había sentado de maravilla.
—Gracias —dijo Leeteuk—,
creo que tienen razón.
Min y él ya estaba en
casa haciendo la cena cuando Kangin regresó de trabajar. Oyó el rugido del
motor de su moto y le vio entrar en el garaje. De repente el ruido cesó y Leeteuk
esperó con el corazón golpeándole violentamente contra el pecho y todo su
cuerpo tembloroso.
Entonces por el rabillo
del ojo vio como se abría la puerta y entraba. Se miró las manos y la lechuga
que estaba limpiando bajo el grifo. Siguió lavándola cada vez más deprisa al
oír el sonido de las botas acercándose a él.
Y de repente allí
estaba, rodeándole la cintura con los brazos, apretándolo contra él. Le olió y
le llegó un aroma a polvo, cuero y hombre. Lo sintió por todas partes. A su
alrededor y dentro de él.
—Kangin.
—Hola —le dijo, mientras
le besaba.
—Vamos, chicos…
Era Min, que encantado
con lo que veía, pero a la vez avergonzado, los miraba desde la puerta que daba
a la sala de estar, donde había estado viendo la televisión, después de poner
la mesa.
Kangin se echó a reír y
se apartó de Leeteuk que volvió a lavar la misma hoja de lechuga por quinta
vez.
A partir de entonces
trataron de ser más discretos delante de Min y no se volvieron a tocar hasta
que se fue a la cama.
Entonces se compensaron
con creces por la espera.
Leeteuk pasó aquella
noche y la siguiente abrazado a Kangin, sin dormir más de una hora o dos por
noche. Por la mañana corría a casa con la primera luz del día para ducharse y
cambiarse, regresando para hacer el desayuno con una amplia sonrisa en los
labios. Después a las nueve se incorporaba, a su trabajo sintiéndose con fuerzas
para atender a todos los habitantes de Kona City.
Además de trabajar y
llevar dos casas tenía que ocuparse de todos los detalles de la boda.
Y aún le quedaba energía
para las maravillosas noches en las que Kangin le hacía el amor, como si no
fuera capaz de saciarse nunca y además era capaz de hablar con él con tanta
confianza como si fueran íntimos amigos.
Tímidamente se atrevió a
preguntarle por su tatuaje.
—¿Cuándo te lo hiciste?
—Hace doce años. Cuando
cumplí los dieciocho.
—¿Por qué?
—Porque una moto Harley
es sinónimo de libertad y era lo único que tenía.
Lo apretó contra él y Leeteuk
le dejó hacer, ofreciéndole sus labios.
Fue un beso largo y
dulce. Leeteuk pensó que Kangin no era el hombre de sus sueños y no estaban
enamorados, pero lo que compartían era muy agradable.
Wooow cada vez me encanta mas este fic!! Me encantan los tatoos en las partes intimas de los hombresitos bn formados asi que este capi parecia ser para mi me encanto jajajajaj unnie gracias x el mp nos leemos en la proxima no tardes mucho yota unnie entre el eunhae y este fic me va a matar la intriga ajjajaha
ResponderEliminarRealmente el capitulo fue increíble!!!
ResponderEliminarEstaba esperando la actualización.
Me encanta que Kangin avanzo con Leeteuk y ya tuvieron su primer encuentro de amor.
Ahora cuando se casen espero que de verdad Leeteuk empiece a amar a Kangin.
Gracias por el MP.
Usuario___09
*-*
ResponderEliminarwaaa hermoso que no lo ama? si claro
Po Dios Kangin amo su porte de macho asi todo sexy
ahhh me enknta unnie hermoso
me enamoro cada vez mas
GRACIAS GRACIAS unnie!!
*-*
Kangin esta totalmente enamorado de teukie,por eso pide que le diga que lo ama,yo te lo digo papi,sin que me lo pidas,te amo kangin!!!
ResponderEliminarwaaaaaa qe lindo cap se nota que kangin ama a teukie si hasta se compro una caja de condones para estar solamente con el y no era una caja pequeña era GRANDE y por lo que lei ya no le devén qedar muchos ajjajajajaj
ResponderEliminaraaaa teukie no te resistas si igual quieres decirle esas palabra de corazon... ojala ese sentimiento agradable que siente teukie se convierta en algo mas...
yaa quiero SEGUIR LEYENDO se me hiso cortito y muy buenoo n.n
wooooooooooow ...... que capítulo tan lindo..... me encanta esta pareja y no se resisten en lo mas mínimo a estar juntos jajajaja
ResponderEliminargracias por el mp
esperaré tu siguiente actu
saludos ^^
rosaliehale:
ResponderEliminarSi claro como no, Kangin no es su hombre soñado y no esta enamorado de él, si eso es cierto entonces yo no amo el KyuMin. Agh, este Leeteuk simpre negando algo por un tiempo y luego termina aceptandolo, vamos qu ya es hora de que acepte que se enamoro de Kangin, ademas no por nada éste le pidio tantas vecs que dijera que lo ama.
Me encanta esta adaptacion, muchas gracias por actualizarla =)
Leí tu adaptación temprano pero no se por que no puedo comentar desde mi celular así que recién ahora puedo decir...hot, hot y mas hot el KanTeuk se lucio en este capitulo ya que digamos empezaron a ser una pareja con todo lo que ello implica y no sabes como me gusto que rompieran el hielo y se unieran mas íntimamente.
ResponderEliminarEs cierto que lo que tienen no puede ser amor pero están cerca de caer por el uno por el otro si siguen así.
Gracias por tu MP y ya sabes te leo en el siguiente capitulo.
Dinna Rex
Pues yo creo que ambos ya están enamorados, solo que Teukie todavía no lo asume, no se da cuenta que esos sentimientos extraños que siente por KangIn son porque ya lo ama y que KangIn le pide que se lo diga por el mismo motivo.
ResponderEliminarMe gusta que ya estén felices y eso que todavía no es la boda xD
Gracias por el Mp, nos leemos en el siguiente cap.
Cuídate...Bye ^^
Cielos que buen capitulo, me encanto el lemon, Teukkie ya esta enamorado de Kagin aunque aun no lo sabe a ciencia cierta,me huele mal lo de su mama, algo se trama esa señora, gracias por el MP.
ResponderEliminarSii actualización y lo mejor lemon!!!!!!!! Lo espere tanto y estaba tan b ueno me gusta mucho por que kangin muestra un lado tan rudo y nuestro teuky es como una damisela!!!! Jajajaj tengo curiosidad como será su boda,,,,,actualiza pronto espero tu mp°!!!!
ResponderEliminarihreiughiruehfogiewhguieriuwheoi
ResponderEliminarKangin es un romantico y que ni quiera ocultarlo porque con lo que he leido,es mas que suficiente para saberlo.
Aunque sea mentira queria escucharlo de los labios de teuk *0* mi vida.....me caso......yo me caso con el.
Los cacho min,y no puede estar mas que feliz,yo estoy feliz.....la boda queda a nada.
Le gusta,sabia que teuk le gustaba mucho mas de lo que creia.....*rueda en su cama*
ya quiero la boda,y estos andan de luna de miel antes hahahaa
KYAA~~
ResponderEliminarPero que lindo capítulo, tan tierno.
Cuando bella la forma de entregarse mutuamente.
Yo sabia que a Kang le gustaba Teuk :3
son unos loquillos XDD
Me disculpo por no comentar el cap 5 recién me di cuenta.
Gracias por el aviso.
Un saludo, que estés bien :D