El sol se había puesto pero aun así era una
hermosa noche de verano en la que hacía suficiente frío para decir que el otoño
estaba a la vuelta de la esquina. El tiempo había estado pasando tan rápido
desde que Kibum llegó a la ciudad que ni siquiera me di cuenta de que los
cálidos días de verano casi se habían ido.
Cuando llegué a casa me desnudé y duché. Mi
mente estaba a un millón de kilómetros de distancia, saltando del pasado al
presente y moviéndose entre todo lo que había sucedido en los últimos meses.
Estaba relajándome antes de ir la cama, viendo
la televisión, y trabajando en un par de bocetos para el trabajo del día
siguiente, cuando hubo un golpe en mi puerta. Me sorprendí ante el sonido pero
no me sorprendí en absoluto al ver a la belleza de cabellolo negro al otro lado
cuando abrí la puerta. Apoyé un hombro en el marco de la puerta y levanté una
ceja hacia él cuando Kkomde pasó disparado a mi lado y se dirigió derecho a su
lugar favorito en el sofá.
—Pensé que ibas a llamar. —Le había dicho que
me llamara más tarde.
Él inclinó la cabeza hacia atrás para mirarme
y lentamente parpadeó esos ojos de color medianoche.
—En realidad no sabía qué decir.
—¿Por qué estás aquí, entonces?
Parpadeó hacia mí y me llegó directo a las
tripas cuando batió esas largas pestañas como plumas hacia mí. Con un tono
tranquilo, me dijo:
—No quiero ir a la cama sin ti.
Hablando de una primera que realmente tenía
sentido. Él también era el primer y único chico sin el que no me quería ir a la
cama.
Pasó junto a mí y arrastró su mano a lo largo
de mi pecho mientras pasaba.
—Tengo una petición, sin embargo.
Cerré la puerta y lo observé caminar hacia mi
dormitorio como si lo hubiera estado haciendo siempre y fuera el único en el
que quisiera estar.
—¿Qué?
Me miró por encima del hombro y su sonrisa era
sexo, sorpresa, y todo lo que siempre quise, sin saberlo. También disparó
destellos de deseo caliente y rápido a través de mi flujo sanguíneo.
—Ponte el sombrero de vaquero de nuevo. Bueno,
¡guau! Es hora de ensillar.
Cuando me desperté Kibum se había ido y el
perro también. Supuse que se había ido corriendo de nuevo a su propia casa para
prepararse para el trabajo y comprobar a Jinki. Me tomé mi tiempo preparándome
para el día merodeando por todo el apartamento y haciéndome café. Acababa de
terminar de vestirme y estaba poniéndome las botas cuando hubo un golpe en la
puerta. Supuse que era Kibum como ayer por la noche y casi tropiezo cuando la
abrí y vi al otro hermano Kim allí de pie.
—¿Jinki?
Me miró con sus ojos amoratados y quise
estrangular a quien quiera que lo había lastimado.
—Me preguntaba si podía venir ¿y hablar
contigo muy rápido?
Eso sonaba como una idea terrible pero no pude
pensar en una razón para decirle que no, así que me hice a un lado y entró en
mi apartamento, con los ojos moviéndose rápidamente alrededor como si alguien pudiera
saltar y atacarlo en cualquier momento.
—Me imagino que Kibum sabe que estás aquí ya
que sabes dónde vivo.
Cerré la puerta y me recosté contra ella con
los brazos cruzados sobre el pecho. Él asintió y se retorció las manos mientras
se paseaba hacia adelante y atrás delante de mí.
—Le dije que tenía que hablar contigo a solas.
No creo que estuviera feliz por eso, pero me dio tu dirección y me dijo cómo
llegar aquí. Realmente está loco por ti, ¿sabes?
—Preferiría no hablar de mi vida amorosa
contigo, Jinkig. ¿Por qué estás aquí? —No estaba seguro de si me refería a aquí
en Seúl o aquí en mi casa, pero él era libre de responder a cualquiera de
ellas.
—Te debo una disculpa, Jjong... y mucho más.
—Dejó caer las manos a sus costados y me miró sin pestañear—. Fuiste tan lindo
conmigo y siempre trataste de salvarme de mis propias buenas intenciones con
tanto ahínco.
—Pensé que te amaba. —Era la primera vez que
había admitido en voz alta que había una posibilidad sólida como una roca de
que hubiera estado equivocado sobre eso desde el principio.
—Lo sé, pero tú eras el único.
Bufé y me aparté de la puerta.
—¿Cómo supiste que me estaba engañando a mí
mismo?
Él inclinó la cabeza y una sonrisa triste tiró
de sus labios.
—Viví en la misma casa que Kibum y tengo ojos.
Vi la forma en que estabas con él. Él te animó y yo estuve allí cuando se fue y
te aferraste a mí como a un salvavidas. Comprendí que pensabas que estabas a
salvo, que yo era aburrido y nunca iba a cambiar, pero vamos, Jjong, ¿qué joven
quiere ser la apuesta segura de un chico? Nunca intentaste tomar mi mano o
besarme, ni siquiera cuando empezaste a acostarte con cada amigo que tenía. Las
señales fueron bastante claras.
Pasé mis manos por mi cabello porque todavía
no había tenido tiempo de poner ningún gel en él.
—Te seguí a la universidad, Jinki. Eso tuvo
que significar algo. —No sabía si lo dije para convencerlo o para convencerme a
mí mismo de ese hecho.
Él suspiró y dio un par de pasos hacia mí.
—Yo era tu manta de seguridad y tú eras la
mía. No tenías a nadie más a quien sostenerte y yo estaba asustado de tratar de
ser otra persona después de tanto tiempo intentando ser el hijo perfecto.
Mirando hacia atrás, debería haber discutido contigo, debería haberte dicho que
fueras libre y te marcharas a la escuela de arte, como estoy seguro de que Kibum
habría hecho, pero fui egoísta y tuve miedo.
Me agarró la mano y le dio un apretón.
—No sé qué habría hecho si no hubieras estado
allí cuando me quedé embarazado, Jjong. Fuiste la única persona que no me hizo
sentir como si hubiera cometido un pecado imperdonable. —Vi lágrimas brotar de
sus ojos—. Gracias por tratar de
protegerme.
Maldije y lo acerqué a mí para poder abrazarlo.
Él todavía necesitaba a alguien para protegerlo.
—¿Por qué volviste a casa, Jinki? ¿Por qué no
te fuiste a vivir la vida y encontrar algún tipo de felicidad para ti mismo?
¿Por qué volver a dónde empezaste?
Él estaba llorando ahora, podía sentir la
humedad filtrarse en mi camiseta.
—No sabía cómo hacer algo diferente. No sabía
cómo hacer nada. Siempre fui solamente esta pequeña marioneta, éste hijo
perfecto moldeado en el azufre y el fuego de mi padre. Volví a lo que parecía
factible y cómodo, y mira lo que me hizo.
—Kibum te habría ayudado a salir. Joder, yo
también si me hubieras llamado. —Lo apreté con más fuerza cuando comenzó a
temblar por la fuerza de sus sollozos.
—Pensé que me merecía todo aquello. Pensé que
era mi castigo por no hacer las cosas bien, por no ser un buen chico. Tuve sexo
antes de casarme y mi bebé no lo logró. Pensé que todo estaba sucediendo para
enseñarme que tenía que ser mejor y seguir las órdenes de papá aún más
estrictamente. Pensé que Dios me odiaba y ese era el resultado. La primera vez
que Oliver me golpeó yo realmente, realmente pensé que no debía haber expiado
mis pecados lo suficiente. En verdad, creí que él era realmente el tipo de
hombre con el que se suponía que debía estar, es decir, lo que se suponía que
mi vida debía parecer.
—Jesús, Jinki. —Todo lo que podía hacer era
negar con la cabeza—. Todos somos pecadores de una forma u otra. Nadie debería
tener que soportar ese tipo de carga.
—Mi padre me vio la cara, pudo ver los
moretones. Sé que sabía lo que estaba pasando y nunca hizo nada para detenerlo
o trató de intervenir en mi nombre. Él es un hombre de Dios y se quedó ahí y
dejó que su hijo fuera golpeado a manos de un hombre que supuestamente iba a
amarlo. Durante mucho tiempo pensé que él debía creer que era lo que me merecía
también.
Era solo una razón más para odiar al hombre
que había obligado a Kibum a huir.
—¿Qué te hizo cambiar de opinión?
Se echó hacia atrás y me miró todo magullado y
manchado de lágrimas y me di cuenta de que en realidad lo amaba con todo mi corazón,
pero era de una forma muy cariñosa y muy platónica. Él me amaba como a un
hermano, por lo que era lógico que lo amara como a un joven hermano a cambio.
—Un montón de cosas diferentes. Pero el hecho
de que Kibum encontrara su camino de vuelta a ti y pareciese feliz, realmente
feliz de una manera en que no lo había sido desde que se marchó, fue una gran
parte de ello. Me di cuenta de que el tiempo podía pasar y que la vida solo
podía seguir adelante para todo el mundo sin importar lo que pudiera haber
sucedido en medio. He hecho mi penitencia por cualquier mala decisión que pude
haber hecho y es mi momento para ser libre. Nunca voy a ser perfecto y no voy a
ser castigado por ello nunca más.
Lo abracé con más fuerza y repetí una de las
frases favoritas de Siwon:
—Así se hace, chico.
Iba a preguntarle cómo sabía con certeza que Kibum
siempre me había querido cuando oí ladrar a un perro y la puerta detrás de mí
se abrió.
—Estaba preocupado por ustedes dos, así que pensé
en asomarme y ver cómo iba.
Kkomde corrió emocionado en círculos alrededor
de mi sala de estar mientras que veía los ojos de Kibum pasar de negro a algo
aún más oscuro cuando vio que estaba sosteniendo a su hermano. Dejé caer mis
brazos y di un paso atrás, sabiendo que probablemente no lucía muy bien, cuando
Jinki hipó un poco y se frotó las mejillas manchadas de lágrimas.
—Está mejor ahora. —La voz de Jinki fue
sorprendentemente clara pero Kibum parecía que acabara de probar algo
repugnante y se negaba a encontrar mi mirada.
—Sí, había mugre aferrada al pasado y se ve
mucho más claro para mí ahora. —Esperaba que captase el sutil trasfondo de mis
palabras, pero él solo tiró de su labio inferior entre sus dientes y retorció
los extremos de su cabello alrededor de su dedo como hacía cuando estaba agitado.
—Está bien. Tengo que llevar a Kkomde de
vuelta a casa y dirigirme al centro.
Jinkig caminó alrededor de mí después de que
tomar mi mano y darle un último apretón.
—Yo lo llevaré. Aún estoy exhausto y siento
como si todo el peso que alguna vez he tenido en mi pecho se hubiera ido. —Me
dio una sonrisa torcida y le silbó al hiperactivo cachorro—. Fue muy bueno
verte de nuevo, Jjong. Te extrañé.
Bueno, mierda. Eso fue lo peor para decir
cuando Kibum ya parecía que quería despellejarme vivo o hacer la maleta y
llegar al aeropuerto más cercano. Pude verlo preparado para salir corriendo por
la puerta y posiblemente de mi vida, así que agarré su brazo y tiré de él hacia
mí antes de que pudiera hacer nada precipitado o permanente.
—Estaba llorando y me sentí mal por él. Solo
le di un abrazo... eso es todo.
—Bien. Probablemente necesita tantos abrazos
como pueda conseguir.
Sus palabras decían una cosa, pero su rígido
lenguaje corporal y la forma en que no me miraba decían otra.
—Kibum... —Puse un dedo bajo su barbilla y lo
obligué a mirarme—. Él no eres tú. Nadie eres tú y nadie jamás han sido tú, así
que no te hagas ideas locas, ¿de acuerdo?
No respondió y se sacudió el agarre que tenía
sobre su brazo.
—Tengo que irme y tú también. No llegues tarde
al trabajo, Jjong.
—Kibum. —Me miró por encima del hombro porque
ya estaba fuera de la puerta—. No me dejes de nuevo.
No dijo nada y no volví a llamarlo mientras se
dirigía por el pasillo y desaparecía.
Como siempre dije, si no fuera por la mala
suerte... Por supuesto que había tenido que aparecer justo cuando tenía mis
brazos alrededor de Jinki incluso si era totalmente inocente. Simplemente iba a
tener que seguir el consejo de Kangin y asegurarme de que supiera, más allá de
cualquier sombra de duda, que solo estaba él. Puede que no fuera mi primer
amor, pero siempre sería mi último amor y ahora entendía lo que significaba
eso.
No iba a dejarlo, al menos no físicamente,
pero mi mente estaba a un millón de kilómetros de distancia, y odiaba los
lugares que estaba visitando.
Era tan inseguro que ni siquiera me di cuenta
que mi hermano necesitaba toda la amabilidad y amor que pudiera obtener, pero
eso no cambiaba el hecho de que entrar y ver a Jjong abrazándolo como si fuera
algo precioso y raro trastornaba algo dentro de mi corazón.
Tenía confianza, estaba seguro que ir tras él
había sido la elección correcta, pero ahí estaba ese miedo, abierto y amplio en
el centro de mí, que decía que una parte de él iba a ver a Jinki como su opción
segura. Además había sin lugar a duda instintos protectores que se encendieron
en él al ver a mi hermano todo roto y maltratado, y no estaba completamente
seguro que eso no lo guiara de regreso a sentimientos que tal vez tenía en el pasado.
Quería ser más seguro en la relación que
habíamos estado desarrollando, queriendo que la duda pareciera algo tonto y
fuera de lugar, pero simplemente no podía manejarlo todo, y como resultado tomé
el lado cobarde y evité a Jjong porque no sabía que decirle.
Afortunadamente nadie me cuestionó cuando
llamé para decir que estaba enfermo el miércoles cuando se suponía que
estaríamos en la nueva tienda juntos. Sabía que estaba molesto porque me dejó
un mensaje de voz diciéndomelo.
Me aseguré de tener planes para salir con los
chicos después del trabajo el jueves así podría evitarlo si se presentaba en mi
apartamento para hablar conmigo, lo que estaba seguro que iba a hacer porque me
mandó un mensaje amenazando con ello. Incluso llamé a Taemin para ver si quería
ir a cenar el viernes después del trabajo para evitarlo incluso más.
Simplemente no sabía que decir que no me hiciera sonar celosa y mezquina.
Tampoco me podía siquiera imaginar lo que
haría si se diera cuenta de esos temores y admitiera que aún estaba enamorado
de mi hermano y que lo que tuvimos fue solo una aventura.
Heechul y los chicos sabían que algo pasaba,
pero no podía pronunciar las palabras para explicar todo lo que estaba pasando
dentro de mi cabeza y traqueteando en mi corazón. Solo les dije que mi hermano
se había presentado inesperadamente y que su esposo lo había estado lastimando,
así que estaba estresado con la situación.
Todos eran inteligentes y estaba seguro que
podían leer entre líneas, pero eran lo suficientemente amables para dejarme
tener una noche libre y no forzarme a derramar mis tripas sobre una situación
que me estaba comiendo vivo.
Necesitaba un minuto para pensar, algo de
tiempo para resolver qué es lo que estaba haciendo y cómo iba a manejar estar
enamorado de alguien que probablemente nunca sería capaz de enamorarse de mí,
pero era difícil porque lo extrañaba.
En lo alto de todo, Jinki me estaba haciendo pasar
un momento duro. Creo que sabía que me estaba alejando, poniendo espacio entre Jjong
y yo por él y por mis propias dudas, y no le gustaba ni un poco. Me dijo no
menos de diez veces que no sería la razón por la que sabotearía mi propia
felicidad. Me reiteró una y otra vez que las cosas nunca habían sido ni serían
de nuevo las mismas entre él y Jjong. Me dijo que abriera los ojos.
El viernes, Taemin y yo nos sentamos en un
restaurante bastante elegante localizado bastante cerca de la tienda, él me
hizo tragarme mis palabras cuando a regañadientes le conté todos los detalles
de la situación.
—Él vale la pena
Siempre la había valido pero eso no
significaba que yo era tan valiente como él lo era y que estaba listo para
poner todo en la línea solo para terminar como su segunda opción.
Nunca había amado a nadie antes de amarlo a él
cuando era mi única fuente de alegría en mi juventud y dudaba que alguna vez
sería capaz de amar a alguien más aparte de él. Se había convertido en mi
fuente de todo como adulta.
Incapaz de pensar más en nada de eso, cambié
el tema y le pedí a Taemin que me dijera más sobre crecer con el hombre que
había dejado a su hijo en tierra de nadie en lugar de reclamarlo como suyo. Le
conté sobre mi propio padre y como sus reglas y su control de hierro sobre mi
familia me habían empujado fuera de la casa desesperadamente y le expliqué por
qué eso había dejado un duradero impacto en Jjong a lo largo de los años.
—Era muy pequeño cuando su mamá murió.
Realmente no recuerda mucho sobre ella, pero por la forma que es, creo que era
grandiosa con él. Todo lo que dice que recuerda de ella es que era muy feliz y
siempre estaba sonriendo. Dijo que su sonrisa podía iluminar toda una
habitación. Cuando fue llevada lejos y él terminó en el sistema, no creo que
nadie supiera que hacer con un niño salvaje que estaba siendo comido vivo por
el dolor. Simplemente se sentía muy solo.
Suspiré y noté que Taemin estaba parpadeando
bastante fuerte para mantener sus emociones a raya.
—Recuerdo un día después de la escuela que lo
encontré sentado en el porche de nuestra casa. Tenía solamente once o doce años
en ese momento y estaba realmente triste. Le pregunté que estaba mal y me dijo
que estaban haciendo un proyecto de un árbol genealógico en una de sus clases y
que los otros niños se estaban burlando de él porque solo tenía una rama, él.
Pude ver que quería gritar por eso, llorar por lo injusto de todo, pero fue
solo como si aceptara que todos a quienes amaba se habían ido y que estaría
solo para siempre.
Sacudí mi cabeza y alcé la copa de vino que
había pedido para mi cena.
—Le dije que el árbol aún no había crecido. Le
añadiría más gente en cuanto creciera. Se enamoraría, tendría hijos, cuñados. Y
haría su propia orquesta de Jjong. Creí que eso ayudó en ese momento pero
entonces me giré y hui de la ciudad y mi hermano lo rechazó cuando le pidió que
se casara con él, así que ninguno de nosotros ayudó realmente a sus miedos
arraigados sobre ser dejado por aquellos que más amaba.
Me sonrió y alzó su propia copa de vino.
—Habría estado feliz de ser una rama en ese
árbol. Nos habríamos ayudado el uno al otro en nunca estar solos de nuevo.
Asentí.
—Se dará cuenta de eso eventualmente. Jinki
sigue tratando de decirme que él siempre lo amó como a un hermano, que
simplemente no lo sabía en ese momento porque estaba muy preocupado sobre todos
dejándolo. Si ese es el caso, no hay forma en que él no entre razón y ame a su
verdadero hermano de la misma manera.
—Eso espero. —Alzó una ceja en mi dirección y
apuntó el borde de su copa en mi dirección—. Y espero que te des cuenta que
estás haciendo exactamente lo mismo que él hizo. Dejando que el miedo decida
con quien vas a estar. Ya pasaste toda una década trabajando en tu camino de
regreso al lugar donde quieres estar. Es completamente tonto desperdiciar eso
por algo que puedo o no puede ser. Por todo lo que me has dicho y todo lo que
he visto, Jjong no es el tipo al que le guste irse por las ramas. Si tiene
sentimientos por tu hermano después de todo, estaría furioso contigo y te
acosaría por evitarlo esta última semana. Está tratando de conseguir que tú lo
busques, Kibum, de la misma forma que has estado buscándolo todo este tiempo.
Hice una cara que lo hizo reír y no pude
resistirme a ordenar postre cuando nuestro camarero vino y preguntó si
queríamos algo más. Estaba desanimado y extrañaba a mi hombre, así que helado y
panqués eran absolutamente necesarios.
—Nunca tuve una oportunidad. Creo que he
estado tratando de encontrar mi camino de regreso hacia él desde el segundo que
me fui.
—Eso debe ser difícil para ambos.
—Sí. Tan pronto como me fui supe que las cosas
no iban a ser fáciles para él pero esperaba lo mejor. La familia de acogida con
la que se quedó durando su preparatoria eran personas realmente amables y creo
que cuidaron de sus necesidades básicas, pero no había nadie más para ayudarle
a decidir su futuro o a enseñarle a como seguir a su corazón. ¿Sabías que jugó
futbol? Podría haberse hecho profesional si hubiera querido. —No pude evitar el
orgullo que se filtró en mi tono—. Era asombroso pero nunca lo amó. Era solo
una forma de encajar. Amaba el arte y quería dibujar. Era increíble en eso
también y era su verdadera pasión, su real vocación.
Moví mi camiseta lejos de mi cuello y hombro
le enseñé el campo de flores y aves volando a través de mi espalda.
—Dibujó esto para mí cuando tenía doce. Las
aves eran libres y él sabía que era la única cosa que siempre había querido.
Así fue como trató de darme alguna clase de libertad de las reglas de mi padre.
Taemin se inclinó más cerca para mirar el
diseño, y cuando se hizo hacia atrás puso sus manos sobre la mesa y me miró con
ojos serios.
—Kibum, no conozco a Jjong muy bien pero puedo
ver que se ve como alguien dándote su corazón. No puedo creer que tienes alguna
clase de dudas sobre cómo se siente sobre ti. ¿Qué otro hombre desde ese
entonces ha tratado de ofrecerte lo que más quieres? Era un niño en ese momento
y estaba tratando de hacer que tus sueños se hicieran realidad.
Bueno, mierda. Poniéndolo así, hacía que mi corazón
se subiera a mi garganta y mi inseguridad se viera lamentable y mezquina.
—Siempre ha sido un chico muy especial.
—Bueno entonces estoy seguro que cree que se
merece a un joven muy especial. Estoy seguro que tu hermano es una persona
encantadora, Kibum, pero dejó que le persiguiera, dejó que le siguiera, dejó
que sacrificara su educación y un posible futuro por él sin ninguna duda. Tú te
fuiste, pero también regresaste. Dejaste tu trabajo, tu vida, y todo lo que
estabas construyendo una vez que supiste que estaba aquí. No creo que a donde
vayas es lo que importa, creo que es en donde terminas.
Terminé mi vino con un fuerte resoplido.
—Hiciste lo mismo.
—Lo hice y solo puedo esperar que
eventualmente él se dará cuenta de lo que importa. Pienso que ya se dio cuenta
contigo.
Aún no estaba cien por ciento seguro de eso,
pero cuando llegué a casa y fui reprendido por mi hermano de nuevo por no
encontrarme cuando Jjong vino a buscarme, comencé a creerlo más. Él me mandó
mensajes dos veces antes de que me fuera a la cama y no podía justificar más el
seguirlo ignorando, así que respondí que lo vería en el trabajo mañana y
podríamos hablar en algún punto el fin de semana.
No quería que todo el turno en la tienda fuera
extraño e incómodo entre nosotros mañana cuando trabajáramos junto. También le
dije buenas noches y me detuve justo a tiempo de escribirle que dormir solo
apestaba. Kkomde me dio una mirada triste mientras se subía al lado de la cama
que le pertenecía a Jjong y recostaba su cabeza sobre mi brazo.
Acaricié su ya grande cabeza y su arrugada
nariz mientras lamía mis dedos.
—Lo arreglaré, Kkomde. Lo prometo. —El perro
jadeó y suspiró—. Lo sé, lo extraño también.
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