No dejé la casa de Kibum sino hasta que ya era
hora de que me fuera a trabajar el martes. Para entonces, los dos estábamos
agotados, y la idea de que era solo un poco de
bajo y sucio sexo conseguía que el ansia pasada
fuera una broma.
Todas las razones por las que lo había adorado,
lo necesitaba, lo admiraba cuando era más joven regresaron en un instante de
rodillas debilitadas justo encima del hecho de que ningún joven jamás en mi extensa
historia de perder el tiempo había volado mi mente en la cama de la manera que Kibum
lo hizo.
Él era divertido. Rápido y de lengua afilada.
Era malvado, astuto y llamaba a las cosas claramente como las veía, pero eso
nunca lo hacía parecer dura. También era dulce, sexy como el infierno, y
absolutamente la cosa más hermosa que había visto desnuda y retorciéndose debajo
de mí. Si alguna vez hubo un amigo con quien quería tener beneficios, ese era
él.
También estaba agradecido que había dejado pasar
nuestro fin de semana juntos sin una sola mención del elefante en la
habitación, su hermano. Bromeamos sobre todo de Hyehwadong, hablamos de algunas
de las cosas buenas que ambos recordábamos, y básicamente tratamos de meter una
década de ponernos al día en dos días entre los episodios de sexo que me ponían
caliente y cachondo al pensar en ellos.
Fue agradable pasar el tiempo con alguien con
quien no tenía que tratar de justificar todas mis elecciones de vida. También
un poco agradable pasar más de un día con el mismo joven, aunque me daba miedo
acercarme demasiado, acabar demasiado envuelto en él, porque él tenía
antecedentes de irse. No le dije nada de eso, sin embargo, porque no quería
poner un freno al tiempo que tuvimos juntos.
Cuando trabajaba en la nueva tienda en mi
turno del miércoles era un poco incómodo. Sobre todo porque quería doblarlo
sobre la recepción y empujarme contra él una y otra vez. Se mantuvo todo
profesional, pero mucho más agradable de lo que había sido cuando trabajamos
juntos hasta este punto. Me preguntó si quería ir a comer con él, y si bien mi
idea de almuerzo habría sido un polvo rápido en el asiento de atrás de mi
camioneta, acepté ir con él de todos modos, y con las hamburguesas y las papas
fritas resultó ser casi tan agradable como hubiera sido el polvo rápido.
Realmente me gustó salir con el. Siempre lo hacía.
El resto de la semana estuve ocupado. Tenía un
horario lleno además que Hyukjae y Kyuhyun finalmente me habían conseguido un
conjunto de bocetos para trabajar con la ropa y se los había pasado a Kibum
para empezar a trabajar. Eso significaba que cualquier noche que pensaba en
llamarlo estaba trabajando hasta tarde y no quería alejarlo de su proyecto.
Era extraño estar correteando detrás de un
joven. Estaba acostumbrado a que ellos vinieran a mí, y cuando uno no tenía el
tiempo por lo general solo encontraba otro que lo tuviera. No podría hacer eso
con Kibum. Nadie podría ser un sustituto de toda su belleza. No iba a venderme
a corto plazo en conseguir lo que realmente quería, incluso si eso significaba
que mis pantalones se pusieran un poco demasiado apretados cada vez que lo
miraba.
Estaba de vuelta en la nueva tienda el viernes
y habría estado mintiendo si no admitiera que estaba más que deseando pasar un
día comiéndome con los ojos el trasero de Kibum durante el trabajo. Tenía toda
la intención de preguntarle si quería hacer algo conmigo cuando saliéramos del
trabajo también. Por supuesto por "hacer algo", me refería a ir la
cama y no salir hasta la mañana siguiente, pero lo dejaría llenar los espacios
en blanco.
Estaba en la esquina en un semáforo, a punto
de cruzar la calle a la tienda, cuando el rubio con clase que había sacado de
apuros en conseguir un tatuaje hace unas semanas estuvo de repente revoloteando
junto a mi codo. Asentí hacia él y le di una sonrisa amistosa. Parecía que
costaba un millón de dólares y podría dar un paseo a Donghae por su dinero en
términos de tener la sangre más azul.
Me imaginé que diría hola ya que parecía que
estaba tratando de averiguar algo que decirme con el fin de romper el incómodo
silencio cerniéndose entre nosotros dos.
—Hola de nuevo.
Él parpadeó hacia mí y lo vi tragar saliva
como si estuviera extremadamente nervioso. Parecía que tenía miedo de que fuera
a asaltarla o algo. Sin embargo, tuve una sensación extraña de que ella estaba
de pie en esta esquina especialmente para mí.
—Hola. —Su voz en realidad tenía un temblor en
ella y sus ojos azules estaban precipitándose alrededor mientras miraba por
todas partes, excepto directamente a mí. Era muy atractivo en una forma de
clase alta y parecía familiar más allá del hecho de que lo recordaba de la
tienda. Él se movió en los zapatos que parecía que probablemente costaban más
de lo que yo ganaba en un mes y jugueteó con un pendiente que era, sin duda, un
verdadero diamante.
—¿Son estos tus territorios o estás trabajando
en que tus nervios retrocedan para conseguir algo de tinta? —Siempre era
bastante mañoso en torno a un hermoso joven y quería ponerlo cómodo.
—Trabajo a la vuelta de la esquina. Soy abogado.
Ejerzo el derecho familiar.
Él parecía un abogado.
—Eso suena aburrido. —La idea de estar
atrapado en una oficina o en la corte todo el día sonaba como mi propia visión
personal del infierno.
Él se rio un poco y dejó de juguetear con su
pendiente.
—Hago un montón de trabajo con los niños y los
derechos de los niños, así que está bien. Soy Taemin a propósito.
Él tendió su mano y se la estreché siendo
cortés.
—Jjong
Algo cruzó su mirada y me dio una sonrisa que
estaba sombreada con una tristeza que no entendía. Levantó su mano hasta su garganta y pensé
por un segundo que sus ojos se llenaron de lágrimas, pero las parpadeó lejos.
Le fruncí el ceño y le pregunté si estaba
bien. Él asintió y respiró hondo.
—Lo siento. Yo solo. . . —sacudió su cabeza un
poco y agarró la correa de su bolsa—. ¿Alguna vez pensaste que conocías a
alguien… como conocer todo acerca de ellos… y luego… puf, resulta que eran unos
totales extraños todo el tiempo?
No tenía ni idea de por qué me estaba
preguntando eso, o quien era él, o de qué se trataba, pero me sentí un poco mal
por él porque parecía un poco perdido y eso era algo con lo que totalmente me
podía identificar. No todo el mundo tiene una historia pasada prístina.
—Más de una vez.
Había pensado que Jinki era el único y me
había equivocado acerca de él y quien yo pensaba que era. Había necesitado a Kibum,
confiado en él para ser mi calma en la tormenta, pero me había dejado a la deriva en el océano
traicionero de la incertidumbre, y ahora no sabía qué hacer con él y la manera
en que quería aferrarme a él de una forma peligrosa de nuevo. Kibum no era
quien había pensado que era ya sea, entonces o ahora.
Probablemente la persona más importante que
había pensado que conocía por dentro y por fuera era yo mismo. No fue sino
hasta que Jinki me rompió el corazón, y me dejó vacío, que tuve que mirar
realmente en mí mismo y averiguar quién iba a ser sin él y sin el amor que
había alimentado durante años y años. Tomó arremeter por mi cuenta, entregarme
a mí mismo al arte y una nueva vida en un nuevo lugar, para darme cuenta de
quien era realmente Jjong.
—¿Te hizo sentir como que deberías haberlo
sabido mejor todo el tiempo?
—Me hizo sentir como si debería haber prestado
más atención a las señales que ya estaban allí.
Esta era una extraña conversación para tener
con un desconocido en la esquina de una concurrida intersección.
—Tal vez eso es lo que debería haber hecho.
Le sonreí, después de todo él era bien parecido,
y hace unas semanas, probablemente lo habría invitado a salir a pesar de que
estaba a kilómetros fuera de mi liga y ni siquiera era un poco mi tipo.
—Si fue un hombre el que te engañó, no te
preocupes. Eres un joven bonito y por lo general no valemos la pena.
Él se movió un poco y me dio esa sonrisa
mezclada con tristeza profunda-del-alma de nuevo.
—Oh, definitivamente no vale la pena.
Mi teléfono sonó en mi bolsillo y lo saqué
para ver un texto de Kibum diciendo que mi primera cita estaba esperándome.
Juré en voz baja y le di al rubio una última sonrisa.
—Siempre digo que las cosas suceden por una
razón. Si él te engañó por un tiempo había una razón detrás de ello. No estabas
destinado a conocer la verdad hasta que fuera el momento adecuado. Tengo que
correr, pero ten cuidado, ¿de acuerdo?
Parecía que quería decir algo más y habría
jurado que iba a extender la mano y agarrar mi brazo, pero no tenía tiempo para
charlar con él ya. Cuando la luz cambió salí corriendo al otro lado de la calle
y me apresuré a la tienda.
Tomó lo que siempre había pensado que era un corazón
destrozado para hacerme finalmente admitir que lo que quería para mí era algo
diferente del camino en el que había estado todo este tiempo.
Necesitaba a Jinki para llevarme a Shindong y
necesitaba a Shindong para llevarme a Seúl y a la familia que siempre había
querido, pero nunca había tenido. Todas las cosas malas se habían llevado a
todas las grandes cosas, incluyendo al dios de cabello negro que estaba
mirándome con ojos funestos mientras me escabullía en el trabajo casi quince
minutos tarde.
Si él nunca se hubiera ido había una buena
probabilidad de que nunca me hubiera aferrado a su hermano en primer lugar.
Todo era una reacción en cadena llevándome al aquí y ahora, y al hecho de que
todo lo que estaba tan convencido era el primer amor estaba resultando ser
realmente nada.
—No me mires así. Fui acechado por un bonito
abogado en la esquina. Hubiera estado a tiempo si no se hubiera parado a hablar
conmigo.
Las cejas de Kibum se alzaron y sus labios
rojo sangre se arquearon hacia arriba en los bordes.
—¿El mismo que vino aquí? ¿Taemin? Es al que
le derramé café al otro día. Es muy agradable.
Asentí y me incliné sobre el mostrador, de
forma más interesado en hablar de nosotros que del abogado.
—¿Quieres salir esta noche? —Moví mis cejas
hacia él, lo que le hizo reír.
—Claro. Tengo algo que quiero mostrarte de
todos modos. Puedo ir a tu casa más tarde.
Mi mente se desvió de inmediato en la cuneta
mientras pensaba en todas las cosas, más sexys y más sucias que podría
posiblemente tener que mostrarme.
—Genial. —Golpeé los nudillos sobre el
mostrador y le dije sugestivamente—: Trae al cachorro. No creo que esté
enviándote de vuelta a tu casa.
Él puso sus ojos oscuros en blanco.
—Bastante seguro de ti mismo, Jjong.
Mi cliente me estaba observando desde mi
puesto, y había mantenido a la pobre chica esperando el tiempo suficiente. Me
empujé del mostrador y no me molesté en responderle a Kibum.
Él sabía tan bien como yo que nosotros dos
solos en un lugar privado terminaría en desnudez y sensualidad, así que no
tenía sentido tratar de negarlo.
***
Estaba en el medio de tratar de ordenar mi casa
y hacerla parecer menos como un guarida de soltero cuando oí un golpe en la
puerta y Kkomde gimió desde el otro lado. No tener latas de cerveza vacías, y
envases de comida rápida, cubriendo cada superficie iba a tener que pasar como
limpieza.
Tiré abriendo la puerta y el pequeño perro
arremetió contra mí. Yo no estaba preparado para él, por lo que su cuerpo
borroso cayó al suelo con un ruido sordo que hizo que Kibum jadeara. Iba a
recogerlo y revisarlo para asegurarme de que estaba bien cuando él se tambaleó
poniéndose en cuatro patas y se fue a explorar el nuevo lugar con su nariz
pegada al suelo.
Kibum negó con la cabeza hacia él y me dio los
tazones y la bolsa de comida para perros que había acarreado. Una pequeña
emoción corrió por mi piel porque él había prestado atención a mi advertencia
acerca de no dejarlo regresar a su casa. Había traído suficiente material para
mantener a Kkomde cómodo para la noche.
—No puedes enfadarte si hace pis en cualquiera
de tus cosas. Él no está domesticado de todas formas, todavía.
—Estoy seguro de que estará bien. Realmente no
tengo mucho para que él se entretenga.
Cuando lo dije, su mirada vagó por el espacio
escasamente amueblado. Él me miró de regreso con el ceño fruncido.
—¿Cuánto tiempo has vivido aquí?
—Cinco años. —Me había mudado poco después de
establecerme en Seúl de forma permanente, justo después de que mi aprendizaje
con Shindong había terminado y yo estaba trabajando a tiempo completo en la
tienda.
—Todo se ve nuevo.
Bajé las cosas de Kkomde y llené los tazones
con comida y agua. La bola negra de pelo llegó corriendo por el pasillo para
inspeccionar las mercancías, cuando escuchó la comida golpear en el plato. Él
saltó sobre mis piernas hasta que le di a sus oídos una rascada y pensé que éramos
amigos de nuevo, y fui perdonado por hacer tales cosas impresionantes e
indecibles a su ama.
—No paso mucho tiempo aquí. Realmente estoy
solo en casa para ducharme y dormir.
Hizo una mueca de incredulidad hacia mí y
continuó merodeando.
—¿Eso es todo?
Me encogí de hombros y crucé mis brazos sobre
mi pecho.
—Nunca tomé un voto de celibato y nunca dije
que dormía solo.
—¿Así que después de que me vaya mañana
alguien tomará mi lugar?
Esa era la forma en que siempre había sido.
Ahora yo no creía que hubiera un joven vivo que pudiera tomar su lugar.
—No. Cuando te vayas mañana solo voy a yacer
en la cama y pensar en las maneras en que puedo conseguir que regreses allí tan
pronto como sea posible. No he sido un reincidente por un tiempo realmente
largo, Kibum. —Me había asegurado de que él estaba mirándome mientras hacia un
gesto entre nosotros—. Eres una primera vez para mí.
Podía decir que él no estaba seguro de sí
creerme o no, pero cual fuera la duda que tenía acerca de meterse en la cama
conmigo, tanto en sentido literal como figurado, siempre se perdía ante el
hecho de que me quería. Eso siempre estuvo allí, calor en sus ojos, en su
rostro expresivo. Decidí que el tema necesitaba ser cambiado antes de que nos
metiéramos en cosas que eran demasiado pesadas para sacarlas de debajo.
—Tú dijiste que querías mostrarme algo. Estoy
esperando que implique a ti saliendo de varias capas de ropa en orden de que yo
lo vea.
Él resopló y me puso sus ojos en blanco.
—No. Solo una capa.
Se sacó de los hombros la chaqueta de punto
rojo que tenía y levantó las manos en un gesto de ta-ra.
—¿Qué piensas? Es el primer modelo de una de
las camisetas que hice que el serigrafista imprimiera.
Estaba usando una camiseta negra sin mangas
que se moldeaba a su cuerpo curvilíneo. Se dio la vuelta y vi el logotipo de SMarked
en la parte posterior junto con la dirección web de la tienda. Era mucho más
modelar para promover que cualquier cosa que yo hubiera imaginado cuando
empezamos a hablar acerca de hacer un lugar de venta al por menor, junto con
los tatuajes. Era realmente bueno en esto, y tuve que admitir que ver mi diseño
estirado en su pecho me provocó un cierto tipo de orgullo, que me hizo querer
golpear mi pecho como King Kong.
—Es increíble.
—¿Verdad? Una vez que tenga finalmente
terminados los de Hyukjae y Kyuhyun, voy a tener solo unos pocos hechos para
que los usen para que podamos construir algo de expectación. Ustedes chicos
hicieron un gran trabajo con los diseños. Todos ellos son un poco rudos, pero
todavía lo suficientemente juveniles que no vayan a alejar a los jóvenes. Creo
que esto va a ser un gran éxito.
Yo no podía dejar de mirar la cara que se
parecía tanto a la de él.
—Tú escogiste a la gitana.
—Es mi favorita.
Me reí un poco y froté la parte de atrás de mi
cuello.
—Eres tú.
Su boca se curvó en una sonrisa y dio unos
pocos pasos hacia mí. Cuando estuvo al alcance para tocarme, puso su mano en el
centro de mi pecho donde mi corazón estaba latiendo por un tatuaje que era
totalmente ajeno a mí.
—Lo sé. —tuvo que levantarse sobre los dedos
de sus pies así podía besarme en la parte inferior de mi mandíbula—. Es por eso
que es mi favorita. Me pone todo pegajoso y blando en el interior que sea así
como tú me ves.
Puse mis manos en su cintura mientras él dejaba
un rastro de besos a lo largo del borde de mi mandíbula y trabajaba su camino
hacia el lóbulo de mi oreja. Aguanté un gemido cuando sus dientes se cerraron
sobre este.
—Eres hermoso. Tienes una oscuridad y un
salvajismo en ti. Te ves como un joven gitano de hoy en día.
—Tú haces que la oscuridad y el salvajismo se
calmen. —Kibum tenía sus manos bajo el dobladillo de mi camiseta en mi espalda
baja y estaba tirando de esta hacia arriba. Agarré la parte de atrás de mi
cuello con una mano y la jalé sobre mi cabeza y la lancé hacia el sofá.
—¿Sí?
Pasó las manos a lo largo de las crestas de
mis costillas, y luego arriba y abajo por mi costado en donde estaba el nombre
de mi madre. El recuerdo de lo que pasaba cuando yo amaba a alguien en su
totalidad, y lo difícil que era la soledad cuando ese amor se iba, fue casi
suficiente para tenerme retrocediendo, pero sus labios aterrizaron justo en el
centro de mi pecho al igual que sus manos encontraron su camino a la parte
delantera de mis pantalones. Hizo un trabajo rápido con la hebilla de mi
cinturón, y entre sus dedos determinados y la punta húmeda de su lengua
trazando diseños al azar en mi piel, el deseo y el querer patearon al estúpido
miedo hasta la acera.
—Sí. Tú de alguna forma te sientes como donde
siempre quise estar.
Bueno, jódeme. ¿No es que expresar eso y
tratar de mantener una distancia segura, y no dejar que mi corazón se
involucre, parece malditamente casi imposible?
Entrelacé mis dedos a través de su suave
cabello y sostuve su cabeza en mis manos mientras él daba unos pasos hacia
adelante y me hacía retroceder así que yo estaba inclinando mi culo en el
respaldo del sofá.
Sus ojos brillaron hacia mí mientras estiraba
una mano alrededor de mi cintura y comenzaba a tirar de mis pantalones. Lo besé
porque tenía que hacerlo. Lo besé porque quería. Lo besé, porque besarlo estaba
empezando a hacerme sentir como si hubiera encontrado algo que yo no estaba muy
consciente de que había estado buscando.
Mayormente lo besé porque, cada vez que él me
devolvía el beso, lo sentía dejar una parte de sí mismo, incluso más
profundamente dentro de mí. Me incliné un poco hacia delante para darle algo de
espacio libre, mientras él ponía sus uñas en los cachetes de mi culo conseguí
moverme, y sonreí cuando contuvo el aliento sorprendido cuando se
encontró con nada más que piel desnuda debajo
de la mezclilla. Él no era el único que sabía cómo vestirse, o desvestirse,
para una ocasión.
Utilizó su dedo índice para trazar un patrón
sensible entre los piercings que decoraban la cabeza expuesta de mi polla y me
dijo en voz baja:
—Tú siempre me hiciste muy feliz, Jjong. Estoy
de alguna forma encaprichado con todas las diferentes formas en que me haces
feliz, ahora que somos adultos.
Entre las palabras y su toque no había nada
que detuviera a mi polla de retorcerse en su mano, o la pequeña gota de emoción
que se filtró fuera de la punta. Él la atrapó con la yema de su pulgar y me
miró con una sonrisa. Iba a preguntarle de qué se estaba riendo, cuando de
repente se dejó caer de rodillas delante de mí y tuvo la cabeza resbaladiza
entre sus labios.
Si alguna vez hubo un espectáculo que me iba a
empujar a un orgasmo con muy poco esfuerzo de su parte, este era ese. Su bonita
boca, con ese rubí brillante por encima, abierta de par en par, estaba
chupándome mientras yo apretaba los dientes y exhalaba con fuerza por la nariz
mientras el placer pasaba sus garras arriba y abajo de mi espalda de una manera
despiadada.
—Kibum... —Su nombre fue un sonido gutural
mientras mis dedos se sujetaban más apretados en su cabello. No respondió,
obviamente, pero hizo uso de una de sus manos para envolverla alrededor de la
base de mi estirada erección, para apretarla y frotarla a tiempo con el
movimiento de meneo de su cabeza. Se sentía como un fuego húmedo y el mejor
lugar en que mi polla había estado nunca.
Kibum estaba girando su rápida y pequeña
lengua, vuelta y vuelta, por todo el metal que vivía en la cabeza de mi polla.
Estaba chupando y trazando las venas palpitantes que corrían por debajo del
eje. Estaba retorciendo su mano en la base, en una forma que estaba haciendo
que mis ojos rodaran hacia atrás en mi cabeza, y no había manera de que fuera
aguantar mucho más bajo su talentosa e intencionada manipulación.
Tiré de su cabello y le dije con una voz que
sonaba como si estuviera recubierto de whisky y humo de cigarrillo:
—Si quieres que sea de alguna utilidad para ti
en cualquier momento de los siguientes veinte minutos, es mejor que te
levantes.
Él solo se rio y lo sentí en todas partes. Mi
polla se contrajo con fuerza en sus manos y en su boca mientras inclinaba más
de mi peso en la parte trasera del sofá, porque no estaba del todo seguro de que
mis piernas fueran a ser capaces de sostenerme por más tiempo.
Dije su nombre de nuevo, esta vez en tono de
advertencia, pero en vez de retroceder o levantarse, coló una mano entre mis
muslos tensos y le dio a mis ya sobre-estimuladas bolas un pequeño apretón. Fue
demasiado.
Mis dedos sujetaron los lados de su cabeza,
dejé escapar un grito sorprendido y dejé que el placer y la sensación que había
azotado en mi interior salieran. Yo estaba jadeando y definitivamente más
pusilánime cuando finalmente se retiró. Se inclinó hacia delante y colocó un
suave beso justo en el centro de la bestia marina que cubría mis abdominales en
furiosa tinta. No podría decir si estaba tratando de calmar a más de un
monstruo con el dulce gesto, pero de una manera u otra lo consiguió.
Dejé que mis manos cayeran sin fuerzas en la
curva de sus hombros mientras se ponía de pie en un movimiento elegante. Una de
sus cejas se levantó y me dio un golpecito en la barbilla con su dedo índice
mientras yo me le quedaba mirando con los ojos borrachos de pasión.
—El Jjong adulto tiene muchas cosas divertidas
con las cuales jugar.
Eso me hizo dejar salir una carcajada mientras
me empujaba fuera del sofá para poner a prueba la firmeza de mis piernas. Ellas
trabajarían lo suficientemente bien como para llevarlo al dormitorio. Agarré su
mano y empecé a remolcarlo por el pasillo detrás de mí. Realmente mi habitación
era la única en el apartamento que usaba, así que era la única habitación en la
que parecía que vivía.
—Nunca le pediste jugar al Jjong adolescente,
así que ¿cómo lo sabrías?
Le di la vuelta y lo apreté contra la puerta
de la habitación para así poder empezarle a quitar su ropa.
—Tú eras demasiado joven y yo estaba demasiado
concentrado en escapar. —soltó un chillido agudo cuando pellizqué un pezón solo
un poco más duro que el otro. Me agaché y calmé la punta fruncida con mi
lengua.
—Yo no habría sabido qué hacer contigo en ese
entonces. Caray, apenas sé qué hacer contigo ahora. —gimió cuando moví la tela de
su pantalón fuera de mi camino y usé mi pulgar para trazar sus pliegues
resbaladizos. Todo sobre Kibum era muy caliente. Yo solo quería saltar al fuego
y derretirme en él.
—Oh, yo creo que sabes exactamente qué estás
haciendo. —Su cabeza se balanceó de lado a lado y presioné dentro de su calor y
me concentré en ese lugar que tenía a sus ojos cerrados a la deriva y a sus
dientes hundiéndose con fuerza en su labio.
—Verte irte con ese vago me mató Kibum. —El,
de alguna manera, siempre me tenía deseando derramar honestidad y la emoción
cruda que se revolvía hasta sus pies. Era como punzar viejas heridas para que
finalmente pudieran sanar. Suspiró solo un poco y pasó el dorso de sus dedos
por mi mejilla.
—Lo siento. Nunca quise lastimarte así. —A
pesar de que yo podía ver que lo decía en serio, no creía que él supiera cuán
profunda había corrido esa herida o cuánto tiempo se había quedado conmigo.
Sentí mi frente arrugarse.
—Nadie que me ama lo hace. —Necesitaba cambiar
de tema antes de que toda esa excitación sensual se desvaneciera de sus ojos y
fuera reemplazada por la duda y el remordimiento.
Puse una mano bajo su trasero, y lo levanté de
modo que él pudiera envolver sus piernas alrededor de mi cintura. Estaba tan
tentado a simplemente deslizarme dentro de su acogedor cuerpo, pero ese era un
pensamiento peligroso, teniendo en cuenta que ninguno de nosotros había tenido
la charla de la protección. Después de conseguir todo acomodado, no perdí
tiempo en deslizarme en él.
Oh...aprecio Taemin *0*
ResponderEliminarNo puedo culpar a Jong por tener miedo a entregarle todo a kibum,para que después este de vaya y lo deje.
Tampoco culpo a kibum,bueno sí,solo un poco...jong le está demostrando y ha dicho que él significa mucho más que su amigo de la infancia...pero la duda es mala,toca esperar a ver qué tiene que pasar para que se admitad ese amor.
Las cosas suceden por algo...sí
Tanto las buenas como las malas
Y vuelve y juega.
ResponderEliminarEstos hombres no saben hablar y por ende la honestidad es relegada... Ahhhh
Pero bueno, el cuerpo expresa mejor los sentimientos que las palabras, y en este caso ya a dicho lo que estos dos no quieren reconocer!