Desperté bruscamente sobresaltado al día
siguiente y tiré mi cuaderno de dibujo al suelo, mientras me apresuraba a
encontrar mi teléfono de donde aterrizó la noche anterior en mi completo
desastre.
—¿Sí? —Mi voz sonaba como si la noche anterior
hubiera fumado diez cajas de cigarrillos yo solo.
—¿Jjong? —La voz de Kibum estaba preocupada y
me estremecí involuntariamente.
—Sí. ¿Qué pasa?
Añadí la leche al cereal esperando y tomé un
bocado.
—¿Sabes que es tarde? Tu primera cita estuvo
esperándote por treinta minutos.
—No me jodas. —Arrojé el tazón de cereal en el
fregadero y pasé una mano por todo mi rostro—. No, no tenía ni idea. ¿Puedes
cambiar la fecha y darles un descuento por las molestias. Estaré allí en unos
minutos.
Necesitaba sacar el Jäger de mi sistema y
volver al bar para conseguir mi auto. Tomaría más de unos minutos, pero él no
tenía por qué saberlo.
—Anoche me derrumbé y me desmayé en el sofá.
Estoy bien, solo un poco molesto conmigo mismo.
—Bueno. Me encargaré del cliente.
Su tono cambió de preocupado a un poco
decepcionado y lo sentí en lo más profundo de mis entrañas. Lo que estaba pasando
entre nosotros dos, lo que estaba haciendo a mi mente, todavía tenía que
mantener entre nosotros las cosas profesionales en el trabajo. Le debía eso a
los chicos, a mis clientes, incluso a Kibum.
—Gracias. Lo contactaré también, le pediré
disculpas, y voy a tener algunos diseños para que mires el domingo si quieres
que nos reunamos.
Kibum hizo un ruido extraño y lo oí mover el
teléfono a un lado para hablar con alguien en la tienda.
—Está bien. Puedes llevarlos a mi casa o
simplemente enviarlos a mi correo electrónico cuando los tengas listos. Esta
semana tengo que pasar el domingo y el lunes en casa.
Quería preguntarle por qué, e inmediatamente
pensé que no iba a pasar esos días solo, luego quise patearme porque no era
nada de mi incumbencia. Estuve de acuerdo y me dijo que me enviaría por mensaje
la dirección.
Colgué y dejé que mi cabeza cayera hacia
adelante. Era un maldito desastre y tenía que ponerme al día. No ayudó a mi
estado de ánimo cuando mi mirada aterrizó en el abandonado cuaderno de dibujo
de la noche anterior, y que la imagen mirándome fijamente fuese de la que había
pasado toda la noche tratando de huir y tratando de beber hasta olvidar.
Todo estaba allí... sus oscuros ojos, sus
interminables ondas de cabello de ébano, su boca perfectamente esculpida con la
titilante joya sobre su labio, su sonrisa de complicidad. Además, el
conocimiento de cada secreto que tuve se encontraba allí en esa imagen dibujada
apresuradamente. Incluso en una borrachera tan mala que apenas podía recordar
llegar a casa, estaba en mi mente y no podía moverme por tener que lidiar con
él y el dolor que había dejado atrás.
Recogí el cuaderno y lo arrojé en el sofá con
repugnancia. Esto se estaba saliendo de control y realmente tenía que hacer
algo al respecto.
Me di una ducha lo suficientemente caliente
para quemarme y corrí para salir por la puerta principal en menos de veinte
minutos. Mi siguiente cita era a la una y media y hoy no quería decepcionar a
nadie. Odiaba esa sensación.
El trabajo era una pesadilla. Yo era
normalmente quien le daba a todos los demás un momento difícil, normalmente el
chico listo con rápidas replicas. Pero no se podía negar que me veía como una
mierda de perro machacado y actuaba como un oso con una espina clavada en su
pata, así que Hyukjae y Kyuhyun fueron despiadados con eso todo el día. Tomé la
burla con buen humor y lo hice con el resto de mis clientes sin incidentes.
Tenía la esperanza de que Kibum todavía
estuviese allí cuando llegué, pero dejó la tienda no mucho tiempo después de
que me llamó, lo que me dejó frustrado e insatisfecho además de estar con más
resaca de lo que podía recordar.
Kyuhyun quería que fuera con él a tomar algo
de comer para la cena, desde que Sungmin trabajaba en el turno de la tarde en
sala de emergencias y Hyukjae salía disparado para volver a casa. Hyukjae
siempre se escapaba a casa después del trabajo y creo que a Kyuhyun lo
desanimaba. Los dos eran muy unidos y ahora, con todas las cosas de negocios pasando
y cada uno de ellos instalándose en la domesticada felicidad, sus tiempos de
hermanos eran pocos y distantes entre sí.
Tuve que declinar porque necesitaba trabajar
en los dibujos de la tienda. Quería mostrarle a Kibum que no estaba realmente
arruinándolo tanto como parecía ser en los últimos días. Kyuhyun me dijo que
entendía y prometió que también tendría algunos bocetos para mí en las próximas
semanas, y me dejó solo para dibujar.
Esbocé un barco pirata. Esbocé una sirena como
la que puse en Hyukjae hace unos años. Esbocé una gitana y luego tuve que
discutir conmigo mismo por no tirarlo a la basura cuando me di cuenta de lo
mucho que el diseño se parecía a mi borracho garabato de la noche anterior.
Todas las imágenes eran atrevidas y gráficas. Eran los tatuajes de la vieja
escuela con suficiente brillo para que fueran atractivos para un consumidor
pero no en el negocio. Me gustó tanto que decidí en el acto que no podía
esperar hasta mañana para mostrarle a Kibum.
No me importaba que fuesen casi las once de la
noche o que pudiera parecer un loco, le envié un mensaje y le pregunté si
estaba bien si los llevaba esta noche. Realmente podría tomar fotos con mi
teléfono y enviárselas, pero no quería hacer eso. Quería mostrárselos en
persona.
No me había sentido así, la prisa, el
escalofrío de anticipación corriendo arriba y abajo por mi columna vertebral,
desde la última vez que había creado algo en papel para mostrarle. Tenía
catorce años y Kibum tenía diecisiete. Su padre se negó a dejarlo ir a su baile
de graduación, porque como de costumbre rompió una de sus interminables reglas.
Él estaba tan triste por ello, también, porque
el capitán del equipo de fútbol se lo había pedido. Iba a ser su cita de
ensueño. En cambio, pasó la noche en su habitación llorando y maldiciendo por
turnos a su papá. Ya que siempre estaba dando vueltas, siempre en su casa en
lugar de la mía, terminé en el piso de su dormitorio mientras lloraba en la
cama, tratando de hacerle sentir mejor. Por supuesto que apenas era un torpe
adolescente, así que no había mucho que pudiera hacer, pero cuando me dijo lo
triste que era que nunca podría tener una foto para guardar, un buen recuerdo
de la fiesta de graduación y sus días en la preparatoria, porque su padre lo
frustró una vez más, sabía que había una cosa que podía hacer.
Lo supe por el rostro de Kibum, así como el
mío y tardó menos de cinco minutos dibujarlo y ponerlo en traje de príncipe de
fantasía que nunca usaría en la vida real. El capitán del equipo de fútbol fue
un poco más complicado. En ese entonces, se hallaba solo en el equipo
universitario junior, así que sabía, básicamente, como lucía, pero la única
manera de que realmente pudiera averiguar cómo dibujarlo estaba en un uniforme
de fútbol. Así que hice un dibujo de él luciendo hermoso y perfecto en su baile
de graduación del brazo de un atleta con una camiseta de fútbol.
Cuando se lo di dejó de llorar al instante. Se
reía y se reía. Al principio pensé que se estaba riendo de mí y luego se lanzó
fuera de la cama y me derribó con un abrazo al suelo. Me me dijo que era mucho
mejor que cualquier foto de fiesta de graduación que nunca podría tener y
todavía recuerdo sentirme tan orgulloso de mí mismo por animarlo.
También recordaba a Jinki metiendo su cabeza
en la habitación para ver qué era todo el alboroto y darnos una mirada de
desaprobación cuando vio a Kibum tumbado sobre mí. No me importó a pesar de se
suponía que Jinki era del que estaba enamorado. Quería hacer feliz a Kibum. El
estaba siempre haciendo lo posible para hacerme sentir que pertenecía, que
importaba; no sería juzgado por devolver el favor.
La casa que Kibum alquilaba estaba justo en el
corazón de Gangnam y no demasiado lejos de SMarked o de donde vivía Kyuhyun. Se
encontraba solo pasando unas calles arriba. Encontré su nombre en la cabina de
llamados y toqué el timbre para que me dejara entrar. No respondió la primera
vez y me pregunté de nuevo si estaba solo.
Cuando toqué el timbre la segunda vez, me
apoyé en el botón hasta que el ruido me molestó y tuve que retroceder cuando de
repente apareció en la puerta de seguridad. Empujé la pesada puerta y tuve que
dar un paso al costado mientras un enérgico bulto negro con pelos se lanzó por
delante de mí. Kibum corrió detrás del cachorro y me quedé ahí mirándolos como
un idiota.
Estaba gritándole:
—¡Kkomde! ¡Ven aquí, Kkomde! —Y el cachorro
labrador negro estaba felizmente ignorándolo, ya que brincaba alrededor de patio
a patio.
Kibum tenía un par de gafas negras cubriendo
sus ojos oscuros, y llevaba los mismos pantalones cortos que tenía la otra
noche cuando conseguimos intimar en la tienda. Solo que esta noche tenía una
camiseta blanca que se aferraba a cada curva.
Tenía que admitir que cuando se despojaba de
su ropa extravagante y su maquillado rostro, más me atraía. Este Kibum me
recordó al joven que me había dado esperanza, el otro Kibum conseguía mi polla
dura y tenía mi cabeza dando vueltas, y estaba irrevocablemente atraído por
ambos.
El perro hizo una línea recta hacia mí y me
agaché para recoger su pequeño cuerpo crespo. Su lengua salió para babear toda
mi cara y su pequeña cola azotaba de un lado a otro. Kibum corrió hasta el
frente del complejo de apartamentos y se tomó un minuto para recuperar el
aliento.
—Perro estúpido. —La bola de pelo oscuro se
volvió ante el sonido de su voz y trató de escapar de mi agarre para llegar a
su bonito dueño.
—¿Tienes un cachorro? —Se lo entregué y lo
acunó en su pecho cuando el perro atacó su rostro con su amor.
—Sí. Nunca he estado en ningún sitio el tiempo
suficiente para apegarme a una mascota. Mi vecina mencionó que su novio trataba
de deshacerse de una sorpresiva camada de cachorros, y una vez que vi su tonta
cara no me pude resistir.
Se dirigió a la puerta y me miró por encima de
su hombro.
—Es por él que tengo que estar en casa el fin
de semana. Todavía no es impresionante estando solo por mucho tiempo.
Levanté una ceja y lo seguí al interior del
edificio. No podía apartar los ojos de la influencia de su trasero redondeado o
la gran longitud de sus piernas desnudas.
—¿Kkomde?
El nombre era divertido y se ajustaba al gran
cachorro bobo.
—Sí, Kkomde. ¿Por qué no?
¿Por qué no, de hecho? Entró en el apartamento,
bajé al perro, y se volvió para mirarme. Me vi reflejado en los cristales de
sus gafas mientras me observaba con atención.
—¿Esto realmente no podría haber esperado
hasta el fin de semana, Jjong?
Sus pies estaban desnudos y me di cuenta que sus
uñas de los pies estaban pintadas de rojo. Incluso vestido y cubierto de baba
de perro, apenas tenía algo sobre él que llamara a las partes profundas de mí.
Suspiró y se dirigió a la cocina cuando no respondí de inmediato. Me ofreció
una húmeda toalla de papel y la usé para limpiar la baba de perro mientras él
hacía lo mismo.
La única manera en que fuéramos a ser capaces
de trabajar juntos, para conseguir superar la barricada del pasado, sería si
era completamente honesto con él. Al final tuve que decirle cuán entrelazados
tenía sus recuerdos, tanto buenos como malas.
Le dije en un tono ronco sombreada por el pasado:
—Estaba emocionado por mostrártelos. Me
hicieron sentir como solía hacerlo hace tiempo. Me encantaba dibujar cosas para
que miraras. A nadie más le importaba una mierda al respecto, pero a ti siempre
te encantaban, me dijiste que siguiera si lo disfrutaba. No creo que fuese
algún tipo de artista hoy si no fuera por ti, Kibum. —Levanté una ceja mientras
cruzaba sus brazos sobre su pecho—. Gracias.
—Oh, Jjong. —Negó—. Fue todo por ti. Siempre
has sido genial. Es tan triste que no tuvieras un ejército de personas que te
lo dijesen diariamente cuando eras pequeño.
—No. Solo te tuve a ti. —Me acerqué de modo de
que estuviese directamente frente a él con solo la encimera de la cocina entre
nosotros—. Siento como que tú y el pasado me han estado persiguiendo desde que
entraste en esa tienda, Kibum. —No me respondió, pero me di cuenta del rosa trabajando
su camino en su mejillas—. ¿Qué vas a hacer si decido dejar que me atrapes?
Fui rápido, pero él tenía razón, fuera de la
cancha suelo tropezar aquí y allá, pero por primera vez en mucho tiempo sentí
como si solo hubiera encontrado mi equilibrio, y con él, de repente quería
caminar en la dirección correcta.
¿Qué iba a hacer cuando lo atrapara? Eso era
fácil. Desnudarlo, de las dos formas
física y emocional, y luego nunca dejarlo ir. No creía que él estuviese
preparado para
mí, honestamente, sin embargo, le dije:
—Voy a descubrir por qué huyes de mí. —Incliné
mi cabeza a un lado y le pregunté
directamente—: ¿Aun estás enamorado de mi hermano, Jjong? Necesito saber esa
historia.
Después de su reacción cuando él me llamó el
otro día, había algo que estaba en mi mente, que se me metió bajo la piel.
Sabía que él se había preocupado profundamente por Jinki, y que como
normalmente hacia mi hermano dejo que las decisiones de mi padre actuaran como
suyas.
Lo que yo no sabía era si él aún estaba
colgado por mi hermano, y si aún estaba languideciendo por algo en lo que ni
siquiera había tenido una oportunidad. Que su enamoramiento adolescente
siguiese en su edad adulta parecía poco probable después de tanto tiempo. Pero
si fuese el caso, no importaba cuanto lo quisiera yo, o cuan intensamente
quisiera lo maravilloso que estábamos teniendo juntos, no habría forma de que
luchara contra los recuerdos o contra el fantasma de mí hermano para tenerlo.
Tenía mucho orgullo y me valoraba mucho a mi mismo para hacer eso.
No iba a competir con su idea del primer amor,
no cuando la persona estaba muy viva y era una parte integral de mí vida.
Intenté sacarle respuestas a Jinki el otro
día, pero fue esquivo y había pasado del tema como si no le importara. Algo pasaba
con él. Me dijo que estaba ocupado y que no podía hablar y me colgó a los pocos
minutos de la conversación. Él no era así y aumentaba mi preocupación por él
diez veces más.
Observé a Jjong detenidamente, mientras dejaba
los papeles que llevaba en la mano sobre la encimera y se acercaba hacia donde
yo estaba. No dejo de andar hasta que se detuvo enfrente de mí y yo me puse
rígido automáticamente en respuesta cuando él me enjauló con cada uno de sus
brazos al lado de mis caderas. Inclinó la cabeza un poco así estábamos cara a
cara, y juro que me podía ahogar en el profundo océano oscuro de su mirada para
siempre. Su cabello rubio estaba más claro de lo normal sin toda esa mierda que
se ponía para hacerse el estilo tupe que llevaba normalmente, y la forma en que
le caía por la frente lo hacía parecer como ese niño pequeño que me había hecho
tan feliz en aquellos años perdidos. Mis dedos hormigueaban por alcanzarlo y
apartárselo. Me picaban por tocarlo de cualquier forma que me permitiera.
Se inclinó un poco más cerca de mí y sentí su
aliento mover mi cabello rojizo.
—Le pedí a Jinkig que se casara conmigo. Tenía
dieciocho años, el mundo a mis pies, y me estaba prácticamente garantizada la
oportunidad de jugar futbol profesional. Se lo ofrecí todo y él me dijo que me
consideraba como un hermano. Me miró a los ojos profundamente y me dijo que no
importaba lo que hiciera, nunca sería suficiente porque tus padres no me
aprobarían porque sabían de dónde venía. Que no era el chico correcto para él.
Sentí como su pecho se ampliaba y su
respiración se atascaba mientras nubes oscuras ensombrecían su mirada caliente.
Sus labios tocaron la piel del lado de mi ceja y me sorprendí de que mis gafas
no se empañaran por el calor que desprendía. Pero mientras podía admitir que
estaba calentándome, también podía sentir como todo dentro de mí donde estaba
mi corazón y mi esperanza se habían convertido en piedra.
¿Jjong le pidió a Jinki que se casara con él?
Era la primera vez que lo oía y eso cambiaba toda mi vida. Ambos eran tan
jóvenes. Siempre había asumido que era un enamoramiento de niños pero
aparentemente sus sentimientos por mi hermano eran más complejos de lo que
recordaba o de lo que creía que eran.
—¿Le pediste que se casara contigo? —Quería
empujarlo lejos de mí. Realmente quería agarrar a mi pequeño y dulce cachorro y
correr hasta algún lugar donde Kim Jjong fuera un recuerdo perdido en mi
memoria y no tuviera esta información taladrándome por dentro.
—Lo hice. Jinki no solo me dio que no, él tomó
todo lo que yo sabía sobre el amor y lo destrozó. Las piezas de mi corazón eran
tan pequeñas cuando él terminó conmigo que no me molesté en buscarlas. Así que
no, Kibum, no estoy enamorado de Jinki. Él me rompió y no me molesté en
intentar amar a alguien más desde entonces.
No pude soportarlo más. Puse ambas manos sobre
el centro de su pecho y lo aparté. Sentí como si necesitara escapar, como si
sus palabras estuvieran construyendo una jaula alrededor de todas esas
grandiosas ideas que había estado siguiendo desde que dejé todo para venir a
Seúl.
—Nunca me lo dijo. Hablábamos todo el tiempo
en aquella época y nunca me dijo ni una jodida vez que le habías pedido que se
casara contigo.
Estaba observando la fantasía que quería
mostrarle de que ya que ahora éramos mayores teníamos mucho más estando juntos,
desaparecer como el humo. Me sentí como si hubiese puesto en un partido y yo en
la defensa mirando como un idiota mientras él llevaba el balón a la zona de
anotación. Nunca hubiese venido aquí, nunca hubiese hecho de este mi hogar si
hubiese sabido cuan afilados eran los lazos que le unían al pasado.
Me di la vuelta para mirarlo y pedirle que se
fuera, pero lo perdí mientras jadeaba por la sorpresa porque me había seguido y
otra vez estaba en mi espacio personal.
Me agarró de los brazos y me puso de puntillas.
—Tú empezaste todo esto Kibum. No puedes huir
porque no te gusta lo que esconde la oscuridad una vez que tu luz le golpea.
—¿Por qué no me lo dijo él? —Las palabras
salieron en un susurro y no podía apartar la mirada de su ardiente mirada. Otra
vez mis dedos se curvaron por apartar ese cabello rubio de su frente o quizás
por golpearle en toda su preciosa cara.
—Esa parte de la historia es suya para
contarla.
—¿Es por eso que dejaste la escuela, que
dejaste de jugar al futbol? ¿Él te dijo que no y tú lo dejaste todo?
Lentamente balanceó su cabeza de lado a lado,
negando y me empujó incluso más cerca así que nuestros pechos se presionaban
juntos. Inmediatamente lamenté haber preferido la camiseta que tenía cuando mis
pezones se emocionaron por estar cerca de todo ese calor suyo. Dejé que mis
manos se apretaran alrededor de sus fuertes bíceps.
—Nunca quise jugar al futbol a ese nivel.
Quería dibujar. Quería pintar. Quería ser creativo y hacer arte. Quería
aprender cómo ser un mejor artista, pero no sabía cómo hacer eso y perseguir a Jinki
al mismo tiempo. Pensé que una vez que él se alejara de tu padre sería capaz de
verme. Que vería quién era realmente y se daría cuenta de que a pesar de las
circunstancias en las que habíamos entrado en el camino del otro, yo valía la
pena.
Cerró la boca y dejó caer la cabeza de modo
que nuestras frentes se estaban tocando mientras yo estaba colgando de sus
duras manos
—Nunca hubo una oportunidad de que eso pasara.
Él conoció a un chico el primer día de la universidad. Un chico apropiado con
la familia correcta y el patrimonio correcto para llevarlo a casa de tu padre.
Lo odié a primera vista.
Me soltó una mano y me quitó mis gafas, lo que
me hizo parpadear mientras se hacía un poco borroso en los bordes de mi visión.
Utilizó la punta de su pulgar para pasarlo por encima del arco de mi ceja y pensé
que me iba a derretir como el pudin a sus pies.
—Lo golpeé hasta la mierda. Le rompí un par de
costillas, le jodí la nariz, y lo dejé como un montón de desesperación rota y
sangrienta. La cosa es, que él también era el capitán del equipo y todo eso pasó
un par de semanas antes de un partido importante.
Jadeé y su ceño cambió a una sonrisa. No había
notado que él nos había estado empujando hacia atrás todo el tiempo que había
estado hablando y que ahora estaba apoyado contra la encimera de la cocina. Me agarró
por la cintura y me levantó así estaba sentado sobre el borde y él se colocó
entre mis piernas.
—La escuela lo mantuvo en secreto porque él se
estaba preparando para ser contratado y no querían que perdiese su autoridad
frente al resto de sus compañeros teniendo que admitir que le había pateado el
culo uno de primer año. Perdí la beca por la que me habían reclutado y más o
menos me prohibieron jugar al futbol universitario durante dos años. Para mí
fue como una tarjeta de Eres Libre de la Cárcel. No quería estar en la cuidad.
No quería ver a tu hermano otra vez. Y el futbol nunca fue en donde estaba mi corazón
de todos modos. Todo se sentía como si estuviese siendo forzado y estaba harto
de eso.
Aún estaba intentando superar el hecho de que
él se había propuesto a mi hermano y ahora estaba diciéndome que intentó matar
a su novio de la universidad con sus manos. Nada de eso tendría que excitarme.
Nada de eso debía de hacer que estuviese bien tener sus manos recorriendo hacia
arriba mis muslos y metiéndose por mis pantalones cortos donde mis piernas
tenían apresadas su cadera, pero incluso con todas estas nuevas revelaciones no
estaba inclinado a hacerlo parar.
—¿Golpeaste a un chico solo porque estaba
saliendo con Jinki? ¿Eras así de celoso? —Eso tampoco parecía cien por ciento
cierto, considerando que Jinki había salido con muchos chicos durante el
instituto y nunca pareció molestarle.
Era difícil pensar porque sus manos habían
encontrado su camino hacia la parte trasera de mis piernas y ahora estaban
acunando mi culo mientras me acercaba más hacia el borde de la encimera. No
había duda de que nuestra proximidad estaba teniendo un efecto en él también.
La parte dura en el frente de sus pantalones era inconfundible y yo quería
rozarme contra él. Se sentía lascivo y del tipo incorrecto ahora que sabía lo
que había pasado con mi hermano en mi ausencia.
—Esa tampoco es mi historia para contar. Lo
golpeé porque era un idiota clase A y nunca me gustó. Él era el tipo de chico
que me hacía estar seguro de que el futbol nunca sería lo mío. Estaba celoso de
que Jinki se preocupara por él y no por mí, pero eso no tenía nada que ver en
que le pateara el culo. Así que ahí lo tienes, Kibum. Huyo todo el tiempo
porque esos recuerdos me duelen cuando me alcanzan y ya he tenido suficiente
daño en mi vida.
Respiré otra vez y puse mis manos sobre sus
hombros mientras una de sus manos dejaba mi culo y se movía hacia la curva
interna de mi muslo, donde todas mis mejores partes y las suyas estaban
presionadas íntimamente. Sentí como recorría sus nudillos por el borde de mi
ropa interior y no pude evitar tragar un poco. Necesitaba decirle que se
detuviera pero parecía no encontrar las palabras.
—Eso es porque estas huyendo del pasado. ¿Por
qué huyes de mí? —Soné ronco y caliente. Realmente debería de haber
desarrollado algo de vergüenza pero él se sentía tan bien y esos ojos eran tan
claros y vividos que no podía apartar la mirada. Se rio un poco y pude sentirlo
en todas las partes que nos tocábamos. Sus dedos eran cada vez más audaces y mi
deseo de mantener algún tipo de control sobre él, sobre la situación, estaba
desapareciendo.
—Tú siempre me ves, Kibum. Me entiendes cuando
ni siquiera yo lo hago. Eras mi mejor amigo y luego te fuiste. No puedo
preocuparme por alguien, atarme a alguien, cuando al final van a dejarme. —Él
estaba respirando de forma pesada y no pude evitar finalmente poner mis dedos
sobre ese mechón de cabello que le colgaba entre los ojos. Sus siguientes
palabras me retorcieron tanto el corazón que dolía—. No después de lo que le
pasó a mi madre.
Iba a decirle que lo sentía. Nunca quise
alejarme de su vida por completo, pero era joven y finalmente libre de las
riendas de mi padre así que me había vuelto un poco loco y perdido algo de mí
mismo.
Necesitaba que supiese que él había sido mi
mejor amigo también. Quería decir que él era lo único bueno que recordaba
mientras crecía pero su boca se movió de mi vista hacia mis labios y la dejó
allí.
No me besó, no me respiró, no me saboreó con
su lengua. Solo dejó sus labios contra los míos y los mantuvimos presionados en
silencio, la tensión se espesaba y palpitaba entre nosotros. Me sentía como si
estuviese atrapado. Atrapado en algún tipo de película a cámara lenta, donde
cada toque, cada movimiento era deliberadamente agonizante y tortuosamente
dibujado.
Esos talentosos dedos suyos patinaban muy
cerca de donde el borde de la tela y mi piel se unían debajo de mi ropa y ya no
estaba cerca del interior de mi muslo sino mucho más cerca de lugares que
estaban calientes y húmedos, lugares que empezaban a apretarse por lo que
quería y necesitaba.
—¿Qué hay de ti, Kibum? ¿Piensas en mí como en
un hermano?
Esos dos van a hacer combustión!!!
ResponderEliminarOMG ahhhh!!!
matrimonio!!! Noooooooo
Cada quien con su propio pasado arrastrando...no lo han podido dejar ir.
ResponderEliminarKibum al pendiente de su hermano tratando de comprender el cómo y por qué dejo a Jjong,aparte de querer saber si Kibum aún significa algo para él.
Y Jjong esquivando el pasado por el dolor que le provica recordar.
El pasado a veces es demasiado peso para alguien...pero a veces es bueno recordarlo.
Ahora Kibum ya sabe muchas cosas valiosas...ahora solo falta su respuesta,la cual Jjong ya debe de saber...con ese beso anterior,un indicio debe de tener.
Algo bueno debe salir después de haber dicho algo de su pasado que lo alejaba de Kibum