—¿Entonces simplemente lo dejaste todo, toda tu vida, para venir a ayudar a Kyuhyun y a Hyukjae con la nueva tienda porque Shindong
te quería allí? ¿No dejaste a nadie ni nada detrás?
Había resentimiento allí. Podía oírlo en mi
propia voz y al parecer no podía evitarlo. Mi mamá había muerto en un casual
acto de violencia cuando era un niño realmente pequeño. No tengo muchos
recuerdos de ella. Pero podía recordar que era linda, hermosa y siempre estaba
sonriendo o riendo. La recordaba siendo feliz.
Había entrado en el sistema cuando solo tenía
diez años. No tenía otra familia o al menos nadie con mi sangre que se
ofreciera a reclamarme, así que salté de hogar adoptivo en hogar adoptivo hasta
que aterricé con los Hwang cuando tenía diez.
Sabía que lógicamente mi mamá no me había
dejado solo en el mundo a propósito, el destino era una cosa engañosa y podía
ser realmente repugnante y jodido cuando quería serlo, pero no podía negar que
siempre que alguien me preocupaba profundamente se alejaba de mí, eso traía de
vuelta aquellos sentimientos que tuve hace tiempo al ser abandonado.
En vez de responder a mi pregunta sarcástica,
apoyó su cadera en la barra y se inclinó un poco hacia un lado mientras me
consideraba solemnemente. Siempre pensé que tenía ojos grandiosos. Cuando era
más joven, pensé que se parecían al terciopelo y algo suave. Ahora, mientras me
miraba sin pestañear, pensé que parecían oscuros y enigmáticos. No me gustaba
que estuviera delante como si supiera cada secreto que tenía el universo y
simplemente estuviera esperando a que yo lo alcanzara, así podría susurrarlos a
mi oído.
No podía evitar la forma en que el nombre de
su hermano me hacía dar, involuntariamente, un paso hacia atrás. No pregunté,
porque realmente no quería saber una mierda de esa información. Esto era
exactamente el por qué había estado evadiendo a Kibum como un cobarde por el
último mes. Solo quería ir de vuelta al punto en donde estaba felizmente
pretendiendo que los hermanos Kim no eran más que un recuerdo distante que solo
echaba fuera cuando había bebido demasiado o cuando el sentimentalismo se
colaba en mí y me daba un golpe bajo.
Me salvé de tener que dar una respuesta con
voz estrangulada cuando Zhoumi apareció a mi lado y agarró mi codo. Sus ojos
estaban estaban brillantes y luminosos con tequila y malicia.
—Ven a bailar conmigo. Henry se está poniendo
difícil.
Miré sobre mi hombro y vi que mi amigo estaba
disparándome una mirada de advertencia. Y ya que levantarle las plumas a Henry
estaba en lo alto de mi lista de cosas favoritas a hacer, no había forma de que
fuera a decirle que no y nunca iba a negarme a poner mis manos en un joven tan
hermoso como Zhoumi.
Volví a mirar a Kibum y prácticamente pude ver
los engranajes de su cabeza girar tras su oscura mirada, pero antes de que
pudiera decirle algo, alcanzó su bebida y se alejó de la barra.
—Vamos a tener un ajuste de cuentas con el
tiempo, Jonghyun. Siempre has sido realmente rápido en el campo, pero fuera de
él, eres del tipo que tropieza.
Hizo su camino, girando alrededor de mí, su
cabello pasó por mi brazo desnudo y haciendo que mis entrañas se apretaran. Lo
vi mientras terminaba su camino hacia donde Kyuhyun y Sungmin estaban aún
hablando con Leeteuk y lo vi abrazar al joven de cabello rojizo con un brazo,
como si fueran viejos amigos.
Miré de vuelta a Zhoumi y le dije antes de que
pudiera empezar:
—No. Simplemente no lo hagas.
Le dejé tirar de mí hacia la diminuta pista de
baile.
—¿Jonghyun?
—No he sido ese chico en mucho tiempo.
—¿Entonces de dónde vino “Jjong”?
Gruñí pero destellé una sonrisa completa hacia
Henry por encima de la cabeza de Zhoumi mientras él levantaba los dos dedos
medios hacia mí y vocalizaba cada palabra sucia que conocía. Jalé a su chico
más cerca y le sonreí descaradamente para sacarle aún más de quicio.
—Era un chico ingobernable. Tenía tanta
energía que nadie parecía saber qué hacer con ella. Siempre estaba en tiempo
fuera, siempre en problemas en la escuela, y nadie realmente parecía querer
darme una mano con ello. Me pusieron con una familia cuando tenía diez, y
realmente tenían un manojo de otros niños, los suyos propios y otros acogidos.
La mamá, María. No hablaba muy bien el coreano y solía murmurarme en español.
Estaba tratando de decirme que me comportara, que actuara de forma correcta.
Mis profesores, los otros padres de la iglesia y algunos otros niños empezaron
a llamarme así y era más fácil para ella pronunciarlo.
Sus ojos se habían ampliado en su rostro y su
boca de alguna forma había caído abierta en un pequeño jadeo. Le di un apretón
para dejarle saber que había sido hace mucho tiempo y que estaba todo bien
ahora, pero inadvertidamente mi mirada fue otra vez a la oscura cabellera y
esas ridículas curvas encajadas en un corto pantalón pegado como piel. Al menos
había estado todo bien hasta que ella se mostró.
Zhoumi arrugó su nariz hacia mí y me devolvió
el apretón.
—¿Te dijo Henry acerca de Daejeon?
Su voz era baja. Casi no le oí.
—Mencionó algo sobre eso.
—¿Qué piensas? —Sonó vacilante y vi que
tragaba un poco después que lo preguntó.
—Creo que todos somos adultos y se cómo
funcionan los aviones. Daejeon no es la Antártica, y solo porque tendrás un
nuevo código postal físicamente, no significa que no estarás aquí en corazón y
espíritu. Ustedes son familia sin importar cuántos kilómetros pudiera haber
entre ustedes y nosotros.
Vi su ligero asentimiento y sus ojos se
pusieron vidriosos y calientes.
—Estoy asustado.
Suspiré un poco y lo atraje en un abrazo que
lo hizo chillar de sorpresa y sus largas piernas patear tras él. Lo besé
sonoramente en la sien y le dije, estableciendo el hecho:
—Es así como sabes que estás haciendo lo
correcto, cariño.
Lo enderecé y me golpeó ligeramente en el
centro del pecho con una sonrisa.
—Sí, pero aún me asusta. Estoy preocupado por Kangin.
¿Quién va a mantenerlo a raya y mantener un ojo en él cuando me vaya? Es un imán
para los problemas.
—Creo que en el pasado, tu hermano mayor se
mantuvo a sí mismo a raya, y hay un ejército de nosotros para recordarle lo que
tiene que perder si se pasa. Preocúpate por ti. Preocúpate por tu hombre. Solo
ve y se feliz y disfruta estar enamorado y estar casado. Estará bien. Zhou, y
si no lo está, pues no hay nada que puedas hacer de todas formas.
Hizo un ruido con su garganta y levantó una
ceja hacia mí.
—Entonces, ¿cuál es la historia entre tú y Kibum?
Parece estar pasando más allí de lo que originalmente nos dejaste saber a
todos.
Sobre su cabeza, vi que Henry se había
levantado sobre sus pies y estaba mirándonos. Le guiñé un ojo y recibí otra
mirada desagradable.
—No es un cuento de hadas, si es lo que estás
esperando.
—Es divertido y de alguna forma excéntrico. Me
gusta.
—Es fácil que te guste Kibum.
Era cálido, era inteligente. Era cariñoso y
compasivo. Era la única persona en mi antigua vida que me había hecho sentir en
paz y cuando se fue, cuando me había abandonado a mi propia suerte, fue ahí
cuando realmente me había lanzado sobre Jinki con la ferocidad que había
bordeado la obsesión. No iba a cometer el error de ser absorbido por la
personalidad acogedora de Kibum otra vez. Había dejado un vacío demasiado
grande cuando se fue.
—Entonces, ¿por qué estás actuando como si
hubiera pateado a tu cachorro? No estás siendo tú, y francamente, no soy un
fan. Es una adición genial para la tienda y ustedes, chicos, tienen suerte de
tenerlo.
Henry finalmente nos había alcanzado y puso su
brazo alrededor de la cintura de Zhoumi. Lo atrajo hacia atrás contra su pecho
y lo dejé ir sin pelear.
—Apestas. —Su tono era hosco mientras me
miraba duramente.
Reí y me encogí de hombros.
—Entonces saca tu trasero y baila con tu
esposo. Él vino y escuchó ese asesino de oídos que llamas música, lo menos que
puedes hacer es hacerlo dar vueltas alrededor de la pista de baile de vez en
cuando.
Gruñó y, de mala gana, dejó que Zhoumi tirara
de él en un baile lento mientras yo me alejaba de la oscuramente hermosa
pareja. Fui a la barra por otra cerveza y pensé en lo que Zhoumi había dicho.
La verdad del problema era que la tienda e
incluso Hyukjae y Kyuhyun eran realmente
suertudos de tener a Kibum allí… pero yo, bien, de alguna forma siempre
había tenido la idea de que si no era mala suerte, entonces no tenía suerte
para nada en mi vida. Perdí a mi mamá. Perdí a Kibum. Perdí a mi primer amor y
eso fue todo antes de que fuera lo suficientemente mayor para beber legalmente.
La mala suerte era algo con lo que estaba íntimamente familiarizado.
Suponía que toda la buena fortuna que había
tenido desde que conocí a Shindong y vine a Seúl era cosa del destino para
pagarme por una niñez de estar perdido y sin amor.
—Hola, ¿por favor me regresarías la llamada? Jinki,
este es el cuarto mensaje que te dejo en dos semanas. Estoy comenzando a
preocuparme un poco.
Fruncí el ceño ante el teléfono y lo metí de
nuevo en mi bolsa mientras saltaba alrededor de un charco que la lluvia de la
tarde dejó en la acera. Me estremecí ya que esta mañana vestía lindos
pantalones cortos, y una camisa sin mangas. No quería ni pensar en lo que la
lluvia le hizo a mi cabello y al maquillaje intenso para ojos que por lo
general usaba, así que en vez de eso, me concentré en lo irritado que estaba
con mi hermanito.
Jinki y yo siempre fuimos muy diferentes.
Dónde me resignaba al hecho de que el pueblo y la casa de mis padres no eran
los lugares en los que alguna vez iba a progresar y encontrar la felicidad, él
todavía se encontraba ahí y era el niño de los ojos de mi severo padre.
Rezaba para que después de que se fue a la
universidad y viera más del mundo, expandiera sus horizontes, viviera un poco,
y se diera cuenta de que había más en la vida que ser un hijo perfecto. Para mi
disgusto regresó a casa directamente después de la graduación y cayó
rápidamente en todos sus viejos patrones, incluso cuando le rogué que viniera y
se quedara conmigo.
Para mi gusto, siguió demasiado rápido un
matrimonio con un hombre que era muy parecido a mi padre, y así Jinki se alejó
de mí. Una elección que estaba seguro que no era del todo suya.
A pesar de que mis padres y a su esposo no les
encantaba que Jinki aún siguiera en contacto conmigo, era su único acto de
desafío y hablábamos cada vez que podía salirse con la suya.
Tenía preguntas, un montón. Quería respuestas
y era imposible conseguirlas de Jjong, considerando que era tan acogedor como
una pared de concreto. Había más en su discusión que el simple “queríamos cosas
diferentes y eso significaba que ni siquiera podíamos seguir siendo amigos” que
Jinki me dio inicialmente cuando todo se desató años atrás. Algo importante debe
haber ocurrido para que Jjong fuera tan inflexible que ni siquiera quería ni la
más mínima información sobre mi hermano. Supuestamente fue su primer amor y Jinkig
en general me contó todo lo que había que contar, así que todas las excusas
entre los dos me ponían más curioso.
Mi hermano no era lo que uno llamaría
afortunado en el amor. Estaba demasiado ansioso por complacer, tanto a los
hombres en su vida como a mi padre. Eso lo llevó a salir y terminar las
relaciones con algunas verdaderas joyas. No creo que supiera el verdadero
asunto del amor aún si estuviera en frente de su cara, y esa fue una de las
razones por las que intenté seguir en contacto y me preocupaba que no me
regresara la llamada.
Su esposo era todo un personaje. Era una copia
recalcada de mi amenazante y autoritario padre y eso me ponía muy nervioso. Jinki
no era lo suficientemente fuerte como para alejarse o lo suficiente determinado
para defenderse si un hombre en su vida intentaba controlarla.
Pedí un café y un panqué porque se veían bien,
e intenté exprimir un poco el agua de mi cabello. Arrastraba mis pies de nuevo
hacia la puerta, mis ojos hacia abajo mientras colocaba el panqué en mi bolsa, y no vi al joven hasta que fue demasiado tarde. Apenas lo atrapé por
su muñeca mientras rebotaba contra mí y el choque envió su teléfono volando al
suelo.
Ambos ahogamos un gritó y balbuceé una
disculpa, porque a pesar de que mi café no se derramó por todas partes, si se
derramó un poco por la violencia del impacto y fue sobre el dorso de nuestras
manos.
El joven sacudió su mano y se inclinó para
recuperar su teléfono mientras me apresuraba para disculparme una y otra vez.
Me disculpé aún más cuando me di cuenta de que era el mismo joven rubio elegante
del otro día en la tienda.
Llevaba otro traje elegante. Sus ojos estaban
muy abiertos cuando me reconoció.
—Lo siento. Estaba leyendo el correo
electrónico en mi teléfono y no presté ninguna atención.
Me reí un poco y moví mi mano para sacudir el
líquido enfriándose en el dorso de la misma.
—Estaba haciendo malabarismos con un centenar
de cosas y mi mente se encontraba a millones de kilómetros de distancia. Tengo
un par de minutos antes de tener que dirigirme de nuevo a la tienda, deja que
te compre tu café como disculpa.
Sacudió su cabeza.
—Oh, no, en verdad no tienes que hacer eso.
Debería haber estado prestando atención.
Simplemente la ignoré, me di la vuelta y
caminé hacia la fila esperando que me siguiera. Lo hizo, todavía diciéndome que
el gesto era innecesario, pero para el momento en que era nuestro turno se
había calmado y no me sorprendió que pidiera un simple café negro y no le
añadiera nada. Este joven realmente parecía ser absolutamente sin cosas
superfluas y sin tonterías, lo que a su vez me hizo preguntarme por qué se
aventuró a la tienda de tatuajes en primer lugar.
—Por cierto, soy Kim Kibum. —Extendí mi mano y
la estrechó enérgicamente.
—Lee Taemin. De hecho, trabajo en el edificio
de derecho de familia que está a un par de cuadras.
Asentí y sonreí un poco.
—Te sorprendería que hoy en día, muchos
abogados andan con tatuajes. Por supuesto, espero que no sea tu trabajo lo que
te convenció de renunciar a conseguir un poco de tinta.
Negó un poco y se volvió una sombra caliente
de color rosa.
—No. En realidad soy muy nuevo en Seúl y
simplemente salí a explorar. —Aclaró su garganta mientras nos dirigíamos de
regreso a la puerta. Me sentí aliviado al ver que la lluvia amainó un poco—.
Fue un impulso. En verdad no estoy seguro de en qué estaba pensando.
Apartó su mirada tan pronto como lo dijo y
tuve la clara sensación de que no era exactamente honesto conmigo.
—También soy nuevo en la ciudad. Hasta ahora
me encanta este lugar.
¿De dónde te mudaste?
—Dongbong. Pasé toda mi vida ahí. Necesitaba un
cambio.
Podía entenderlo. Me preguntó de dónde era,
solo me reí y le dije que de todas partes. Cuando preguntó qué me llevó a Seúl
lo miré por el rabillo de mi ojo y pregunté:
—¿Vas a pensar que soy ridícula si te digo que
tiene que ver con un chico?
Se encogió de hombros y se detuvo en la
esquina de la cuadra. Alejó rápidamente su mirada y de nuevo tuve la muy fuerte
impresión de que solo me estaba contando la mitad de lo que quería decir.
—No. También, estoy un poco aquí por un chico.
No en el sentido romántico, pero un chico innegablemente fue definitivamente un
factor de motivación para qué aceptara esta transferencia cuando mi compañía decidió
que quería abrir una oficina en Seúl. —Inclinó su cabeza en la dirección
opuesta a la que tenía que tomar para volver al trabajo y me dijo entrelazando
su tono con sincera amabilidad—: Espero que funcione para ti.
Me reí.
—Soy muy persistente. Si cambias de opinión
acerca de cómo agregar algo nuevo, regresa a la tienda. Esos chicos están
haciendo un trabajo realmente espectacular.
Su mirada vagó sobre la extensión de mis
brazos tatuados.
—Nunca me di cuenta de lo hermosos que pueden
ser, o cuánto arte se encuentra involucrado en el tatuaje.
—Si se hace bien, es tan hermoso como
cualquier cosa pintada sobre un lienzo y es el tipo de arte que realmente
puedes compartir con el mundo a donde quiera que vayas.
El semáforo cambió, y mientras nos dirigíamos
en sentido contrario me pregunté sobre el joven refinado que parecía tener un
montón de secretos. Silenciosamente deseé que todo lo que lo llevó a Seúl
también funcionara. Secretos o no, parecía muy agradable.
Abrí las puertas de la tienda y tuve que hacer
mi camino a través de la gente que llenaba la sala de espera para llegar detrás
del escritorio. Heechul estaba hablando con dos chicas que mostraban sus fotos
y el zumbido de las máquinas de tatuajes era constante en el fondo. Kyuhyun me
llamó e inclinó su cabeza hacia mí. Guardé mi cartera después de rescatar el
panqué, así lo tenía a mano para más tarde y le pregunté qué estaba pasando.
Frotó su cabeza afeitada con sus manos y me
pregunté con qué frecuencia Sungmin le hacía lo mismo. Esas llamas que se tatuó
a lo largo de cada lado de su cuero cabelludo eran brillantes y divertidas. Si
él fuera mi chico, tendría mis manos sobre ellas en cada oportunidad que tenía.
Sus ojos brillaron hacia mí con una mezcla de simpatía e irritación.
—¿Qué necesitas que organice para que consigas
esa tienda arriba y funcionando? Pensé que tenía una idea, pero cada vez que
pienso que estoy avanzando algo sucede y empujo en la dirección contraria.
—Necesito que ustedes me den algunas imágenes,
algún tipo de logotipo, así puedo contactar con un impresor serigráfico y tener
los diseños sobre las camisetas y otras prendas de vestir. —Tenía que ser cosas
lindas y cosas de moda que vayan con la onda de los chicos—. Creo que deberías basar
tus ideas de diseño en cada uno de los tatuajes que ya tienes. Los fanáticos
estarían locos por ello. Tienes ese dragón, Hyukjae tiene esa serpiente en su
brazo.
—Asentí cuando entrecerró sus ojos pensando—. Heechul
tiene todas esas flores, y Jjong tiene esa ancla en su cuello que es imposible
perderse. Todos diferentes, todos distintos, y creo que haría como un resumen.
De esa manera no solo estamos reconociendo la tienda de tatuajes, sino a la
gente detrás de ellos. —Extendí mi mano y apreté sus impresionantes bíceps—.
También creo que deberías hacer un diseño especial de edición limitada por Shindong.
Algo tradicional, algo fantástico que le rinda homenaje y su mano dejándoles
esto.
Vi su manzana de Adán subir y bajar, sus ojos
parpadearon rápidamente por un segundo hasta que se aclaró su garganta y bajó
su cabeza asintiendo.
—Eres exactamente la persona que necesitábamos
para hacer que esto ocurra. Mi papá realmente conocía su mierda.
Sonreí.
—Era un hombre muy inteligente y astuto.
—Te quería aquí para más que la tienda, ¿no?
Levanté un hombro desnudo y lo dejé caer.
—A veces se necesita a alguien de afuera para
darse cuenta de lo que falta. Shindong era realmente bueno en eso.
Kyuhyun gruñó en acuerdo y levantó una mano
para saludar a su cliente cuando entró en la tienda.
—Lo era. —Dio un paso a mi alrededor y luego
se detuvo y me miró—. La tienda fue idea de Jjong. El concepto, la idea de
expandirse, fue todo de él. Creo que le haré una llamada y le diré que puede
ser tu referente de ideas. Ahora mismo, Hyukjae y yo tenemos demasiadas otras
cosas con las que lidiar.
Estaba ahí, en esos ojos maravillosos, el
mismo tipo de compasión y necesidad de que la gente a su alrededor sea feliz
que brillaba en los ojos de su padre. Era el hijo de Shindong, sin duda de
ello. Me reí y giré de nuevo hacia el escritorio así podría ayudar a Heechul a
manejar a la multitud de clientes potenciales que aumentaba.
—Lo que digas, jefe.
No fue sino hasta horas y horas más tarde que
finalmente tuve mi panqué. Había sido un día lleno de citas, y había dos
últimos sin cita que un par de nuevos artistas acordó quedarse y hacer, así que
eran casi las nueve de la noche en el momento en que llegué a hacer el retiro
de efectivo por el día y cerré todo. Incluso en un día ocupado aquí, no se
acercaba al caos al que estaba acostumbrado en la tienda en el casino.
ResponderEliminarQue complicado