Las tiendas en Seúl eran exitosas y ocupadas,
pero se sentían menos como un espectáculo que mi trabajo anterior. Me
sorprendió lo mucho que me gustaba la cercanía, la sensación más gentil de mi
nuevo trabajo y apreciaba que estuvieran produciendo realmente maravillosas
obras de arte en vez de tatuajes poco originales y rápidos que los turistas
seleccionaban de una pared.
Era el tipo de persona que se aburría y odiaba
la rutina. Creo que esa era una de las razones por las que siempre estaba en
mucho movimiento. Nunca quería ser predecible. Nunca quise saber lo que había
en la tienda para mí de un día para el otro. Estoy seguro de que tenía que ver
con haber crecido en una casa donde la rutina lo era todo, donde ni un segundo
pasaba sin haber sido informado y planificado hasta el más mínimo detalle.
Estaba comiendo con placer el panqué y
llamando de nuevo a Jinki, esta vez dejándole un mensaje donde lo regañaba y
amenazaba con subirme en el próximo avión que salía de Seúl si no me regresaba
la llamada mañana. Me encontraba colocando el dinero en efectivo del depósito
del día en la caja fuerte que se hallaba en la oficina de Heechul y
asegurándome de que todas las puertas estaban cerradas con llave escaleras
arriba cuando me vi en uno de los espejos que el contratista puso aquí para
unir la recepción con la tienda.
No podía creer que había trabajado toda la
última parte del día viéndome tan arrugado y sucio. Sacudí mi cabeza ante el
tonto reflejo y seguí apagando las luces cuando escuché pasos en el piso de
abajo.
Las únicas personas con las llaves de
cualquiera de las tiendas eran los chicos y Heechul, así que simplemente asumí
que era uno de ellos y esperé a ver si las pisadas golpeaban las escaleras. Lo
hicieron, y cuando escuché el chasquido característico que solo podía
pertenecer a un par de botas muy gastadas, sentí que mi corazón comenzaba a
acelerarse.
El cabello peinado hacia arriba de Jjong
apareció en el rellano superior y su mirada brillante cayó sobre mí. No sonrió.
No bromeó con una de sus respuestas rápidas, simplemente me miró de manera
constante mientras cerraba el espacio entre nosotros hasta que estaba de pie
frente a mí. Se alzaba por encima de mí y tuve que reclinar mi cabeza para
mirarlo. El coqueteo divertido de Jjong parecía estar reservado para cualquiera
que no fuera yo y aún no sabía si me gustaba o si me molestaba.
—Hola.
Sus ojos se encendieron en el centro y vi las
comisuras de su boca tensarse en un ceño mientras seguía solo mirándome y sin
hablar. Tomó ininterrumpidos cinco minutos antes de que decidiera abrir su boca.
—Kyuhyun me llamó, dijo que me diera una
vuelta y viera si todavía estabas aquí.
Quiere que hable contigo sobre la tienda.
Levanté una ceja y di un paso atrás. Cuando lo
hice, se tomó un minuto para respirar en el espacio y pasar su pulgar a lo
largo del borde de una de sus patillas recortadas despiadadamente. Sus ojos
también fueron sobre mí y aterrizaron de nuevo en mi cara con su ceño aún
fruncido.
—¿Por qué estás hecho un desastre?
Solté un bufido.
—Estuve atrapado en la lluvia en mi hora del
almuerzo y casi llevo por delante a algún pobre joven en mi prisa por regresar.
No puedo creer que nadie me dijo que todo el día me veía como una rata ahogada.
—Puse mis ojos en blanco y me moví para retroceder uno o dos pasos, pero agarró
mi muñeca con su mano y tiró de mí más cerca.
Mis pulmones dejaron de trabajar y mi corazón
salió de mi pecho y aterrizó a sus pies cuando levantó su mano libre y pasó su
pulgar por la delicada curva debajo de uno de mis ojos, donde se corrió mi
delineador de ojos.
—En realidad, esto parece familiar. Recuerdo
la primera vez que te pusiste a escondidas el maquillaje de uno de tus amigos
en la escuela y no podías sacártelo. —Repitió el proceso en el otro ojo y tuve
que inhalar desesperadamente porque su rostro empezaba a verse borroso por la
falta de oxígeno en mi cerebro—. No sabías que las cosas eran a prueba de agua
y pasaste una hora frotando intentando sacarlo con la manguera en el patio
trasero porque sabías que tu padre perdería su mierda si te atrapaba usándolo.
Terminaste viéndote como un mapache empapado.
Recordé el incidente tan claramente como él
parecía hacerlo, solo que estaba teniendo un momento difícil para pensar con
claridad porque su pulgar estaba ahora bailando por todo el arco superior de mi
pómulo y saltó aún más bajo para echarle un vistazo a través del rubí que
llevaba justo encima de mi labio.
—Corriste a casa y le preguntaste a María qué
hacer. Te envió de vuelta con aceite de oliva y salvaste el día. —Le di una
sonrisa torcida—. No fue mucho tiempo después de que comencé a usar tanto
maquillaje como podía frotar en mi cara solo para molestarlo. Algunos hábitos
se quedaron conmigo, supongo.
Vi su pecho estremecerse mientras tomaba una
respiración profunda y algo oscuro se movió a través de sus ojos. Abrió su boca
como si fuera a decir algo más pero cambió de idea y la cerró. Soltó mi muñeca
como si estuviera en llamas y dio un paso hacia atrás. No me molesté en tratar
de ocultar la decepción que me causó su retirada.
—Entonces háblame de la tienda.
Suspiré un poco, pero si quería hablar de
negocios, a caballo regalado no le miras el diente. Al menos estaba teniendo
una conversación conmigo.
Pasé a través de las ideas básicas que más
temprano le di a Kyuhyun. Le dije que en verdad pensaba que a sus clientes les
encantaría la oportunidad de representar no solo a la tienda, sino a sus
artistas favoritos, y me encontraba feliz de que parecía estar de acuerdo. Me
contó su idea sobre ofrecer grabados y piezas gráficas de arte para vender, así
como ropa y tuve que admitir que estaba impresionado con su mente empresarial.
Siempre había sido mucho más que una cara bonita y un deportista. Me encontraba
feliz de ver que no perdió eso mientras se volvía adulto.
Lanzamos ideas de un lado a otro durante
veinte minutos o así y le dije que él estaba a cargo de la disputa entre Hyukjae
y Kyuhyun porque los conocía mejor que lo que yo lo hacía con el fin de
conseguir que me dieran los diseños que podría utilizar. Estuvo de acuerdo
fácilmente y luego caímos en un silencio incómodo, ya que obviamente era el
momento de irnos. Me dijo que tendría algo para mí para el final de la semana
siguiente y asentí en acuerdo. Nos giramos en diferentes direcciones, él hacia
las escaleras y yo de vuelta hacia el interruptor de la luz en la pared, cuando
de repente dijo mi nombre en un tono muy estrangulado.
—Kibum…
Lo miré por encima de mi hombro y levanté una
ceja ante la mirada atenta en su hermoso rostro.
—¿Sí?
Sus botas resonaban en el suelo de madera
mientras caminaba hacia mí. Tenía la boca en una línea apretada y sus ojos
estaban derramando fuego hacia mí.
—¿Qué es eso?
Caminó directo a mí. No se detuvo hasta que su
pecho estaba casi apretado en mi espalda. Para alguien que me había evitado
activamente durante semanas y semanas y no parecía muy emocionado de tener que
compartir el mismo espacio que yo, seguro que no tenía ningún tipo de problema
en absoluto poniendo sus manos sobre mí.
Movió un poco mi camiseta viendo la extensión
desnuda de mis hombros. Tenía un campo de altramuces azules y entre todas las
flores había diminutos gorriones. Era un gran tatuaje, brillante y bonito, que
tenía una gran cantidad de valor en mi piel y en mi corazón. Las flores y los
pájaros eran tan reales que parecía una fotografía, no una pintura hecha de
carne y tinta.
Fue el primer tatuaje que me había hecho y que
había resistido la prueba del tiempo bastante bien en los últimos años.
Normalmente estaba oculto por lo que sea que estaba usando para el día, pero
con esta camisa, estaba en exhibición y no era de extrañar que estuviera
mirando la tinta como si fuera a saltar de mi piel y envolverlo en recuerdos.
—Lo conseguí tan pronto como salí de casa. —Mi
voz era un poco inestable a pesar de que quería sonar desafiante.
—Yo dibujé eso para ti. —Él sonaba rabioso.
Sonaba herido. No lo podía culpar tampoco.
—Sé que lo hiciste, Jjong. Podría haber tenido
que dejar Hyehwadong, pero nunca fue mi intención hacerte pensar que estaba
dejándote, y a Jinki también.
Su dedo trazó a lo largo el campo de flores y
dijo más para sí mismo que para mí:
—Nunca pensaste que fuera extraño que me
gustara dibujar. Todo el mundo siempre me decía que me centrase en el fútbol.
Todo el mundo me decía que iba a ser profesional, por lo que no debería perder
el tiempo estudiando o haciendo el tonto con el arte. Tú siempre me dijiste que
hiciera lo que quisiera. Eras el único que alguna vez dijiste que estaba bien
que yo fuera realmente bueno en más de una cosa. Dibujé esta imagen para ti por
tu cumpleaños cuando cumpliste los dieciséis.
Iba a saltar fuera de mi piel y luego iba a
saltar sobre él si no dejaba de acariciarme de esa manera. Dejé escapar un
tembloroso suspiro.
—Fue hermoso. El gesto y la imagen. Siempre
has sido extremadamente talentoso y pensé que tu arte debería ser expuesto.
Nunca te olvidé, Jjong. Siempre te llevé conmigo en dondequiera que terminaba.
Dijo mi nombre de nuevo, solo que esta vez
sonaba confundido y perdido. Di un pequeño grito ahogado mientras, de repente,
sus manos agarraban mis hombros y me hacía girar. Antes de que mi mente pudiera
ponerse al día con lo que estaba pasando, él me estaba retrocediendo hacia ese
espejo. Cuando mis hombros desnudos golpearon el vidrio frío, jadeé, lo que
funcionó perfectamente para él porque de repente dejó caer la cabeza y apretó
su boca sobre la mía.
Mi cerebro podría no haber sabido qué hacer
con su repentino cambio de actitud hacia mí, pero mi cuerpo no tuvo problemas
para responder. Mi espalda se arqueó. Mis brazos llegaron hasta enroscarse
alrededor de su cuello. Mis pezones se pusieron duros y mi boca hizo su mejor
esfuerzo para sellar la suya para siempre. Mi lengua se torció alrededor de la
suya y gemí mientras sus manos se deslizaban alrededor de mi cintura para
levantarme más alto en los dedos de mis pies con el fin de coincidir con su
altura. Gracias a Dios que normalmente llevaba zapatos ridículos, o conseguir
todas las cosas buenas alineadas habría sido imposible.
No era un beso dulce. No era un beso delicado.
Podía saborear el pasado y su resentimiento en él. Podía sentir que estaba
persiguiendo a los fantasmas mientras sus dientes pellizcaban un poco más duro
de lo que deberían hacerlo a lo largo de la lujosa curva de mi labio inferior.
Nada de eso importaba, sin embargo, porque este era Jjong y para mí, se sentía
como todo lo que alguna vez había sido bueno o me hacía feliz en todo este
mundo.
Sus manos eran un poco demasiado duras, su
respiración un poco demasiado rápida, y cuando me incliné aún más de lleno,
pude sentir que su ritmo cardíaco era irregular e inestable. Estaba tratando de
subirme a él, tratando de llegar dentro de él, y justo cuando mis manos
llegaron hasta la parte posterior de su cabeza así podía tirar de él aún más
plenamente hacia mí, mi teléfono decidió sonar desde donde estaba escondido en
el bolsillo trasero de mis pantalones cortos.
Yo habría estado feliz de ignorarlo y seguir
besando al chico que siempre había querido besar de otra manera que diciendo
adiós, no podía porque finalmente era mi hermano llamándome de regreso.
Me dejé caer de nuevo a mis pies y mis brazos
cayeron del cuello de Jjong. Saqué el teléfono y golpeé la pantalla táctil para
responder la llamada.
—¿Jinki?
Tan pronto como el nombre de mi hermano salió
de mis labios, todo el comportamiento de Jjong cambió. Persianas oscuras
cayeron a través de sus bonitos ojos y se alejó deliberadamente de mí. Sin
decir una palabra, se volvió sobre sus talones y se dirigió a las escaleras.
No dijo adiós, no miró hacia atrás. No hubo un
reconocimiento de que habíamos estado involucrados en un apretado y serio beso
apenas unos segundos antes. Simplemente desapareció, dejándome todo nervioso y
con más preguntas de las que había tenido antes. Maldito él y maldito el pasado
que parecía estar de pie en el camino en donde yo quería estar.
Era tan difícil mantener a raya los recuerdos
una vez que la puerta que se había cerrado detrás de todo ellos se abría de
golpe. Uno tras otro, me persiguieron a través de todas mis horas de vigilia y
bailaron detrás de mis párpados por la noche.
Me acordé de la primera vez que Jinki corrió
por el patio entre nuestras casas y me preguntó si quería jugar. Estaba tan
acostumbrado a ser pasando por alto, tan acostumbrado a ser olvidado y estar
solo, que casi corrí en la otra dirección. Era tan lindo, todo rodillas
huesudas y largas mechas. Me sonrió y me dijo que podríamos ser amigos para
siempre y recordé que incluso a los diez años pensaba que nunca quería estar
sin su sonrisa y su bondad.
Recordé a Kibum siendo paciente y divertido
mientras dos niños lo seguían como si fuera el rey del mundo. Nunca se cansó de
las preguntas, de la atención, de arreglar mis sentimientos heridos cuando tenía
un mal día en la escuela, que había muchos, y nunca me miró como si me
encontrara poca cosa incluso cuando todos los demás en mi pequeño mundo estaban
tratando de guiarme en una dirección en que no estaba seguro de que quería ir. Él
siempre fue mi mayor animador y nunca importó si era porque marcaba un gol o le
hacía un dibujo.
Junto con todos esos recuerdos vinieron los
demás, los que hacían difícil respirar y hacían palpitar mi cabeza y mi corazón
herido.
Me acordé de Jinki y sus grandes, ojos tristes
diciéndome que nunca me amaría de la forma en que yo lo amaba, que íbamos a ser
siempre de dos mundos diferentes, por lo que nunca funcionaría. Yo,
literalmente, puse mi suave y joven corazón en sus manos y él me lo había
arrojado de vuelta como si fuera nada.
Había tenido un flechazo, estaba tan seguro de
que lo amaba, por lo que se sintió como una eternidad. Solo sabía que era mi
único. Él era constante. Era infaliblemente amable y generoso. Era precioso por
dentro y por fuera, pero para él yo no era suficiente.
No tenía el correcto fondo, la correcta
educación, y con toda honestidad el correcto color de piel para que él fuera
capaz de llevarme a casa y decirle a su padre que iba a pasar el resto de su
vida conmigo. Le hubiera dado el mundo, solo que él no lo quería, o a mí.
Recordé estando de pie en el camino de entrada
viendo a Kibum y a su papá gritarse el uno al otro mientras que él tiraba todas
sus cosas en la parte posterior de una oxidada Belvedere y diciéndole sin
rodeos que nunca iba a poner un pie en su casa o en el pueblo de nuevo. Era mi
mejor amigo. Siempre fue el que hizo todo mejor, e incluso a los quince yo
recordaba pensar que nunca haría el resto del camino hasta la preparatoria sin él.
¿Cómo se supone que iba a escoger la
universidad a la que iba a ir? Iba a decir a mis padres adoptivos, a Jinki, a
todo el mundo, que no quería jugar al fútbol, que quería pintar y dibujar.
Quería una beca de arte no una deportiva y Kibum era el única que me apoyó en eso.
Lo necesitaba para darme la fuerza para luchar por ello, pero en un abrir y
cerrar de ojos se había ido.
Él me vio cuando yo estaba al acecho y volvió
a salir de ese auto, así me podía dar un beso, un beso real, en los labios y
recordé que sabía salado y dulce porque estaba llorando mientras me decía
adiós.
Fue mi primer beso y el recuerdo estaba atado
a ver a otra persona que me importaba dejándome solo por mi cuenta. Trató de
decirme que iba a escribir, llamar, enviar una paloma mensajera, pero
simplemente me alejé porque no podía escucharlo y sabía que estaba mintiendo.
Una vez que se había ido, no es que me importara más, había demostrado ser
cierto.
Ahora todos esos recuerdos estaban enredados y
chocando con los nuevos que tenía del cuerpo adulto de Kibum sintiéndose
presionado contra mí. El recuerdo de la forma en que mi polla se movió cuando
lo vi de pie en la parte superior de la escalera ese primer día que fue
contratado.
No podía dejar de ver la forma en que sus
oscuros ojos brillaban, o dejar de pensar en la forma en que toda su boca se
sentía mejor que cualquier cosa que pudiera recordar sintiendo, y el hecho de
que sabía a chocolate e historia en la mejor y peor manera me estaba rondando
cada minuto de cada día.
Sabía que si su teléfono no hubiera sonado,
estaba a una fracción de segundo de tratar de llevar mis manos a la cintura de
los pantalones cortos que había estado usando, y aún más cerca de tirar del
cuello del hombro el resto del camino. Quería tocar toda su piel y poner mi
boca sobre las puntas puntiagudas que podía sentir empujando en mi pecho.
Todo estaba estrellándose y chocando tan
fuerte y duro que sentí como si no pudiera ver ni oír nada más. Evité
activamente ir a la nueva tienda e incluso atormenté a Hyukjae para que tomara
mi turno esa semana, así no tenía que verlo. No pude conseguirlo en la cima de
ello y como consecuencia me estaba ahogando en el pasado y huyendo de un
futuro. Estaba agotado.
A pesar de que le dije que le conseguiría
algunos dibujos para el final de la semana, totalmente me zafé y ahora era
jueves por la noche y estaba bien en mi camino a conseguir absolutamente mierda
en el Bar. También tenía completamente la intención de llevar a Minha a casa
porque la forma más rápida de dejar de pensar en alguien era pensar alguien
más. E incluso si Minha no estaba jugando el juego de amante sustituto,
entonces tal vez me gustaría llevar al rubio que estaba follándome con la
mirada desde el final de la barra a casa conmigo y su caliente amigo moreno era
totalmente bienvenido a unirse a nosotros. Le sonreí en buena medida y lo vi
ruborizarse y volverse para susurrarle a su amigo.
Atrapé la mirada de Kangin; él estaba viendo
el show con una sonrisa y un encogimiento de hombros. Me volví hacia Minho, que
no parecía la mitad de impresionado que el el hombre.
—¿Qué? —Mi tono fue un poco hosco y muy
descuidado. Estaba dando tragos al Jäger como si fuera agua y creo que por fin
me habían alcanzado.
Minho era un buen tipo. Primero había sido un
cliente y luego se transformó en un amigo después de que pasamos varias horas
cubriendo los desagradables tatuajes de la cárcel que había conseguido en el
par de años que había pasado encerrado.
El tipo era un artesano increíble. Yo estaba
bastante seguro de que podría construir una casa con nada más que un poco de pegamento
y algunos palillos de dientes, pero la vida no siempre había sido un día de
campo para él y siendo ese el caso, yo había querido ayudarle. Fui el único que
sugirió a Kyuhyun y a Hyukjae que revisaran la contratación de Minho como
contratista en la nueva tienda, y para mi gran alivio, había funcionado como un
sueño para todos los involucrados.
Con todos mis amigos estando casados, o
teniendo bebés, o asentándose con enfermeros sexys, yo estaba en mi propio
camino más de lo que solía estar, así que había llamado a Minho cuando
necesitaba un compañero de tragos por la noche.
Minho levantó su Jack con Coca Cola y me miró
por encima del borde del mismo y me dijo:
—Nada. —En un tono que claramente significaba
algo.
Entrecerré un poco mis ojos y lancé hacia
atrás el reciente y lleno chupito que Kangin había colocado delante de mí con
una ceja levantada.
—¿Qué con la mirada, entonces?
Minho era un tipo tan cubierto de tinta como
yo lo estaba, y con el cabello oscuro y barba desaliñada era un bastardo
intimidante. Creo que tenía la suerte de que fuéramos amigos o de lo contrario
podría haber lamentado ser un idiota con él.
—No sé qué es más patético, el hecho de que
estás perdiendo tu juego con un joven al azar en un bar… —me gruñó cuando
fruncí el ceño—. O el hecho de que eres un estúpido adulto tratando de beber
para apartar tus problemas con los jóvenes.
Tenía veinticinco años, pero sentía como si
hubiera vivido cien vidas desde el momento en que los policías habían aparecido
en la puerta del apartamento en mitad de la noche para decirme que mi madre
había muerto. Ellos habían explicado que había recibido una bala cuando un
delincuente intentó robarle el auto violentamente cuando ella no se había
movido lo suficientemente rápido para esquivarlo. Me pusieron en el sistema esa
noche y nunca me había escapado. Había sido un estúpido adulto desde ese
momento, y Minho estaba en lo cierto, debería ser lo suficientemente hombre
para enfrentar a Kibum y la forma en que me había atado en nudos.
—¿Qué sabes de eso? —Soné petulante e
irritado.
Minho puso sus oscuros ojos en blanco y su
boca tembló normalmente sin sonreír hacia mí con humor antipático.
—Sé que es sobre esta altura. —Él tendió la
mano a la altura del hombro—. Tiene un cuerpo que hace que sea difícil pensar y
los ojos y cabello que te hace perderte cuando las luces se apagan.
Sentí un tic muscular en la mandíbula mientras
me inclinaba sobre la barra y le preguntaba a Kangin mientras caminaba:
—¿Contando historias?
Él se rio de mí y yo quería lanzarme sobre la
barra y estrangularlo.
—Oye, él tiene un cuerpazo e irradia sexo
caliente y buenos momentos sin esfuerzo. Estaba compartiendo mi apreciación de
un joven bonito. No es mi problema que parece que no puedes verlo mirándote
como si fueras su bebida favorita y estuviéramos en una sequía.
Oh, yo podría verlo todo correcto. Simplemente
no tenía la primera pista en cuanto a qué hacer con ello. Bueno, eso no era del
todo cierto. Después de ese beso, tuve una idea jodidamente clara de a donde se
estaba dirigiendo todo lo que estaba sintiendo por Kibum, directo a mi cama,
pero no estaba seguro de que pudiera manejar eso. Solo decir el nombre de Jinki
había sido suficiente para domar la furiosa erección que había despertado al
besarlo y había hecho más para conseguir mi cabeza fuera de mi pantalón de lo
que cualquier choque de agua fría jamás podría.
¿Podría alguna vez realmente haber amado a Jinki
de la forma que pensé que lo hacía si la sola vista de Kibum, la idea de poner
mi boca sobre él, me excitaba más de lo que Jinki lo que había techo alguna
vez? No creo que realmente hubiera ninguna manera en la que habría sido capaz
de besar a Kibum si todos esos sentimientos que tenía por Jinki en el pasado
fueran realmente tan importantes como siempre lo habían sido.
Murmuré algo que no tenía sentido y agarré mi
cerveza.
—No es solo un joven al azar a la que estoy
tratando de evitar. Conozco a éste joven y él me conoce.
Minho mordió un pedazo de hielo de su bebida y
pensé que parecía que podría estar en el bosque en algún lugar viviendo de la
tierra. Pensé que tal vez deberíamos ponerlo en la bandera del estado para que
nos representara a todos nosotros con orgullo. Sí, estaba borracho.
—Ese es tu problema, Jjong. Nunca quieres que
un joven te conozca. Solo quieres follarlo y dejarlo así no tienes que poner
ningún esfuerzo en ello.
Gruñí un poco e hice un gesto para otro
chupito.
—Puse esfuerzo en ello una vez. Más esfuerzo
del que cualquier joven debería, y explotó en mi cara. Aprendí esa lección de
la manera difícil. No más esfuerzo… solo un buen momento para mí y un gran
momento para él. Todo el mundo gana.
Minho hizo un ruido y asintió cuando Kangin le
preguntó si quería otra ronda.
—Un joven que te quemó hace mucho tiempo,
¿significa que todos están hechos del mismo material inflamable? Tengo que
decir, siempre pensé que eras más inteligente que eso.
Estaba molesto. Se suponía que íbamos a ser
compañeros-de-males, antes de todo ese ruido. No le pedí pasar el rato para que
pudiera empujar la lógica y la claridad brutal en mí.
—No entiendes.
Me puso sus ojos en blanco.
—¿No? Estaba comprometido cuando me
arrestaron. Amaba hasta la santa mierda a ese chico. Me dijo que esperaría, que
yo era su único y verdadero amor e incluso los barrotes y el tiempo no serían
capaces de mantenernos separados. Tomó poco menos de dos meses que dejara de
visitarme, poco más de seis años y estaba comprometido con un profesional de
esquí. Tiene dos hijos y ahora conduce un monovolumen. ¿Crees que eso significa
que todos son así? ¿Que no hay uno ahí afuera que realmente esperaría si me
amara?
Nosotros solo nos miramos el uno al otro hasta
que él negó.
—Yo no. Creo que hay buenos jóvenes por ahí
que permanecen con su hombre, sin importar lo que pase. Creo que hay uno por
ahí que no le importa una mierda lo que hice, me amará de todos modos y estará
dispuesto a ver lo que ahora tengo para ofrecer. Claro, hasta que lo encuentre
no tengo ningún reparo en hacerlo sencillo, que tenga su espacio y pueda ser un
buen momento. Pero cuando se pone difícil, cuando él vale la pena, no tengo
miedo de hacer el trabajo. —Él se echó a reír—. Me gusta hacer el trabajo,
sobre todo cuando hay manos involucradas.
El licoroso sabor del Jäger bailaba en mi
lengua mientras tomaba un trago de nuevo. Necesitaba detenerme. Las cosas
estaban empezando a ponerse borrosas y sentía como si hubiese soltado el agarre
que tenía en el borde de la barra, resbalé del taburete y aterricé en mi cara.
—Solo hay un primero que posee tu corazón. Ese
primero toma la iniciativa y todo lo que viene después. —Ya no sonaba tan
seguro de eso y no era solo por la bebida.
Kangin se detuvo, se inclinó frente a mí al
otro lado de la barra y se acercó cerrando la distancia para golpearme entre
mis ojos. Le maldije y tiré mi cabeza hacia atrás.
—Eres un tonto de mierda. Hay un millón de
primeros para un millón de diferentes primeras cosas. Ahí está el primero con el
que bailaste un lento, el primero con el que vas a la cama. El primero para
darle un beso, y luego el primera que llevas a casa de tú mamá. —Su ojos se
iluminaron con humor—. Ahí está el primero con el que peleas y el primero por
la que pelear. También el primero que tienes que dejar ir. Ahí está el primero
que te gusta, obviamente, y el primero que rompe tu corazón. Siempre hay un
primero, Jjong, pero también está el que vendrá después de él hasta llegar al
último. El último joven es el que realmente importa.
Siempre me dije que Jinki fue mi primero y
único pero no iba a mentir, no fue mi primero de la mayor parte de lo que dijo Kangin.
Claro que había sido sin duda el primero que rompió mi corazón y lo hizo de una
manera tan espectacular. Mas no fue el primero con el que tuve sexo, con el que
bailé un lento. Tampoco fue el que me dio mi primera mamada. El primero para
llevar a casa de mamá nunca iba a suceder porque mi mamá falleció y el joven que
me había dado mi primer beso era la razón por la que estaba actuando como un
idiota borracho esta noche. Él tenía razón: siempre hubo otro después del
primero y aún no había tenido un último.
—Ustedes apestan. Solo quería emborracharme y
tener sexo. —Ambos se rieron de mí y dejé que mi mirada vidriosa aterrizara en Minha
mientras paseaba a mi lado y ponía una mano en mi hombro.
—Estoy totalmente dispuesto a ayudarte con la
última parte, Jjong.
Me gustaba Minha. Me gustaba como persona y me
gustaba todo con lo que trabajaba para hacerlo un joven bonito. Era adorable,
pero ahora, con la sexy anticipación en sus ojos, sabía que no había ninguna
manera de que fuera capaz de ir a tomarlo en su casa. Mi mente estaba en otra
persona y no quería que Minha se redujera a una conexión en estado de ebriedad
porque actuaba como el mayor cobarde del mundo, evitando al joven con el que
realmente quería estar.
Cubrí su pequeña mano con la mía y la aparté
de la barra con una sacudida.
—No esta noche, cariño. Estos dos arruinaron
mi especie de mojo.
No había manera de que pudiera conducir, por
lo que eso significaba que mi auto se quedaría en el estacionamiento y tomaría
un taxi a mi apartamento.
—Lo siento.
Él sacudió su cabeza y me sonrió.
—Siempre supe que algún día alguien llamaría
tu atención y que nunca verías a cualquier otro joven de nuevo. Es el modo en
que todos ustedes parecen ser. Por mucho que sea una mierda, tengo que decir
que también me da esperanza de que un chico me mire un día de esa manera.
Él convirtió mi rechazo en un acto de
caballerosidad. Hombre, en realidad era un muñeco.
Kangin me llamó un taxi. Minho me ayudó a caer
en el asiento trasero y el pobre conductor me miró por el espejo retrovisor
todo el camino a mi complejo como si temiese que fuese a lanzar todo por todas
partes, le di una gran propina para compensar lo que le causó la preocupación y
tropecé en mi solitario apartamento.
Me encontraba muy borracho. La cabeza me daba
vueltas por la bebida y los recuerdos, así que hice lo que siempre hacía cuando
me hallaba nervioso. Saqué un cuaderno de dibujo, algunos carboncillos y
dibujé. Estaba bastante seguro de que ninguno se vería como algo legible en la
mañana cuando estuviese sobrio, pero por el momento me calmó, me centré, y a
algunas de las cosas que me perseguían finalmente las calmé lo suficiente para
que pudiera cerrar mis ojos y hundirme en la oscuridad.
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