—No, no lo niego. Es cierto. Tuve una
aventura un hombre casado. ¿Estás contento? Además de cazafortunas, me lío con
hombres casados. Ya lo sabes soy un joven malvado que roba dinero y maridos.
Yesung se puso en pie lívido.
—Digamos que no me sorprende, pero ¿qué
más da? No me importas absolutamente nada... exactamente igual que el mentiroso
de tu hermano —declaró.
Ryeowook lo abofeteó.
—No hables así de mi hermano. Por tu culpa
tuvo un accidente y terminó en el hospital.
Excitado por aquella reacción, Yesung lo
tomó con fuerza entre sus brazos y lo besó.
—Yesung, no... así no —protestó Ryeowook.
—Sí, no mientas, me deseas tanto como yo
te deseo a ti, me deseas a pesar de que
me odias. A mí me pasa exactamente lo mismo —insistió él tomándolo con fuerza
entre sus brazos.
Dicho aquello, le deshizo el nudo de la bata y deslizó la tela por sus hombros. Ryeowook tuvo la sensación de que lo que iba a ocurrir era inevitable. Era verdad que lo deseaba. Aquélla era la única comunicación que existía entre ellos, una comunicación sin palabras, a través del cuerpo.
—Desnúdate —le ordenó Yesung.
Aquella orden le pareció a Ryeowook de lo
más erótica y, enfadado consigo mismo, comenzó a desabrocharse los botones de
la camisa del pijama. De repente, se le ocurrió disfrutar del striptease para
excitar a Yesung, que lo miraba anonadado. Primero, cayó la camisa al suelo y,
luego, la siguieron los pantalones.
Yesung recorrió su cuerpo con la mirada,
tomó a Ryeowook de las manos y se las colocó sobre su camisa, diciéndole con
los ojos que lo desnudara a él también.
Ryeowook sintió la respiración
entrecortada y los dedos torpes, pero consiguió desnudarlo.
Cuando le quitó los pantalones, aprovechó
para quitarle también los calzoncillos y, al hacerlo, liberó aquel miembro
fuerte y poderoso, masculino y pulsante.
Al verlo, sintió que la boca se le secaba.
—Acaríciame.
Ryeowook lo miró a los ojos, alargó una
mano y rodeó la erección. La sintió caliente y sedosa. Yesung apretó los
dientes, le brillaron los ojos y los músculos del cuello se le tensaron
mientras Ryeowook movía la mano arriba y abajo.
Yesung se dijo que debía decirle que
parara porque estaba a punto de llegar al final, así que lo agarró de la mano.
Cuando sus manos se encontraron, también lo hicieron sus miradas. Aquel momento
fue de lo más sensual y Yesung estuvo a punto de explotar, pero haciendo gala
de un control inusual consiguió apartar las manos y tumbarlo sobre la cama.
Ryeowook estaba perdido, estaba en otro
lugar y, al igual que la primera vez que se habían acostado, le gustaba así. Yesung
acarició todo su cuerpo con las manos y con la boca y Ryeowook comenzó a sentir
oleadas de placer y se dijo que iba a alcanzar el orgasmo.
Sintió que Yesung se dirigía hacia sus
rodillas, sintió que le separaba las piernas, que lo agarraba de las nalgas con
fuerza como si fuera una fruta abierta ante él y que depositaba su boca
exactamente en el punto más intimo de su cuerpo.
Las oleadas de placer se descontrolaron y Ryeowook
comenzó a mover las caderas siguiendo una cadencia instintiva y maravillosa.
Tras haberlo llevado al orgasmo, Yesung se
colocó encima. Entonces Ryeowook comprendió que se había entregado a él con
tanta facilidad porque Moon Joowon nunca lo había hecho sentir así. Aquello le
dio miedo. Literalmente, era vulnerable a él y aquel hombre lo iba a destrozar.
—Por favor, Yesung, no puedo más...
—Pero si no hemos hecho más que empezar
—le aseguró Yesung—. Cuando me vaya, tendrás algo que recordar.
Y, dicho aquello, lo penetró y lo condujo
una y otra vez a un lugar que Ryeowook no conocía. Al principio, lo hizo con
lentitud y languidez, pero la segunda vez fue urgente y apasionada. La tercera,
en la ducha, Ryeowook lo abrazó con las piernas y gritó mientras Yesung se
movía con fiereza dentro de su cuerpo y tuvo que agarrarse a él para no caerse.
Cuando lo depositó sobre la cama desnudo y
exhausto, se vistió con tranquilidad y le dijo que pasaría a buscarlo a las
siete para salir a cenar. Cuando la puerta se cerró tras él, Ryeowook se quedó
dormido.
Yesung se miró en el espejo del ascensor
cuando salió de la habitación. Seguía siendo el mismo, pero no se sentía igual
tras haber hecho el amor varias veces con Ryeowook. No sabía exactamente qué le
estaba ocurriendo, pero se sentía como si le hubieran quitado una capa de
protección y estuviera más expuesto que nunca.
—Estás un poco pálido, cariño, ¿te
encuentras bien?
Ryeowook se obligó a sonreír y asintió
ante la pregunta de Leeteuk. Lo había convencido para que tomaran el aperitivo
antes de cenar en el muelle, una manera patética de intentar retrasar lo
inevitable: volver a verlo.
Se sentía humillado cada vez que recordaba
cómo se había entregado a él aquella mañana en repetidas ocasiones.
—Aquí llega Yesung —anunció Leeteuk.
Ryeowook se quedó helado. Cuando se
levantó lentamente, se giró con el cuerpo completamente dolorido, sobre todo su
parte baja, y cualquier emoción de humillación o de vergüenza desapareció y se
vio sustituida por un sentimiento muy fuerte de deseo.
Yesung se acercó a él y lo besó en los
labios y Ryeowook pensó que era puro
teatro. Aun así, aquel beso lo excitó y lo hizo olvidarse de los dolores
musculares.
Yesung saludó a Leeteuk y se sentó a tomar
una copa con ellos. Estaba pendiente de Ryeowook, se dio cuenta de que no
quería que ningún otro hombre lo mirara ni soñara con deslizar las manos por
aquel delicioso cuerpo.
Aquello hizo que mirara a Ryeowook
malhumorado y se arrepintió pronto, al ver que parecía dolido, y decidió
concentrarse en conversar con Leeteuk hasta que llegó Kangin.
Mientras iban hacia el restaurante para
cenar, se recriminó a sí mismo por enésima vez aquel día por estar dejando que
aquel joven le pusiera la vida patas arriba.
Una vez en el restaurante y mientras Leeteuk
y Yesung charlaban animadamente, Ryeowook se dio cuenta de que Kangin no
parecía tan animado.
—¿Qué te ocurre? —le preguntó.
Kangin lo miró, intentó sonreír, pero no
lo consiguió. En aquel momento, su esposo y Yesung dejaron de hablar y Ryeowook
presintió que realmente ocurría algo.
—¿Qué ocurre? —insistió.
—Díselo —le indicó Yesung a su socio—. Ya
se lo he comentado yo esta mañana.
Ryeowook comenzó a preocuparse seriamente.
—Ryeowook, cariño, me temo que hay un
rumor muy desagradable circulando por ahí... sobre ti —le dijo Leeteuk.
Ryeowook sintió un nudo en la garganta.
—A ver si lo adivino, Serena Gore-Black
—se lamentó.
—Lo siento —contestó Leeteuk—. No es
asunto de nadie lo que tú hayas hecho en el pasado, pero hay gente que tiene
miedo de que los periodistas se enteren. Ya sabes que los cotilleos suelen
aparecer en círculos de poder y dinero.
Ryeowook se sentía fatal.
—Dios mío, no se me había pasado por la
cabeza que...
—¿Que tus meteduras de patatas fueran a
costarte tan caro? —le espetó Yesung.
—Yesung, por favor, no le hables así —lo
defendió Leeteuk.
—Da igual —intervino Ryeowook con voz
trémula—. La verdad es... la verdad es... que es cierto —confesó—. De alguna
manera, es cierto —añadió con voz fuerte, pues no se quería hacer el mártir.
Todos los demás lo miraron y Ryeowook
decidió concentrarse en Leeteuk, su aliado.
—La verdad es que es cierto que tuve una
aventura con un hombre casado. Se llamaba Moon Joowon y era médico. Sin
embargo, yo no sabía que estaba casado —le explicó con amargura y sin querer
mirar a Yesung por miedo a ver en sus ojos que no creía su versión de los
hechos—. Estuvo un par de meses en el hospital en el que yo trabajaba, no
llevaba ni alianza ni nada parecido y no mencionó a su esposa ni a sus hijos en
ningún momento —continuó encogiéndose de hombros—. Era alto y muy guapo, casi
un dios... y cuando me pidió salir...
—No te pudiste resistir —sonrió Leeteuk
comprendiendo perfectamente la situación—. Oh, cariño, supongo que fue
espantoso cuando te enteraste.
—Sí, horrible —contestó Ryeowook—. Sobre
todo, cuando me enteré de que no solamente había estado saliendo conmigo sino
con la mitad del hospital. Lo descubrí al final. Serena Cameron, que era su
apellido de soltera, fue otra de sus víctimas. De hecho, fue ella quien se
enteró de que estaba casado y se encargó de llamar a su esposa... pero tuvo mucho
cuidado de absolverse misma de cualquier culpa. Siempre negó que hubiera tenido
una aventura con él. Lo peor fue que le contó la historia a un periódico local
y dio los nombres de varias enfermeras y jóvenes enfermeros para que nadie se
fijara en ella —concluyó—. No llegó a la prensa nacional, pero...
No podía olvidar aquel titular tan
horrible.
“Médico sin escrúpulos seduce a la mitad
del hospital mientras su pobre esposa lo espera en casa.”
—Esto se pone cada vez mejor —comentó Yesung.
Por primera vez, Ryeowook pensó en cómo
afectaría aquello también a Kangin, que había invertido todo lo que tenía en
aquella fusión y tenía que mantener a sus hijos. Ryeowook sintió ganas de
vomitar.
—¡Y ahora vuelve a servirse de la misma
historia para dejarte mal! —protestó Kangin.
Ryeowook se encogió de hombros a pesar de
que sentía pánico porque era evidente que Yesung no creía nada de lo que
acababa de decir.
—Supongo que no ha querido dejar pasar la
oportunidad.
Kangin se secó la frente perlada de sudor.
—No tengo nada en contra de Gore Black. Es
un buen hombre, pero creo que no se ha casado con una buena mujer. Creo que lo
mejor sería que se fuera. No queremos personas que metan cizaña, ¿verdad, Yesung?
—No, claro que no —contestó el aludido.
Ryeowook pensó que debía de estar
arrepintiéndose de haberla llevado allí con él y se sintió fatal por ser el
protagonista de un escándalo en mitad de unas negociaciones tan importantes.
—Ryeowook, no te preocupes —le dijo Leeteuk
cuando se despidieron al terminar la cena—. Kangin está tan enfado que no me
sorprendería que mañana por la mañana esa mujer ya se hubiera ido.
Ryeowook le apretó la mano.
—Oh, no, por favor. Eso no haría sino
empeorar las cosas.
Pero Leeteuk le acarició la mejilla, le
dio las buenas noches y volvió a insistir en que no se preocupara.
Un rato después, tras ducharse, Ryeowook
salió a su habitación y la encontró vacía. Sin embargo, vio que Yesung estaba
sentado en el balcón tomándose una copa de vino. Parecía tan frío y distante
que se asustó. ¿Creería que se lo había inventado todo?
—Yesung... —le dijo asomándose.
Yesung giró la cabeza y lo miró con
frialdad.
—Vete a la cama, Ryeowook. No estoy de
humor para aguantar más mentiras.
Dolido, Ryeowook se giró y volvió a entrar
en su habitación, se metió en la cama y se hizo un ovillo, pero no se pudo
dormir hasta que no oyó entrar a Yesung mucho tiempo después. Yesung se tumbó a
su lado, pero no hizo amago ni de abrazarlo ni de hacerle el amor.
A la mañana siguiente, fingió estar
dormido y no se levantó de la cama hasta que Yesung no se hubo ido.
No le gustaba nada la situación actual.
Para empezar, no le gustaba que todo el mundo estuviera al tanto de la
humillación que había sufrido y, para seguir, poner a Yesung en una posición
tan incómoda le resultaba espantoso.
Lo mejor era que se fuera. Si, tenía que
irse. No había otra opción. Si se quedaba, Serena podría minar la fusión de Yesung
y Kangin.
Ryeowook decidió que no iba a recoger nada
fin y al cabo, la ropa que tenía allí ni siquiera era suya así que tomo
prestado un exquisito pantalón de lino y una preciosa blusa blanca, agarró su
teléfono móvil y su tarjeta de crédito rezando para tener suficiente dinero
para volver a casa, se sentó y escribió una nota Yesung diciéndole que sentía
mucho haber dañado su reputación justo en aquel momento de su vida en el que
las apariencias eran fundamentales y le deseó suerte en las negociaciones.
Ryeowook estaba convencido de que Yesung
estaría encantado de perderlo de vista.
Después de cómo lo había mirado la noche
anterior...
Ryeowook suspiró aliviado cuando aceptaron
su tarjeta de crédito para pagar el vuelo de vuelta a Japón.
Estaba esperando la cola para embarcar
cuando le pareció ver a Serena y a su marido! No se lo podía creer, así que se
quedó mirándolos fijamente. En aquel momento, Serena levantó la mirada y sus
ojos se encontraron. Sin dudarlo, la pelirroja fue hacia él.
—¿Estás contento ahora que todo el mundo
se ha enterado de que a mí también me engañó? —le espetó señalando a su
marido—. Me han echado como si fuera una apestada...
—¿Vas a algún sitio? —le preguntó Yesung
apareciendo de repente a su lado.
—A casa —contestó Ryeowook con voz
trémula. Yesung lo agarró del brazo y lo sacó de la cola.
—¿No has leído la nota que te he dejado?
—le preguntó Ryeowook.
—Claro que sí, la he leído y la he tirado
a la basura.
—Yo me voy a casa —insistió Ryeowook
cruzándose de brazos— No pienso volver al hotel ahora que soy el causante de tu
vergüenza.
—Pero si Serena se va a casa.
—¿Y qué? Eso no hará sino empeorar las
cosas. ¿Quién te dice que no acudirá a la prensa cuando llegue a Japón?
—No lo va a hacer porque su marido está
tan avergonzado que le ha dicho que, si vuelve a hablar de esto, se divorciará
de ella —le aseguró Yesung—. Kangin ha ido a hablar con ellos esta mañana y no
le ha costado mucho que Serena confesara que actuó de forma maliciosa para
dejarte en mal lugar. Por suerte, el rumor no ha llegado a oídos de DiCaprio.
Ryeowook se quedó mirándolo perplejo.
—Te debo una disculpa —declaró Yesung—. Te
pido perdón por haber dudado de ti, Ryeowook.
Ryeowook se quedó con la boca abierta. Yesung
lo estaba mirando de una manera que hizo que se derritiera.
—Por favor, vuelve conmigo.
Ryeowook no sabía qué hacer.
—Ya sé que te dije que accedía a
acompañarte a las negociaciones, pero... — comentó.
Sin embargo, la sola idea de separarse de
él se le hacía insoportable. Yesung lo comprendió cuando Ryeowook le apretó la
mano. Un inmenso alivio se apoderó de él.
Mientras Yesung conducía, Ryeowook intentó
ordenar sus pensamientos.
—Cuando me dijiste que Moon Joowon había
sido la causa de que te fueras a África, lo que quisiste decir es que te fuiste
para distanciarte de él —comentó Yesung
Ryeowook asintió.
—Fue espantoso. Su pobre esposa... todavía
me siento fatal.
—Pero si tú no sabías nada.
—Da igual. Era un hombre manipulador y te
aseguro que, en cierta manera, me alegro de que Serena llamara a su mujer.
Tenía derecho a saberlo.
—Pero, entonces, ¿apareció en África?
—Sí, al final. Unos días antes de que yo
me fuera. A mí me ignoró, pero, en cuanto llegó, comenzó a seducir a otras parejas.
—¿Sigues enamorado de él? —le preguntó Yesung
apretando el volante con fuerza mientras esperaba la respuesta.
—No —contestó Ryeowook al cabo de un
rato—. La verdad es que creo que nunca lo estuve.
«Ahora que sé lo que es el amor de verdad,
creo que nunca estuve enamorado de él», pensó.
Yesung sintió un inmenso alivio. Cuando
había descubierto que Ryeowook se había ido, había sentido un terrible pánico.
La idea de que pudiera desaparecer sin más lo había llenado de terror.
Yesung miró al joven que había sentado a
su lado. Seguía allí. Eso era lo único que le importaba en aquellos momentos.
Aquella noche, se sentaron en el balcón y compartieron
un licor. Ryeowook se sentía bien aunque no sabía hacia dónde iba su relación. Yesung
le había pedido perdón por haberlo juzgado de manera errónea, pero tenía la
sensación de que, al haberse quedado, le había dejado muy claro que su corazón
le pertenecía.
—¿En qué piensas?
—En nada en particular —mintió Ryeowook.
—¿Te fuiste a África para castigarte a ti
mismo? —quiso saber Yesung retomando la conversación.
Ryeowook se quedó pensativo.
—La verdad es que nunca me lo había
planteado, pero... quizás en parte fuera así... ¿Por qué no me cuentas algo
sobre ti? La verdad es que me resulta extraño no saber absolutamente nada.
—¿Qué quieres saber?
Ryeowook se encogió de hombros, encantada
de que hubieran dejado de hablar de él.
—No sé... ¿cómo llegaste desde las calles
al lugar que ocupas ahora mismo en la sociedad y qué fue de tus padres?
Yesung apretó las mandíbulas y habló sin
emoción.
—Cuando mi hermano tenía un año y yo seis,
mi madre nos abandonó. Mi padre ya se había ido hacía mucho tiempo y nadie
sabía dónde estaba, así que nos llevaron a un orfelinato, pero cerró unos años
después porque no tenía fondos, así que nos vimos viviendo en la calle.
—¿Los dos?
Yesung asintió.
—¿Cuántos años tenías entonces?
—Trece o catorce.
A continuación, permaneció un buen rato
callado
—Un día, un hombre me vio trabajando, estaba
ayudando en la construcción de una casa, me llamó y me ofreció un trabajo. Yo
le dije que solamente lo podía aceptar si me podía llevar a mi hermano conmigo.
Hyukjae tenía entonces nueve años y no hacía más que meterse en líos. Aquel
hombre, que se llamaba Kim Janghoo se hizo cargo de nosotros y fue nuestro
tutor. Solía decirme que había visto en mí algo que no había visto en nadie
más, así que yo me esforcé. Aquel hombre no tenía familia y, cuando murió, yo
tenía veintiún años y me dejó su pequeña constructora.
—Y ahora esa constructora es una de las
mejores del mundo...
Yesung asintió de manera modesta y Ryeowook
sintió que el corazón le daba un vuelco. Entendía perfectamente la vida que
había llevado Yesung, pues la suya había sido muy similar aunque, gracias a
Dios, nunca se había visto en la calle. Aun así, decidió no revelarle nada más
de su pasado y le agradeció que le hubiera contado tantas cosas sobre el suyo
porque le ayudaba a comprender su complejo carácter.
Cuando Yesung le tendió la mano para irse
a dormir, Ryeowook supo que se había enamorado de él sin remedio.
Ryeowook había encandilado a todo el
mundo, a sus amigos más íntimos, los Kang, y a todos los demás. La esposa de DiCaprio,
que había llegado a finales de la semana anterior, estaba completamente
fascinada por él y encantada de encontrar a un colega con tanta vocación como
ella. La gente no paraba de decirle lo maravilloso que era, lo dulce que era,
lo amable que era...
Y Yesung sabía que era cierto.
Sin embargo, se recordó que, hasta que no
naciera el hijo de Donghae, debía mantenerse firme, no debía dejarse atrapar,
no debía sucumbir.
Ya lo habían engañado una vez. Debía
vigilarlo bien.
Yesung se dijo que estaba preparado para
lidiar con un joven con él, pero lo que no podía soportar era su fachada.
Años antes, le había afectado mucho que lo
engañaran, pero ya no era así. Ahora, tenía la situación controlada. Pasara lo
que pasase, lo único que le interesaba era saciar su apetito físico, que lo
quemaba abrasadoramente.
Yesung tomó a Ryeowook del mentón al
llegar a la puerta de su habitación y lo besó con pasión, Ryeowook se dio
cuenta de que, sin embargo, lo miraba con frialdad y comprendió, con lágrimas
en los ojos, que seguía sin confiar en él.
Era evidente que seguía creyendo que su
hermano y él tenían un plan para sacarle el dinero y, cuando terminara aquella
semana, tendría que volver a casa.
Por la noche, mientras volvían al hotel
después de haber estado en una bodega catando vinos en la zona, Yesung iba
pensando que aquella situación se le estaba escapando de las manos.
—Quiero que vuelvas a Corea conmigo y te
quedes en mi casa.
Ryeowook sintió que se mareaba ante las
palabras de Yesung. No era lo que esperaba oír. Tampoco era el mejor momento
estando desnudo con él, también desnudo, al lado en la cama.
Estaba terminando su estancia en la isla
Jeju y había llegado el momento de volver. Las negociaciones habían sido un
rotundo éxito, DiCaprio había firmado los contratos durante una espectacular
rueda de prensa el día anterior, así que su constructora comenzaría las obras
del estadio al año siguiente.
—¿Y por qué quieres que me quede contigo?
—le preguntó.
—Porque lo que hay entre nosotros me
gusta... —contestó Yesung acariciándole un pecho.
—Pero... —contestó Ryeowook con la
respiración entrecortada.
—No quiero que te vayas —lo interrumpió Yesung
de manera arrogante.
—Yesung, no soy un juguete.
—¿Me estás diciendo que te quieres ir? ¿Me
estás diciendo que te quieres perder todo esto? —insistió sentándolo a
horcajadas sobre él.
«No, claro que no», pensó Ryeowook
sintiendo su erección en la entrepierna.
Un rato después, después de haber hecho el
amor y con el cuerpo bañado en sudor, Yesung lo besó en el cuello e insistió.
—¿Qué me dices ?
***Próximo capítulo, capítulo final.
Esa zorra salió que bien tu puedes wookie
ResponderEliminarAh...las despechadasㄱㄱ
ResponderEliminarAl menos Wookie sabía que haría algo para perjudicarlo.
Pero que tipa tan rastrera...si en su tiempo consiguió lo que quería,qué tenía que abrir la bocota...ahora hasta ella salió embarrada...el karma.
Yesung y Wook no tienen poder sobre ellos mismos...pero el uno en el otro sí.
Me da risa que ha lan de "sexo","solo una noche","no es más que sexo"...y al final sin darse cuenta...le dicen "hacer el amor:...bobos.
Lo dicho...al final Yesung se va a venir dando topes en la pared.
Ya lo hizo con wook y lo que la tipa le conto...ahora solo falta que el bebé de Hae nazca y Ye se de otro tope.
Ya veras