***Imagino que al leer éste capítulo sabrán de la noticia. Quien me iba a decir que al realizar mi primera y última adap JongKey, me llegaría ésta noticia, siendo sincera agradezco haberlo terminado porque creo que no hubiese podido hacerlo después de ésto.
No alcanzo a imaginar como deben sentirse su mamá y hermana, como se sentirán los miembros de Shinee, como se sentirá Key, que fuera de fanservices eran cercanos. Debió ser muy duro para él vivir con ésta enfermedad que a la final le ganó la batalla.
No soy Shawol, pero su partida me ha dolido. Lo he visto en programas , videos, interactuando con SJ. Todo aquél que lo haya conocido, como persona, como cantante, músico está llorando su partida. Como leí en una pag Shinee "no sabemos qué hay detrás de una sonrisa". Y pensar que él no es el único que puede estar pasando por dicha situación, matarte la cabeza si un familiar, o un amigo pierda esa batalla, o tu idol, no me imagino si le llegara a pasar a cualquier SJ...
Estamos pasando por un episodio muy triste, pero deseo que él haya encontrado la paz que buscaba.
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—¿Todo está bien contigo en casa? —le
pregunté a Henry, no quería entrometerme pero era mucho mejor que sacar a
relucir mi pasado para que él lo escarbara.
—Zhoumi y yo estamos muy bien. Todo lo demás
es una mierda. —Él negó con su oscura cabeza y me miró desde debajo de una ceja
fruncida—. Él va a solicitar la transferencia al programa de postgrado en Daejeon.
Hice una pausa por un segundo, así no decía
algo estúpido.
—¿Quieres ir a Daejeon?
Él tragó de nuevo el resto de la cerveza en su
mano y puso el taco de billar sobre la mesa.
—Querer… no, pero tiene más sentido. Él puede
transferirse a la Universidad en Daejeon y terminar la escuela y en realidad
podré ver a mi esposo más de dos o tres veces al mes. Simplemente es terrible.
Nuestros amigos están aquí. Su hermano está aquí y Heechul acaba de tener al
bebé. —Él negó con la cabeza y su pecho se levantó y cayó en un profundo
suspiro—. Fue idea de él, pero aun así me hace sentir como una mierda. Yo
renové el estudio pensando que sería suficiente, pero no es así.
—¿Cuándo averiguará si consiguió entrar?
—No por un tiempo. Toma un poco de tiempo
entrar en la escuela de postgrado, e incluso si lo quieren, él tiene que ir a
hacer una entrevista y saltar a través de un millón de aros antes de que sea
oficial. Trata de no decirle nada a Hyukjae o Kyuhyun. Él no le ha dicho a Donghae
o Heechul todavía. Quiere esperar hasta que sepamos a ciencia cierta lo que
haremos.
Hyukjae y Kyuhyun dirigían la tienda de
tatuajes y Donghae no solo era el mejor amigo de Zhoumi sino también el flamante
esposo de Hyukjae. Los tres jóvenes en nuestro pequeño mundo eran súper unidos,
eran una unidad sólida y la idea de uno de ellos yéndose definitivamente iba a
ser la causa de algún trastorno emocional grave.
—Esa es una gran noticia. Guardar el secreto
podría no ser el camino a seguir. ¿Le dijo a Kangin que está pensando en irse?
Kangin dirigía el bar y era el hermano mayor
de Zhoumi. Era algo como un comodín y la única razón por la que se había
asentado en Seúl era para estar más cerca de su hermano. Los dos tenían una
relación tensa debido al hecho de que Kangin tenía un historial siendo un gran
imbécil y delincuente de poca monta, pero estaban empezando a reparar algunas
cercas rotas.
Henry asintió y apoyó una cadera en la mesa.
Realmente esperaba que esos pantalones se dividieran por la mitad cada vez que
se movía. Era divertido criticarlo al respecto.
—Hablaron de ello. Le dijo que hiciera lo que
le hiciera feliz. Creo que lo desanimó que no le pidiera que se quedara.
Gruñí y ladeé la cabeza un poco cuando noté a
un grupo de chicos varios años mayores que nosotros dándonos miradas de ojos
entrecerrados desde el rincón más alejado del bar. Quiero decir, sabía que no
encajábamos con el ambiente deteriorado, el ambiente de peleas del lugar, pero
nos ocupábamos de nuestros propios asuntos y siempre respetábamos los
territorios locales.
Distraídamente mientras mantenía un ojo en el
grupo, le dije a Henry:
—Pasó toda su vida pidiéndole que hiciera las
cosas por él. Después de que él casi muriera tiene sentido que tal vez por una
vez en su vida Kangin quiera que hiciera algo para sí mismo. Él sabe que eres
quien le hace feliz. No va a tratar de evitar que sea feliz nunca más.
Kangin era un enigma. El tipo acababa de
aparecer de la nada y arrastrado a Zhoumi en un lío completo de su pasado y de
un grupo de motoristas furiosos. El resultado final terminó con Kangin en coma
y Henry y Zhoumi buscando anillos de boda. Todos habíamos acogido al rubio en
el redil, pero todo el mundo lo miraba con ojos cuidadosos.
El grupo que estaba viendo inclinó sus cabezas
y el chico que imaginaba era el líder encontró mi mirada y me mostró el dedo con
una sonrisa burlona. Dejé mi cerveza y miré de nuevo a Henry.
—Los nativos están inquietos. Probablemente
debamos irnos.
No me importaba una buena pelea en un bar de
mala muerte. Después de todo, jugué fútbol hasta que abandoné la universidad al
final de mi primer año. Todavía estaba construido como un atleta. Era más alto
que la mayoría de ellos y sin duda en mejor forma, pero me gustaba pensar que
había crecido y madurado en los últimos años. Evitar el derramamiento de sangre
y nudillos rotos que significarían que no podría tatuar era, obviamente, la
mejor opción.
Henry miró por encima de mi hombro y bajó la
barbilla en acuerdo, solo que nuestra decisión de irnos llegó una fracción de
segundos demasiado tarde. Caminábamos hacia la puerta, con los ojos hacia
arriba y alertas, cuando los tipos decidieron que no podían dejar que nos
fuéramos. Me detuve y Henry se detuvo junto a mí cuando de repente nos
encontramos con tres chicos bastante borrachos, de mediana edad que parecían
trabajar largas horas haciendo trabajo manual. El que me había mostrado el dedo
me observó desde la parte superior de mi cabeza hasta las puntas de mis
desgastadas botas negras. Él hizo una mueca y dio un codazo a uno de sus amigos
en las costillas con fuerza suficiente para hacer que el otro chico gruñera.
—¿Quién crees que se supone que es este
payaso? ¿Elvis? —Su mirada se desvió hacia Henry—. ¿Y quién se supone que eres?
¿Marilyn Manson? Alguien tiene que recordarles a los niños que Halloween es en
octubre.
Sentí a Henry tensarse junto a mí, pero
ninguno de los dos se movió.
—¿Cuánto tiempo te tomó peinar tu cabello todo
elegante de esa manera? Sería una verdadera pena si alguien los desordenara.
Tenía cabello impresionante y si, de hecho, me
tomaba más tiempo del que me gustaba admitir levantarlo, estilo retro. Si este
tipo pensaba que pondría sus manos en cualquier lugar cerca de mi cabeza, se
las vería conmigo. Iba a decirle que no queríamos ningún tipo de problemas, que
éramos felices de dirigirnos fuera de la puerta, cuando vi su brazo comenzar a
levantarse. Iba a agarrar su muñeca y mandarlo a la mierda, cuando el chico que
me había mostrado el dedo me ganó.
Extendió la mano y golpeó la mano de su amigo
bocazas fuera del camino y me señaló.
—Me pareces familiar.
Le di a Henry una mirada de reojo y se encogió
de hombros.
—No veo cómo. Es nuestra primera y última vez
aquí.
El tipo me observó. Me refiero a realmente me
miró durante un largo minuto hasta que se hizo un poco raro. El chico bocazas
parecía estar listo para hablar de nuevo cuando el observador de repente
chasqueó los dedos y sonrió enormemente.
—¡Lo sé! Jugaste futbol en la universidad de Sungkunkwan.
Parpadeé y fue mi turno de mirar fijamente.
Nadie me reconocía de esa parte de mi vida. Me refiero a nadie. Esos días eran
el pasado y yo solo había estado en el campo durante una temporada.
—Uhh... —Escuché a Henry reír disimuladamente
junto a mí, pero no quería perder esta oportunidad de hacer un escape limpio—.
Jugué, hace mucho tiempo.
—Me gradué en la Universidad de SungJinkikwan,
así que sigo a los Shinee como mi religión. Fuiste un corredor. Recuerdo a todo
el mundo diciendo que tenías un gran potencial. Recuerdo que pensé que los
entrenadores tenían grandes bolas poniéndote de titular. Eras rápido, lo
suficientemente rápido como para ayudarlos a conseguir el campeonato ese año. Jonghyun
algo... ¿verdad?
Extendí mi mano y froté la parte de atrás de
mi cuello. El resto del séquito de súper fans se había callado y ahora me
miraba de una forma completamente nueva. Nada como el fútbol para calmar a la
furiosa bestia de la clase trabajadora.
—Jjong.
Él asintió.
—Cierto, Jjong. Nadie podía decir qué tipo de
patrón ibas a ejecutar. Algo sucedió, sin embargo. No recuerdo qué, pero
recuerdo que no jugaste en la siguiente temporada. Recuerdo que hablaban de ti
en ESPN. Simplemente te desvaneciste y todos se preguntaban por qué.
Eso no era algo que quisiera discutir,
especialmente no con un grupo de chicos que habían estado demasiado ansiosos
por comenzar una pelea hacía un segundo.
Me encogí de hombros y forcé una sonrisa
avergonzada.
—Bueno, ya sabes, me pudo la presión No estaba
listo para el gran espectáculo. Solo no estaba destinado a ser.
Una carrera en el fútbol profesional realmente
no estaba en las cartas para mí, pero no tuvo nada que ver con la presión y
todo que ver conmigo, no estando dedicado a ello. Pero no iba a compartir eso
con estos chicos.
—Eras un chico talentoso. Es una pena que no
siguieras.
Apreté las muelas y ofrecí un encogimiento de
hombros. No tuvo nada que ver con continuar y todo que ver con el hecho de que
casi le doy una paliza de muerte al capitán con mis propias manos un par de
semanas antes de la final. Hombre, ¿qué pasaba con el feo pasado alzando su
cabeza y negándose a permanecer en la oscuridad donde lo dejé?
Solo había una manera de que consiguiéramos
salir de aquí. Extendí la mano y palmeé al súper fan en el hombro y grité tan
fuerte como pude:
—¡SHINEE!
Fue seguido de inmediato por un grito de
respuesta del chico que me reconoció y que, por supuesto, comenzó un debate
épico sobre deporte. Antes de que los chicos se hubieran dado cuenta, Henry y
yo nos las arreglamos para deslizarnos por la puerta principal, dejando los
sonidos de voces masculinas y el sonido de las botellas de cerveza chocando
haciendo eco detrás de nosotros.
En el estacionamiento Henry se dobló de la
risa y no pude evitar golpearlo en la parte posterior de su cabeza mientras nos
dirigíamos al llamativo Dodge Challenger que él conducía.
—Cállate.
—¿Qué carajos significa eso de Shinee?
Abrió las cerraduras del auto y entramos.
—¿Qué tal “Gracias por salvarnos de tener que
luchar por salir de allí, Jjong”?
El auto se encendió con un sexy ronroneo y
tuve que encogerme cuando guitarras estridentes y voces gritando asaltaron mis
tímpanos. Me gustaba lo que Henry hacía para ganarse la vida y no había duda de
que era un tipo muy talentoso, pero la música metálica que le gustaba y tocaba
no era mi favorita. Extendí la mano para cambiarla sin preguntar, lo que lo
hizo reír de nuevo.
—Es una cosa de fútbol. Algo que ustedes los
músicos no entenderían.
—Oye, veo fútbol cuando lo ponen.
—He visto partidos contigo. Miras durante
cinco minutos y luego dejas la habitación y consigues caer borracho o vas a
buscar algo para escribir y terminas escribiendo veinte canciones nuevas a
mitad de partido. Eso no es ver el juego, amigo mío.
No discutió conmigo.
—Aun así, no tenía ni idea de que fueras en
serio famoso por patear una pelota. Quiero decir sabía que jugabas cuando eras
más joven, pero no que estuvieras en ESPN y esa mierda.
Gemí y me recosté en el asiento. Me miró por
el rabillo del ojo y miré deliberadamente hacia otro lado.
—¿Supongo que no quieres explicarlo ahora?
—Supones correctamente.
—Bueno, diablos. Pensé que mi esposo era el
maestro de mantener el pasado en secreto. Resulta que no se compara contigo.
Solo gruñí en respuesta.
La verdad era que nunca pensaba en mi pasado.
Había arriesgado mi corazón después de seguir a Jinkig a la universidad, lo vi
ser destruido, y había decidido entonces que nunca iba a involucrarme con algo
o alguien así alguna vez.
Me salí de la escuela, no es como si realmente
tuviera una opción después del incidente con el capitán de todos modos, y
terminé haciendo lo mismo que hizo Kibum, empaqué una maleta y me puse en
marcha, dejando todo atrás.
Dejé atrás Hyehwadong, todos los recuerdos que
retenía, el fútbol, la universidad, y a Kim Jinki, donde habían permanecido
hasta hace unas semanas, cuando Kibum se paseó de nuevo por mi vida como si
nunca la hubiera dejado.
Henry estaba en lo cierto. Estaba confundido
sobre Kibum estando en Seúl. Tan confuso que no estaba seguro de cómo iba
alguna vez a recomponerme de nuevo mientras él estuviera cerca. Ese chico me
había arruinado una vez, cuando era joven. Nunca olvidaría lo que sentí cuando
se alejó. No quería a Kibum cerca de mí. No podía confiar en mí mismo para no
volver a preocuparme por él, confiar en él, ser cautivado por él, solo para
tenerlo mudándose una vez más, dejándome vacío y solo.
Miré al muy bonito joven rubio parado frente a
mí ante el escritorio. Obviamente se encontraba nervioso. Visiblemente fuera de
su elemento... el traje pantalón a medida y la bolsa Gucci en su brazo delataban
que esta probablemente era la primera vez en su vida que ponía un pie en un
salón de tatuajes.
Le di mi sonrisa más acogedora y arqueé una
ceja hacia él mientras colocaba sus manos bien cuidadas sobre el escritorio
frente a mí. Era mi trabajo gestionar el movimiento, asegurándome de que los
clientes sabían lo que estaban haciendo y eran emparejados con el artista correcto.
También era mi trabajo asegurarme de que no dejaba que alguien cometiera un
error que estaría pegado sobre su piel para siempre.
El joven probablemente tenía la misma edad que
yo, alrededor de los veintiocho o veintinueve años, pero tenía esa vibra que
transmitía que no se encontraba muy seguro de lo que estaba haciendo en Min´s
Soul. Esta era la nueva tienda que Kyuhyun abrió después de que falleció su
papá. Estaba justo en el corazón de la zona más a la moda, la parte más
exclusiva de Seúl.
Los artistas que trabajaban aquí habían sido
escogidos cuidadosamente por Hyukjae y Kyuhyun. Eran expertos y muy
impresionantes, ya que esta era una tienda nueva, y Kyuhyun quería construir
una reputación de ella además de tener el doble de espacio, como para la venta
al por menor de ropas y otras mercaderías con temática de tatuajes, pasaba más
de mi tiempo aquí que en la tienda donde se centraban los chicos. Ellos rotaban
los días así uno de ellos siempre se encontraba en la tienda nueva para ayudar
a dirigir el movimiento a través de las puertas.
Hoy era el día de Jjong en la tienda y,
normalmente, eso me entusiasmaría, si él no estuviera determinado a fingir que
no nos conocíamos el uno al otro y que yo no existía. Iba a ser un mes, y cada
vez que sus ojos se posaban sobre mí, un segundo más tarde apartaba su mirada y
su mandíbula haciendo un tic de irritación. Intenté acorralarlo, más de una vez
traté de estar a solas con él así podríamos hablar de todo, pero el chico era
bueno evadiéndome y nunca antes había tenido que perseguir a un hombre, así que
no estaba muy seguro de cómo ir por ello y no parecer desesperado.
Vi tragar al rubio, moverse nerviosamente y le
pregunté:
—Muñeco, ¿qué necesitas?
Me miró de golpe y sus labios se abrieron un
poco. Realmente era despampanante del tipo que va a un club de campo. Se veía
aterrorizado mientras parpadeaba hacia mí.
—Yo... —Hizo una pausa y vi su mirada moverse
rápidamente a algún lugar arriba de mi cabeza mientras literalmente podía
sentir a Jjong caminando detrás de mí. Estaba tan en sintonía con él, tan
consciente del espacio que ocupaba, la manera en que olía y afectaba el aire a
su alrededor, que no tenía que mirar por encima de mi hombro para saber que se
encontraba ahí. El bonito profesionista tragó de nuevo y sus ojos se abrieron
aún más amplios. Jjong era sexy, y cuando sonreía era difícil no enamorarse,
pero éste joven parecía que se encontraba a punto de desmayarse o de vomitar.
—¿Puedo responderte alguna pregunta, querido?
En las semanas había aprendido rápido que Jjong
era a más no poder un coqueto. Siempre tenía una sonrisa, siempre tenía una
palabra suave y un pequeño brillo especial en sus ojos por un chico bonito. Su encanto
era sin esfuerzo, así como el humor ligero que usaba para hacerles sentir a
gusto a sus clientes y amigos. Si no hubiera conocido al niño que solía ser, lo
aceptaría a simple vista, pero sabía que había algo más en su conducta
descuidada y personalidad relajada de lo que le mostraba al mundo.
Observando el color huir del joven mientras
miraba a Jjong por encima de mi hombro, le pregunté:
—¿Quieres sentarte por un minuto y mirar
portafolios o algo así? Puedo conseguirte un vaso de agua y podemos hablar
sobre lo que te trajo hoy a Min´s Soul. —Le sonreí de nuevo, con la esperanza
de que le ayudara a calmarse y quizás distraerlo de lo que lo tenía paralizado
por el terror.
Lentamente su cabeza perfectamente peinada se
sacudió de un lado para el otro en negación. Levantó sus manos de encima del
mostrador y observé cuando se cerraron en puños apretados a sus costados.
Parpadeó de nuevo hacia mí y luego apartó su mirada de nuevo hacia donde Jjong
estaba acechando detrás de mí y dio un paso hacia atrás tropezándose.
—No estoy listo para esto.
Esa fue una respuesta bastante extrema para
echarse para atrás sobre conseguir algún tatuaje, pero no era del tipo de
juzgar. Prefiero tenerlo huyendo ahora a que desperdicie el tiempo de todos y
se eche atrás el día de la cita o tenerlo volviéndose loco una vez que golpeé
la silla. Eso nunca era bueno para los negocios.
—Sabes dónde encontrarnos si cambias de
opinión.
La voz de Jjong rezumaba consuelo y hubo un
momento en que pareció calmarlo. Agarró su bolso y se dio la vuelta en una
especie de torbellino frenético y salió corriendo por la puerta. Fue raro, pero
definitivamente no la cosa más rara que jamás había visto en una tienda de
tatuajes. Sentí a Jjong moverse detrás de mí y sabía que iba a caminar
alejándose de mí de nuevo sin decir nada y ya había terminado con dejarlo
ignorarme.
A pesar de que la tienda se encontraba
abarrotada y todos los otros artistas tenían clientes con los cuales
trabajaban, todavía me levanté de un salto de la silla en la que estaba sentado
y agarré la parte de adelante de su camisa. Pasé una buena parte de mi día
mirándolo y en lo absoluto me sentía mal por ello. Frunció sus cejas hacia mí y
el ancla que cubría el costado de su cuello comenzó a saltar cuando levantó su
brazo y envolvió sus dedos alrededor de mi muñeca.
—Suéltame.
Instintivamente lo tiré más cerca, así que se
vio obligado a agacharse un poco, y sus ojos fueron todo lo que podía ver.
—Deja de evitarme. —Mi tono fue cortante, pero
terminé de jugar juegos con él. Teníamos que trabajar juntos, pero más que eso,
estaba aquí por él y en algún momento iba a tener que saber eso y entender la
importancia de ello.
—No te estoy evitando. —Toda la bienvenida y
la dulzura melosa que normalmente cubría sus palabras desparecía cuando hablaba
conmigo. Vi el tic en la esquina de su ojo cuando lo tiré incluso más cerca,
casi estábamos compartiendo una respiración.
—Sí, lo estás y terminé con ello. No quieres
hablar conmigo, no quieres ponerte al día conmigo, entonces eso está bien, pero
ni siquiera has preguntado sobre Ji… —No tenía el resto de su nombre saliendo
de mi boca antes de que su otra mano volara sobre mi boca y usara la mano que
ya tenía alrededor de mi muñeca para tirarme hacia adelante y empujarme hacia
su pecho. Inclinó su cabeza hacia abajo así sus labios estaban justo al lado de
mi oreja.
—Kibum, ni siquiera pienses en ir ahí conmigo.
Me estremecí, y no de miedo. Finalmente estaba
presionado contra él, solo el tiempo y lugar eran totalmente equivocados. Un
hecho comprobado por la aguda voz de Heechul diciendo bruscamente el nombre de
Jjong y diciéndole que me deje ir.
Inmediatamente sus manos se habían ido y
también la presión de su duro cuerpo contra el mío. Me di la vuelta para
mirarlo y vi la manera en que sus fosas nasales se ensanchaban y la forma en
que sus ojos brillantes se oscurecían. Se encontraba enojado, muy enojado, y
finalmente, un poco del chico que recordaba estaba brillando a través de él.
—Con el tiempo vamos a tener que hablar.
—Mantuve mi voz calmada e incluso le sonreí. Me sentí como si cualquier
movimiento que hacía simplemente fuera a espantarlo más.
Retrocedió unos pasos y entrecerró sus ojos
hacia mí.
—No, si puedo evitarlo.
Incliné mi cabeza hacia un lado y arqueé una
ceja.
—El no hablar sobre el pasado no hace que
desaparezca.
Hizo un sonido bajo en su garganta y desvió su
mirada hacia el rubio que venía de la zona de arriba de la tienda y se detuvo a
mi lado. Heechul acababa de tener una bebé, Minki, quien estaba en casa con el
papá de Heechul mientras él trabajaba medio día en la tienda y su novio iba a
trabajar en el bar del que era dueño.
Aún tenía que conocer al hermano mayor de Hyukjae,
pero estaba curioso sobre el tipo de hombre que podía tolerar su ardiente
personalidad a tiempo completo. Era un poco encantador incluso si estaba a
punto de entrometer su nariz en algo de lo que no tenía ni idea.
Jjong y yo teníamos lazos que nos unían,
simplemente estaba resultando ser más difícil de lo que pensaba desenmarañarlos
y atarlos de nuevo en un bonito lazo.
—¿Qué está pasando? Tenemos clientes, idiota.
Jjong lanzó una mirada por encima de su hombro
y luego me miró de nuevo. Vi sus ojos estrecharse, luego su rostro cambió y
resurgió el gato genial que nunca
conseguía su pelaje desordenado. La sonrisa imperturbable estaba de vuelta en
su cara y las sombras oscuras que habían estado bailando en sus ojos
desaparecieron.
—No te preocupes, solo estábamos estableciendo
un par de límites. —Le dirigió a Heechul un guiño y se dio la vuelta sobre el
talón de su bota y se dirigió de nuevo a su puesto. No tenía una cita por otros
treinta minutos, pero podía garantizar que encontraría una manera de mantenerse
ocupado hasta entonces para evitar tener que interactuar conmigo.
Heechul apoyó su cadera sobre el mostrador y
esperó mientras dejaban la habitación dos clientes y despachaba a otro. Claro
que me encontraba un poco inquieto por la reacción de Jjong hacia mí intentando
sacar el nombre de mi hermano, pero estaba más inquieto por lo enojado que
realmente parecía estar conmigo.
No lo había visto en una década y cuando me
fui era un adolescente con toda la vida por delante. No podía imaginar qué
había ocurrido en mi ausencia para hacerle tener un ardiente resentimiento
hacia mí.
Jinki y Jjong permanecieron unidos después de
que me fui. Sabía eso porque antes de que se mudara de nuevo a casa, Jinki y yo
nos mantuvimos constantemente en contacto, ahora nuestra comunicación era mucho
más limitada.
Sabía que cuando se graduaron juntos de la
preparatoria, Jjong escogió asistir a la Universidad de Sungkyunkwang porque
ahí es a donde mi hermano decidió ir, a pesar de que le habían ofrecido un
mejor paquete de reclutamiento en otro. Lo que no sabía, lo que ahora me
preguntaba era qué ocurrió entre ellos que puso a Jjong a huir no solo de mi
hermano pequeño, sino también de todo su futuro y educación. Necesitaba que me
hablara si alguna vez iba a preguntar todo lo que me perdí en los últimos diez
años para conseguir una imagen clara de quién era Jjong como un hombre adulto.
Heechul esperó hasta que bajé el teléfono y me
pidió que fuera al piso de arriba con él. Realmente no quería, pero me di
cuenta de que no podía decir que no. Básicamente Kyuhyun y Hyukjae firmaban mi
cheque de pago, pero rápidamente me di cuenta de que Heechul era una especie de
timón del grupo. Dirigía el barco y no quería ser el que pusiera en peligro tan
pronto, mi empleo aquí.
Realmente, agradezco que no dejaras el fic, él es mi bias de Shinee, gracias a él conocí el kpop...aun no proceso todo esto, se que sera difícil leer y saber que ya no esta, pero de alguna manera podremos recordarlo!
ResponderEliminarCierto gracias por seguir con está adaptación
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