El piso de arriba estaba prácticamente vacío.
Había una oficina que Heechul compartía con los chicos y un montón de espacio
vacío que simplemente estaba esperando a ser llenado y convertido en una
moderna boutique retro de tatuajes. Los chicos solo necesitaban dejar de dar
vueltas sobre lo que querían poner aquí y simplemente hacerlo. Creo que para
ellos la idea de comprar y construir una tienda en internet era un poco
abrumadora y ciertamente, la muerte de Shindong aún era muy reciente, entonces
todavía todos intentaban encontrar su equilibrio como los dueños de los
negocios.
Era una buena cosa que estuviera aquí. Esto
era justo lo que me gustaba. Me encantaba la ropa. Me encantaban los tatuajes y
la cultura símbolo sexual. No podía esperar para hacer de SMarked y los hombres
detrás de ella, un nombre famoso.
Entré en la desordenada oficina de Heechul y
me senté en la silla frente a su escritorio. Él no caminó por el otro lado,
sino que en vez de eso simplemente saltó sobre la orilla frente a mí y balanceó
sus piernas hacia adelante y hacia atrás. Tenía ojos que eran de dos colores
diferentes, así que era fácil solo mirarlo asombrado. Tenía que respetar que no
andaba por las ramas cuando inmediatamente iba al punto.
Pasé mis dedos a través de los mechones
oscuros.
―¿Qué es exactamente lo que sabes? ―Mantuve mi
tono ligero y curioso, preguntándome si quizás Jjong él compartió con él sus
razones ocultas para parecer tan enardecido sobre mí apareciendo de nuevo en su
vida.
Encogió un hombro y lo dejó caer. Realmente
era la cosa más graciosa.
—Sé que deja atrás a los jóvenes a un ritmo
alarmante y que todos ellos después se lo agradecen. Sé que ninguno de ellos se
queda y sin embargo no puede mantener sus ojos lejos de ti.
Bueno, eso no era exactamente lo que había
sido y creo que lo sabía. Cuando arqueé una ceja hacia él me dio una sonrisa
tímida.
—Nunca se mete con la misma persona por más
que un minuto, lo cual no es exactamente inusual con este grupo. El resto de
ellos puso un montón de miles sobre las sabanas hasta que encontraron al
correcto. Solo Jjong una vez mencionó que ya conoció al joven correcto y que no
lo quería, entonces ahora no hay razón para buscar al único. Me contó que el
único resultó ser tu hermano. Lo rompió, así que ahora todo se trata de pasar
un buen rato y no tomar a nada ni a nadie demasiado en serio. Al menos lo era
hasta que entraste por la puerta. Parece jodidamente muy serio sobre ti.
Crucé mis piernas y miré hacia abajo a mis
zapatos Levanté de nuevo mi mirada hacia Heechul y asentí un poco.
—Él amó a Jinki. La familia que vivía junto a
la mía acogió a Jjong cuando tenía diez años. Ellos eran muy agradables, pero
tenían una gran cantidad de niños, los suyos propios y los del Estado. Jjong
era tímido, tranquilo, y muy triste. Un día Jinki y yo estábamos jugando y él
solo lo vio sentado en el porche delantero. Recuerdo que nos miraba, pero sin
decir nada, Jinki corrió hacia él y le pidió que jugara con nosotros.
Sentí una suave sonrisa tirar de mis labios
ante el recuerdo. Incluso entonces había sido alto y desgarbado para su edad.
Él era algo nuevo e incierto, algo emocionante e inesperado en una vida que
siempre parecía monótona y sombría.
A pesar de la tristeza y descontento que
destilaba en aquel entonces, todavía podía ver la fuerza y desafío en él que
tanto ansiaba tener en mí mismo. Quería calmarlo pero también quería ver lo que
ocurría cuando alguien con mucho potencial sin explotar era puesto en libertad.
Quería vivir a través de él y de pie junto a él así podría sentir lo que
finalmente era estar sin ataduras de las cadenas de la conformidad que sentía.
También quería abrazarlo y decirle que estaba bien estar triste, estar enojado,
estar perdido y frustrado. Quería decirle que estaba bien de la manera que era,
como yo tan desesperadamente ansiaba oír. Ahora aún quería decirle que todo
estaría bien, pero no quería quedarse quieto el tiempo suficiente para que le
explicara que estaba aquí para él y ahora que ambos estábamos libres podíamos
fortalecernos y transformarnos en algo increíble e irrompible juntos. Solo
tenía que darme una oportunidad.
—Creo que lo amó desde ese momento. —Suspiré y
bajé mi mirada a mis manos donde inconscientemente las entrelacé—. Mi papá es
un hombre muy tradicional. Él es híper religioso y no le importaba que Jinki
fuera amigo de Jjong porque era huérfano y su familia de acogida eran miembros
activos en nuestra iglesia, donde mi papá dirigía la congregación. Pero nunca
habría tolerado una relación romántica entre ellos, y Jjong siempre supo eso.
Sin embargo, nunca dejó de demostrar sus sentimientos. Creo que solo estaba
esperando que ambos crecieran, para irse a la universidad, y luego, cuando Jinki estuviera fuera del pulgar de mi padre, vería que estaban destinados a estar
juntos.
Las piernas de Heechul dejaron de balancearse
y me miró directamente a los ojos.
—Entonces, ¿qué ocurrió?
Solté una risa seca y metí un mechón de
cabello detrás de mi oreja.
—Buena pregunta.
Ahora era su turno para arquear una ceja
incrédulamente, solo que la suya se encontraba salpicada con un piercing rosado
brillante.
—¿No lo sabes?
—Nop. Todo lo que sé es que dejó la
universidad, lo dejó a él, y simplemente desapareció del mapa. A lo largo de
los años, le pregunté sobre eso un par de veces aquí y allá, pero nunca me dio
ningún detalle.
—Kibum ¿estás aquí por el trabajo o estás aquí
por Jjong? —Era muy de Heechul preguntar sin rodeos.
Podía actuar a lo coqueto, sonreír y restarle
importancia, pero me gustaba su honestidad y franqueza, entonces pensé que
debería ofrecerle lo mismo. Además no tenía miedo de que alguien de este grupo
supiera que estaba aquí por uno de los suyos. Debían saber que con el tiempo
iban a tener que compartir a Jjong conmigo.
—Ambos. Vine por ambos.
Hizo un ruido que era una mezcla entre un
bufido y una risa, y se bajó del escritorio.
—No creo que él tenga alguna idea de qué hacer
contigo. Creo que te tiene miedo.
Me puse en pie y alisé la tela de mi pantalón con
las manos. Observé como hacía un sonido de angustia y presionaba un brazo sobre
su pecho. Sus ojos de dos colores se agrandaron.
—¿Estás bien?
Hizo una mueca y se ruborizó un poco.
—Me tengo que ir. Aparentemente, es el momento
de alimentar a mi hijo.
Ay... ¿cuán dulce era eso?
—No te preocupes. Atiendo la tienda el resto
del día. Puedo manejar lo que sea para la multitud de la tarde.
Asintió y agarró su bolsa.
—Esfuérzate y actúa agradable con Jjong el
resto del día. Obviamente los dos necesitan tener una charla de sinceramiento,
y si tengo que poner mi pie en su trasero a fin de hacerle ver eso, entonces
estaré feliz de hacerlo.
La seguí hasta la parte superior de las
escaleras y coloqué una mano sobre su hombro antes de que pudiera bajarse.
—No. Necesita entenderlo por sí mismo. Por
semanas, he estado dejando que ande de puntillas a mi alrededor y le he dado un
montón de tiempo para adaptarse a la idea de que estoy de regreso en su vida y
que no me voy a ir lejos. Obviamente, aún no está listo para mí.
Se rio un poco y nos dirigimos de regreso a la
tienda. La sala de espera en los quince minutos que estuve arriba se llenó, por
lo que iba a tomarme un segundo tener a todos ubicados y arreglados. Se inclinó
y susurró solo para que yo pudiera escuchar:
—Solo para que lo sepas, pagaría una pequeña
fortuna por verlo en esos shorts de fútbol que solía usar. Lo googleé una vez y
vi una foto.
Agitó su mano dramáticamente en frente de su
cara y me dio un breve adiós al salir por la puerta principal. Tuve que reírme
y solo acababa de mirar por encima de mi hombro para atrapar a Jjong mirándome.
Por una vez, el brillo enojado desapareció de
sus ojos mientras me miraba sin pestañear. En esa fracción de segundo, lo vi
claro como el día. La razón por la que había tanta separación y desacuerdo
entre nosotros. La razón por la que no podía manejar mi regreso a su vida de
repente estaba trazada en ese mar oscuro.
Cuando Jjong me miraba todo lo que podía ver
era el pasado y lo que sufrió entonces, la pérdida que sentía ante mis manos y
la angustia que le fue dada por mi hermano. Pero para mí, cuando lo miraba todo
lo que podía ver era el futuro, cada promesa y posibilidad que se encontraba
envuelta en el sexy paquete que era el adulto Kim Jjong.
De alguna manera, de alguna forma, teníamos
que comenzar a buscar en lo mismo si alguna vez iba a tener una oportunidad de
mostrarle que había vida después de la única, vida después de la
pérdida, especialmente si la única,
fue todo el
tiempo la persona
equivocada para él, y la pérdida estaba justo
en frente de él con ganas de hacer las paces.
Nunca fui de la clase de chico que le daba la
espalda a un buen momento. Era raro ya que todo el grupo de amigos en el que me
había sumergido y que ahora llamaba mi familia eran capaces de juntarse todos al
mismo tiempo, en el mismo día. Así que cuando Henry me llamó, en su última
noche en la ciudad antes de que volara para escuchar tocar a una banda y exigió
que me presentara en el Bar porque todo el mundo iba a estar allí, no podía
pensar en una razonable o no cobarde excusa para no ir.
Se estaba haciendo más y más difícil evitar a Kibum
sin hacerlo absolutamente notable y ahora que Heechul había sido testigo de mi
épica reacción exagerada cuando Kibum había estado a punto de mencionar a su
hermano… bueno, simplemente no había escape a las interminables preguntas y miradas
especulativas procedentes de esos ojos de dos tonos.
Amaba a Heechul de manera feroz, pero no tenía
ningún deseo de que empezara a meter los dedos en las viejas heridas. Hacía
tiempo que esos retoños habían formado costras e incluso si el tejido
cicatrizado que dejaron atrás era feo y retorcido, era mucho mejor que la
herida supurante y chorreante de los recuerdos reales que estaban atados a
ella.
En un esfuerzo por probarle, no solo a las parejas,
sino también a mí mismo que podía jugar bien y que haber visto a Kibum en toda
su bonita belleza bronceado no me iba a arrastrar de nuevo a lugares a los que
nunca quería ir, me puse mi mejor actitud jodanse todos y me dirigí al Bar.
Resolví que podría hacer esto por una noche.
Podría fingir mi camino a través de pretender que la mera visión de él, no me
deshacía desde el interior. Solo tenía que recordarme a mí mismo que era
simplemente un extraño que ya no conocía.
Yo era un profesional con las parejas, podía
ser encantador y escurridizo. Podía ser atractivo y agradable y con suerte eso
lo pondría a gusto y me sentiría un poco menos como si Kibum hubiera venido a Seúl
para traer a mi puerta cada terrible recuerdo que me perseguía.
Pensé que era un plan sólido como una roca.
Pensé que iba a llevarlo a cabo sin ningún problema, pero entonces llegué a la
entrada. Lo primero en que se posaron mis ojos no fue en Zhoumi tratando de
llevar a Henry a dos pasos con él para la "Tradición Familiar", o a Hyukjae
y Donghae susurrando con las cabezas dobladas muy juntas o a Siwon tirando de
su pequeño duendecillo por el lado de la barra donde sabía que estaba su
oficina detrás de la bodega de licor o a Kyuhyun y su bonito Sungmin
pretendiendo jugar una partida de billar, mientras que en realidad solo se
besaban junto a la mesa cubierta de fieltro. No, la primera cosa a la que mi
mirada traidora se aferró fue a las inconfundibles curvas de Kibum que se
apuntalaban tan seductoramente cuando se inclinó sobre la barra mientras Kangin
le hacía señas para que se acercara.
Por supuesto, la primera cosa que se estrelló
contra mi cerebro fue la forma en que ese pantalón corto blanco y negro se
abrazaba a su trasero y caderas mientras se inclinaba. Justo en el extremo de
la cola de ese pensamiento estaba la noción de que Kangin estaba probablemente
teniendo un infierno de espectáculo y por alguna razón eso hizo que mi cabeza
se sintiera como que jodidamente iba a explotar. Mis muelas se apretaron y
literalmente, vi una caliente neblina roja cuando echó la cabeza hacia atrás y
se rio de algo que dijo el rubio sureño. Su risa ronca hizo algo en mi interior
y que se apretara debajo de mi cinturón. Antes de que pudiera pensar en lo que
estaba haciendo, me encontré caminando hacia la barra con pasos apresurados.
Vi que Kangin notó mi acercamiento y me sonrió
a propósito mientras deliberadamente se alejaba para ayudar a otro cliente.
Tuve que dárselo al chico, tenía un gusto asesino. Muy a menudo, ahora que él y
yo éramos los únicos miembros solteros de nuestra pequeña unidad, nos
encontrábamos naturalmente, bien, peleando por el mismo joven al final de la
noche.
Nunca fue nada serio y más de una vez se había
convertido en una especie de juego para ver quién de nosotros podría conseguirle
primero. Siempre era un juego de azar ver quién ganaría. Me instalé junto a Kibum
y tomé la cerveza que Kangin colocó frente a mí, sin tener que pedírsela.
Entrecerré un poco los ojos hacía él y vi su sonrisa ir de amable a
especulativa.
—¿Qué pasa, Jjong?
Sentí a Kibum volverse desde donde estaba
inclinaba para mirarme, pero la ignoré y me concentré en Kangin.
—No mucho.
—No has andado mucho alrededor últimamente.
—Ahora que todos mis amigos estaban casados, prácticamente casados o
involucrado con su único y verdadero amor, tendía a pasar mi tiempo libre por
aquí, tirando la mierda con él.
Sin duda habría notado que me estaba
escondiendo bajo una roca cubierto por mi propio miedo y la incertidumbre durante
el último mes o algo. Iba a hacer un comentario sabelotodo sobre que estaba
disfrutando de no tener competencia alrededor, cuando escuché a Kibum resoplar.
Había evitado estar demasiado cerca de él porque
me ponía incómodo y era tan físicamente consciente de él. Cuando lo agarré el
otro día había sido impulsado por el pánico y el miedo, no por una repentina
necesidad de tocarla. Sin embargo, estar tan cerca, viendo el color medianoche
de sus ojos y la forma en que su boca perfecta y sensual, tenía mí sangre
corriendo por las partes de mi cuerpo que no quería que estuvieran felices de
verlo. La forma en que ese rubí colocado en la esquina de su boca me guiñó como
si quisiera que me agachara y lo lamiera, me puso tan así que de repente no
podía recordar por qué no quería estar cerca de él.
La forma en que sus cejas oscuras como un
cuervo se alzaron mientras lo miraba, de repente me hicieron querer acercarme
lo más que pudiera.
—He estado ocupado —respondí
despreocupadamente a la pregunta de Kangin mientras seguía mirando fijamente a
este desconocido que una vez había conocido mejor que de lo que me conocía a mí
mismo.
—¿Ocupado con qué?
Tiré mi cabeza alrededor y me di cuenta que
tenía una sonrisa de comemierda en su rostro. El hecho de que estuviera estupefacto
por este joven era, obviamente, notorio y no tenía reparos en torturarme con
ese conocimiento.
Agarré la cerveza para tener algo que hacer
con mis manos e incliné hacia un lado mi cabeza mientras Kibum y yo nos
seguíamos mirando el uno al otro. Lo estaba mirando como si fuera a atacar en
cualquier segundo. Lo miraba como si fuera a saltar y tirar lejos todas las
cosas buenas que me rodeaban ahora y todo lo que quedaría sería una raída manta
de horror que cubría una vida que no quería recordar.
Me estaba mirando como si fuera el juguete
dentro de una caja de galleta. Sus ojos brillaban como si justo hubiera
encontrado algo que había estado buscando y que era mucho mejor de lo que
imaginó que sería.
Tomé un gran trago de cerveza y le dije con
voz plana.
—Quiero saber por qué estás en Seúl, Kibum.
Kibum tomó su bebida, algo color rosa que olía
picante y dulce, y tomó un sorbo.
—Estoy aquí porque Shindong quería que
estuviera aquí. Sabía que era aquí donde se suponía debía estar si quería ser
feliz.
No estaba esperando esa respuesta, de hecho,
me sentía de alguna forma como drogado por pensar en que fuera a decir que
tenía algo que ver con que yo estuviera aquí. La pequeña alerta de mi ego me
sorprendió y fruncí el ceño.
—¿Qué significa eso?
Él simplemente se encogió de hombros.
—Significa que me mudé por aquí hace tiempo.
Nunca me quedo mucho tiempo en un solo lugar y nunca me las arreglé para
establecerme. Siempre pensé que eso significaba que era aventurero, que tenía
el alma de un gitano, pero Shindong me hizo darme cuenta de que siempre estuve
solo buscando un lugar en el qué aterrizar, un lugar al cual llamar hogar.
Nunca tuve eso antes.
—¿Seúl es tu lugar seguro? ¿Quieres que este
sea tu hogar ahora?
Lo entendía. Quiero decir, Shindong me había
encontrado vagando en un repugnante salón de tatuajes como aprendiz de un chico
que estaba más interesado en circular anfetaminas fuera de su tienda que en
tatuar o enseñarme cómo tatuar.
Shindong tenía un amigo de un amigo que le
mencionó mi nombre, y el hecho de que yo era joven, realmente dispuesto a
aprender, y legítimamente amaba el arte. Había hecho un viaje especial para
verme, y sin saber cómo iba a funcionar, Cho Shindong me había rescatado, me
había traído a Seúl en su auto, me enseñó lo que necesitaba saber sobre una
exitosa carrera y cómo hacer dinero producto de ese arte. Más importante, Shindong
me había traído al redil de su familia.
La soledad no era fácil, pero lo había hecho
por tanto tiempo que al principio no reconocí que era nada de eso. Shindong
había hecho de Seúl mi lugar seguro y mi hogar también.
Kibum sonrió y ese piercing sobre su labio
sexy como el infierno, me guiñó otra vez. Ahora no había duda de que las cosas
bajo mi cinturón se estaban poniendo duras y tomando toda clase de notas sobre
ella contra mi voluntad.
Me dijo tímidamente:
—Algo así. Mi hogar es un poco más complicado
que las coordenadas en un mapa.
Iba a preguntarle qué infiernos significaba
eso, cuando la puerta del bar se abrió y un joven entró. Oí a Kangin inhalar
desde la parte trasera del bar y oí a Sungmin llamar: “¡Leeteuk!” mientras
saludaba al recién llegado desde donde aún estaba envuelto en Kyuhyun cerca de
la mesa de billar.
La belleza de cabello castaño rojizo dio un
saludo general y entonces se deslizó por el piso como si fuera su propia pasarela
personal mientras iba a reunirse con su amigo. Así de simple, Kyuhyun estaba en
el centro de un sexy sándwich pelirrojo mientras los dos jóvenes lo abrazaban y
reían a su alrededor. Bastardo suertudo.
—¿Quién? ¿Es? ¿Ese?
El tono de Kangin era repentinamente apretado
y espeso en una forma en la que no lo había oído antes. Sus ojos, los cuales
normalmente eran brillantes y resplandecientes se oscurecieron a algo intenso y
de una forma en la que nunca la había visto antes.
—Leeteuk. Vive cruzando el pasillo de Kyuhyun,
y ya que Sungmin prácticamente vive con él ahora, los dos son inseparables.
Los dos pelirrojos eran una extraña mezcla y
tan opuestos como dos jóvenes podían ser. Sungmin era de perfil bajo, delicado
al hablar y cerca de ser tan humilde y dulce como podía ser. Park Leeteuk había
sido genéticamente dotado en toda forma en que un joven podía serlo. Era realmente
lindo, súper divertido, y lo suficientemente peculiar para hacerla accesible e
interesante.
—Quiero. —La voz de Kangin cayó una octava y
vi a Kibum mirar del uno al otro entre nosotros dos. Odiaba siquiera pensarlo
pero de seguro pasó por mi mente que si fijaba su vista en Leeteuk, eso
significaba que no tenía que ponerme todo nauseabundo y raro acerca de él
coqueteando con Kibum, así que le dije.
—Ve por él. Está soltero.
Sus ojos se dispararon de vuelta a los míos y
frunció el ceño.
—¿Qué está mal con él?
Levanté un hombro y lo dejé caer
inocentemente.
—Trabaja un montón y en horas poco comunes,
supongo.
Puso su mano en la barra frente a mí y se
inclinó un poco hacia adelante.
—¿Qué hace?
Esa era la parte con truco. Cuando le dijera
que era lo que aquel impresionante joven hacía para vivir, sabía que su interés
habría sido inmediatamente humedecido. Lo lancé en algún lugar de mi cabeza por
un segundo, jugando con cómo decirle, cuando Kibum repentinamente interrumpió
nuestro juego de tira y afloja, parándose.
—Es policía.
Los ojos de Kangin se desorbitaron, enormes en
su rostro y dio un paso, alejándose de nosotros como si las noticias le
hubieran dado un shock eléctrico.
—¿Cómo sabes eso? —Su tono era rudo cuando le
hizo la pregunta.
Kibum levantó un hombro y lo dejó caer. Decidí
que quería lamer a lo largo de toda esa clavícula y succionar la curva de su
hombro donde se encontraba con su elegante cuello. ¿Qué estaba mal conmigo? Se suponía
que debía estar corriendo lejos de él y la herida que sabía que me infringiría.
—Viene a la tienda con la pareja de Kyuhyun
todo el tiempo. Una vez estaba en su uniforme de patrulla. Le pregunté si podía
mostrarme su arma.
Todo el color voló del rostro de Kangin y
sacudió su cabeza de adelante hacia atrás como si la acción pudiera disipar la
verdad en las palabras de Kibum. Solo para dejarlo claro, asentí y agregué:
—Realmente lo es. No lo creí cuando Kyuhyun me
lo dijo en un principio, pero es verdad. Incluso fue asaltado por un drogadicto
mientras estaba de patrulla hace poco y terminó caminando por allí con un ojo
negro y un labio partido. Lleva una insignia y ejerce la ley, amigo.
Maldijo bajo su aliento y me dio una sonrisa
ladeada.
—Eso debería ser ilegal. A ningún joven tan
caliente debería permitírsele proteger y servir.
Se alejó para conseguir algunas bebidas para Minha,
quien miraba el intercambio desde el fondo del bar. Cuando capté la mirada del
bello mesero, me sonrío y tuve que tragar algo de cerveza para evitar la
sonrisa automática en respuesta. Coquetear con un joven bonito era tan natural
como respirar en mí, pero Kibum estaba mirándome cuidadosamente, y, por alguna
razón, darle a Minha mi sonrisa de Te haré pasar un buen momento, realmente no
se sentía bien bajo su escrutinio. Empujó algo de su
largo cabello sobre su hombro y lo observé
deslizarse por su piel desnuda.
Coquetear podría ser mi segunda naturaleza,
pero este chico era sexy sin esforzarse y rezumaba sensualidad como si fuera un
caro perfume. Era de alguna forma mejor en jugar este juego de avanzar y
retroceder de lo que yo pudiera alguna vez serlo y esa era una razón más para
mantener mi distancia.
—¿Los jóvenes bonitos no deberían ser
oficiales de policía? —Su tono era un poco sarcástico, así que me apoyé en la
barra e incliné mi cabeza hacia donde Kangin aún estaba hablándole a Minha.
—Kangin tiene un largo historial estando del
lado equivocado para cualquiera con una placa. No es, por mucho, lo que Leeteuk
hace. Él no es la clase de chico al que le guste que un joven caliente esté
fuera de los límites y para él, lo que el chico hace para vivir, lo pone,
definitivamente, fuera del límite.
Levantó una negra ceja tatuada y lanzó una
mirada especulativa entre Kangin y el apabullante pelirrojo que había lanzado
su cabeza hacia atrás y reía sonoramente por algo que Sungmin había dicho.
—Es una pena que él se sienta de esa forma.
Podrían hacer una pareja realmente hermosa.
Bien, eso me hacía sentir con menos ganas de
estrangular a Kangin, no solo por echarle miradas a Kibum cuando había llegado
al bar, sino por sonreírle y ser tan casual a su alrededor cuando me hacía
sentir como si hubiera retrocedido hasta ser un niño indeseado y fuera de
lugar.
Ya apareció otra posible pareja
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