—Te quiero
fuera de la ciudad. Te quiero lo más lejos posible de mí y de mamá. Tengo el
dinero que pediste para hacer que suceda. —Levanté una ceja—. Dame el libro
para dárselo a Silas.
Sus ojos se
movieron del dinero hacia mi cara y de vuelta al dinero. Podía prácticamente
ver los engranajes moviéndose dentro de su cabeza y la baba que se concentraba
en la esquina de su boca.
—¿De dónde
sacaste el dinero?
—No es asunto
tuyo —le gruñí, en realidad gruñí como un animal, porque estaba seguro de que
iba a ir por su garganta en cualquier momento.
—Toma el
dinero, Kangin. Dame el libro. Esa es la única manera de arreglar esto.
—El libro vale
mucho más la pena que veinte mil dólares, Zhou.
Apreté mi ropa
con los dedos y me dije que me calmara. Si tuviera todo el trabajo hecho, Kangin
no lo hubiera usado como ventaja y yo necesitaba estar al control.
—Tu vida también vale más que veinte de los grandes. Sé que mataría a mamá para que yo fuera a casa a identificar su cuerpo, Kangin. Toma el maldito dinero y saca tu maldita vida de la mía, de una vez por todas. Esta oferta tiene un tiempo limitado. Una vez que salga caminando por esa puerta, estas solo en tu propio infierno, vienen contra viento y marea y voy a hacer lo que tenga que hacer para protegernos a mí y a mamá de ti mismo, como siempre.
—¿Qué
significa eso?
Sonaba
aburrido, como si no creyera que iría a través de cada amenaza. Tal vez el
viejo Zhoumi no, pero era una mezcla de lo viejo y lo nuevo no tenía tiempo que perder con los
juegos de mi hermano, no cuando tenía el Corazón roto y me sentía muy crudo.
Me levanté y
extendí el dinero hacia él.
—Significa
toma el dinero o sino llamo a Silas de camino hacia la puerta. Como dije, él ha
estado siguiéndome por toda la ciudad, y no me equivocaría si digo que está en
el estacionamiento. Si no trabajas conmigo,
Kangin, honestamente no me importa que pase contigo en este punto. No
está en mí salvarte, ni hacer todo y nada por ti de la manera en que lo hice
una vez.
Debió ver mi
cara seria y la verdad es que no tenía nada que perder, porque me arrebató el
sobre y miró dentro. Vi que sus ojos se volvían grandes, pero no hizo ningún
movimiento para entregarme el libro.
Crucé mis
brazos. Pensé que estaba esperando para ver que hacía, así que solo miré hacia
abajo hasta que maldijo. Se tomó su tiempo para ir hacia la maleta y buscar el
pequeño libro encuadernado en cuero que era del tamaño de la palma de mi mano.
Por qué los criminales no solo digitalizaban todas sus cosas ilegales y
protegían con contraseña esa mierda estaba más allá de mí. Lo agarré con una
mano cuando me lo lanzó y lo guardé en el bolso de mi pantalón. Se sentía como
si no pesara tanto como mi Corazón oprimido por el momento.
Puse mi mochila
alrededor de mis hombros e hice mi camino hacia la puerta.
—Es en serio, Kangin.
Esta es la última vez que hago algo por ti. Me gusta mi vida aquí, me gusta la
persona que soy aquí y estoy dispuesto a hacer lo que sea para mantenerlo.
Aunque tú seas mi sangre y mi familia.
Cruzó los
brazos sobre su pecho desnudo y sus ojos radiantes brillaron hacia mí.
—Has cambiado,
hermanito. Eres más duro de lo que solías ser. Miré por encima de mi hombro.
—Maldita sea,
harías bien en no olvidarlo.
—Sé que no vas
a creerme, Zhou, pero las cosas que hice, las cosas que nunca te dije, a pesar
de que me estaba matando por dentro, estaba tratando de que nos lleváramos bien. Siempre te amé
más que a cualquier cosa. Tú eres la única persona que siempre me ha hecho
volver.
Me volví hacia
él y tuve que contenerme para no llorar.
—¿Cuándo fue
la vez que me tuviste en tu espalda?
Parecía
confuso por un momento, pero Kangin era bueno y podía parecer de la manera que
quisiera. Apestaba no poder confiar en el brillo de esos ojos que eran como los
míos.
—¿De qué estás
hablando, Zhou? —Por un momento pensé que iba a avanzar hacia mí, para tratar
de abrazarme o confortarme, pero era demasiado poco y demasiado tarde para que
cualquiera de estas dos cosas existieran entre nosotros.
Tal vez
realmente no lo sabía, tal vez él no quería saber, de cualquier manera era
demasiado tarde y todas esas cosas y él estaban en el pasado. Era una
conversación que sentía que no deberíamos tener.
Cuando cerré
la puerta sin una respuesta, estaba cerrando más que una puerta, también estaba
cerrando la puerta con mi hermano. Estaba cerrando la puerta que me había
secuestrado durante demasiado tiempo. No sabía si Kangin sabia como era el
amor, pero yo ahora sí lo sabía.
Había estado
viviendo una vida que estaba dirigida por cosas que parecían buenas ideas, pero
había demostrado ser superficial y realmente era una armadura para aislarme.
Moviéndome hacia el futuro, iba a ser todo sobre el equilibrio entre lo que
quería y lo que necesitaba. Apestaba que Henry Lau fuera lo único que se
ajustaba en ambos criterios, cuando estaba completamente seguro de que nunca
iba a querer tener nada que ver conmigo otra vez.
La última
semana había sido una tortura. Estaba agotado emocionalmente y muerto de
cansancio y un frenesí de evasión. Entre
recorrer todo el infierno y volver para reemplazar las cosas que necesitaríamos
para la gira a finales de la próxima semana, e intentar desesperadamente evitar
cualquier tipo de enfrentamiento con Zhoumi, estaba esparcido por todo el lugar
y apenas me mantenía unido.
Hasta ahora yo
había logrado pasar la mayor parte de mi tiempo con la banda, practicando y
trabajando como burros, hasta el punto de que me desplomaba a la noche en el
estudio sobre un colchón hinchable, o arrastraba a mi casa mucho después de que Zhoumi
regresara de su turno en el bar. Estaba escribiendo canciones que hacían doler
mi cabeza y mi Corazón, y creo que los chicos de la banda estaban hartos de
baladas sobre corazones rotos.
No sabía qué
decirle a él, y no sabía cómo mirarlo sin tener que rasgarme en pedazos y me
consumía más de lo que pensaba que era posible.
No quería estar constantemente enojado con él o hacerle saber que el
abismo que había reconstruido entre nosotros me estaba matando, así que pensé
que la distancia era mi mejor apuesta para aferrarme a la cordura.
En ocasiones,
nuestros caminos se cruzarían en la mañana en el camino hacia el baño, o
en la mesa de la cocina para el
desayuno, y tenía que admitir que parecía tan rota como yo. Nada de eso me hizo
sentir mejor, y el hecho de que Heechul no lo dejara ir hacía que fuera más
fácil evitar la casa tanto como podía.
Por el
momento, estaba sentado en la Corte, y a pesar de que había estado esperando
este momento, me sentía como un encendedor de un cartucho de dinamita. Mi
abogado me decía que parara de contraccionarme o inquietarme, pero estaba
ansioso, porque mi padre estaba sentado en el lado opuesto de la habitación,
con sus heridas curándose y luciendo más loco que un saco de gatos mojados.
Mi madre
estaba sentada detrás de él, con la mirada nerviosa moviéndose de ida y vuelta
entre nosotros dos. Su ojo negro estaba ingeniosamente cubierto de maquillaje y
me di cuenta de que se estaba esforzando para no llorar. Yo también estaba
incómodo mientras salía, en un par de pantalones a rayas y una camisa blanca de
botones de tela Oxford que me hizo sentir como un grande, y falso gordo.
La ropa del
tribunal apestaba, pero me di cuenta por la forma en que el juez estaba echando
un vistazo a mi cabello y los picos en mis oídos que vestirme elegante había
estado a mi favor.
El abogado de
mi padre, optó por ir y avanzar sobre cómo el asalto era una acusación seria, y
cómo había dejado a mi padre en el hospital. Él dijo que había traído trauma y
daño a la familia. Trajo a colación el hecho de que había estado en problemas
antes, y en general intentó hacerme ser una especie de hooligan salvaje que
estaba fuera de control.
Mi abogado
respondió que mi padre había instigado la pelea, y que solo había estado actuando
para proteger a mi mamá. Fue y vino así durante
un tiempo, con mi padre resoplando todo el tiempo.
Traté de
permanecer sentado, trataba de no disparar dagas al otro lado de la Corte. El
juez intervino para decir que había visto casos como este muy a menudo en su
Corte, y a pesar de que mi padre me quería en la cárcel, obtuve justo lo que
había predicho: un millón de horas de servicio comunitario, libertad
condicional durante un año y multas hasta el culo. También me hicieron
responsable de los gastos médicos de mi padre y ordenaron una orden de
protección inmediata que decía que no podía ir a menos de cien metros de él o
de la casa durante noventa días.
No me costó
aceptar todo, y tuve la ventaja añadida de ver a mi padre volverse púrpura
cuando pregunté sobre el aplazamiento del servicio comunitario y me aseguré que
las condiciones de mi libertad condicional no me prohibían salir del país para
la gira. Oí a mi madre jadear cuando el caso fue descartado cerrado, pero el
mismo policía que me había puesto en la
parte de atrás de su auto rodeó la mesa y golpeó una pesada carpeta en
el frente de mi papá.
Quería
levantarme y hacer un baile de la victoria. Había tomado todo el favor que mi
abogado había colgado en el mundo jurídico con el fin de que resultara así para
mí y yo estuve más que entusiasmado de que el mismo policía fue el que tuvo el
honor de detener al viejo bastardo.
—¿Sabe lo que
demuestran estas imágenes, señor Lau?
El abogado de
mi padre estaba volviéndose loco, gritando todo tipo de basura a la que nadie
le prestaba atención, y mi mamá estaba alzando sus manos a la boca cuando las
imágenes claras y brillantes, de mi padre destrozando y vaciando el estudio, se
derrumbaron sobre la mesa en un arreglo de visible culpabilidad.
Mi padre fue
de púrpura a algún otro color que nunca había visto antes, y se levantó de la
silla con tanta fuerza que ésta cayó hacia atrás, por lo que los oficiales de
la Corte se tensaron.
—¡Ese no soy
yo! —Señaló con un dedo—. ¡Tú, mierdecilla! ¡Me tendiste una trampa!
Me recosté en
mi silla y traté de no sonreír.
—Tenía
seguridad para evitar que algo así suceda. No es mi culpa que te atraparan y
apuesta tu culo a que estoy presionando cada maldito cargo en que él pueda
pensar.
Incliné la
cabeza al policía que estaba esposando a mi papá.
—Te has metido
conmigo por última vez, viejo. Esto es todo, y espero que te pudras.
—¡Yo soy tu
padre, Henry!
Sacudí la
cabeza y me puse de pie.
—No, nunca has
sido eso.
No podía mirar
a mi mamá o al juez, que estaba observando toda la debacle con ojos tristes y
conocedores. Ni siquiera quería pensar en todas las familias en peores
condiciones que la nuestra que habían llegado ante su banco.
Estreché la
mano de mi abogado, y accedí a firmar todas las cosas que tenía que reunir para
mi servicio comunitario y los gastos legales. Le pedí que consultara con el
policía de conseguir devolver las cosas que mi padre había robado, pero no
sonaba esperanzado de que eso fuera una opción.
Estaba
caminando fuera de la corte y tirando de mi chaqueta de cuero sobre mi camisa
estúpidamente abotonada, cuando oí mi nombre ser llamado. No quería parar, no
quería hablar con él, teniendo en cuenta que todavía estaba sangrando porque él
escogiera a ese idiota en vez de a mí la última vez.
Había algo
codificado en mi ADN que me hizo dar la vuelta y esperar para que llegara a mí, sin embargo. Aquí, en
la brillante luz del día, podía ver cada línea, cada marca en su rostro que
indicaba una vida que se vivía en la miseria y el sufrimiento. Se veía tan
horrible y tan lejana. No había ni siquiera una sombra de la mujer que quería
llamar "mamá" allí.
—Henry, espera
un minuto, por favor.
Juré en voz
baja y deseé poder fumar, así tendría algo que hacer con mis manos. Las metí en
los bolsillos de mi chaqueta y traté de mantener mi expresión en blanco.
—No creo que
tengamos nada que decirnos, mamá.
Ella jugueteó
con la correa de su bolso y se negó a encontrarse con mi mirada de frente.
—Él es tu
padre, Henry. No lo puedes enviar a la cárcel.
Suspiré. Sabía
que eso iba a venir, pero todavía se sentía como un golpe.
—Sí, puedo. Me
robó, y desmanteló mi sustento porque yo no cedería a sus demandas. No solo lo
puedo enviar, sino que es donde debe estar. Me
voy a Europa por tres meses, mamá. No voy a estar solo a una llamada de
distancia la próxima vez que intente usarte como un saco de boxeo. No voy a
estar incluso en este continente la próxima vez que se gaste todo el dinero de
la hipoteca en alcohol y prostitutas. Así que tal vez encerrarlo finalmente va
a hacerte ver que estás mejor sin él.
Ella tocó
involuntariamente su aún amarillento ojo morado.
—El solo lo
hizo una vez y no habría estado tan sacado de quicio si solo lo hubieras
ayudado, como siempre me ayudas.
Me reí, y fue
tan roto, lo sentí azotar a través de los dos.
—¿En serio
estás tratando de culparme porque él te golpeó? Buen intento, Ma, pero eso no
va a volar conmigo más. He terminado de tratar de forzar algo mejor en ti,
tratando de sacarte a la luz. Si quieres vivir en la oscuridad, es tu elección,
Ma, y no tienes a nadie a quien culpar sino a ti misma.
Iba a
marcharme, pero su mano en mi codo me detuvo. Su labio inferior temblaba y me
gustaría decir que me rompió el Corazón, pero sabía que su preocupación no era
por mí o por ella misma, sino por ese bastardo egoísta sentado en una celda por
tratar de matar mis sueños.
—Si te vas y
él está en la cárcel, voy a estar sola, Henry. No puedo estar sola. —La última
palabra la dijo en un susurro que apenas escuché.
—¿Sabes qué,
Ma? Sola es mejor que un segundo pasado con ese imbécil. Me he pasado toda mi
vida tratando de hacerte ver que iba a cuidar de ti, que nunca te dejaría sola.
Todo eso cambió cuando los dejaste meterme en la parte posterior de la patrulla
policial por intentar protegerte. Es hora de empezar a protegerte sola.
Me sacudí su
mano, lo que fue sorprendentemente más fácil de hacer de lo que pensé que
sería. No podía mirarla más, no podía dejar que su sombra me derrumbara, así
que di un paso lejos de ella y le dije:
—Te llamaré
cuando vuelva. Tal vez el tiempo a solas te hará algún bien y podamos hablar.
Si no es así, he terminado con esto. Si el viejo piensa que va a joder conmigo,
joder con mi banda y mi música, es mejor que consiguiera una llamada de
atención. Lo toleré durante años, porque estaba muy preocupado por ti y lo que
él haría, pero ahora solo estoy preocupado por mí. Adiós, Ma.
Me fui con la
sensación de hundimiento mientras caminaba lejos de ella para siempre. Saqué mi
teléfono de mi bolsillo y llamé a Marked, la tienda de tatuajes donde Heechul y
todos los chicos trabajaban. Dado que la tienda tenía identificador de
llamadas, Heechul fue menos que profesional cuando contestó el teléfono.
—Oye.
—Oye, ¿está Jjong
por ahí?
—¿Acabas de
salir de la Corte.
Hombre, ese
pequeño duendecillo era como un pit bull cuando tenía algo en sus dientes.
—Sí.
—¿Cómo te fue?
—Está bien. En
serio, Heechul, quiero hablar con Jjong si no está ocupado.
—Sabes que
todos ellos van a estar acosándolo para saber lo que pasó tan pronto como él se
ponga a hablar contigo de todos modos, así que podrías también solo decirme,
así puedo decirles. Nos ahorras tiempo a todos.
Suspiré y
cedí.
—Tengo un
montón de servicios comunitario, un millón de multas y una orden de
alejamiento. El viejo obtuvo esposas y un boleto para el encierro. Estoy seguro
de que mi madre va a tratar de rescatarlo, pero el policía me aseguró que el
robo era suficiente para mantenerlo allí por un largo tiempo, y que la fianza
no va a ser barata. Me gustaría decir que él va a estar allí durante todo el
tiempo que me haya ido, pero no sé si sea muy realista. Estoy bien, Heechul, de
verdad.
Él murmuró
algo en voz baja y lo oí llamar el nombre de Jjong a través de la tienda.
—Consideraré
que estás bien cuando dejes de jugar al gato y al ratón con Zhoumi y acabes de
hablar con él.
Solté un
bufido.
—Ese barco ha
zarpado, chico.
Creí que él
iba espetar algo, pero oí los sonidos de una pelea y la voz ronca de Jjong se
puso al teléfono.
—Oye.
—Y es el
equipo Henry para la victoria.
—No hay duda,
amigo. ¿Qué pasa?
—¿Cómo está tu
horario hoy?
—Espera un
segundo y voy a verlo, es decir, si puedo conseguir que el Demonio de Tasmania
mueva su lindo trasero fuera de mi camino.
Oí a Heechul
gritar de indignación y más sonidos de forcejeo, solo que esta vez la risa masculina sonó fuerte en el
fondo.
—Mi última
cita es a las cuatro y debería ser rápida. Una chica que solo quiere una
pequeña flor de lis en el pie.
—¿Quieres
empezar algo para mí?
—¿Qué tienes
en mente? ¿Algo grande o algo pequeño?
—Grande.
—No vamos a
tener tiempo para eso antes de que te vayas.
—Lo sé. Solo
quiero que lo dibujes y obtener el contorno hecho.
—Cuéntame.
Había estado
pensando en ello desde que el estudio quedó destrozado, desde que Zhoumi había
sacado mi Corazón y lo había arrojado lejos. Quería algo que capturara la
manera en que la música explotaba de mí, la manera en que el fuego fluía dentro
y fuera de mí con palabras mientras estaba en el escenario.
—Quiero un
micrófono de la vieja escuela roto, como agrietado, con un montón de fuego
derramándose fuera de él. Tiene que parecer destrozado y áspero, y no de la
vieja escuela o tradicional.
Le oía rasgar
en un papel mientras hablaba.
—El fuego
tiene que ser caliente y fuera de control y no me importa lo grande que lo
hagas. Toda mi espalda está libre, por lo que tienes todo lo el espacio que
necesites.
Él silbó entre
dientes.
—Muy bien. Voy
a esbozar algo para ti y te lo enviaré en un mensaje. Si te gusta, pásate a eso
de las cinco.
—No te
preocupes por el mensaje, simplemente dibújalo y lo haremos. Vamos, amigo, me
conoces; este tatuaje es todo acerca de mí y de mi música. Sé que lo
entendiste.
—Puedes estar
totalmente loco, lo sabes, ¿verdad?
Fue curioso,
porque por primera vez en mucho tiempo, sentía como si me hubiera dado cuenta
de las cosas y la locura no desempeñaba ningún papel en ello.
—¿No dicen que
todo gran arte viene del sufrimiento o la locura?
Él se echó a
reír.
—Yo creo que
tienes ambos cubiertos. Nos vemos más tarde.
Había evitado
ir a la casa durante el día, por si acaso corría hacia Zhoumi, pero no quería
seguir usando la misma ropa, así que decidí arriesgarme. Maldije en voz alta
cuando vi que el Jeep seguía estacionado en el camino de entrada. Cerré mi
mandíbula y decidí que estaba suficientemente crecido como para manejar un
encuentro con él, incluso si mirarlo hacía que todas mis partes expuestas
dolieran.
Abrí la puerta
y me detuve en seco. Era evidente que acababa de regresar de una carrera,
porque estaba en esos pantalones negros elásticos que hacía que sus piernas se
vieran como algo salido de un sueño húmedo. Eso era demasiado, y demasiado Zhoumi
para que lidiara con él en mi actual estado de ánimo, por lo que estaba a punto
de pasar junto a él, y fingir completamente que ni siquiera lo había visto en
toda su gloria demasiado caliente para mi propio bien.
Al parecer, él
tenía otras ideas, porque dejó su botella de agua y se recostó en el sofá para
mirarme.
—¿Cómo estuvo
la Corte?
Tenía en la
punta de la lengua preguntarle cómo sabía dónde había estado, pero luego me
acordé de la ropa de lujo y el hecho de que Heechul tenía la boca más grande
del mundo. Me saqué la chaqueta de cuero y la lancé a su lado, y conté hacia
atrás desde diez hasta que sentí como que podía hablar con él. Yo quería
interactuar con él sin derramar y atragantarme con toda la amargura con la que
luchaba todos los días.
—Todo salió
muy bien.
Vi su mirada.
Estaba claro que estaba tan incómodo como yo.
—Eso es bueno.
Me alegro por ti.
Dejé escapar
una risa amarga y metí mis manos entre mi cabello.
—Sí, es el
sueño de todo niño enviar a su padre a la cárcel porque lo apaleó y trató de
arruinar cada una de las oportunidades de su vida. —El sarcasmo era como una
espada que cortó el malestar entre nosotros.
Se aclaró la
garganta y se levantó del sofá, cruzando los brazos sobre su pecho con el cual soñaría
hasta morir.
—Te mereces
ser feliz, Henry. Mereces cuidar de ti mismo por una vez.
—Sí, supongo.
—Me gustaría mucho más que él cuidara de mí, preferiría cuidar de él, pero como
eso no era más una opción, supongo que cuidar de mí mismo era la única opción
que quedaba.
Iba a ir a mi
habitación, así que empecé a desabrocharme la camisa. Esos ojos de él eran
agudos y siguieron cada movimiento. Sonó su teléfono desde la mesa de la cocina
y me moví para alcanzárselo. Todo dentro de mí se quedó helado cuando vi el
nombre en el identificador de llamadas.
Suéter de
Rombos.
El maldito de
Suéter de Rombos lo llamaba y yo iba a incinerar todo el planeta con un solo
pensamiento. Sin mediar palabra le entregué el teléfono y fui a pasar junto a él.
Me detuve cuando su mano cayó en mi hombro. Esos yo estaba tan cansado de este
joven retorciéndome y dejándome ir. No podía perder más el control. Estar
mareado solo era divertido por un segundo.
—No es lo que
piensas, Henry. Nada de esto es lo que piensas.
Su voz tembló
un poco y quise cuidarlo, quise besarlo y llevarlo a la cama. Quise cantarle,
quise rogarle que fuera de gira conmigo, quise poner un anillo en su dedo y
pedirle que fuera mío para siempre. Por desgracia, lo único que podía hacer era
quitármelo de encima y entrecerrar mis ojos hacia él.
—Trato de no
pensar en ello, Zhou.
Lo oí jadear,
pero no dejé de caminar hacia mi habitación. No quería escuchar nada de lo que
tenía que decir al idiota de rombos, así que cerré la puerta de la habitación y
me quité la ropa que me estaba asfixiando, deseando todo el tiempo poder tirar
las emociones que me había provocado así de fácil.
Bueno...Mimi tiene el libro
ResponderEliminarKangin parece que medio entendio a Mimi.
El padre está en la carcel.
Ha cortado con su madre...al menos por este tiempo.
Quiere un tatuaje nuevo.
Y Mimi recibe una llamada de rombos que no sé si es sobre kangin o que quiera algo de Mimi.
Cualquiera de las dos opciones...no me gustan.
Henry le está diciendo lo mucho que le afecta la situación en la que están.
Ojalá hablen antes de que Henry se vaya
Esto va de mal en peor, no se puede culpar a Mimi, pues es algo que tenia que hacer solo y aunque entiendo a Henry y su dolor de pasar por todo solo, tambien era necesario, ya ambos se han liberado de sus tormentos y espero que cuando vuelvan a estar juntos sean felices sin tormentos del pasado
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