—Nada. Tienes
visita.
Hyungsik sintió
que se le aceleraba el pulso y pensó por un momento que podía tratarse de
Minwoo. Lo echaba mucho de menos. Pero su sentido común le dijo que no era
posible, si no su appa se lo habría dicho.
—¿Quién es?
¡Espero que no sea el pastor Siwon!
—No, no es el pastor
Siwon, aunque quizás te viniese bien charlar un poco con él. .
—Appá.
—Bueno, antes de
ir a recibir a la visita, ¿no hay nada que quieras contarme?
—¿Como qué?
—¿No tienes nada
en tu conciencia?
—¿Mi conciencia?
¿De qué estás hablando?
—Un joven ha venido
a verte, no deberías hacerlo esperar. Ha recorrido un largo camino para llegar
hasta aquí.
—¿El qué no
puedes creer? Está aquí y es evidente que va a tener un bebé. ¿Es tuyo?
—¡No!
Hyungsik se dijo
que no podía estar ocurriéndole eso. Yeowool estaba allí.
Había averiguado
dónde vivían sus padres y lo había seguido.
—Bueno, en
cualquier caso no lo hagas esperar.
Hyungsik respiró
profundamente. ¿Por qué había ido Yeowool hasta allí? ¿Qué estaba intentando
hacer? No podía demostrar que fuese su bebé, pero él tampoco podía demostrar
que no lo fuese.
Todavía no.
Yeowool estaba
esperándolo en el salón, que los Park sólo utilizaban en ocasiones especiales,
y Hyungsik se sintió enfadado.
Se puso en pie
cuando entró y lo primero que vio Hyungsik es que su embarazo estaba más
avanzado de lo que él había pensado.
—¡Hola, Hyungsik!
Espero que no te importe que haya venido aquí. Tenía que hablar contigo.
—¿Por qué? ¿Qué
quieres?
—¡Hyungsik!
—exclamó su appa que se había quedado detrás de él.
—¿Qué quieres?
—repitió Hyungsik ignorando al señor Park—. Pensaba que había dejado las cosas
claras antes de marcharme de Corea.
—Oh, Hyungsik. No
seas así. Sabes que te quiero —dijo el joven sacando un pañuelo de su bolsa para
secarse las lágrimas.
Hyungsik se
volvió enfadado hacia su appa y no le extrañó verlo horrorizado. Yeowool era
muy buen actor.
—Esto no va a
funcionar, Yeowool, así que te sugiero que dejes de perder tu tiempo y el mío y
que te marches de aquí.
—¿Cómo puedes ser
tan cruel? Después de todo lo que hemos significado el uno para el otro.
Yeowool se
deshizo en lágrimas, se dejó caer en el sillón en el que había estado sentado y
se tapó la cara con las manos.
Hyungsik salió
fuera y se apoyó en la pared de la casa esperando que su corazón se calmase.
Estaba allí, con los ojos cerrados, cuando oyó pasos. Por un momento se sintió
desorientado, el sonido venía de la dirección opuesta a la casa. Pero eran sin
duda pasos de un joven. Cuando abrió los ojos vio a Minwoo, que lo miraba
preocupado.
Hyungsik se
preguntó si debía añadir las alucinaciones a su lista de dolencias. Minwoo no
podía estar allí, no el mismo día que Yeowool se encontraba en el salón de sus
padres. A pesar de que lo había echado mucho de menos, le parecía que se
trataba de una broma de mal gusto.
Pero al oírlo
hablar supo que era real.
—¡Hyungsik!
—exclamó su esposo corriendo hacia él—.
¿Qué te ocurre? Pareces... enfermo.
Minwoo pensó que
debía estarlo. Si no, no habría abandonado sus responsabilidades al frente de
la empresa para tomarse unas vacaciones.
Hyungsik cerró
los ojos un instante, todavía deseando que fuesen imaginaciones suyas.
—Sólo… tenía un
poco de calor. ¿Cómo has llegado hasta aquí?
—¿Qué más da? Lo
importante es que estoy aquí. ¿Te alegras de verme?
—Sí.
—No estaba seguro
—admitió Minwoo sonriendo por fin—. Después de cómo me comporté antes de que te
marchases. Siento haber sido tan idiota.
—Yo también lo he
sido.
—¿Por qué no me
lo contaste?
—¿El qué? Si te
refieres a que no estaba bien, sí que te lo dije.
—Sí, pero
pensé... —Minwoo se dio cuenta de que había estado obsesionado con Jo Yeowool—.
En cualquier caso, es más serio de lo que me había imaginado.
—¿Tengo muy mal
aspecto?
—No. Sí. No es
eso. La verdad es que estás un poco pálido y supongo que has tenido que
sentirte muy mal para dejar el trabajo. Pero no me di cuenta hasta que no hablé
con Gaesae.
—¿Has hablado con
Gaesae? ¿Hwi Gaesae?
—Es el único Gaesae
que conozco. No me mires así. También está preocupado por ti. Cuando me dijo
que tenías... problemas personales, supuse que se refería a mí.
—¿Eso dijo?
—Más o menos.
Hyungsik, te he echado de menos.
—¿De verdad?
Eso era lo que
Hyungsik más deseaba oír, que su esposo había ido hasta allí porque se
preocupaba por él.
—¿Quieres que te
lo demuestre? ¿Dónde están Donghae y Hyukjae? Supongo que tendremos que
decirles que estoy aquí. A no ser que estemos solos.
—No están en casa
—mintió. Pasase lo que pasase más tarde, necesitaba estar unos minutos con él a
solas—. Ven conmigo, hace demasiado bueno para quedarse aquí.
—¿Adónde vamos?
—Eso déjamelo a
mí.
Lo tomó de la
mano y lo llevó prácticamente a rastras hasta donde estaba aparcado el Aston Martin.
Por primera vez desde su llegada, Hyungsik se alegró de haber hecho el viaje en
barco y de haberse llevado el coche. Abrió la puerta del copiloto e hizo entrar
a su esposo.
—¿No necesitas
las llaves?
—Nadie cierra el
coche aquí en Kochi.
Minwoo rió y él
alargó el brazo y le acarició la pierna. Hyungsik quería continuar, deslizar la
mano. Sabía que él también lo deseaba. Pero no debía arriesgarse. Su appa no
tardaría mucho en salir a buscarlo. Tal y como se había comportado Yeowool,
querría una explicación. Aunque, como Minwoo, tampoco fuese a creerlo.
Arrancó el coche
y se alejó de la casa. Afortunadamente, aunque había llovido por la noche, el
suelo estaba seco y las ruedas no hicieron ruido.
Cuando estuvieron
lo suficientemente lejos de casa de sus padres, Hyungsik bajó la ventanilla y
respiró el aire puro del campo. Se sentía mejor. No quería pensar en Yeowool,
ni en lo que diría Minwoo cuando descubriese que estaba allí. En esos momentos
estaban solos.
Tomaron la
carretera principal, que estaba desierta. De vez en cuando se cruzaban con un
tractor o con un carro de caballos. Pero la mayor parte del tiempo pudieron
disfrutar del paisaje a solas.
—Mmm, qué
maravilla. Estoy encantado de haber venido.
—¿Y tus maletas?
No es posible que tengas todo lo que vas a necesitar ahí —comentó Hyungsik
señalando una pequeña bolsa de ante que había en el asiento trasero.
—¿Por qué no?
—volvió a reír Minwoo—. Con una muda de ropa interior es suficiente.
—¿Y el resto?
—insistió Hyungsik recordando que siempre que se iban de vacaciones juntos
llevaba un montón de maletas—. Te conozco demasiado bien.
—Lo sé —admitió
Minwoo, no quería decirle que había pasado la noche anterior en un hotel en la
capital. Le había costado trabajo decidirse a comprar el billete a Kochi, no sabía
cómo reaccionaría Hyungsik al verlo—. Está en el hotel.
—¿Qué hotel?
—El Empire —admitió
Minwoo con desgana—. No sabía si... si querrías que me quedase contigo.
—Ya.
Hyungsik suspiró.
Lo cierto era que la despedida no había sido demasiado amistosa. Y él no la
había llamado desde que había llegado allí, tampoco sabía qué era exactamente
lo que quería su esposo.
—No estás
enfadado conmigo, ¿verdad? —murmuró Minwoo acariciándole la oreja—. Estas tres
semanas han sido las más largas de toda mi vida.
—No seas tonto.
Hyungsik encontró
el camino que estaba buscando y descendieron por un estrecho barranco. Detuvo
el coche a medio camino y apagó el motor.
—Ven. Quiero
enseñarte algo.
—¿Dónde estamos?
—Si vienes
conmigo, te lo mostraré.
Le tendió la mano
y lo miró. Entonces lo besó antes de empezar a bajar por el camino. Minwoo se
tambaleó.
—Espera —dijo
agarrándose a un pino y quitándose los zapatos—. Vas a tener que llevarme en brazos
si el camino es muy malo.
—No te preocupes,
no vamos muy lejos.
Después de cruzar
una arboleda, llegaron a una plataforma rocosa debajo de la cual había una
charca donde se reflejaba el cielo azul. Su llegada hizo que una bandada de
patos saliese volando. Al otro lado de la charca había otra arboleda que
formaba un cortaviento natural y que escondía las ruinas de lo que debía de
haber sido una iglesia o una abadía.
—¡Es precioso!
¿Qué lugar es éste? ¿Cómo es que lo conoces?
—Lo llaman la
charca de St. Michael. Supongo que cuando el monasterio estaba habitado los
monjes utilizaban esta charca para todo.
—¿Eso era un
monasterio? Debe de ser muy antiguo.
—Por lo menos
tiene varios siglos. El agua de la charca es clara y está helada. Se supone que
mana de una fuente subterránea, pero mis hermanos y yo nunca conseguimos
encontrarla.
—¿Se bañaban
aquí?
—Cuando éramos
pequeños. Mis abuelos vivían en Kochi y pasábamos aquí las vacaciones de
verano.
—Pero este lugar
está lejos.
—Veníamos en
bicicleta. La mayor parte del tiempo los abuelos no sabían dónde estábamos. Nos
encantaba.
—De eso estoy
seguro. Hyungsik, esta charca
parece muy profunda. Podríais haberse ahogado.
—Cuando se es un
niño no se piensa en esas cosas. Y éramos buenos nadadores. Mis hermanas también.
Era toda una aventura. ¿Quieres probarlo?
—¿Nadar en la
charca, quieres decir?
—Si te atreves.
—¿Y si viene
alguien?
Hyungsik no dijo
nada. Se quitó la camiseta y Minwoo se estremeció al ver su cuerpo. Era
ridículo. Se trataba de su marido. Pero la idea de desnudarse junto a él era
tentadora. Se sintió como si fuera un adolescente.
—Nos quedaremos
en el agua, ¿verdad? —preguntó Minwoo desabrochándose la chaqueta.
—En principio sí.
A no ser que tengas una idea mejor.
Hyungsik sintió
cómo la excitación que le había causado ver a su esposo se convertía en una
erección.
Minwoo se dijo
que, en el estado de excitación en el que se encontraba, le vendría bien un
baño de agua fría. ¿O quizás no? Vio cómo Hyungsik se desabrochaba los
pantalones y comprobó que no llevaba ropa interior. A pesar de que estaba casi
de espaldas a él, pudo ver su sexo y supo inmediatamente que lo deseaba tanto
como él.
Hyungsik se tiró
al agua y le salpicó los pies. Estaba helada.
—¿A qué estás
esperando? —le preguntó.
Minwoo llegó al
borde sin quitarse la ropa interior, cerró los ojos y saltó.
Se sumergió en la
profundidad y le costó volver a salir. El agua estaba muy fría, pensó que debía
de ser como bañarse en el Antártico.
Hyungsik nadó
hacia él.
—¿No es genial?
Sobre todo en un día tan caluroso como hoy.
—No siento las
piernas del frío —murmuró Minwoo temblando.
—Eso es porque no
las estás moviendo. Ven, vamos al otro lado. Entrarás en calor en cuanto
empieces a nadar.
—¿Tú crees?
Minwoo no estaba
del todo convencido, pero siguió a su marido, que se encontraba como pez en el
agua. De todos modos, no tenía otra opción.
Tenía razón. Se
sintió mejor después de haber nadado un poco. El agua ya no le parecía tan
fría, se detuvo al lado de Hyungsik y disfrutó del baño.
—Imagínate cómo
se sentirían los monjes si te viesen.
Minwoo tragó
saliva Hyungsik e apretó contra él y le acarició el trasero. Lo abrazó con una
pierna y lo besó.
Era tan sensual,
tan erótico, que Hyungsik se moría de deseo. Se sentía bien.
—Salgamos de aquí
—propuso.
Los dos nadaron
hasta donde habían dejado la ropa. Hyungsik salió del agua y ayudó a su esposo
a hacer lo mismo. Antes de darse cuenta estaba tumbado boca arriba y Hyungsik
lo besaba intensamente. Minwoo Ella abrió los labios para recibir su lengua y
apretó el cuerpo contra el de él.
Le quitó la ropa
interior y frotó sus erecciones.
—Abre las piernas
—le pidió.
Aunque su piel
seguía estando fría, su interior estaba cálido y húmedo, justo lo que necesitaban
para entrar en calor. Los músculos de su entrada que lo había recibido sólo
unas semanas antes volvían a estar preparados para él. Lo penetró
profundamente.
A Minwoo ya no le
importaba que nadie los viese, la idea lo excitaba todavía más. Lo único que
contaba era que Hyungsik volvía a formar parte de él. Lo llenaba física y
espiritualmente y ya estaba teniendo un orgasmo cuando Hyungsik metió los dedos
entre su pelo para después acariciarle la nuca. Después llegarían su orgasmo y
entonces sintió cómo Hyungsik se dejaba ir y apretaba sus caderas contra la suyas
hasta vaciarse por completo. Apoyó la cabeza en su cuello y sintió una paz y
una satisfacción incluso mayor que lo que había experimentado cuando habían
hecho el amor en su dormitorio.
Hyungsik cerró
los ojos. Quería prolongar ese momento, quedarse pegado a él. Sabía que si
hubiesen estado en otro lugar le habría vuelto a hacer el amor, pero no era
justo que Minwoo yaciese sobre las piedras más tiempo.
Además, Hyungsik
sabía que tenían que volver. No podía seguir posponiéndolo. Pero seguía sin
querer pensar en la reacción de Minwoo cuando viese a Yeowool.
—¿Estás bien,
Hyungsik? —preguntó Minwoo incorporándose. Lo miraba con ojos de preocupación.
—Me gustaría que
no tuviésemos que volver.
—No es tan grave.
Además, puedo quedarme hasta el lunes —anunció Minwoo optimista—. Tenemos todo
el fin de semana para nosotros… y tu cama será mucho más cómoda que el suelo.
Hyungsik gimió,
quería contárselo, advertirle lo que le esperaba, pero no podía disgustarlo en
ese momento.
—Te quiero. Nunca
lo olvides.
—Yo también te
quiero. Hyungsik, he sido tan tonto...
Cuando volvieron
a casa, eran más de la una. Hyungsik se había pasado todo el camino intentando
anunciarle a Minwoo que Yeowool estaba allí, pero no había sido capaz. ¿Cómo
iba a decirle a su esposo que el joven que decía esperar un hijo suyo se había
presentado en casa de sus padres sin que nadie lo invitara? Si Minwoo no lo
había creído hasta entonces, ¿por qué iba a hacerlo en esos momentos?
Aparcó el coche y
tomó a Minwoo de la mano.
—Espera. Tengo
que contarte algo.
Minwoo frunció el
ceño. No le apetecía ver a su suegro y le preocupaba la expresión de Hyungsik.
Imaginaba que Park Donghae endría su propia opinión acerca de su comportamiento.
Pero antes de que
ninguno de los dos pudiese hablar, apareció el propia Donghae sonriendo de
oreja a oreja.
—Aquí estás,
Minwoo. Los he visto iros juntos hace un par de horas. ¿Qué pasa, Hyungsik, no
quieres compartirlo con nosotros?
Hyungsik estaba
perplejo. Su appa, que debió leerle el rostro, le dio a Minwoo un abrazo y los agarró a los dos
del brazo.
—Ven. Tu padre y
yo los estábamos esperando para comer. Me alegro de verte, Minwoo. Ya era hora
de que vinieses a hacerte cargo de él.
Minwoo voló a Seúl
el lunes por la mañana. Hyungsik lo había llevado a la capital el sábado por la
tarde y habían pasado la noche en el hotel. Había sido una noche mágica que
habían aprovechado al máximo porque él se iba al día siguiente. Minwoo no
quería marcharse y a Hyungsik le hubiese encantado que se quedase.
Pero su esposo
tenía compromisos. No podía posponer la entrega de las ilustraciones de un
libro, y Hyungsik no quería asustarlo con sus problemas de corazón, así que
tuvo que aceptar su decisión de volver a casa.
No obstante,
cuando se despidió de él en el aeropuerto, lo hizo con aprensión. Había muchas
cosas que quería decirle y que no le había dicho. Aunque se había visto
obligado a contarle que el doctor Dongjoon le había ordenado que descansase no
le había dicho nada de las pruebas que le habían hecho.
Hyungsik sabía
que a Minwoo le habría gustado que hiciese las maletas y se fuese con él.
La idea lo había
tentado. En esos momentos sentía que lo más importante era volver a estar con
Minwoo. Pero sabía que debía quedarse allí a descansar.
Además, después
de que su appa se hubiese desecho de Yeowool, se sentía obligado a quedarse y
seguir sus consejos. Aparentemente Donghae no se había creído la historia que
le había contado el joven y le había dicho que, si su hijo decía que el niño no
era suyo, era porque no era suyo. Punto y final.
Su appa todavía
no se lo había contado todo con detalle, sólo le había dicho que había llamado
a un taxi para que llevase a Yeowool a la estación.
—Le he pagado el
viaje de vuelta a la capital, que es más de lo que se merece —le había comentado
Donghae a Hyungsik en la cocina ese mismo día después de comer—. Ahora no
podemos hablar de esto, pero nunca habría permitido que semejante persona se
quedase en mi casa.
Hyungsik se había
quedado muy sorprendido. Y estaba inmensamente agradecido.
—¿Así que se fue?
—No tuvo elección
—había declarado su appa con orgullo—. Estoy seguro de que no volverá a
molestarte.
En ese momento su
appa le había hecho un gesto con la cabeza para avisarle de que ya no estaban
solos. Minwoo se encontraba detrás de él, en la puerta de la cocina, y los
miraba como preguntándose de qué hablaban.
—¿Ocurre algo?
—¿Qué iba a
ocurrir? —había contestado Donghae mientras se secaba las manos con un paño—.
Hyungsik me está diciendo que te quedas.
—Si no os
importa.
—Siempre eres y serás
bienvenido. Imagino que lo habéis pasado bien esta mañana. Hyungsik es un
hombre afortunado. Espero que lo sepa.
Minwoo se acercó
a su marido y lo agarró por el brazo.
—Estoy seguro de
que sí.
—Bueno, me alegro
de que por fin hayan entrado los dos en razón. No dejen que nada, ni nadie, los
separen.
Eso había sido el
viernes por la tarde, pero ahora que su esposo ya estaba subido en el avión,
Hyungsik pensó que debía haber sido sincero con él y haberle contado la visita
de Yeowool. Su appa le había dicho que no se arriesgase, pero no conocía a Yeowool.
Era una persona sin escrúpulos y parecía empeñado en acabar con su matrimonio,
así que lo mejor sería que se volviese a Corea lo antes posible.
Pero cuando habló
del tema con su appa esa misma noche, éste le dijo que no debía siquiera
considerarlo.
—Hasta que no
llegó ese joven no entendía que Minwoo y tú siguieran teniendo problemas
maritales. Imagino lo que debe de haber sufrido tu esposo con la pérdida de
tres embarazos. Supongo que tenía miedo de volver a quedarse embarazado, aunque
a tu padre y a mí no nos gustase que te hubiese echado de su cama. Pero eso fue
hace casi dos años y pensé que ya habrían solucionado sus diferencias. Luego,
cuando ese joven apareció en casa, entendí por qué se había quedado Minwoo en Corea
y tú estabas aquí solo.
—No es tan
simple, appá...
—Lo sé. Pero
escúchame bien, Hyungsik, lo primero de todo quiero que me digas si has tenido
una aventura con él.
—Con Yeowool?
¡No!
—¿Pero Minwoo
piensa que sí?
—Quizás.
—¿Y por qué dice
ese joven que eres el padre de ese niño?
—No lo sé.
—Dice que
estuviste con él. Que todo empezó una noche que habías bebido demasiado y te
quedaste a dormir en su casa.
—No había bebido.
—Él insiste en
que tú dijiste que habías bebido demasiado.
—De acuerdo, lo
dije. Pero no era verdad, no me encontraba bien pero no quería decírselo. No
recuerdo exactamente lo que ocurrió. Estaba despidiéndome de él en la puerta de
su casa cuando sentí que me mareaba. Y de lo siguiente de lo que me acuerdo es que
estaba tumbado en su sofá.
—¿Llevabas la
ropa puesta?
—Casi toda.
—¿Qué quieres
decir?
—Yeowool me había
quitado la chaqueta y me había aflojado la corbata.
—¿Y los
pantalones?
—Los llevaba
puestos. ¿Appá, adónde quieres ir a parar? ¿Crees que me acosté con él y no me
acuerdo?
—¿Es eso posible?
—Por supuesto que
no. Pensé que me creías. En cualquier caso, es un alivio que no creas que todo
se debe a que le gustaba yo —comentó Hyungsik con sorna.
—Claro que le
gustabas. Eso es evidente. Eres un hombre guapo. ¿De quién fue la idea de que
salieran juntos?
—Mía, supongo.
—¿Estás seguro?
—Siempre estaba
rondando por mi despacho. No recuerdo cómo ocurrió. Quizás fue Gaesae quien lo
sugirió, sabía que no me encontraba bien.
—¿Quién puede ser
el verdadero padre?
—¿Cómo quieres
que lo sepa?
—¿No has pensado
en ello?
—No. He estado
demasiado ocupado intentando deshacerme de él como para preocuparme por eso.
—Pues deberías.
Hyungsik, podría ser alguien cercano a ti.
—Podría ser
cualquiera.
—No lo creo. ¿No
has oído nunca la expresión «el mundo es un pañuelo»?
—Sí, pero supongo
que sea quien sea, no va a dar la cara.
ahhh Ese Yewool como se atreve!!! ¬_¬ de buenas que Hae no se lo creyó
ResponderEliminarAl fin Woo y Sik pudieron arreglar las cosas entre ellos *w* ahora solo falta que por fin los deje en paz ese tipo ¬¬
Es sorpechoso lo que le dijo Hae a Sik esto me huele a gato encerrado :/
Yo diciendo "Hae" porque coloca Hae? No me acordaba que salían los padres de Sik. 😂😂😂😂😂
EliminarPobre Hyungsik con tanto sobresalto entre Yeowool y Minwoo cuando se va a componer de su corazoncito. Ahora que bueno que Hae no de dejo convenser de las mentiras de Yeowool y lo corrio de su casa evitando asi que Minwoo lo encontrara ahi y tambien tiene mucha razon hay algo muy raro en todo este asunto, quien sera en verdad el papá del bebe? Gracias por el capitulo. Y feliz dia de la mujer!!!
ResponderEliminarDios...por mero le da el patatus a Sik cuando el tipo ese lo atosigaba con su llanto finjido...por dios que molesto es el tipo.
ResponderEliminarBien jugado eso de Minwoo de ir a alcanzar a Sik...aunque me hubiera gustado que Sik se sincerará de una vez ,si no con todo lo que conlleva el echo de que el tipo diga que el bebé es de Sik...al menos le hubiera dicho que lo atosiga a tal grado.
A ver si cuando regrese no se encuentra con una sorpresa...con lo bien que habían ido las cosas estos días...predisposición quizás...pero seguro que ese tipo no se regreso contento con los resultados que no obtuvo.
Nunca hay paz total...😧