—¿Podría ser
alguien del trabajo el padre? —su appa era una persona insistente.
—Ya te he dicho
que podría ser cualquiera, appá, en las oficinas hay más de cien personas.
—Y has dicho que Yeowool
trabajaba con Hwi Gaesae. ¿Hay algún hombre por allí que pueda parecerte
sospechoso?
—¡Appá!
—¿Y el propio Gaesae?
Es bastante mayor que tú, ¿no es cierto?
—¡Gaesae! Appá, Gaesae
está casado y tiene tres hijas adolescentes. Nunca lo he visto mirar a otro
joven que no fuese el suyo.
—Pero Yeowool es
persistente, eso tienes que admitirlo. Y es de esos jóvenes que gustan a
determinados hombres.
—Déjalo, appá.
—Ya sabes, a los
que les gustan las parejas que
tienen donde agarrar, curvas pronunciadas.
Hyungsik no pudo
evitar sonreír.
—¿Te ha gustado,
eh? —le preguntó a su appa.
—No, no me ha gustado en absoluto. Lleva escrito en la frente que es un cazafortunas y me parece que lo que quiere es que lo sobornes. Sabe que no puedes probar que el niño no es tuyo hasta que no haya nacido.
—¿Estás
sugiriendo que lo soborne?
—No, pero te
sugiero que pienses en quién puede ser el padre. Si no es Hwi Gaesae, ¿quién
podría ser?
Minwoo se pasó la
semana siguiente trabajando. Iba atrasado y le costaba concentrarse. Tenía
muchas cosas en las que pensar.
No había planeado
el viaje a Japón, pero estaba encantado de haberlo hecho. Con lo que no había
contado era con volver solo a casa.
Probablemente, no
habría ido si Hwi Gaesae no se lo hubiese sugerido. Como no tenía noticias de
Hyungsik, había llamado a Gaesae para ver si sabía cuándo pensaba volver su
marido. Le había dado la impresión de que Hyungsik tampoco se lo había dicho a
él, pero le había contado que su marido estaba deprimido y físicamente muy
desgastado. Estaba seguro de que le encantaría verlo. Y había tenido razón.
Pero de vuelta a Corea,
volvía a tener miedo. Era cierto que Hyungsik estaba muy cansado. Pero no le
había dado la sensación de que estuviese deprimido. ¿Se habría animado al verlo?
¿O es que ya se sentía mucho mejor? Si era así, ¿por qué no había vuelto a casa
todavía?
Alguien llamó a
la puerta del estudio y Minwoo se volvió nervioso, pensando que podía ser su
marido. Pero no, era el joven Moon el que lo había sacado de su ensimismamiento
y le pedía disculpas con la mirada.
—Sólo quería
decirle que me voy al pueblo. Voy a la oficina de correos, volveré pronto.
¿Quiere que le traiga algo?
«A mi marido»,
pensó Minwoo sonriendo.
—No, gracias.
Espero haber terminado
esto dentro de una
hora. Luego me daré un buen baño relajante.
—Muy bien. Hasta
luego.
—Eso espero.
El mayordomo se
dirigió a la casa. Minwoo suspiró y volvió al trabajo.
Tenía bastante
que hacer antes de poder tomarse un descanso.
Aproximadamente
diez minutos después de que se marchase el joven Moon a Minwoo volvió a darle
la sensación de que no estaba solo. Se sentía incómodo y esperó que el
mayordomo hubiese cerrado la puerta con llave. Desde que Yeowool había ido a
verlo y Hyungsik se había marchado a Japón, se preocupaba por su seguridad.
No consiguió
relajarse ni concentrarse en el trabajo, así que tiró la brocha enfadado y se
dijo que ya terminaría al día siguiente. Hyungsik no era el único que estaba
tenso.
Como le gustaba
tener el material bien ordenado, recogió la brocha, la limpió y la colocó con
las demás antes de marcharse.
Estaba cerrando
la puerta cuando vio a Jo Yeowool apoyado en el muro que rodeaba el patio.
A pesar de ser un
día fresco de agosto, Yeowool estaba muy colorado. Se irguió cuando Minwoo se
acercó a donde él estaba, su vientre había seguido creciendo.
—Hola, Minwoo,
cuánto tiempo sin vernos.
—No el
suficiente. ¿Cómo has entrado?
—Tienes la casa
como si fuese una fortaleza. Pero ya había estado aquí y me dije que debía de
poderse entrar viniendo desde la playa.
—¿Has subido por
la cala?
Por eso tenía la
cara tan roja, en su estado era un gran esfuerzo.
—He tenido que
hacerlo. He visto cómo se marchaba tu mayordomo, pero ha cerrado la puerta y no
podía saltar el muro. Como ves, tu casa no es tan segura como creías.
Minwoo admitió en
silencio que tenía razón. Si Minwoo había podido entrar, cualquiera podría
hacerlo.
—En cualquier
caso, pierdes el tiempo, porque no pienso hablar contigo. Y si buscas a
Hyungsik, tampoco está aquí.
—Ya lo sé. He
pasado las dos últimas semanas con él en Japón. ¿No me crees? Mira —continuó
sacando algo del monedero—, es el billete a Japón que compré la semana pasada.
El mismo día que llegaste tú y lo estropeaste todo.
—¿No te creo.
Minwoo habló con
seguridad, aunque en su interior no lo tenía tan claro. Yeowool sabía que en un
par de meses, cuando naciese el bebé, se disiparían todas las dudas. ¿Por qué
insistía tanto si sabía que acabaría descubriéndose la mentira?
—¡Mira el
billete! ¡Míralo!
El joven movía el
billete con nerviosismo delante de su cara, y Minwoo accedió a mirarlo para que
se calmase. Efectivamente, era un billete a Japón del mismo día que él había
estado allí. ¿Pero qué probaba?
«Que Yeowool ha
estado allí», pensó Minwoo.
¿Cuánto tiempo se
habría quedado en Kochi y qué había hecho allí? ¿Por qué era un billete sólo de
vuelta? ¿Habría hecho el viaje de ida con Hyungsik, en su coche?
Minwoo se sintió
enfermo. Yeowool debía de haber visto a Hyungsik. ¿Por qué no se lo había
contado su marido? ¿Sería ésa la razón por la que no había vuelto a casa con él?
Recordó cómo lo
había encontrado cuando llegó a casa de sus padres, parecía enfermo, pálido y
sudoroso. ¿Cómo no lo había sospechado? Seguro que lo había visto llegar y
había dicho a sus padres que se llevasen a Yeowool antes de que ellos
volviesen.
« ¡No! »
No podía creer
que el hombre que había parecido estar encantado de verlo, que lo había llevado
a ese lugar tan maravilloso y que le había hecho el amor con tanta pasión
estuviese llevando una doble vida. No era verdad.
—Eso no quiere
decir nada. Estás perdiendo el tiempo, Yeowool. Hyungsik y yo nos queremos.
—¿Eso piensas? No
sé qué voy a tener que hacer para que me creas. Si quieres puedo describirte el
interior de la casa de sus padres —sugirió Yeowool—. Veamos, hay un pasillo
estrecho que lleva desde la entrada hasta la cocina. Las paredes del salón son
blancas. Me cayó muy bien el señor Park, Hyungsik se parece mucho a su appa.
Ambos me hicieron sentir como en casa.
—No te creo.
¿Crees que el hecho de que me describas la casa prueba algo?
—No puedes hacer
esto. No puedes quedarte tan tranquilo después de todo lo que está pasando.
—No está pasando
nada. Ahora, quiero que te marches. Te abriré la puerta, no quiero que te
caigas por el acantilado.
Yeowool sacudió
la cabeza y se sentó en una de las sillas del patio.
—No me encuentro
bien. Estoy deshidratado. Por favor, necesito beber algo. No puedes negarme un
vaso de agua.
Quizás fuese
verdad, era evidente que tenía mucho calor.
—Espérame aquí.
Abrió las puertas
que llevaban al jardín. No quería abrir las del salón, por si Yeowool volvía a
entrar. Entró en la casa y atravesó el pasillo que llevaba a la cocina
rápidamente.
No debió de
tardar más de dos minutos, pero cuando volvió, no había nadie en el patio.
Buscó a Yeowool pero no lo encontró. Sólo podía haberse marchado por la escalera
del acantilado, así que dejó el vaso de agua y cruzó la puerta que llevaba
hasta ellas.
Las escaleras
estaban desiertas. Y en la playa sólo había un hombre paseando a un perro, a Yeowool
no podía haberle dado tiempo a llegar hasta allí. Se lo había tragado la
tierra.
Entonces sintió
una ligera corriente de aire y oyó que alguien respiraba a su espalda. Una mano
lo empujó y Minwoo perdió el equilibrio.
Cayó rodando e
intentó agarrarse a algún arbusto, pero se rompían con su peso.
Minwoo no se dio
por vencido, no quería morir, así que sacando fuerzas de flaqueza se agarró a
la raíz de un árbol y ahí acabó su descenso. Tenía las manos doloridas y se
sentía aturdido.
Casi sin
respiración, intentó entender lo que estaba pasando.
Oyó un grito y
pensó que sería Yeowool, que bajaba por las escaleras para acabar lo que había
empezado y él gritó también.
Pero entonces se
dio cuenta de que no era una voz conocida. Un hombre que le decía que no se
moviese hasta que llegase hasta donde él estaba.
—¡Estás loco!
Park Donghae entró
en la habitación en la que su hijo estaba haciendo la maleta y lo miró enfadado.
—Lo sé.
Hyungsik continuó
con lo que estaba haciendo. Esperaba que su appa entendiese que tenía que
volver a casa. No había tenido noticias de Minwoo desde que se había ido dos
semanas antes y él tampoco había conseguido localizarlo en su teléfono móvil,
así que estaba preocupado.
Había pensado
llamar a el joven Moon, pero su orgullo se lo impedía. Suponía que su esposo no
le había contado al mayordomo lo que había ocurrido cuando había ido a verlo a Japón
y a él no le apetecía explicarle que por fin habían acabado con el
distanciamiento que había existido entre ellos durante tanto tiempo.
O quizás la
verdadera razón de su vuelta fuese que estaba convencido de que Yeowool no
había dicho su última palabra.
Su padre apareció
detrás de su appa y le puso la mano en el hombro.
—Déjalo, Donghae.
Hyungsik sabe lo que hace.
—Pero sólo lleva
aquí cinco semanas y el médico le había dicho que descansase por lo menos seis
meses.
—¿Os importaría
no hablar de mí como si no estuviese aquí? Además, yo no he dicho que vaya a
volver al trabajo inmediatamente. De hecho, he pensado en hacer algunos cambios
cuando llegue. Uno de ellos será delegar parte de mi trabajo para que Minwoo y
yo podamos pasar más tiempo juntos.
—Es lo más
sensato que te he oído decir últimamente —admitió su appa.
Después, entró en
la habitación y le quitó de las manos una camiseta que iba a meter en la
maleta.
—Déjame que lo
haga.
Padre e hijo se
sonrieron con complicidad.
—¿No has pensado
nunca en comprar una casa aquí? —le preguntó su padre—. La casa de Leeteuk lleva
vacía tres años y, aunque necesita algunas reformas, tú tienes el dinero
necesario para volver a hacerla habitable.
—¡La casa de Leeteuk!
Ese lugar está en ruinas.
—Lo sé. Pero
podrías arreglarla. Ya sé que eres arquitecto y que no estás acostumbrado a
mancharte las manos, pero sería una buena manera de ocupar tu tiempo.
Hyungsik iba a
decir que, de todos modos, esa casa era demasiado grande para Minwoo y para él,
pero no lo hizo. Quizás fuese demasiado grande pero, en el fondo, la idea de
reformarla lo atraía.
—¿Cuánto piden
por ella?
La suma era muy
inferior a lo que él había imaginado.
—Lo pensaré
—accedió Hyungsik—. Pero primero tengo que hablarlo con Minwoo.
Hyungsik tuvo su
mente ocupada con eso de camino a casa. No sabía lo que opinaría Minwoo al
respecto, pero lo cierto era que él podía trabajar casi desde cualquier sitio.
También pensó
que, aunque seguía estando preocupado por su salud, se encontraba mejor. A
pesar de las semanas pasadas en casa de sus padres, su corazón no se había
recuperado del todo y de vez en cuando todavía se sentía mal. Pero no había
vuelto a marearse desde el día que habían llegado Minwoo y Yeowool.
En cualquier
caso, le había venido muy bien el descanso. Se sentía casi al setenta por
ciento, lo que le parecía un buen resultado si tenía en cuenta que en realidad
el médico le había recomendado que descansase seis meses.
El viaje fue rápido
y enseguida se encontró conduciendo por la carretera que lo llevaba a casa.
Volvió a llamar a Minwoo desde un área de servicio, pero nadie respondió. Se
dijo que lo vería enseguida y que posiblemente fuese mejor que la primera
conversación fuese cara a cara.
Fue al pasar la
última luz cuando se dio cuenta de que no se encontraba tan bien como creía. Le
costaba trabajo mantener los ojos abiertos y estaba cansado. Se dio cuenta de
que había sido una locura hacer el viaje del tirón, no estaba acostumbrado a
conducir tanto tiempo seguido. Debería haberlo hecho en dos etapas y quedarse a
dormir en el camino.
Llegó a Hwarang a
última hora de la tarde. El pueblo, que era poco más que una calle principal y
varias laterales, estaba prácticamente desierto. Las pocas tiendas que había
estaban ya cerradas, sólo quedaban abiertos los tres pubs. Unos años antes,
Minwoo y él solían pasear por el pueblo en las cálidas noches de verano y
sentarse a tomarse algo en la terraza de algún café, con vistas al mar.
Hyungsik condujo
rápidamente, desesperado por llegar a su destino. Se sentía aturdido,
probablemente a causa del cansancio, y estaba deseando estirar las piernas.
Las puertas
estaban cerradas, así que tuvo que bajarse del coche para llamar por el
interfono e identificarse. Sólo tenía llaves de las puertas de la casa.
—¡Señor Park!
¿Qué hace usted aquí? —preguntó el joven Moon como si le hubiese puesto
nervioso su llegada.
—Vivo aquí ¿Puede
abrirme? Estoy cansado y no tengo tiempo para explicaciones. Necesito tumbarme.
—Ah... claro…
dadas las circunstancias...
¿Qué le pasaba a el
joven Moon? ¿Qué le habría contado Minwoo? En cualquier caso, no era el
recibimiento que él esperaba.
Cuando estaba a
punto de perder la paciencia, se abrieron las puertas. Volvió al coche y se
preguntó dónde estaría Minwoo. Tenía que haber llamado antes. Lo habría hecho
si hubiese sospechado que él no estaría en casa.
Aparcó el coche
al lado de la puerta de entrada y sacó sus cosas del maletero. Entonces vio al
joven Moon esperándolo en la puerta. Parecía preocupado.
—¿Puedo ayudarlo?
Se le ve muy cansado, deje que lo agarre del brazo.
—Puedo yo solo.
A pesar de estar
exhausto, se negaba a apoyarse en un joven. Cerró el coche y empezó a subir los
tres escalones que daban al porche.
—¿Dónde está mi
esposo?
—No está aquí,
señor Park.
—¿Cómo que no
está aquí? —preguntó Hyungsik dejando la maleta en el suelo y sentándose en el
brazo de uno de los sofás—. ¿Y dónde está entonces?
—Esto... en casa
del joven Hwang, señor. Después... después del accidente...
—¿Qué accidente?
No sabía que Kwanghee hubiese
tenido un accidente. ¿Cómo es que Minwoo
no me ha dicho nada?
—No, no es Kwanghee
la que ha tenido un accidente, sino su esposo.
—¡Minwoo! ¿Por
qué no me ha llamado nadie?
—Yo quería
decírselo, pero la gente...
—La gente, ¿qué
gente? —inquirió Hyungsik, que no quería enfadarse con él—. ¿De qué habla?
—El señor Hwi me
dijo que no merecía la pena preocuparlo innecesariamente.
—¡Gaesae debería
meterse en sus asuntos!
—Y el joven Hwang...
—¡Eso no me
extraña! ¿Qué ocurrió? ¿Un accidente de coche?
—No —respondió el
joven Moon incómodo—. No creo que deba ser yo la que se lo cuente, señor Park.
Lo único que puedo decirle es que hemos tenido mucha suerte de que el joven no
le haya pasado nada peor.
A pesar de que
Hyungsik se encontraba fatal, tenía que averiguar lo que había ocurrido.
—Tengo que verlo.
—No creo...
—¿Qué es lo que
no cree? ¿Que deba ir a ver a mi esposo? Ha tenido un accidente, maldita sea. Y
usted no quiere contarme lo que ha pasado. Y no sé por qué está en casa de una persona
que no me gusta nada. ¿No pensará que voy a esperar a mañana por la mañana para
llamarlo por teléfono?
—Quizás fuese lo
mejor. Sé que está usted preocupado...
—Por supuesto.
—. . .pero el
señor Park todavía se está recuperando. Y después de lo que dijo ese joven quizás
no quiera...
—¿Qué joven?
—inquirió a pesar de conocer la respuesta—. ¿Quiere decir que Jo Yeowool ha
estado aquí otra vez?
—Pensé que lo
sabía.
—¿El qué?
—Que el joven Jo había
venido a ver al señor.
—Pues no. ¿Por
qué no me dice lo que ha pasado? ¿El accidente de Minwoo tiene que ver con la
visita de Yeowool? ¿Lo atropelló o algo así?
—No, no fue eso.
En realidad el joven Jo no tiene nada que ver con el accidente, que ocurrió
cuando él ya se había marchado. El joven Park estaba disgustado, pero...
—¿Quiere decirme
de una vez qué es lo que ocurrió?
—No lo sé. Yo
había ido al pueblo. Pero... parece ser que el joven señor fue a dar un paseo
al acantilado y... se cayó.
—¿Por el
acantilado?
—Según el hombre
que lo rescató lo salvó el cinturón, que se enganchó en una rama, o algo
parecido.
Hyungsik se dejó
caer en el sofá. Podía imaginarse lo que habría pasado si no hubiese llevado
ese cinturón. Seguro que Yeowool le había dicho algo a Minwoo que lo había
desestabilizado, porque su esposo conocía bien el camino del acantilado.
—Pero ahora lo
importante es que el joven Park está bien — añadió el mayordomo—. Tuvo suerte
de que el señor Han estuviese paseando al perro en la playa y viese lo que
pasó. Llamó enseguida a los servicios de urgencia y...
—Ya imagino...
Hyungsik estaba
sudando, pero consiguió ponerse en pie. Había tenido razón al sospechar que Yeowool
seguiría con su juego. Pero no entendía por qué Minwoo se había marchado a casa
de Kwanghee en vez de ir él a su casa.
—En cualquier
caso —continuó el joven Moon—, no creo que sea buena idea que vaya usted esta
noche. Perdone que le sea franco, pero no tiene usted buen aspecto. ¿Por qué no
se queda y le preparo algo para cenar? Puede ir a ver al señor por la mañana.
—¿No pensará que
voy a esperar aquí? Tengo que ver a Minwoo. Tengo que ver con mis propios ojos
que está bien.
—Quizás sea él el
que no quiera verlo a usted.
—¿Por qué no?
—Lo que le dijo el
joven Jo lo afectó mucho y cuando estuvo
en el hospital...
—¿Estuvo en el
hospital?
—Sólo una noche,
pero estaba un poco... histérico. Creo que el joven Jo le dijo que había estado
con usted en Japón.
—¿Qué?
—Hasta le enseñó
un billete que había utilizado la misma mañana que el señor Park llegó.
—¡Dios Santo!
—Pero estoy
seguro de que si usted le dice que no es verdad, que el joven Jo se lo ha
inventado todo, lo creerá.
Como que un accidente!!!
ResponderEliminarQue diga que ese loco lo empujo!!!!!
Ahhhh
-un hombre ebrio puede tener una erección, y alguien aprovecharse de eso(?), por que si no fue eso lo que paso, por que esa cosa insiste que el bebe es de Sin???-
Espero que Minwoo aclare que eso no fue un accidente por Dios para que ahora si Hyungsik haga algo contra ese desquiciado ahora si se pasó por poco y mata a Minwoo. Sera que su appa tenga razon y tal vez el padre de ese bebe sea Gaesae? Ya estoy desesperada por ver que todo se arregle!! Pero creo que todavia tendremos mas drama asi que todo a su tiempo. Gracias por el capitulo.
ResponderEliminarSon una bola de idiotas...todos
ResponderEliminarSik,minwoo,el mayordomo,el tipo ese,kwanghee,el "amigo" de Sik,hasta el que ayudo a Minwoo porque tuvo que haber visto algo a fuerza.
Me caen mal que sean tan "inocentes" (por nobdecir tontos) y se crean todas las tretas que les dicen y ellos caen como canica.
Esta viendo que el tipo está mal,nervioso,desesperado y todavia se pone a complacerlo.
Justo ahorita...me caen mal todos.