Donghae abrió el cajón superior de su
archivador y sacó el expediente de accionistas, pero allí no encontró más de lo
que ya sabía: esas acciones habían sido vendidas por el poder otorgado al
abogado de Haru Holding.
¿Por qué iba a querer Hyukjae
acciones en su empresa? No tenía sentido, y no podía ser cierto. Hyukjae se lo
habría dicho.
Pero si era verdad…
Descolgó el teléfono y llamó al
despacho de su abogado.
─Enhorabuena ─le dijo─ Me alegro
muchísimo por ti, Donghae. He estado queriendo llamarte todos estos días, pero
no sabía si habrías vuelto de tu luna de miel.
─Gracias Donghwa ─todo iba a salir
bien. Tenía que ser un error. Los periodistas se equivocaban constantemente─.
Donghwa, ¿quieres mirar por favor quien firmó las acciones que le vendimos a
Jewel.
─Claro. Espera un momento, que
tengo el expediente aquí mismo.
Esperó con la confianza de que
tenía que ser un error. Los periodistas se equivocaban en muchas ocasiones,
pero aquel iba a ser un error monumental
─Ya lo tengo ─dijo Donghwa─ están
firmadas por el secretario de tesorería.
─Sí ─contestó. No debería haberse
asustado; n o debería haber dudado tan fácilmente de Hyukjae.
─No puede ser… ─musitó, y todo se
derrumbó antes sus ojos. Park Leeteuk. El secretario personal de Hyukjae.
Sólo podía haber una razón para
que el secretario personal de Hyukjae hubiese firmado aquel poder: que Hyukjae
quisiera que alguien desconocido figurase en los documentos; un nombre con el
que él no pudiera relacionarle, y su secretario particular era la mejor de las
opciones. Una forma de engañarlo, pero que no había tenido en cuenta que
pudieran llegar a casarse. Ahora, la oficina de Hyukjae formaba parte de su
vida, y el nombre de Leeteuk era familiar.
El teléfono sonó bajo su mano, y
él lo apartó de un respingo.
Hyukjae.
El teléfono siguió sonando, y él
se acercó a la ventana. Su cuerpo se sobresaltaba con cada llamada. Park
Leeteuk, un joven cuarentón y eficiente, seguramente casado con su trabajo.
Jewel era propiedad de Hyukjae,
una tapadera para invertir en su empresa. Hyukjae se había adueñado de su vida
entera, y Kyuhyun le había facilitado el trabajo dejando aquellas acciones en
el despacho de un broker de Busan dos años atrás. Y después, lo del pagaré.
Hyukjae era ahora dueño de Haru Holdings.
Hyukjae había utilizado todo lo
que tenía a su alcance en contra él: su lealtad hacia su hermano, el deseo de
demostrar que podía dirigir eficazmente el imperio de su padre, y su antiguo
amor por Lee Hyukjae.
Lo había utilizado. Había
conseguido que volviese a quererlo para utilizar eso también.
Miró a su alrededor y se preguntó
que querría Hyukjae de allí. Lo que le hubiera pedido, se lo habría dado. Si
ese artículo se hubiera quedado en la sombra una semana más, el hombre que
Hyukjae hubiera designado habría ocupado su puesto y él se habría retirado
gustoso.
Qué inocente había sido. No se le
había ocurrido pensar que pudiese tener otro motivo a parte de quererlo. ¡Idiota!
¡Hyukjae nunca le había dicho que lo quisiera! Había sido él quien se había
fabricado esa fantasía como si fuera un crio, igual que había hecho todos
aquellos años.
Debía haberse reído bien de él
cuando le dijo que no iba a consumar su matrimonio…
Alguien llamó con los nudillos a
la puerta, pero lo ignoró.
El teléfono volvió a sonar, pero no
contestó. Le había dicho a Aiden que no le pasara ninguna llamada que no fuera
de su marido, así que tenía que ser él.
Leeteuk le habría dado su mensaje.
Leeteuk, el joven que había signado en nombre de Jewel.
Donghae se bajó del avión justo
antes de la media noche. Llevaba con él sólo equipaje de mano, porque no
pensaba estar fuera mucho tiempo. Sólo lo necesario para decirle a Lee
Hyukjae lo que pensaba de él.
No lo encontró en su apartamento. Abrió
la puerta con la llave que él le había dado, pero no encontró nadie a dentro,
así que se acomodó en el sofá y no se movió hasta que amaneció. Al levantarse,
se sentía un poco aturdido, así que se obligó a prepararse un sándwich. Se
comió solo la mitad y después salió a la terraza.
Si no había dormido en el
apartamento, estaría seguramente en la construcción, y como seguía sintiéndose
aturdido, entró en el baño, se lavó la cara y las manos y se cepilló los
dientes. Después de cepilló el pelo y aplicó gel. Iba a llevarlo así hasta los
restos.
Recogió su maletín de fin de
semana y salió del apartamento. En un principio, pensó en alquilar un coche,
pero la verdad es que sería peligro público al volante si antes no desahogaba
la ira que sentía dentro, así que tomó un taxi.
Eran las diez de la mañana cuando
por fin llegó a la oficina móvil de la construcción. El trabajo había
progresado bastante, y se detuvo frente a la puerta para tomar aire, la abrió y
entró sin llamar.
Todo vacío.
La última vez había varios hombres
allí, Hyukjae entre ellos, riendo y charlando. Entonces ya era dueño de buena
parte de su empresa, y por lo que se ve, lo había tenido en secreto, esperando.
Entonces oyó un ruido a sus
espaldas y le vio aparecer.
─¿Dónde diablos has estado metido?
─le preguntó Hyukjae. Hizo ademán de tocarlo, pero él retrocedió.
─¡No me toques! ¡No vuelvas tocarme nunca!
Las líneas de su cara cambiaron de
tensión a granito. Dio un empujón a la puerta para cerrarla.
─Muy bien, ¡de que se trata?
─¿Tu que crees? ─le preguntó─ ¿Tan
idiota me crees? ¿De verdad habías pensado que no iba a enterarme nunca?
─¿De qué demonios estás hablando?
Te he estado llamando desde ayer por la tarde. Tu secretario no tenía ni idea
de donde estabas, y Kyuhyun tampoco. Y el portero del edificio me dijo que
te había ido con un maletín a media noche.
─Eres muy bueno siguiendo la
pista, ¿verdad? Siguiéndome la pista y manteniéndome en control ─sacó de su
bolsillo varios papeles─ ¿O simplemente te limitas a comprarlo?
─No sé qué me estás diciendo.
─Esto es todo lo que queda ─dijo,
poniéndole los papeles en las manos─ Las acciones. El resto de Haru Holdings.
Eso es lo que querías, ¿no? Primero compraste la participación de Kyuhyun
cuando la vendió… ¡En eso sí que hiciste un buen trabajo! ¡El nombre de Leeteuk
en las acciones y tú escondido detrás de un Holding! Porque todo el resto del
mundo sabía que eras tú… ¡todos los malditos reporteros del país sabían quién
estaba comprando en realidad esas acciones! ¡Todos menos yo! Cuando acudí a ti
en busca de ayuda, no tenía ni idea… ¡no tenía ni idea de lo que querías de
verdad! ¡Pues bien, aquí lo tienes! ¡Todas las acciones son tuyas, compradas y
pagadas!
Él no recogió los papeles, así que
Donghae los tiró sobre la mesa, atravesó a grandes zancadas la oficina hasta la
ventana e, inmediatamente, se volvió hacía él. Hyukjae no se había movido de la
puerta, pero Donghae tenía la sensación de que lo seguía.
─¡Creía que eras diferente, pero
me equivoqué! ¡Me has comprado, y ese maldito contrato ha sido la peor de las
ironías!
Hyukjae tomó las acciones y las
dobló cuidadosamente por donde tenían marcada la línea. Entonces caminó hacia
él, pero se detuvo en el mostrador.
─No hay ningún contrato ─dijo sin
emoción─ El único contrato que hay entre nosotros es nuestro matrimonio.
Su risa subió como la voz de un
soprano fuera de control.
─¡Ah, si! ¡Qué dramático! Sabías
perfectamente que yo no iba a poder dar
media vuelta y olvidarlo todo. Me hiciste creer que no ibas a intentar
presionarme, y ésa ha sido la mayor de todas las mentiras. ¡Me tenías ya en un
puño, y te has limitado a observarme mientras yo daba vueltas como una mula al
molino! ─cada vez gritaba más y cada vez sus palabras eran más hiriente─ ¡Me
has engañado! Sin obligaciones, me
dijiste… ¡Sabías que yo te creería! ─ cerró los ojos─ Hasta me dijiste que era
una estrategia, y aún así, caí en la trampa.
Abrió los ojos y nada había
cambiado. Seguía teniendo una expresión áspera e impenetrable, la parte de
Hyukjae que se había permitido olvidar. Había permitido que el sexo y sus
propias locuras lo cegasen.
─¿Es que no vas a decir nada?
─Ya estás diciéndolo tú todo.
Supongo que se habrán enterado hasta en Seúl. ¿Qué más quieres que añada
yo? Si crees que he estado maquinando en
tu contra para intentar robarte esto… ─removió los papeles de las acciones─,
supongo que podrás explicarme también cuáles han sido mis motivos.
Donghae se estremeció. Había
vuelto a hacerlo. Había vuelto a hacerlo. Había vuelto a actuar como si lo
quisiera para estarlo mirando ahora como si estuviera bajo el microscópico.
─Debería haberme dado cuenta
─murmuró─ Destrozaste mi coche con Kyuhyun dentro y después que no te
preocupaste ni lo mas mínimo por él. Cuando me dijiste que no le debías nada,
no se cómo no me di cuenta de que nada podía cambiar.
Le dolía el pecho por el aire por
el aire que le obligaba a respirar. Hyukjae seguía sin decir nada, y a él la
sangre le rugía en los oídos.
─Voy a dejarte ─le dijo─
Divórciate de mi por abandono si quieres. Voy a anular este maldito matrimonio,
y todo el mundo sabrá que no ha habido ni matrimonio, ni… ni nada.
─Prefiero arder en el infierno
antes que divorciarme de ti ─contestó, haciendo un movimiento amenazante con la
mano─ Si quieres huir, ya puedes hacerlo, pero no pienso mover ni un solo dedo
para ponerte las cosas mas fáciles.
Los dos se miraron desafiante;
entonces la puerta se abrió y alguien hizo ademán de entrar.
─¡Fuera! ─gritó Hyukjae, y la
puerta se cerró inmediatamente.
Donghae se alegraba de haber sido
capaz de herirle lo bastante como para despertar la ira en él, de verla brillar
en sus ojos y tensar su cuerpo como si estuviera a punto de estrangularlo. Sí,
es como iba a recordarle.
La última vez cuando lo había
dejado en aquel porche, se había quedado dolorido y ansioso, pero aquella vez
iba ser todo distinto. Al mirarlo, no pudo siquiera recordar cómo era sentir
que le necesitaba tanto que hasta había sido capaz de rogarle su amor.
─Si vas a marcharte, te sugeriría
que esperases bastante como para llevarte lo que querías la última vez.
No lo amaba. Jamás lo había hecho.
Se había construido un hombre en su imaginación y había sido a ese hombre
ficticio a quién había amado, y no a aquella criatura brutal.
─Me refiero al pagaré de Kyuhyun.
Está en mi caja fuerte de Seúl.
El pagaré.
El dinero.
Cerró los ojos y se sintió rodeado por su maldito dinero.
─Maldito seas ─murmuró. Sus
acciones de Haru Honldings estaban sobre la mesa, pero de ninguna manera
cubrirían la cantidad de ese condenado pagaré. Abrió los ojos y vio el rostro
de Hyukjae y en sus ojos la trampa de la que jamás podría escapar.
─Muy bien ─dijo sin emoción; la
ira se estaba yendo y lo estaba dejando completamente vacío─ De acuerdo. Yo…
─Donghae, no puedes…
Movió rápidamente la mano para
impedir que lo tocase.
─¡No! ¡No te atrevas! He hecho un
trato contigo ─tuvo que tragar saliva porque algo lo estaba ahogando─ Lo firmé…
firmé ese contrato… tú lo rompiste, pero yo pretendo respetar todas y cada una
de sus cláusulas. Viviré bajo tu techo ─volvió
a tragar saliva─ Cuando estés en Busan
yo estaré en Seúl. Bajo tu techo.
─Llama a mi secretario para que te
informe de mi agenda ─le sugirió─ Tengo pensado viajar bastante, así que si
quieres evitarme, tendrás que interrumpir tu trabajo.
─Estas en mi camino ─dijo con un
dolor asfixiante en la boca del estómago─ Déjame salir de aquí, quiero salir.
Hyukjae se hizo a un lado, y él se
acercó a la puerta.
─Haré que te envíen una copia del
contrato ─dijo, aferrado al pomo de la puerta y luchando por contener las
náuseas─ Será mejor que vuelvas a leerlo, porque pienso respetar toda y cada
una de sus cláusulas.
Hyukjae esbozó una sonrisa.
─¿Incluyendo la de no consumar el
matrimonio? No se iba a consumar a menos que tú lo pidieras, pero no se
estipula nada sobre dónde va a dormir cada cual una vez estuviera consumado.
─Bastardo ─susurró, y abrió la
puerta.
─Te enviaré mi helicóptero para
que puedas volver a Seúl.
─No, gracias. Volveré por mis
propios medios.
─¿Quieres incrementar tu
presupuesto para gastos de desplazamiento? Vas a tener que viajar mucho para
poder evitarme.
─¡No pienso gastar ni un duro de
tu cochino dinero!
Entonces recordó la compra del
atuendo negro. Le devolvería el dinero antes de que se diera cuenta, y después…
─Ya te has gastado un buen montón
─le recordó─ En tu hermano.
─¡Fuiste tú quien me dijo un día
que no había nada para nosotros en el pasado! ¡Quizás no lo haya para ti, pero
sí para mi! ¡El pasado no está olvidado y no pienso olvidar ni una sola palabra
de lo que ha ocurrido entre tú y yo! ¡No volveré a hacerlo!
Entonces, Hyukjae lo sujetó por el
brazo.
─¿Ahora vas a usar la fuerza
Hyukjae? ¿Es eso lo que sueles hacer cuando la manipulación no te funciona?
─Recuérdalo todo ─le dijo─ Y
cuando estés recordando, no olvides que me pediste tú que fuera tu amante y que
hace dos días me dijiste que no habías sido tan feliz en toda tu vida.
Recuérdalo todo, porque está todo ahí, amante de la luna. En todos y cada uno
de esos malditos momentos.
Donghae se soltó de él y salió
escaleras abajo.
Hyukjae sabía que había cometido
un error en cuanto Donghae abrió la puerta. Había pasado ya tres semanas y
estaba desesperado, pero supo que no iba a funcionar casi antes de que abriese
la puerta.
Estaba vestido con una chaqueta de
satín negro y cuello dorado que caía hasta medio muslo. Seguramente, le estaba
esperando; quizás incluso esperase que llegara más pronto de lo habitual. No le
saludó al abrir la puerta. Una camisa roja y pantalones negros complementan el
atuendo. Lleva el pelo engominado.
-Estoy listo ─dijo.
Hyukjae miró su reloj
deliberadamente.
─Es pronto ─dijo , aunque sabía
que era una tontería. No se abría vestido de aquella manera si tuviese la
intención de que aquello fuera otra cosa mas que una noche fría.
Era su apartamento, pero si
entraba, Donghae saldría en el mismo instante. Llevaban así tres semanas.
Había vuelto a Seúl después de tres días de la discusión y cuando él llegó del
trabajo, se lo encontró en el salón. Al verlo había quedado un instante inmóvil
en la puerta y después, había entrado en el dormitorio.
Él lo había seguido y lo había
visto preparar una maleta pequeña.
─Deberías haberle preguntado a
Leeteuk por mi agenda ─espetó.
Por la expresión de su cara supo
que el comentario le había hecho daño en un lugar al que nunca le dejaría
mirar, y se había dado cuenta un segundo mas tarde que si hubiera dicho las
palabras adecuadas, habrían podido hablar.
¡Maldito fuera su temperamento! Si
era capaz de controlarlo con sindicalistas y ecologistas, ¿Por qué no era capaz
de mantener la calma con Donghae, siendo que perderlo era algo que no podía ni
plantearse?
Pues porque todo lo demás era un
juego, y Donghae era lo único real. Lo había perdido una vez, y si no tenía
cuidado, volvería a perderlo.
No estaba seguro de qué clase de
cosas lo acercarían a él, y qué otras cosas lo alejarían. Como por ejemplo
mencionar el maldito pagaré de Kyuhyun cuando le estaba gritando en Busan. Si
tenían alguna oportunidad, tenía que ser dejándolo todo a un lado: las
acciones, el pagaré y el pasado, aquellas veinticuatro horas de puro infierno
que habían empezado tras ver en el hombro el moretón que su padre le había
hecho a Donghae. Castigo por la magia que había brotado entre dos jóvenes;
castigo por amar.
Perderlo había sido la única forma
de protegerlo, y ahora… ¡se maldeciría para siempre si volvía a hacerlo!
Donghae estaba decidido a poner
tierra entre ellos. Cuando iba a Busan desaparecía en minutos. Cuando volvía a
Seúl , el portero le decía que Donghae había estado ahí tres días, y que
acababa de marcharse.
Él también podía jugar aquel
juego. Le dejó un mensaje en el contestador automático pidiéndole que le
mantuviera informado de sus movimientos, y Donghae le contestó por fax a Seúl
con su agenda de compromisos.
Estaba siendo fiel a las cláusulas
del acuerdo: siempre bajo su techo, pero nunca en la misma ciudad. Le gustaría
poder agarrar aquel pedazo de papel y hacérselo tragar.
Muy bien. Había accedido a
comportarse como su esposo en público, así que eso es lo que iban a hacer de
ahora en adelante: estar en público. Le había enviado una nota por fax diciéndole
que iba a acompañarlo al baile benéfico del ocho de marzo, a lo que Donghae le
había contestado que estaría preparado para que lo recogiera a las ocho.
Al día siguiente, Sungmin se había
pasado por su oficina de Seúl. Lo había invitado a comer, pero no estaba de
humor para tener paciencia con el mal genio de su hermano.
─He llamado a tu esposo ─anunció─
Le he dicho que quería organizar una recepción para él, pero no ha querido
darme una fecha en la que vaya a estar en Seúl. ¿Tienes idea de cómo me he
sentido cuando me ha dicho…
─¡Sungmin! ─lo único que faltaba
era su hermano echando más leña al fuego─ Sungmin déjalo en paz.
Sungmin había apretado los dientes
con la misma cabezonería que recordaba de su padre.
─No deberías haberte casado con él
─le dijo─ sólo te ha causado problemas. Sé muy bien que ocurrió algo extraño en
lo de ese accidente con su hermano. ¿Desde cuándo salías tú de copas con Cho
Kyuhyun? Nunca has querido hablar de ello, pero, ¿te crees que no me di cuenta
que me estabas ocultando algo? Que fuiste tú quien estrelló su cochecito… ¡no
me lo creo! ¡No deberías haber permitido que te echasen a ti la culpa! Tuvo que ser por él, porque el niñito te
rogase que salvaras al borracho del hermano. Y ahora, has vuelto a
liarte con él y …
─¡Sungmin! ─lo interrumpió,
apartando el plato─ No te metas en esto. No te perdonaría que le hicieses daño
a Donghae.
─He sido muy educado ─protestó.
─Eres mi hermano y te quiero, pero
él es mi esposo, y si le haces algo me lo haces a mi también. Él sabe que no te
gusta y no voy a tolerarlo, Sungmin. Puedes sospechar lo que quieras del
pasado, pero si le haces daño, estarás creando un enfrentamiento entre
nosotros, porque no voy a permitirte que le hagas daño.
Su hermano hizo ademán de
protestar, pero él se lo impidió con un gesto cortante.
─Se está aprovechando de ti ─dijo.
─No. Fui yo quien casi lo
chantajeé para que se casara conmigo. Es el único joven al que he querido y
estoy intentando ganarlo, pero aún no he terminado.
Sungmin pinchó una hoja de
lechuga.
─Me estas diciendo que no le eche
leña al fuego ¿no?
─Te estoy diciendo que no voy a
permitírtelo.
Tregua firmada. Si fuese tan fácil
tratar con Donghae…
El baile benéfico era el primer
paso. Llamó al timbre del apartamento de Busan, a las seis y media de la tarde
del baile; hora y media de adelanto, y con un poco de suerte, Donghae decidiría
brindarle una copa. Quizás pudieran hablar, pero al ver su expresión, se dio
cuenta que no iba a ser tan fácil. Necesitaría toda la paciencia que fuese
capaz de reunir, y le estaba costando un esfuerzo titánico no perderla cada vez
que Donghae se le escapaba entre los dedos.
─Primero iremos a cenar ─le dijo y
él asintió.
Durante la cena, Donghae se las
arregló para hacer una brillante exposición de los invitados que se esperaba en
el baile.
─Me importa un comino quien vaya
─dijo cuando el camarero les trajo el café─ He venido para verte a ti. Solo por
eso.
Donghae apretó los labios, y
Hyukjae se dio cuenta que era peor de lo que había imaginado. Ni siquiera iba a
conseguir que discutiese. Había pensado en la posibilidad de transferir las
malditas acciones de Haru a su nombre, pero había llegado a la conclusión de
que con ello conseguiría empeorar las cosas.
Nunca debería haber comprado esas
acciones. Ni siquiera las habría tocado de no haber tenido aquella cena con
Peter una noche dos años atrás. Después de que llegasen a un acuerdo por las
tierras del costa, Peter le había dicho en confianza que había conseguido un
paquete minoritario, pero significativo de Haru.
Hyukjae sabía muy bien a que tipo de presión iba a
someter a Donghae. Peter era un tiburón. Puede que tardase un par de años, pero
si Donghae no conseguía que lo dividendos fuesen del nivel que a él le
pareciese adecuado, perdería el control de su propia empresa.
Por otro lado, al haber estado
pendiente de la empresa durante años, sabía que dada la clase de trabajo que realizaban
ahora, Donghae jamás podría pagar los dividendos como había conseguido su
padre. Él jamás sería la clase de oportunista sin escrúpulos que había sido su
padre, y Peter no lo toleraría. Así que había decidido comprar las acciones, lo
que había resultado ser una bomba de efecto retardado.
Debería habérselo dicho el mismo
día que había ido a pedirle ayuda, pero le había parecido que ya tenía
bastantes problemas en aquel momento.
¡Maldito lio! Lo único que tenía a
su favor en todo aquello era el tiempo. Era su esposo, así que lo que podía
hacer por el momento para verlo era meterse en un montón de obligaciones
sociales y pedirle que le acompañara.
Lo del baile benéfico fue la
primera de ella, y resultó un desastre. Montones de sándwich diminutos y una
banda mediocre. Bailó con él cuatro meses, ya que no podía negarse a bailar con
su propio marido, pero lo hizo como un autómata. Aún así, fue capaz de mantener
una conversación brillante y de sonreír, pero sus ojos estaban vacíos.
Después, le dijo el conductor de
la limusina que condujese despacio, y atravesaron Busan con Hyukjae observando
a su esposo que iba sentado frente a él a la débil luz del interior de la
limusina.
─¿Tienes intención de quedarte
esta noche ene l apartamento? ─le preguntó Donghae con voz indiferente.
Seguramente, la pregunta le había rondado por la cabeza toda la noche.
─No si tú te marchas ─contestó, y
espero un largo silencio─ Si me quedara, podría dormir en la habitación de
invitados.
El silencio volvió a prolongarse,
tanto que tuvo esperanzas de que la respuesta fuera un sí; pero entonces él
negó con la cabeza. Todavía no. Sabía que podía perderlo si lo forzaba las
cosas.
Había recibido muchas presiones en
su vida, empezando por su padre y Kyuhyun y después, ese bastardo calculado con
el que se había casado. Sabía que la única opción de vencer era dejarlo elegir
a él.
“Muy bien” se dijo. Le daría su
tiempo. Esperaría toda su vida de ser necesario a que llegase el momento
adecuado. Eso era lo que se había dicho así mismo al casarse con él, pero la
verdad es que no había llegado a imaginárselo difícil que iba a ser, peor aún
ahora, porque tenía delante de los ojos como podía ser… como era verlo
pronunciar su nombre y sentirse rodeado de su calor, de su risa, y el placer
tan simple de sentirlo tranquilo y confiado en sus brazos.
─No podemos seguir así para
siempre ─le dijo.
Un ultimátum. Era la táctica equivocada.
Él movió una mano y Hyukjae se dio
cuenta de que le temblaba, y su propio cuerpo pareció empujarle hacia él.
Conocía íntimamente las necesidades de su cuerpo, sabía donde acariciarlo y
como besarlo, y sabía con certeza como respondería.
En el espacio de sesenta segundos,
en el interior de aquella limusina, podía transformar la tensión de su cuerpo
en llamas de pasión. El pulso que le latía por las venas le exigía que se
acercara a él, lo sedujese, lo poseyera de la forma más básica en la que un marido
puede tener a una pareja. Tenía que demostrarle que jamás podría eliminar la
química que había entre los dos.
Una apuesta.
Era una locura apostar cuando no
podía permitirse perder. Si Hyukjae seducía a Donghae, y conseguía que bajase
sus defensas, ganaría solo una noche. A la mañana siguiente, podía perderlo
para siempre.
─Sé que esto no puede continuar
así ─contestó Donghae en vos baja─ Lo sé.
Estaba claro que había tomado una
decisión y la sangre se le heló en las venas.
─No vamos a divorciarnos, Donghae
─le dijo─ Hablaremos de lo de Haru. Hablaremos de… nosotros. Las acciones de
Haru son tuyas. Yo nunca las he querido.
─No quiero las malditas acciones
─murmuró él.
─Donghae…
Quizás fuese la luz de la
limusina, pero parecía extremadamente pálido. Hubiera querido decirle que
descansase, que le dejase llevarlo hasta la cama. Quería proponerle que se
quedase solo en su habitación y que le dejara a él quedarse cerca, en la
habitación contigua, incluso en la misma ciudad… pero lo único que pudo hacer fue
un gesto de frustración sin palabras.
Si conseguía dejar a un lado todas
aquellas tonterías del dinero y de las maniobras de poder, podían tener una
oportunidad. Todo había sido tan simple en Santa Mónica. Solo los dos, y sin
ningún obstáculo Donghae no había sido capaz de negar que era así como debían
de estar, juntos.
─Jamás he tenido intención de
hacer nada con Haru ─dijo─ Simplemente, quise quitarlas de las manos en las
que Kyuhyun las había dejado. Son tuyas. Yo nunca he pretendido nada con
ellas.
Donghae se pasó las manos por el
pelo y un mechón brilló con la luz.
─Nombra a un nuevo director. Has
lo que quieras. No me importa. Lo único que quiero es terminar es el proyecto
de One Day. Déjame terminarlo y
después, podrás… ─hizo un gesto vago con las manos sin mirarle a los ojos─…
hacer lo que quieras.
─Lo único que quiero es a ti.
Donghae contestó que no con la
cabeza.
─Estás cansado ─dijo─ Es demasiado
tarde para hablar de esto. ─la limusina se detuvo─ Duerme y descansa. Volveré
pro la mañana y desayunamos juntos y hablamos… de lo que haya que hablar.
Más tarde, cuando pudiese mirarlo
sin el cansancio escrito en cada línea de su cuerpo, podría preguntarle qué era
lo que quería. Si era capaz de llegar a un acuerdo con vendedores remisos para
comprar sus tierras, también podría encontrar un compromiso que le permitiese a
Donghae volver a bajar las barreras con él.
─Arreglaremos lo de las acciones
de Haru. ─le prometió.
El conductor abrió la puerta.
─Supongo que tuviste alguna razón
para comprar las acciones ─dijo él─ Ya no importa. No me importa ─añadió, y
cerró los ojos para decir─ iba a pedirte que me ayudases a encontrar un
director general que ocupe mi puesto. Quiero dejarlo.
─Donghae…
─Estoy cansado.
─Déjenos solos ─le dijo al
conductor. Hyukjae se bajó de la limusina y le ayudó a bajar. Quedaron a
escasos centímetros y, por un instante, ninguno de los dos se movió.
Hizo un esfuerzo por controlarse y
se limitó a tomarlo por la barbilla con suavidad para que lo mirase, pero no
había bastante luz como para leer sus emociones.
─Si no se trata de Haru Holdings,
entonces ¿Qué es? ¿Por qué no me permites amarte, amante de la luna?
Donghae se mordió un labio.
Hyukjae acarició su garganta con los dedos. Si no se marchaba en aquel mismo
instante, le desordenaría el cabello y después lo tomaría en sus brazos, y los
dos estarían perdidos.
─Es una cuestión de confianza
─susurró.
Encontró solo sombras oscuras en
sus ojos.
─Hyukjae ─dijo, con voz empapada
de dolor─… es porque no confías en mi lo suficiente para explicarme que ocurrió
hace catorce años. Es porque…
Donghae contuvo la respiración y
Hyukjae se dio cuenta que estaba apretándole con fuerza la mano.
─No eches a rodar todo por eso
─dijo, e intentó suavizar la voz, porque se dio cuenta que Donghae lo miraba como
asustado.
─No puedo olvidarlo ─dijo y
retrocedió.
─¿Porqué?
─Creía que entonces me querías
─dijo, y tuvo que esforzarse para oírlo─ Nunca me lo dijiste con palabras, pero
habría jurado… Y de pronto, de un día para otro… en un suspiro, lo que sentías
por mí, murió. No puedo olvidarlo aunque quiera. Me dijiste que me olvidara del
pasado, pero , ¿Cómo voy a olvidar que lo que hubo entre nosotros se convirtió
en polvo y que todavía no sé porque.
Hyukjae creyó que estaba llorando
y fue a tocarlo, pero él retrocedió hacia el edificio.
─¡Los dos nos acordamos de ello,
pero tú no estás dispuesto a hablar! Incluso me llamas por el mismo nombre con
el que me llamabas entonces, y yo quiero…yo ¿cómo puedo ser tu pareja si no me
dejas comprender?
─No te marches ─le dijo, pero
Donghae ya corría hacía el edificio.
Lo vio desaparecer detrás de la
puerta y la noche se volvió más oscura.
Maldito mono desgraciado!!!!
ResponderEliminarQue ya nos cuente que paso hace catorce años!!!!(?)
Nos tiene en ascuas(?)
Ahhhhhhhh
Que emoción!!!
Esto esta muy bueno!!!
:)
ya me duele la cabeza con tanto misterio
ResponderEliminarTodo este revoltijo,seguro que se resuelve con una sola palabra...esa que no quieren decir.
ResponderEliminarYa me enrrede un pelín,pero no importa,así me salen más teorias y una,tengo que acertar.
El pasado no los dejará tranquilos...
Hyukjae ya debe de aceptar que,hablar del pasado seria lo mejor,tal vez no para él,pero sí para Hae...o sea,está viendo que es lo que Hae necesita.
Y más con lo que acaban de aventar en la cara.
Me dio risa eso de que apenas Hyuk llega a una ciudad,Hae se va a la otra.
Y las estrategias de Hyuk de presentarse a todos mos evebtos para así tener a Hae cerca...es bueno...si sacaran algo de eso.
Yo quiero saber que paso en ese accidente ya dinos Hyukie
ResponderEliminarSi nunca lo cuentas perderas a Hae TvT Hyuk debe decir las cosas como son :k