─Donghae… no estás a salvo conmigo
esta noche. Da media vuelta, entra en esa habitación, y cierra bien la puerta
porqué si tan solo dejas un resquicio, entraré. No estoy para juegos esta
noche.
Donghae intentó respirar, pero sus
pulmones habían menguado hasta hacerse demasiado pequeño.
Te dije que esperaría a que me
invitases, pero esta noche podrías empujarme tan solo con una pluma y ponerme
al borde del precipicio.
─¿Y si lo hago? ¿Qué ocurrirá entonces?
Hyukjae emitió un sonido que
debería haber sido una carcajada.
─Pues que te llevarás todo el
lote. Todo el talento que tenga para seducirte; todo lo que pueda hacer para
que tu cuerpo me llamea gritos ─su voz se volvió áspera─ Si quieres que ese contrato
siga siendo tu armadura, más vale que te escondas hasta que llegue la luz del
día y que reces para que vuelva la cordura.
Donghae dio pasos hacía él y se
detuvo.
─Me echaste de aquella mañana en
Busan. Yo te dije que te quería y tu me echaste. ¿Cómo voy a poder olvidarlo?
─Eso es el pasado. Si vienes a mi
ahora, ninguna fuerza de la tierra podrá obligarme a rechazarte.
Su voz no fue más que un hilo de
luz de luna.
─Si tú no…─tragó saliva y suspiró─
Ya que no podemos hablar… ¿Podemos hacer el amor?
Todos se quedó inmóvil hasta que
Hyukjae soltó la puerta y ésta se cerró.
─¿Estás seguro?
─Eso espero.
Tragó saliva esperando, pero sabía
que él no le había parecido suficiente. No había nada en la oscuridad de su
figura que pudiese ayudarlo, nada que le infundiese ánimo y transformarse los
temores y necesidad contra la que había estado luchando todas las horas
transcurridas desde que había vuelto a verle en aquella oficina portátil.
─No sé cómo pedírtelo ─le dijo─ Sé
que tengo que decir las palabras, pero…
Estaba tan cerca…
─Tienes que estar seguro, amante
de la luna. Me he pasado cinco años luchando contra tu imagen en brazos de otro
hombre, y una vez que te haga mío… no te dejaré marchar.
Donghae se estremeció.
─No ha sido así ─le dijo─ Mi matrimonio…
Tenías razón ─estaba tan callado; estaba aterrorizado, y sólo las palabras
podían llenar aquel silencio─ Lo supe el mismo día de la boda. Fue una fusión:
el dinero de mi padre en el periódico de Tim. No lo supe hasta después… yo
creía… quería creer que podía olvidarte. Por eso me casé con él. Pero nosotros…
todo lo que hayas podido ver en las imágenes de las noticias, era todo lo que
éramos Tim y yo.
Alargó un brazo y rozó su pecho.
─Amante de la luna… ─dio un
respingo─ Te he visto con él algunas veces; te miraba y me decía que no
parecías un joven enamorado, pero luego me convencía de que era porque deseaba
que fueses solo mío. Pero ayer… cuando me dijiste que no podías tener hijos…
pensé que lo habían intentado, que Tim y tu…
Donghae se mordió el labio. Si era
eso lo que sentía ¿Por qué lo había rechazado?
─Estuve muy enfermo cuando cuándo
tenía dieciocho años ─le explicó con voz temblorosa─ Me hicieron pruebas ─apoyó
las dos manos en su pecho y acercó más. Sentía su resistencia y le rozó con los
labios─ Sabes a sal. Necesito que me hagas el amor. Te lo estoy pidiendo
Hyukjae…
Entonces le sintió estremecerse y
por fin, lo rodeó con sus brazos y buscó sus labios.
─He esperado tanto tiempo ─murmuró
él.
─Sí ─gimió Donghae contra su boca.
Después de un instante, Hyukjae
abandonó sus labios para recorrer el camino hacía su garganta. Sus manos se
movían lentas lentamente contra su cuerpo.
─No tengas miedo le dijo al darse
cuenta de que estaba temblando─ Te prometo que todo va a salir bien.
Deslizó las manos por sus brazos,
y a la débil luz que entraba por la puerta, vio dilatarse sus pupilas. Cuando
volvió a poseer su boca, el mundo, el tiempo y todo el universo quedaron
reducidos al hombre que lo tenía entre brazos y que bebía de su boca y cuya
fuerza le hizo moverse con él y contra él.
─Brujo… ─gimió Hyukjae en
respuesta, y acarició sus caderas y nalgas para levantarlo en el aire. Cuando
el mundo dejó de dar vueltas. Donghae se encontró sentado en la mesa del
tocador con Hyukjae frente a él, entre sus piernas abiertas.
Hyukjae retuvo su rostro entre las
manos y lo besó profundamente, tanto que tuvo que sujetarse a él con las
piernas para no caer, y cuando acarició sus muslos, Donghae lamió la sal que
encontró en la base de su cuello. Cuando alcanzó su entrepierna, Donghae se
arqueó contra él y perdió la respiración.
Hyukjae echó la cabeza hacía
atrás, y Donghae tembló al ver brillar el deseo en sus brazos al recórrelo de
arriba a abajo con la mirada. Sentía el abandono de su propio cuerpo sentado
allí sobre la mesa, sintiendo las manos de Hyukjae y abrazándole con las
piernas.
─No tengo mucha experiencia en
esto ─le dijo.
Le vio tragar saliva mirando la
camisa de su pijama, sus pezones erectos debajo de la tela.
─Podría desilusionarte ─susurró─
No sé…
─No ─contestó él, y deslizó las
manos desde sus muslos hasta su pecho. Su cuerpo obedeció, siguiendo el ritmo
que marcaba su mano- Ha habido otras parejas ─le dijo solemne─ pero ni uno solo
que no haya deseado que fueses tú.
Donghae tembló y gimió contra su
boca cuando toco la punta de su miembro y lo besó con mas pasión mientras él se
volvía loco acariciando su espalda, sus hombros, su pecho…
─Desde el día que me enteré que
volvías a estar libre, no ha habido otra persona ─le dijo con voz rota.
─Yo si te desilusiono… ─contestó
casi sin voz, porque sus viejos temores le hacían temblar junto con el deseo;
el temor a que él aceptase su amor para cerrarle su corazón después.
Hyukjae le abrió la camisa del
pijama, se inclinó y Donghae vio entreabrir sus labios. Sus pezones erectos, necesitados,
creyó volverse loco al sentir su lengua y apretó las piernas para sentirle aún
más cerca mientras que su cuerpo se volvía salvaje, moviéndose contra él en un
ritmo que era incapaz de controlar. Hyukjae le contestó moviéndose contra él
con una fuerza fuera de control.
─¿Cómo? ─gimió Hyukjae, tomándolo
por las nalgas para llevarlo hasta la enorme cama y acariciar su pecho con las
manos─ ¿Cómo ibas a desilusionarme? ─le preguntó, temblándole la voz─ Cada
movimiento tuyo me desgarra. ¿Cómo ibas a poder desilusionarme?
Le quitó por completo la camisa y
Donghae se derritió en sus brazos y en la tensión salada de su carne… en su
boca en el pulso de su cuello… en un beso avivando las llamas de su interior… y
se encontró rozando la cintura de su bañador, y no hubo principio ni final,
solo Hyukjae musitando su nombre, sus besos, sus manos, su boca y el movimiento
salvaje de sus cuerpos atizando la pasión hasta convertirla en llamas.
Abrió los ojos, Hyukjae estaba
echado enredado en él, en cuerpo y alma, y se estiró contra él, sintiendo su
respuesta. Tenía un amante para siempre. Iba a necesitarlo siempre con una
desesperación que no podría calmar. Siempre.
─Eres hermoso -murmuró Hyukjae
y dibujó su cuerpo con las manos desde el cuello hasta los muslos─ Cálido
─susurró─, suave
Cuando le sintió moverse buscando
en él la respuesta que lo condujese más allá de la locura, gimió.
─Dios, como me gusta sentir que me
necesitas.
Entonces sus caricias cobraron
urgencia y Donghae volvió a sentir las llamas devorarlo y le acarició buscando
hacerle gemir, y le susurró cosas salvajes al oído cuando todo fue demasiado y
los dos se movieron al mismo ritmo sobre la cama.
─Hyukjae… por favor… por favor. No
puedo… ¡Dios, Hyukjae!
La necesidad de Hyukjae condujo a
Donghae mas allá de la locura, más alto de donde él era capaz de llegar y aún
más, y desde lo alto su cuerpo se tensó sobre el de él en el instante antes de
que él se hiciese suyo para siempre.
Con los ojos cerrados, abrazados
el uno al otro, fueron recuperando el pulso normal. La habitación se llenó de
luz de luna y, cuando Donghae abrió los ojos, se encontró con que él le estaba
observando y Hyukjae lo miró íntimamente, de arriba a abajo.
─Eres mío ─susurró─ Te he estado
esperando catorce años.
─¿Y ha merecido la pena?
Hyukjae deslizó el dorso de la
mano por su mejilla y lo besó.
─Sí ─contestó después─ Cada
maldito minuto.
Y volvieron a besarse mientras él
enredaba las manos en su pelo.
─Esto no ha terminado todavía ─le
dijo.
Cuando Donghae lo miró a los ojos,
los vio brillar con una pasión más serena que la que les había poseído antes.
─Puede que no sobreviva ─le
contestó en susurro.
Hyukjae se echó a reír y Donghae
sintió su risa en lo más hondo de su corazón.
Hacía frío cuando Hyukjae y
Donghae llegaron al aeropuerto de Busán y Donghae se estremeció. Él lo rodeó
con el brazo como si pudiese evitar que el frío penetrara en su ropa; sonrió, y
Hyukjae lo apretó aún más a su costado.
Tres días en los brazos de Hyukjae
y estaba empezando a pensar que sus temores habían sido infundados. Sus brazos
y sus ojos, y cada minuto que pasaba, confiaba más en él. Lo quería, y muy
pronto se lo diría.
Tomaron la limosina para ir al
lujoso apartamento. Una vez salieron al salón Donghae se encontró en un salón
con lujosas alfombras y una maravillosa vista y un jacuzzi en el jardín.
─Te gustan las bañeras de
hidromasajes ¿eh? ─comentó al verla.
─Si, pero me gustaría aún más
cuando te tenga a ti dentro.
Lo tomó en sus brazos y lo aceptó
gustoso, y , en cuanto sus labios se unieron, sintió una necesidad ya casi
familiar. Cuando él acarició su espalda, se movió de una forma que sabía iba a
alterarle.
─Voy a cancelar la reunión ─dijo
Hyukjae.
Los dos sabían que era imposible.
Ya la había pospuesto una vez para poder estar una semana con él en Santa
Mónica.
─Quiero que estés aquí cuando
vuelva ─dijo.
─De acuerdo -lo prometió.
Hyukjae se lo quedó mirando con
expresión alegre.
─Pareces muy complacido contigo
mismo ─bromeó Hyukjae.
─Ya volverás ─le contestó en voz
baja, utilizando la sensualidad que había descubierto en sí mismo durante
aquellos tres días.
─Estoy tentado de raptarte
─murmuró Hyukjae- Vente a Seúl conmigo.
─Ojalá pudiera ─contestó, pero
tampoco le era posible retrasar la reunión que tenía al día siguiente con los
arquitectos de su zona residencial─ Ojalá pudiera
deshacerme de los arquitectos y tenerte a ti.
─Te enfrentarías a una demanda,
seguro. Envíame mañana por la noche los trabajos preliminares y les echaré un
vistazo.
Ya habían hablado de aquel tema y
su cartera, Donghae llevaba algunas ideas que habían desarrollado para el
centro comunitario.
─Voy a enseñarte donde está todo
─le dijo Hyukjae, y en veinte minutos, les hubo presentado su nueva casa en
Busan. Ya habían utilizado unas cuantas horas extra aquella mañana en el hotel
antes de salir, así que ahora andaban cortos de tiempo.
─Te echaré de menos ─dijo. Y
estuvo a punto de decir te quiero.
Esas palabras le quemaban en la garganta cada vez que le tenía cerca.
─Yo ya te echo de menos ─dijo,
acariciándolo con la mirada, y se dijo que no era con palabras con lo que le
demostraba su amor, si no con cada acción.
Cuando Hyukjae se marchó, Donghae
se quedó dando vueltas por la casa. Sabía que lo que debería hacer era
prepararse para la reunión del día siguiente con los arquitectos. Había llamado
un taxi para que lo llevara a la casa en la que vivía antes de
casarse con Hyukjae para recoger unos cuantos documentos. El resto de sus
objetos personales se los trasladaría una empresa de mudanza.
Y en cuanto a los muebles… no
había mucho que quisiera conservar. Tampoco pensaba seguir manteniendo la casa.
Formaba parte del pasado, de los años vacíos en los que había interpretado a el
papel del esposo de Tim en público mientras su vida privada era una isla de
soledad. Hyukjae tenía razón: el pasado había que dejarlo atrás. Sólo importaba
el futuro, e iba a aferrarse a él.
─Nos desharemos de él si no quieres vivir aquí
─le había dicho Hyukjae respecto a aquel precioso apartamento─ O también
podemos mantenerlo como centro de operaciones en la ciudad y construirnos un
retiro en el campo.
Ojalá pudiera tener hijos.
─Podemos adoptar ─le había dicho
Hyukjae, y quizás llegaran a hacerlo. Niños corriendo por las colinas de
alrededor de una casa en el campo. Con el helicóptero de Hyukjae y todos los
medios modernos de transporte a su alcance, no tenía por qué vivir en la
ciudad.
El avión de Hyukjae ya debía de
haber despegado, y deseó haber ido con él. Si no fuera por One Day, podría haberlo hecho.
Iba a estar fuera por cinco días
fuera. Demasiado tiempo. Si al día siguiente podía dejarlo todo arreglado con
los arquitectos y quitarse de en medio el papeleo que debía estar esperándolo,
podía tomar un avión y volar a su lado ¡veinticuatro horas, y volvería a estar
a su lado!
Cuando llegase a Seúl, iba a
hablar con él sobre One Day. Había
centrado toda su energía en la empresa durante años porque no tenía otra
cosa en su vida, pero ahora estaba él, y era una locura permitir que las
cadenas del pasado les mantuvieran alejados. Primero tendría que terminar el
proyecto de One Day, pero después
encontraría la forma de separarse de las tareas directivas de Haru. Buscarían
un nuevo director general para la empresa y él se limitaría a sentarse en el
concejo de administración, con lo que podría acompañar a su marido donde quiera
que él fuese.
Volvió rápidamente al salón y
llamó a su agencia de viajes, y en dos minutos tenía una reserva para el último
vuelo del día siguiente a Seúl.
Le daría una sorpresa a Hyukjae.
Tenía la llave del apartamento en Seúl. El día anterior se habían estado riendo
cuando él le había dado un montón de llaves de sitio diferentes. Las llaves de
su vida, pero no había un retiro en el campo. Lo construirían juntos.
─Lee Hyukjae ─dijo el arquitecto
cuando Donghae le entregó los bocetos para las modificaciones en el centro
diurno─ Sólo Lee podría convertir un centro diurno en algo elegante. Desde que
leí de su boda… ─frunció el ceño─ ¿Ha pensado reemplazarnos con Lee en éste
trabajo?
─No ─contestó Donghae.
Hyukjae había llamado aquella
mañana desde Seúl y habían hablado brevemente sobre aquella reunión, un par de
frases nada más en una conversación sobre cosas más importantes… lo mucho que
él le echaba de menos y lo de la casa de campo.
─Pero quiero que se hagan cambios
─dijo Donghae.
─De acuerdo ─accedió─ Y supongo
que habrá más cambios a medida de que avancemos.
─Me gustaría que se coordinara con
mi marido en los planos ─Mi marido. Decir aquellas palabras le hacía sentirse
bien por dentro─ ¿Hay algún problema?
─Ninguno, las ideas de Lee son
siempre de esa clase de cosas que te hacen preguntarte por qué demonios no te
habría ocurrido a ti primero ─hizo un gesto hacía los planos─ Espero que se me
pegue algo de su genialidad.
Hyukjae se iba a reír de eso
cuando se lo contara. Seguro que no le daba la más mínima importancia a lo de
su genialidad, porque no era arrogante, sino… Hyukjae. Su Hyukjae.
Llamó a su oficina antes de salir
del despacho del arquitecto.
─¿Aiden? Primero voy a comer y
después pasaré por ahí.
Cuando Aiden le dijo de acuerdo Sr Lee, Donghae tuvo la
sensación de que su nombre de casado era casi como una caricia del propio Hyukjae.
Se alegraba de no haber usado el apellido de Tim durante su matrimonio con él.
Le daba más sentido ahora al usar el de Hyukjae.
Cuando salía del restaurante
después de comer, se paró frente al escaparate de una boutique. Había un
conjunto de pantalón y chaqueta negra y camisa con transparencia. Si se
colocaba ese atuendo y su cabello al natural, los ojos de Hyukjae bailaría de
deseo y cuando bailaran podría sentir sus manos sobre la piel.
El traje no tenía etiqueta con el
precio; sólo el nombre del diseñador, así que seguro que el precio era
escandaloso. Era una locura gastarse mucho dinero en un solo traje… pero sabía
que iba a comprárselo. Tenía las entradas para un baile benéfico en Busan que
se celebraría en unas semanas. Había pensado pedirle a Kyuhyun que lo
acompañase, pero ahora iría con Hyukjae a su lado. Su amante. Su esposo.
Lo pagó con un cheque, el primero
del talonario que él le había dado el día anterior después de pasar en su banco
de camino al departamento.
─No lo necesito ─le había dicho al
ver cuánto dinero le había transferido a su cuenta.
─Entonces no te los gastes ─le
sugirió con una sonrisa─ Pero me gustaría que lo hicieras. Si hay algo que tú
quieras y que yo pueda darte, quiero que lo tengas.
El esposo de Hyukjae. Firmar el
cheque fue una aceptación de ese papel. Sería su pareja durante el resto de su
vida. Él no le había dicho que lo quería con palabras, pero todo lo que hacía
hablaba por él. Lo único que iba a tener que hacer para sentirle cerca era
pronunciar su nombre, descolgar el teléfono o utilizar aquel talonario para
comprar un billete adónde quiere que él estuviese.
¡Si no dejaba de pensar en él, no
iba a ser capaz de trabajar!
Aiden lo recibió nada más entrar a
la oficina
─Bienvenido, señor Lee.
¡Enhorabuena!
Donghae se ruborizó.
─Sigo siendo Donghae ─contestó, y
cuando vio a Aiden mirar hacia la puerta, se dio cuenta del nuevo nombre que
colgaba discretamente de ella.
─Lee Cho Donghae ─leyó y se echó a
reír─ ¡Qué rimbombante! ─exclamó, pero quería usar solo el apellido de Hyukjae.
Estaba decidido a dejar atrás el pasado y a entrar en el futuro al lado de
Hyukjae.
─¿Estas preparado para la
avalancha? ─preguntó Aiden─ El teléfono ha estado sonando sin parar. Las
revistas quieren entrevistas y los periódicos locales, también.
─Deshazte de ellos.
─Han publicado toda clase de
artículos sobre usted y el señor Lee. ¿Ha visto algunos?
─He estado en Estados Unidos, y no
he leído un solo periódico en una semana.
La mirada comprensiva de Aiden le
hizo enrojecer de nuevo, pero se echó a reír. ¿Qué importaba si el mundo entero
conocía sus sentimientos por Hyukjae?
─Han estado removiendo en las
estructuras corporativas y en archivos antiguos. Hemos hecho una
recopilación por si quería echarle un vistazo. ─comentó y enrojeció─ Lo
siento. Sé que no es asunto mío, pero es que no he podido evitar leer algunos
de sus artículos y… están sobre la mesa.
¿Un informe sobre su relación con
Hyukjae? Aiden no conocía ni la mitas de la historia, igual que la prensa.
─Estaré en mi despacho ─le dijo─
No me pases ninguna llamada; sólo si es mi marido.
Entró en el despachó y cerró la
puerta. Esa oficina había sido el santuario de su padre, y él no había cambiado
nada. Le daba una sensación de victoria al sentarse en su puesto. Había
cambiado cuando murió su madre, por primera vez sentía pena por su padre,
porque pensar en perder a Hyukjae le ayudaba a imaginarse cómo podía ser perder
a quien se amaba.
Hyukjae le había dicho que no
había habido otra pareja desde que se enteró de que él estaba libre. Habían
pasado ya cuatro años desde la muerte de Tim, y, durante ese tiempo había
estado esperándolo a él, eso querría decir que iba a quererlo para siempre, que
jamás volvería a darle la espalda, que…
¡No! No más pasado. Solo futuro.
No iba a echar a perder el goce de amar por tratar de entender el dolor del
pasado, las viejas traiciones. Pero si volviese a ocurrir… si volvía a
traicionarlo cuando toda su existencia giraba ahora en torno al amor que sentía
por él…
La idea le hizo estremecerse e
intentó olvidarlo, pensar en la última vez que había hablado con él aquella mañana.
─Sigues en mi cama ─había dicho él
al oírle─ Tienes voz de sueño.
─Mm… ─murmuró Donghae, con los
ojos cerrados se lo imaginó a su lado─ Estoy aquí completamente solo en esta
cama…
Hyukjae se había echado a reír y
le había contestado con algo que le había acelerado el pulso. Si pudiera hablar
con él, se sentiría mejor, los temores remitirían.
Contestó el teléfono. Su voz haría
desaparecer la inseguridad. Era aquel despacho, el sillón de su padre lo que le
estaba trayendo recuerdos.
La secretaria de Hyukjae contestó
la llamada.
─Señor Lee ─exclamó con voz
cálida. Dos semanas antes parecía dura como un metal, pero ahora había
cambiado─ Me temo que el señor acaba de salir. Tiene una reunión con el
ayuntamiento. Volverá a las tres… bueno, a las seis de la tarde para usted.
¿Quiere que le diga que lo llame?
─Sí, dile que estaré en la oficina.
Hyukjae no iba a estar allí cada
vez que él llamara, así que sacó el expediente que Aiden le había preparado y
vio una fotografía de los dos juntos… la que le habían tomado en el aeropuerto,
cuando se marchaban de luna de miel.
Fusión sorpresa: Lee y Cho.
¡Fusión! ¡Menudo titular! Sonaba
como si se hubieran casado por razones de negocio, y la idea le hizo sonreír,
porque nadie sabría que todo había comenzado así, como un matrimonio por
dinero. Ése sí que sería un titular horrendo: Lee y Cho … matrimonio por dinero.
Toda su vida había sido utilizado como moneda
de cambio. Por su padre, por Tim… incluso por Kyuhyun, pero con Hyukjae todo
era diferente. Había roto su contrato apenas media hora después de la boda.
Dejó el artículo a un lado y se
concentró en el siguiente.
Los periodistas habían
especulado de lo lindo. En cuatro o cinco de los artículos se decían donde
habían vivido en su niñez, esperó encontrarse por alguna parte algo del
accidente, pero no encontró nada. Además, seguro que la influencia de su padre
había servido para que nada de lo ocurrido apareciese en ningún periódico.
Alguien había encontrado una
fotografía tomada en el funeral de su padre. Hyukjae y él estaban de pie juntos
y, de alguna manera, el fotógrafo les había sacado en un ángulo tal que
parecían estarse hablando casi al oído. No sabía que hubiera habido
fotógrafos, pero la verdad aunque lo hubiera sabido, no se habría dado cuenta.
Lo que debía hacer era ponerse
trabajar. Dentro de poco, abandonaría aquél despacho, aquella empresa.
Terminaría el proyecto de One Day y
ya está. A partir de ese momento trabajaría con Hyukjae.
Precisamente, el día anterior le
había preguntado si querría trabajar con él en un centro hospitalario cuyo
diseño le habían encargado en Japón. El pondría las ideas y Hyukjae las
transformaría en paredes y espacios. Iba a ser divertido trabajar con Hyukjae.
Miró a su alrededor y se preguntó
porque siempre quiso controlar el imperio de su padre, y la respuesta apareció
enseguida: había necesitado desesperadamente algo que hacer tras descubrir la
verdad de su matrimonio con Tim. Y después de la muerte de su padre, alguien
tenía que hacerse cargo. Kyuhyun nunca había estado interesado.
Pero ahora iba a poder liberarse
de todo eso.
Echó un vistazo a los mensajes que
tenía sobre la mesa. Lo primero que tenía que hacer era devolver las llamadas
de teléfono, así que dejó lo recortes de prensa a un lado, pero, justo en ese
instante, la palabra absorción le
llamó la atención y volvió a mirar el expediente. Lee absorbe empresas Cho.
Desde luego algunos periodistas
eran capaces de verlo todo con ojos sucios.
Lee Hyukjae cuenta en su haber con un precioso collar de estructuras
arquitectónicas maravillosamente inspiradas, pero parece ser el arquitecto está
haciendo incursiones en un área completamente distinta dela propiedad
inmobiliaria.
Hace dos años Jewel, la empresa de Lee Hyukjae compró un paquete de
acciones de Haru Holdings, imperio fundado por Cho Kyudong. Con el matrimonio
que tuvo lugar la semana pasada entre Lee y CHo Donghae, Lee posee ahora el
control efectivo de Haru Holdings.
El imperio de los Cho ha estado inmerso últimamente en varias empresas
de dudable rentabilidad, pero con Lee al timón cabe esperar una nueva
dirección, innovadora y beneficiosa para Haru Holdings.
No podía ser cierto.
Jewel. Rápidamente se puso de pie.
Jewel era la propietaria de un paquete minoritario de acciones, pero tenía que
ser un error. Hyukjae no podía ser propietario de Jewel.
oh dios justo cuando apenas se abren un poquito aparecen mas problemas espero y el pecesito antes de pensar mal del lindo monito hable con el
ResponderEliminarcof cof cof no sé porqué me entró una tos de pronto...cof cof cof
EliminarOk...antes que nada quiero decir que no soy mujer de 100% lemon...pero aqui necesito preguntar...
ResponderEliminar¿DÓNDE ESTÁ MI LEMON?
O sea,sé que lo hicieron porque Hae andaba tentador y valiente delante de Hyuk y seguro que no se resistio,aparte de que regresaron felices...solo eso me indica que lo hicieron...😒
Y por supuesto...nunca se puede ser feliz por tanto tiempo...el mismo día que llegan...le echan agua al arroz.
Y este par haciendo planes y todos felices,y viene el chahuistle y les cae encima...¿por qué no?
Ya las hicimos felices...pues orale,ahí les va el agua fría.
Oops sorry por el no Lenon 😷
EliminarAhhhhh
ResponderEliminarHasta que se comieron eso!!!!
Ahhhhh pateen al secretario metiche!!!!
Para que tenía esos periódicos!!!!
Ahhhhh
Nooooo
Ahora el pescado se va a enojar!!!
Noooooooo