Sungmin presionó
la tela húmeda contra su cara, esperando refrescar su enfebrecida piel.
¿En qué demonios estaba pensando para permitirle tocarle así?
¿Estaba loco?
Sí. Sin duda. Estaba comprobado.
Frotó con violencia su oreja, tratando de quitarse la sensación
de su cálida lengua volando sobre su piel. Sólo el recuerdo hacía que sus
rodillas flaquearan tanto que tuvo que asegurarlas para permanecer erguido.
Cualquiera que fuera la magia que Kyuhyun estaba utilizando con él, era algo
poderoso. No estaba seguro de cómo iba a ser capaz de resistirse el tiempo
suficiente como para rescatar a Leeteuk, pero tendría que encontrar la manera.
Los Defensores le habían precavido de que sería difícil, pero
hasta ahora se había imaginado que no lo conocían lo suficientemente bien.
Porque era pequeño, la gente lo veía como alguien débil y frágil. Y era todo lo
contrario.
Excepto a lo que Kyuhyun se refería.
Sungmin gruñó de frustración, abriendo el agua fría para meter
la cabeza bajo el grifo. El frío extrajo el aliento de sus pulmones, pero al
menos le ayudó a despejar la cabeza de la niebla con la que Kyuhyun le había
llenado la cabeza.
Tenía que pensar. Organizar un plan. No era como si tuviera que
resistirse a él durante todo un año o nada parecido. Sólo lo suficiente como
para que lo llevara al recinto. Los Defensores estaban seguros de que estaba en
alguna parte del Medio Oeste, así que no tendría que llegar tan lejos con Kyuhyun.
Quizá un día en coche.
Sólo un
día. Podía mantener la lengua fuera de sus orejas, o de cualquier otro lugar,
durante ese tiempo.
—¿Necesitas
que alguien te frote la espalda, cariño? —se oyó la profunda voz de Kyuhyun a
través de la puerta.
Incluso
su voz hacía que su cuerpo se suavizara igual que su determinación. Necesitaba
amordazarle, o quizá taponarse los oídos. Y definitivamente necesitaba llevar
más ropa. Cuanta menos piel desnuda hubiera al alcance de su mano, mejor.
—Vete —le dijo.
—Eso no va a pasar. ¿Algo más que pueda hacer por ti?
Tener unos boxer secos sería buena idea, pero no estaba dispuesto
a decirle eso.
—Mi maleta.
—Por supuesto, cariño. Vuelvo enseguida.
No
estuvo mucho tiempo fuera antes de que oyera sus fuertes nudillos tocando a la
puerta.
—Aquí tienes.
—Sólo déjala fuera de la puerta.
Una bochornosa diversión resonó en su voz.
—¿Tienes miedo del que gran lobo malo te coma?
Ojalá tuviera esa suerte. Había pasado mucho tiempo desde que
había estado con alguien, y lo que Kyuhyun acababa de hacerle le recordó lo
mucho que se estaba perdiendo. Incluso la idea de tenerle besándolo y
lamiéndole era suficiente para marearlo.
Sungmin se agarró a la pila dispuesta a mantener el equilibrio
frente al bombardeo de imágenes que él había puesto en su cabeza. Estaba seguro
de que si hubiera llegado a desnudarlo, se habría sentido el hombre vivo más
afortunado del mundo, justo hasta que él le matara.
—Que te
jodan —dijo, pero sonó más como una débil pregunta que como un insulto.
—Lo que tú quieras. Sólo abre la puerta y déjame el resto a mí.
—Ni lo sueñes, Kyuhyun.
Su voz bajó de tono tanto que tuvo que esforzarse por
escucharlo.
—Sólo
es cuestión de tiempo, cariño. Puedes luchar contra mí todo lo que quieras,
pero los dos sabemos cómo serán las cosas al final.
Sí, él
y todos sus amiguitos iban a ser pequeños restos de carne sanguinolenta
tintando el paisaje.
Por
alguna razón, ese plan no parecía tan bueno como lo había sido la noche
anterior.
Kyuhyun observaba
comer a Sungmin. Ver su boca moverse sobre el tenedor era la cosa
más deseable que alguna vez hubiera visto.
Por otra parte, no había mucho en Sungmin que no fuera sexy. Su dulce, compacto
cuerpo y el asesino culo le volvían loco. Los atisbos que continuó captando del
tatuaje en la base de su columna le acabarían por llevar al manicomio si no
conseguía ver hasta dónde llegaba debajo de sus pantalones vaqueros.
Y el contraste entre el personaje de niño malo con pelo en punta que
había usado la primera vez que lo conoció, y su lado más suave, más vulnerable
del hombre que estaba viendo ahora era la clase de cosa que alimentaba las
fantasías de un hombre.
Todos
los Suju sin pareja en la SM
iban a quererlo. No podía correr el riesgo de que a él le gustara uno de ellos.
Debía aventurar su reclamo antes de llevarlo a su casa y lograr que se colocara
su luceria así todos los hombres sabrían que estaba fuera de sus límites.
Deslizó
otro panqueque en su plato con la esperanza de que le dejara verlo comer un
poco más.
Sungmin se limpió la boca con una servilleta y se recostó en su
silla.
—¿Cuánto tiempo nos llevará volver a tu casa? —preguntó.
Kyuhyun
consideró mentirle, haciéndole pensar que tendría más tiempo para pasar a solas,
pero no era así como quería que las cosas comenzaran entre ellos. La honestidad
era importante para él. Si la quería de él, era justo si se la ofrecía en
primer lugar.
—Cerca de nueve horas, pero no estoy listo para irme todavía.
—¿Por qué no?
Tomó un
sorbo de café para ganar tiempo para pensar. No quería estropearlo. SUngmin ya
tenía algunas ideas erróneas acerca de su mundo, y no estaba seguro de lo bien
que se tomaría lo que tenía que decir.
Por último, se le ocurrió:
—No quiero compartir.
—Um. Está bien. ¿Compartir qué?
—A ti.
Sungmin parpadeó rápidamente un par de veces, pero aparte de
eso, su rostro era estoico.
—Por favor, dime que significa algo distinto a lo que creo que
significa.
—Los otros hombres en mi casa, la SM , todos te querrán.
Sus dedos retorcieron la servilleta de papel hasta hacerla
trizas.
—¿Para qué?
Tenía miedo. Había visto la mirada suficientes veces como para
saber que, a pesar de su erguida columna y la barbilla alta, estaba temblando
por dentro.
—Nunca te lastimaríamos, Sungmin. Ninguno de los hombres lo
haría, no importa lo que pudieras pensar. Todos queremos lo mismo, tenerte a
nuestro lado por un largo tiempo.
El soltó un gruñido, pero sonaba más a desahogo que a
confianza.
—No lo creo. E incluso si éste fuera el caso, no estoy buscando
ninguna… relación en éste momento.
—No la estarás buscando, pero una te encontró.
—¿Qué se supone que significa eso?
Kyuhyun trató de alcanzar su mano, queriendo tocarlo, pero él
se apartó antes de que pudiera hacerlo. Cruzó las manos sobre el regazo,
intentando demostrar que no le acababa de rechazar.
La decepción acuchilló a través de él, pero la dejó ir. Ahora
no era el momento de presionar. La delicadeza le llevaría mucho más lejos.
—Te necesito, Sungmin. Nunca te he ocultado ese hecho. Incluso
después de que me apuñalaste.
—Creí que era una locura temporal —dijo—, o que simplemente
estabas mintiendo.
—Cada palabra que alguna vez te haya dicho es la desnuda,
honesta verdad. Te necesito, y no voy a compartirte.
Levantó la taza de café, y Kyuhyun vio vibrar el líquido oscuro
bajo sus temblorosos dedos. Genial. Lo había asustado más o cabreado. Supuso
que asustado, ya que si lo hubiera cabreado, probablemente le habría tirado el
café caliente a la cara.
—Muy bien. Voy a empezar desde el principio. Párame si te
pierdes.
Sungmin asintió con la cabeza, pero no lo miró. Definitivamente
asustado.
—No estoy seguro de cuánto sabes de los Suju.
—No mucho. Sólo lo que mi mamá me dijo, y lo que escribió en su
diario.
Eso era algo, al menos.
—Somos una de las razas de los Centinelas. ¿Has oído hablar de
los Centinelas?
—Sí. Desde antes de que pudiera caminar.
—Bien, entonces puedo omitir la parte donde hacemos todo lo
posible para salvar a la humanidad y proteger el portal de acceso a otro mundo.
Esto es lo que puede no sepas. La pareja Suju la forma un equipo, de un hombre
y una mujer o como nuestro caso un hombre y un hombre doncell. El hombre puede
recoger la energía del aire y la almacena, y pareja tiene la habilidad de
canalizar ese poder, pero no puede almacenarlo por su cuenta. ¿Me sigues hasta
ahora?
—Creo que sí.
No estaba seguro de lo que eso significaba, pero siguió
adelante, con la esperanza de acabar con eso lo más rápidamente posible.
—Nosotros formamos parejas, pero cuando lo hacemos, es una
especie de unión permanente.
—¿Al igual que el matrimonio?
—A veces, pero no siempre. Ha habido casos raros en nuestro
pasado, cuando miembros familiares se emparejaban, pero para que funcione,
tiene que haber algún tipo de estrecho vínculo. Cuanto más tiempo una pareja
está junta, más fuertes se hacen.
—Es por eso que Kangin quería a Leeteuk, ¿verdad? ¿Porque era
una de esas parejas?
Él asintió con la cabeza.
—Y tú también.
Sus oscuros ojos se entornaron y una clase de amotinada cólera
apretó su boca.
—No, no lo soy.
Por lo tanto, a Sungmin no le gustaba la idea. Fantástico. Eso
haría las cosas mucho más difíciles, y no tenía tiempo para eso. Incluso con el
goteo de energía que Sungmin había absorbido a través de su contacto, Kyuhyun
seguía sufriendo. Tenía una gigantesca ola de presión esperando para salir, y
no mucho tiempo para que ocurriera.
Había comprobado su hoja más temprano y estaba marchita y
marrón, apenas adherida a su árbol.
—Puedo demostrarlo —le dijo.
Kyuhyun envolvió sus dedos alrededor de su muñeca. Sungmin se
sintió tan bien en su toque que casi se olvidó de lo que estaba haciendo. Un
mar de remolinos azules y verdes se batía dentro de la banda alrededor de su
dedo.
—¿Ves la forma en que cambian los colores en mi anillo cuando
te toco?
Sungmin se lamió los labios y asintió.
—Hay más verde y azul que cualquier otro color. Además, sientes
esas pequeñas chispas de energía arqueándose entre nosotros, ¿verdad?
Una vez más, asintió con la cabeza, aunque no había apartado
los ojos del anillo.
—Esas son señales de que eres como yo. Eres una pareja Suju.
—No. No lo soy. —Había más que una ardiente negativa en su voz.
Había algo más, una especie de frenética desesperación, como si
le hubiera dicho que sólo tenía una semana de vida.
No podía aceptar lo que era todavía, pero él entendía eso. Al
igual que Leeteuk y Heechul, había sido criado como un ser humano. Una vez que
le mostrara su mundo, lo aceptaría todo pronto, al igual que las otras parejas
habían hecho.
Sungmin trató de tirar de su mano, pero Kyuhyun apretó su
agarre. Necesitaba que ese contacto le recordara que todavía había esperanza.
Que aún había tiempo.
Hizo que su voz sonara casual cuando continuó.
—Por lo tanto, ésta conexión que tenemos permite que el poder
fluya entre nosotros. Cuanto más larga y más fuerte sea ésta conexión, más
poder fluirá a la vez.
—¿No se agota? —preguntó.
—Puede bajar el nivel, seguro, pero hay más a nuestro
alrededor, en el aire, en la tierra, en todas partes. Cala en mi interior lo
quiera o no, que es por lo que te necesito. Ya he absorbido más energía de la
que pueda contener. Me está matando.
Sungmin seguía mirando a su anillo y el movimiento hipnótico de
los colores en su interior.
—¿Y crees que puedo detenerlo?
—Puedes desviar lo suficiente para reducir la presión. Lo
suficiente como para mantenerme vivo. Es por eso que te necesito.
El guardó silencio por un momento, y Kyuhyun le dio el tiempo
para asimilar lo que había dicho.
—¿Y si no coopero? —preguntó.
—Entonces moriré, o al menos mi alma. Ya no seré uno de los
chicos buenos nunca más. No me preocuparé por el bien o el mal, sólo por lo que
quiera.
Su voz era apenas un susurro.
—Nunca he oído hablar de eso antes.
—No es algo que enseñen en las escuelas.
—Sí, bueno, nunca fui a la escuela. Mi educación fue un poco
más… práctica que la mayoría. Aprendí todo sobre los Centinelas y nunca escuché
nada de esto.
Eso
le hizo preguntarse lo que le habían enseñado y cuánto de eso era una completa
mierda.
—No
te miento, cariño. Estoy poniéndolo todo al descubierto. Quiero que sepas lo
que te pido.
—¿Y qué es exactamente lo que pides?
Le
puso su dedo bajo la barbilla y le alzó la cara hasta que lo miró. Quería que
supiera que hablaba en serio.
—Quiero que te pongas mi luceria. Quiero que seas mi pareja.
Para siempre.
Su
cabeza se movió ligeramente. Kyuhyun no estaba seguro de que Sungmin supiera
siquiera lo que hacía.
—Apenas te conozco.
—Lo
entiendo. Entiendo que esto es alarmante para ti. Todo es nuevo y extraño, pero
no es del todo un acuerdo unilateral. Conseguirás algunos beneficios
adicionales.
—No me importa.
—Eso
es porque no sabes lo que te pierdes. Si estás de acuerdo en hacer esto,
tendrás la capacidad de usar la magia.
SUngmin
tiró de su mano y movió su silla hacia atrás para ponerse fuera de su alcance.
Ni siquiera tuvo la cortesía de mirarle.
—No lo quiero. No quiero ser parte de tu mundo.
Kyuhyun ignoró el insulto y continuó.
—Apenas
envejecerás con el paso de los siglos. Vivimos un tiempo muy largo, a menos que
muramos en combate.
—No quiero pelear.
Bueno,
a él tampoco le entusiasmaba esa parte, pero era necesario. Por lo menos tenía
un propósito.
Se
estrujó el cerebro, con la esperanza de encontrar algo que le gustara, algo
para convencerlo a salvarlo.
—Nunca estarás solo de nuevo. Tendrás una familia. Una casa.
Con
sus últimas palabras, sus ojos se dispararon a su cara como si estuviera
buscando algún tipo de truco.
—¿Qué te hace pensar que me gustaría ser parte de tu familia?
—No
me crees. —Podía verlo en sus ojos, en la forma en que se entornaban con
desconfianza.
—No sé qué creer.
—No tienes que decidir en éste mismo segundo. —Él lo quería,
quería que el demoledor dolor desapareciera, pero podía esperar hasta que
estuviera segura—. Es una gran decisión. Pídeme lo que quieras y te diré la
pura verdad.
—¿Es esto lo que hizo Leeteuk?
—Sí.
—¿Está a salvo?
—Más a salvo que antes de que estuviera con Kangin. Nuestros
trabajos son peligrosos, pero cuidamos de nuestras parejas. Vosotras sois raros
y tomamos todas las precauciones para mantenerlos fuera de peligro.
—¿Así que las mimáis?
—No. Leeteuk va a la batalla contra los Sasaengs junto a los
hombres. Lo necesitamos allí, pero nos aseguramos de que haya un montón de
espadas entre él y los dientes y garras. Eso es todo.
—¿Y crees que soy como él?
—Sé que lo eres.
—Vamos a asumir que lo soy. Si hago esto, dijiste que era
permanente, ¿no?
—Algo así. La intención es ser permanente. Tú me haces una
promesa, que tradicionalmente significa que una pareja luchará al lado de su
hombre para siempre. Pero no tiene por qué ser tanto tiempo.
—¿Si no es así?
—Una vez que la promesa se haya cumplido, la luceria se cae y
vuelves donde estaba antes.
—¿Y tú también?
Odiaba contarle esa parte, pero le había prometido decirle la
verdad, por lo que lo haría.
—Si no nos hemos unido por completo, sí.
—¿Qué pasa si lo hacemos?
—Entonces estaré fuera.
—Morirás —supuso Sungmin a través de su eufemismo.
—Sí.
—¿Quieres darme el poder para matarte?
—No. El poder para salvarme.
Él tenía las manos extendidas sobre la mesa, donde las había
estado manteniendo a la vista para no asustarle más. No quería que tuviera
miedo de él. No quería que tuviera miedo, y punto.
Sus ojos volvieron a su anillo, que, sin el contacto con Sungmin,
había vuelto a un remolino lento de reluciente iridiscencia.
—¿Qué pasa si digo que no? —preguntó.
Mierda. Allí estaba la parte problemática. Tenía que tener
cuidado de ser honesto sin ahuyentarlo con sus intenciones. Independientemente
de lo que pasara entre ellos, no lo dejaría ir.
—Si te niegas a ayudarme, te llevaré de vuelta a la SM y veré si hay otros hombres
que sean compatibles contigo, hombres que podrías salvar. Puedes elegir, por
supuesto, asumiendo que haya otros como yo.
—¿Qué te sucederá?
—Tengo unos días más en el mejor de los casos. Luego iré a mi
batalla final.
—¿Quieres decir que te dejarás matar?
—¿En lugar de convertirme en aquello con lo que lucho? Sí. Pero
déjame ser claro, Sungmin. No es lo que quiero. Quiero vivir. Contigo.
—Ni siquiera me conoces.
Kyuhyun se encogió de hombros.
—Tendremos años para llegar a conocernos. Tú ya me gustas. Con
el tiempo, llegaré a amarte.
—No lo sé. No puedes predecir a quién amarás.
—Claro que puedo. Lo he visto pasar decenas de veces en mi
vida. ¿No crees que haya una razón para que no todas las parejas Suju sean
compatibles con todos los hombres? Me imagino que la magia utilizada para
alimentar la luceria es suficientemente inteligente para saber quiénes serán
adecuados compañeros y quiénes no. —Lentamente, así realmente le oiría, dijo—:
Tú y yo estábamos destinados a estar juntos.
Anhelaba tocarlo de nuevo, pero se había quedado fuera de su
alcance y estaba haciendo todo lo posible para respetar sus elecciones en ese
momento. Llegaría el momento en que no podría dejarle elegir, cuando la vida de
su familia tuviera prioridad y le obligara a volver a casa con él, pero todavía
no había llegado a ese punto.
—No puedo hacer esto ahora mismo. No puedo decidirme.
La decepción casi le aplastó, dificultándole respirar. En todas
sus fantasías, Sungmin siempre le había querido. Había corrido a sus brazos y
reclamado su lugar junto a él voluntariamente. Nunca se había parado a pensar
que no lo quería hasta ahora.
Kyuhyun quería presionar, pero era una decisión muy importante
para Sungmin. Tenía que hacerlo con los ojos abiertos. Sin engaños. Sin
mentiras.
Si Kyuhyun
le daba toda la verdad, y todavía no lo quería, encontraría una manera de
lidiar con ello. Mientras Sungmin estuviera a salvo en la SM , tendría que ser suficiente
para satisfacerlo.
—Te daré todo el tiempo que pueda.
Dos
días, quizás tres. No era mucho tiempo para convencer a alguien para pasar el
resto de su vida con él, pero tenía que intentarlo.
—Pensaré mejor en el coche. Deberíamos ponernos en movimiento.
Hacia la SM y todos los otros hombres de
allí que, sin duda, también le querrían. Nunca había deseado ningún mal a sus
hermanos, y el hecho de que el pensamiento cruzara por su mente, incluso ahora
le demostraba el poco tiempo que le quedaba.
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