Una vez que todo sucedió, se quedaron
tumbados, jadeantes, y Heechul se sintió en aquel estado de somnolienta
satisfacción que casi había olvidado. Se giró para mirarlo y bostezó.
—¡Seguro que nunca habías hecho el amor con
un embarazado antes!
Él frunció el ceño mientras acariciaba su
vientre de nuevo, esa vez como si fuera un médico comprobando si había huesos
rotos.
—¿Te sientes bien? —preguntó él.
—Siwon, estoy bien —afirmó, y el corazón le
dio un vuelco de incredulidad cuando él se apartó y salió de la cama—. ¿Adonde
te crees que vas?
Siwon se puso una toalla alrededor de la
cintura y le dirigió una sonrisa despreocupada.
—A hacerte algo de comer.
—¡Siwon, no quiero comer nada! Te quiero a
ti. Quiero que arreglemos las cosas entre nosotros, y nada más importa aparte
de eso.
Él estaba huyendo, pero de qué, ni él lo
sabía. Y lo que era más importante, no le importaba.
—¿Cuándo has comido?
Heechul suspiró.
—Nos dieron comida en el avión...
—Pero tú no la comes, ¡me dijiste que odias
la comida de avión! —afirmó él suavemente— Vamos, no protestes, Heechul. Debes
cuidar de ti mismo.
No tenía sentido protestar porque reconoció
la determinación en la voz de Siwon. Algunos se habrían recostado sobre las
mullidas almohadas y se habrían regocijado esperándolo, pero lo único que Heechul
era capaz de sentir era un abismo enorme y doloroso. Con un gesto de
distanciamiento, Siwon le había recordado que no estaría allí de no ser por el
bebé. Y a la vez, acababan de compartir un acto que había sido tanto una
reconciliación como hacer el amor, y eso era un comienzo. La comida podría
haber esperado hasta que lo hubieran hablado.
Pero Siwon no quería hablar de nada, y
menos después de haber practicado sexo, cuando sus defensas estaban más bajas.
En la distancia, lo oyó trastear en la
cocina, incluso cantar para sí mismo en coreano, como un hombre contento
consigo mismo. Pero cómo no iba a estarlo. Acababa de satisfacer un apetito
fundamental, y estaba preparándose para satisfacer otro.
¿Estaba siendo demasiado duro con él? A lo
mejor él necesitaba analizar las cosas después de lo que había sucedido.
Siwon regresó al dormitorio con una bandeja
con café y sándwiches.
—¡Estás haciendo mi antiguo trabajo!
—bromeó Heechul—. ¡Dentro de poco llevarás un uniforme de auxiliar de vuelo!
Él sonrió, pero fue una sonrisa distante.
—Come algo —murmuró—. Te sentirás mejor.
¿Mejor?
El apoyó la bandeja sobre la cama y besó
largamente a Heechul en los labios, provocándole el efecto deseado de que la
piel se le erizara de deseo. Pero lo siguiente que dijo acabó con todo aquello.
—El hecho de que nuestro matrimonio tenga
un origen práctico —dijo suavemente— no significa que no podamos hacer que
funcione, ¿no crees, Heechul?
A Heechul se le heló la sangre en las
venas, porque aquél era un comentario analítico y formal y, en aquel preciso
momento, se dio cuenta de que nada había cambiado. Aunque estuvieran en la
misma habitación, Siwon seguía a miles de kilómetros de distancia de él. Tal
vez hubieran recuperado algo de cercanía en el terreno físico, pero eso era
todo.
Emocionalmente, seguían en el mismo punto
muerto: él quería más de lo que su frío príncipe estaba dispuesto a dar.
Se quedaron en Nueva York.
—¿No quieres estar alejado un tiempo de mi
familia? —le susurró Siwon seductoramente—. Sólo nosotros dos...
—Sí —respondió vacilante, pero ¿cómo iba a
pensar con claridad cuando él le estaba acariciando el cuello con besos
delicados como mariposas?
—Buscaremos un obstetra aquí si eso es lo
que te preocupa.
Realmente no era eso lo que le preocupaba,
pero era más fácil esconderse detrás de la ansiedad de todo primerizo, que
centrarse en los asuntos que aún los separaban como un muro de acero.
¿Qué había sucedido con aquello de caminar
fuerte y orgulloso? Pues que se había encontrado frente a una roca, eso pasaba:
la certeza férrea e inamovible de que no podía controlar a Siwon. No podía
hacer que le amara.
Heechul asintió, como si la cita con el
médico fuera lo que le había estado preocupando.
Siwon lo hizo parte de su vida de la
ciudad. Le presentó a sus amigos, a sus compañeros de trabajo.
Viajaron a Inglaterra en Navidad para
visitar a sus padres en su casona de campo, y no resultó ser la prueba de
entereza que había temido. Siwon estuvo encantador y diplomático, habilidades
que le habían sido inculcadas desde la cuna, y los padres de Heechul ni
siquiera llegaron a sospechar la distancia emocional que existía entre ellos.
De vuelta en Nueva York, acudieron varias veces a la ópera y pasaron los fines
de semana fuera de la ciudad. Y lo llevó de compras, le encantaba hacerlo,
aunque Heechul había intentado poner freno a la cantidad de ropa y joyas que él
le regalaba.
—¡Siwon, no necesito todo esto! —protestó.
—Bueno, nadie ha dicho que necesitaras
diamantes —comentó él secamente—. Pero siempre he creído que son lo que todo
joven y mujer desea.
¿Lo eran? Era un trofeo brillante cuyo
precio no quería plantearse. ¿Sonaría desagradecido si le decía que a veces se
sentía como un niño a quien se le hubiera dado acceso libré al baúl de los
disfraces?
La ropa de preappa que llevaba estaba
diseñada para favorecerle y era increíblemente cara. Pero, como joven príncipe,
sabía que tenía que cumplir con un papel. No podía asistir a todos los
acontecimientos a los que Siwon lo llevaba, sólo con un par de trajes desgastados
por el uso, como tenían que hacer la mayoría de sus compañeros de colegio.
Podría haber soportado las extravagancias
de Siwon si su comportamiento hacia él se hubiera vuelto un poco más tierno...
pero eso no había sucedido. A un cierto nivel las cosas habían mejorado
tremendamente, ya hacían las mismas cosas que otros matrimonios normales, y
practicar sexo con regularidad parecía haber disipado la tensión de Siwon. Y la
suya también, tuvo que reconocer Heechul. Aquella primera noche se había jurado
a sí mismo que no iba a seguir empleando el sexo como arma. Aparte de por otras
cosas, era contraproducente en el caso de Siwon.
Con gran valor y decisión, dejó a un lado
sus dudas y sus temores, y la fastidiosa inseguridad de que un día Siwon podía
enamorarse de otra persona y entonces, por mucho contrato prenupcial que
hubiera, todo habría terminado.
No importaba la ternura con que lo abrazara
por las noches, la auténtica cercanía que Heechul anhelaba los rehuía. Se
sentía como si estuviera interpretando un papel otra vez, sólo que esa vez el
papel era el de un joven esposo embarazado.
Cuando salían juntos, Heechul advertía que
la gente los miraba, suspirando con nostalgia, y una parte de él entendía por
qué. Formaban una pareja de libro. El era el joven trabajador qué había logrado
un matrimonio de cuento de hadas. Si supieran que su marido nunca le había
dicho que lo amaba, y que él no se atrevía a decirle lo mucho que, a pesar de
todo, lo amaba...
Porque el amor no se atenía a la razón. No
era una balanza en la que Heechul ponía los pros y los contras de por qué debía
o no amar a Siwon. O lo amaba o no lo amaba, y lo amaba.
A
veces le habría gustado poder introducirse en su mente fría e inteligente y
preguntarle qué sentía realmente por él si no fuera porque esa pregunta habría
revelado lo desesperado que estaba. ¿Y si él le respondía la verdad? ¿Podría
soportarlo?
Una mañana, mientras desayunaban, se lo
quedó mirando. Siwon estaba estudiando las páginas de finanzas de los
periódicos, aunque Heechul a veces se preguntaba por qué se molestaba en
hacerlo. Siwon tenía todo el dinero que quería y más, pero nunca era
suficiente. Siempre parecía consumido por la necesidad de ponerse a prueba a sí
mismo, de seguir subiendo por la resbaladiza cuesta del éxito, aunque ya
hubiera conquistado la cima.
—Siwon...
—¿Mmm?
Él levantó la vista del periódico y le miró
atentamente, pero esa mañana Heechul parecía bastante tranquilo. Nunca estaba
muy seguro de qué humor iba a estar Heechul, pero lo achacaba a las hormonas.
De alguna manera, iba a agradecer que terminara el embarazo y que pudieran
concentrarse en cómo iban a vivir su vida a partir de entonces.
—Quiero regresar a Hyundai.
Siwon frunció ligeramente la frente.
—¿Por qué tienes tanta prisa, cariño!
—Creí que el bebé tenía que nacer allí.
—Y así es, pero...
—Bueno, no se me permite volar después de
las treinta y seis semanas de embarazo, sólo puedo hacerlo entonces con una
autorización del médico —explicó, crispado.
Siwon sintió el latido violento de su
corazón mientras le miraba a los ojos, dándose cuenta con un respingo de que
casi había llegado el momento. ¿Había estado ignorándolo deliberadamente?
¿Todos los futuros padres sentían esa certeza poderosa y aterradora de que sus
vidas nunca volverían a ser las mismas?
—Bueno, no hay problema. Si no podemos ir
en vuelo regular, alquilaré uno privado, o le pediré a Hyuk que venga a
buscarnos cuando se acerque el momento. Es buen piloto.
¡Lo último de lo que quería hablar era
de la destreza de su hermano pilotando un avión! La reticencia de Siwon a
regresar a la isla era lo que más le molestaba. ¿Acaso él esperaba convencerlo
para que se adaptara a la paternidad en la ciudad que lo había adoptado cuando
aún era un niño?
—No podemos hacerlo, Siwon —dijo, resuelto—.
Las líneas aéreas, incluso los jets privados, dictan reglas como ésta por una
buena razón. No quieren arriesgarse a que se dé a luz antes de tiempo, cosa que
podría suceder. ¿Te imaginas que nuestro bebé naciera a treinta y cinco mil
pies de altura?
Siwon entrecerró los ojos. ¡Por encima de
su cadáver!
—Muy bien —dijo con frialdad—. Regresaremos
al principado.
No era el momento propicio para
preguntárselo, pero Heechul estaba harto de esperar siempre el momento
adecuado, que nunca llegaba.
—¿Y... después? ¿Qué vamos a hacer después?
Hubo un silencio incómodo.
—¿Qué te parecería traer al bebé aquí, Heechul?
—¿A Nueva York?
—¿Por qué no? Aquí hay padres con niños.
Así que sus sospechas iban bien
encaminadas. Bueno, pues él no podía. Simplemente, no podía. Nueva York era un
lugar maravilloso, pero se sentía como un extraño allí, cosa que no le sucedía
en Hyundai.
Negó con la cabeza.
—Este apartamento no es adecuado para un
bebé.
—¡Entonces nos mudaremos! Compraremos una
casa enorme con jardín. Piénsalo, Heechul.
Ya lo había pensado. Quería un refugio
seguro y tranquilo para su bebé y para él. Un destello de tozudez se instaló en
su cabeza, porque, después de todo, aquélla era su parte del acuerdo
prenupcial, él debía elegir dónde vivirían.
—No, Siwon —dijo, tercamente—. Quiero
regresar a Hyundai.
Siwon dejó el periódico sobre la mesa con
un golpe. Heechul había dejado muy clara su posición. Siwon se giró y le lanzó
una sonrisa irónica y algo amarga. Heechul no le estaba dando la sensación de
ser un esposo que siguiera a su marido hasta el fin del mundo. Pero claro, sólo
los esposos enamorados hacían eso, y él nunca había dado ninguna señal de estar
enamorado de él. Ni siquiera antes de que sucediera todo aquello...
Nunca había sido como los otros jóvenes,
con sus suspiros nostálgicos y sus sueños sobre el futuro. Había sido una de
las cosas que él había admirado de Heechul, su firme independencia.
¿Y en ese momento?
Siwon sacudió la cabeza, intentando
librarse de la niebla de aquella maldita confusión
—Muy bien —dijo secamente—. Volaremos a la
isla a finales de semana y, ¿quién sabe? Tal vez cambies de parecer cuando
hayas tenido el bebé.
Heechul abrió la boca para decir que eso no
iba a suceder, pero la volvió a cerrar y se masajeó las sienes con los dedos.
La primavera había llegado temprano a Hyundai,
y Heechul contuvo el aliento mientras el avión descendía. Había campos de
flores amarillas, púrpura y blancas. Era como un mundo en miniatura, pensó, un
lugar donde se veían a la vez la playa y la montaña.
Incluso entonces, al contemplar la isla
desde el cielo, se dio cuenta de que Hyundai se había colado en su corazón y
allí se había instalado. Lo sentía como su hogar más que cualquier otro lugar,
porque su hijo iba a nacer allí. Una repentina ola de emoción le invadió, como
si él fuera una de aquellas diminutas barcas que se mecían en el puerto.
—Oh, Siwon —suspiró—. Mira esto.
Pero él no estaba contemplando el paisaje,
que había visto millones de veces. Lo que su mente asociaba con regresar a casa
no eran sensaciones muy felices. Prefería observar a Heechul: la forma en que
abría la boca de asombro y cómo de repente parecía haber vuelto a la vida,
temblando de expectación.
En verdad Heechul se había adaptado a la
vida de principado, pensó él irónicamente, sobre todo allí, en Hyundai. En
Nueva York ser joven príncipe no significaba mucho, sólo se trataba de un
título más, pero en Hyundai Heechul tenía un poder y un estatus tangibles, dos
cosas que obviamente significaban para él más que el marido con el que había
sido obligado a casarse...
En cuanto llegaron al palacio Arco Iris, Siwon
se giró hacia él.
—Voy a visitar a mi padre —anunció
brevemente—. Te veré en la cena.
Heechul lo observó marchar, sintiendo que
la cercanía entre ambos, por muy superficial que hubiera sido, se evaporaba en
el cálido aire primaveral. Al menos, los demás parecieron muy contentos de verlo.
Hae no paraba de hablar, emocionado, y Heechul vio que el rostro de Kangta se
relajaba de alivio cuando lo vio.
—¡Vaya! Estás floreciendo, Heechul —comentó
él con una sonrisa—. Deduzco que el embarazo marcha bien.
—Muy bien.
—¿Qué tal estaba Nueva York?
—Oh, como siempre —respondió con
desenfado—. Qué alegría estar de regreso.
—Ya lo creo —coincidió él y, aunque una
chispa de curiosidad apareció en sus ojos, no dijo nada.
Heechul estaba paseando por los jardines de
palacio una tarde cálida y luminosa, cuando comenzaron los primeros dolores y
se dobló, intentando respirar como le habían enseñado.
Parándose cada pocos minutos, logró regresar
a su habitación y Siwon fue conducido junto a él. La preocupación y el miedo
provocaron oscuras sombras en su rostro cuando vio que el doctor se inclinaba
sobre él.
—¿Cómo está? —preguntó en coreano.
—Alteza —dijo el doctor, irguiéndose—. Para
ser el primero, este bebé tiene intención de llegar rápidamente. Debemos llevar
al joven príncipe al hospital.
—¡Entonces hágalo! —le urgió Siwon.
A partir de entonces, todo fue muy confuso:
el chirrido de los neumáticos, los destellos de las luces y el dolor que cada
vez se volvía más y más intenso. En la parte de atrás de la ambulancia Heechul
le clavó las uñas a Siwon en la mano.
—No me dejes —rogó, jadeando—. Por favor...
Él iba a decirle que los maridos de la casa
real no se quedaban junto a sus esposos durante el parto, pero vio el terror en
los ojos de Heechul y sintió su soledad con una aguda precisión.
—Claro que voy a estar contigo —afirmó—. No
te preocupes, Heechul, todo va a salir bien. Todo va a salir bien.
Pero él era consciente de que sus palabras
sonaban huecas, ¿cómo iba a pronunciarlas con seguridad? En aquel momento, la
Naturaleza estaba al mando de todo, la Naturaleza cruel y aleatoria, que podía
cambiar las vidas en un momento caprichoso. Siwon frunció los labios y retiró
un mechón de pelo de la frente de
Heechul. No iba a pensar en ello en ese
momento.
Heechul enseguida estuvo tumbado en una
dura camilla, intentó no retorcerse.
—Oh, Siwon, ¿qué vas a pensar de mí?
—gimió.
Siwon estaba teniendo problemas para
hablar.
—Creo que estás condenadamente maravilloso,
para que lo sepas.
—¡Nunca volverás a desearme después de
haberme visto así! —gimoteó.
¡Ése se parecía más al Heechul que él
conocía! Esbozó una sonrisa irónica al ver la mirada de horror de la enfermera.
—No nos preocupemos ahora de eso, cariño —murmuró
él suavemente.
Pero entonces vio que el rostro se le contraía
de dolor una vez más, y una desconocida ola de impotencia lo inundó.
—¿No puede ayudarlo? —preguntó.
—¡Hacemos todo lo que podemos, Alteza!
Heechul estaba inmersa en un túnel de
tortura caliente y oscuro. Le decían que no empujara cuando quería empujar. ¡Y
qué dolor! Pero la tortura teminó una vez la anestesia hizo lo suyo. A los
pocos minutos Siwon dijo algo en coreano, incrédulo, y entonces su joven hijo nació,
con el pelo negro, como su padre.
Lo colocaron al lado de Heechul y él la
contempló maravillado.
—Hola —saludó, con voz temblorosa, y una
lágrima de alivio comenzó a resbalar entre sus párpados. Se la enjugó con el
puño antes de levantar la vista para ver la reacción de Siwon.
Pero él se había colocado alejado de él y
se había quedado allí de pie, completamente quieto.
—¿Siwon? —susurró tullidamente. Él se giró,
pero su hermoso y orgulloso rostro no reveló nada. Como siempre.
Caminó hasta él, se agachó y lo besó
dulcemente en la frente, y luego a su hijo en la mejilla.
Necesitó unos momentos antes de poder
hablar con la compostura que se esperaba de él.
—Bien hecho, Heechul —dijo—. Es precioso.
Luego se giró hacia el personal medico con
una sonrisa formal.
—Les agradezco mucho su buen trabajo.
Una vez se llevaron a su hijo para
limpiarlo, una abrumadora ola de tristeza lo inundó, golpeándolo como un puño
de acero. No sabía qué había esperado que Siwon dijera, pero no había sido
suficiente.
Tal vez estaba persiguiendo un imposible...
porque con Siwon nunca tenía suficiente.
ALGUIEN QUE ME PASE LAS COORDENADAS DEL PRINCIPADO, TENGO UN PRINCIPE A QUIEN GOLPEAR.
ResponderEliminarSiwon la verdad que para ser un hombre de mundo sos bastante, bastante obtuso
Uhyssss que rabia. En verdad que Siwon se pasa, que le costaba ser mas cariñoso con Hee. Holbre que acaba de tener a su hijo *u*
ResponderEliminarGraciass por el cap y disculpa pero actualiza pronto
Enserío siwon s un IMBÉCIL
ResponderEliminarbien hecho heechul como L vas a decir eso
Tiene algún trauma????
Gracias x subír L cap
Besiussss
Yo me unó a las que quieren darle de golpes al imbécil, tarado y con poco sentido común de Siwon. Aish!! Como me cae mal que trate así a Heechul y por quien sabe que menses que tiene en su cabeza, no lo entiendo! Que me explique porque carajos no deja de ser tan testarudo ¬¬ Si solo quiere sexo que use una muñeca inflable y deje de causarle tantos dolores de cabeza al pobre de Hee que me causa no sé que verlo tan inmerso en sus pensamientos y tan enamorado que no puede con tanta mensada de Siwon.
ResponderEliminarGracias por el MP!! ^^
Esperaré la actualización con demasiadas ansias
Saludos!!
Diablos siwon que te pasa?, tienes miedo o que<? el te ama y te dio un hijo y tu que haces ta aislas de el. Oh Dios de Siwon, comoooo loo dañas. Gracias por el MP
ResponderEliminarAGH, EN SERIO?
ResponderEliminar9 meses no los ayudaron en nada, no le hicieron algun cambio en Siwon? Que hombre tan frustrante.
Pobre Heechul, la verdad no vive ningun cuento de hadas.
Tengo unas enormes gnas de que alguien lo golpee, pero grcias por el mp =)
Definitivamente Siwon es un hombre de costumbre arraigadas y eso sumado a su falta de comunicación, no ayudan en nada a que la relación con HeeChul mejore y eso que ya nació el bebé. Si las cosas siguen así, cada vez será más difícil para ellos.
ResponderEliminarGracias por el Mp :D