Sungmin
no hizo más que dar vueltas durante toda
la noche porque no podía dejar de pensar en el Ángel. Estuvo tan inquieto que Suho
le había dicho gruñendo que se estuviera quieto de una vez después de que se
fueran a la cama.
Sungmin
sabía que debía averiguar si Cho Kyuhyun
era el verdadero nombre del Ángel. Y
también debía averiguar qué estaba haciendo en la habitación de Sukchun. ¿Se
había presentado allí por la misma razón que él? ¿O sólo había ido a visitar a
un amigo? ¿Quién era en realidad aquel Sukchun al que lady Boah quería espiar?
No
tuvo posibilidad de levantarse tan tarde como le hubiera gustado después de
haberse pasado toda la noche en vela, pues Sunny llegó muy temprano. Y Suho también
hizo bastante ruido, aunque Sungmin sospechaba que lo había hecho con la única
intención de despertarlo. El humor de su compañero no había mejorado en
absoluto. De hecho, había empeorado. Suho masculló una maldición, cerró la
puerta del armario de un portazo, dejó la ropa tirada en el suelo e incluso
empujó a Sungmin al pasar junto a él
mientras se movían por aquella habitación diminuta.
Lo
primero que hizo Sunny al llegar fue apartar de una patada la ropa que había en
el suelo, algo que divirtió a Sungmin pero que, asombrosamente, no provocó
reacción alguna en Suho. Ya el día anterior, Sunny le había dicho a Suho que no
iba a ser su doncella personal sólo por haberle arreglado el pelo. Gracias a
los esfuerzos de Sunny, Suho lucía ahora un cabello cuidado, más favorecedor y
lo sabía. Así que aunque por lo general su compañero de habitación no se mordía
la lengua con respecto a Sungmin , cuando Sunny estaba con ellos, controlaba lo
que decía.
Una
hora más tarde, cuando llegó a los aposentos de la duquesa, Sungmin consideró que era un golpe de suerte encontrar
a Ryeowook allí solo. Estaba seguro de que el joven podría dar respuesta a
todas sus preguntas porque llevaba en palacio mucho más tiempo que él. Cogió
uno de los cuadrados de bordado antes de sentarse junto a Ryeowook y, tras
intercambiar saludos, le preguntó:
—¿Sabes
quién es Sukchun?
—¿ Lee
Sukchun?
Sungmin
no sabía cuál era el apellido del hombre, pero ¿cuántos hombres con ese nombre
podía haber en palacio?, así que asintió.
—Sí.
—He
oído que es uno de los miembros ilegítimos de la familia real aunque no utiliza
el apellido real como la mayoría de ellos. El viejo rey tuvo tantos bastardos
con su amante actriz, que nadie lleva la cuenta. No lo conozco, así que no
puedo decirte quién es. —Luego, Ryeowook se acercó más a Sungmin y susurró—: Una vez oí que lady Boah maldecía
su nombre. Así que supongo que él no le cae muy bien.
Sungmin
parpadeó.
—¿Porqué?
Ryeowook
se encogió de hombros.
—He
oído cosas aquí y allá y he llegado a la conclusión de que ambos compiten entre
sí para ver cuál de los dos le proporciona a la reina los chismorreos más
jugosos.
—Pero
¿no me habías dicho que los recados de Boah implicaban intrigas palaciegas? —le
recordó Sungmin al joven—. ¿Qué tiene eso que ver con los chismorreos?
—¿Acaso
no se trata todo de lo mismo? Los secretos, si salen a la luz, pueden
convertirse en carne de cañón para murmuraciones y escándalos. Y ¿quién está
más interesado en conocer esos escándalos en ciernes que la propia reina?
Sungmin
no podía creer que Boah sólo buscara
rumores y murmuraciones. Concentró su atención en la pintura y dejó pasar un
par de minutos antes de comentar en tono casual:
—Anoche
observé que Suho estaba con un hombre, un joven muy apuesto que en mi opinión
parecía un ángel.
Ryeowook
soltó una risita tonta.
—Es
gracioso que lo menciones. Le llaman el Santo, o por lo menos es así como he
oído que le llaman algunos jóvenes. Es un chiste, por supuesto, porque Cho
Kyuhyun es cualquier cosa menos un santo.
Sungmin
sabía que debía abandonar el tema ahora
que tenía una confirmación de su nombre. Al final, él no le había mentido. Pero
aún tenía miles de preguntas sobre él y no podía reprimir el impulso de hacer
unas cuantas más.
—No
seas tímido —le regañó Ryeowook con ligereza—. Te vi bailando con él. Y también
te vio Suho. Bueno, ¡tendrías que haber visto lo celoso que parecía! Pero es
tan tonto que piensa que tiene alguna posibilidad con él a pesar de que ese
hombre flirtea con todo lo que le rodea, según sus propias palabras.
¡Ah,
una referencia a su fama de donjuán!
—¿Así
que es de esos que se dedican a coquetear con todos por igual?
—Oh,
sí, incluso conmigo.
—Es el
hombre al que debías distraer con un beso, ¿no? —preguntó Sungmin .
Ryeowook
sonrió ampliamente.
—¡Eres
un joven muy perspicaz, Sungmin! Sí, Boah quería saber si realmente estaba
interesado en Suho ya que se les ha visto juntos con frecuencia últimamente.
Pero no sé por qué no se lo pregunta la propia Boah. He oído que son amigos.
Santo
Dios, ¿era amigo de Boah? No era de extrañar que supiera en qué ala del palacio
vivía.
—Y
cuando le preguntaste si estaba cortejando a Suho, ¿te respondió que flirteaba
con todo lo que le rodeaba? —inquirió Sungmin .
—Sí.
Lo dijo como si fuera una broma, pero como es conocido por coquetear con todos,
no puse en duda sus palabras. Mi propia experiencia lo demuestra. Según dicen,
jamás se toma nada en serio, y mucho menos a una pareja. Así que mi buena
acción del día será hacerte esta advertencia. Es normal que Cho Kyuhyun te
resulte fascinante. Nos pasa a todos. Estarías mintiéndote a ti mismo si te
dijeras que no te sientes atraído por él, por un hombre tan increíblemente
guapo y atractivo como él. Pero no cometas el mismo error que cometió Suho y
consideres que sus acciones son algo más que flirteos.
—Tomo
nota. —Sungmin esbozó una amplia
sonrisa.
—Puede
ser descaradamente atrevido —agregó Ryeowook en un susurro desaprobador. Su
sonrojo sugería que había sido blanco de ese descaro—. Así que trata de no
sentirte demasiado embelesado.
—¿Como
tú?
Ryeowook
suspiró tristemente.
—Trata
a todas las parejas de la misma manera, desde las fregonas a las damas y
jóvenes caballeros. Supongo que es así como deben de comportarse los calaveras,
pero a mí nadie me enseñó cómo tratar a esa clase de caballeros.
Ni
tampoco a Sungmin. No cabía ninguna duda de que Cho Kyuhyun trataba a todos con
el descarado atrevimiento que había insinuado Ryeowook. Pero Sungmin recordó la manera en que lo había tratado la
noche anterior, cuando le había puesto las manos en el pecho. Se sonrojó ante
el recuerdo.
—Lo
siento —dijo Ryeowook, asumiendo que había avergonzado a Sungmin —. No tenía
intención de hablar de la audacia de ese hombre. Espero que no se quede mucho
tiempo en palacio. O nos volverá locos a todos.
Suho llegó
a los aposentos de la duquesa con un traje verde pálido y el nuevo peinado que Sunny
le había hecho. Sungmin se preguntó si
había sido la propia Sunny la que le había sugerido que se pusiera aquel traje.
La doncella tenía buen ojo para el color y había descartado todos los grises y
plateados del guardarropa de Sungmin en
cuanto comenzó a trabajar para su familia, afirmando que no le sentaban nada
bien debido a su estatura. Suho debía de sentirse satisfecho con su apariencia
porque lucía una sonrisa de oreja a oreja y se le veía absorta en sus
pensamientos hasta que notó quién estaba en la estancia y frunció el ceño.
Lady Boah
había entrado en la habitación por la otra puerta casi al mismo tiempo. Saludó
a Suho con una cordial inclinación de cabeza y a continuación le comunicó a Ryeowook
que lo siguiera fuera de la estancia, aunque no sin antes deslizar la mirada
por Sungmin y alzar la nariz con un
gruñido. Bien, eso era de lo más alentador, pensó Sungmin. Una sonrisa de
satisfacción hubiera significado que Boah había ordenado el despido de la joven.
Aquel gruñido, sin embargo, sugería que Boah temía que salieran a la luz otros
incidentes si lo hacía.
Sungmin
esperaba que Boah se contuviera y no intentara encomendarle más misiones. Puede
que todo aquello le hubiera parecido excitante mientras pensaba que servía a su
país heroicamente, pero no lo entendía así ahora que conocía la verdad.
Por
desgracia, la partida de Ryeowook lo dejó a solas con el ceñudo semblante de su
compañero de habitación. Ahora comprendía por qué la intervención de Sunny no
había hecho que Suho se comportara de una manera más cordial con Sungmin .
Celos. Por culpa de un hombre con el que Sungmin ni siquiera había hablado antes del día
anterior. Los celos de Suho por haberlo visto bailar con Kyuhyun sólo revelaban
la inseguridad que el joven sentía ante su supuesta relación con él. Pero
¿acaso Suho no conocía la fama de mujeriego de aquel hombre? ¿De verdad se
tomaba en serio aquel flirteo?
Sungmin
sabía que él no haría nada tan tonto después de lo que había visto y de haber
escuchado los comentarios que él había hecho de que flirteaba con todo lo que
le rodeaba.
—Si te
aburre pintar —dijo Suho—, te sugiero ir a nadar al lago de los jardines. Y de
paso podrías hacerme un favor y ahogarte en él.
Sungmin
no pudo evitar reírse ya que Suho había
hecho el comentario con una sonrisa, no muy sincera, pero sonrisa al fin y al
cabo.
—Probablemente
me ahogaría ya que no hay lagos o estanques cerca de mi casa y nunca aprendí a
nadar.
—¿Y
crees que eso me importa? —le espetó Suho, aparentemente molesto de que su puya
no hubiera obtenido una fiera respuesta de Sungmin —. Pero, si decides
ahogarte, que no sea esta tarde, tengo una cita en el jardín.
Sin
duda con él, pensó Sungmin, pero no pensaba preguntarle.
—He
intentado ser amable contigo —dijo Sungmin —, pero empiezo a preguntarme por
qué me molesto. No le prohibí a Sunny que te peinara. Ya sabes que fue idea
suya, aunque me dijo que si no había alguna tregua entre nosotros, dejaría de
hacerlo. Quizá tendrías que considerarlo porque ahora estás mucho más atractivo
gracias a los esfuerzos de Sunny.
A Sungmin
le divirtió ver cómo el sonrojo por el cumplido se mezclaba con la indignación
en el rostro de Suho. Pero su compañero se abstuvo de hacer más comentarios
punzantes y se dirigió a un rincón de la estancia para coger uno de los
instrumentos musicales que allí había. Al parecer, tocar el violín no era
tampoco una de las virtudes de Suho, pensó Sungmin con un estremecimiento de horror.
Key
llegó a la sala cuando ya se había servido el almuerzo. Sungmin disfrutó de una
animada conversación con él sobre el baile de la noche anterior y de la cena
formal con la duquesa que se celebraría esa noche en honor a una amiga de la
infancia que había venido a visitar a la duquesa.
Suho no
se unió a ellos en la mesa. Se limitó a sacar su reloj de bolsillo por lo menos
media docena de veces durante todo ese tiempo. Al parecer, estaba demasiado
nervioso para comer, pensando sin duda en la cita de esa tarde. Su excitación
era casi palpable, lo que era comprensible, considerando con quién había
quedado. Sungmin decidió que dar un paseo por los jardines reales, detrás de
palacio, podía ser una manera agradable de pasar la tarde. Se aseguró a sí mismo
que no lo hacía para espiar a los amantes. Su intención era disfrutar de la
belleza de tan magníficos jardines antes de que el clima empeorara y le
impidiera dar un paseo.
Sungmin
no se lo podía creer. Estaba espiando
otra vez, y ahora por decisión propia. ¿Cómo había caído tan bajo? Quizá,
sencillamente, no podía dejar pasar la oportunidad de volver a ver a Kyuhyun, aunque
fuera de lejos. Tenía que saber si en realidad estaba más interesado en Suho de
lo que Ryeowook había insinuado. Por supuesto, no lo hacía porque su compañero
de habitación le preocupara, pero ciertamente se sentiría muy decepcionado si
él estuviera interesado en Suho.
En
cuanto Suho salió de las habitaciones de la duquesa, Sungmin lo siguió tras
decirle a Key que debía salir un momento para pedirle a su doncella que le
preparara el traje que se pondría esa noche. Pero no le resultó fácil seguir a Suho.
El joven iba casi corriendo y cuando finalmente se detuvo en un pequeño
cenador, obligando a Sungmin a
mantenerse fuera de la vista, estaban en lo más profundo del jardín.
Sungmin
se alejó con rapidez de Suho,
escondiéndose donde nadie pudiera verlo. Lo último que quería era que Kyuhyun lo
encontrara en medio del camino al acudir a la cita. Sungmin podía ver a Suho vigilando
el camino por el que habían llegado mientras se paseaba de un lado a otro del
cenador, mirando repetidamente el reloj de bolsillo. ¿Había llegado demasiado
pronto Suho o se había retrasado Cho Kyuhyun? De una manera u otra, Sungmin tenía
que encontrar un lugar donde sentarse y fingir que sólo disfrutaba de la serena
belleza del jardín.
El banco
que había bajo un arce plateado con vistas al lago era ideal para su propósito.
El grueso tronco del árbol impediría que Suho lo viera. Sentándose en el borde
del banco, no tenía que inclinarse demasiado para mirar a hurtadillas a su
compañero. Pero Suho todavía estaba solo. Sin duda, la excitación del joven y
su impaciencia por ver a Kyuhyun habían hecho que llegara demasiado temprano a
la cita.
Mientras
Sungmin esperaba que Kyuhyun apareciera,
miró a su alrededor. Aquel lugar era
conocido por ser el jardín privado más grande de Londres. El día era algo más
frío de lo habitual, pero no había tenido tiempo de coger un abrigo y era muy
posible que pillara un resfriado si Kyuhyun no se apresuraba a aparecer.
Media
hora después, Suho seguía sin darse por vencido, pero Sungmin sí estaba a punto de hacerlo. Se puso en pie
para marcharse pero al percibir un movimiento por el rabillo del ojo volvió a
sentarse bruscamente. Era él. A través de los setos, los troncos de los árboles
y las estatuas pudo observar esas largas zancadas y el pelo negro que rozaba
los anchos hombros del joven.
Iba
vestido con una chaqueta color café, una camisa blanca y pantalones negros.
Cuando estaba a unos tres metros del cenador, Suho corrió y se arrojó a sus
brazos. Sungmin se sonrojó y se dispuso a marcharse, pero Kyuhyun no le
devolvió el abrazo, sino que apartó a Suho de sí.
No
parecía un amante, pensó Sungmin ocultándose tras el tronco del árbol otra vez.
Ni siquiera parecía Kyuhyun pues a tenor de la fama de don Juan que le precedía
debería haberse dedicado a aplacar la pasión de Suho con rapidez. Pero había
acudido a la cita. Y no había dudas de que estaba allí para ver a Suho. Sin
embargo, otra breve ojeada le demostró que sólo se dedicaban a hablar. Ni
siquiera habían entrado en el cenador donde podrían sentarse en un banco. Y,
además, ¿por qué dos amantes no aprovechaban la intimidad que el cenador les
proporcionaba?
Bueno,
¡qué demonios! ¿Acaso el gran romance sólo estaba en la imaginación del joven
Suho? Sungmin se reprendió a sí mismo. Kyuhyun
acababa de llegar. La cita no había concluido aún.
Echó
otra mirada. Seguían hablando. No, en realidad Suho parecía disgustado ahora.
¡¿Por qué no se le había ocurrido a Sungmin ocultarse en un lugar más cercano
para poder oír lo que hablaban?! Kyuhyun puso la mano sobre el hombro de su
compañero, pero parecía que se estaba limitando a consolarlo. Pero ¿por qué?
—Tiene
un talento natural para fisgonear, ¿verdad?
Sungmin
se volvió con un grito ahogado. De pie, a su lado, había un hombre no muy
corpulento, de edad madura con un traje corriente de paño fino. ¿Cómo había
logrado acercarse a él sin que lo oyera? Evidentemente no era un jardinero.
Quizá fuera uno de los dignatarios extranjeros que habían sido invitados a palacio.
Sin
embargo, aquel comentario sobre su «talento natural para fisgonear» dejaba
claro que él sabía que no era la primera vez que hacía eso y, salvo el Ángel,
sólo una persona podía estar enterada del «recado» de lady Boah.
—¿Lee Sukchun?
—adivinó.
El
arqueó una ceja.
—¿Nos
conocemos ? No creo, me acordaría de un jovencito tan hermoso como usted. Así
que es tan inteligente como él me ha dicho, ¿verdad?
Sungmin
notó que se sonrojaba violentamente al comprender
que había acertado. ¡Qué humillante e injusto era que Kyuhyun le hubiera dicho
que lo había descubierto en su habitación! Sungmin no le había revelado la
identidad del Ángel a Boah, ¿por qué no había hecho él lo mismo?
Se
preguntó si Sukchun lo sermonearía sobre aquella escandalosa acción.
—No se
preocupe —le dijo él—. Ya que es evidente que sabe quién soy, no me equivoco al
suponer que es usted Lee Sungmin, el nuevo joven de la corte.
Le
hubiera gustado poder negarlo. ¡Un joven de la corte al que habían pillado
fisgoneando, mintiendo y a punto de cometer un hurto! Incluso la reina podría
llegar a enterarse.
Él
esperó el renuente asentimiento de Sungmin antes de continuar:
—Me
han dicho que usted podría ayudarme.
Sorprendido
de que él pudiera estar considerando tal cosa, le preguntó:
—¿A
qué se refiere?
—Ha
mantenido en secreto la identidad de Cho. Lady Boah no sabe nada de nuestra
asociación y preferimos que siga siendo así.
—Entiendo
—respondió con cautela—. ¿Y esa asociación consiste en...?
Él se
rio entre dientes.
—Eso
no es de su incumbencia, jovencito. Pero no puedo más que aplaudir su intento
de recabar información. Sólo espero que sea por interés personal y no para Boah.
Sungmin
suspiró.
—Gracias
por no mencionar lo ocurrido, pero debo pedirle disculpas. Lady Boah apenas me
dijo nada sobre la tarea que me encomendó, sólo mencionó que era algo
importante. Así que, considerando lo inapropiada que era, me convencí a mí mismo
de que era algo de vital importancia para la Corona, que de alguna manera usted
era sospechoso de traición.
—Déjeme
adivinar—dijo él en tono divertido—. Pensó que estaba haciendo algo heroico,
¿no?
El
asintió con la cabeza.
—Pero
comencé a sentirme muy mal al entrar en su habitación y mirar a mi alrededor. Y
ese mal presentimiento no desapareció, así que le mentí a lady Boah sobre quién
había entrado en la estancia, y...
—En
realidad, él le ha causado una gran impresión, ¿verdad? —lo interrumpió Sukchun
con curiosidad.
—¿Impresión?
—Sungmin frunció el ceño y luego se rio
entre dientes al darse cuenta del significado de sus palabras—. Oh, ¿se refiere
a la impresión que provoca su angelical apariencia? No, actué de esa manera
porque sé que es el sobrino de mi vecino, el duque de Shiyuan. Es ridículo
pensar que cualquier pariente del duque pudiera estar cometiendo traición.
—Así
es. Por favor, dígame, ¿está aquí por orden de Boah o sólo para satisfacer su
propia curiosidad?
Sungmin
consiguió no volver a sonrojarse, pero
tampoco quería reconocer su interés por Kyuhyun. Afortunadamente, no le fue
difícil buscar una excusa.
—Sí,
estoy vigilando a mi compañero de habitación, que ha sido como un dolor de
muelas. Sólo quería saber por qué Suho estaba hoy tan excitado. No tiene por
qué preocuparse de que vuelva a espiar para lady Boah. Ya le dije anoche que no
volviera a utilizarme de nuevo de esa manera si no quería que pusiera todo el
asunto en conocímiento de quien fuera su superior.
—Pues
es una lástima.
Sungmin
parpadeó.
—¿Cómo
dice?
—Verá,
esperaba que un joven tan inteligente como usted pudiera tenerme al corriente
de cualquier cosa inusual que Boah volviera a pedirle.
Lo
dijo como si tal cosa, pero Sungmin no
dudó de que hablaba en serio.
—¿Quiere
que espíe para usted?
—No,
querido. No me refiero a escuchar a escondidas o a mirar por las cerraduras...
ni a colarse a hurtadillas en lugares en los que no debería estar. No me
refiero a nada por el estilo. Pero si Boah llegara a pedirle que hiciera algo
fuera de lo normal, le agradecería que me avisara de antemano, enviándome una
simple nota por medio de una doncella o un lacayo de confianza; a mí o a Kyuhyun.
En ocasiones debo ausentarme de palacio y él sabe dónde encontrarme. —Sukchun
hizo una pausa y meneó la cabeza—. Por lo general, las artimañas de Boah son
inofensivas, pero su auténtico interés no es ayudar a la Corona, ¿sabe? La he
investigado a fondo y estoy seguro de ello. Todo lo que hace en la corte es
para mejorar su propia posición. Y es posible que un día vaya demasiado lejos.
Si no
hubiera mencionado a Kyuhyun, lo más probable es que Sungmin se hubiera negado en redondo y se hubiera
marchado sin decir una palabra más. Pero le gustaba la idea de tener una excusa
para ver a Kyuhyun de vez en cuando. Realmente era una pena que, como Sukchun
había insinuado, hubiera quemado sus naves con Boah.
—No
volverá a pedirme que realice otro de sus «recados». Por la manera en que me
saludó esta mañana, me ha quedado claro que me considera un miembro no deseable
e inútil en la corte de la duquesa.
—Inútil
para ella —convino Sukchun, lanzándole una mirada pensativa—. Pero todavía útil
para mí.
Sungmin
se puso tenso, molesto de que él pensara que podía utilizarlo para sus propios
fines. ¿Qué diferencia había entre eso y lo que Boah le había hecho?
—¿De
qué manera? —le preguntó con cautela.
—No se
ponga a la defensiva, querido. Sólo quería decir que sigue estando en posición
de oír y ver cosas y sacar conclusiones al respecto.
Tenía
razón, por supuesto. Ryeowook parecía no aprobar los pequeños recados de Boah y
no se mordía la lengua al hablar de ellos. Pero Sungmin no estaba dispuesto a
comprometerse de nuevo en algo de esa naturaleza, en especial cuando sabía tan
poco de Lee Sukchun.
—Puede
que estemos de acuerdo en que Boah actúe movida por sus propios intereses y no
por los de la Corona —dijo, y añadió secamente—: pero ¿qué le motiva a usted?
Él
pareció sorprendido, pero aquella reacción era fácil de fingir.
—¿De
verdad quiere saberlo?
Sungmin
asintió con la cabeza.
—Parece
envuelto en un manto de misterio. Nadie parece saber nada de usted, salvo
rumores. Así que me gustaría...
El
hombre parecía estar divirtiéndose otra vez y lo interrumpió de nuevo.
—¿Así
que ha estado preguntando por mí?
—Por
supuesto. Esperaba que usted estuviera aquí por orden de la reina. Quería tener
más argumentos a mi favor para cuando mi madre hablara con el primer ministro,
pues es posible que Boah intente despedirme. Los Lee no renuncian a nada sin
luchar. Y si Boah busca guerra, tendrá guerra.
Ahora
no cabía duda de que la sorpresa de Sukchun era genuina.
—Me ha
dejado sin palabras, no le quepa duda. Y que me condenen si eso no ha sonado
como una promesa y que vale la pena pensar en ello. Pero, mientras tanto...
—No
hay mientras tanto que valga. Y no espere que crea todo lo que me ha dicho. Fue
mi ingenuidad lo que me llevó anoche por el mal camino. Antes de que haga nada
de lo que me ha dicho, por muy insignificante que sea, necesitaría pruebas de
si en realidad está al servicio de la reina.
—¿Quiere
que le dé pruebas de que soy su tío ilegítimo ?
Sungmin
arqueó una ceja dubitativamente.
—¿Aprovechándose
de un rumor? ¡Al diablo con usted, señor! Pero no, no es eso lo que quiero.
El se
rió.
—Touché.
¿Creería a Kyuhyun si él respondiera por mí?
Sungmin
supo que disfrutaría de cualquier contacto con Kyuhyun, pero sin saber muy bien
por qué, negó con la cabeza.
—Aunque
sé que él no puede estar involucrado en nada que perjudicara a nuestro país, no
estoy tan seguro de que usted le haya dicho la verdad.
Sukchun
sonrió, aunque Sungmin sospechaba que su obstinación comenzaba a molestarle.
—Muy
bien dicho. Ahora que está decidido a no volver a pecar de ingenuo, me resulta
todavía más útil. No puedo pedirle a la reina que haga un hueco en su apretada
agenda para que hable con usted, en especial ahora que debe descansar más a
menudo por su reciente embarazo, pero su marido sí tiene tiempo. ¿Creerá al
príncipe si le asegura que soy un fiel servidor de nuestro país?
«Oh,
Santo Dios, ¿el príncipe?»
—Desde
luego —respondió de inmediato.
—Muy
bien. Se lo mencionaré al príncipe antes de acudir a mi cita. Dele un par de
días para encontrar la oportunidad de acercarse a usted sin levantar sospechas.
En cuanto quede fuera de toda duda mi devoción a la Corona, manténgame
informado de cualquier cosa extraña que observe en la corte.
A Sungmin
le divirtió que él diera por hecho que le ayudaría en cuanto recibiera pruebas
de que trabajaba para la Corona. Tampoco es que le importara. El no le había
pedido que hiciera nada que estuviera en contra de sus principios como había
hecho Boah.
—Pero
no meta ninguna nota bajo mi puerta si yo no estoy dentro. Entréguela en mano.
Parece que mi habitación está muy transitada últimamente —dijo Sukchun con
sequedad—. De hecho, Kyuhyun podría ser nuestro intermediario, ya que se le ve
con damas y jovencitos a todas horas del día... y de la noche, y puede que
después de mi cita tenga que hacer un repentino viaje fuera del país.
Sungmin
se sintió inmediatamente excitado ante
aquel comentario sobre Kyuhyun, pero intentó ocultarlo preguntando:
—¿Un
viaje corto?
—A
menudo es imposible saber cuánto tiempo estaré fuera de palacio.
Disponiéndose
a marchar, él miró por detrás del árbol
—Se
han ido —dijo él con un suspiro—. Esperaba poder reunirme con Kyuhyun a solas,
y lo cierto es que no dispongo de tiempo para andar buscándole. —Sacó un sobre
del bolsillo—. Quería darle esto. Quizá podría entregárselo usted mismo ya que
lo más probable es que vea a Kyuhyun en alguna actividad social antes de que yo
regrese.
Sungmin
se rió entre dientes cuando Sukchun se
marchó. ¿De verdad pensaba que no se había dado cuenta de que eso no era más
que una prueba? ¿De que no dudaría en preguntarle a Kyuhyun si el sello estaba
intacto cuando efectuase la entrega? Como si a Sungmin le importara lo que había escrito en aquella
nota. Pero seguramente a Boah si le interesaría. Era una prueba. Pero si el señor
Lee Sukchun era un espía —y estaba seguro de que lo era—, entonces él no
confiaba tanto en Sungmin como le había dicho. Sin duda alguna quería una
prueba de su honestidad igual que quería una prueba de la de él.
Y
luego cayó en la cuenta de algo más y sonrió. Sukchun acababa de darle no sólo
una prueba, sino también una razón para ver a Kyuhyun.
esto se cocina lento
ResponderEliminarDe una forma u otra,se están cruzando los caminos de estos dos.
ResponderEliminarPobre Min,por andar espiando ya lo cacharon y ademas lo pusieron a prueba...pero bueno,al parecer eso es lo de menos,ya que tendrá que llegar a Kyu con una muy buena excusa😉
Me gusta este Mimi inteligente en sus respuestas y nada ingenuo
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