Sungmin
se dirigía de vuelta al salón de baile
donde había dejado a Ryeowook cuando una chaqueta de raso brillante captó su
atención. Rápidamente se abrió paso entre la gente para poder ver mejor.
No
había duda, era Cho Kyuhyun con su disfraz de dandi. Debía de haber llegado
mientras estaba hablando con Boah. Incluso a sus espaldas y con el brazo
apoyado en la pared, Sungmin podía ver
el perfil de su apuesta cara. Estaba con un joven. Aunque sus hombros le
bloqueaban la vista de la cara del joven, parecía que estaba apoyado contra la
pared, sin duda contemplando a Kyuhyun con arrobada atención.
El se
rio, y se inclinó para susurrarle algo. Sungmin creyó oír una risita nerviosa
propia de alguien muy joven. Evidentemente, Kyuhyun estaba coqueteando con el
joven. Bueno, había oído ambiguas alusiones a que él era un reconocido
calavera. No le parecía nada ambiguo, sino muy evidente. Sungmin se dijo a sí
mismo que no debería preocuparle si el halo radiante con el que lo imaginaba
estaba un poco deslustrado.
Comenzó
a darse la vuelta para marcharse cuando Kyuhyun se enderezó, apartando la mano de la pared.
Eso le permitió ver al joven con el que él estaba coqueteando. A Sungmin le
costaba trabajo creer lo que veían sus ojos. ¿Kim Suho? Santo Dios, ¿estaba el
Ángel coqueteando con su compañero de habitación?
Sungmin
se dio la vuelta de golpe, sintiéndose... no estaba seguro de cómo se sentía.
¿Enfadado? Por supuesto que no. ¿Indignado? ¿Y por qué debería estarlo? ¿Porque
jamás en la vida había imaginado que Cho Kyuhyun podía sentirse atraído por un
joven tan mezquino y ruin? Probablemente no sabía cómo era en realidad. Además Suho
era un jovencito guapo cuando componía su mejor expresión. Bueno, ¡menudo bobo!
Sintiéndose
un poco desesperado, se abrió paso entre la gente hacia la puerta. Al menos
podía quedarse a oír la música. La orquesta era la mejor que hubiera escuchado
nunca. Aunque se suponía que tenían que ser los mejores si querían tocar en
palacio.
—¿No
cree que es un poco pronto para marcharse?
Por
primera vez, Sungmin no se quedó mudo
ante la repentina presencia de Kyuhyun al verlo aparecer a su lado. Era sólo un
hombre, aunque fuera tan guapo como un adonis. Alto, robusto, oh Dios, un
culmen de la perfección absoluta..- pero no por ello dejaba de ser sólo un
hombre. Su halo deslustrado era buena prueba de ello.
—Sí,
pero como puede ver, definitivamente me voy —le respondió con acritud—. Me
siento fuera de lugar vestido así, y de eso tiene la culpa una de sus
amistades.
—¿Sukchun?
—inquirió él con sorpresa.
—No,
ya le dije que no lo conozco.
—Entonces,
¿a qué amistad se refiere?
—A Kim
Suho.
—Ah,
sí, el pequeño Su. Un jovenzuelo de lo más superficial. No tiene un talento
natural para la duplicidad. Se la cala enseguida. A usted por el contrario...
No
terminó la frase. Cogió la mano de Sungmin y lo guió hasta el centro de la pista de
baile. ¿Iba a bailar con él? Eso parecía, pues tomó una de sus manos en la suya
y le puso la otra en la cintura. Luego comenzó a dar vueltas con él al compás
de la alegre melodía de un vals.
—Mucho
mejor —dijo él mientras paseaba la mirada por las parejas que los observaban—.
Me disgusta mucho que la gente hable de mí. Pero un baile es irrelevante y
puede deberse a innumerables razones que nada tengan que ver con la elección de
uno.
Sungmin
tardó sólo un momento en comprender lo
que había querido decir.
—Así
que bailar conmigo no es una elección de su gusto, pues le aseguro que yo no le
he puesto una correa para mantenerle a mi lado. Bailar puede ser también un
modo de satisfacer las demandas de la etiqueta.
—¡Exacto!
Sabía que era un joven inteligente, querido.
Sungmin
no estaba seguro de si debía desconfiar
de aquel cumplido o no. Podría significar que él no se había creído ni una sola
palabra de la excusa que le había dado antes, y le hacía pensar en la
advertencia que él le había lanzado antes de que hubiera salido de la habitación
de Sukchun. Aun así lo había dejado marchar, ¿por qué?
No
pensaba preguntarle. Puede que le hubiera atribuido más inteligencia de la que
en realidad poseía. De hecho, muchas de las cosas que él le había dicho podían
ser atribuidas a su fama de calavera. Santo Dios, no estaría tratando de
seducirlo sutilmente, ¿verdad?
—Así
que... —comenzó él.
Bajó
los ojos a los suyos y le sostuvo la mirada. Era muy desconcertante que Cho
Kyuhyun fijara de esa manera toda su atención en él. Y ¡¿acaso le estaba
acariciando la cintura?! Kyuhyun había colocado la mano sutilmente por debajo
de la chaqueta, fuera de la vista, así que nadie podía advertir que no estaba
comportándose de manera correcta... salvo él. ¿Sería cosa de su imaginación? ¿O
es que sus artes amatorias estaba tan arraigadas en él que le resultaba de lo
más natural acariciar a un joven, cualquier joven, que tuviera entre sus
brazos?
Una
cálida sensación se extendió por el cuerpo de Sungmin. Podía sentirla en su
rostro, aunque no creía haberse sonrojado. ¡Aquel ángel caído era ciertamente
un peligro para sus sentidos!
—¿Voy
a notar el aliento de su mentora en el cogote por impedirle ir a buscar su
bufanda? —continuó él en un tono que decía que los dos sabían que nadie le
había enviado a buscar esa estúpida bufanda.
Eso
por pensar que él estaba intentando seducirlo. ¡Aquel baile no iba a ser más
que un interrogatorio! Pues muy bien, estaría a la altura de las
circunstancias.
—No,
le mentí. Le dije que usted era bajo, gordo y que vestía un hábito de monje.
Sungmin
se dio cuenta al instante de que no
debería haberle dicho eso. Era una prueba de que Boah lo había estado
interrogando sobre él. Y también una prueba de que la había estado mintiendo.
Pero
él se limitó a arquear la ceja sorprendido y luego esbozó una amplia sonrisa.
—¿De
verdad le ha dicho eso?
Como
lo único que parecía peligroso de él en ese momento era su seductor encanto, Sungmin
no encontró razones para mentirle.
—Ella
ha querido convencerme de que tanto su amigo como usted no son más que
criminales. Yo prefiero juzgar por mí mismo.
—Sin
embargo, supongo que le habrá mencionado mi nombre.
—¿Por
qué habría de hacerlo si no creo que el nombre que me dio fuera real?
—Agradezco
su franqueza, pero ¿qué es lo que le encuentra de malo a mi nombre?
Sungmin
no le respondió de inmediato. En lugar de eso le preguntó:
—¿Se
da cuenta de la sensación que causa?
Sungmin
se había dado cuenta de que toda la gente del salón clavaba su mirada en él
repetidamente. Tanto hombres como jóvenes y mujeres parecían fascinados por
aquel ángel. Algunas personas incluso se tropezaban en la pista de baile porque
no podían apartar la vista de él.
—¿De
verdad cree que podría ignorarlo? —respondió él con sequedad.
—Bueno,
¿entonces entiende lo que quiero decir?
—¿A
qué se refiere? ¿Acaso me cree capaz de leer los pensamientos? Lo normal es
explicar las cosas si uno quiere que los demás las entiendan.
Le
estaba tomando el pelo. ¿Sería todo una broma? Eso era algo en lo que no era un
experto. Durante las reuniones sociales a las que su madre y él habían asistido
durante años no se había relacionado con jóvenes caballeros, ni mucho menos con
auténticos seductores como su ángel caído. Además, Sungmin prefería las
conversaciones de verdad, no aquellas ingeniosas réplicas sin sentido que no
conducían a ninguna parte y que no revelaban nada.
Pero
se limitó a encogerse de hombros y a explicarle su punto de vista.
—A mi
parecer, usted debería de tener un nombre más exótico, uno más acorde con su
imagen.
El se
rio entre dientes.
—¿Así
que soy exótico? Supongo que eso es mejor que ser un lobo hambriento.
Sungmin
también sonrió ampliamente. Quizá sí podría acostumbrarse a ese tipo de
conversación burlona después de todo. El parecía un maestro excelente.
—Según
como se mire, ¿no? —bromeó.
—Bueno,
que me condenen si no estoy de acuerdo con usted. No deja de asombrarme. Ni de
fascinarme.
Finalmente,
Sungmin se sonrojó. Y él perdió su tono
jocoso y añadió:
—¿Tiene
que decir algo más sobre la debacle de esta noche antes de que proceda a lanzar
mis funestas advertencias?
Se
tomó su tiempo, no por las «advertencias» que no se tomó en serio, sino para
meditar bien la pregunta. ¿Podía ser que la finalidad de todas aquellas bromas
fuera hacerle bajar la guardia para que respondiera sin pensar? Recordó lo que Ryeowook
le había dicho sobre distraer a alguien antes de hacerle la pregunta
importante. Y que él parecía ser un espía.
Pero Sungmin
ya había llegado a la conclusión de que Kwon
Boah era la única intrigante aquella noche. La mujer incluso había admitido que
la tarea que le había asignado había sido de carácter personal más que
político, así que Sungmin no veía ninguna razón para no decirle lo importante
que era para Boah saber algo sobre aquello que estuviera buscando.
—Según
ella, debería haberle quitado la máscara que le dije que usted llevaba puesta.
Sungmin
había conseguido sorprenderle otra vez a
tenor de su expresión y la mirada chispeante que apareció en los ojos
masculinos.
—Eso
sí que suena muy interesante. Ha captado toda mi atención. Adelante, cortéjeme.
—No
sabría cómo —admitió, inclinando la cabeza con repentina timidez.
—Acerquese
un poco más, querido. Le prometo que se lo pondré fácil.
Sungmin
levantó la cabeza de golpe.
—Es
usted demasiado atrevido, Cho Kyuhyun.
—Lo
sé. ¿No le parezco maravilloso?
Sungmin
puso los ojos en blanco. Para él este Kyuhyun era preferible al hombre
peligroso que se había encontrado en la habitación de Sukchun. Pero ¿cuál de
los dos era realmente el auténtico Cho?
Consciente
de que el baile terminaría de un momento a otro, dijo:
—Ahora
me toca a mí. ¿Es de verdad un espía?
—Santo
Dios, ¿de verdad cree que se lo diría si así fuera? —respondió él, con una
expresión horrorizada que evidentemente era fingida.
—Creía
que estábamos siendo sinceros.
—No,
usted es sincero. Yo sólo disfruto con ello.
Sungmin
rechinó los dientes. Al final, él había logrado provocar su ira con sus
respuestas evasivas. Dejó de bailar, le apartó las manos y se alejó de él.
Sin
embargo, oyó que lo llamaba suavemente.
—¡Espere!
¡Aún no ha escuchado mis funestas advertencias!
—Guárdeselas
—le respondió airado—. De todas maneras no hubiera hecho caso de ellas.
¿Había
tenido Cho Kyuhyun el descaro de reírse de sus palabras?
—¿Una
noche dura? —le preguntó Sukchun a Kyuhyun al día siguiente mientras le
propinaba un codazo para que se despertara.
Kyuhyun
se incorporó al instante, furioso consigo mismo por haberse quedado dormido
precisamente en la habitación de Sukchun mientras esperaba que apareciera su
superior. No podía soportar la idea de que Sukchun le estuviera observando
mientras dormía, y no tenía ninguna duda de que Sukchun lo había hecho.
El
problema era que la actual misión de Kyuhyun, investigar a los nuevos de la
corte, era demasiado sencilla y le aburría soberanamente. No conllevaba ningún
peligro. Y, aunque él era un experto en la materia debido a su reputación con
las parejas, prefería misiones que implicaran algún tipo de riesgo. Jamás se
quedaba dormido en medio de una misión cuando estaba armado y alerta.
—No
—respondió Kyuhyun, relajándose ligeramente—. Sentarme a esperarte durante
tanto tiempo es lo que ha conseguido que me quedara dormido. Supongo que
debería de haber venido en medio de la noche cuando sé que estás
—¿Y
tener que despertarme cuando podrías limitarte a dejarme una nota?
—Ése
es el problema, dejarte notas en la habitación ya no es una opción —respondió Kyuhyun,
incapaz de contener un bostezo. Sacudió la cabeza con brusquedad para terminar
de despejarse—. Y tampoco es aconsejable que dejes la puerta de la habitación
abierta para que yo entre, a menos que tú estés dentro.
—He
estado muy ocupado, de lo contrario habría conseguido una llave para ti.
—Entonces
cierra con llave hasta que la tengas. ¿O prefieres que te registren la
habitación?
La
única razón por la que Sukchun no cerraba con llave era para que Kyuhyun no
tuviera que esperarle en el pasillo, donde cualquiera podría verlo. Ni siquiera
quería que los sirvientes de palacio los vincularan de ninguna manera. Estaba
obsesionado con ello. Y ahora Kyuhyun iba a tener que decirle que alguien le
había encontrado allí dentro.
Pero Sukchun
se mostró divertido al sacar una conclusión errónea.
—Oh,
Santo Dios, ¿de verdad registraste mi habitación?
—No
seas absurdo. Y vamos al grano. Esta tarde tengo una cita con el joven Suho en
los jardines reales.
Sukchun
asintió con la cabeza.
—Yo
también tengo una cita, así que adelante. Supongo que has averiguado algo
nuevo, ¿no?
—Sí,
dos de los nuevos son fieles a Boah, y ambos se creen enamoradas de mí —gimió Kyuhyun
cerrando los ojos.
-¿Y?
—¿Acaso
no te sorprende?
—No
seas tonto —dijo Sukchun—. Sabes de sobra que se enamoran de ti todos los días.
Por supuesto que no me sorprende.
Kyuhyun
se rio.
—¿No
te parece que exageras un poco, hombre?
—En
absoluto. Incluso la propia Kwon Boah se enamoró de ti a principios de año
cuando volcaste todos tus encantos en ella. Fue una de tus mayores hazañas. —Sukchun
se rio entre dientes—. Jamás comprendí cómo lo conseguiste, sobre todo cuando
me confesaste que ni siquiera tuviste que hacer el amor con ella.
—La
convencí de que me resultaba de lo más fascinante en otros aspectos. No siempre
hay que recurrir al atractivo físico, ¿sabes? Me hice amigo de ella. Y eso fue
todo, hasta que Boah comenzó a querer algo más. —Kyuhyun no añadió que Sukchun
debería saber mejor que nadie cómo las emociones más fuertes podían afectar de
manera inesperada a una persona, como había ocurrido con Boah—. Ya sabes que la
amistad hace bajar la guardia con más facilidad que el amor.
—¿Y el
tercero?
—¿Key?
Se resiste a acatar las órdenes de Boah y le ha cogido una fuerte aversión. Un
buen candidato para ti, creo.
—¿Cuál
es el pero?
—Yo no
te recomendaría aprovecharme de su resentimiento para intentar atraerlo a tu
bando. No me parece muy competente. Creo que le falta cerebro. —Kyuhyun se dio
un golpecito en la cabeza—. Ya sabes a qué me refiero. En lo que concierne al
joven Suho, registré su habitación antes de que le fuera asignado un nuevo
compañero de cuarto. No había más que un montón de ropa. Supongo que tendré que
volver a registrarla ahora que ha llegado su nuevo compañero. Se quejaba de él
anoche.
—¿Ya
ha llegado el nuevo joven de la corte?
—Eso
parece y creo que incluso lo he conocido. Pero hay algo más que debes saber
sobre Suho. Tendrás que vigilarlo de cerca después de que me vaya. Reconoció
que había provocado un escándalo para deshacerse de su último compañero de
habitación. Decía que de esa manera podría visitarlo en su habitación si así lo
quería. Puede que haya recurrido a esas medidas tan drásticas por haberse
encaprichado de mí, pero mi instinto me dice que carece por completo de
principios. Así que podría estar metido de lleno en los turbios asuntos de Boah.
—Tomo
nota. ¿Y qué hay del último que has conocido? ¿Por qué dudas de que sea el
nuevo compañero de habitación de Suho?
Kyuhyun
no estaba dispuesto a admitir que el jovencito lo había distraído hasta tal
punto que se había olvidado de preguntarle su nombre. Sin embargo, no podía
imaginar quién más podía ser, ya que también había sido invitado al baile la
noche anterior y había admitido que conocía a Boah. A pesar del disfraz que
llevaba, no le había cabido duda de que era un joven señor.
—Estoy
casi del todo seguro que es Lee Sungmin, quien se esperaba que llegara ayer.
Pero estaba más interesado en averiguar otras cosas de él y más teniendo en
cuenta cómo lo conocí.
Sukchun
arqueó una ceja con curiosidad.
—¿Por
qué presiento que eso no presagia nada bueno?
—Porque
lo conocí aquí mismo, en tu habitación, cuando lo pillé rebuscando entre tus pertenencias
por orden de Boah.
Sukchun
frunció el ceño de inmediato.
—¿Así
que ahora Boah se dedica a convertir en ladrones a los jóvenes de la corte que
están bajo su tutela? ¡Cómo se atreve!
—Veo
que provoca tu ira. —Kyuhyun sonrió.
—Demonios
—bufó Sukchun—. Estamos hablando de robar. Boah está yendo demasiado lejos.
Kyuhyun
tuvo que reírse ante la hipocresía de su superior.
—Me
has convertido en un ladrón en más de una ocasión. ¿Dónde está la diferencia?
—Si
has tenido que robar ha sido por una cuestión de seguridad real y además tenías
libertad para hacerlo. Por otro lado, podías devolver cualquier cosa que
cogieras después de examinarla. Y siempre podías negarte a realizar cualquier
trabajo con el que te sintieras incómodo. Pero ahora estamos hablando de
jóvenes e inocentes que no saben lo que hacen.
—¿Es
posible que esa chico encontrara algo útil?
—No a
menos que tú dejases algo antes de que él llegara. Nunca he dejado nada
importante aquí, ni siquiera cuando cierro la puerta con llave.
—Pensaba
dejarte una nota con todos los datos que acabo de darte, pero después de
encontrar a ese jovencito en tu habitación, preferí entregarte el informe en
persona. Es inteligente y experto, por lo que no he podido hacerme un juicio
rápido de él. Puso una excusa con mucha facilidad y una muy creíble por la
manera en que la expuso.
Sukchun
suspiró.
—Así
que esta joven te ha relacionado conmigo. Ahora no me serás de mucha utilidad
en esta misión, puesto que sin duda ya habrá informado a Boah. Seguro que querrá
vengarse en cuanto se dé cuenta de que tu amistad con él era una farsa para
recabar información.
Kyuhyun
juntó las manos y tamborileó con los dedos en la barbilla varias veces antes de
contestar con aire pensativo:
—No
estoy seguro de que haya informado a Boah.
—¿Estás
de broma?
—No, Lee
Sungmin y yo mantuvimos una extraña conversación un poco más tarde, en el
baile. Me dijo que le había dado a Boah una descripción falsa de mí y que
ocultó mi nombre. Como bien sabes, soy demasiado conocido para intentar
utilizar un nombre falso a menos que me encuentre fuera del país.
—¿Qué
razón te dio para haberte protegido?
Kyuhyun
se enderezó y frunció el ceño.
—¿Haberme
protegido?
—Si es
verdad lo que dice, eso es exactamente lo que hizo al ocultarle tu identidad a Boah.
—Ah,
pero ése es el problema, que no sé si creerle. Ya te lo he dicho, es un joven
inteligente. Es demasiado rápido en sus respuestas para no poseer más
inteligencia de la que suelen tener estos doncells. Incluso sabe fingir
emociones con rapidez cuando es necesario. Si es verdad lo que me ha dicho, es
un material de primera que podrías moldear a tu antojo
—¿Qué
te dice el instinto?
—Por
una vez no sé qué pensar —dijo Kyuhyun con un suspiro—. Pero no voy a negar que
posee un talento natural para mentir y fingir. Me ha dejado sorprendido en
varias ocasiones. Y eso no es algo que suela ocurrirme.
—Entonces,
¿por qué razón no te ha entregado a Boah en bandeja de plata?
—Bueno,
eso aún está por ver. Dijo que Boah le había hecho creer que éramos criminales
y que prefería juzgar por sí mismo.
—¿Quieres
decir que ese joven está dispuesto a investigar a Boah por su cuenta? —sugirió Sukchun.
Kyuhyun
se rio entre dientes.
—Haces
que parezca realmente divertido.
Sukchun
puso los ojos en blanco.
—Estás
demasiado acostumbrado a ese tipo de artimañas puesto que son las mismas que tú
usas. Pero recuerda quién es él y que apenas acaba de llegar a palacio. La
primera táctica de Boah con ellos es hacerles creer que todo lo que hacen por
ella es por el bien del país. ¿No podría ser ése su caso?
—Nuestra
conversación no llegó tan lejos.
—Bueno,
si eso fue lo que ocurrió anoche, si ese jovencito piensa que estaba haciendo
algo noble, entonces no es tan malo como parece. Pero antes de que dejemos de
lado este tema —continuó Sukchun—, debes confirmar su identidad. Por otra
parte, asegúrate de que no quiere ser partícipe de las intrigas de Boah. Y,
además, quiero saber cosas concretas sobre Lee Sungmin. Conoces las reglas. No
importa lo que tengas que hacer. Y si él está tan avezado en el engaño como
dices, no lo quiero en palacio. Intentaré que se vaya.
Kyuhyun
se puso rígido al oír la frase «no importa lo que tengas que hacer». Sacaba a
relucir sus peores recuerdos. Sukchun había utilizado esa misma frase cuando
había reclutado a Kyuhyun para ayudar a su país. Habían elegido a Kyuhyun
porque el oficial francés al que necesitaban sonsacar información era un
maldito pervertido. Al hombre no le interesaban los jovencitos, las mujeres, ni
los hombres, pero sí le gustaban, y mucho, los chicos guapos. Y era la pieza
clave de un complot para matar al rey francés y culpar al rey Jorge IV, lo que
Podría haber desembocado en una guerra.
Kyuhyun
se había visto envuelto en uno de los dilemas más horribles al que cualquiera,
y mucho más si uno era un crío de catorce años, podía enfrentarse: sacrificarse
o darle la espalda a su país. No podía resignarse a hacer lo que le pedían,
pero sabía que sería un cobarde si no lo hacía.
Pero
al final había descubierto cómo lograr su objetivo sin tener que sacrificarse
al recordar a un de los doncells de casa de su madre. A principios de aquel año
el mozo le había tenido babeando a sus pies, había provocado su lujuria hasta
un nivel peligroso. Siempre se le estaba insinúando, pero jamás se le había
entregado. Con catorce años y un amor secreto, Kyuhyun hubiera estado dispuesto
a prometerle el mundo de lo enardecido que estaba.
El doncell
jamás llegó a entregarse a él. Ni tampoco lo hizo Kyuhyun durante esa misión. Había
utilizado la táctica del criado para lograr acabar el trabajo. Había prometido,
pero jamás se había entregado.
Enfadado
consigo mismo por dejar que aquellos recuerdos salieran a la superficie, se
puso en pie para marcharse. Sukchun podía decir todo lo que quisiera «no
importa lo que tengas que hacer», pero Kyuhyun rara vez tenía que recurrir a
algo tan drástico cuando trabajaba para Sukchun. Podía usar su título
nobiliario siempre que hiciera falta, así como su reputación de donjuán, como
cariñosamente le había apodado su tío, el duque de Shiyuan, debido a su
adoración por los jóvenes. Si un joven esperaba que él lo sedujera, pues que
así fuera...
Sukchun
debería haberse dado cuenta a esas alturas de que Kyuhyun hacía las cosas a su
manera, no a la de él. Manteniendo la ira a raya, Kyuhyun miró directamente a
su superior y dijo:
—Sé
que mi país es lo primero. Siempre lo he sabido. Pero uno puede servir a su
país sin tener que perder el sentido de la decencia. A eso se le llama
encontrar el equilibrio entre lo que se puede hacer y lo que se puede soportar.
Es usar la cabeza para encontrar una solución con la que se pueda vivir en vez
de tomar el camino más rápido. Averiguaré si ese joven se ha dedicado a
contarme un montón de mentiras, pero lo haré a mi manera.
—No sé
por qué continúo recurriendo a ti —dijo Sukchun con petulancia— Jamás haces lo
que te ordeno.
—Ah,
pero no puedes negar que siempre logro terminar todos los trabajos que me
encomiendas. —Kyuhyun se rio entre dientes mientras se dirigía a la puerta.
celos y eso que no tiene una amistad
ResponderEliminarEsto,como que no pinta muy bien que digamos.
ResponderEliminarEl afán de la mujer esa por investigar o encontrar algo de su interes...y no importanfo cómo lo consiga. Eso de involucrar a los jovenes en sus artimañas,no me gusta.
Si fuera Min,no sé qué hubiera sentido al ver a mi angel con el tipo ese😒...pero bueno,ya lo irà conociendo😂😂😂😂😂
Interesante, interesante, eso de que todos tienen que engañar a todos se está poniendo bueno
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