Sabía
que solo podía pedirle su teléfono para llamar a un taxi y conseguir un viaje
de regreso a casa. También sabía que Kyuhyun estaría feliz de levantarse y
venir a recogerme, incluso si era bien pasada la media noche. Pero había estado
esperando a que Kangin me llevara a su casa durante semanas, y si esta era la
única oportunidad que iba a conseguir, entonces iba a seguirle la corriente,
aunque pareciese más molesto y agitado que amoroso. Además, me había dado su
abrigo de nuevo cuando la temperatura estaba muy fría y sabía de alguna manera
que eso significaba algo, incluso si él no era consciente de ello.
—¿Cómo
fue volver a trabajar? —Su acento era lento y cálido mientras me guiaba a lo
largo de las silenciosas calles. No creo que conociera a otra persona que fuera
adulta que aún no poseyera un auto. Era solo una pieza más del rompecabezas que
era Wang Kangin.
—Ha
sido difícil. Nunca había tenido otro compañero que no sea Jongkook, así que es
extraño estar patrullando con alguien nuevo. —Mi compañero temporal era un tipo
llamado Barrett. Era un poco mayor que yo y sin duda del tipo duro y
silencioso. Estaba acostumbrado a dejar que Kook tomar la iniciativa, para
seguir sus movimientos, por lo que fue extraño tratar de adaptarme.
Me
apoyé en el costado de Kangin cuando me di cuenta de que estaba temblando de
frío. Un estremecimiento corrió a través de mí, cuando él envolvió su brazo
alrededor de mi hombro y me acurrucó. Claro, era probablemente por el calor,
pero a mi libido no le importaba.
Odiaba
pensar en Kook estando postrado y curándose. Era un tipo al que le gusta la
acción, ser práctico, pero en su estado actual lo único que podía hacer era
quedarse en la cama y ver horas y horas de Netflix, mientras que sus hermanas
se cernían sobre él. También me dolía cada vez que me ponía mi uniforme, que
fuera el que tenía que ir a trabajar, que fuera el único que terminó bien,
mientras que Kook era el que estaba trabado sin saber si su futuro iba a ser
algo similar. La injusticia de todo me tocaba, y se metía bien dentro de mi
piel cada turno.
—Está
mejorando. Va a necesitar un montón de fisioterapia una vez que esté en modo
pelea. El fémur roto no es una broma.
—Si
necesitas un nombre, conozco a un tipo. —Lo miré desde debajo de mis pestañas.
—¿Conoces
a un tipo? —Llegamos a un complejo de apartamentos muy insignificante y
francamente horrible, y lo seguí hasta unos tramos de escaleras. Esto no es ni
de cerca donde lo había imaginado viviendo.
—Bueno,
Siwon conoce a un tipo. Solía salir con el hermano menor de Siwon, el gemelo de
Hyukjae. Su nombre es Ayden y es un pez gordo entre los fisioterapeutas
deportivos. He estado con él un par de veces cuando vino al Bar a hablar con Siwon.
Parece un tipo bastante agradable, y de acuerdo con Siwon, sabe de su mierda.
Siwon
no me parece que sea el tipo que reparte elogios, o respeto a la ligera, así
que hice una nota mental del nombre para pasárselo a Kook, y seguí a Kangin al
apartamento. Era pequeño, muy pequeño, y no había mucho en él. Quiero decir,
era un estudio, así que no había mucho espacio para guardar cosas, pero más
allá de la cama, un televisor de pantalla plana, de tamaño decente, el pequeño
set de mesa y sillas, y un diván muy gastado, no parecía haber nada de él en el
apartamento.
Si él
estuvo preocupado o interesado en mi reacción, ligeramente sorprendido de su casa,
no lo demostró. Encendió las luces, tiró sus llaves y su celular en la pequeña
mesita, y metió las manos por su grueso cabello rubio.
—Déjame
sacar algunas sábanas limpias y puedes cambiar la cama mientras me ducho.
—Inclinó la cabeza hacia el diván—. Voy a dormir en el diván ya que puedo
dormir en cualquier lugar y tú puedes tomar la cama.
Abrí
la boca para discutir. No era una cama extra grande pero sin duda era lo
suficientemente grande para que los dos la compartamos. Sin embargo, había un
brillo en sus ojos, una luz de advertencia que me hizo cerrar mi boca en un
silencio frustrado. Tomé las sábanas y la manta que me había empujado antes de
que se volviera y se dirigiera a lo que supuse era el baño.
Me
hundí en el borde de la cama y me quedé mirando fijamente la agrietada puerta
abierta. Puse el bulto en mis brazos a mi lado y traté de sacar de mi cabeza lo
que estaba sucediendo. Esto no era absolutamente lo que había imaginado que
sería ir a casa con el atractivo bartender. Estaba seguro que una vez que solo
estuviéramos solos, el innegable calor y la química que surgía y crepitaba
entre nosotros, llegaría a un punto de ruptura. Luego, finalmente, obtendría
todo lo que sabía que Kangin tenía que ofrecer, dirigido hacia mí.
Me
levanté y fui a abrir un poco la puerta del baño, lo suficiente para que
pudiera decirle que iba a llamar a un taxi y volver a casa. No iba a echarlo de
su cama cuando él obviamente no me
quería aquí. Ya tenía bastantes cosas en
mi vida que me hacían sentir mal conmigo mismo; no necesitaba perseguir más
rechazos de Kangin.
—Hey,
solo voy a... —Mi voz se apagó, mientras mi lengua de repente se olvidó de cómo
funcionaba, y todo pensamiento huía.
Por
supuesto que no habría un baño y ducha de tamaño apropiado en este pequeño
apartamento. Solo una ducha encerrada en vidrio, que apenas ocultaba nada. El
vapor de la ducha no era suficiente para oscurecer la vista delante de mí, y mi
mano, de una manera independiente al resto de mí, empujó la puerta para que se
abriera por completo.
Tenía
un brazo doblado por encima de la cabeza con la frente apoyada en él mientras
el agua caía en cascada por su alrededor. Se dio la vuelta para mirarme cuando
la puerta se abrió. Incluso con el vapor de la ducha y el cristal turbio entre
nosotros, pude ver su brillante mirada en la mía, mientras su otro brazo se
trasladaba a trabajar con su puño arriba y abajo, por una impresionante
erección que obviamente era por mí.
Sabía
que debería cerrar la puerta y darle la espalda. Era su espacio, su momento de
intimidad, pero no podía hacerlo y estaba en partes iguales excitado y furioso,
observándolo mientras se masturbaba, y me miraba sin pestañear.
Él era
hermoso; eso era hermoso. Sin embargo, estaba tan enojado de que después de
todas las formas en que había dejado claro, que podía tenerme, prefiriera auto
complacerse, que llevarme a la cama. Estaba teniendo un momento difícil en
apreciar toda esa belleza, incluso aunque estuviese paralizado por la visión.
Estaba desperdiciando algo que era mío por derecho, y quería gritarle que se
detuviera, que me pidiera unirme a él en el agua y que pusiera en mejor uso esa
palpitante evidencia de excitación. Pero me quedé de piedra en silencio, clavado
en el suelo por la pasión y furia.
Los
músculos de su brazo, y en todos sus anchos hombros estaban flexionados y
bailaban mientras su mano se movía sobre su impaciente excitación, que colgaba
en un lugar destacado entre sus piernas. Sus definidos abdominales se
contrajeron, luego se liberaron, mientras dejaba escapar un largo gemido
después de unos cuantos decididos golpes que lo llevaron hasta su culminación.
Todo
su cuerpo se sacudió un poco y pude jurar que pronunció mi nombre mientras se
corría, pero podría haber sido una ilusión de mi parte. Su puño se relajó y
parpadeó lentamente hacia mí, mientras que con una mano empujaba para abrir la
puerta de la ducha. Nos miramos el uno al otro por un largo momento en silencio
y me llevé una mano a la garganta, porque sentí que todo lo que quería decirle
estaba atrapado allí.
—Das
asco y en este momento como que te odio. —Mis palabras fueron roncas y ásperas,
cuando giré sobre mis talones y salí del cuarto de baño; asegurándome de cerrar
la puerta detrás de mí.
Quería
estrangularlo y follarlo, no estoy seguro de que era más fuerte. Me acerqué a
la mesa y agarré el teléfono con toda la intención de salir de este
apartamento. Lejos de él. Era una sobrecarga emocional, y no quería obligarme a
hacer algo que terminaría lamentando después, cuando estuviera pensando con más
claridad.
El
quid de la cuestión era que sabía que me había puesto una trampa, había querido
que viera lo que estaba haciendo. La puerta quedó abierta por una razón; me
había dejado tan pronto como entramos por la puerta principal a propósito. Era
un hijo de puta que había calculado todo y estaba empezando a ver quién era en
verdad bajo todo ese brillo y encanto tras el que se escondía la mayoría de las
veces.
Kangin
quería que supiera que a pesar de que él me deseaba, nunca iba a ir allí,
incluso cuando estábamos solo nosotros, solos en su apartamento. Había hecho su
punto de un modo asombrosamente claro y vivo, y ahora tenía que alejarme aunque
nunca, nunca olvidaría las imágenes que había impreso en mi mente para siempre.
Por
supuesto, el teléfono tenía una contraseña, lo que terminó por agrandar aún más
mi frustración. Lo miré fijamente, tratando de averiguar mi próximo movimiento,
cuando sus dedos se cerraron alrededor de mi muñeca y sacó de mi mano el inútil
dispositivo. Me dio la vuelta y distraídamente tiró el teléfono de nuevo sobre
la mesa. Estaba mirándome, lo cual tal vez habría sido intimidante, después de
todo, yo no conocía realmente tan bien a Kangin, pero él no se había tomado la
molestia de ponerse algo encima, ni siquiera una toalla. Estaba de pie
demasiado cerca, y estaba demasiado desnudo para que sintiera algo que no fuese
la maldita lujuria que parecía poseerme, mientras se apresuraba a regresar a la
superficie.
Nos
fulminamos con la mirada el uno al otro, sus dedos alrededor de mi pulso donde
tronaba bajo su tacto. Tenía la boca en una línea dura, el agua corría por las
sienes y en el buen plano de su pecho. Kangin era un hombre hermoso cuando
llevaba jeans desgastados y una camiseta vieja; desnudo y enojado, parecía un
antiguo dios griego de visita entre nosotros, los simples humanos.
—No
tienes ni idea de en lo que te estás metiendo conmigo, Leeteuk. —Su voz siempre
era rica y llena de cálidos tonos. Ahora su voz sonaba ronca y hubo un temblor,
que hizo que mi corazón tropezara sobre sí mismo.
—Sí,
bueno, soy un chico grande, Kangin. Debería tener la opción de darme cuenta de
eso sin que lo decidas por mí.
Sus
dedos revolotearon sobre mi muñeca, luego se trasladaron hasta el codo,
viajando más arriba de manera que la palma estaba en mi hombro, y luego fue
ahuecando mi mandíbula con su mano mientras frotaba el pulgar por mi labio
inferior.
—Eres
una policía. —Como si eso fuera una razón suficiente para que él siguiera
luchando contra esta hambre y necesidad que tiraba de nosotros.
Solté
un suspiro y levanté mi mano para envolverla alrededor de su muñeca.
—Lo
sé, pero eso no es todo lo que soy. —El surrealismo de finalmente, tener esta
conversación, mientras que él estaba desnudo, y yo todavía bastante enfadado,
me mareó. Tal vez tenía razón. Tal vez no entendía muy bien en qué me estaba metiendo
con él.
Una
sonrisa asomó por la comisura de su boca y dio un paso atrás. Lucía diabólico y
demasiado tentador.
—Estás
enojado conmigo. Asentí, estando de acuerdo.
—Lo
estoy. Ese truco de la ducha fue sucio. Sé que lo planeaste. Tú querías que te
viera. Querías que supiera que a pesar de que te he estado persiguiendo,
dejando claro que te deseo... no vas a cruzar esa línea conmigo. Ese fue un
movimiento de un total idiota.
Al
principio, lo deseaba porque parecía que era la perfecta distracción para todas
las otras cosas que iban mal en mi vida. Luego, lo había deseado más porque
estaba haciendo lo imposible para que lo consiguiese. Ahora solo lo deseaba.
Este era un gran hombre sexy, desnudo de pie delante de mí, y la razón que
podría una vez haber tenido para querer estar con él, parecía frívola cuando se
enfrentaba con toda su ridícula belleza masculina.
Inclinó
la barbilla hacia abajo solo un poco, lo suficiente para hacerme saber que
había acertado con sus motivaciones. Mantuvo sus brazos hacia los lados, alzó
ambas cejas en desafío, y me dijo en un tono suave y seductor:
—Debería
haber sido suficiente. Lástima que no lo fue, porque estaba pensando en ti todo
el tiempo. No sé si tenemos suerte o si estamos condenados, pero parece que
nunca soy capaz de hacer lo correcto por mucho tiempo. Has estado detrás de mí
por un tiempo Pelirrojo. No voy a cruzar la línea, pero si quieres, ya no te
voy a detener.
Me
mordí el labio inferior y observé la reacción ardiendo en sus ojos.
—¿Qué
pasa después que lo haga? —Había vacilación en mi voz, y sabía que podía oírla.
Él dejó caer los brazos y se volvió a la cama sin hacer.
Realmente
no había pensado muy lejos en el futuro cuando tuve mis manos en sus pantalones
en el estacionamiento, o cuando me estaba sacando a propósito la ropa delante
de él en la pista de baile en el Bar. Todo lo que sabía era que él era el
primer chico al que realmente le tenía ganas, muchas ganas, y él fue el primer
hombre en hacer que lo persiguiera. Nunca me paré a pensar lo que pasaría una
vez que lo tuviera.
—No
puedo responder a eso, pero si tuviera que adivinar, diría que probablemente va
a terminar en destrucción y angustia. Eso es por lo general lo que sucede
cuando tengo algo bueno en mi vida.
Se
arrastró sobre la cama y luego se volvió de espaldas y puso sus manos detrás de
su cabeza.
—Si
quieres el código de mi teléfono, voy a dártelo para que puedas irte. Si
quieres quedarte, apaga las luces y sube aquí. Me comprometo a comportarme...
por ahora.
Lo
miré, miré el teléfono sobre la mesa, y suspiré. Realmente solo había una
opción y no tenía nada que ver con él comportándose o yo yéndome. Me dijo que
la línea era mía para que yo la cruzara y eso es exactamente lo que quería
hacer, incluso si, efectivamente, conducía a la destrucción y la angustia.
Pasé
los dedos por mi cabello, me quité las zapatillas, y apagué las luces. El
pequeño apartamento se perdió inmediatamente en la oscuridad más absoluta y lo
único que podía ver era el destello de cabello rubio de Kangin, y podría jurar,
que sus ojos brillaban en la oscuridad, aunque sabía que eso era imposible.
Tal
vez porque no había luz, tal vez porque sabía que tenía que estar de lleno en
este momento con él, o nunca tendría otra oportunidad, pero el instinto me dijo
que si quería demostrarle que la línea ya no existía, para ninguno de nosotros,
tenía que estar tan desnudo como lo estaba cuando me metí en la cama con él.
Me
saqué mi camiseta, y dejé mis pantalones y ropa interior en una pila en el
suelo. Era extrañamente liberador, pensé mientras me movía hacia la cama. No
era tímido o reservado, pero esto era lo más audaz que había hecho. Todo lo que
se refería a este tipo me había obligado a ser el agresor, el perseguidor, y me
gustaba la idea de finalmente ganar el premio, a no tener miedo de ir tras algo
prohibido y oh… tan tentador.
Sus
largas piernas se movieron cuando golpeé el borde de la cama, y extendí una
mano para ubicarme en la oscuridad. Sentí los músculos de su pantorrilla
contraerse con el primer roce de mis dedos, y no pude evitar sonreír ante la
reacción.
La
cama no era lo suficientemente grande para que me deslizara a su lado, así que
tuve que arrastrarme arriba y sobre él, literalmente tenía mí piel desnuda
arrastrando y rozando contra la suya. No había manera de que se perdiera la
invitación. También tenía mis manos temblando, mis pezones se volvieron más
duros, y no me perdí la forma en que su respiración se detuvo, y se estremeció
ante el contacto. Sus manos se posaron en mi cintura mientras me sentaba a
horcajadas en la oscuridad. Sus muslos se tensaron debajo de mi trasero
desnudo, y su polla se movió y creció entre nosotros. Sus pulgares recorrieron
lo largo de mi tórax y me dijo con voz ronca:
—Este
podría ser el peor crimen que he cometido.
No
podía ver mi expresión, pero fruncí el ceño, y me incliné hacia adelante con
las manos sobre su pecho. Me gustaba como se sentían debajo de mis palmas sus
suaves y duros músculos.
—¿Qué
quieres decir?
Sus
manos se movieron más lejos. Me sacudí por la sensación, y di un grito ahogado
cuando pasó sus pulgares sobre los distendidos picos a cada lado. Se sentía tan
bien que empecé a temblar de adentro hacia afuera. No estaba siendo muy gentil
o reverente en la forma en que me estaba tocando, y creo que eso lo hacía aún
mejor.
—Cuando
un joven que se luce como tú se quita la ropa, debería ser un delito tener las
luces apagadas. La idea de que estés desnudo es suficiente para que la mayoría
de los chicos se exciten, Leeteuk. Tener la realidad justo en frente de mí y no
ser capaz de ver, debería ser ilegal. —Fue un cumplido crudo, pero no obstante,
dulce. He oído cosas similares antes, pero viniendo de él, no parecían palabras
desechables, destinadas para entrar en mis pantalones. No es como si él
necesitara palabras para hacerlo de todos modos; mis pantalones estaban fuera y
ya al otro lado de la habitación.
Iba a
decirle que me sentía de la misma manera, que era demasiado hermoso para irnos
a la cama en la oscuridad, pero todo pensamiento quedó en la nada cuando sus pulgares
de repente dejaron de acariciar y empezaron a pellizcar haciendo que mi espalda
se curvara y mi cabeza fuera hacia atrás por el placer tan agudo que iba desde
donde me tocaba hasta mi interior.
Ni
siquiera me había besado, no había hecho nada romántico o apasionado, y yo ya
estaba con ganas de subirme a su erección, que había venido a la vida entre
nosotros, y calmar el dolor que estaba creciendo bajo mi vientre.
Soltó
un pezón y pasó sus dedos por mi cabello. Tiró de mí hacia abajo, sobre él, hasta
que nuestros labios se tocaron. Suspiré cuando su polla atrapada, se retorció
ansiosamente contra mi mientras devoraba mi boca, una habilidad que debía ser
considerada un arma. Nadie besaba como Kangin. Al menos nadie que me hubiese
besado antes.
Me besó
como si quisiera decirme cosas con los labios y la lengua, que no podía decir
con palabras. Esto hizo que mi mente quedara borrosa, y que mi corazón
comenzara a latir con fuerza. También era suficiente para que inconscientemente
me moviera contra él por necesidad.
El
sexo no era exactamente algo que había buscado antes de Kangin. Quiero decir,
no era de ninguna manera virgen, pero había aprendido bastante pronto que el
sexo tiende a ser mucho más sobre el chico de lo que era sobre mí, y que nunca
me ponía demasiado dispuesto a desnudarme para ponerme en eso.
Había
salido con un chico muy agradable durante casi un año completo, mientras estaba
en la Academia de Policía, pero en algún momento se me había ocurrido que
agradable no era suficiente para mantener una relación, e incluso con él, el
sexo había sido solo agradable.
Esto
no era agradable. Esto era caliente, tembloroso, y no solo por las reacciones
de mi cuerpo. Mi corazón latía. Mi mente estaba frenéticamente tratando de
entender cada sensación y mis pulmones ardían por falta de oxígeno mientras Kangin
me seguía mordiendo y chupando. Estaba tratando excitarme solo besándome y era
lo suficientemente talentoso que podría hacer que sucediera; pero había
esperado demasiado tiempo para esto, había estado pensando en estar con él así,
durante mucho tiempo, para no tenerlo dentro de mí.
Me
aparté, dejándonos a ambos jadeando y suspirando en la oscuridad. Extendí la
mano y encontré el borde de su nariz, y pasé mi dedo por ella, luego hacia
arriba a través de una de sus cejas arqueadas.
—¿Estabas
pensando en mí en la ducha? —Mi voz sonaba melancólica en mis propios oídos.
Hizo
un suave ruido en su garganta, envolvió su brazo alrededor de mi espalda, y nos
dio la vuelta para que estuviera tumbado debajo de su gran cuerpo. Se acercó a
mí, condujo nuestras caderas juntas y tuvo su polla presionando donde yo
quería. Oí un cajón abrirse, luego un sonido al ser cerrado y el de un
envoltorio, que tenía que ser un condón, mientras era arrojado en la almohada
al lado de mi cabeza. En realidad no podía ser tan malo como seguía tratando de
decirme. La protección ni siquiera había pasado por mi cabeza, y sin embargo
allí estaba cuidando una vez más por mis intereses sin que yo se lo pidiera.
—He
estado pensando en ti desde la primera vez que te vi. Pienso en tus ojos y tu
cabello. Pienso en esas piernas largas. Pienso en la forma en que tu culo se ve
en esos apretados jeans que te pones cuando estás tratando de llamar mi
atención. Entonces me recuerdo a mí mismo que todo eso viene con una placa y un
arma, y recuerdo por qué masturbarme en la ducha en lugar de llevarte a la
cama, es más seguro para los dos.
Me
puse rígido automáticamente, pero tomó uno de los condones y me lo entregó
mientras bajaba la cabeza para poder lamer mi clavícula. Acarició su nariz
contra mi mejilla y luego puso sus labios en mi oído y susurró:
—Y sin
embargo, aquí estamos.
Tragué
un poco mientras se levantaba sobre mí, apoyando los antebrazos a cada lado de
mi cabeza. Abrí el envoltorio del condón con los dientes y me las arreglé para
llegar a donde se supone que debe ir, a pesar de que mis manos estaban
temblando como locas. De repente, me preguntaba qué iba a hacer si esto
terminaba siendo tan mediocre como todas las otras veces que lo había hecho. Parecía
realmente estúpido entrar en la jaula del león y tirarle la cola sin saber si
el riesgo valía la pena. ¿Dónde estaba toda esa claridad?
Pasé
un brazo a través de su amplio hombro, otro justo encima de su esculpido
trasero y le susurré de regreso:
—Aquí
estamos.
Dejó
un brazo por encima de mi cabeza y bajó el otro hasta que sus dedos se cerraron
con fuerza alrededor de mi muslo. Levantó mi pierna, por su costado y solo
sentí su punta tocar mi entrada.
Vi sus
dientes en la oscuridad, justo antes de que bajara su boca de nuevo a la mía.
Contra mis labios, murmuró:
—Esperemos
que los dos salgamos de esto con vida. —Y entonces, me dio un beso, de esa
manera que robaba el alma, mientras se hundía hasta el fondo de mi cuerpo.
Era
todo menos mediocre.
Lo
sentí en todas partes, dentro y fuera. Sus dedos se clavaron en mi carne
mientras su boca se movía insistente y exigente contra la mía. Casi era
demasiado. Demasiadas sensaciones, demasiados sentimientos, demasiada
anticipación.
Sentí
que mi cuerpo respondía con un mínimo de esfuerzo por su parte. Todo lo que
tenía que hacer era tocarme, entrar y salir al ritmo constante que se había
propuesto. Ya me retorcía, sintiendo en mi interior el terremoto, apretándome
con contracciones alrededor de él. Dejé caer la mano en uno de los firmes
cachetes de su trasero y clavé los dedos, solo para sostener algo, ya que la
realidad se estaba desvaneciendo. Esto era con toda seguridad sexo que era todo
sobre mí.
Él me
besaba por todas partes. Mi boca, mi cuello, detrás de la oreja, y justo donde
mi pulso se aceleraba en la curva de mi cuello. Su mano que había estado
sosteniendo mi pierna hasta donde él la quería, la dejó cuando estaba claro que
la iba dejar ahí abierta y arqueada. Se desvió a mi entrepierna. Con el primer
toque de sus dedos en esa sensible protuberancia, grité su nombre. Fue tan
fuerte que me dolió la cabeza, pero simplemente lo hizo reír sobre mi piel
húmeda, donde me mordisqueaba con la fuerza suficiente para dejar marcas.
Sus
dedos se movieron y me llevaron peligrosamente cerca del límite. Podía sentir
mi reacción a sus caricias y sus embestidas, consiguiendo humedecernos y
ponernos calientes. No había como esconder cuan eficazmente sabía cómo tocarme
para obtener una reacción más dinámica.
Me presioné
más arriba, incluso con más fuerza contra él. Quería más y ni siquiera era
posible. Se sentía tan bien que casi dolía. Me sentía al borde de un orgasmo.
Quería decirle que redujera la velocidad, que iba a ser demasiado rápido
después de una larga espera, pero luego su boca esta- ba en mi oído y, esa voz
que era toda miel y humo susurró:
—No
puedo verte pero puedo sentirte, Leeteuk, y te sientes hermoso.
Mierda,
era bueno. Entre sus palabras y lo que estaba haciendo con sus dedos, junto con
el implacable empujón de su cuerpo en el interior del mío, estaba jodido. Moví
mi cabeza hacia un lado y me dio un beso en la mejilla mientras me corría
debajo de él.
No se
parecía a nada de lo que había experimentado antes, y definitivamente valió la
pena el trabajo que había puesto en conseguirlo. Mis ojos se cerraron. Su
respiración se contrajo y dijo mi nombre en un suspiro. Entonces, su cuerpo se
sacudió y su pecho cayó contra el mío, mientras se desplomaba encima de mí. Su corazón
estaba tan inestable como el mío, mientras latían violentamente uno junto al
otro. Estaba sintiendo demasiado, expuesto de una manera que no había previsto,
y no estaba seguro de poder manejar lo que estaría buscando en mí. De repente
me sentía muy contento de que no hubiera luces encendidas.
Se
movió para poder salir de mi gastado e inerte cuerpo. Apretó mi trasero y rodó
a un lado de la cama. Le oí por el baño, rodé sobre mi costado, y puse mis
manos debajo de mi mejilla. Por alguna razón me sentía realmente como si fuese
a llorar. La destrucción y la angustia realmente no sonaban tan divertidas como
lo habían hecho antes que me hubiera ido a la cama con él.
El
colchón se hundió bajo su peso cuando regresó, y pensé que iba a rodar justo al
lado opuesto y dormir. Kangin no me parecía de los que se acurrucaban, y con
toda honestidad, podría haber usado un minuto para conseguir tranquilizarme,
solo que no me lo dio. En su lugar, se acurrucó contra mi espalda, envolvió uno
de sus brazos a mí alrededor, y me atrajo hasta su pecho para que estuviéramos
muy juntos. Su voz toda espesa por el sueño, me advirtió:
—El
problema es siempre divertido... hasta que ya no lo es.
Estaba
finalmente empezando a creerle. Todo lo que podía hacer era cerrar los ojos y
dejar que su respiración regular me arrullara hasta dormir a pesar de que
sentía que no acababa de cruzar la línea. La había mandado a la mierda y
bailado sobre ella.
Soooooooopas perico
ResponderEliminarEste arroz ya se cociò y no hay vuelta atrás
Ahora,a esperar qué es lo que le va a costar a estos dos estar juntos😕
La cosa es que los dos traen un buen equipaje encima.
Tan buena pareja, espero que no haya mucho drama para que sean felices.
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