La calma que precede a la tempestad
volvía loco a Siwon, ya esperaba que su «esposo» hiciera algo estrafalario para
enfurecerlo. El había prometido que se vengaría. Había jurado que lo haría
sufrir. Se mantenía alejado de él por pura casualidad, para evitar que lo
obligara a arruinar su propia vida todavía más.
Sí que lo había buscado aunque
discretamente. Asistió a varias fiestas esperando encontrarlo en alguna o en
todas ellas. Pero Heechul debió de asistir a otras fiestas o estaba demasiado
ocupado mudándose a la nueva casa.
Luego se le ocurrió que tal vez
evitara aparecer en público para no tener que responder a las preguntas sobre
ambos. Un chico listo. Sería demasiado embarazoso tener que admitir que su
marido no quería ser su marido. Por supuesto, no podía imaginárselo
admitiéndolo en ninguna circunstancia. No, era más probable que inventara una
historia completamente falsa, que le dejaría a él en mal lugar.
Pero no había oído rumores en este
sentido, ningún rumor referente a su matrimonio. Lo habían bombardeado con
preguntas. Por suerte, se le daba bien ofrecer respuestas que no revelaban
ninguna información pertinente. Y su hermano, a quien también asediaban en
busca de detalles suculentos, estaba de acuerdo en seguir afirmando que estaba
enfadado con él.
Mientras cenaban juntos la noche
pasada antes de ir Donghae a un baile, el joven le dijo:
—Creen que todavía no nos hablamos.
Es muchísimo más fácil que responder «no sé».
No le sorprendería que Heechul
hubiera despedido al personal elegido por él para sustituirlo con sirvientes contratados
por él, pero aún no lo había hecho. El mayordomo que le abrió la puerta y lo
dejó entrar, era el mismo que había enviado Siwon.
—¿Dónde está él? —preguntó al señor
Collins.
—¿A quién se refiere, mi Lord?
—A mi esposo, por supuesto —dijo
Siwon mientras le entregaba su sombrero y el abrigo. Ya recordaba la última
ocasión en que Heechul lo dejó esperando. Más le valía ponerse cómodo.
—El joven Choi aún no ha tomado
residencia —le informó, aparentemente incómodo de tener que comunicarle la
noticia.
Eso no se lo esperaba.
—Hace casi una semana que le dije
que la casa estaba lista para recibirlo. ¿Ha enviado, al menos, sus
pertenencias?
—Aún no hemos visto al joven señor.
Siwon no hizo más preguntas. Asió
su abrigo, se olvidó el sombrero y en cuestión de segundos ya estaba de camino
a la residencia de los Kim. ¡Allí le dijeron dónde estaba Heechul y que se
había marchado hacía dos días! Y fue entonces cuando Siwon entró en pánico.
Los problemas que podría causar en
su familia serían eternos... para él. Ni por un minuto dudó de que Heechul
fuera a Shiyuan Hall para poner a su familia en su contra. Llevaba dos días
haciéndolo. Volvía a ser el Heechul que él había conocido, el que no le
gustaba, el que era capaz de propagar falsos rumores y respaldarlos con mentiras,
al que no le importaba nada más que sus propios fines egoístas. Le daba igual
quién sufriera mientras pudiera conseguir su propósito, y su propósito era
hacerle daño a él.
Llegó a Shiyuan Hall unas horas más
tarde. A esa hora de la noche la casa estaba tranquila y la mayoría de las
luces, apagadas. El sirviente que guardaba la puerta principal por las noches
estaba durmiendo en una silla junto a la entrada y no se despertó cuando Siwon
se escurrió al interior de la casa y subió a su habitación para dormir un poco
antes de enfrentarse a Heechul por la mañana.
Él dormía en su cama. Siwon no
esperaba que lo alojaran en su dormitorio. Debió esperarlo, al fin y al cabo,
era su esposo.
Debía salir y buscar otra
habitación donde pasar la noche. La mayoría estaban vacías en aquella ala de la
mansión. Después de viajar a toda velocidad hasta Shiyuan se sentía demasiado
cansado para afrontar a Heechul esa noche. Por la mañana, refrescado y con la
mente despejada, la obligaría a revelar qué estaba tramando. Sin embargo, no
hizo movimiento alguno para volver sobre sus pasos.
Su visión lo mantenía clavado en su
sitio, junto a la cama, contemplando la figura dormida. El cabello, esparcido
por la almohada, relucía blanquecino a la luz de la luna. Era una noche clara,
la luna brillaba, por eso mismo había podido viajar tan velozmente. Era muy
tarde. Seguramente, Heechul se había acostado hacía horas.
Dormía en su cama. Y era su esposo.
Ni cien caballos salvajes hubieran podido arrastrarlo de allí.
¿Solía dormir profundamente? ¿Se
daría cuenta si se metiera en la cama? Rápidamente se quitó la ropa e hizo
precisamente eso. Heechul no se despertó. No se movió ni un centímetro. Y él
estaba cansado. Había sido un día tenso, lleno de sorpresas desagradables.
Debería dormir un poco. Sin duda, su esposo lo despertaría en cuanto lo viera
por la mañana. Demasiado pronto para afrontar a un arpía rabioso.
En esos momentos, sin embargo, el
arpía no estaba allí. Y no había forma de dormir con su cuerpo suave y cálido a
pocos centímetros del suyo. El sexo ya había conseguido domarlo en otra
ocasión. ¿O también eso era mentira, formaba parte del truco para hacerle creer
que había conseguido cambiarlo? Sólo había una forma de averiguarlo...
Heechul sólo tardó un instante en
descubrir por qué se sentía tan bien. Y sólo tardó un instante más en decidir
que no cerraría a Siwon el camino que parecía decidido a emprender. No era
estúpido. No se iba a negar el placer exquisito que él era capaz de
proporcionarle sólo porque no se disipaba la ira que le había desatado.
Instintivamente, sin embargo, sabía
que hacer el amor con él no aliviaría su furia. Quizá la olvidara por unos
momentos pero eso sería todo, porque él le había traicionado, tal vez no en
sentido típico de la palabra pero la sensación era de traición. De tener el
corazón partido. Había tenido y aún tenía todos los síntomas, hecho que más o
menos respondía a todas las preguntas que quería evitar. Se había enamorado de
ese hombre. Por eso mismo, hacer el amor con él no curaría su corazón partido.
Aunque, desde luego, le resultaba gratificante comprobar que aún no se le podía
resistir.
Heechul no se resistía a las
ardientes sensaciones sexuales que Siwon despertaba en él, todo lo contrario.
Disfrutaba de cada estremecimiento lujurioso, luchando por controlar la
respiración y contener los suspiros de placer. No fingió seguir dormido.
Sencillamente, no quería hablar con él, confrontarlo con las numerosas
preguntas furiosas que quería hacerle ni... distraerlo de lo que estaba
haciendo.
Lo observaba. Ver el inmenso placer
que obtenía del simple hecho de chupar uno de sus pezones le embriagaba. Pasó
suavemente los dedos entre su cabello pero se detuvo al darse cuenta de lo que
había hecho. No pretendía darle una prueba tan clara de ser plenamente
consciente de lo que sucedía..., y de disfrutar de ello. Lo hizo sin pensar.
Siwon lo miró directamente a los ojos.
«No digas nada, ni una sola palabra»,
parecía advertirle su mirada.
Sabía que, si hablara, no diría
nada agradable. Si hablara él, se rompería el trance sensual en que le había
introducido.
Siwon se incorporó en un codo y
siguió mirándolo. El momento pareció eterno. También pareció que él se debatía
entre decir algo o no.
Heechul ya no pudo guardar
silencio.
—Has evitado acostarte conmigo
deliberadamente. ¿Por qué estás aquí ahora?
—Esta cama es mía —respondió él
suavemente— También el joven que yace en ella. Hay mucho de que hablar pero
éste no es el momento.
La besó. Y ¡ay, qué beso ese!,
profundo y dulce y destinado... a hacerle cambiar de opinión si tenía reservas
en cuanto a hacer el amor con él. No tenía ninguna. Si el beso no era
suficiente para convencerlo, el haberse referido a él como suyo, tiró de los
hilos de su corazón de la forma más persuasiva. Heechul participó plenamente de
su exploración, atrajo la lengua de él en su boca y hundió la suya en la de él.
Le rodeó el cuello con los brazos y lo abrazó con fuerza, tratando de retenerlo
allí..., para siempre.
Entonces se dio cuenta. El dedo de
Siwon aún estaba dentro. Y ya no estaba quieto. Lo introducía más
profundamente, lo penetraba sin cesar con movimientos sucesivos, cambiaba de
ritmo, primero exquisitamente lento, luego unas penetraciones rápidas, después
lento otra vez. Heechul contuvo el aliento y su cuerpo se arqueó, sorprendido.
Él siguió acariciándole, una y otra vez, mientras ella se retorcía entre las
sábanas, gimiendo de placer. Mientras tanto, lo besaba cada vez con más fuerza.
El dormitorio era muy cómodo con el
pequeño fuego en la chimenea, lo suficientemente fresco para que uno deseara
acurrucarse bajo las mantas. Ahora hacía demasiado calor. La tela del camisón
le irritaba la piel en los pocos puntos donde el lino aún le rozaba. ¡En
realidad, su cuerpo entero estaba sensibilizado al menor contacto!
Era él. Sabía que era él y conocía
la reacción de su cuerpo a su cercanía. ¡Lo deseaba tanto...! Pensaba que nunca
más podría tenerlo entre sus brazos de ese modo. Pensaba que jamás volvería a
sentir la belleza de su amor. Ahora que estaba sucediendo, su cuerpo quería
lanzarse hacia delante, alcanzar el climax y sentir una satisfacción completa
mientras quería avanzar lentamente, saborear cada minuto mientras podía, y esos
dos impulsos tan completamente distintos no eran compatibles.
Siwon había tirado las mantas al
suelo, él también debía de sentir el calor. Heechul le acarició los anchos
hombros y la espalda; su piel ardía al contacto. La respiración de Siwon se
tornaba trabajosa. Heechul empezó a contener la respiración cada vez que le
parecía acercarse al orgasmo, pero luego el placer insoportable disminuía y
volvía a respirar, sólo para experimentar un nuevo incremento de las
sensaciones. Cada nervio de su cuerpo reclamaba el orgasmo a gritos. Si tuviera
fuerza suficiente, obligaría a Siwon a tenderse de espaldas y tomaría las
riendas.
La idea casi le hizo reír. Alivió
un poco la tensión pero no lo suficiente para poder relajarse. Entonces, como
si él pudiera leer sus pensamientos, colocó su cuerpo entre sus caderas y lo
penetró con un movimiento suave y profundo que le hizo enloquecer.
—Dios, esto sí que es volver a casa
—susurró Siwon en su oído.
Heechul estalló de placer casi al
instante. Se agarró a él como si le fuera la vida en ello. Cuando las nieblas
de su mente se disiparon un poco los tiernos sentimientos que albergaba por él
retornaron de forma tan abrupta que casi se echó a llorar.
Sí, lo quería. Y lo odiaba. Mañana
sería un buen día para decidir qué hacer al respecto. Esa noche, en esos
momentos, Siwon le quitaba cuidadosamente la pijama para demostrarle de nuevo
lo que una vez le dijera: cómo sería estar con él en la cama, donde podría
dedicarle el tiempo necesario.
¡Qué cobarde era! Heechul no volvió
a dormir esa noche y, por desgracia, la vigilia supuso mucha introspección
profunda mientras yacía en la cama junto a Siwon. Vertió algunas lágrimas
calladas y, al final, decidió no echar a perder la hermosa noche con la aridez
que, sin duda, reaparecería por la mañana. Antes del alba, mientras su marido
seguía durmiendo profundamente, salió a hurtadillas de la habitación vestido
para viajar, despertó a Hanni y ordenó que le llevaran el carruaje a la puerta
de la casa, sin despertar a demasiados miembros del servicio.
Dejó una nota para Choi Kangta,
agradeciéndole su hospitalidad y rogándole que no repitiera la conversación que
mantuvieran a su hijo porque, de ser cierto que estaba embarazado, prefería ser
él quien se lo anunciara. Aún creía que no lo estaba. Las pocas horas de
náuseas que había sufrido coincidían con su gran enfado, razón más que
suficiente para ponerlo enfermo.
Le bastó con decir a Hanni que
había venido Siwon para que la doncella no hiciera preguntas ni se quejara de
su partida mientras aún era de noche. Después de dar dos pasos hacia el
carruaje que les esperaba, sin embargo, Heechul se detuvo y dijo a Hanni:
—Me he dejado algo. Sólo será un
momento. —Y entró corriendo en Shiyuan Hall.
Siwon seguía durmiendo, por
supuesto, la cabeza medio apoyada en la almohada y el brazo tendido sobre su lado
de la cama, como si aún le estuviera abrazando. Heechul se agachó y le dio un
beso en la frente. No podía despertarlo. Se le escaparía todo el dolor, dolor
que ya corría por sus mejillas. Aunque tampoco se iría sin decirle nada. A la
luz tenue del fuego mortecino, escribió otra nota y se la dejó a un sirviente
antes de reunirse con Hanni en el carruaje.
Con la esperanza de poder controlar
mejor sus emociones, recuperó el sueño perdido durmiendo durante casi todo el
viaje de vuelta.
Llegó a Londres justo antes del
mediodía, a tiempo para comer con su appa.
—Ha sido un viaje corto —dijo él
mientras ordenaba al personal que trajeran otro plato para Heechul—. No te
esperábamos tan pronto. ¿No ha ido bien?
—Ha ido muy bien, appá. Los Choi
son muy agradables. Y la abuela de Siwon, la duquesa viuda, es una anciana
encantadora. Mientras estuve allí me confundía con su nieto Donghae, a quien
adora, así que nos llevamos espléndidamente.
—¿Por qué no te has quedado más
tiempo, entonces?
—Porque llegó Siwon.
Esta simple frase decía mucho y no
precisaba de más explicaciones, al menos, no para Soogeun.
—Me temía que pasaría esto. El
mayordomo me dijo que vino a buscarte aquí. No sabía que no debía revelar tu
paradero.
Heechul se encogió de hombros sin
ser consciente de su aspecto decaído.
—No importa. Conocí a algunos Choi
en un ambiente muy cordial antes que él llegara. Simplemente, no quería que
fueran testigos de una de nuestras batallas verbales. Prefiero que no sepan con
cuánta facilidad pierdo los estribos..., cuando estoy con él.
Soogeun sugirió bruscamente:
—Mañana iremos de compras, cuando
hayas descansado del viaje. Así te olvidarás un poco de todo este asunto
desagradable.
Heechul quiso aceptar. Estaba
abierto a cualquier sugerencia que pudiera apaciguar sus pensamientos, aunque
fuera brevemente. Entonces percibió el olor a pescado hervido y su estómago dio
un vuelco nauseabundo. ¡Le gustaba mucho el pescado hervido! ¡Y en ese momento
no estaba enfadado en absoluto!
—Vayamos esta tarde —dijo a su
madre rápidamente mientras se levantaba y se alejaba del plato que acababan de
servirle—. No estoy cansado y no tengo hambre. Me cambiaré mientras terminas de
comer.
No esperó la conformidad de Soogeun.
Salió corriendo del comedor, huyendo lo más lejos posible de ese olor que le
daba náuseas.
Siwon se despertó tan refrescado,
con el cuerpo tan relajado, que le pareció no haber dormido tan bien en meses.
Antes de levantarse de la cama se inclinó y olió la almohada vacía junto a la
suya, sonriendo al percibir los restos del aroma de Heechul. No había sido un
sueño. Él no estaba en el dormitorio pero su ropa estaba desparramada por todas
partes.
Heechul podía seguir enfadado con
él. Fue su primer pensamiento mientras se levantaba de la cama. No podía hacer
el amor con él de esa manera para luego revolverse y querer hacerle daño. Algo
debió de pasar allí antes de su llegada para extinguir su ira.
Seguramente debería agradecérselo a
su padre. Kangta tenía una influencia calmante en los amigos y los enemigos. Si
se dijera que alguien había nacido para ser diplomático, todos los dedos
señalarían a Choi Kangta.
Siwon se vistió rápidamente y fue
en busca de su esposo y de su padre, por este orden. Teniendo en cuenta la hora
temprana, miró primero en la sala de desayunos. Heechul no estaba allí aunque Kangta,
sí.
—Aún sabes hacer milagros —dijo
Siwon alegremente al entrar en la sala—. Le has desinflado las velas.
—Esta semana no llevo el halo y tú
estás demasiado exuberante para la hora que es. Siéntate y explícate.
—Estoy hablando de Heechul, claro
está. —Siwon dio las gracias al sirviente que trajo algunas bandejas más para
que él pudiera elegir—. ¿Cómo has logrado calmar su enfado?
Kangta meneó la cabeza.
—No estaba enfadado cuando vino y
no había nada que calmar.
—¿No ha intentado sembrar cizaña
mientras estuvo aquí? ¿No me echó todas las culpas a mí?
—Todo lo contrarío, me pareció
encantador —dijo Kangta—, sincero y dispuesto a aceptar la responsabilidad de
sus propios errores. Hasta reconoció que te obligó a casarte con él por
despecho, pero mi pregunta es: ¿por qué se lo permitiste? Pudiste anunciar
vuestro compromiso formalmente y celebrar una boda apropiada en un tiempo
razonable. ¿No crees que él hubiera preferido una bonita ceremonia, en
presencia de sus amigos y su familia? ¿Y en presencia de todos tus amigos y tu
familia?
Siwon se ruborizó un poco con la
alusión y el tono admonitorio de su padre. Sabía que debería rendir cuentas por
excluir a su familia entera de la boda. Si hubiera sido una ceremonia alegre,
se sentiría realmente culpable pero no lo fue, y esta turbación ya era bastante
desagradable.
—Te seré sincero, padre. Si no
ocurría así, no habría ocurrido nunca.
Kangta arqueó una ceja en señal de
desaprobación.
—¿A pesar de los rumores? ¿Me estás
diciendo que lo habrías echado a los lobos?
—Claro que no —afirmó Siwon—.
Habría disipado los rumores. ¡Sólo nos vieron dándonos un beso!
—Fue mucho más que eso. Os vieron
marchar juntos y desaparecer durante casi una semana.
—Visitando la familia —le corrigió
Siwon—. Tú mismo me dijiste en mi anterior visita que su padre alardeó de ello.
—Sí, alardeó de que habías traído a
su hijo aquí, a Shiyuan Hall. Lo que no te dije es que durante aquella semana
vinieron algunas visitas preguntando por ti y les dijimos que no estabas aquí.
No hace falta ser un genio para sumar dos más dos, Siwon. Y, puesto que ya
tuvimos esta misma conversación, permíteme que te haga una pregunta. Si no existieran
los rumores, ¿te habrías echado a un lado para permitir que se casara con otro?
Recuerda que ya lo conozco.
—Olvida por un momento que es el
joven más hermoso que has visto jamás. ¿Qué pasa si por dentro es un bloque de
hielo, una persona maliciosa, vengativa...?
—¿Estamos hablando del mismo joven?
—preguntó Kangta.
Siwon suspiró.
—De acuerdo, para ser sincero, me
había arrepentido de abandonarlo en Londres. Llegué a tenerle afecto durante el
breve tiempo que pasamos juntos, demasiado afecto, quizá. Creí que había
cambiado, que el arpía se había ido para siempre. Hasta pude proponerle
matrimonio..., de seguir pensándolo.
—No vi muestras de malicia.
—Porque sabe muy bien cómo
controlar su temperamento y su lengua viperina cuando le conviene. Me convenció
totalmente de la desaparición del arpía. Creí realmente haberlo ayudado a
cambiar para mejor. Él, sin embargo, admitió que todo había sido un truco, una
mentira para que lo devolviera a Londres cuanto antes.
—¿Estás seguro de eso? —preguntó el
duque.
—¿Qué quieres decir?
—Quizá no fuera mentira que ha
cambiado. Quizá la mentira sea lo contrario.
¿Encantador? ¿Sincero? ¿Dispuesto a
aceptar la responsabilidad de sus actos? Éste era el Heechul nuevo, no el
anterior, con el que Siwon creía tratar desde que descubriera la inoportuna
apuesta. ¿Era él el único que podía ver al arpía?
No pensaría más en ello.
Sencillamente, se enfrentaría a él. En cualquier caso, lo había engañado por
completo. Estaba harto de ser engañado. Aunque, para eso, tendría que volver a
Londres.
Había abandonado Shiyuan Hall antes
que Siwon se despertara, furtivamente, según parecía, ya que ni siquiera había
hecho las maletas. Haciéndolas lo habría despertado y, evidentemente, no quería
hablar de lo ocurrido la noche pasada. O quizá sí...
El sirviente le entregó la nota de
Heechul en el momento en que se disponía a partir. Una nota inesperada, que
alentaba un poco sus esperanzas. «Lo de anoche no fue una reconciliación, sólo
una tregua. Si deseas una verdadera reconciliación, deberás explicarme por qué
jugaste con mi vida por un capricho.»
¿Es que no había escuchado ni una
palabra? ¿O estaba demasiado enfadado para oírlo siquiera? Hablarían del tema,
se juró Siwon, de este tema y de muchos más en cuanto llegara a la ciudad.
De vuelta a Londres fue
directamente a casa de Heechul, que había salido hacía tan sólo treinta
minutos. Le informaron que había ido de compras con su appa. No, no dijeron qué
tiendas visitarían. Debía esperar hasta que volvieran a casa. Era altamente
improbable que lo encontrara en la calle más concurrida y al mediodía, cuando
más congestionada estaba. ¡Tendría que buscar en todas las tiendas!
Heechul nunca se había sentido tan
distraído. No escuchaba ni una palabra de lo que su appa le decía mientras Soogeun
lo llevaba de una tienda a la otra. Cuando llegaba el momento de decidir si
compraría algo conseguía proferir un «sí» o un «no» sin tener la menor idea de
qué se trataba.
Iba a tener un niño. Ya no podía
negarlo, no cuando uno de sus platos favoritos, el pescado hervido, le había
dado náuseas mientras lo olía. ¡En cuanto se alejó de aquel olor se volvió a
sentir bien!
Iba a tener un niño. Una única
caída con un resultado tan milagroso. Un niño. Y qué extraño que la idea le
llenara de gozo. Qué tonto había sido tratando de negarlo. Y qué asombroso
sentirse ya colmado de instintos de appa. Criaría a su hijo como debe ser.
Sabía cómo no debía criarlo, hacer lo correcto sería sencillo. Lo amaría, lo
cuidaría, lo protegería. No aceptaría ninguna decisión relacionada con el niño
que no le pareciera bien. Quería a su appa pero sabía que Soogeun había cedido
demasiadas veces a la voluntad de Janghoon. Heechul no haría lo mismo. Lucharía
con uñas y dientes.
Seguramente debería decírselo a
Siwon aunque no tenía prisa en hacerlo. Todo a su debido tiempo. Antes quería
saborear la idea a solas. Siwon había decidido no vivir con él, de modo que no
tenía derecho a saberlo inmediatamente. Si fuera por él, podía perderse el
nacimiento de su hijo..., no, ahora hablaba la ira. Tendría que librarse de la
ira antes de dar a luz. Nada de gritos cerca de su niño.
—¿Chul? Chul, ¿estás bien?
Heechul volvió al presente y vio
que su appa acababa de entrar en una tienda con un pequeño escaparate lleno de
rollos de encaje. Se volvió para ver quién le había hablado y quedó
completamente sorprendido de descubrir a Kim Jungmo a su lado en la acerca
concurrida, las manos metidas en su manguito de piel. Parecía preocupado. ¿Jungmo?
¿Su enemigo por excelencia preocupada por él? No era muy probable.
¿Qué había dicho Jungmo? Ah, sí.
—Estoy bien —respondió Heechul con
cautela y en tono neutro. No veía a Jungmo desde las fiestas de Raccoon Glade y
sus dos altercados allí no habían sido nada agradables—. ¿Por qué lo preguntas?
Jungmo encogió un hombro.
—Parecías estar en otro mundo.
—¿En serio? Me dejé llevar por mis
pensamientos.
—Pasaba con el coche y te he visto.
Tenía que parar.
A Heechul le invadió una sensación
instantánea de miedo. ¿Acaso iban a tener otra pelea?
—¿Por qué? —preguntó con voz
cortante.
Curiosamente, de pronto Jungmo
pareció incómodo.
—Hace días que quería pasar por tu
casa a hacerte una visita. ¿Te apetece dar un paseo para poder hablar? Mi coche
está en la otra acera.
—¿Hablar? ¿Qué más podemos decirnos
que no nos hayamos dicho ya?
Jungmo se hizo a un lado para dejar
pasar a una pareja que caminaba cogida del brazo. La acera estaba casi tan
atestada de peatones como la calzada de carruajes, coches y carros.
—Quería felicitarte por tu
matrimonio —dijo Jungmo.
—Gracias.
—Y desearte...
—No —interpuso Heechul bruscamente
y, al instante, lamentó el tono de su voz. Rápidamente controló la ira que
crecía en él. Supo que era capaz de controlarla y se sintió orgulloso de ello.
Aparte de su padre, Jungmo era la única persona que conseguía sacar lo peor de
su carácter, pero Heechul logró dominar también la amargura. Terminó la frase
en un tono mucho más tranquilo—. No más comentarios hirientes.
—No iba a...
—Por favor, Jungmo, no quiero más
peleas.
—Yo tampoco, Chul.
Heechul miró pensativo a su ex amigo.
No podía dar crédito a su afirmación. Jungmo no había podido vengarse, al
menos, no tanto como hubiera deseado. Lo único que había conseguido en Raccoon
Glade fue poner a Heechul en un lugar incómodo, o eso pensaba. Jungmo no sabía
cuánto lo había herido ni que lo había hecho llorar. Y nunca lo sabría.
—Veo en tu expresión que no me
crees y, dadas las circunstancias, no te culpo. —Jungmo sonaba y parecía
arrepentido—. Te he odiado mucho, con un odio que no te merecías. Pensaba que
mentías acerca de Jey. Sabía que entonces mentías siempre. Nunca me molestó
mientras éramos amigos, porque se trataba de cosas sin importancia.
Simplemente, lo pasaba por alto..., hasta que quisiste convencerme de que Jey
era un bastardo que sólo me utilizaba para llegar hasta ti. Por eso te odié
tanto. Y me he sentido muy infeliz todo este tiempo porque, en realidad, no
quería odiarte, simplemente no podía evitarlo.
La voz de Jungmo era tan lastimera
que Heechul sintió un nudo en su propia garganta.
—¿Por qué volvemos a este tema, Jungmo?
—Vi a Jey hace poco, Chul. El heredero
con quien se casó lo ha abandonado. Yo ya lo sabía pero no lo había visto en
mucho tiempo. Se ha convertido en un hombre gordo y disoluto y, según parece,
también en un borrachín. Quedó desconcertado cuando nos encontramos. Ni
siquiera me reconoció. Cuando le dije quién era, se echó a reír.
—Lo siento —dijo Heechul, pero su
ex amigo no pareció oírlo.
—¿Sabes qué me dijo? Dijo: «Ah, el
niño ingenuo que pensó que me casaría con él. ¿Ya te has despertado, querido?»
Jungmo se echó a llorar. Heechul,
compungido, tendió la mano pero Jungmo retrocedió.
—Tú me lo advertiste y, en lugar de
agradecértelo, te odié. ¡Dios, cuánto lo siento! ¡Sólo quería que lo supieras!
—exclamó Jungmo antes de cruzar la calle corriendo hacia su coche.
Heechul intentó detenerlo, lo llamó
por su nombre, pero Jungmo no lo oyó. Quiso correr tras él pero había demasiado
tráfico y un coche parecía circular fuera de control, acercándose demasiado a
los demás vehículos. Mañana iría a ver a Jungmo y le diría que ya no estaba
resentido..., excepto en lo referente a su marido. ¡Quizá pudieran volver a ser
amigos!
Siguió observando a Jungmo para
asegurarse de que el muchacho alcanzaba la otra acera sin problemas. Su amigo
no prestaba atención a la calle, llevaba la cabeza gacha para ocultar las
lágrimas. Entonces Heechul frunció el ceño. ¡Aquel coche fuera de control
corría directamente hacia Jungmo!
Se lanzó corriendo a la calle sin
pensárselo siquiera. Nunca había corrido tan rápido. Rodeó un carro que
avanzaba con lentitud, esquivó a un hombre a caballo. Con un poco de suerte,
alcanzaría a Jungmo y lo apartaría de en medio. Pero el cochero del vehículo
incontrolado tenía cierto dominio de sus caballos desbocados. Tiraba
enloquecido de las riendas, gritaba a la gente que se apartara de su camino y,
de hecho, iba desacelerando un poco. En el último momento hizo girar los
caballos a un lado para evitar a Jungmo..., y cayó encima de Heechul.
Habría tenido suerte si el golpe lo
hubiera lanzado a un lado, pero no fue así. Los caballos lo atrepellaron. El
dolor fue instantáneo y generalizado, en el pecho, en el hombro, en la cara,
tanto dolor que en cuestión de segundos ya no sabía de dónde provenía. Luego la
luz se empañó en sus ojos. Y después se extinguió.
Siwon se fijó vagamente en la
multitud que rodeaba un gran coche en la calle, indicio de un accidente,
normalmente. Pasó de largo.
Los accidentes eran muy frecuentes
en Londres, y no sólo en calles concurridas como ésta. De no haber nadie allí,
se habría detenido para ayudar pero ya había demasiadas personas y una más,
seguramente, sólo contribuiría a aumentar la confusión.
Escrutaba las aceras en busca de la
familiar cabeza rubia, con la esperanza de localizar a Heechul mientras iba de
una tienda a otra, sin tener que entrar él en ningún establecimiento. Varios
conocidos lo saludaron al pasar. Siwon asentía distraído y seguía adelante. Un
hombre, se le acercó a caballo en dirección opuesta y le bloqueó el paso por un
momento.
—Pensaba hacerte una visita, Choi
—dijo el amigo de su padre al tiempo que apartaba su caballo de en medio—. Por
Dios que me he sentido muy culpable. Cuando te vi besar a lord H en su comedor
quedé tan sorprendido que ni siquiera se me ocurrió guardar el secreto. Espero
que no hayas tenido que casarte por culpa de mi lengua. Claro que no se me
ocurre ningún hombre que no deseara tener que hacerlo. Pero...
—Da igual. —Siwon interrumpió al
hombre preocupado y lo reconfortó mecánicamente—. No le des importancia.
Prosiguió su camino antes que
pudieran volver a detenerlo. De modo que Heechul había mentido. Su padre tenía
razón. Todo había ocurrido como él pensó al principio, no fue él quien propagó
los rumores. ¿Sólo asumió la responsabilidad para abofetearlo?
Ahora deseaba encontrarlo...
todavía más. Llegó al final de la calle sin resultado, se dio la vuelta y
empezó a recorrerla en dirección contraria. Al acercarse de nuevo al lugar del
accidente se le ocurrió que su esposo podría estar entre la multitud, tan
curioso como cualquiera por ver qué había pasado. Condujo el caballo a un lado
para no entorpecer el tráfico, que seguía fluyendo lentamente por el lugar del
accidente, y para poder escudriñar mejor a la multitud.
No vio a Heechul, su mirada pasó de
largo y retornó bruscamente a Kim Jungmo que, de pie en medio de la
aglomeración, lloraba desconsoladamente. Frunció el entrecejo extrañado y
entonces lo asaltó un temor horroroso. Era demasiada coincidencia que Jungmo
estuviera allí llorando, con Heechul en las proximidades.
Saltó del caballo y se abrió camino
hasta el centro de la muchedumbre. Y allí vio la cabeza rubia que había estado
buscando, en el suelo, ensangrentada.
—¿Qué has hecho? —le gritó a Jungmo—.
¿Lo has empujado bajo el coche?
El joven parecía estar conmocionado.
Lo único que dijo fue:
—Ha intentado salvarme la vida.
Siwon apenas lo oyó. Ya estaba de
rodillas junto a Heechul. Le espantaba tocarlo. Parecía tan roto así tendido,
inmóvil, sin apenas respirar. Uno de los cascos de los caballos que, según
parecía, llevaba un clavo suelto le había roto el abrigo y el traje. La sangre
empapaba la rasgadura y teñía otras partes de la ropa. Siwon no sabía si
provenía de la misma herida o si había más, aunque no cabía duda de que Heechul
no sólo había caído, había sido atropellado. Varias huellas de herraduras
sucias manchaban su abrigo.
Tan poco común de Hee que salga huyendo de sus problemas... Claro, se omen eso, y él sale como alma que lleva el diablo, para que!!!? Para terminar debajo de un caballo..... Y lo peor puede que sin bebé 😭😭😭😭 por qué!!???? 😮 🤔 😒 😒 😒 😒 😒
ResponderEliminarQue momento tan trágico , solo espero que no pierda al bebe la ilusión que le hacia gracias por el cap bye.
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