—Tu marido ha venido a verte
—anunció Hanni desde la puerta.
Los dos jóvenes estaban sentados a
horcajadas en la cama de Heechul y redactaban una buena lista de posibles
maridos para ambos. Su camaradería era cálida; su risa, espontánea. Hacía mucho
que Heechul no se divertía tanto.
Con el anuncio de Hanni los tres
pensaron que la palabra «marido» sonaba muy bien o, al menos, dos de los tres
lo pensaron. Heechul recordó que, en su caso, «marido» no significaba
exactamente lo que debería significar y su ánimo se hundió. No obstante,
intento poner al mal tiempo buena cara mientras sus amigos salían corriendo,
porque no querían entrometerse en los primeros días de su vida de casado.
Heechul se vistió lentamente, por
mucho que Hanni tratara de darle prisa. En su opinión, Siwon podía esperar.
Podía esperar el día entero. Merecía quedarse esperando. ¡Dios, con qué
facilidad volvía a enfadarse! Y no se sentía capaz de dominar sus emociones.
—Menos mal que tu appa ha vuelto a
la cama —dijo Hanni mientras sacaba a Heechul de la habitación a empujones—. He
oído que estuvo en pie de guerra esta mañana por este giro de los
acontecimientos.
—Qué tontería... —se mofó Heechul
al tiempo que se detenía en lo alto de la escalera—. Mi appa nunca está en pie
de guerra.
Heechul no le creyó. Ese sirviente
era famoso por aderezar sus historias para hacerlas más interesantes. No era el
momento de discutir, sin embargo, porque Siwon lo estaba esperando en el salón.
No dudaba de que había venido a buscarlo. Estando casados, tenían que vivir en
la misma casa, quisieran o no. Primero lo obligaría a disculparse por haberle
abandonado tan descortésmente la noche anterior.
Se detuvo en el umbral del salón.
Estaba listo para la batalla, su «marido» esperaba de pie junto a la ventana
que daba a la calle. No había mucho que ver allí fuera. Él parecía inmerso en
sus pensamientos y, seguramente, no lo había oído llegar.
Pero sí. Sin darse la vuelta
siquiera, dijo:
—Llevo esperándote una hora. ¿Pensabas
que me hartaría y me iría?
—En absoluto —ronroneó—. Sólo
esperaba que te hartaras.
Siwon se dio la vuelta a tiempo
para ver la sonrisa irónica que le dirigió Heechul mientras se acercaba al
sofá. Había cuatro sofás para elegir, estaban dispuestos en torno a una mesilla
con algunas golosinas y con uno de los arreglos florales de su appa en el
centro, aunque la usaban, sobre todo, para apoyar las bandejas con el té.
Extendió la capa que llevaba por
todo el sofá, para que Siwon no pudiera pensar siquiera en sentarse a su lado.
¡Él se acercó y se sentó encima del extremo! Heechul rechinó los dientes y tiró
de la tela para sacarla de debajo de su muslo. Siwon no pareció darse cuenta,
se volvió hacia él y apoyó un brazo en el respaldo del sofá. Tal vez no se
mostraba descortés deliberadamente aunque Heechul sí, y se apartó más de él.
Siwon se fijó y dijo:
—Estáte quieto.
—¡Vete al diablo!
Él hizo ademán de tocarlo pero
cambió de opinión y suspiró.
—¿Podemos, al menos, mantener una
conversación normal durante unos minutos?
—Lo dudo —dijo—. Unos minutos es
demasiado tiempo para ser cordial contigo.
Estaba bufando de cólera. Cada
palabra que salía de su boca lo empeoraba, como si la ira se alimentara de sí
mismo. Y no tenía otra salida para la ira, que crecería y le envenenaría. La
única salida alternativa que Siwon le había enseñado ya no era una opción. No
iba a utilizarle para descargar una furia de la que él era el responsable.
—Se me ha ocurrido la solución
ideal para nuestro problema.
Lo dijo como si lanzara una pepita
de oro, esperando que se abalanzara para cogerla y así dejar de lado el
sarcasmo y el rencor por un momento. No dio resultado.
—No sabía que necesitábamos una
solución aunque supongo que tú sí. —Lo único que se le ocurría era la anulación
de su matrimonio pero no iba a dejarlo escapar tan fácilmente. Tenía sus
opciones preparadas cuando dijo—: La anulación no se contempla.
—Estoy de acuerdo —dijo él,
sorprendiéndolo—. Ya celebramos nuestra noche de bodas aunque con antelación.
Si pensaba que lo avergonzaría
mencionando su encuentro amoroso, se equivocaba. De hecho, le hizo recordar su
gran ingenuidad, cómo había creído todas sus mentiras, cómo pensaba que él
deseaba ayudarlo de verdad cuando, en todo momento, había sido objeto de burlas
para él y para Youngwoon. Que le hubiera ayudado efectivamente resultaba
irrelevante, porque sus motivaciones habían sido interesadas.
—He decidido comprar una casa. Hay
una en venta cerca de aquí, así podrás visitar a tus padres fácilmente siempre
que te apetezca.
—¿Qué le pasa a tu casa?
—Nada. Mi casa es perfecta... para
mí —señaló Siwon—. Sin duda, no te sorprenderá que quiera que siga siéndolo.
Estoy hablando de una casa sólo para ti.
No era eso lo que Heechul esperaba
oír pero, a pesar de todo, logró esbozar una apretada sonrisa.
—¿Piensas, realmente, que
destrozaría tu casa?
—La idea me pasó por la cabeza.
Eres una persona imprevisible, Hee, probablemente la más imprevisible que he
conocido nunca. Preferiría no correr riesgos con una casa que me gusta mucho.
—Y tu brillante idea es que no sólo
tengamos dormitorios separados, sino casas separadas —apuntó—. ¿Y si tu idea no
me gusta?
—No lo hago para darte gusto,
querido. Por mí, puedes quedarte aquí. A la larga, sin embargo, esto podría
ponerte en una situación comprometida que acabaría afectando a mi familia.
Recuerda, sin embargo, que tú forzaste esta situación cuando yo podría habernos
librado fácilmente.
—¡Yo no forcé nada! ¡Tú mismo lo
hiciste cuando decidiste jugar a las apuestas con mi vida!
El pasó por alto su tono acalorado
y se encogió significativamente de hombros.
—En todo caso, aceptarás lo que te
ofrezco. ¿O todavía no te has dado cuenta de que soy yo quien toma las
decisiones?
Lo dijo en tono muy pagado de sí
mismo.
—Yo no apostaría por ello —respondió
Heechul.
Siwon se puso de pie con la misma
expresión desagradable que le mostrara cuando le increpó en Raccoon Glade.
—No me presiones, Heechul. Ya lo
has hecho demasiado. Puedo mantenerte a raya y lo haré, si es necesario.
Preferiría no tener que controlar todos y cada uno de tus actos (otra vez),
pero lo haré si te rebelas.
Lo dejó con esta advertencia y con
la clara insinuación de que lo confinaría en Trimage, solo esta vez, tan
prisionero como en la ocasión anterior. A eso se refería cuando dijo «otra
vez», pero Heechul no pensaba dejar que se saliera con la suya y sabía
exactamente qué hacer para impedírselo.
—Ésta no es una buena idea —gruñó Hanni
mientras se envolvía mejor el regazo con la manta de viaje y seguía mirando
preocupada por la ventana del carruaje.
—Es una idea maravillosa —repuso
Heechul.
—No se irrumpe sin más en casa de
la gente, y menos de esa gente en concreto.
—Será un duque —dijo Heechul
encogiéndose de hombros—, pero también es mi suegro. ¿Realmente crees que no me
dará una cálida bienvenida?
—No se trata de eso. ¿Qué pasará si
ya sabe que te has separado de su hijo?
—Nadie lo sabe todavía. Ni siquiera
el propio Siwon. Él cree que estamos separados por decisión suya.
—Deberías mudarte a la casa que te
ha comprado en lugar de irrumpir en casa de su familia —dijo Hanni.
Heechul suspiró. En lo que a quejas
se refería, Hanni estaba en perfecta forma. Heechul ya estaba bastante nervioso
por su primer encuentro con el duque. Su doncella no hacía más que empeorar las
cosas.
—En primer lugar, no irrumpo
—dijo—. En segundo lugar, no tengo intención de mudarme a la casa que me ha
comprado.
—Pero la ha comprado sólo para ti.
—Sí, y estoy encantado de que haya
gastado tanto dinero —dijo Heechul—. Pienso derrochar más dinero de Siwon
cuando regrese a Londres. Iré de compras, gastaré cantidades extravagantes y le
enviaré todas las facturas.
—Vaciar los bolsillos de un hombre
con quien no tienes una buena relación es aún peor que la visita a Shiyuan Hall
—le advirtió Hanni.
—Últimamente todo te parece mala
idea.
—Porque vuelves a ser el de antes.
Me estaba acostumbrando a tu nuevo yo y...
—No es verdad y tú lo sabes —la
interrumpió Heechul con voz un poco dolido—. Sólo soy el de antes cuando se
trata de él.
Hanni suspiró y lo admitió.
—Es verdad. Lo siento. Pero tenía
grandes esperanzas para tu matrimonio, la posibilidad de encontrar, por fin, la
paz lejos de tu padre, el amor de un buen hombre, tener niños, que yo
adoraría... ¿Seguro que no estás en embarazo?
Heechul no estaba seguro en
absoluto pero dijo:
—Sí, por supuesto, pero dile al
cochero que se detenga, creo que voy a vomitar otra vez.
—Sí que estás embarazado —afirmó Hanni.
—De veras que no, y no importa, no
es necesario que nos detengamos. Ya se me ha pasado. Es que el enfado me
revuelve el estómago y este camino lleno de baches no facilita las cosas.
—No pasa nada si estás embarazado.
Eres un joven casado.
—¡No voy a tener un niño! —se
encrespó Heechul.
—Muy bien. Aunque nunca antes el
enfado te afectaba el estómago.
—Nunca antes había estado tan
enfadado.
Hanni siguió farfullando pero
Heechul dejó de escucharla. No sabía qué podría conseguir con esa visita. En
realidad, no lo había pensado mucho. No pretendía abrir una brecha entre Siwon
y su familia. Pero la amenaza que pendía sobre su cabeza lo tenía preocupado.
Le gustaría que algún miembro de la familia Choi estuviera de parte de él y
razonara con Siwon, si realmente quisiera recortar su libertad y encerrarlo en
algún lugar..., solo, en esa ocasión.
Hanni se sintió aún más intimidada
cuando bajaron del carruaje y se quedó mirando la mansión con la boca abierta.
Sólo tenía una cosa más que decir y la dijo en un susurro:
—Espero que sepas qué estás
haciendo.
Heechul no respondió. Sirvientes en
librea acudieron en masa para acompañarlos a la mansión, ocuparse del carruaje
y descargar los baúles. Heechul se había vestido a lo grande para la ocasión y
fue por eso, probablemente, que lo recibieron sin pedirle que se identificara
ni que explicara la causa de su visita.
Evidentemente, cambió de opinión en
cuanto se topó con el muro sólido que era el mayordomo de Shiyuan Hall. Él no
le permitiría seguir adelante sin identificarse.
A Hanni, sin embargo, se le daba
muy bien tratar con la servidumbre, no la intimidaban en absoluto los miembros
del servicio que ostentaban un rango mayor que ella y evitó un interrogatorio
prolongado yendo directamente al grano.
—Necesitaremos dos habitaciones
—dijo al mayordomo—. Una de ellas muy amplia, ni se le ocurra ofrecer a mi
señor una simple habitación de invitados. Es el nuevo nuero de su amo, que
viene a conocer a la familia de su esposo. Y, teniendo en cuenta las
dimensiones de esta casa, quiero una habitación junto a la suya, gracias.
Sin más dificultades, los
condujeron al piso superior. Si el Mayordomo estuviera a su servicio, Heechul
insistiría en que exigiera más pruebas que los aires de suficiencia de una
doncella, aunque quizá la gente del campo viviera más relajada. Y la habitación
donde la condujeron era tan grande, cuatro veces el tamaño de su propio
dormitorio, que se sintió empequeñecer cuando entró. La decoración era
exquisita, en jade y oro, sobre todo, y muy valiosa.
Estaba acostumbrado a las cosas
caras y no dudaría en utilizar las que había. Con habitaciones de ese tamaño,
no era de extrañar que Shiyuan Hall fuera tan grande como una manzana entera.
Después de pasar la mayor parte del
día viajando debería descansar un poco, al menos, hasta la hora de la cena,
pero estaba demasiado nervioso para planteárselo siquiera. Cuando quitara de en
medio su primer encuentro con el duque, suponiendo que saliera bien, entonces
podría relajarse y hasta disfrutar de su estancia. Por eso se limitó a cambiarse
y se dirigió a la planta baja para «conocer» a su nueva familia.
Heechul descubrió que era fácil
perderse en Shiyuan Hall, mientras vagaba por la planta baja tratando de
orientarse. No sólo había un vestíbulo principal que daba entrada a distintas
habitaciones, sino que había unos cuantos vestíbulos. Al final renunció a
descubrir dónde estaban las estancias principales y solicitó una audiencia con
el duque. Esto, al menos, fue fácil, ya que había sirvientes por todas partes.
Ya había visto que tenían más de un salón. Lo condujeron al que llamaban salón
azul y Heechul deseó que no lo hicieran esperar demasiado.
El salón azul, denominado así
porque las paredes, los suelos y las ventanas eran de color azul pálido, no
estaba vacío. Una mujer de mediana edad yacía en uno de los sofás. Parecía
echar una siesta y se cubría los ojos con una mano para evitar la luz que
entraba a raudales por la larga fila de ventanales. Al sonido de pasos, sin
embargo, se incorporó de inmediato, miró a Heechul y frunció el ceño.
—¿Quién eres tú? No importa. Esto
no puede ser. Márchate antes que baje mi hijo.
Desde luego, ése no era un
recibimiento normal. Heechul no supo si molestarse o echarse a reír. ¿La madre
de Siwon? Juraría que le habían dicho que su madre había fallecido hacía mucho
tiempo. ¿Quién, entonces? Era una mujer extraordinaria, de cabello rubio y ojos
azules, y se parecía mucho a Siwon. Era tan brusca y autoritaria, sin embargo,
que su comportamiento se podría calificar de masculino.
—¿Perdone? —dijo Heechul.
—A mi hijo Kyuhyun , lo impresionan
mucho los jóvenes hermosos —explicó la mujer—. Tú eres demasiado hermoso. Caerá
babeando a tus pies si te pone los ojos encima. Debes irte.
Heechul decidió pasar por alto esos
comentarios y quiso empezar de cero.
—¿Es usted una de las tías de mi
esposo? Soy Heechul.
—Me da igual quién seas, muchacho,
tienes que desaparecer y rápido..., ah, no importa. Nos iremos nosotros.
Visitaremos a mi hermano en otro momento.
Se levantó para irse pero enseguida
emitió un gruñido, porque ya era demasiado tarde. El joven de quien había
hablado, su hijo, entró tranquilamente en el salón. Sus ojos se fijaron
enseguida en Heechul y se detuvo en seco. Se lo quedó mirando sin pestañear.
Nada a lo que él no estuviera acostumbrado, aunque él no quedó enmudecido, como
los demás.
—Dios mío —dijo—. Dios mío. ¿Cuándo
bajaron los ángeles a la tierra?
—Puedes cerrar la boca, Kyuhyun —espetó
la mujer con disgusto—. Está casado con tu primo Siwon.
—Ah, eso lo explica. —No parecía
demasiado decepcionado de saber que estaba casado—. EL incomparable Heechul,
sin duda. Sé que debí buscarlo cuando me hablaron de él aunque, francamente, no
me lo creí todo. Nadie puede ser tan hermoso como me decían que es. Maldita
sea, por una vez me gustaría no haber actuado como un sabelotodo. Pero no
importa. —Dirigió a Heechul una sonrisa verdaderamente magnífica—. Olvídate de
mi primo. Debes escapar conmigo. Te haré feliz hasta el delirio.
—Kyuhyun..., crié a un idiota —lo
reprendió su madre.
Kyuhyun ya no prestaba la menor
atención a su madre. Dio un salto adelante y se inclinó para besar la mano de
Heechul. Se negó a soltarla, la mantuvo pegada a su boca sin apartar la vista
de sus ojos. Heechul temió que empezaría a chuparle los dedos en cualquier
momento.
Se unió a ellos otro hombre, un
hombre de tal estatura, dignidad y porte noble que, aun con su arrugada levita
informal, no ofrecía duda de que era el duque de Shiyuan. También era,
indiscutiblemente, una versión más vieja de Siwon.
Miró a la mujer ceñuda y dijo:
—Ara, vete a casa. Has excedido tu
tiempo de bienvenida.
—¡Acabo de llegar!
—Eso mismo —dijo el duque.
No obstante, se adentró en el salón
para abrazarla y ella resopló antes de devolverle el abrazo. ¿Le tomaba el
pelo? ¿Un duque tomaba el pelo a su hermana?
A continuación se volvió hacia
Heechul.
—No creo que deba preguntar quién
eres. Los rumores de tu belleza no te hacen justicia. Ven conmigo. Buscaremos
un lugar donde conocernos sin que mis sobrinos te babeen encima.
—Ah, vamos, yo no babeo —protestó Kyuhyun
con vehemencia.
Pero el duque de Shiyuan ya había
salido de la estancia y Heechul estaba convencido de que no dudó ni por un
momento de que lo seguiría. Antes tenía que liberar su mano de Kyuhyun, quien
no quería soltarla. Cuando por fin lo consiguió, salió corriendo del salón.
—No tardes, amor mío. Te esperaré
aquí mismo —dijo Kyuhyun tras él. Luego aulló. Su madre debió de golpearle con
algo.
Heechul tuvo tiempo de ver la
espalda de Choi Kangta desaparecer en una habitación al otro extremo del
vestíbulo. Corrió tras él, se tomó unos segundos para recuperar la compostura
antes de entrar. No estaba seguro de si era un despacho o una biblioteca.
—Un... despacho muy bonito —dijo
mientras se sentaba en uno de esos asientos cómodos, junto al duque. Alguien
había dejado una bandeja de té en la mesilla entre ambos.
—Mi estudio es utilitario y se
encuentra unas puertas más abajo —la corrigió él—. Éste es el lugar donde vengo
para relajarme cuando no trato asuntos de la propiedad. ¿Te importaría servir
el té? Lo acaban de traer.
—Por supuesto.
El tono de voz del duque no
delataba su estado de ánimo. Heechul no sabía si estaba contento de verlo o
disgustado por su presencia en la casa. Estaba tan nervioso que le sorprendió
que las tazas no temblaran en los platillos de porcelana. Podía sentir la
mirada del duque en su cara.
Finalmente él dijo:
—Realmente eres demasiado hermoso
para describirlo con palabras. Sinceramente, pensaba que la gente exagera, como
suele hacer, pero en este caso no.
—Ojalá no fuera así, Su Excelencia
—dijo Heechul.
—Vamos, sobran las formalidades
entre familia. Supongo que me puedes llamar padre, si lo deseas. Si esto te
incomoda, Kangta servirá. ¿Es verdad que preferirías no ser tan bello?
Sus miradas se cruzaron cuando
Heechul le ofreció la taza.
—Es una bendición y una desgracia,
sobre todo una desgracia.
—¿Por qué? —inquirió el duque.
Heechul hizo una pausa. Nadie le
había hecho esta pregunta antes y no veía razón para no contestar con toda
sinceridad. Al fin y al cabo, ese hombre era su suegro.
—Básicamente, porque impulsó a mi
padre a tratarme como si fuera un juguete de lujo para exhibir, actitud que nos
enemistó por completo. —Heechul hizo una pausa—. Aunque también por la reacción
de la gente cuando me conoce. Su sobrino, por ejemplo.
El duque rió.
—Kyuhyun no es un buen ejemplo,
querido. El muchacho se comporta de la misma manera con todos los jóvenes que
encuentra. Aunque comprendo que este tipo de reacciones sean un problema para
ti.
—No son sólo los hombres. También me
rodean las parejas, no porque les parezca simpático sino sólo para relacionarse
conmigo. Esta cara me ha hecho muy popular. También me ha hecho desconfiar de
la gente durante casi toda mi vida. Raras veces son sinceros cuando están
conmigo. En fin, ésta es la desgracia.
El duque lo miró extrañamente por
un momento y dijo:
—Se diría que cualquier joven tan
increíblemente hermoso como tú habría vivido una vida de cuento. Es raro que te
haya ocurrido todo lo contrario.
Heechul se encogió de hombros.
—Ya no me siento tan amargado por
ello, y eso gracias a su hijo. Él me ayudó a ver las cosas desde otro punto de
vista. Volver a ser capaz de confiar ha significado un cambio asombroso en mi
vida, porque no me quedaba confianza.
—Sí, él mencionó... que trabajó contigo.
—La pausa indicó que Siwon había explicado a su padre demasiado acerca de su
relación. Incluso pudo mencionar que intimaron. Padre e hijo podían tener la
confianza necesaria para hablar de estas cosas. Heechul sintió que se
ruborizaba cuando el duque añadió—: A propósito, ¿dónde está el novio? Suponía
que él te acompañaría en esta primera visita.
Ella vaciló sólo un instante antes
de responder:
—Él no sabe que he venido. Siwon y
yo no nos hablamos..., ni vivimos juntos.
Sus palabras provocaron al instante
una expresión de desaprobación.
—¿Te niegas a vivir con él?
—Todo lo contrario. Después de
casarnos él me devolvió a la casa de mis padres.
Kangta se levantó como por resorte,
el rostro enrojecido.
—¡Que me aspen!
No le sorprendió mucho que se
ofendiera por él aunque, tal vez, sólo le disgustaba la idea de que su hijo
hiciera algo tan estrafalario. Curiosamente, Heechul quiso defender a Siwon.
—No quería casarse conmigo. Está
muy enfadado, porque se vio obligado a hacerlo.
El duque necesitó un momento para
asimilar la información y luego volvió a sentarse con un suspiro.
—Me temo que la culpa es mía.
Prácticamente le ordené que hiciera lo correcto contigo. Los rumores, ya sabes.
No podía permitir que se descontrolaran. Serían muy perjudiciales para tu reputación,
si no estuvieras prometido con el chico. Aunque, desde luego, no esperaba que
os casarais tan pronto.
—Él tampoco —explicó Heechul—. De
hecho, no esperaba que sucediera en absoluto. Tenía la intención de disipar los
rumores y evitar el matrimonio por completo. Pero yo me enfadé mucho, perdí los
estribos y prácticamente lo obligué a actuar con precipitación, de modo que no,
la culpa no fue de usted en absoluto.
—Juraría que Siwon me dijo que
habías dominado tu temperamento.
Heechul apretó los labios.
—¿De veras? Pues sí—admitió—, es
cierto en casi todos los casos. Hasta puedo terminar una conversación con mi
padre sin recurrir a los gritos. La única excepción es Siwon. Cuando se trata
de él no puedo controlar mi temperamento en absoluto.
—Ya entiendo —dijo el duque con
aire pensativo.
Ojalá él también lo entendiera.
—En cualquier caso, prefiero no
vivir solo en la casa que compró para mí. Estoy convencido de que es una casa
preciosa y que, a la larga, no me importaría vivir allí. De momento, sin embargo,
mientras mi estado de ánimo siga alterado, preferiría vivir en compañía de
otras personas.
—Eres más que bienvenido, si
quieres vivir aquí —dijo el duque con toda sinceridad, según parecía.
—Se lo agradezco pero no he venido
por eso. Mi doncella Hanni, cree que estoy embarazado. Yo no...
—¿De verdad? —interrumpió él con
una sonrisa radiante— ¡Es una noticia estupenda! De modo que mi hijo no te
abandonó inmediatamente después de la boda.
—Ah, sí. Aunque el tiempo que
pasamos juntos en Trimage fue... productivo, en más de un sentido. —Le alegró
ver en la expresión del duque una mezcla de comprensión y desaprobación, que no
necesitaba dar más detalles—. Como decía, yo no estoy de acuerdo con Hanni. Es
demasiado pronto para estar seguro. Por si acierta, sin embargo, me pareció que
es un buen momento para conocer a la familia de Siwon. Francamente, quería
asegurarme de que no son todos ustedes tan exasperantes como él.
El duque de Shiyuan no se sintió
ofendido con el comentario. De hecho, se echó a reír.
Me encanta este cap Heechul es más listo que Siwon ahora tiene de su lado a su suegro y un bobo enamorado gracias por el cap bye.
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