Después de comer, jugaron al Scrabble y terminaron riendo a
carcajadas. Cuando llegó la hora de que los niños se fueran a acostar, Wook los
vio alejarse en compañía de su padre con tristeza y fue inevitable para él
dirigir una nueva mirada a la fotografía de Sunjoon.
¡Qué persona tan encantadora había sido! Famoso por su
encanto, su buen humor e inteligencia, su generosidad...
Por primera vez, Wook se preguntó cuánto esfuerzo le habría
costado a Sunjoon ser el esposo perfecto, el anfitrión perfecto, el appa
perfecto.
Se acercó al hogar de la chimenea y colocó otro leño,
después de remover los que había. Cuando Yesung regresó, él ya se encontraba de
nuevo instalado en uno de los sillones.
—¿Todo bien? —le preguntó, levantando la mirada de la
revista que fingía leer.
—Sí, ya los he dejado a punto de dormirse —Yesung se sentó y
estiró las piernas para recibir el agradable calor del fuego.
Wook, utilizando toda su capacidad de autocontrol para no
mostrar su turbación, dijo:
—Yesung, si me caso contigo, ¿sería sólo por los niños?
Porque si es así, preferiría irme de Mouserabbit y mantener contacto por carta.
Yesung lo miró fijamente.
—¿Qué es lo que te ha hecho cambiar de opinión? —preguntó.
—¿Acerca de qué?
—De casarte conmigo. La última vez que te lo pedí fuiste muy
claro en tu negativa. Y ahora parece que estás empezando a reconsiderarlo... No
importa lo que digas, pero sé que ambos hemos pensado en eso. Yo quiero una pareja
que me haga compañía, que compartamos risas y también, ¿por qué no?, sexo. Me
gustaría tener más hijos. Y me hace falta un esposo que ame a los niños. ¿Lo
intentamos,
Ryeowook? Esta vez sin ocultarnos nada, sin sentirnos culpables y
sin remordimientos.
—No es tan fácil.
—¿Ni siquiera por el bien de los niños?
—No funcionaría.
—¿Por qué no? Somos compatibles, queremos a los niños y
ellos necesitan una familia.
—La tarde que capturaste a los cazadores de palomas yo pensé
que si las cosas salían mal...
—¿Quieres decir si me hubiesen matado? No había ninguna
posibilidad, pero si yo hubiese muerto, tú no tendrías ningún derecho legal
sobre los niños —repuso Yesung con una calma estremecedora—. A menos que
estuvieses casado conmigo.
Wook permaneció pensativo durante unos instantes, mientras
intentaba captar lo que Yesung estaba insinuando.
—No, no, yo no me refería a eso...
—¿No? —preguntó Yesung con la misma sonrisa de desprecio que
había esbozado al oírle negar que aquella noche se había metido a propósito en
su cama.
Wook entrelazó las manos en el regazo para intentar ocultar
su temblor.
—Hace diez años renuncié a los niños —dijo, escogiendo sus
palabras con cuidado—. Y tengo que vivir asumiendo esa decisión.
—¿Para castigarte a ti mismo? —preguntó Yesung—. Ryeowook,
yo te creía más maduro. El presente siempre está basado en gran parte en el
pasado. Lo que sucedió hace diez años todavía nos afecta a todos —se encogió de
hombros—. El sexo no debe preocuparnos, así que nos queda el compañerismo. Si
crees que no podrías soportar vivir conmigo, entonces por supuesto que tienes
que decírmelo.
Sus palabras estaban llenas de tan frío pragmatismo, que Wook
tuvo la tentación de arrojarle a la cara su insultante propuesta. Entonces notó
que a Yesung le temblaba traicioneramente el labio y eso le proporcionó un leve
resplandor de esperanza.
Wook ya se había preparado para la dureza de la renuncia, se
había convencido de que era lo único que podía hacer, pero una vez más, tenía
que volver a discutir consigo mismo con los mismo interminables argumentos.
¿Podrías soportar vivir con él? Durante años lo había echado
tanto de menos, que le había resultado imposible iniciar cualquier otra
relación; y parte del motivo por el que había decidido volver había sido para
liberarse de aquel sentimiento.
Lo que Yesung le ofrecía significaba una mezcla de placer y
dolor. Si se casara con él no podría arrepentirse. Los niños ya habían sufrido
demasiado y si llegaran otros hijos...
—¿Es una decisión tan difícil de tomar? —preguntó, con voz
dulce, a la vez que extendía una mano y le acariciaba la mejilla.
—¡No te atrevas a usar el sexo contra mí! —exclamó Wook con
aspereza.
—Estoy dispuesto a utilizar cualquier cosa —respondió él,
con un gesto de ironía—. La pasión puede aclararte las ideas, puede ayudarte a
decidir.
—¡No! —gritó Wook, pero sabía que dijeran lo que dijesen sus
labios, en realidad estaba diciendo que sí.
El relámpago de triunfo que apareció en los ojos de Yesung
lo traicionó, y le dio fuerzas para responder.
—No —repitió tajante—. Es una decisión demasiado importante
para tomarla sin reflexionar.
—¿Y qué ganarías pensándolo más? —Yesung sonrió con frío
desdén—. Durante estos últimos tres días, no has hecho otra cosa que pensar y
eso no te ha llevado a nada. Yo también he pensado mucho, y he pasado muchas
horas sin poder dormir. Pero lo único que sé es que no puedo olvidar la
aterciopelada bienvenida que me dio tu cuerpo, ni el salvaje fuego que acabó
con todas las barreras con las que me había rodeado. Quiero volver a perderme
en ti una y otra y otra vez...
—¡No sigas, Yesung!
—Si aceptas ser mi esposo, todo se solucionaría, hasta
podrías adoptar a los niños, para que, si algo me sucediese, estuvieran seguros.
—No va a sucederle nada —le agarró Wook con vehemencia.
—Por desgracia, la muerte tiene la costumbre de elaborar su
propia agenda.
—¿Y qué pasará con ellos si... si yo no me caso contigo?
—He nombrado a la madre de Sunjoon como tutora, pero es una
mujer demasiado mayor para cuidarlos y tendrían que meterlos en algún
internado.
Era evidente que le estaba intentando chantajear
emocionalmente, pero Wook no pudo protestar porque Yesung continuó hablando.
—No cuento con nadie más. Así que, Ryeowook, si quieres a los
niños tendrás que aceptarme con ellos.
Pero aceptar a Yesung significaba renunciar a ser amado, era
arriesgar mucho... su corazón, su felicidad, su futuro...
—Ryeowook, decídete —le pidió Yesung con aspereza—. Te
aseguro que me esforzaré todo lo que pueda para hacerte feliz.
Sí, lo haría, Wook lo sabía, y también que si aceptaba, si
emprendía ese temerario camino hacia un futuro desconocido, los niños estarían
seguros.
—Maldición, de acuerdo —susurró, con el corazón hecho
pedazos.
Los niños recibieron la noticia con entusiasmo, Hakyeon con
sus características demostraciones de afecto, y Heecheol con más reservas, pero
ambos hicieron evidente su aprobación, sobre todo cuando Wook los invitó a
acompañarlo a Incheon a escoger los trajes. Y, como era un especialista en ropa
elegante y exclusiva, Wook decidió acudir al establecimiento del diseñador que
había escogido Sunjoon para hacer aquel guardarropa que le había regalado
durante sus últimas vacaciones en Mouserabbit
—¿Quién se encargará de las fotografías? —le preguntó el
hombre, cuando le dijo que se iba a casar, y que quería que terminara el pedido
en un plazo de quince días.
—No quiero ninguna clase de publicidad —repuso con dureza—.
De ninguna clase. Nada de fotografías y ninguna mención en ninguna revista.
—Es una pena que su appa haya fallecido tan joven —comentó
el diseñador mientras los niños estaban muy entretenidos probándose sombreros y
otros accesorios—. Era un joven con mucho estilo; siempre encantador, siempre
de buen humor y con una perseverancia que muy pocos tienen en la actualidad.
Toda su ropa tenía que ser perfecta, y a él no le faltaba un detalle. Nada de
ese desaliño en el vestir que cada vez parece estar más de moda.
Wook tuvo que reprimir una sonrisa.
—Quiero agradecerle una vez más la ayuda que me prestó en el
inicio de mi carrera —dijo para cambiar de conversación y ponerle de buen
humor—. Lo que son la coincidencias, ¿verdad? El trabajo que conseguí con
Dorita fue el primero que solicité, y cuando ella me pidió una referencia, su
nombre fue el único que se me ocurrió.
—Oh, bueno, para mí no significó ninguna molestia, y Dorita
no es la única persona que sabe reconocer las cualidades de un modelo. En
cuanto lo vi a usted, supe que haría un buen trabajo como modelo...
—Ha sido un placer volver a verlo, pero ahora ya nos tenemos
que ir. Volveremos cuando tengamos que probar la ropa.
Poco más tarde, se encontraron con Yesung, que había ido a Incheon
a tratar un asunto de negocios, y comieron juntos en un restaurante. Heecheol y
Hakyeon se negaron a contarle a su padre el diseño de los trajes.
—Es un secreto, papá.
Yesung rió y dejó de preguntar, pero más tarde, mientras los
niños observaban el acuario del restaurante, miró el fascinado rostro de sus
hijos.
—Creo que ha sido muy buena idea —le dijo a Wook—. Los
secretos unen a las personas.
Por supuesto, Yesung tenía razón, aunque él no les había
pedido a loa niños que guardasen el secreto por ese motivo. Además también
había secretos que separaban a la gente. Mientras el avión volaba sobre Chungcheong, absorto en el paisaje, pensó que con el
tiempo sabría cual de los secretos era el más fuerte, aquel que los había unido
durante los últimos diez años, o los otros, aquellos de los que nunca conocería
las respuestas, los secretos que negaban la confianza.
Después de cenar, cuando los emocionados y cansados niños ya
se habían ido a acostar, Yesung le dijo a Wook que si quería podría redecorar
la casa. Lo que a Wook le apetecía era cambiar los jardines, pero antes de
atreverse haría algunos cambios en la casa para demostrarle a Yesung que era
digno de confianza.
De pronto, Yesung miró la fotografía de Sunjoon.
—Si quieres, puedes deshacerte de ella.
—No seas idiota —respondió Wook bruscamente, pues se le
ocurrió pensar que quizá él no soportarse ver a Sunjoon después de que otra
persona hubiera ocupado su lugar. Pero Wook sabía que nunca podría ocupar el
lugar de su primo y que, además, los niños echarían de menos el retrato de su appa.
Cuando ya estaba acostado en su cama, se advirtió a sí mismo
con severidad que no debería dejarse llevar por las inquietantes que despertaba
en él Sunjoon. Sería demasiado fácil empezar a odiarlo sólo porque había sido
amado por Yesung y los niños.
Su madre habría sentido una cínica diversión si hubiera
podido leer sus pensamientos. Siempre había sentido celos de su primo y estaba
convencida de que su encanto era una especie de capa que cubría su verdadero
carácter, y de que manipulaba las circunstancias y a la gente de acuerdo a sus
propios intereses.
Pero si permitía que esas cosas que no podía cambiar le
obsesionasen, pensó Wook mientras daba vueltas en la cama, terminaría igual de
amargado que su madre, que había sido incapaz de aceptar su responsabilidad
sobre su propia vida.
El tiempo le había enseñado a compadecer a su madre. A ella
nada le había salido bien y saber que su hijo estaba embarazado debía haber
sido la última gota que había colmado el vaso. Cuando se había enterado de que
había conseguido el trabajo en la agencia de modelos había demostrado asombro,
y casi rabia, ante el hecho de que el hijo al que valoraba en tan poco tuviese
ante sí un futuro prometedor. Pero a pesar de sus burlas y comentarios mordaces
e hirientes, no había intentado detenerlo.
Wook recordaba que cuando le habían avisado de la muerte de
su madre, había experimentado una extraña mezcla de sentimientos.
Inmediatamente había tomado un avión, pues se encontraba en Japón, para acudir
a darle el último adiós a su madre. En el funeral sólo habían estado presentes,
además de él mismo, dos compañeros de trabajo de su madre y un hombre extraño
que se había retirado en cuanto había terminado la ceremonia, que por cierto
había sido muy impersonal y conducido por un sacerdote que ni siquiera conocía
a la mujer a la que estaban enterrando.
Al pensar en la vida de su madre, Wook hizo un juramento.
Aunque no poseyese la perfección de Sunjoon, amaría con todo el corazón a los
gemelos, a cualquier otro hijo que tuviera, y a Yesung lucharía por su vida.
Aunque la ceremonia fue sencilla, hubo suficiente familiares
y amigos para llenar la pequeña iglesia del pueblo. La madre de Sunjoon no
acudió porque estaba en Inglaterra, así que esa fue una preocupación menos para
Wook, que esperaba poder demostrar con el tiempo que era un buen esposo.
La fiesta fue bastante informal, y las estrellas del
espectáculo fueron los gemelos, más que él mismo, cosa que Wook agradeció
infinitamente. Tanto Yesung como él se comportaban aparentemente como cualquier
pareja de recién casados, pero Wook presentía en él un distanciamiento que le
producía escalofríos.
Cuando los últimos invitados se fueron, los niños ya estaban
en cama y Wook se quedó a solas con Yesung. Habían decidido no irse fuera,
aunque Yesung había sugerido que pasara un par de noches en uno de los hoteles
de la zona.
—Creo que los niños se sentirían desilusionados —le había
contestado Wook, sin mostrar ningún entusiasmo.
—Sí, supongo que sí. Pero espero que en las vacaciones de
agosto podamos ir a Fiji —había respondido él, sin darle importancia al asunto.
Mientras subían las escaleras, Wook se preguntó si habría
hecho lo correcto. Desde que había aceptado casarse con él no habían vuelto a
acostarse juntos; Yesung no lo había sugerido y él había notado que su actitud
era cada vez más reservada.
Wook se dio una ducha y después se fue al vestidor y se puso
una pijama que había comprado en un impulso que en ese momento se le antojó
masoquista. Era una hermosa prenda de seda que, según la dependienta, era la
más indicada para dormir con un amante.
La interrupción del ruido del agua de la ducha le hizo
apresurarse a meterse en cama y taparse con las sábanas, mientras miraba a su
alrededor y planeaba cómo podía cambiar la decoración de aquella odiosa
habitación llena ridículos querubines. Pero sabía que aunque quitara de la casa
toda huella de Sunjoon, para Yesung siempre estaría presente el espíritu del
adorado esposo que el destino con tanta crueldad le había arrebatado.
Estaba completa y absolutamente celoso de él, y ya era hora
de reconocerlo.
El primero indicio de la presencia de Yesung fue la súbita
oscuridad en la que éste dejó la habitación. Después, el ligero movimiento del
colchón cuando se acostó. Wook contuvo el aliento y apretó los ojos con fuerza.
¿Pero por qué demonios se comportaba como una tímida virgen
cuando hacía sólo unas cuantas semanas habían hecho el amor? Ah, pero en ese
momento no se estaba dejando llevar por una pasión incontrolable, estaba en la
cama de Yesung porque ese mismo día se habían convertido en un matrimonio.
—Estás muy tenso —comentó Yesung, en un tono de voz
semejante al que utilizaba para dirigirse a los niños o a sus perros, o al
menos eso le pareció a Wook—. Acércate y te acunaré hasta que te duermas.
En silencio, Wook se preguntó si Yesung tendría tan pocas
ganas como él de hacer el amor, y entonces dio media vuelta y apoyó la cabeza
en el hombro de Yesung.
Wook volvió a suspirar y, poco a poco fue cediendo la
tensión y empezó a relajarse.
—Creo que no te he dicho todavía lo guapo que estabas hoy
—susurró Yesung—. Yo nunca había creído que fuera real la expresión «belleza
deslumbrante», pero hoy he tenido que cambiar de opinión. Y también quiero
agradecerte el haber hecho que este día haya sido maravilloso e inolvidable
para los niños.
—Estaban muy guapos, ¿verdad? —dijo Wook con un bostezo, a
la vez que de manera inconsciente se acurrucaba contra él—. Me alegro de que se
hayan divertido.
—¿Qué es lo que te ha dicho Sungmin antes de que partieses
la tarta?
—Me ha comentado —respondió Wook vacilante—, que nuestra
boda era una maravillosa solución.
—¿Y lo crees tú así? -con delicadeza, le retiró un mechón de
pelo de la cara. Aquel fue el principio de una delirante caricia.
—Sí —fue un susurro inaudible, así que Wook tuvo que repetir
su respuesta—. Sí —dijo con más fuerza, a la vez que levantaba una mano para
acariciar emocionado el pecho de Yesung.
Y, súbitamente, todas sus defensas desaparecieron y
consiguió hacer el amor sin ningún miedo ni preocupación, hasta que el
agotamiento los rindió a los dos.
A lo largo de cuatro semanas, mientras Yesung y Wook
trataban cada noche de sacar su deseo, los niños se comportaron como si nunca
hubiesen sabido lo que era una travesura, una mala contestación o ni siquiera
un mal entendido.
Wook sabía que era demasiado bueno para durar, pero cuando
surgió el problema éste llegó en una dirección completamente inesperada para él.
Estaba convencido de que Heecheol sería el que precipitaría la inevitable
crisis, pero no fue así, lo que le demostró lo poco que comprendía a sus hijos.
Fue el cariñoso Hakyeon, con sus frecuentes demandas de
atención, su risa y su aparente aceptación de su nuevo appa, el que puso fin a
la duración de su pequeño paraíso enfadándose y montando una rabieta porque Wook
no le dio permiso para pasar la noche en casa de un nuevo amigo al que él no
conocía. El niño no sugirió recurrir a una más alta autoridad y pedirle permiso
a su padre, por lo que Wook dedujo que sabía que Yesung no lo dejaría ir, lo
que le dio confianza para insistir en su negativa.
—¡Tú no eres mi verdadero appa! —explotó por fin Hakyeon—.
¡No eres el que manda en esta casa! ¡Te odio! Sólo eres...
—Ya basta —repuso Wook sin levantar la voz e intentando
conservar la calma—. Todos nos enfadamos alguna que otra vez, pero no hay
ninguna necesidad de que grites y golpees el suelo con el pie como si fueses un
bebé de dos años de edad. Sube a tu habitación.
Hakyeon empezó a llorar y, cuando Heecheol hizo el intento
de acercarse a él, Wook lo detuvo con una mirada.
—Sube, Hakyeon —le pidió con calma—. Podrás bajar en cuanto
te encuentres mejor.
Wook contuvo el aliento. Si a Hakyeon se le ocurría
desafiarlo, no sabría qué hacer.
El lloroso niño permaneció sin moverse unos segundos, pero
terminó subiendo las escaleras, aunque con deliberada lentitud y sin dejar de
sollozar.
Heecheol continuó haciendo su tarea escolar, pero tenía una
expresión de preocupación y enfado.
Wook estaba tembloroso y sentía un molesto vacío en el
estómago, por lo que decidió salir un rato. En el aire se percibía una leve
esencia de las tormentas de nieve.
Con la mirada fija sobre una magnífica magnolia que florecía
en su pálida y rosa gloria, Wook hizo un esfuerzo para olvidarse de que su hijo
estaba llorando a lágrima viva. ¿Habría sido demasiado duro con él? ¿Lo
apoyaría Yesung?
En ese momento, advirtió irritado que el jardinero estaba
arreglando algunos arbustos de un modo que a él no le gustaba.
Yesung no había hablado del jardín cuando le había sugerido
que podía hacer todos los cambios que quisiera en la casa, pero era lógico
pensar que no lo excluía de la casa. Por alguna razón no se decidía a empezar
con la casa, quizá porque temía que a Yesung le pareciese un intento de olvidar
el pasado.
Habló con el jardinero, pero fue notorio que el hombre lo
consideraba un intruso y que sólo haría lo que le ordenase Yesung. Wook no
quiso discutir, así que prefirió entrar a la casa y, después de subir a
asegurarse de que Hakyeon estaba bien, le pidió a Heecheol un lápiz y unas
hojas y volvió a salir para tomar medidas, elaborar bosquejos y tomar algunas
notas.
Cuando terminó la lista estaba empezando una ligera lluvia,
así que aceleró el paso para dirigirse hacia el interior de la casa, donde Heecheol
lo estaba esperando con expresión seria y fría.
—Hakyeon está mal —lo acusó.
Wook tuvo que endurecer el corazón antes de hablar.
—Me imagino que de tanto llorar. Cuando yo lloro mucho,
hasta llega a dolerme la cabeza.
—A mí también —asintió Heecheol, y luego continuó—. Quiere
decirte que lo siente.
—No hay nada que le impida venir a decírmelo él mismo. Puede
bajar cuando quiera.
—Le he dicho que yo te pediría que...
—No debe usarte como emisario.
—Pero para eso somos gemelos —repuso Heecheol, con el ceño
fruncido.
Wook sacudió la cabeza.
—Quien tiene el problema es Hakyeon, no tú. Ven, ahora que
ya ha dejado de llover vamos a cortar algunas flores para colocarlas al lado
del retrato de tu appa. Las camelias que tiene ya parecen un poco machistas,
así que podríamos poner violetas, que ya han empezado a florecer.
—Eran las flores favoritas de appa —dijo Heecheol después de
un momento de indecisión.
—Lo sé. Una vez yo le traje una planta de una clase especial
que crece en Incheon.
—¿Por qué era appa tu mejor amigo si era mayor que tú?
—Teníamos muchas cosas en común —«para empezar, ambos
estábamos enamorados de ti», pensó con ironía.
aww~ ni quien entienda al cabezón de yeye~ bueno, de que es raro es raro!!!
ResponderEliminarawwww!!!! a mi nadie me quita que la madresita de Wookie no estaba tan loca, y de que tenia razón...ese "primo" si debía ser un manipular y un gran actor, yo que creo que sabia que los gemelos eran de Wookie y de yeye, fue èl quien oculto todo rastro de la adopción y que para empezar fue èl que puso a Wook en la cama para que yeye se lo chasquiara!!!! yo se que si!!!! ahhhh!!!! ¬¬
Yo sigo con las ganas de darle un zape a yesung,bien merecido,como si no se murira de ganas de tener a wook como esposo,como siempre lo quizo,al menos desde esa vez,pero bueno. Wook ya acepto y ya se casaron,por el sexo y por el bienestar de los niños.
ResponderEliminarya llego el primero problema....los berrinches de uno y las preguntas del otro,las cuales iran aumentando
Creo que la madre de RyeoWook no estaba tan equivocada como todos pensaban >_< lo de Sunjoon es una duda que me carcome...nadie es tan perfecto.
ResponderEliminarAl final Wook terminó cediendo al matrimonio y aunque Yesung lo niegue, tiene sentimientos hacia Wookie, es solo que parece que en muchos momentos lucha contra ellos. Lo que no me esperaba para nada era la reacción de Hakyeon no pensé que fuera él quien le diera el primer dolor de cabeza a RyeoWook, aunque creo que este lo manejó muy bien.
Gracias por el Cap ^^