—Con una es más que suficiente —Shindong se
empujó en posición vertical, pero seguía estando un poco más pálido de lo
normal—. Lo que me mostró era real, ¿verdad? ¿No un tuco mental?
—Es verdad —dijo Wook—. Si no estuviera tan
cansado, nos podría haber mantenido allí el tiempo suficiente para que pudieras
hablar con él. No me quiere cerca de él.
—Nos vamos tras Henry. Es sólo cuestión de
cómo vamos a sacarlo con vida. ¿A qué distancia está?
—No estamos seguros. Wook y yo estamos
trabajando en su búsqueda. Puso unas imágenes en mi cabeza que nos pueden
mostrar dónde está, pero están revueltas.
—Lo tendremos descifrado hoy —dijo Wook,
completamente seguro.
Le encantaba eso de él, su fe absoluta de que
lo lograrían. Nunca dejaba de asombrarle.
—¿Sabes algo más? —preguntó Shindong—. ¿Otras
pistas que nos puedan decir dónde está y cuántos otros seres humanos están con él?,
o ¿cuántos Sasaeng tendremos que derrotar antes de alcanzarlo?
—Todo lo que sé con certeza es que alguien llamado Sooman lo tiene.
Los ojos negros de Changmin aterrizaron en Yesung,
haciéndole retorcerse.
Se puso de pie de un salto.
—¿Has dicho Sooman?
—Sí. ¿Lo conoces?
Changmin y Yunho compartieron una mirada.
Extendió la mano hacia él como si quisiera dar o recibir consuelo, pero Changmin
ignoró la mano extendida.
—Él es el que convenció a Jessica de cambiar
de bando y trabajar para él. Es un Sasaeng poderoso. Todo lo que realmente sé
es que manda miles de personas.
—Henry ha visto a Jessica. Ella aún podría
estar con él. Henry lo incluyó en ese revoltijo de imágenes que me dio. Se ve
casi humano. ¿Cuándo demonios se empezaron a parecer a nosotros? —preguntó Yesung.
Yunho dio una respiración profunda.
—Pensamos que era una anomalía.
—Yunho, no —dijo Changmin.
—No. Ya es hora. Ellos necesitan saberlo —dijo
a su esposa.
—¿Saber qué? —preguntó Shindong.
Yunho se volvió hacia el grupo.
—No le dijimos a nadie que los Sasaeng
empezaban a parecer más humanos, porque nos preocupaba lo que los hombres cerca
del final de su tiempo podrían hacer. ¿Cuántos seres humanos podrían morir a
causa de un error de identidad?
Shindong se puso de pie, presionando las
palmas de las manos sobre la mesa mientras se inclinaba hacia Yunho, la cara
roja de ira apenas controlada.
—Me dijiste que su intento de parecer más
humanos había fallado la noche en que acabaste con esa abominación, ese demonio
con cara de niño. Deberías haberme hablado de Sooman. Como tu jefe, debería
haberlo sabido.
—Decidimos no decirte lo que habíamos
aprendido. No había nada que pudieras haber hecho con ese conocimiento —dijo Yunho.
—¿Cómo lo sabes? Nunca me dejaste intentarlo.
La cara de Changmin se trenzó de rabia.
—Estuvimos a punto de morir tratando de
mantener a Jessica lejos de él. Si es lo suficientemente fuerte como para casi
matar a un par de Suju vinculados, no había manera de que tú o alguno de los
hombres desvinculados le hubieseis podido parar sólo con espadas. Si lo
hubierais intentado hubierais muerto. No podía dejar que eso sucediera.
Las manos de Shindong se cerraron en puños.
—Era una decisión que yo debía tomar. No
vosotros. ¿Quién sabe lo que podría haber sido capaz de hacer? Tal vez Henry
nunca hubiera sido raptado en absoluto. Ahora nunca lo sabremos.
—Fue mi decisión —dijo Changmin—. No castigues
a Yunho por algo que hice yo.
—Estuvo de acuerdo contigo —dijo Shindong, su
voz tan fría y oscura como una tumba.
—Y lo haría de nuevo, también. Estábamos
manteniendo nuestra promesa de proteger a los humanos, Shindong. Si eso
significa mantener secretos, que así sea.
Esto iba a salirse de manos rápido. Yesung no
podía permitir que eso sucediera. Había demasiado en juego.
—Henry no tiene tiempo como para que nosotros
estemos discutiendo sobre esto ahora mismo. Dará a luz cualquier día y dice que
muchos no logran sobrevivir al parto.
—¿Hay más de una persona allí? —preguntó Leeteuk,
horrorizado.
Kangin le puso una mano en la rodilla.
Yunho sacudió la cabeza con pesar.
—El año pasado encontramos un demonio que se
parecía a un niño humano. No lo era. Era venenoso, con colmillos. Nos atacó y
trató de matarnos, pero creo que está claro ahora de dónde vino.
Shindong asintió con la cabeza.
—Es por eso que Heechul ha estado tan ocupado.
Por qué tantos de los niños de sangre pura han desaparecido. Ellos han estado
secuestrándoles, usándolos para algo más que comida.
—¿Cómo es eso posible? —preguntó Changmin—.
Humanos y Sasaeng no pueden cruzarse, son demasiado diferentes.
Eso provocó un recuerdo de Yesung.
—El año pasado, cuando sacamos a Wook del
hospital psiquiátrico, estaba fuera de sí, porque estaban alimentando a Henry
con sangre y lo estaban cambiando. Cuando vimos a Henry en su mente, parecía
extraño. No estoy seguro de si su apariencia en su cabeza es lo que realmente
parece en persona, pero su sangre bajo la piel estaba demasiado oscura. Tal vez
eso sea lo que hace a estos niños permitirles crecer y tener hijos, parte
humana y parte Sasaeng.
—No me imagino lo que le hicieron a mi hermano
—dijo Wook—. Estuve allí. Lo vi. Lo sentí. Sé que está ocultando algunas cosas
de mí, pero recuerdo la forma en que la sangre le quemaba la boca y la
garganta. Recuerdo cuántas veces lo rechazó, sólo para que lo hicieran otra
vez. Ellos lo cambiaron.
La sala quedó en silencio cuando las
implicaciones hicieron mella.
—Eso parece —dijo Shindong—. Pero no puedo
sacar precipitadamente ninguna conclusión. Los Sasaeng han sido capaces de
reproducirse sin ningún problema. ¿Por qué iban a tomarse todo ese trabajo?
—No tiene sentido —dijo Zhoumi—. Si parecen
más humanos, asustarían menos. Parte de su esencia se habrá ido.
—Por no mencionar el hecho de que están
diluyendo el poder de sus propias líneas de sangre —dijo Changmin—. Ellos mismos
se debilitan al hacer esto.
—No —dijo Leeteuk. Su rostro se había puesto
ceniciento y temblaba tanto, que Yesung podía verlo a través de la habitación.
El brazo de Kangin se colocó en sus hombros y se apoyó en él—. Están tratando
de ser más humanos.
—¿Por qué? —preguntó Changmin incrédulo—. ¿Qué
razón podrían tener para hacer eso? Serían más débiles, vivirían vidas más
cortas. Eso es lo que pasó con los Tvxq.
—Si parecen humanos, ¿quién de entre ustedes sería capaz de cazarlos y matarlos? Si sus hijos son en parte humanos, ¿dónde
trazar la línea? ¿Quién muere? ¿Un medio humano? ¿Un cuarto de humano? ¿Cómo
cumplir vuestro juramento de proteger a los seres humanos frente a esto?
Yesung no tenía ni idea. Lo único que sabía
era que Hyukjae era el único que sabía que se habían ofrecido para cazar a
estas abominaciones. Y su alma estaba muerta hacía tiempo.
—¿Qué mejor manera de proteger a sus jóvenes
que convertirlos en la única cosa que están bajo juramento de proteger? Están
contando con su honor, usándolo como una debilidad.
—Leeteuk tiene razón —dijo Yesung.
—Estamos muy jodidos —susurró Shindong—.
Tenemos que detener esto. Ahora. Antes de que sea demasiado tarde.
—Suponiendo que ya no lo sea —dijo Kangin.
Shindong puso su mejor cara.
—Tenemos que rescatar a estos niños, hacer un
estudio sanguíneo para ver si lo que se les ha hecho se puede deshacer. Y si
podemos evitar que suceda otra vez.
Se volvió hacia Zhoumi.
—¿Cuánto tiempo tardaremos en tener a todo el
mundo de vuelta?
Zhoumi miró su teléfono, pulso algunos
botones.
—Vamos a tener una docena más de hombres aquí
antes de la noche, el resto va a llevar más tiempo. No sé cuándo Siwon y Heechul
estarán de regreso. Kyuhyun y Sungmin siguen ayudando a reconstruir la
fortaleza de África. A menos que alguien tenga un portal en la manga, les
llevará más de un día volver.
Todos miraron a Changmin. El negó con la
cabeza.
—Estoy demasiado débil para abrir un portal
directo ahora.
La cara muy arrugada de Yunho se ensombreció
con rabia, apretando la boca en una línea pálida y lisa.
—No podemos esperar a que ellos lleguen hasta
aquí —dijo Wook.
—Necesitamos toda la ayuda que podamos
conseguir —dijo Shindong—. Si vamos sin prepararnos para lo que nos podamos
encontrar, vamos a ser masacrados. Nadie va a escapar, incluyendo a Henry.
—Tenemos que ir durante el día, cuando sabemos
que todos estarán confinados en la oscuridad, conteniéndolos a todos —dijo Yesung—.
Si este Sooman se escapa para seguir con esto, estaremos de vuelta
donde empezamos.
Shindong se dirigió a Yesung y Wook.
—¿Tienen alguna idea de cuántos vamos a tener
en contra?
Yesung negó con la cabeza.
—Lo siento.
—Puedo preguntar a Henry —ofreció Wook.
—¿Eso es seguro? —preguntó Yesung.
—Más seguro que no saber cuántos chicos malos
son, me imagino.
—Hazlo —ordenó Shindong—. Pero no hay que
correr riesgos. Changmin, ¿a cuánta gente puedes transportar a la vez?
—Después de descansar, tal vez cuatro.
Yesung frunció el ceño. Sabía que lo había
visto transportar a más luchadores que eso antes. Dado el aspecto de
frustración sombría que tenía Yunho en el rostro, él también.
—Descansa, entonces. Tú también, Leeteuk.
Vamos a necesitar tu poder de fuego si Heechul no está de regreso a tiempo. Tal
vez, incluso si lo está. Vamos a reagruparnos en el comedor al atardecer y ver
dónde estamos, y nuestro plan de ataque.
La sala comenzó a vaciarse. Shindong dijo:
—Yesung, Wook, esperen un segundo.
Zhoumi fue el último en irse y cerró la puerta
detrás de él.
—Felicitaciones a los dos.
—Gracias —dijo Wook.
Shindong miró a Yesung.
-Necesito saber cómo de fuertes estáis los dos,
los puntos fuertes de Wook sin mentiras, y si hay cualquier problema que
pudiera acercarse a escondidas y mordernos el culo.
Yesung tomó la mano de Wook, esperando que
entendiera lo que tenía que hacer y al final le perdonara.
—Nuestro vínculo es aún nuevo, débil. Wook
parece tener grandes habilidades en lo que respecta a la manipulación mental,
pero eso es todo. No es un luchador. No tiene cabida en el combate.
—Demonios si no lo tengo —dijo Wook,
arrancando la mano de la suya. La traición brillaba en sus ojos. Apretó la boca
con furia—. Me dijiste que no me harías quedarme aquí.
—No perteneces a las líneas de combate.
—Salvé tu vida ayer por la noche. Sujeté a
esos Sgath mientras tú los matabas. Eso no es nada despreciable.
—Sí, lo hiciste. Pero sólo podías controlar a
uno a la vez, y eso fue sólo porque tu sangre estaba corriendo por sus venas.
—Puedo pelear.
—¿Cómo? —preguntó Shindong—. ¿Al igual que Heechul?
¿Puedes hacer volar las cosas? ¿Qué pasa con el fuego? Dime lo que puedes hacer
y te escucharé.
Wook se miró los dedos chamuscados.
—Traté con el fuego. No funcionó tan bien.
Sólo necesito práctica. Una vez que Heechul vuelva, voy a aprender lo que puedo
hacer y trabajaré en ello.
Shindong sacudió la cabeza.
—No tenemos mucho tiempo. Creo que es mejor si
utilizamos las habilidades que ya tienes, en lugar de que te agotes tratando de
aprender otras nuevas.
—No soy un inútil —gruñó, el sonido salvaje
sorprendió a Yesung.
—Por supuesto que no lo eres —dijo Yesung—.
Sólo tenemos que jugar con tus puntos fuertes. Eres el único que puede hablar
con Henry y recopilar información para nosotros.
—Suponiendo que Henry me deje. Me sigue
empujando hacia afuera, como lo hizo con nosotros. No me quiere a su lado.
Yesung tenía muchas ganas de consolarlo, pero
no sabía cómo. Peor aún, no estaba seguro de que le
hubiera dejado hacerlo
ahora.
—Él te dejó entrar —dijo—. Estoy seguro de que
quiere estar fuera de ese lugar tanto como nosotros queremos sacarlo.
Wook miró a Shindong.
—Cuando tú vayas, voy contigo.
—Veremos que ocurre —dijo Shindong.
—No. No lo haremos. Iré, Yesung lo prometió, y
cualquier persona que trate de detenerme se arrepentirá.
Miró fijamente a cada hombre antes de girar
sobre sus talones y salir.
Shindong dejó escapar un suspiro de cansancio
y se hundió en su silla.
—¿Qué te parece?
—Creo que nada me gustaría más que encerrarlo
aquí en una habitación sin esquinas afiladas, donde sé que estaría a salvo.
También creo que si lo intentara, podría encontrar diez clases de infierno para
castigarme.
—¿Está listo para la batalla?
—No, pero tampoco es tonto. Y lo necesitamos.
Voy a protegerlo. Nos quedaremos muy por detrás de la línea de combate.
—Creo que es lo mejor, al menos hasta que
estén listos para la acción.
—Eso puede llevar un tiempo. No lo dejaré
empujarse y que sufra un revés. No puedo dejarlo ir de nuevo a esa pesadilla
que sufrió antes de que lo encontráramos. Lo que significa que no puede
permitir que su sangre se derrame.
—Lo que es difícil en combate.
Lo cual era la razón por la que Yesung había
previsto que nunca se acercara a uno.
—Creo que sus fuerzas van a ser más útiles en
lo que sucede antes de una pelea. Si puede aprender a usar su capacidad de
controlar a uno de los Sasaeng para recabar información o el sabotaje de un
nido, va a ser un arma infernal.
—Si te permite vivir tanto tiempo. Vi el
asesinato en sus ojos cuando se marchó de aquí.
—Sí. Todavía estamos trabajando en los reveses
de nuestra relación.
—Sugiero trabajar más rápido.
—¿Qué pasa con mi sentencia?
Shindong puso el manos libres del teléfono y
marcó. Le tomó varios timbres, pero un atontado Kevin contestó.
—¿Sí?
—¿Estás vivo? —preguntó al Zea.
—Obviamente.
—Gracias —Shindong colgó y miró a Yesung—. No
le mataste.
—Quería. Yo quería. Me alegré cuando pensé que
lo había hecho. Eso por sí solo es digno de castigo. Esa es la ley.
—A la mierda la ley —dijo Shindong—. Las
reglas están cambiando sobre la marcha. No puedo seguir y estoy seguro que no
te voy a sentenciar a muerte por algo con lo que he fantaseado con hacer yo una
o dos veces. Si te acusa, voy a tratar con ello entonces.
—Lo hará. Merece justicia.
Shindong se inclinó sobre su escritorio, la
ira cortaba sus palabras.
—Y yo me merezco no tener que llevar nunca a
otro amigo hasta su muerte. Todo el mundo tiene una mierda fuera de suerte en
aras de la justicia. Ahora vete al infierno, fuera de mi oficina, y haz tu
maldito trabajo. Es probable que no sobrevivas a la batalla, de todos modos.
Yesung no se permitió sentir alivio. Él lo
sabía muy bien. Kevin ahora tenía su vida en sus manos, y después de todo lo
que había hecho con él, Yesung estaba seguro de que esto estaba lejos de haber
terminado.
Wook raramente se sentía tan solo como ahora.
Incluso entre su propia gente se había convertido en un paria. Vio a los otros
mirarlo ‑como si hubiera cometido alguna clase de crimen al entrar en la mente
de Shindong. Aunque él se lo hubiera pedido.
No había hecho nada malo. No había husmeado en
los secretos de él ni le había hecho bailar sobre el escritorio cuando por un
momento pensó en hacerlo. Todo lo que había hecho era darle la prueba que
necesitaba para saber que Henry aún estaba vivo. Justo como se lo había pedido.
Y a pesar de eso, de alguna manera, había
abierto una brecha entre él y los demás, como si temieran lo que pudiera
hacerles.
Wook se dejó caer en la cama, tratando de
expulsar la frustración. Ahora necesitaba concentrarse. Y preocuparse por lo
que pensaban no iba a ayudarle.
«Heechul», llamó con la mente. «Por favor,
regresa a casa. Te necesito».
Wook escuchó, pero no sintió nada ‑ni un
revuelo de emoción ni un destello de conocimiento. Dónde fuera que Heechul
estuviera, estaba demasiado lejos para alcanzarlo.
Wook estaba por su cuenta. Iba a hacer lo que
era mejor para Henry. A cualquier persona que no le gustase, ya podía darse la
vuelta.
Por una vez, iba a ser el que le dejara una
nota en el refrigerador a Heechul, en lugar de al revés.
Empacó una maleta pequeña con un poco de ropa,
y se dirigió a la habitación de Yesung.
Tocó la puerta. Él abrió hasta la mitad.
—Me pongo en marcha. Si tratas de detenerme de
nuevo, voy a agarrar una parte de tu cuerpo que te gusta mucho y comenzaré a
retorcerla.
Un atisbo de una sonrisa se dibujo en su boca.
—¿Y qué parte podría ser esa? Puedo pensar en
un par que podrías retorcer y realmente podría disfrutar.
Wook empujó la puerta y él dio un paso atrás
para dejarlo entrar.
—Deja de jugar. Tenemos trabajo que hacer.
—Nunca había tenido a una pareja como jefe
alrededor de mí. No estoy seguro si me gusta. Tal vez deberías hacer algo más
para que me pueda acostumbrar.
—Ya tuve suficiente de toda esta mierda de
macho. Estoy cansado de ser tratado como una especie de flor marchita. No
tratarías a Heechul así.
—Eso es porque puede volarme la cabeza con un
solo pensamiento.
—¿Y crees que yo no podría?
—No dos veces, de cualquier manera.
Necesitarías mi poder —Yesung estaba demasiado relajado, casi como si estuviera
escondiendo algo.
Wook dejó escapar un corto alarido de furia.
—Detente. Esto es serio. Necesitamos encontrar
a Henry.
—Y lo haremos. Solo que es agradable que ya no
me duela. Me hacía estar mareado.
Wook levantó una ceja, mirándole.
—Nunca has estado mareado en tu vida.
—¿Cómo lo sabes? Fui niño una vez.
Tan grande y varonil como era, a Wook le
costaba creerlo, incluso sabiendo que era verdad.
Wook expulsó un largo suspiro, esperando que
aliviara algo de la tensión que le quemaba por dentro.
Saber que Henry estaba
aún ahí le arañaba las entrañas. Le hacía tener el temperamento más explosivo
de lo normal.
—Necesitamos encontrarlo, Yesung. Necesitamos
traer a mi hermanito a casa.
Yesung cogió las asas de la maleta de los
dedos de Wook y envolvió los brazos alrededor su cintura, atrayéndolo más
cerca.
—Lo haremos.
—Dijiste que yo no soy lo suficientemente
fuerte.
—Pero no estarás solo. Tendremos un pequeño
ejército cuando vayamos. Esos hijos de puta no tendrán una oportunidad.
Wook hundió la nariz contra su pecho,
inhalando la esencia de la piel. La tela se interponía en el camino, así que la
empujó hasta que pudo presionar la mejilla contra los duros contornos del
pecho. Debajo de la oreja, casi pudo escuchar el crujido de la madera viva
cuando la marca de vida reaccionó al toque.
Yesung le ahuecó la nuca a Wook con su gran
mano, sosteniéndole cerca, como si realmente lo quisiera ahí. Estaba tan
acostumbrado a que lo alejara, que no sabía qué hacer ahora.
Trató de mirarle y leerle la expresión, pero
aún lo sostenía, así que mandó un pequeño zarcillo de la mente a través del
vínculo, con la esperanza de averiguar qué era lo que estaba sucediendo en la
cabeza de Yesung.
La lujuria se estrelló contra él, implacable y
arañando, hambrienta y desesperada. Se tambaleó hacia atrás, sorprendido por la
intensidad.
—Lo siento —murmuró él—. No se suponía que
debías verlo.
—¿Qué fue eso?
—Creo que es bastante obvio. Te deseo.
—Es más que deseo.
Yesung se encogió de hombros, y Wook sintió la
tensión de los poderosos músculos contra la mejilla.
—Estoy acostumbrado, supongo. No te preocupes.
Está bajo control. Debemos ponernos a trabajar.
Le dejo ir y él se alejó, temblando. Las
terminaciones nerviosas le bullían, hormigueando por ese breve contacto. No
tenía idea de cómo podía soportarlo, cómo podía permanecer indiferente.
—¿Trabajar?
Yesung le toco la sien.
—Ya sabes, tenemos que descifrar todas esas
imágenes que Henry me dio.
Cierto. Lo sabía.
—Es… está bien.
Wook aún temblaba, pero estaba bien. Si Yesung
podía ignorar la lujuria que se retorcía dentro, él podría pasar por alto el
roce que tuvo con ello.
—Deberías sentarte —le dijo Yesung—. Luces un
poco débil.
—Estoy bien. Vamos a hacerlo.
Yesung se quitó la camisa y se tumbó en el
sofá. Luego se palmeó las rodillas.
—¿Quieres sentarte sobre mis rodillas otra
vez?
Lo haría, pero si estuviera desnudo, con lo
cual no conseguirían ir demasiado lejos.
—Creo que me sentare a tu lado.
—Como quieras.
Wook tomó un profundo respiro, calmándose.
—Cierra tus ojos y trata de mantener los
pensamientos en el trabajo, ¿bien?
—Sí, mi señor. Cualquier cosa que quieras.
Cerró sus ojos y se quedó ahí sentado,
completamente relajado.
Ahora estaba dispuesto a acatar todos sus
deseos. ¿Por qué no había sido así siete meses atrás?
Tal vez porque ya no estaba perdiendo el alma.
Tal vez él tenía algo que ver con esto.
Wook levantó la mano de Yesung y se la llevó
al cuello hasta que las dos partes de la Luceria
entraron en contacto. Se conectaron y el
poder pareció verterse en él. Se estremeció con la sensación, amando el
sentimiento de fortaleza después de años de debilidad.
—Ahí voy —le advirtió antes de salir del
cuerpo y entrar en el de él.
Yesung dejo escapar un profundo suspiro de
satisfacción.
—Es agradable. Deberías hacer esto a menudo.
Wook ignoró el cumplido y se concentró en la
tarea.
—Enséñame.
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