—Cuando me miras así, no me importa aunque no estés escuchando.
—¿Escuchando qué? —preguntó, oyendo el zumbido aturdido en su voz.
—Dije que tengo una sorpresa para ti. ¿Quieres verla?
Contra su
voluntad, sus ojos se deslizaron abajo por su cuerpo hasta su entrepierna.
Kyuhyun dejó escapar un ladrido de risa, y alzó su barbilla con
la mano.
—Me matas, cariño. Vamos.
Kyuhyun entrelazó
sus dedos con los suyos y le condujo por un camino sinuoso entre los árboles. Salieron
a un claro, y desde ahí, pudo ver la pared de atrás del edificio principal y
una febril actividad en el área de ejercicio.
El se tensó y Kyuhyun apretó su mano.
—Nadie
aquí va a lastimarte. Es sólo que todos están ansiosos por conocer al chico nueva,
eso es todo.
Aspiró profundamente y exhaló con fuerza. No estaba acostumbrado
a estar alrededor de tantas personas, especialmente no unos tan voluminosos y
poderosos como los hombres sin camisa haciendo pesas a sólo algunos metros de
distancia.
Kyuhyun lo condujo a través del grupo sin percance, pero Sungmin
podía sentir las miradas intensas de demasiados ojos. Se sentía como presa
cuando lo observaban así, y no podía evitar sufrir un arranque de miedo que le
instaba a correr y esconderse. Había estado haciendo eso toda su vida, y
mantener su posición ahora había sido más duro de lo que alguna vez había
imaginado.
Fuertes
dedos reconfortantes se deslizaron de arriba a abajo por su antebrazo. La voz
baja y tranquilizadora de Kyuhyun se deslizó en su oído.
—Sólo un poco más allá.
Sin
embargo, una vez que atravesaron las puertas de cristal, el aún estaba seguro
de que todavía lo observaban. No necesitaba mirar atrás para verificarlo.
—¿Tienes hambre? —él le preguntó.
Había
tenido antes del ataque, pero no tanta ahora. Su estómago se había apretado,
haciendo al hambre escapar.
—No puedo sentarme aquí y dejarlos observarme comer.
—Estaba pensando en algo un poco más privado. Cena para dos.
Sungmin asintió con la cabeza. Cualquier cosa para apartarse de
todos esos
ojos.
—Está bien.
—Bueno. Es parte de tu sorpresa.
Kyuhyun lo condujo a un corredor, y el ruido de la gente en el
área del comedor se desvaneció detrás de ellos. Sungmin respiró de un jalón, y
luego otro. Finalmente, pudo llenar sus pulmones y exhalar una parte de la
tensión dentro de él.
Se enfocó en las puertas deslizándose por ellos, contándolas
mientras se iban. Probablemente debería haber prestado más atención a las
vueltas a lo largo del camino, pero sus nervios estaban demasiado en carne viva
para cualquier cosa tan complicada.
Kyuhyun lo llevó para detenerse afuera de una entrada y señaló
su derecha.
—La suite
de Kangin y Leeteuk está a dos puertas abajo. Creí que podrías querer estar
junto a él —Kyuhyun tomó su mano y puso una tarjeta llave de plástico en su
palma—. Esto es para ti.
Sungmin
miró la llave. No había marcas en ella, simplemente plástico blanco con una
banda magnética ancha corriendo a lo largo por un lado.
—Adelante —él le dijo, sonriendo abiertamente—. Ábrela.
Sungmin
deslizó la llave, y la luz cambió de rojo a verde. Abrió la puerta y entró.
La primera cosa que le golpeó fue el olor de pan recién
horneado. Inhaló el aroma en sus pulmones, gimiendo mientras su hambre volvía
de nuevo en plena fuerza.
Kyuhyun
estaba justo detrás, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo. Sungmin
le dio su llave y fue a buscar ese pan. Antes de que pudiera quitarse, él
agarró su muñeca y regresó la llave a su mano.
—Es tuya, Sungmin. Esta suite entera es tuya.
El
pestañeó hacia arriba a él, esperado a que se desvaneciera el ensueño demasiado
bueno para ser verdad.
—¿Qué?
—Éste es tu nuevo hogar —Kyuhyun dobló los dedos flojos
alrededor de la tarjeta y le dirigió una sonrisa tan dulce que se sintió
desgarrado.
—¿Hogar?
—el repitió la palabra, intentando envolver su mente alrededor del concepto.
Nunca había tenido un hogar sin ruedas antes.
Su brazo hizo una barrida, abarcando lo que estaba detrás suyo.
—¿Qué piensas?
Aturdido por el impacto, y con una gruesa capa de sospecha para
protegerlo, Sungmin se dio la vuelta. Dio tres pasos por el pequeño vestíbulo
de la entrada hasta que pudo ver todo el lugar. El salón era enorme, con cielos
rasos altos y ventanas de altura imponente enmarcando un camino de árboles que
delineaban el resplandeciente borde del lago. Las paredes estaban pintadas de
un relajante verde que hacía juego perfectamente con el mobiliario de aspecto
confortable de piel. Una TV gigante colgaba en la pared y los estantes vacíos
estaban allí, esperando ser llenados de libros y baratijas.
Nada de lo cual Sungmin poseía.
Una
cocina en miniatura estaba metida en una esquina, ya aprovisionada con una
cafetera y una mesa para dos. Velas ardían entre dos platos cubiertos de
comida, y un vino tinto de un profundo rojo resplandecía dentro de copas
delicadas de cristal.
Sobre sus piernas débiles, se movió hacia adelante donde los
dormitorios estaban. Dos de ellos. Cada uno con un cuarto de baño privado y
armarios lo suficientemente grandes para que estacionara su coche adentro.
—¿Dos? —preguntó con incredulidad.
—En caso que quieras tener un invitado para quedarse —dijo Kyuhyun—
O lo puedes usar para oficina o cuarto de computadora o algo por el estilo.
Cualquier cosa que a ti te guste. Son tuyos para hacer con ellos lo que te
agrade.
Suyos. Sungmin todavía no podía captar el concepto.
Ambos
dormitorios estaban completamente amueblados con camas King size, con gruesos
edredones encima y montañas de almohadas superfluas, resplandeciendo en telas
sedosas para las que no tenía nombre. Una estaba decorado en un rico, azul
profundo y la otra estaba hecha en un rosa pálido.
Ambas
eran las más bellas y lujosas que cualquier cosa que alguna vez hubiera visto
en la vida real.
—Puedes
escoger la que sea que te guste, o pasar la noche en ambas. Es decisión tuya.
Sungmin
se apresuró a entrar, alcanzando los cuartos de baño. Uno de ellos tenía una
bañera gigante lo suficiente grande para dos, y el otro ostentaba una gran
cabina de ducha con chorros para el cuerpo y las suficientes boquillas para
hacerle tener la impresión de que estaba en un auto lavado.
—Guau —no
podía formar las palabras. Ni siquiera podía pensar correctamente.
Estaba
allí, en el dormitorio rosa, temblando. Kyuhyun llegó a él, con una cálida
sonrisa en su cara. Tomó sus hombros en sus manos y preguntó.
—¿Te gusta?
Sungmin abrió
la boca, se dio cuenta de que estaba más allá del habla, y la cerró otra vez.
Su pulgar grueso borró lágrimas de debajo de sus ojos. No se
había dado cuenta de que estaba llorando hasta ahora, pero no parecía poder
detener el flujo.
El tragó
y e inhalo aire. Sabía cómo hablar. Sólo tenía que reunir la fuerza para
hacerlo.
—Es... asombroso.
La sonrisa de Kyuhyun se ensanchó.
—Pero no lo puedo aceptar.
Su
sonrisa vaciló y Kyuhyun lo jaló un poco más cerca de su calor. Sus muslos
rozaron los de él y sus manos eran suaves contra su cara.
—¿Por qué no, querido?
—Es demasiado, Kyuhyun. Demasiado.
—Es solamente una suite —él dijo con indiferencia.
No. Era
mucho más que eso. Un hogar... un lugar de refugio, de esperanzas y sueños. Un
concepto mítico que, hasta ahora, Sungmin nunca se había atrevido siquiera a
esperar obtener. Y Kyuhyun acaba de dárselo.
El deseo
de acoger su regalo era casi abrumador. Esto era lo único que quería más que
cualquier otra cosa. Alejarse de eso iba a desgarrarlo.
—Lo siento.
—¿Pero
por qué? Todo el mundo aquí recibe su propio hogar ¿Por qué no deberías tener
uno, también?
—No puedo pagar por él.
—No necesitamos dinero. Te necesitamos. Te necesito. Créame, te
ganarás el sustento y aun más una vez que te enseñe cómo usar tu magia. Sólo
pregúntale a Leeteuk.
—Leeteuk no tiene su propio lugar. El está viviendo con Kangin.
—Porque el quiere, no porque tenga que hacerlo. Además, tenemos
todas estas suites vacías simplemente desocupadas. No quieres que se vayan a
desperdiciar, ¿verdad?
—¿Desocupadas?
¿Completamente amuebladas y decoradas? —preguntó con incredulidad.
Kyuhyun le dirigió una mirada tímida.
—Bueno, no. Tomamos las mejores cosas de varias suites
diferentes y las pusimos aquí para ti, pero ese no es el punto.
—El punto
es que, tanto como quisiera poder aceptar tu generoso regalo, no puedo hacerlo.
Aun no sabemos si esta cosa entre nosotros va a funcionar.
Su
mandíbula se apretó con un pulso de la cólera, pero entonces desapareció como
si él lo hubiera expulsado.
—Tengo que creer que funcionará, Sungmin.
Necesitaba
que él sobreviviera. En lo más profundo, Sungmin sabía que nunca le dejaría
morir. A pesar de que se quedara con él, o no, llevaría la luceria y le
mantendría vivo hasta que fuese su turno de irse, o hasta que él encontrara a
otra pareja para tomar su lugar.
Otra pareja.
Una oleada profunda y feroz de celos se levantó dentro de él, dejándole ciego
por un breve momento. No quería que Kyuhyun encontrara otra pareja. Tan egoísta
como eso era, quería ser el único en su vida... el único que pudiera salvarlo.
Los
vinculaba juntos, los hacía casi como familia. El no renunciaría a eso sin una
pelea. Pero tampoco podía inducirlo a pensar que alguna vez podría ser la clase
de hombre que Kyuhyun quería. Ese nivel de confianza que le pedía simplemente
no era parte de su carácter. Sungmin no creía que siquiera hubiera confiado en
su madre lo suficiente como para dejarle vagar en su mente.
Tomó la
áspera mano de Kyuhyun en las suyas, celebrando la fuerza y el poder irradiando
de su cuerpo.
—También
quiero que las cosas resulten, pero aún así, éste es un regalo demasiado grande
para que yo lo acepte.
Sungmin
podía ver una sombra cruzar sus facciones y apretar sus cejas oscuras. Había
lastimado sus sentimientos, pero eso no podía ser evitado. Le había mentido por
tanto tiempo que le debía tanta honestidad como fuera capaz de dar.
—Bien. No
lo aceptes aún, pero tampoco lo rechaces. Solamente quédate aquí por ahora. Si
quieres conservarlo, es tuyo. Si no, sin presión. ¿Está bien?
Sungmin
se volvió a mirar el lujo y la comodidad que este lugar tenía que ofrecer.
Vivir aquí iba a ser fácil. No enamorarse de este lugar iba a ser duro.
—Está
bien. Me quedaré, pero solamente por ahora. Todavía tenemos un montón de cosas
que necesitamos resolver entre nosotros.
Kyuhyun acarició su cara, sus dedos dolorosamente gentiles
mientras resbalaban sobre su piel, como si estuviera hecha de vidrio soplado
delgado como el papel.
—Lo sé.
Pero nosotros hemos conseguido tiempo. Por ahora, permítenos sólo compartir una
comida tranquila. Necesitas algo de tiempo para ajustarte, y estoy muy
hambriento.
Sungmin necesitaba más que solamente tiempo. Necesitaba coraje.
Sabía que tenía que contarle a él sobre los Defensores y su conspiración con
ellos para explotar este lugar. Eventualmente, él se enteraría, e iba a ser más
fácil para ambos si actuaba como adulto
y se sinceraba.
No estaba
seguro de cómo reaccionaría él, pero sabía que no lo lastimaría. Confiaba en
eso por lo menos eso, aunque sólo fuera porque lo necesitaba para sobrevivir.
Pero los otros hombres aquí... los que le miraban con ojos
hambrientos...
estaba bastante seguro de que realmente no iban a ser tan comprensivos.
Kyuhyun
procuró llenar a Sungmin de comida, esperando que eso ayudara a relajarle.
Había tenido razón acerca de que tenían un montón de cosas que resolver, y la
mayor parte de esas era mejor manejarlas con un estómago lleno.
Encendió
algunas velas que había encontrado más temprano, y trasmitieron una sensación
de bienestar sobre la sala de Sungmin. Él no era diseñador de interiores, pero
pensaba que a Sungmin le gustaban las cosas suaves y confortables que habían
puesto en su hogar. La manera en la que sus ojos se iluminaban cada vez que
miraba más allá de él alrededor, lo había convencido de eso.
Le había
dado un hogar. Le había hecho llorar, pero en una buena manera. Ahora todo lo
que tenía que hacer era obligarlo a quedarse aquí. Tal vez le dejara compartir
la morada. Luego de dos noches con Sungmin en sus brazos, no creía que pudiera
ser capaz de lidiar con una cama vacía.
Se había
asegurado de que ambas camas en su suite fueran lo suficientemente grandes para
contenerlos a los dos, por si acaso. Se prometió a sí mismo que no lo
presionaría, pero la idea de desnudarlo y hacerle sentirse bien se estaba
volviendo una obsesión velozmente.
Sungmin
deslizó el último bocado de pastel de chocolate fuera de su tenedor y se
recostó con un suspiro satisfecho.
—Eso estuvo fabuloso, Kyuhyun. Gracias.
—No soy muy buen cocinero, pero lo ordené de la cocina yo
mismo.
Sus ojos
resplandecieron con la sonrisa que él había puesto ahí, haciendo a su pecho
calentarse de satisfacción.
—Dejé
todos los números importantes en el frigorífico para ti en caso de que
necesites a alguien, o no te guste comer en el comedor.
—Sí, no
estoy tan seguro sobre eso. Todos esos hombres mirándome es un poco extraño.
Kyuhyun se paró y le alargó la mano.
—Se
acostumbrarán a ti, así como están acostumbrados a Leeteuk ahora. Simplemente
dales algunos días.
Sungmin
puso su pequeña mano en la de él, y se veía perfecta ahí, rodeada por él,
protegida.
—¿Qué hay con los platos? —Sungmin preguntó.
—Los pondré en las bandejas en el vestíbulo más tarde. No hay
prisa.
—Pero...
—miró de los platos a su fregadero y de regreso otra vez—. No quiero dejar todo
en un completo desorden.
En su
casa nueva. Sungmin no había dicho esa parte, pero él lo podía sentir en el
aire, rondando sobre sus labios.
—¿Quieres lavarlos?
El sonrió
y asintió con la cabeza, como un niño preguntado si quería entrar en la tienda
de juguetes.
Kyuhyun se encogió de hombros.
—Cualquier cosa que te haga feliz, querido. —él tuvo que
conseguir que alguien les trajera algo de jabón y paños de cocina... había
olvidado adquirir esas cosas... pero poco tiempo después, habían terminado la
tarea domestica y Sungmin estaba radiante.
¿Quién habría pensado que algo tan simple como lavar un
fregadero lleno de platos podría hacerlo feliz? Él se encontró mirando
alrededor, buscando algo diferente que pudiera hacerle sonreír.
—¿Así
que, ahora qué? —preguntó Sungmin—. Está obscuro. ¿Vas a ir a cazar monstruos?
—Normalmente.Shindong me ha dado algunos días de descanso para
ayudar a establecerte. Tendré que revisar el horario, pero creo que se supone
que deberé estar de guardia la semana próxima. Tenemos hombres adicionales en
el trabajo aquí debido a que las reparaciones en la muro todavía no terminan.
Kyuhyun lo condujo al cómodo sofá de cuero, y se hundieron en
sus mullidas profundidades. Sungmin rebotó arriba y abajo un par de veces,
sonriendo, y luego se sentó al lado de él. Sungmin no había arrancado la mano
de la suya. De hecho, había entrelazado lo dedos, cerrándolos juntos.
—¿Tendré un empleo, también? Si me quedo, quiero decir.
Él no le
dejaría irse, pero decidió que era mejor mantener las cosas ligeras y no ir
todo cavernícola sobre Sungmin. Si intentara irse, entonces él dejaría en claro
las cosas.
—Tú y yo seremos un equipo —él dijo— Shindong... nuestro
líder...nos asignará nuestros deberes tan pronto como puedas canalizar mi poder
consistentemente.
—Sí, he estado pensando acerca de eso, y quiero practicar algo
más.
—Estupendo.
Saldremos al patio de entrenamiento e intentaremos algunas cosas. Veremos lo
qué funciona para ti.
—¿Qué clase de cosas?
—El fuego
es bueno. Mata montones de snarlies. Leeteuk patea traseros arrojando fuego por
todos lados.
SUngmin negó con la cabeza, haciendo a su fino pelo
balancearse.
—Nunca lo habría creído si no lo hubiera visto por mí mismo.
—Probablemente
va a haber bastante de ver para creer al principio. Prometo que te
acostumbrarás.
—Soy rudo. Voy a arreglármelas —dijo Sungmin—. ¿Qué más?
—Aprender
a protegerte es vital. Ese es mi trabajo, pero sólo soy uno, y quiero que estés
a salvo de más, por si acaso. Heechul es bueno en crear escudos, así que él
puede darte algunas indicaciones. También es realmente bueno en explotar cosas.
El color se deslizó de la cara de Sungmin y su mano comenzó a
sudar.
—Creo que daré un paso sobre eso. Sólo por ahora.
Kyuhyun hizo una nota mental de que la idea le había dado
miedo. Podría ser una señal de lo que sería su especialidad, si el miedo
inicial al fuego de Leeteuk fuera cualquier indicación.
Le convencería de intentar algo más tarde, pero ahora no era el
momento. Lo quería relajado y cómodo para que no notara cuándo se moviera
subrepticiamente dentro de esas paredes mentales suyas. Una vez que estuviera
allí, una vez que supiera que él no planteaba ninguna amenaza, entonces se
ocuparían del resto.
—Seguro.
Es decisión tuya. No entraremos en el campo hasta que te encuentres cómodo.
Sungmin le dirigió una sonrisa juguetona.
—¿Puedo volar?
—Tal vez. Todo el mundo es diferente. Changmin... otra pareja
aquí como tú...
él puede saltar tan lejos que es casi como
volar, pero ha estado haciendo esto por siglos, así que tuvo algo de tiempo de
preparar el terreno para eso.
—Creo que
reservaré ese, también. No quiero darme cuenta en la forma más difícil de que
no puedo volar.
Sus dedos
se habían relajado otra vez, y sus hombros ya no estaban arriba junto a sus
oídos. Kyuhyun tiró fuertemente de su mano, instándolo a acercarse.
Pateó
afuera sus zapatos, dobló las piernas debajo de él y amoldó su cuerpo contra el
suyo. Su hombro estaba debajo de su brazo y su cabeza descanso contra su pecho.
Un sentido de perfección completa lo llenó, haciéndole
resplandecer adentro. Él envolvió su brazo alrededor de Sungmin, su mano
descansando sobre su deliciosa cadera. El anillo en su dedo vibró felizmente.
De hecho, todo en él estaba feliz y contento.
Todos sus
planes para ganar su confianza y quebrar sus defensas se volvieron polvo y se
los llevo el viento. Eran insignificantes comparados con la satisfacción
monumental que sentía ahora mismo.
Kyuhyun podía
haberle ofrecido algunas paredes y un techo sobre su cabeza, pero él era el que
le había dado un hogar. Sungmin era su hogar. Simplemente no se había dado
cuenta de lo que había estado perdiéndose toda su vida.
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