Volver A Amarte- Capítulo 7




El sol de la mañana relucía sobre las aguas de la bahía. En el aire flotaban el olor a agua salada y el hedor del pescado mientras Heechul contemplaba la escena sentado en un banco del parque, aferrado con fuerza al asiento. Las gaviotas bajaban en picado a su alrededor. Sus agudos graznidos amenazaban con hacer trizas sus ya destrozados nervios.

Lo que necesitaba era una patada en el trasero que lo espabilara y lo motivara a seguir investigando sobre lo que le había sucedido. Sin embargo, allí estaba esperando a Choi Siwon.

Después de tres días languideciendo a la espera de que Donghae le comunicara las noticias sobre los análisis, había claudicado y lo había llamado. Desconocía cuál era el origen de esa compulsión que le instaba a hablar con él, y no entendía por qué le afectaba tanto la reacción de ese hombre. Lo único que tenía claro era que se sentía consumido por la culpa desde el día que lo conoció y que, si no hacía algo para arreglarlo, dicho sentimiento acabaría destruyéndole y le impediría buscar las respuestas que necesitaba con tanta desesperación.

Sabía lo que se sentía al perder a un ser querido. Y por eso intentaba ponerse en el lugar de Siwon, intentaba imaginar qué haría si Mithra se levantara de repente de la tumba.

La ira se apoderó de él, y se aferró con más fuerza al banco. Lo primero que haría sería encadenarlo a una silla hasta obtener las respuestas que estaba buscando.


Después, lo sometería al impacto de un chorro de arena a presión por ser el culpable de la pesadilla que estaba viviendo.

Respiró hondo al tiempo que soltaba el banco para pasarse las manos por el pelo. Mithra no se levantaría de la tumba. Y él era un joven sin pasado.

Vio que Siwon se acercaba por el camino del puerto antes de que él lo localizara. El extraño déjàvu que experimentó frente a su casa se repitió mientras lo observaba. Caminaba con las manos metidas en los bolsillos delanteros del pantalón y, aunque llevaba gafas de sol, era evidente que fruncía el ceño. También se percató de que sus ademanes eran tensos, lo que ponía de manifiesto que la situación le resultaba muy incómoda.

Se detuvo a unos cuantos pasos del banco, con los dientes apretados. Heechul se levantó para saludarlo y sintió que se le caía el alma a los pies, una reacción para la que no estaba preparado.

—Gracias por venir —logró decir.

—No estoy seguro de por qué lo he hecho —replicó él con un tono gélido que no le gustó nada.

¿Era la voz que usaba en su trabajo para intimidar e influir en los demás? De ser así, resultaba muy efectiva.

—Te lo agradezco de todas formas. —Cambió el peso del cuerpo al otro pie, inseguro acerca de lo que iba a decirle una vez que lo tenía delante. Un incómodo silencio, tan vasto como el océano, se instaló entre ellos.

—Dudo mucho que sepas algo todavía, así que ¿cuál es el motivo de este encuentro? —quiso saber.

Por algún motivo que Heechul no alcanzaba a entender, ansiaba ponerle fin a la distancia que los separaba. Ansiaba consolarlo. Una reacción de lo más inesperada.

—No, no tengo noticias. Donghae dice que los resultados tardarán todavía una semana. Y, por cierto, también debo agradecerte que accedieras a realizar las pruebas.

Siwon no replicó, se limitó a apoyar el peso del cuerpo en los talones mientras lo observaba fijamente. Heechul captó su perfume en el aire y le invadió una sensación extraña, como si reconociera ese olor especiado.

Pero no era un olor que le resultara familiar. La sensación se debía más bien a la atracción física. Era un hombre atractivo y poderoso, y a fin de cuentas él era un joven. Mucho antes de que sucediera todo lo que había sucedido, ya le parecía guapo. Sin embargo, la prensa rosa y las revistas del corazón no le hacían justicia. Esa nariz recta, ese mentón cuadrado y recién afeitado, esos rasgos esculpidos... sumados a esa boca...

La mirada de Heechul descendió hasta sus labios. Carnosos. Suaves. Tentadores. Se preguntó qué se sentiría si acariciara ese labio inferior con el pulgar, si trazara la cicatriz casi invisible que tenía en la parte derecha de la barbilla. Ese hombre tenía una boca sensual que en algún momento del pasado él probablemente habría besado, saboreado y reclamado como suya.

¡Uf!

¿De dónde narices había salido ese pensamiento? Se obligó a apartar la vista de esa boca tan tentadora y a alzarla de nuevo a sus ojos. O a sus gafas de sol para ser más exactos.

Y puesto que no podía verle los ojos, le estaba costando bastante interpretar sus reacciones. Una circunstancia que aumentaba su nerviosismo.

—Bien, a ver... —dijo al tiempo que enderezaba la espalda y desterraba los pensamientos lujuriosos de su mente—. Solo quería disculparme por todo esto. Sé que no estás muy contento conmigo. Y quiero que sepas que lo siento mucho. Solo quiero saber la verdad. No tienes ni idea de lo difícil que me resulta todo esto.

—¿Te resulta difícil? —Enarcó una de sus cejas—. ¿Que no tengo ni idea de lo difícil que te resulta todo esto? Intenta ponerte en mi lugar diez segundos.

Heechul suspiró.

—Lo he hecho. Sé que no es fácil para ti, que no es fácil para ninguno de ustedes. Pero yo no me levanté una mañana diciendo alegremente: «Oye, voy a buscar a Choi Siwon para joderle la vida.» No soy así.

—¿Ah, en serio? Porque eso es justo lo que has hecho. —Empezó a alejarse, pero se detuvo y regresó —. ¿Sabes la cantidad de locos que hay por ahí intentando joderme la vida? Mi vida personal es asunto mío y de nadie más. ¡Joder! Si la prensa se huele lo tuyo, caerán sobre nosotros como una jauría salvaje. ¿Alguna vez te has parado a sopesar las consecuencias, aunque sea un minuto? Mi hija va a acabar involucrada en todo esto. La prensa intentará devorarla, y llevo cinco años intentando protegerla de todos ellos. Si hubieras aparecido en nuestra puerta preocupado por nosotros, sería una cosa. Pero que lo hayas hecho por curiosidad... ¡Es increíble!

Estaba más enfadado de lo que pensaba. Heechul intentó mantener la voz serena y tranquila.

—No es así.

—Claro que es así. No somos nada para ti. Lo veo en tu cara. Lo vi el día que te presentaste delante de mi casa. Nos miraste como si no fuéramos nada. Y nosotros te miramos como si lo fueras todo. Pero a ti te importa un comino. — Se pasó una mano por el pelo con los músculos tensos.

Heechul se dejó caer de nuevo en el banco, tras perder de repente las ganas de pelear.

—Sí que me importan. De no ser así, no habría venido. No me mueve solo la curiosidad. Es muchísimo más que eso. Si resulta que soy Choi Jungwoo, significa que Sulli es mi hija. No puedo darle la espalda a algo así. Jamás habría dejado a mi hija a propósito. Y tampoco me gustaría que creciera pensando que eso fue lo que pasó. Si no hago algo para arreglar las cosas no podré vivir conmigo mismo.

Tragó saliva, nervioso por las implicaciones de lo que acababa de decir. Si al final era Choi Jungwoo, y Sulli era realmente su hija, cabría la posibilidad de que Siwan fuera hijo de Siwon. No de Mithra, como le habían hecho creer. Siwan era idéntico a Siwon, hasta él lo veía. Entonces ¿por qué se engañaba pensando que no era Choi Jungwoo?

Se obligó a superar el miedo. Tenía que saber la verdad a toda costa. Fuera la que fuese, tenía que saberla.

Alzó la vista, deseando con desesperación que Siwon se quitara las dichosas gafas.

—No quiero joderle la vida a Sulli. De verdad que no, créeme. Tampoco quiero ponerla en peligro. Pero... pero si es mi hija, tengo que saberlo.

En un primer momento, Heechul pensó que Siwon se daría media vuelta y se marcharía. En cambio, se sentó a su lado en el banco, se quitó las gafas de sol y apoyó la cabeza en las manos. Un hombre derrotado. Un hombre que sufría, como él.

—¿Crees que no lo he pensado? ¡Por Dios, llevo tres días sin pensar en otra cosa! Sulli es mi mundo. Y todo esto la tiene muy enfadada. No lo comprende. Es una niña de nueve años muy madura para su edad, pero no entiende lo que está pasando. Yo tampoco, por cierto.

—Pues ya somos tres.

Siwon clavó la vista en el agua.

—Me he devanado los sesos en busca de una explicación para todo esto. ¿Qué te pasó desde que te dejé en el aeropuerto hasta que el avión despegó sin ti? Me dijeron que ibas en el avión. Identifiqué tu bolso y tu portátil, que encontraron entre los restos del accidente. Fuera lo que fuese, debió pasarte en un intervalo de una hora como mucho. Te juro por mi vida que no lo entiendo.

—Si supiera la repuesta, esto no sería tan difícil.

Siwon meneó la cabeza y clavó la vista en el suelo.

—No, nada lo haría más fácil.

Tras sus palabras se produjo un silencio durante el cual la frase quedó flotando en el aire. Cuando por fin le miró, Heechul reconoció la sinceridad y la franqueza en esos brillantes ojos. Y, de repente, sintió una descarga para la que no estaba preparado.

—Si hubiera sabido que no ibas en ese avión, te juro por Dios que te habría buscado.

La determinación que irradiaba su voz le conmovió hasta lo más hondo. Esos ojos feroces y decididos parecían atravesarlo y llegarle al alma. Por más que lo intentara, era incapaz de dejar de mirarlos. Lo atraían y parecían estar despertando algo en su interior.

—Te creo —susurró.

Siwon cerró los ojos y después volvió a mirar hacia el agua, rompiendo el hechizo que comenzaba a embrujarlo.

—En fin, ¿qué hacemos ahora?

—Yo... no lo sé. Esperar, supongo.

—Ya sabemos la respuesta. Yo la sé. Y tú también la sabes, porque de lo contrario no estarías aquí sentado conmigo.

Heechul sintió un nudo en la garganta, provocado por la certeza de sus palabras. Meneó la cabeza.

—Necesito saberlo con seguridad. Sulli no querrá ni verme hasta que podamos confirmar una cosa o la otra.

—Es posible que no quiera verte con independencia del resultado de los análisis. Lo ha pasado muy mal.

Heechul sintió un repentino dolor en el pecho. Su intención no era hacerlos sufrir. Solo quería mejorar las cosas. Para todos.

—No quiero hacerle daño, ni a ti tampoco.

—Hagas lo que hagas, vamos a sufrir. —Siwon se puso en pie y volvió a colocarse las gafas.

El brillo del oro cuando movió la mano llamó la atención de Heechul, que reparó en ese instante en la alianza que llevaba en el dedo.

—Pero ya lo decidiremos cuando tengamos los resultados definitivos. —Su voz ya no era amable, sino fría y desabrida—. Hasta entonces, no intentes verla. Necesita tiempo para hacerse a la idea. Si insistes en aparecer, solo conseguirás confundirla aún más.

Heechul asintió con la cabeza, incapaz de entender sus súbitos cambios de humor. Jamás había visto nada semejante. Su voz pasaba de conmoverlo hasta lo más hondo a apuñalarlo con su frialdad en un abrir y cerrar de ojos, provocándole un escalofrío en la espalda.

—De acuerdo. Lo entiendo. ¿Tú estás bien?

—¿Yo? Sí, estoy acostumbrado a vivir en el infierno. Lo superaré.

Heechul lo observó alejarse. Sin embargo, no se sentía mejor que antes. En todo caso, se sentía peor. Hablar con él solo había demostrado que ese hombre había querido a su esposo muchísimo más de lo que había supuesto.



Página no encontrada

Heechul miró furioso la pantalla del ordenador. El parpadeo del cursor solo logró acentuar el palpitante dolor de cabeza que sentía detrás de los ojos. Desde la playa le llegaba el rumor de las olas al romper en la orilla. Una llovizna gris caía contra los cristales de la ventana de su despacho, situado en la planta alta de la casa.

Debería estar editando un artículo que tenía que haber estado listo dos días antes. En cambio, estaba realizando otra búsqueda sobre Choi Siwon.

De momento, había encontrado fotos de él muy acaramelado con un guapo joven moreno, tomadas en algún evento benéfico. También lo había visto en un partido de béisbol, llevando a uno rubio del brazo. Y el National Star había publicado un sinfín de instantáneas suyas con un despampanante modelo pelirrojo.

Estaba claro que le gustaba la variedad.

—¿Appá?

—¿Mmmm?

¿Por qué se preocupaba por esas cosas? ¿Por la posibilidad de que hubiera sido su marido?
Era ridículo. Al fin y al cabo, él había estado casado con Mithra. No tenía motivos para sentirse celoso.

Lo más sorprendente del resultado que arrojaba su búsqueda de información era que al parecer su vida había cambiado desde la muerte de su esposo. Antes era el vicepresidente de una pequeña empresa farmacéutica. Después, creó la suya propia y se expandió, haciendo estragos en la industria. ¿Se habría convencido de que el trabajo era una virtud tras enviudar? ¿O tal vez había usado el dinero del seguro de vida de su esposo para ampliar su empresa?

En cualquier caso, se había beneficiado enormemente de la muerte de Choi Jungwoo.

Heechul tecleó el nombre de la empresa, SmCorp Pharmaceuticals, y encontró su página web. Le echó un vistazo a la información técnica. Se dedicaban sobre todo a los medicamentos para el tratamiento del cáncer. Su especialidad era el ensayo con medicamentos que después analizaba la FDA, que los sometía a sus controles por necesidad y con la promesa de sustanciales beneficios si los superaban.

—Appá —dijo Siwan, que estaba tendido boca abajo en el suelo a su lado, jugando con sus Power Rangers—, te he hecho una pregunta.

Heechul apartó los ojos de la pantalla.

—¿Qué quieres, cariño?

—¿Adónde se va la gente cuando muere?

La pregunta hizo que dejara de teclear. Siwan no le había preguntado ni una sola vez sobre la muerte durante las semanas transcurridas desde la muerte de Mithra.

—Al cielo.

Siwan estrelló una moto roja contra una negra, muy concentrado en la destrucción que estaba ocasionando.

—¿Y no vuelven?

«¡Ay, Dios!», pensó. De todos los temas de conversación que podía haber sacado, había tenido que elegir ese. Se levantó de la silla y se sentó en la alfombra, al lado de su hijo.

—¿Quién te ha dicho que se vuelve del cielo?

—Minwoo me ha dicho en el cole que las estrellas de mar resucitan después de morirse.

Heechul sintió el asomo de una sonrisa.

—Las estrellas de mar pueden reproducirse mediante un proceso que se llama «regeneración». Si se les corta un brazo, de ese brazo puede crecer una estrella nueva. Eso no significa que mueran y después resuciten. Cuando una estrella de mar muere, se va para siempre.

Siwan alzó sus negros ojos para mirarlo. Unos ojos que eran, tal como se percató, idénticos a los que había visto en la pantalla de su ordenador.

—¿Se van al cielo de las estrellas de mar?

Heechul soltó una carcajada.

—Sí, cariño. Se van al cielo de las estrellas de mar.

Siwan siguió jugando.

—Pero tú moriste y has vuelto.

Heechul contuvo el aliento. ¿Cómo lo sabía? ¿Se lo habría dicho Mithra?

—Eso fue diferente. Siwan, mírame. —Su hijo alzó la vista. Era una mirada inocente y adorable. El único vínculo con su vida pasada. Lo único que le quedaba—. El corazón de appá se detuvo por un... por un accidente. Los médicos lo pusieron en marcha de nuevo. No es lo mismo que cuando una persona muere. Si una persona muere, no vuelve.

—¿Nunca? —le preguntó él con los ojos llenos de lágrimas.

Heechul sintió una dolorosa opresión en el pecho. Sabía que Siwan estaba pensando en Mithra. Un niño de cuatro años no debería estar haciendo preguntas sobre la muerte y los muertos. No debería experimentar la pérdida de un padre. Pero ahí estaba su hijo, creciendo más rápido de lo que debería y tratando de sobrellevar una situación a la que ningún niño de cuatro años debería verse obligado a enfrentarse. Se frotó el pecho.

El dolor que sentía no era por Mithra, como esperaba. En esa ocasión, el dolor era por una familia a la que no conocía. Por un hombre y su hija que habían perdido a alguien a quien habían querido más de lo que había supuesto. Por más información que encontrara sobre Choi Siwon, ese hecho no cambiaría. Había visto el sufrimiento en sus caras. ¿Estaría también Sulli haciéndose todas esas preguntas? ¿Se estaría preguntando por qué su appa había vuelto de entre los muertos y lo que eso significaba a largo plazo?
¿No debería ser él quien contestara todas esas preguntas e intentara arreglarlo todo?

—¿Appá?

La voz de Siwan lo distrajo de sus pensamientos. Esbozó una sonrisa mientras le alborotaba el pelo negro. Si los resultados eran positivos, tendría que hablarle a Siwon de él. La idea le provocó un repentino temor. ¿Qué diría cuando descubriera que se había perdido cuatro años de la vida de su hijo? ¿Cuando supiera que para Siwan su padre era otro hombre? Eso solo empeoraría las cosas.

No tenía respuestas para todas las preguntas que giraban en su cabeza. En ese momento, tampoco quería pensar en ellas. Solo quería concentrarse en la preciosa cara de su hijo y recordar por qué estaba en ese lugar y por qué estaba buscando información que tal vez nunca encontrara.

—¿Sí, cariño?

—Te quiero.

La expresión de Heechul se relajó mientras lo abrazaba y se lo sentaba en el regazo.

—Yo también te quiero, corazón. No sabes cuánto.



1 comentario:

  1. Todo es demasiado dificil,cada quien sobrelleva el dolor y las noticias a como uno pueda,cada quien necesita en tiempo y una explicación a lo que esta sucediendo.
    siwon sabe que es él y hee,muy en el fondo lo sabe y quiere ser jungwoo

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...