Heechul echó la
cabeza hacia atrás, golpeándose con la pared. Siwon detuvo las caricias de
su mano y
separó los labios de su cuello. El silencio se prolongó durante unos largos
segundos, tras
los cuales acabó apoyando la cabeza contra su hombro y le soltó la pierna.
Después, apoyó
las manos en la pared, a ambos lados de su cabeza.
Heechul no
quería que el momento acabara. No quería enfrentarse a la realidad. Acarició su
sedoso pelo en un intento por no ponerle fin a lo que estaba pasando.
—¿Heechul? —Donghae
llamó una vez más.
—Contéstale
—susurró Siwon. Heechul tragó saliva y se esforzó por respirar.
—Sí... yo...
ahora salgo.
—Vale —replicó Donghae.
—¡Por Dios! —exclamó Siwon—. Tengo la
impresión de que he vuelto a los veintidós y de que tus padres nos acaban de
pillar con las manos en la masa.
—¿Nos pasó eso?
—Más de una
vez.
—Genial. Ahora
lo tendré presente cuando los vea.
Siwon tenía los
labios casi pegados a su piel y al sentir el movimiento de su torso y el roce
de su aliento comprendió que se estaba riendo. Verlo así le gustó. Le provocó
un sentimiento tierno. Y avivó el deseo de estar con él en contra de todo
pronóstico.
Sin embargo, él
se apartó antes de que pudiera hacer nada. Su ausencia lo devolvió a la
realidad y el deseo se enfrió de golpe.
—Siwon...
Él se detuvo a
medio camino del baño y levantó las manos para indicarle que él tampoco había
recuperado el control.
—Creo que tus
padres no tienen por qué verme así.
Si su expresión
no hubiera sido fría y reservada otra vez, Heechul se habría echado a reír.
Como no era el caso, cerró los ojos mientras él entraba en el cuarto de baño.
El dormitorio se le antojó demasiado grande de repente, demasiado frío. Siwon
acababa de protegerse de nuevo tras sus defensas.
¿De verdad
había estado a punto de hacer el amor con Choi Siwon después de lo mal que lo
había tratado? Dio un respingo. No, hacer el amor implicaría un sentimiento
tierno, algo mucho más íntimo. Lo que había estado a punto de hacer era
permitirle que se lo tirara contra la pared mientras sus empleados lo esperaban
al otro lado de la puerta.
«Bien hecho, Heechul.
Menos mal que no ibas a dejarte arrastrar por la atracción que sientes por él»,
se recriminó.
Hizo lo que
pudo para recomponer su apariencia. Se peinó con los dedos, intentó arreglarse
y se abrochó la camisa. Tras alisarse el pantalón, se miró por última vez al
espejo.
Tenía el pelo
hecho un desastre y tenía la terrible sospecha de que a Donghae le bastaría con
mirarlo una vez para adivinar lo que había pasado en el dormitorio mientras él
y el resto de los abogados esperaban al otro lado de la puerta.
¿Era imbécil o
qué?
Sí, eso
parecía.
Se pasó las
manos por la cara, deseando poder borrar la estupidez que había cometido. Por
desgracia para él, el gesto solo logró recordarle lo sensible que tenía la piel
después de los besos de Siwon.
Era muy
consciente de su reputación de jugador y cabrón insensible. ¿No acababa de
demostrárselo?
Se pasó una
mano por el pelo por última vez y levantó la barbilla. Lo importante de todo
ese asunto era que «había estado a punto de», pero no había llegado al final.
Puesto que ya había recuperado el control, se encargaría de que nadie diera por
supuesto algo que no había sucedido. El destino le había evitado cometer un
error en esa ocasión. La próxima vez tendría más cuidado y estaría mejor
preparado para resistir su ataque.
«¡Imbécil!», se
reprendió. No habría una próxima vez. No pensaba convertirse en una de las
conquistas de Choi Siwon, aunque fuera su esposo.
Heechul se
equivocó al suponer que tendría que evitar la mirada curiosa de Donghae. Cuando
salió a la sala de estar de la suite, Hyukjae estaba apoyado en la barra del
bar, solo. Su hermano levantó la cabeza al verlo, echando chispas por los ojos,
algo que nunca había visto antes.
—¿Qué diablos
ha pasado?
Genial. Eso era
justo lo que necesitaba en ese momento. Menos mal que los abogados se habían
largado y que sus padres no estaban por ninguna parte.
Heechul levantó
las manos para evitar que entrara en el dormitorio.
—Hyukjae,
déjalo correr. Ya he tenido que lidiar con un tipo furioso, no puedo
enfrentarme a otro.
—Se está
comportando como un estúpido, ¿verdad? Oímos la conferencia de prensa de camino
al hotel, pero eso no le da derecho a tratarte de esta manera.
—Puedo
arreglármelas con Siwon. Yo también tengo carácter. ¿Dónde están tus... mis...
nuestros padres?
—Donghae se los
llevó a la otra habitación para que no tuvieran que escuchar la Tercera Guerra
Mundial.
Heechul cerró
los ojos. Genial. Sencillamente genial. La primera impresión que se llevarían
de él sería gritándole a su marido.
—Has estado
estupendo —dijo él en voz baja—. En parte, por eso se ha cabreado tanto Siwon.
Tenías a los periodistas en la palma de la mano.
Contuvo una
carcajada amarga.
—¿En serio?
Pues no es lo que Siwon me ha dado a entender.
La puerta se
abrió a su espalda y sintió la presencia de Siwon en la habitación.
Hyukjae lo
fulminó con la mirada.
—¿Se te ha pasado
el berrinche?
—Déjame en paz.
Hyukjae dio un
paso hacia él.
—Antes te daré
una patada en el culo. Te estás comportando como un imbécil integral y lo
sabes.
—¿Quieres darme
un puñetazo? —masculló Siwon al tiempo que extendía los brazos en señal de
invitación—. Vamos, no eres el primer Lee que quiere hacerlo hoy.
Heechul se
interpuso entre los dos.
—Ya vale. Si
creen que un combate de boxeo va a arreglar la situación, están tontos. ¿Qué
les pasa que creen que se sentirán mejor con unos cuantos puñetazos?
Siwon lo miró
y, de repente, se puso blanco.
—Estás
sangrando.
—¿Qué? —Heechul
se llevó una mano a los labios—. solo me sangra la nariz.
Echó la cabeza
hacia atrás y aceptó los pañuelos de papel que le dio Hyukjae para presionarse
la nariz.
La puerta que
había al otro lado de la habitación se abrió. Siwon lo cogió de la mano y tiró
de él hacia el dormitorio.
—Ven para que
te limpiemos antes de que te vean. Hyukjae, entretenlos... ¿quieres?
Hyukjae frunció
el ceño, pero asintió con la cabeza y fue hacia la puerta.
Siwon sentó a Heechul
en la encimera de mármol que había en el cuarto de baño del dormitorio
principal. Le dio pañuelos limpios mientras él se pellizcaba el puente de la
nariz para detener la hemorragia.
—No pongas esa
cara —intentó bromear—. No es nada del otro mundo. Me pasa muy a menudo.
—¿En serio? —Siwon
cogió los pañuelos ensangrentados, hizo una mueca y le dio más.
—Sí, normalmente
cuando estoy estresado. Y creo que este día se podría clasificar de estresante.
Siwon apoyó las
manos en la encimera, una a cada lado de sus muslos.
—Lo siento. Me
he pasado de la raya al gritarte antes. No estoy enfadado contigo. Solo estoy
frustrado por toda la situación. Y que la prensa se nos lance al cuello... Me
cabrea. No debería haberme desahogado contigo.
Heechul lo miró
por encima del montón de pañuelos de papel que tenía presionados contra la
cara.
—¿Hablabas en
serio cuando has dicho que todo es culpa mía?
—No. Por si no
te has dado cuenta todavía, tengo bastante genio.
—¿Siempre has
sido así?
Él le quitó los
pañuelos y le examinó la nariz.
—No. Sé que no
te lo vas a creer, pero era bastante tranquilo cuando nos casamos. No soy la
misma persona de antes.
Heechul le rozó
los dedos cuando él levantó una toalla con la que limpiarle la sangre del
labio.
—Yo tampoco lo
soy, Siwon.
Él se quedó
quieto y lo miró a los ojos, unos ojos que parecían ver una parte de él que
nadie más podía alcanzar. Tuvo la sensación de que se abría un agujero bajo sus
pies, sintió que el corazón se le aceleraba, que la piel le ardía con la enloquecedora
necesidad de que lo tocara, de que solo lo tocara él.
A esa
distancia, podía entender por qué se sentían atraídos por él. Por fuera era
duro y rudo, de aspecto inalcanzable. Pero bajo esa fachada había algo dulce y
tierno que pugnaba por salir a la superficie. Seguramente, más de uno había
intentado romper el hielo exterior para liberar al hombre apasionado. ¿Era
posible?
Cuando lo
tocaba y recordaba sus besos y las caricias casi frenéticas de sus manos, casi
se convencía de que era posible. Pero cada vez que sus ojos cambiaban y lo
miraba con la expresión fría por la que era tan famoso, ya no estaba tan seguro.
Si había ternura en el interior de Choi Siwon, estaba muy bien escondida. Y no
estaba seguro de que alguien, mucho menos él, pudiera encontrarla algún día.
Rompió la
conexión que sabía que él estaba sintiendo y apartó la mirada.
Siwon le pasó
la toalla por última vez sobre la piel.
—Creo que ya
estás mejor.
Hizo ademán de
alejarse de él, pero Siwon le atrapó la barbilla y le levantó la cara para que
lo mirase.
—Siento lo que
te he dicho, pero no me arrepiento de lo que sucedió después. Llevo dos semanas
muriéndome por tocarte. No ha sido ni el mejor sitio ni el mejor momento, algo
que lamento, pero no siento todo lo demás.
La
determinación brillaba en sus ojos. Y tras eso, un atisbo de dulzura, de la
ternura que sabía que existía.
—La próxima vez
—siguió— no nos interrumpirán.
—¿Estás seguro
de que habrá una próxima vez?
En sus labios
apareció una sonrisa burlona. Una sonrisa sensual e hipnótica. Por Dios, qué
guapo era. Demasiado guapo. Iba listo si alguna vez le regalaba el efecto total
de su sonrisa.
—Totalmente.
Se bajó de la
encimera. Tenía que tranquilizarse. No pensaba dejar que él le manipulase.
—No soy uno de
tus muñequitos descerebrados, Siwon. A pesar de lo que acaba de pasar, ese no
es mi estilo.
Siwon lo pegó a
él antes de que pudiera alejarse. La rapidez del movimiento lo tomó por
sorpresa, de modo que se encontró pegado a su cuerpo, desde las rodillas hasta
el pecho, notando cada músculo y cada plano de Siwon. Le colocó las manos en
los bíceps, pero cuando sus labios le rozaron la sien, se quedó quieta y dejó
de intentar alejarse.
—Los muñequitos
descerebrados no me interesan.
Fue un momento
tan tierno, tan impropio de él, que Heechul no supo cómo reaccionar. Titubeó
mientras intentaba resistirse a la atracción.
Perdió la
batalla cuando el corazón le dio un vuelco.
Siwon no
intentó besarlo no hizo ademán alguno, se limitó a abrazarlo con fuerza
mientras le frotaba la espalda como si lo necesitara. Como si necesitara el contacto,
la conexión. Como si lo necesitara a él.
¡Ay, Dios! Esa
tierna caricia causó más daño que sus palabras en el dormitorio.
Cerró los ojos
con fuerza mientras luchaba contra el deseo que crecía en su interior una vez
más. La piel le ardía por el aliento de Siwon. El deseo le formaba un nudo en
las entrañas.
El anhelo y la
necesidad corrían por sus venas de tal manera que ya no distinguía una cosa de
la otra.
—¿Vas a
contarme lo de la excursión a la que vas con Donghae esta noche? —le preguntó
él contra el pelo.
—¿Quién te lo
ha dicho?
—Hyukjae.
Heechul frunció
los labios al tiempo que se zafaba de sus brazos, agradecido porque él hubiera
cambiado de tema y hubiera podido alejarse antes de cometer una tontería. Como
tirarlo al suelo y devorarlo.
—Qué raro.
—¿Por qué no me
lo dijiste?
—Siwon, no
puede decirse que hayamos estado muy comunicativos.
—Pues ahora sí.
¿De verdad es importante para ti?
—¿No quieres
saber qué pasó?
—Sí, claro que
quiero. Pero no me interesa si nos va a crear más complicaciones de las que ya
tenemos.
Suspiró al
escucharlo.
—Tengo que
saberlo. He perdido cinco años de una vida que no sabía que tenía. Alguien ahí
fuera sabe algo.
—Bien —repuso
él tras varios segundos—. Te acompaño.
—No necesito
que me lleves de la manita.
La irritación
brilló en los ojos de Siwon.
—Esto también
cambió mi vida. Te acompaño.
No iba a tomar
el control. No se lo permitiría. Pero si quería acompañarlo, tampoco se lo
impediría. Además, tenía razón. Merecía respuestas tanto como él. Asintió con
la cabeza.
—Bien.
El alivio se
reflejó en la cara de Siwon. Un alivio que le sorprendió. ¿Creía que se opondría? Sus cambios de humor
le resultaban desconcertantes.
—Ahora que ya
hemos aclarado el tema, ¿por qué no vamos a ver a tus padres?
Heechul miró la
puerta. Dio un respingo al darse cuenta de lo que le esperaba. La prensa era
una cosa. ¿Sus padres? Se llevó una mano al estómago en un intento por detener
las náuseas.
—Ahora mismo
creo que prefiero cortarme las venas.
Siwon le cogió
la mano, se llevó su muñeca a los labios y le dio un tierno beso, justo sobre
la vena.
—¿Y dejar
cicatrices en estas muñecas perfectas? Jamás.
Ese sensual
beso le puso los nervios a flor de piel otra vez. Y la conexión que sintió
antes cobró vida de repente.
—Vamos.
Cuando él le
dio un tirón de la mano, titubeó.
—Creía... creía
que no querías involucrarte en esto.
—¿Cuándo he
dicho eso?
—Ayer, en casa
de Hyukjae.
—Creo que han
pasado muchas cosas entre ayer y hoy, ¿no te parece?
Su mirada
estaba cargada de emociones. Unas emociones para las que no estaba seguro de
sentirse preparado. Siwon lo confundía. Lo frustraba. Lo enfurecía. Y después,
en un abrir y cerrar de ojos, lo obnubilaba.
Era un
complicado rompecabezas que parecía no tener solución, y justo cuando creía
haberlo calado, él se transformaba en algo que no se esperaba ni por asomo. No
sabía si alguna vez podría seguirle el ritmo.
Lo asustaba. Lo
irritaba.
Joder, y
también lo hechizaba.
Como no tenía
alternativa, lo siguió a la sala de estar para encontrarse, cara a cara, con
sus padres.
—Es la estupidez
más grande del mundo. —Hyukjae tenía las manos en el volante de su Land Rover
mientras escudriñaba el aparcamiento en penumbra.
Siwon lo miró
desde el asiento trasero. Con un poco de
suerte, Jungwoo ya estaría en la parte trasera del edificio.
Hyukjae tenía
razón. Era una estupidez. Deberían haberse quedado con los padres de Jungwoo y
cenar con los niños. Por más incómodo que fuera para él, era mucho más seguro
que lo que estaban haciendo en ese momento.
—Tú solo tienes
que conducir el coche durante la huida —dijo Donghae desde el asiento del
copiloto—. Deja de quejarte. — Abrió la puerta. Siwon lo imitó—. Volveremos
enseguida.
—La próxima vez
me tocará hacer de espía —les gritó Hyukjae.
—¿Cuánto tiempo
tenemos? —le preguntó Siwon mientras se dirigían a la puerta de entrada de la
clínica. Un guardia de seguridad se encontraba junto a ella. Las cámaras de
vídeo barrían el aparcamiento.
—El horario de
visita acaba dentro de media hora. Me echarán entonces. ¿Tienes el carnet que mi
amiga te consiguió esta mañana?
Siwon se dio
unos golpecitos en el bolsillo.
—Lo tengo.
—No quiero
tener que pagar la fianza de nadie esta noche — masculló Donghae.
Lo miró de
reojo.
—No me creerás
tan tonto como para dejarme coger, ¿verdad?
—Espero que no,
Choi.
Donghae adoptó
su sonrisa de abogado al entrar en el vestíbulo y acercarse al mostrador de
recepción.
—Hemos venido a
ver a Panda Jang. Soy un amigo de la familia.
*^* jdjfjdjd ame este capítulo entre ellos hay mucho calor espero con ganas otro Capi *^*
ResponderEliminarQue desilución......o sea...no,ya no hay capitulo seguido que leer T^T
ResponderEliminarAy Hae,no sé si agradecertelo o qué....es evidente que ese no era el momento ni el lugar,pero vamos,que tampoco es para que se cortara así.....¬¬
lo bueno es que siwon nos promete una segunda vez sin interupciones.....jojojojoj
Ay que bonito,ya no solo es Hee con ayuda de su abogado buscando información,es He,acompañado de su abogado,hermano y marido,eso es bonito *0*,todos necesitamos saber qué fue lo que paso y lo que esta pasando