La parpadeante
luz del televisor atrajo la atención de Heechul. Nadie parecía prestarle
atención, así que se acercó para apagarlo. Sin embargo, se detuvo cuando estaba
a punto de hacerlo porque escuchó que el reportero mencionaba el nombre de Siwon.
Acto seguido vio su cara en la pantalla. Y contuvo el aliento.
Siwon se acercó
al instante. El reportero se encontraba en la puerta del edificio de la empresa
de Siwon, en el centro de la ciudad.
—El Canal Dos
de Noticias ha descubierto recientemente que Choi Siwon, el magnate
farmacéutico cuyo esposo murió hace cinco años en un accidente de avión, ha
recibido unas noticias sorprendentes esta misma semana.
…Es posible que
su esposo siga con vida. Nuestras fuentes nos han confirmado que este joven, Choi
Heechul, ha accedido a realizarse pruebas de ADN para verificar las sospechas y
confirmar que se trata del esposo de Choi. Alguien cercano al señor Choi afirma
que sufre una extraña forma de amnesia que ha borrado su memoria a largo plazo,
un detalle que añade una dimensión aún más asombrosa al descubrimiento. Choi, a
quien vemos en este vídeo asistiendo al Baile del Gobernador el pasado otoño, y
sus abogados no han hecho declaración alguna todavía, pero nuestras fuentes nos
han confirmado que es bastante posible que el joven Kim sea Choi Jungwoo. Choi Siwon,
el director general de SmCorp Pharmaceuticals, no ha hablado jamás en público
sobre su difunto esposo. Su empresa se ha visto implicada en varias fusiones
muy controvertidas y...
—Putos
periodistas... —Siwon apagó el televisor y se marchó al despacho de Hyukjae.
Heechul se dejó
caer en el sofá y se cubrió la cara con las manos. Aunque le temblaban los
dedos, intentó masajearse la cabeza en un intento por detener el palpitante
dolor que amenazaba con abrumarlo. Solo les faltaba que la prensa aireara la
historia, por si no tenían bastante con lo complicada que era de por sí la
situación.
Donghae se llevó
a los niños al patio y después se sentó a su lado. Hyukjae siguió a Siwon hasta
su despacho.
—Dime algo, pececito
—dijo Heechul.
—Bueno, antes
debo escuchar lo que dice el departamento de relaciones públicas de Siwon, pero
creo que tendrán que hacer una declaración conjunta. Es la única forma de que
nos quitemos a la prensa de encima. Es muy probable que hayan rodeado tu casa y
la de Siwon. Creo que te has librado porque estás aquí. De momento, no te han
encontrado, pero lo harán.
—Genial. —Se levantó
del sofá y fue a la oficina de Hyukjae.
Siwon estaba
paseando de un lado para otro con el teléfono pegado a la oreja. Hyukjae se
encontraba en un rincón de la estancia, escuchando la conversación con los
brazos en jarras.
Heechul sintió
un escalofrío. Si Siwon estaba frustrado y furioso con él antes, no tenía forma
de describir lo que veía en su cara en ese momento. Su voz era gélida; su
expresión, feroz y tensa, y quienquiera que fuese su interlocutor, que suponía
que sería uno de sus abogados, había acabado siendo el blanco de su ira.
—Me importa una
mierda lo que quieran —lo oyó decir—. Mi vida personal es asunto mío y punto.
Nunca he hablado de él en público y no pienso empezar a hacerlo ahora, joder.
Heechul lo
escuchó acabar la conversación de esa manera, pero a juzgar por su elección de
vocabulario no estaba muy contento. Cuando acabó de hablar, arrojó el teléfono
inalámbrico a la mesa, se sentó en el sillón de cuero de Hyukjae y cerró los
ojos tras echar la cabeza hacia atrás.
—¿Qué quieres
hacer?
La pregunta iba
dirigida a Heechul, que miró a Donghae antes de volver a mirar la
expresión
desabrida de Siwon.
—¿Y si pasamos
de ellos?
—Nos
perseguirán hasta que claudiquemos.
Heechul se
percató de que Donghae asentía con la cabeza.
—Así que es
mejor que los enfrentemos directamente.
Siwon le
dirigió una mirada acerada.
—No quiero que
mi vida privada aparezca en la portada de Dispatch.
—Siwon —terció Donghae,
interviniendo por primera vez—, no creo que ahora mismo tengas más alternativa.
O les damos algo para que lo publiquen o harán todo lo posible para inventarse
algo mucho peor. Entiendo que quieras proteger tu intimidad, pero ahora mismo
debemos elegir el mal menor.
Siwon desvió su
gélida mirada hacia Donghae.
—Odio a la puta
prensa —dijo.
Donghae sonrió
al escucharlo.
—Estoy seguro
de que el sentimiento es mutuo. —Le pasó un brazo a Heechul por la cintura—.
Creo que necesitamos trazar un plan de ataque. Dejaremos muy claro que los
niños quedan fuera de todo esto. Harán una declaración conjunta y actuarán como
si entre ustedes existiera una relación cordial. —Miró a Siwon con
escepticismo—. Y después, responderán a unas cuantas preguntas. Todo acabará en
cuestión de minutos.
Siwon resopló.
—Y usted, señor
multimillonario —siguió Donghae—, se comportará de forma educada y elegante. La
prensa destrozará a Heechul si no lo haces. Sé que hasta ahora te ha
funcionado, pero debes pensar en los demás. Esta vez la prensa no está
interesada en tus negocios, sino en tu familia. Las reglas del juego son
distintas.
Ni siquiera una
lluvia torrencial mantuvo alejada a la prensa. Heechul miró por la ventana de
la suite del hotel, mientras la lluvia azotaba la ciudad. El día era oscuro y
deprimente, como su estado de ánimo.
Le dio la
espalda a la lluvia e intentó concentrarse de nuevo en lo que estaba a punto de
suceder; sin embargo, cada vez que miraba a Siwon, se sorprendía por la imagen
que este había creado. Rodeado por un grupo compuesto por varios hombres y una
mujer, parecía el influyente magnate que era. Llevaba un traje impecable de
color azul marino, una prístina camisa blanca y una corbata azul. Vestido de
esa forma y en el entorno lujoso que los rodeaba, le resultaba fácil entender
por qué intimidaba a la gente.
Le habría
encantado que Donghae estuviera con él, pero había bajado para lidiar con la
prensa. Al ver que Siwon pasaba de él mientras hablaba con su equipo de
abogados, la ansiedad de Heechul se multiplicó. Aunque había presenciado lo
furioso que se había puesto el día anterior cuando saltó la noticia, Siwon
debería ser consciente de que para él era una situación inusual. ¿Sería mucho
pedir que ese hombre le demostrara un poquito de compasión?
Uno de los
miembros del equipo de Siwon asomó la cabeza por la puerta.
—Es la hora,
señor Choi.
Heechul sintió
un nudo en el estómago. «Allá vamos», se dijo. Bajó los brazos y se enderezó la
chaqueta, preguntándose cómo era posible que su vida se hubiera complicado de
esa forma. Antes de que pudiera dar un paso hacia la puerta, la única mujer que
formaba parte del grupo de Siwon se acercó a él.
—Señor Kim, soy
Tiffany Hwang, vicepresidenta del departamento de relaciones públicas de SmCorp.
Siwon me ha puesto al tanto de todo. Soy consciente de que todo esto es difícil
de asimilar ahora mismo, pero si SmCorp puede facilitarle en algo las cosas,
por favor, háganoslo saber.
Heechul estaba
a punto de replicarle, pero Tiffany se alejó y salió al pasillo con el resto
del equipo de Siwon. Era evidente que no le gustaba conversar. El discursito
que le había soltado parecía ensayado.
Heechul se
volvió cuando Siwon se colocó a su lado.
—¿Listo? —le
preguntó.
Él asintió con
la cabeza y tragó saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta.
Siwon se
mantuvo a su lado mientras enfilaban el pasillo con el rostro impasible. Por
primera vez desde que lo conoció, Heechul deseó con desesperación que le dijera
algo, cualquier cosa. Incluso un grito sería mejor que ese silencio.
Bajaron en el
ascensor sin hablar. Nadie, ni un solo miembro de su equipo, habló. Cuando
llegaron a la planta baja y se abrió la puerta, la prensa cayó sobre ellos como
un enjambre, asaltándolos con los flashes de las cámaras y con sus preguntas
formuladas a gritos.
Siwon lo tomó
del codo y lo guio hasta el salón de conferencias. Caminaba con los micrófonos
y las cámaras de televisión pegadas a la cara, cegados por las luces. Por
primera vez, Heechul captó lo que era la imagen pública de Siwon, lo frustrante
que debía de ser encontrarse siempre expuesto al escrutinio público.
No le gustó. Y
no quería eso en su vida. En el extremo opuesto de la estancia, había una larga
mesa y un estrado con un gran número de micrófonos. El equipo de abogados de Siwon
se dirigió hacia los micrófonos, donde ya los esperaba Donghae. Heechul y Siwon
subieron tras ellos.
Donghae se
inclinó hacia él.
—¿Estás bien?
Heechul asintió
con la cabeza, aunque en realidad tenía ganas de vomitar.
Tiffany Hwang
habló en primer lugar, silenciando a los cincuenta o sesenta reporteros
congregados en el salón.
—Buenos días
—dijo con una voz firme y segura—. Soy Tiffany Hwang, vicepresidenta del
departamento de relaciones públicas de SmCorp. Me gustaría establecer unas
cuantas reglas antes de empezar. El señor Choi y el señor Kim me han pedido que
lea un comunicado, durante el cual no se admitirán preguntas. Después, el señor
Choi y el señor Kim han accedido a participar en un turno de preguntas y
respuestas. —Se puso las gafas y clavó la vista en el papel, donde estaba
redactada la declaración—. Hace cinco años, el sismólogo Choi Jungwoo, esposo del señor Choi
con quien llevaba siete años casado, embarcó en el vuelo 102 con destino a Japón.
—Lo que siguió fue una breve descripción de los acontecimientos que los habían
llevado a todos hasta ese momento.
Tiffany leyó la
declaración sin perder la compostura en ningún momento. Mantuvo la mirada firme
sin detenerse más de la cuenta en una cara en concreto y sin demostrar la menor
emoción. Los periodistas la escucharon con interés, tomando notas, pendientes
de sus palabras. Tiffany levantó la visita cuando acabó, tras lo cual se alejó
del atril y dejó que Heechul y Siwon se acercaran a los micrófonos. Heechul
sintió que la tensión se apoderaba de él, pero sonrió como pudo cuando las
cámaras lo enfocaron.
—Buenos días
—dijo Siwon—. De haber sabido que esto iba a convertirse en un circo, habríamos
contratado a un payaso para que amenizara el momento. —Esbozó una sonrisa
hipnótica, una que Heechul no le había visto jamás, y varios periodistas se
rieron—. Lamentablemente —siguió, y se puso serio—, la situación no tiene nada
de graciosa. Creo que no necesito decir que nos encontramos tan asombrados con
los recientes acontecimientos como lo están ustedes. Después de que esta
conferencia de prensa acabe, ni el señor Kim ni yo responderemos preguntas
relacionadas con nuestra vida privada. Les agradezco su cooperación y les pido
que respeten la intimidad que necesitamos para lidiar con esta situación en
privado.
Tan pronto como
guardó silencio, los periodistas levantaron los brazos, que fueron seguidos por
sus voces en un intento por hacerse escuchar sobre los demás. Siwon señaló a
uno de los reporteros y esperó.
—¿Puede
decirnos quién reconoció al señor Kimr? — preguntó el hombre.
—Sí, claro. Fue
Park Donghae, un abogado que reside aquí en la ciudad.
—Señor Kim
—dijo otro periodista—, ¿podría explicarnos cómo se ha visto afectada su
memoria desde el accidente?
—Puedo
intentarlo —respondió Heechul con una sonrisa—. No puedo recordar mi vida
anterior al momento en el que me desperté del coma. Mi memoria no guarda
recuerdos anteriores a hace dieciocho meses.
Las manos se
alzaron por todo el salón de conferencias y Heechul señaló a una chica
pelirroja.
—Señor Kim,
¿cómo acabó usted en Gangwon?
—Si supiera la
respuesta a esa pregunta, no estaríamos aquí ahora mismo, ¿no le parece?
Sonrió y señaló
a otro periodista.
—Señor Kim
—dijo un hombre calvo que llevaba unas gafas de cristales gruesos—, ¿reconoció
al señor Choi cuando lo vio?
—No. He visto
cientos de fotos del señor Choi, su reputación es legendaria, pero no lo
reconocí.
—Señor Kim
—intervino otro con una sonrisa—, ¿qué opina de la consabida fama de implacable
de la que goza el señor Choi?
Por motivos que
se le escapaban, la prensa parecía estar centrándose en él. Heechul intentó
mantener una apariencia serena, aunque por dentro tenía un millar de mariposas
en el estómago. Mientras se esforzaba por sonreír, contestó:
—El señor Choi
aparenta ser un hombre de negocios calculador, pero les aseguro que es humano
como todos los demás.
Su respuesta
hizo que los asistentes estallaran en carcajadas y que Siwon enarcara las
cejas.
Heechul señaló
a otro hombre.
—Señor Choi
—dijo ese—, ¿qué se siente al ver de nuevo a su esposo tras cinco años y que él
no lo reconozca?
Siwon pasó de
la pregunta y, en cambio, señaló a una chica rubia sentada en primera fila. Heechul
cambió de postura, consciente de la tensión que irradiaba Siwon.
—Señor Kim
—dijo la periodista—, ¿cuáles son sus intenciones en este momento?
—En este
momento solo quiero volver a conocer a mi familia. Espero que la prensa nos
conceda el tiempo y la intimidad necesarios para lograrlo.
Heechul señaló
a un periodista sentado en la tercera fila.
—Señor Choi,
¿cuál fue su reacción cuando vio por primera vez a su esposo?
—Asombro. —Siwon
señaló a otro, poniendo de manifiesto que no pensaba ahondar en la respuesta ni
dar más explicaciones.
—Señor Kim
—dijo el hombre—, ¿cómo reaccionó el señor Choi cuando descubrió que usted
había vuelto a casarse?
¿Cómo habían
descubierto ese detalle? En la declaración que había leído Tiffany Hwang no
habían ofrecido el menor detalle sobre Mithra ni sobre su matrimonio. Heechul
vio con el rabillo del ojo que Siwon apretaba los dientes. Era la primera vez
desde que comenzaron que Siwon dejaba entrever sus emociones.
—Otra pregunta
—terció Siwon antes de que él pudiera responder.
—Señor Kim
—dijo otro periodista—, ¿le ha solicitado el divorcio al señor Choi?
Heechul vio que
Siwon apretaba los dientes de nuevo y se apresuró a responder antes de que él
perdiera los estribos.
—De momento,
nos limitamos a intentar asimilar la información, no hemos tomado decisión
alguna sobre el futuro. —Señaló a otro periodista.
—Señor Kim,
tenemos entendido que tiene usted un hijo. ¿Han verificado los análisis de ADN
que el señor Choi es su padre?
—No vamos a
hablar de los niños —intervino Siwon antes de que Heechul pudiera responder—.
Cualquiera que se atreva a poner en tela de juicio algún tema relacionado con
nuestros hijos se las verá personalmente conmigo.
Heechul sintió
que la paciencia de Siwon se agotaba.
—Una pregunta
más —dijo al tiempo que señalaba a un hombre calvo sentado en la cuarta fila.
—Señor Choi,
teniendo en cuenta que en Seúl se establecen bienes gananciales en el
matrimonio, ¿qué acciones ha emprendido para evitar que el señor Kim y su
abogado soliciten el divorcio e intenten arrebatarle la mitad de sus bienes? A
estas alturas, se da por hecho que eso es lo que va a suceder. ¿No le resulta
un poco curioso que haya esperado a hacer su aparición cuando su empresa ha
llegado a lo más alto? —El periodista hablaba con un claro deje sarcástico que
puso de manifiesto su deseo de ver derrotado a Siwon Choi.
—Le recuerdo
amablemente que está hablando de mi esposo —le soltó Siwon antes de que Heechul
pudiera intervenir para descartar la pregunta—. Me importa una mierda las
conclusiones que usted saque sobre la situación. La libertad de prensa no le da
derecho a inmiscuirse en mi vida privada. La conferencia ha terminado. —Se
alejó del micrófono, agarró a Heechul de la mano y lo instó a salir del salón
de conferencias tras él.
El asistente de
Siwon los estaba esperando en el ascensor con la puerta abierta cuando salieron
al vestíbulo. Siwon le soltó la mano en cuanto la puerta se cerró tras ellos.
El tic nervioso que había aparecido en su mentón parecía tener vida propia.
Heechul tragó
saliva, ya que no sabía qué hacer ni qué decir. Cuando la puerta del ascensor
se abrió, Siwon se dio un tirón de la corbata y se desabrochó el cuello de la
camisa.
Después de
arrojar la chaqueta en el respaldo del sofá se marchó al dormitorio adyacente. Heechul
soltó un hondo suspiro y cerró los ojos cuando escuchó que cerraba con un
portazo.
La conferencia
no podía haber ido peor. Se moría por ver los periódicos del día siguiente.
La puerta se
abrió detrás de él y entró una marea de hombres trajeados. Tiffany Hwang se
acercó, se quitó las gafas y se pellizcó el puente de la nariz.
—Bueno —dijo
con un suspiro—, ha ido genial. No sé para qué nos molestamos en darle
instrucciones a Siwon.
Hablar con la
vicepresidenta de lo que fuera de la compañía de Siwon no estaba en la lista de
prioridades de Heechul en ese momento. De modo que se alejó en dirección al
dormitorio.
—Yo me lo
pensaría mejor, señor Kim —le advirtió Tiffany al tiempo que se sentaba en un
taburete y aceptaba la copa que le ofrecía uno de los hombres de su equipo—. Es
mejor que le dé tiempo para que se calme.
—Y una mierda.
—Heechul abrió la puerta empujándola con una cadera. Se cerró de golpe en
cuanto entró.
Siwon estaba en
el otro extremo de la estancia, con una mano apoyada en el marco de la ventana
y la vista clavada en el diluvio que caía sobre la ciudad.
—Siwon, lo tuyo
con la prensa es muy fuerte. Ahora entiendo por qué te quieren tanto.
—Lárgate. No
estoy de humor.
Heechul dejó
escapar un sonido a caballo entre una carcajada y un grito.
—No me importa
que no estés de humor. No eras el único presente en el salón de ahí abajo y si
alguien debería estar molesto, soy yo. Que yo sepa, nadie ha puesto en tela de
juicio tu moral ni tus intenciones. A mí me han descrito como un buscon
cazafortunas que ha aparecido en tu puerta en busca de tu dinero.
Al ver que Siwon
no hablaba, Heechul se adentró en la estancia, un poco preocupado por la
posibilidad de que se hubiera tragado en parte semejante tontería.
—Mírame
mientras te hablo. Tengo derecho a verte la cara cuando discutimos.
Él se volvió.
La furia que vio en sus ojos y en la vena que tenía hinchada en la sien le
indicó que había llegado al límite.
—No tienes
derecho alguno en lo que a mí respecta. ¡Renunciaste a tus derechos cuando te
largaste hace cinco años!
—¿Qué quiere
decir eso? ¿Ahora soy yo el culpable de todo este lio?
—Siempre fuiste
demasiado independiente. Te pedí que no hicieras ese ridículo viaje, pero no me
hiciste caso. Tenías que hacer lo que te daba la gana, como siempre, y ahora
mira lo que tenemos encima.
Heechul entornó
los ojos.
—Menudo hijo de
puta. ¿Cómo te atreves a decirme eso, a echarme en cara algo que ni siquiera
recuerdo? Tal como tú mismo me recordaste ayer, soy tu esposo, no un peón
insignificante que puedas manejar como quieras y al que puedas tratar como si
fuera un despojo.
Se dio media
vuelta para marcharse, pero él atravesó el dormitorio, lo agarró de un brazo y
lo obligó a volverse antes de que pudiera salir.
—¿Mi esposo?
Esa es buena. Ayer no querías ni oír nada del tema y ahora que te conviene,
ahora que puedes usarlo, vas y me lo echas en cara, ¿no?
—Quítame las
manos de encima.
—¿O qué? —Lo
pegó contra la pared—. Si eres mi esposo, ¿no tengo derecho a tocarte? ¿O es
que eres tú el único con derechos? Ahí abajo hay un montón de reporteros, ¿por
qué no bajas a decirles lo imbécil que soy? Están buscando algo más para
publicar sobre mí.
El calor que
irradiaban sus manos le abrasaba la piel de los brazos, por debajo de la
chaqueta. En sus ojos brillaba un fuego aterrador, algo peligroso. Heechul
sintió que se le aceleraba el pulso y sus sentidos cobraron vida en cuanto
captó el olor almizcleño de su colonia.
Los hombres
arrogantes y dominantes no le gustaban. En absoluto. Nada de nada.
Así que ¿por
qué le latía el corazón como si estuviera a punto de salírsele del pecho?
—Suéltame —dijo
con toda la calma de la que fue capaz.
Siwon apretó
los dientes y atrapó su mirada. Los segundos pasaron lentamente y durante el
silencio que se produjo, la emoción que había experimentado en el parque surgió
de nuevo entre ellos, desterrando el enfado de Heechul y provocándole un gran
arrepentimiento.
—Joder. —Siwon
lo soltó y se dio media vuelta.
Él lo aferró
por un brazo.
—Siwon...
Cuando volvió a
mirarlo, su expresión se había suavizado. Y algo en esa mirada le llegó a lo
más hondo del alma. Una sensación para la que no estaba preparado y que ni
siquiera esperaba.
—¡Joder!
—repitió Siwon mientras le enterraba las manos en el pelo y lo acercaba para
besarlo.
Esos labios
sensuales se posaron sobre lo suyos. Su lengua, ardiente e implacable, se
introdujo en su boca en cuanto él se lo permitió. Antes de darse cuenta de lo
que hacía, Heechul levantó el otro brazo y lo aferró por los codos. El deseo se
apoderó de él, se concentró en sus entrañas y se extendió por todo su cuerpo.
Siwon lo pegó a
la pared y el cariz del beso cambió por completo. El contraste de texturas
entre sus cuerpos le abrumó. Siwon era duro y firme, pero sus labios resultaban
suaves y sensuales. El deseo se avivó, provocándole un escalofrío.
No quería
apartarse de él. Ansiaba mucho más. Más caricias.
Más besos.
Ansiaba sentir más el roce de su cuerpo pegado al suyo. Se echó a temblar
cuando sintió que le acariciaba el pelo y bajaba las manos por sus hombros
hasta detenerlas en la cintura. El roce de sus dedos, cada caricia de esas
manos, le provocaba un escalofrío.
Sus deliciosos
labios le recorrieron el mentón, arrancándole un gemido. Heechul le enterró las
manos en el pelo, ansiosa por sentir el tacto de su cabello rubios en los
dedos.
Después, echó
la cabeza hacia atrás y le ofreció el cuello. El roce de sus labios al
descender hizo que se estremeciera.
«Más, más,
más», repetía su mente sin cesar.
Sentía un
hormigueo en su entrepierna. Un dolor palpitante que necesitaba ser saciado. Y
solo Siwon podía hacerlo. En ese momento él comenzó a desabrocharle la chaqueta
y se la pasó por los hombros, aunque se la dejó a mitad de los brazos,
inmovilizándola. Los botones de su camisa fueron abriéndose uno a uno.
Siwon se apartó
lo justo para contemplarlo y soltó un gemido. Un gemido de deseo. Mientras lo
observaba, Heechul sintió un hormigueo en la piel y se le endurecieron los
pezones en cuanto sus manos lo acariciaron, torturándolos y pellizcándolos.
Lo deseaba. Eso
era justo lo que necesitaba. Cuando Siwon lo besó de nuevo, se entregó a él con
ansia, devolviéndole las caricias con la lengua y gimiendo al sentir su dura
erección contra el abdomen.
—Sentirte así
es increíble — murmuró Siwon sin apartarse de sus labios al tiempo que le
pellizcaba los pezones, provocándole una oleada de deseo—. Se me había olvidado
tu sabor.
Heechul forcejó
para liberar los brazos y cuando por fin lo consiguió, le sacó la camisa de los
pantalones. Necesitaba tocarlo, ansiaba sentir su piel desnuda contra la suya.
—Más —susurró
contra sus labios, besándolo una y otra vez.
El sentido
común lo abandonó. Sintió que el fuego lo abrasaba cuando él le levantó una
pierna, que se colocó en torno a una cadera, tras lo cual le abrió el pantalón para
poder acariciarlo a placer.
No era
suficiente. Heechul necesitaba sentir el roce de su piel, necesitaba su calor.
Siwon llevaba
demasiada ropa. «¡Joder!», pensó. No podía desnudarlo tan rápido como quería.
Forcejeó con su cinturón y después con el botón de sus pantalones mientras su
boca lo devoraba y lo acariciaba por encima de sus boxer al tiempo que se
frotaba contra él para que sintiera la palpitante erección que le había
provocado. Una promesa de todo lo que Heechul quería y necesitaba. De todo lo
que ansiaba, aunque hasta ese momento no era consciente de ello.
Alguien aporreó
una puerta cercana.
Heechul levantó
más la pierna, frotándose contra él. La fricción le provocó un intenso placer
que le arrancó un gemido.
—¿Heechul? —Donghae
lo llamó desde el otro lado de la puerta—. Hyukjae ha llegado con tus padres.
¿Va todo bien?
«No, mierda. No
va nada bien. Lárgate.»
—Pasa de él
—murmuró Siwon mientras le besaba en el mentón, en una oreja y después en el
cuello al tiempo que introducía los dedos bajo sus boxer, acercándose allí
donde más lo deseaba.
—¿Heechul? —Donghae
volvió a llamar a la puerta.
«¡Joder!»
¬¬ que alguien no le enseño a ese pecesito que cuando dos están en una habitación llena de gemidos, no se molesta y menos con "llegaron tus padres"...eso no se vale!!!!
ResponderEliminarme va a dar una hernia esperando tres días para ver que no van a seguir y van a quedar frustrados! ;___;
Eish....quien hbra sidola magnifica prsona que dio infornacion sobre la situación? O es que ese reportero sugue a siwon a sol y a sombra?
ResponderEliminarporque no pudo ser sulli ...cierto
Eish mas que a los reporteros,hee y siwon deben idiar a hae