Deseo Prohibido- Capítulo 16



Kevin tomó la promesa de Yesung como una gran victoria. El hombre no tenía manera de saber que él nunca pediría su muerte. Lo necesitaba demasiado para desperdiciar su sangre en perfecto estado, en favor de la justicia.

Yesung tampoco necesitaba saber que Wook estaba perfectamente bien, y que la droga que había respirado se desvanecería en pocos minutos, dejándolo con nauseas, pero sin ningún daño permanente.

El pánico de Yesung fue un punto que Kevin no pudo rehusarse a utilizar. Ahora tenía otro candidato para sus experimentos de fertilización. No había sido un mal día de trabajo.

Kevin tomó el brazo que Yesung le ofrecía, mandando a dormir al hombre, para evitar más desafortunados accidentes. El cuello de Kevin aún seguía tieso por lo de ayer.

Simon estaba sobre ellos, observando, así que Kevin terminó de alimentarse de la poderosa sangre de Yesung e hizo una representación de la curación de Wook.

Le llevó poco esfuerzo acelerar los efectos del anestésico en su sistema y despertarlo. Mientras estuvo en ello, curó las pequeñas quemaduras que tenía en los dedos y la contusión que detectó en las paredes de su entrada.


El pequeño Wook ya no era virgen, un hecho que Kevin encontraba prometedor, considerando que Yesung ahora era su conejillo de indias personal.

—Estará bien —le dijo Kevin a Simon—. Solo necesita descansar un rato. Mantendré a Yesung aquí un poco más.

—Si él se queda, yo también —dijo Wook con voz aturdida.

—Entonces, yo me quedo también —dijo Simon, claramente desconfiando de las intenciones de Kevin.

Kevin se encogió de hombros.

—Haz lo que quieras, no voy a hacerle nada que él no me diera derecho a hacer.

Les dejó observar. No le importaba. Yesung era suyo ahora, y tenía la intención de sacar el máximo partido del nuevo sujeto. Le dio a Yesung el suero de la fertilidad en el que había estado trabajando, y lo implantó con un insaciable apetito sexual. Entre esas dos cosas, sabría en uno o dos meses, si la cura había funcionado.



El dolor de Henry había ido empeorando durante el día.

Sabía lo que significaba. Sabía que el sordo dolor en la espalda significaba que había llegado el momento. La cosa dentro de él, estaba lista para nacer.

La oscuridad parecía cernirse sobre él, empujándole el frío de las paredes de la cueva contra la piel. Extrayéndole el calor de la sangre, y junto con eso, la esperanza de que Wook y el otro hombre lo encontraran antes de que fuera demasiado tarde.

Nadie había venido, y hasta ahora, no se había dado cuenta, cuánta esperanza había puesto en la estúpida idea de que pudieran encontrarlo. Habría estado mejor si no esperara nada, porque ahora la pérdida de esa esperanza era demasiado para mantenerse en pie.

Debajo de la piel estirada del tenso vientre, la cosa se movió, deslizando una protuberancia bajo la superficie.

Henry deseó no odiarla. Deseó haber tenido algún tipo de instinto paternal, que lo hubiera ayudado a pasar a través de estos largos meses. Por mucho que lo intentara, no podía imaginar a un bebe de verdad con la suave piel rosada y un dulce olor. Todo lo que podía ver era los colmillos de Sooman, la forma en que su sudor se aferraba a su pálida piel gris, y sus demasiado largos dedos cuando le sujetaba.

Empujó lejos los recuerdos y se concentró en mantener las emociones controladas. Cada vez que tenía miedo, la necesidad de llegar a Wook era más difícil de resistir.

Desafortunadamente, tenía un miedo mortal. La cosa dentro de él nacería en las próximas horas, y fácilmente podría matarlo. Y si eso no lo hacía, sabía que su futuro podría. Una vez que esa cosa naciera, Sooman vendría a él otra vez. Lo lastimaría de nuevo.

De alguna manera, la muerte parecía lo mejor.

Otro espasmo de dolor se apoderó de la espalda. Tomó aliento y lo pasó a través de los dientes.
Henry no llamaría a Wook. No iba a pagar los años de compañía y bondad de su hermano, permitiéndole sufrir el nacimiento de esta cosa, junto con Henry.

Wook se merecía algo mejor.

—Es el momento, ¿no? —escuchó a Sooman desde las profundidades de las sombras fuera de la celda.

—No —mintió Henry.

—¿Aún no lo has llamado?

—¿A quién? —le preguntó solo para molestarle.

Sooman salió de su escondite a donde pudiera verle. La expectación brilló en los ojos negros. El sonrió y abrió la puerta para entrar.

—No te preocupes. Puedo ser paciente.

—Espera cuanto desees. No voy a llamarlo.

—Lo harás —las palabras sonaron con total confianza—. Antes de que nuestro hijo nazca, lo harás.



Yesung se despertó en su propia cama. La luz del sol se filtraba a través de las persianas cerradas, dando un tenue resplandor a la habitación. Wook estaba a su lado, acurrucado contra el cuerpo. Sus delgados dedos extendidos encima de la cintura y su mejilla descansando contra el corazón.

Estaba un poco confundido sobre cómo había llegado aquí. Lo último que recordaba era estar en la habitación de Kevin.

Se giró hacia el reloj junto a la cama, para ver cuánto tiempo había pasado. Enfrente, ocultando los números rojos, estaban colocadas cuatro botellas de bebida deportiva. Una nota estaba pegada sobre una de ellas.

Rehidrátate. Vas a necesitarlo. K.

Kevin.

Entonces, el ataque a Wook y el juramento de sangre no habían sido un mal sueño.
En el espacio de un latido de corazón, revivió todo el evento. El pánico al saber que algo le había pasado, el miedo a perderlo, la necesidad de hacer lo mejor y no dejar que nunca le pasara nada de nuevo. Todo se estrelló contra él, robándole el aliento.

Yesung se dio la vuelta y envolvió el brazo a su alrededor, dando gracias a Dios porque estaba a salvo.

Wook se retorció en el excesivamente apretado abrazo, así que relajó la presión. Su pecho le rozó el pecho desnudo y pudo sentir el terciopelo de sus pezones contra la piel.

Estaba desnudo. Podía sentirlo ahora, todo era piel suave y cálida deslizándose contra él.
Ambos estaban desnudos.

Yesung no podía recordar cómo había pasado, pero antes de que pudiera reflexionar sobre ello, un muro de lujuria se estrelló contra él, poniéndole duro. Apretó los dientes y luchó por no aplastar a Wook con el abrazo.

Los ojos de Wook se abrieron y le dedicó una sonrisa tan dulce que casi le rompió el corazón.

—Estás despierto —susurró—. ¿Cómo te sientes?

Con ganas de empujar la polla dentro de él. Sin embargo, no lo dijo. Mantuvo los labios apretados, sabiendo que si los abría, lo besaría. Y si lo besaba, no podría detenerse hasta empujar duro y profundo.

Wook frunció el ceño y se puso de rodillas, presionándole su mano contra la cabeza como si comprobara si tenía fiebre.

—¿Estás bien? Kevin dijo que tenías que beber mucho.

Él entendió sus palabras, pero no pareció preocuparse en responder. Su pecho estaba hermosamente desnudos, flotándole cerca de la cabeza. Wook se extendió sobre él a por una botella de plástico, y Yesung no pudo evitar moverse lo suficiente para capturar su pezón con la boca.

Wook abrió la boca y se acercó más, deslizándose sobre él y se alineó de manera que él no tuviera que estirar el cuello para alcanzarlo.

Lo agarró por los hombros, manteniéndolo quieto, mientras besaba el camino hasta el otro pecho, para poder probarlo también.

—No estoy seguro si deberíamos estar haciendo esto —dijo, jadeante—. Estás deshidratado.

A él no le importaba una mierda en este momento. Lo único que le importaba era si Wook estaba lo suficientemente preparado para tomarle.

Wook se apartó, y le dejó ir sólo porque realmente lo quería tener debajo de él. Pero antes de que pudiera moverse para ponerlo ahí, se escabulló y rodó sobre su cuerpo hasta que estuvo de pie en el suelo junto a la cama. Agarró una de las botellas y la empujó hacia él.

—Bebe. Órdenes del Zea.

Si eso es lo que se necesitaba para conseguir que Wook le complaciera, lo haría. Se sentó, arrancó la tapa y se bebió la botella, mirándolo todo el tiempo. Un hilo se le escapó por la comisura de la boca y los ojos de Wook lo siguió por el pecho.

Se lamió los labios cuando Yesung tiró la botella vacía al suelo.

Wook se arrodilló en el borde de la cama y se inclinó hacia adelante. Su lengua encontró la piel, siguiendo el camino que el líquido había hecho bajándole por el torso.

El cuerpo de Yesung se endureció. Le sintió deslizarse dentro de la cabeza, husmeando dentro. No quería que Wook viera lo salvaje que era su necesidad por él, cómo consumía y demandaba. Quería ser amable. Ir despacio. Compensar lo que había hecho antes.

Lo agarró de los brazos y tiró de él hasta que pudo besarlo. Su boca era suave y dulce contra la suya. Sus labios se abrieron para permitirle deslizar la lengua y probarlo.

Yesung gimió, sabiendo que ninguna otra persona jamás sabría la mitad de bien o se le subiría a la cabeza como Wook lo hacía. No importaba cuánto se esforzara, no podía resistirse a él. Era su debilidad, y al mismo tiempo, todo lo que él había querido.

Esta vez no iba a perder el control. Esta vez lo atesoraría, iría despacio y le daría el placer que se merecía. Incluso si eso le mataba.

Las manos de Wook le recorrieron el pecho, haciendo que la marca de vida se estremeciera con deleite. Sus dedos fueron cálidos y suaves mientras le masajearon, atrayéndole más cerca hasta que la respiración se estrelló contra su boca.

Separó sus labios y le miró. Sus pupilas se dilataron y sus iris se hicieron pequeños, sus parpados bajos y pesados, como si se le dificultara mantener abiertos sus ojos. Un rubor rosa se extendió sobre su cuello y su pecho, tan hermoso que no pudo detenerse a sí mismo de besarlo.

Siguió su camino bajando por su cuello, mordisqueando y besando mientras se movía. El pulso de Wook golpeó contra su cuello. Él movió la lengua por la Luceria, y eso le envió una descarga de poder a través del cuerpo.

Su inhalación brusca le dijo que Wook también lo había sentido.

—¿Te gusta? —le preguntó.

Un incoherente gemido fue su única respuesta, pero Wook inclinó la cabeza a un lado, invitándole a hacerlo de nuevo.

Él lo hizo, y esta vez, la descarga fue directa a la entrepierna, haciéndole sisear por el placer.

El vínculo entre ellos latía con fuerza, y pudo sentir una clase de frenética necesidad derramarse de él. Lo reconoció como frustración sexual, y él no quería hacer nada más que aliviarla, pero no hasta que Wook estuviera listo. No podía soportar la idea de lastimarlo otra vez.

Wook se le sentó a horcajadas sobre el estómago, buscando entre las sabanas detrás de él para tomar la polla en su delicada mano. Sabía que intentaba ponerle dentro de sí mismo, pero no era el momento para eso.

—Aún no. Pronto.

Un fiero gruñido se formó en su boca, haciéndole parecer un hombre que no aceptaría un no por respuesta. Sus dientes blancos brillaron, sus labios estaban hinchados y rojos por sus besos, y en ese momento, él no podía pensar en una sola cosa más allá que conseguir tener sus labios alrededor de la polla.

Yesung sabía que se suponía que no debía de estar pensando en eso, pero no podía evitarlo.

—¿Es lo que quieres? —le preguntó, mirándole fijamente.

«Infiernos, si». No había manera de que mantuviera los pensamientos para sí mismo. Ni siquiera lo había intentado. Le dejó ver lo que quería. Le dejó ver su cabello blanco derramarse sobre los muslos cuando le chupara con su dulce boca. Le dejó ver sus muslos abiertos cuando él le devolviera el favor, lamiendo y chupando hasta que culminara contra la boca.

El cuerpo le vibró con tenues temblores cuando Wook avanzó hacia la ingle. Las sábanas le cubrían la erección, pero no la ocultaban. El retiró la tela y se deslizó sobre la erección en una sensual caricia.

Yesung se estremeció, apretando los puños para evitar ponerlo abajo, dónde él lo quería. Necesitaba ser amable. Cuidadoso. No podía lastimarlo como había hecho la última vez.

De hecho, no debería estar haciendo esto, en absoluto.

—No vas a herir mi boca —le dijo Wook.

Antes de que él le pudiera responder, Wook descendió entre los muslos, con una gracia natural que le hacía parecer como si hubiera estado haciendo esto durante años.

Calor húmedo se cerró alrededor de la polla cuando deslizó sus labios sobre él. Su lengua se arremolinó sobre la punta, lamiendo las gotas que él no pudo evitar derramar en su excitación. Con voraz entusiasmo, Wook le lamió y le chupó, aprendiendo lo que a él le gustaba, arrancándole una cadena de maldiciones ardientes de los labios. Pudo sentirlo en la cabeza, deslizándose a través de los pensamientos, y la intimidad sólo sirvió para ponerle más caliente.

No iba a durar mucho a este ritmo. Toda su inocencia y excitación iban a matarle, y que lo condenaran si él se aliviaba otra vez, antes de que Wook culminara primero. Era una cuestión de orgullo. Su pequeño nunca se iría otra vez sin el grito del placer que se merecía. Y algo más.

Antes de olvidar las buenas intenciones, alejó su dulce boca de él y le puso de espaldas hasta que su cabeza colgó al final de la cama. Él levantó sus pies, se los colocó sobre los hombros y se movió hasta que sus muslos le cubrieron los brazos.

De esta manera, el contraste entre la fuerza de él y la fragilidad de su pequeño fue sorprendente. Los brazos eran tan gruesos como sus piernas, recordándole lo frágil que era.

—Puedo tomar lo que tengas para darme —le aseguró Wook—. No voy a romperme.

Su confianza en él era humillante. Y derribaron muros que ni siquiera sabía que había construido, desnudándole de maneras que nunca antes había hecho con ninguna otra persona.

Tan grande y fuerte como era, Wook le hacía temblar.

Yesung giró la cabeza y besó su muslo, justo encima de su rodilla. Deslizó la lengua sobre su piel, dejando un rastro caliente y húmedo con el ligero y suave toque. Cuando movió el cuerpo sobre él, sus piernas se extendieron.

—Voy a besarte —le dijo—. Haré que estés lo suficientemente preparado para tomarme todo.

Wook se estremeció, y Yesung sintió un pico de lujuria lanzarse a través del vínculo. La lujuria de su amante.

Una sonrisa de victoria le ensanchó la boca mientras se inclinaba para besarlo y lamerlo, y darse un festín con él.



Wook se estaba muriendo. Tenía que ser así. Nada excepto la muerte podía sentirse con esta intensidad.

Sabía lo que le estaba pasando. Había estado dentro de la mente de otras personas cuando habían alcanzado el clímax, pero nada fue como esto. No estaba seguro si la conexión mental o la distancia física habían atenuado esas sensaciones, o si él de alguna manera sentía cosas diferentes, pero ahora, no podía concentrarse lo suficiente para entenderlo.

La boca y los dedos de Yesung lo estaban elevando, empujándolo a algo deslumbrante y hermoso. 
Agarró su pelo, sin estar seguro de si quería alejarle o acercarle. Estas sensaciones eran demasiado intensas para resistirlas. Sólo el conocimiento de que él no le haría daño, alejó la inquietud.

Sintió encenderse la conexión entre ellos; luego su presencia enorme en su mente, instalándose ahí como si hubiera sido parte de él toda la vida. Era cálido, fuerte y exigente. Yesung encontró su lujuria y la intensificó con la suya propia, dejándole ver lo mucho que le quería. Imágenes de ellos juntos enredados en posiciones sensuales revolotearon a través de él, enseñándole todas las cosas que pretendía hacerle.

Las terminaciones nerviosas de Wook estaban en llamas cuando el placer golpeó. Esas imágenes y la sensación de Yesung profundamente arraigado en la mente, le enviaron a volar y lo desintegraron cuando el cuerpo comenzó a contraerse. La intensidad fue impactante, casi dolorosa. Sólo la sensación de victoria y satisfacción que sintió venir de Yesung, le dijo que era seguro dejarse llevar.

Se arrojó a sí mismo al placer y confió en Yesung para mantenerle seguro cuando la siguiente ola le golpeó.

Lentamente, el cuerpo se relajó cuando una clase de calor vibrante se apoderó de él.

El cuerpo se asentó sobre la cama, cuando Yesung lo movió. Hasta entonces no se había dado cuenta que había estado a punto de caer.

Yesung se cernió sobre él, regalándole la sonrisa más sexy que alguna vez había visto.

—Me siento mejor ahora —le dijo.

—¿Te sientes mejor?

—Mucho. Adoro verte correrte.

Aún estaba necesitado. Podía sentirlo fácilmente, en su mente y su cuerpo, y aún así, no estaba precipitándose contra él como había hecho antes. Quería aliviar su necesidad y darle el placer que Yesung acababa de darle.

Wook se sentía lento y lánguido, pero tenía una fuente interminable de poder dentro, así que sacó algo de sí mismo y usó una fuerte explosión de magia para empujar a Yesung sobre la cama.

—Mi turno —le dijo, montándole como había querido hacer antes.

Su boca se apretó con la lujuria, entonces, se inclinó para besarle. Yesung le dio lo que quería, encontrando cada empuje de su lengua con la suya. El movimiento deslizante ocasionó que el calor se le acumulara en el vientre y su entrepierna. El hambre dentro de él que Yesung había apagado recientemente, comenzó a crecer otra vez.

Wook necesitaba sentirse lleno por él. Necesitaba sentirle en el interior, acariciándole profundamente. Era lo único que podía saciar la necesidad.

Fue un poco torpe cuando maniobró para unirlos, pero Yesung fue paciente, dejándolo llevar su propio ritmo. Yesung era grande, y aún podía sentir la estrechez mientras el cuerpo hizo lugar para él. La sensación corrió a lo largo de la espina dorsal, haciéndole estremecerse. Sólo quería deslizarse y tomar todo de él, pero sus manos sobre las caderas lo detuvieron, meciéndolo, haciendo que fuera más lento.

—Estás matándome —le dijo.

—Me niego a herirte de nuevo.

—Entonces déjame moverme.

—Pronto —el sudor bordeaba a lo largo de la línea de su cabello, y los tendones en su cuello se destacaron, diciéndole que no era el único que sufría.

En lugar de discutir con Yesung sin sentido, simplemente se concentró en el vínculo entre ellos y lo inundó con todo lo que estaba sintiendo.

Yesung contuvo el aliento. Sus dedos se apretaron sobre las caderas y lo empujó hacia abajo, haciendo todo el movimiento.

Wook nunca se había sentido tan lleno. Luchó por respirar, sintiendo los músculos apretarse alrededor de él. Era una clase extraña de plenitud, tenerle en el cuerpo y la mente, al mismo tiempo. 
Podía sentir todo lo que él sentía. Desde el vibrante placer sobre su erección hasta el débil movimiento de su cabello por el ventilador del techo.

Yesung necesitaba que se moviera. Podía sentirlo ahora. Entonces Wook se movió.

El gemido de placer que Yesung dejó escapar, fue la cosa más dulce que había escuchado. Lo atrajo hacia abajo contra su pecho, girándolo debajo de él, y comenzó un lento movimiento deslizándose y retirándose.

La primera vez no había sido nada como esto. Ahí no había dolor, ni tensión, sólo el roce de piel contra piel y su hambrienta boca sobre la suya.

El placer se construyó en él. Podía sentirlo creciendo en ambos, tan fuerte y exigente como para resistirse. Yesung le susurró sus pensamientos, uniéndolos en una manera que no creía que pudiera existir.

Su poderoso cuerpo se elevó cuando su necesidad se incrementó. Sintió el placer construirse en Yesung cuando se abrió a sí mismo a él. La conexión entre ellos aumentó y vibró con poder.

Yesung le levantó las caderas con una mano, apretándolo contra él de una manera que trajo lágrimas a los ojos y le robó el aire de los pulmones. Entonces todo se vino abajo. El cuerpo de Yesung se tensó cuando lo penetró profundamente. Se hinchó dentro de él, y el primer chorro caliente de su liberación se impulsó en su centro, lanzándolo al clímax.

Wook gritó, sosteniéndolo firmemente cuando su liberación lo llenó. Las olas atravesándole latieron al mismo tiempo con él, mezclando las sensaciones juntas en una confusa sensación de perfecta continuidad. Pareció durar para siempre, pero una vez que terminó, fue demasiado pronto.

Ambos aún respiraban con dificultad cuando Yesung les giró y lo colocó encima de su pecho. Aún estaba duro dentro, palpitando al mismo ritmo rápido de su pulso cardíaco. El sudor de la espalda se enfrió, pero por delante, estaba maravillosamente cálido.

Yesung no se alejó esta vez. Él aún estaba en su mente tan profundamente como estaba en su cuerpo.
Razón por la cual podía escuchar sus pensamientos. No sólo estaba pensando entregarlo a otro hombre, sino también planeaba dejarlo aquí cuando fueran a rescatar a Henry.

—No me importa lo bueno que seas en la cama —le dijo, levantándose sobre su pecho para mirarle hacia abajo—. No hay manera de convencerme para que me quede atrás.

Él abrió su boca y dijo algo, pero Wook no pudo entender ni una palabra. Todo lo que escuchaba era el sonido de su nombre con un grito de dolor haciéndole eco en el cráneo.

Henry. Henry estaba tratando de alcanzarlo.

Wook se abrió a sí mismo y tomó algo del poder de Yesung para encontrar de dónde venía el contacto. Tan pronto como lo hizo, un choque de dolor se disparó atravesándole el cuerpo, haciéndole sacudirse contra Yesung. Nunca antes había sentido nada como esto. Le cortó la respiración y su mundo se redujo hasta un punto de luz. Todo lo demás se volvió gris.

Se escuchó a sí mismo gritar, sintió las manos de Yesung sobre el cuerpo y sus pensamientos en la mente.

—Henry.


«Lo siento» escuchó el sollozó de su hermano. «Lo siento tanto». 


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...