El dolor le
atenazaba el pecho, destrozándole lo poco que le quedaba de corazón. Escucharía
lo que tuviera que decir ese joven por Hyukjae.
Después se marcharía. No era
capaz de aguantar semejante recordatorio de todo lo que había perdido.
Los siguió al
salón, donde los sofás de cuero que Sulli le había ayudado a escoger formaban
una ele. El joven estaba en el centro de la estancia, con la vista clavada en
los rascacielos de Seúl, pero al cabo de unos segundos se volvió para examinar
la habitación. No sabía qué estaba mirando, ni lo que buscaba, pero cuando se
dio cuenta de que miraba las fotografías de Sulli, de Hyukjae y de Jungwoo, su
paciencia se agotó.
Sulli le dio un
tirón del brazo y le susurró:
—Papi...
Pero no le
prestó atención.
—Dígame por qué
ha venido, señor... ¿Cómo ha dicho que se llama?
Él dio un
respingo y se volvió hacia él, y a juzgar por cómo abrió los ojos, Siwon supo
que la estupefacción había desaparecido de su cara, reemplazada por el hielo
que sentía en su interior. Un hielo que había erigido a lo largo de los años
para poder sobrevivir.
Vio cómo el joven
hacía aparecer un escudo invisible, vio cómo sus ojos se endurecían, como si
estuviera viendo a un desconocido. Como si la conexión que habían sentido en la
calle nunca hubiera existido.
—Su esposo
murió en un accidente aéreo hace unos cinco años, ¿es correcto?
Al ver que no
contestaba, él añadió:
—Murió aquí, en
Seúl. ¿Es correcto?
—Ya parece
conocer las respuestas. ¿Por qué ha venido? — repitió Siwon.
—Hace año y
medio me vi involucrado en un accidente tras el cual acabé en coma. —Alzó una
mano y se frotó un punto de la cabeza—. Cuando me desperté en el hospital no
recordaba el accidente ni nada de mi vida anterior. Los médicos dijeron que el
accidente afectó a mi memoria a largo plazo. Lo llaman «amnesia retrógrada». Me
han dicho que me vi involucrado en un accidente de coche. Pero ya no estoy tan
seguro.
—¿Por qué no?
—preguntó Hyukjae, que también lo observaba con detenimiento.
El joven lo
miró.
—Mi marido
murió en el avión que se estrelló hace unas cuantas semanas. Después del
accidente, cuando revisaba algunos de sus documentos, encontré pruebas que
sugieren que estuve en una clínica privada aquí, en Seúl, durante ese coma, no donde
me habían hecho creer. Y que el coma duró casi tres años, no cuatro días. No
estoy seguro de por qué mintió mi marido ni lo que quiere decir todo esto, pero
he venido a Seúl en busca de respuestas. Ayer acudí a un abogado para que me
aconsejara. Él me reconoció y me dijo que me parecía mucho a Choi Jungwoo —Miró
a Siwon—. Su esposo.
A Siwon le daba
vueltas la cabeza y el corazón le atronaba los oídos. La historia era ridícula. Una
locura. Imposible que fuera verdad.
—¿Cómo se llama
el abogado? —quiso saber Hyukjae.
—Park Donghae.
Hyukjae miró a Siwon.
Sabía lo que Hyukjae estaba pensando. Pero no podía ser él. Sí, se parecía
muchísimo a él, pero una vez superada la estupefacción inicial se daba cuenta
de que no era el mismo. La nariz de Jungwoo era distinta, y sus mejillas no
eran tan afiladas.
La madurez
podía cambiar el rostro de una persona, incluso un poco su forma, pero no la
estructura ósea. Además, Jungwoo estaba muerto. Murió en el accidente aéreo. Lo
enterraron. Daba igual que nunca recuperasen el cuerpo. Nadie sobrevivió al
accidente.
—Donghae cree
que puede ser Jungwoo —repitió Siwon—. Por eso ha venido.
—No. No del
todo. De hecho, no sabe que he venido. Me dijo que no viniera, pero yo... —Se
mordió el labio y rebuscó en su bolsa. Miró a Sulli, que estaba de pie junto a Siwon,
y el instinto protector se apoderó de él, instándolo a pegar a su hija contra
su costado. Con dedos temblorosos, el joven le ofreció una fotografía—.
Encontré esto en una caja de seguridad en mi casa.
A
regañadientes, Siwon cogió la foto. La miró. Y tuvo la sensación de que se
abría un agujero bajo sus pies.
Sulli puso los
ojos como platos al ver la foto que él tenía en la mano.
—Soy yo.
Siwon levantó
la cabeza. Cuando el joven miró a Sulli y se apartó el pelo detrás de la oreja,
atisbó una marca de nacimiento rosada justo por debajo de la oreja izquierda,
allí donde se unían el cuello y el mentón. Un corazón invertido. En otro tiempo
besó, lamió y mordisqueó esa marca tantas veces que la conocía como si fuera
suya.
La esperanza
estalló en su pecho. Era él. Estaba vivo. Era...
Hizo ademán de
abrazarlo. Él retrocedió para alejarse de sus manos, y cuando sus ojos se
encontraron, Siwon por fin comprendió lo que no veía en su mirada:
reconocimiento y amor. Solo había vacío y desconfianza.
Su reacción en
la calle lo golpeó con fuerza. Y la esperanza se vio apagada de golpe por un
jarro de agua fría.
«Accidente.
Amnesia retrógrada... Vivo.»
Sintió cómo la
bilis le subía por la garganta. La habitación se le cayó encima tal como
sucedió el día de su entierro, cuando la realidad de haberlo perdido para
siempre lo golpeó como una tonelada de ladrillos.
Sin embargo, no
lo había perdido. Estaba allí. Era real. Daba igual lo que había sucedido para
que su aspecto cambiara, algo permanecía invariable. Estaba vivo. Jamás se
había subido a ese avión. Llevaba en Seúl todo ese tiempo y nunca lo había
buscado. Nunca se le había ocurrido buscarlo.
No conseguía
respirar. La fotografía cayó al suelo, a sus pies. Tenía que alejarse de él.
Tenía que alejarse de todos ellos antes de perder los papeles por completo.
Salió de la
estancia. No sabía adónde leches iba. A su espalda escuchó que Hyukjae
mascullaba:
—Esto... denos
un momento, ¿vale?
Consiguió
llegar a la cocina. Apoyó las manos en el frío mármol de la encimera, agachó la
cabeza y se concentró en respirar. Inspirar y espirar. Inspirar y espirar. Rezó
para que eso aliviara el lacerante dolor que sentía en el pecho.
«Mantén la
calma por Sulli», se ordenó.
Cerró los ojos
y contuvo las lágrimas. De todas las posibilidades que había imaginado a lo
largo de los años, esa no se le había pasado por la cabeza. En todas ellas, al
menos en las que estaba vivo, Jungwoo se había emocionado al verlo tanto como
se emocionaba él. Pero ese joven, el tal Kim Heechul, no lo conocía. No corría
hacia sus brazos. No le estaba declarando su amor. Se había quedado allí
plantado, mirándolo como si fuera... cualquier persona.
Y había dicho
que tenía un marido. El dolor lo atenazó hasta tal punto que le costaba
muchísimo respirar. Se había casado de nuevo. Su vida había continuado mientras
que él se había quedado anclado en el tiempo, dejando que su recuerdo fuera lo
único que lo ayudaba a vivir un día tras otro.
—Siwon.
Hyukjae. Joder,
debería haber sabido que Hyukjae lo seguiría.
No se volvió,
era incapaz de enfrentar la mirada de Hyukjae.
—No nos
reconoce —dijo, en cambio.
—No, no nos
reconoce. No tiene por qué ser él.
—Es él. Ya has
visto cómo se ha pasado la mano por el pelo. Y tiene la misma marca de
nacimiento cerca de la oreja. —Se le quebró la voz—. Es Jungwoo.
—No lo sabemos.
—Yo lo sé. —Por
fin se volvió hacia Hyukjae—. Yo lo sé. Lo supe en cuanto lo vi.
—Es posible.
Pero las probabilidades son escasas. Mira, admito que se parece a él. Dios. —Hyukjae
se frotó la barbilla—. Y su historia... En fin, podría cuadrar. Pero no lo sabemos con seguridad. Podría ser
un loco que quiere dinero. Siwon, supongo que no tengo que recordarte que eres
casi un famoso. Eso atrae a toda clase de psicópatas. No sabemos que sea él. Se
pueden hacer varias pruebas. Se pueden tomar muestras de ADN, de mí, de Sulli.
—Da igual. Los
dos sabemos que es él, quieras admitirlo o no.
—Tengo que
estar seguro del todo.
Siwon volvió a
cerrar los ojos. Hyukjae estaba muy apegado a la ciencia, lo veía todo en
blanco y negro. Pero esa situación estaba llena de matices de gris.
—No nos
reconoce —repitió.
—Siwon, no te
hagas esto. Todavía no. Esperemos a ver qué averiguamos. Todo podría ser una
enorme coincidencia.
Siwon miró la
cocina. Hacía unos minutos, estaba a punto de prepararle la cena a Sulli. Había
pensado enseñarle fotos del nuevo Audi que Tiffany lo había convencido de
comprar. Después, se sentaría con ella para ver una película. En ese momento...
en ese momento no tenía ni idea de qué hacer.
—Tengo que
salir de aquí. Tú... encárgate tú de todo. Dile lo que quieras. Aceptaré lo que
decidas.
—Siwon...
—Necesito unos
minutos, Hyukjae —le soltó.
No soportaría
mirar de nuevo sus ojos vacíos, saber que no lo recordaba, ni a él ni todo lo
que habían compartido. Se veía incapaz de soportar el dolor. Un dolor que ya
había soportado tanto tiempo atrás. Un dolor que volvía a tragárselo entero una
vez más.
Abrió la puerta
trasera y se marchó antes de que Hyukjae pudiera impedírselo.
Heechul observó
las fotos que había en la repisa de la chimenea mientras Choi Siwon y Lee Hyukjae
hablaban en voz baja en la estancia contigua. La cara de las fotografías se
parecía a la suya, aunque era algo distinta. Un ramalazo de aprensión le
recorrió el cuerpo mientras miraba una foto tras otra. Los Choi en lo que
parecía una excursión campestre. Choi Jungwoo en una cama de hospital, acunando
a un recién nacido. Una foto de boda de Siwon y Jungwoo, recién casados,
vestidos de punta en blanco y con una sonrisa de oreja a oreja.
Se le formó un
nudo en el pecho y se sintió muy acalorado. Si era el de las fotos, no
recordaba ni una sola de esas ocasiones. Sin embargo, la extraña sensación que
tenía en el estómago le indicaba que eso tampoco quería decir que no lo fuera.
Se apresuró a
apartar la mirada de las fotos, ya que no quería pensar en eso todavía, y
examinó la estancia. Nada en esa casa le resultaba familiar. Ni los muebles ni
los cuadros de las paredes, aunque le gustaba el trabajo que había hecho el
decorador de Choi Siwon.
Se volvió descubriendo
la mirada recelosa de Sulli Choi clavada en él. La niña no había pronunciado
una sola palabra desde que Siwon y Hyukjae se fueron a la otra habitación.
Los nervios se
apoderaron de Heechul. Mirar fijamente a Choi Siwon era una cosa. Hacer lo
mismo con su hija, quien a todas luces lo quería fuera de allí, era harina de
otro costal.
No necesitaba
pasar por esa situación. Ya tenía bastantes problemas en su vida: la mudanza a
una nueva ciudad, conseguir que Siwan se acostumbrara a vivir sin su padre,
intentar averiguar qué le había pasado... Y, en ese momento, tenía que añadir a
todo eso un hombre que podría ser su marido y una hija que lo miraba como si
fuera el anticristo.
La cosa no
podía empeorar, ¿verdad?
Hyukjae volvió
al salón y le miró con una sonrisa alicaída. El alivio la recorrió por entero,
como un buen sorbo de vino dulce. Mientras Sulli salía de la estancia sin
mediar palabra, el sentimiento de culpa se apoderó de él. No podía ser fácil
para la niña ver a alguien que se parecía tanto a su appa. Heechul no había
tenido en cuenta los sentimientos de la niña cuando decidió pasarse por allí
ese día. Estaba tan obsesionado con encontrar respuestas que solo había pensado
en sí mismo.
Hyukjae vio
cómo la niña desaparecía antes de mirar a Heechul.
El dolor
demudaba sus facciones. Y el sentimiento de culpa que Heechul sentía se
multiplicó por diez al mirarlo a la cara. Estaba siendo muchísimo más duro para
ellos de lo que había imaginado.
Hyukjae soltó
el aire.
—Creemos que...
esto... que el parecido es tal que merece la pena hacer unas pruebas. El ADN
demostrará su identidad, de una manera o de otra.
Él asintió con
la cabeza y tragó saliva para aliviar el nudo que tenía en la garganta. ¿Sentía
alivio o decepción? A esas alturas, no estaba seguro.
—Sí, esperaba
algo así. Haré que mi abogado se ocupe de todo. Debería ser fácil, solo una
muestra de sangre suya, su hermano, y tal vez de su hija. —Mientras echaba un
vistazo a su alrededor, su nerviosismo aumentó considerablemente. Era evidente
que Choi Siwon no
pensaba volver
para hablar con él—. Debería irme.
—Vale. —Hyukjae
se pasó una mano por el pelo—. Yo... esto... lo acompaño.
Lo acompañó
hasta su coche. No estaba seguro de por qué, pero se sentía cómodo con él,
aunque fuera el tipo que le había dejado esa desagradable nota en su despacho.
Era gracioso... unas cuantas horas antes, ese hombre era su peor enemigo. En
ese momento, parecía su único aliado.
Algo ridículo,
considerando que no sabía nada de él.
Hyukjae se
mantuvo en silencio mientras caminaban, con las manos metidas en los bolsillos
delanteros de los vaqueros y los ojos clavados en el suelo, por delante. Y
mientras iban hacia su coche, recordó lo que había dicho antes: «El hermano de Jungwoo»...
Mithra le había contado que era hijo único. Que sus padres murieron hacía años.
Él lo creyó. Creyó muchas cosas que en ese momento podrían demostrarse falsas.
¿Sobre qué más le habría mentido?
Desterró esa
pregunta. Se dijo que ya se ocuparía de eso más tarde. En ese preciso instante
tenía que concentrarse en el presente o acabaría llorando a mares.
Cuando se
detuvieron junto a su Ford Explorer se volvió hacia Hyukjae y lo miró a los
ojos. Unos ojos que resultaban perturbadoramente familiares. Eran como los de
su sobrina, Sulli. Como sus propios ojos.
—¿Puedo hacerle
una pregunta personal?
—Claro.
Seguramente
debería dejarlo correr, pero tenía curiosidad.
—Parece un tipo
muy agradable. Muchísimo, sobre todo teniendo en cuenta lo que debe de estar
sintiendo ahora mismo. Así que me cuesta saber quién es en realidad: ¿el imbécil
pomposo que me dejó esa nota esta mañana o el cuñado comprensivo de esta tarde?
Él se echó a
reír y se miró los pies.
—¿Qué pasa?
—Nada. Pero mi
hermano habría preguntado algo así.
—Ah. —El
significado implícito de esas palabras quedó flotando entre ellos. Él creía que
era su hermano. Podía verlo en sus ojos. ¿Quería que fuera verdad? El pánico le
atenazó el pecho. No sabía lo que quería. Y empezaba a cuestionarse si ir a ese
lugar había sido una buena idea. Por Dios, ¿por qué no había esperado como Donghae
le dijo que hiciera?. Se pasó una
mano por el pelo. Se quedaron en silencio varios segundos, hasta que la
curiosidad pudo con él.
—Bueno, ¿cuál
es la respuesta?
—Supongo que
tengo un poco de las dos cosas.
—Entiendo.
—Aunque no lo entendía. No en realidad. No entendía nada. Dudaba mucho de que
alguna vez lo hiciera. Y eso hizo que se sintiera más perdida que cualquier
otra cosa. Inspiró hondo, aunque no consiguió mitigar el dolor que sentía en el
pecho, y miró hacia la casa—. Me parece que no le caigo muy bien.
—Siwon ha
sufrido mucho. Debe comprender que la muerte de Jungwoo lo cambió. Compartían
algo especial, algo que la mayoría de la gente no encuentra aunque se pase toda
la vida buscándolo.
—Me cuesta
creerlo. He leído mucho sobre él y nada de lo que he visto me lleva a pensar
que es una persona cariñosa.
—No crea todo
lo que lee. — Algo en su tono de voz le indicó que debía ser muy cuidadoso a la
hora de elegir sus palabras. Sin embargo, su voz se suavizó al añadir—: Verlo
hoy... En fin, es algo con lo que lleva años soñando. Pero creo jamás había
esperado que Jungwoo no lo recordara. Es como perderlo de nuevo.
—No soy Jungwoo
—repuso en voz baja.
—No. Todavía
no. Al menos, no hasta que lo sepamos con seguridad.
Y allí estaba.
Una vez dicho en voz alta no sabía qué pensar. Qué sentir. Ni qué hacer, por
cierto.
—Él cree que lo
soy.
—Lo conocía muy
bien. Llevaban juntos diez años.
El sentimiento
de culpa aumentó todavía más el nudo que tenía en el pecho.
—No he venido
para hacerle daño a nadie. Espero que lo sepa. Solo necesito respuestas. No
sabe lo que es ir por la vida sin saber quién eres en realidad. Una persona sin
pasado es... Bueno, es una anomalía —terminó, moviendo la cabeza.
—Y también debe
de ser aterrador, no me cabe duda.
—Sí, mucho
—murmuró mientras él la miraba a los ojos. Y aunque luchó contra la sensación,
no pudo negar el déjà-vu que experimentó al mirarlo—. Solo busco respuestas,
sean las que sean.
—Lo entiendo.
No replicó, le
daba demasiado miedo lo que podría decir si lo intentaba. El corazón le latía
con fuerza. Si de verdad era su hermano, lo recordaría, ¿no? Sin embargo, no
recordaba nada. No tuvo recuerdos repentinos, no vio nada en su cabeza, no
sintió nada salvo esa sensación de... familiaridad.
Cuando se dio
cuenta de que lo estaba mirando fijamente, apartó la vista.
—Tengo que
irme. Yo... llamaré a su despacho cuando tenga los detalles para las pruebas.
—Vale.
—Vale. —Sus
pies parecían no querer moverse. Sin embargo, los obligó. Por su cordura tanto
como por la de él—. Vale —repitió con voz temblorosa mientras subía al coche.
Siiiiiiiii
ResponderEliminarprueba de adn,confirmar que es él,y a conquistarlo de nuevo siwon.
oooooh,espero que sulli no traiga problemas,porque en realidad no es como si Hee se hubiera escondido a proposito. Todos deben de investigar y dar con las personas correctas para tener información exacta. Hay un porqué....y deben descubrirlo,por el bien de todos
omg....cuando siwon vea a siwan *0*