Pasión de Luna (DH6) 11




—“Gustar” no tiene el mismo significado de donde yo vengo que para ti. En serio, no nos “gustaba” nadie. Si estabas atraído por alguien, duermes con él y luego sigues adelante. No dejamos que nuestras emociones se enreden con nuestros cuerpos de la manera que ustedes lo hacen.

—¿Cómo es eso posible? Es la naturaleza humana.

Kevin suspiró. Eso podría ser la naturaleza humana, pero eso no era la naturaleza animal.

—Solamente pensamos de manera diferente.

Él se puso rígido con la indignación.

—¿Entonces tu no piensas nada de dormir conmigo y luego seguir adelante al siguiente joven?

¡Mierda!

—No. Eso no es lo que quise decir. Quiero estar contigo, Kwanghee. Sólo contigo. Quiero que me aceptes.

—¿Por qué?

—Porque te necesito.

—¿Por qué?


Kevin rechinó sus dientes. ¿Cómo podría explicarle el anhelo salvaje dentro de él por reclamar a su compañero? Esa locura infecciosa que no descansaría hasta que ellos estuvieran unidos.

Él nunca había entendido qué había llevado a su padre a atacar a su madre. Ahora lo hacía. Cada parte de él ardía a fuego lento. Era febril y crudo y no estaba seguro de cómo controlarlo.

¿Cómo se emparejaba un lobo con un humano?

—Te estoy asustando —dijo él mientras olía su miedo—. Lo siento. Te dejaré solo ahora.

Él comenzó a alejarse.

Kwanghee tomó su mano. Era estúpido y lo sabía. Kevin no había hecho nada para hacerle daño. Él había hecho el esfuerzo de hacerle feliz y había sido amable.

¿De qué tenía miedo?

El mero hecho de que él estuviera dispuesto a alejarse le había dicho que él nunca le haría daño.
Antes que pudiera detenerse, bajó los labios de él hacia los suyos y lo besó profundamente.

Cada hormona en su cuerpo chisporroteó ante el sabor de él. Él le aplastó contra él, sosteniéndolo con esos brazos acerados que recordaba tan bien.

Con su respiración desigual, él se apartó.

—Dime que me vaya, Kwanghee, y lo haré.

Él le miró bajo la luz de la luna y vio la sinceridad de aquellos ojos.

— Quédate conmigo, Kevin.

Su sonrisa hizo que sus rodillas se debilitaran mientras giraba su cabeza y soltaba un espeluznante aullido.

Antes de que pudiera moverse, lo llevó a través de la puerta de su apartamento.



—Tenías razón. Ellos no están muertos.

Kim Juhak alzó la vista de la hoguera donde su manada de lobos estaba reunida mientras la furia se adueñaba de él. Durante los dos meses pasados, su manada había estado en los bosques de Nebraska, cuidando sus crías y esperando el tiempo hasta que los cachorros fueran los suficientemente grandes como para saltar períodos de tiempo bajo la luz de una luna llena.

—¿Qué? —le preguntó a su segundo en jerarquía, Heejun.

—Tus sentidos estaban en lo correcto sobre Kevin y Hyunsik. Yo fui a El Empire por mí mismo y vi a Hyunsik allí.

—¿Por qué no lo mataste?

—Él no estaba solo. Uno de los osos estaba con él. Su joven cachorro. Parece que los Ha le han dado la bienvenida. No puedo golpear a ninguno de ellos mientras ellos están allí. No a no ser que desees una contienda con los Ha.

Juhak hizo una mueca ante las noticias. Era tentador. Pero lobos y osos...

Había pasado mucho tiempo desde que el clan Katagaria había luchado con el clan. Atacar a los osos, que eran renombrados por mantener uno de los pocos Empires de Were-Hunters, era un suicidio. Si los osos y sus sinvergüenzas no mataban a su clan, lo harían los otros. Los Ha eran respetados por todos.

Emprenderla contra ellos sería romper su primera y única regla cardinal. Maldición.

—Por una vez has mostrado buen juicio —le dijo a Heejun. Maldición, aunque él necesitaba a esos dos muertos. Él debería haber enviado alguien antes, quedarse esperando que los Daimons que había enviado por Kevin y Hyunsik volvieran con la noticia de sus muertes había sido un error.

Él había esperado que los Daimons simplemente se hubieran fugado con los poderes de Kevin y Hyunsik. Él debería haber sabido que no tendría tanta suerte.

—Tendrás que atraparlos fuera de los perímetros de El Empire. Toma una patrulla y...

—Padre, no puedes.

Juhak dio la vuelta para ver a su hija menor adoptada, Harang, que estaba de pie detrás de él. Apenas cincuenta años, ella no parecía ser mayor que una adolescente humana. Ella era joven, y desesperadamente devota de sus dos medio-humanos hijos que una vez había engendrado con su compañera Arcadiana.

Harang nunca creería que Kevin y Hyunsik representaban una amenaza para su manada. Sólo él lo sabía, y tenía la intención de mantenerlo así.

—Ellos tienen que morir.

—¿Por qué? —preguntó ella, acercándose—. ¿Por Yewoon? Eso fue un accidente. Sé que Kevin nunca le habría permitido morir. Él la amaba...

—¡Suficiente! —rugió Juhak—. Tu no sabes nada de eso, niña. Nada. Ellos estuvieron encargados de ver que sus cachorros llegar a salvo a casa y en cambio les dejaron morir. No permitiré que tales abominaciones vivan mientras Yewoon y sus cachorros están en su tumba.

Por la mirada en sus ojos, él podía decir que ella sabía que él estaba mintiendo. La venganza por Yewoon era sólo uno de los varios motivos por los que necesitaba a Kevin y a Hyunsik muertos. Mientras Yewoon había vivido, él había tenido parcial control de sus dos hijos were-wolf.

Con su muerte ellos serían incontrolables. Imparables. Zeus tuviera compasión de ellos si Kevin alguna vez volviera a casa.

Él se volvió a Heejun.

—Toma una tésera y ve a terminar con su sentencia de muerte. Mata a cualquiera o cualquier cosa que intente detenerte.

—¿Y los Ha?

—Sólo si es necesario y nunca en su casa. Si matas a alguno, lo ocultas, pero no vaciles en hacer lo que sea necesario para terminar con esto.

Heejun inclinó su cabeza antes de salir para seguir las ordenes de Juhak.

Juhak suspiró, pero esto no le ayudó a relajarse. Cada instinto animal que poseía le dijo que tarde o temprano Kevin volvería para exigir venganza sobre todos ellos.

Él era, después de todo, el hijo de su madre.



Kevin lo puso con cuidado sobre la cama. Estaba sumamente contento esta noche por haberles pagado a los trabajadores para que acomodaran sus muebles. Esto iba a hacer mucho más fácil que tratar de compartir aquel viejo sofá.

Kwanghee tenía una cara tan delicada y hermosa. Colocando su mejilla contra la suya, inhaló su fragante aroma.

Él le quitaba la chaqueta mientras le saboreaba la suavidad de su cuerpo bajo el suyo. Tiró su chaqueta al piso, luego deslizó sus manos por su trasero. Kevin contuvo su aliento bruscamente mientras el intenso placer lo consumía. Él sabía por qué odiaba ser humano. Si osara usar sus poderes, ambos estarían desnudos en un instante y podría sentir cada centímetro de Kwanghee. Carne contra carne.

Pero esto muy probablemente le aterrorizaría.

Entonces en cambio, restringió sus poderes y ocultando las marcas de su cuerpo, sobre todo la de su palma. Por una vez en su vida, estaría con una pareja no como un lobo o un guerrero.

Él pasaría esta noche con Kwanghee como un hombre.


Kwanghee saboreó la sensación de Kevin presionándole mientras le sacaba los zapatos y luego sus medias con una habilidad consumada. Sus músculos se ondulaban bajo sus manos mientras su lengua bailaba con la suya.

Ummmm este hombre sabía como besar como nadie.

Nunca se cansaría del modo en que él sabía. Era cruda y decadente. Deseable y caliente.

Él se sostuvo sobre sus brazos mientras despacio desabotonaba su camisa para revelar, centímetro a centímetro, aquel pecho delgado, fuerte. Liberó la seda para dejarla caer abierta mientras deslizaba sus manos sobre la carne bronceada. Pasó sus dedos con cuidado por el vello que moteaba su pecho y abdomen, luego los deslizó sobre sus delgadas costillas.

El beso de él se hizo más profundo y sintió su corazón palpitar bajo sus manos. Él pellizcó sus labios, frotando su cuerpo contra el suyo de una forma que aumentó y provocó una excitación increíble.

Kwanghee lo miró y vio el hambre pura en su cara. ¿Cómo un hombre como este podía desearlo tanto?

Una parte le decía que debía tener más confianza en sí mismo, pero no era una carencia de amor propio lo que lo hacía tan difícil de creer. Él era una realista. Los hombres que se veían como Kevin no salían con jóvenes que se veían como él. Ellos, simplemente, no lo hacían.

Ni siquiera Jongmin era tan delicioso y él sólo había estado usándolo. No quería ser lastimado otra vez. No así y sobre todo no por Kevin.

Relájate, Kwanghee.

Kevin se retiró.

—¿Estás bien?

—Sólo intento entender lo que ves en mí —admitió.

—Yo veo un joven hermoso —dijo él con seriedad, bajando para mordisquear la piel sensible debajo de su oído—. Cuyo amable corazón brilla en sus ojos y cuyo espíritu es ilimitado —Él se retiró para poder mirarle a los ojos—. El modo en que hiciste frente a Jongmin esta tarde... —Su media sonrisa hizo que su corazón palpitara—. Jamás dejarías que nadie tome lo mejor de ti, verdad?

—Intento que no.

Él rodó sobre su espalda y lo tiró para ponerlo atravesado sobre él. La oscura ternura sobre su cara se abrigó alrededor de su corazón y lo hizo estrujarse.

—Sobre todo, me gusta el hecho, que te compartes conmigo. Que no tengo que demostrarte mi fuerza. Que no tengo que lastimar o ser lastimado para estar contigo.

Había un tono en su voz que le decía lo importante que era eso para él. Qué cosa extraña para decir a alguien.

¿De qué tipo de comunidad venía él? Definitivamente sonaba como aquellas extrañas, donde la gente tenía que hacer toda clase de cosas extrañas para pertenecer.

Deslizó su mano sobre la suavidad áspera de su cara.

—Hay algo dentro de ti que me asusta, Kevin. ¿Estás seguro que eres normal?

Él se rió ligeramente ante eso.

—No sé lo que es normal. Pero nunca te haría daño, Kwanghee —Sus ojos le quemaron con su sinceridad—. Nunca.

Él tomó sus labios con los suyos Kwanghee quería derretirse en él. Ningún hombre jamás lo había hecho sentir de la manera que él lo hacía.

Kevin apenas podía respirar por las emociones que luchaban dentro de él. Él debería dejarlo ir. No tenía derecho a unirse con alguien. Y sin embargo, no podía separarse de él. Esta noche muy bien podría engendrar niños con él. Esta era la primera vez en su vida adulta que esto era una preocupación.

En el fondo de su mente, podía imaginárselo con su bebé. Verlo amamantarlo con el amor en sus ojos...

¿Cómo podría dejarlo ir?

¿Cómo incluso podía pensarlo?

Los Destinos habían decretado que estuvieran unidos. ¿Quién era él para argumentar contra los dioses?

Kevin había pasado su vida entera luchando. ¿Por qué no debería luchar por esto? Solamente por una vez, ¿él no merecía a alguien que lo amara?

¿Qué si Kwanghee nunca lo hacía? Tal como su madre nunca había amado a su padre.

La pregunta colgó pesada en su corazón. ¿Qué si él no lo persuadía hacia el final de sus tres semanas?

No, esa no era una opción. Él lo ganaría y lo conservaría.

Anclado en lo que pensaba, él tomó su mano y lo condujo hasta su pecho para que pudiera sentir como latía su corazón. Incapaz de soportar estar sin él, abrió sus pantalones y se liberó.

Kwanghee jadeó mientras él movía sus caderas y lo llenaba de improviso. Mmm, era tan grueso y duro dentro de él. Tan dominante.

Mordiendo su labio, miró como él levantaba sus caderas y se conducía profundamente dentro de su cuerpo.

Ningún hombre jamás había estado tan impaciente de estar con él. Esto le hizo sentir extrañamente poderosa. Deseable.

La expresión de placer en la cara de él le abrasó el corazón. Esto le hizo sufrir por él.

Completamente desnudo, lo miró. Su camisa estaba abierta, pero todavía sobre su cuerpo. Él sólo había deslizado sus pantalones lo suficiente como para poder tomarlo.

Levantó una de las manos de Kevin y besó sus nudillos llenos de cicatrices mientras lo cabalgaba lento y fácil.

Él le miró con su boca ligeramente separada, sus ojos oscuros y encapotados. Su expresión le mostraba cuanto saboreaba su cuerpo. Su contacto.

Esto le hizo exaltarse más que nada.
Kevin colocó sus manos sobre sus caderas y le mantuvo inmóvil mientras él asumía las embestidas. Kwanghee estaba asombrado con la fuerza que él tenía como para hacer esto.

Pero no le importó cederle el control mientras él aceleraba sus profundos y penetrantes golpes. Cada uno le atravesaba, caliente y agridulce. Se inclinó hacia adelante en sus brazos, mientras su cuerpo palpitaba y ansiaba más de él. Su placer creció hasta que gritó la dulce liberación.

Kevin miró su cara mientras culminaba en sus brazos. La alegría se rasgó por él al verle, la cálida dulzura de su cuerpo meciendo el suyo. Él reclamó sus labios y se movió aún más rápido, queriendo su propio momento de perfección.

Cerrando sus ojos, él lo encontró. Él se retiró de sus labios para gruñir profundamente en su garganta mientras su cuerpo explotaba en una dulce liberación.



Todavía unido a él, Kevin lo atrajo a su pecho y le sostuvo silenciosamente mientras sus corazones latían al mismo tiempo y su cuerpo continuaba culminando durante varios minutos. Él deslizó sus manos por su espalda, encantando de ese momento de tranquilidad.

Esta era la única paz que había conocido alguna vez en su violenta vida. No había ningún temor aquí con él. Ningún terror de que Kwanghee tuviera los poderes para desenmascarar su corazón humano y matarlo por ello.

Solo eran ellos.

Kwanghee no se movió durante mucho tiempo. Yacía sobre su pecho, saboreando la fuerza de los brazos que le sostenían.

Frotó su cara contra su pecho, luego besó su pezón antes de separarse.

Mientras comenzaba a moverse de la cama, él tiró ligeramente en su brazo para detenerlo.

—¿Dónde vas?

—Iba a ordenar.

—¿Por qué? Estoy lejos de terminar contigo.

Kwanghee se rió hasta que comprendió que él no bromeaba. Él rápidamente se quitó su camisa y la tiró hacia su chaqueta. Sus pantalones, zapatos, y calcetines los siguieron rápidamente.

Antes que pudiera protestar, él lo había agarrado y lo había colocado de espaldas sobre la cama. Él apartó sus piernas con sus rodillas, luego deslizó sus caderas e ingle entre ellas.

Kwanghee gimió ante la sensación de tenerlo sobre él. Él ya se ponía duro otra vez.

Él se tomó su tiempo explorando su boca, mordisqueando sus labios, y probándola, hasta que Kwanghee pensó que podía pasar de su apacible exploración.

Ellos se quedaron así por el resto de la noche. Piel con piel, cuerpo con cuerpo. Kwanghee nunca había experimentado nada como eso. Kevin tenía más resistencia que nadie del que jamás se hubiera enterado. Para el amanecer, estaba agotado y se durmió acurrucado entre sus brazos.

Kevin durmió silenciosamente acomodado detrás de él, con una pierna recostada entre sus muslos.

Esto era el cielo. Y por primera vez en un largo tiempo, sintió la sensación de pertinencia. De aceptación. Kevin no se preocupaba que él no fuera flaco. A él no le importaba que estuvieran sobre una raquítica cama vieja en un apartamento diminuto.

Pareció feliz solamente por estar con él. Y esa era la parte más agradable de todo esto.


Kevin yacía allí silenciosamente, escuchando el suave ronquido de Kwanghee mientras dormía en sus brazos. Su aroma impregnaba su cabeza. No había nada que atesorara más que su olor mezclado con el suyo. Que la sensación de él en sus brazos.

Estaba dolorido y agotado. Y amaba cada partícula de ello. Miró hacia su mano y retiró su magia para que su señal fuera visible, también.

Compañeros.

Él presionó sus marcas con las suyas y entrelazó sus dedos juntos. Ellos tendrían que hacer el amor con sus manos unidas para, de esta manera, poder completar su ritual de apareamiento.

Kwanghee tendría que aceptarlo. Y él tendría que abrirse a su compañero.

En la temprana luz del alba, eso no era tan espantoso para él como debería haber sido. Cerrando sus ojos, dejó que el sueño se derramase sobre él, y por primera vez en meses no estuvo atormentado por pesadillas. Sólo sentía la paz de su compañero recostado contra él.

¿Pero qué pasaría una vez que su compañero averiguara que él no era el hombre que pretendía ser?
¿Podría alguna vez aceptar el lobo que vivía dentro de él?

Él no lo sabía, pero se prometió que sería honesto. Una vez que estuviera despierto, sería claro con todo.

Sólo esperaba que ser honesto no hiciera que lo perdiera para siempre.



Kwanghee se despertó quince minutos después de la hora de abrir su tienda. Mientras se separaba de Kevin, el brazo de él se apretó a su alrededor sólo un segundo antes que él se despertara.

Los profundos ojos se abrieron, luego bizquearon contra la luz brillante del sol de la mañana que entraba por las ventanas.

—¿Qué hora es? —preguntó, su voz profunda y ronca. —Las diez menos cuarto.

Él frotó su mano sobre su cara y gimió. Kwanghee reprimió una sonrisa por eso.

—¿No eres madrugador?

—No —dijo él bruscamente, rodando sobre su espalda. Él se puso un brazo sobre sus ojos para protegerse de la luz.

Kwanghee tuvo que suspirar en la imagen que él presentó yaciendo desnudo en su cama. Las mantas estaban retorcidas sobre su cuerpo, apenas cubriendo, aquellas largas piernas. Su pecho estaba completamente desnudo, luciendo los músculos de su abdomen, pectorales, y brazos.

Santo cielo, él era espectacular.

Él movió el brazo más arriba por su cara para mirarlo con un ojo.

—¿Sólo hemos dormido durante cuatro horas, por qué estás despierto?

Se puso su albornoz rosado sin levantarse de la cama.

—Tengo que trabajar.
Él extendió su mano para hundirla profundamente en su cabello.

—¿Alguna vez te tomas un día libre?

—Sólo si hago planes con Heechul por adelantado para que él o alguien de su personal venga y me cubra. Y desde luego cierro los domingos. Más que eso, no.

Besó su mano, luego se separó de su brazo. Él lo dejó caer de nuevo en la cama sin hacer ningún tipo de comentario.

Levantándose, lo dejó en la cama y fue a ducharse.

Kevin yació silenciosamente mientras escuchaba al agua cayendo en el otro cuarto. Su cuerpo entero le dolía por los esfuerzos de la noche pasada, pero el dolor era por haber disfrutado y no venía ni de la espalda, el pecho o los brazos por haber sido atacado con garras. Él había tenido demasiada diversión con Kwanghee anoche y la diversión era algo que fallaba profundamente en su vida.

Hizo una mueca ante el resplandor de la luz de la mañana. Él realmente odiaba las mañanas.

Forzándose a levantarse, se puso sus pantalones, pero dejó el botón desabrochado cuando se dirigió a la cocina. A Kwanghee le gustaba comer dos tostadas con mermelada por la mañana.

Mientras el pan se tostaba, cortó su pomelo y lo roció con una cucharada de azúcar, luego le sirvió un vaso de jugo de naranja.

Ponía la mermelada sobre la tostada cuando salió del cuarto de baño y se paró para mirarlo fijamente.

—¿Qué? —preguntó, perplejo por el profundo ceño en su cara.

—¿Es ese tu desayuno?

Kevin hizo una mueca.

—Para nada. Yo iba a freír algo de tocino para mí.

—¿Entonces cómo sabías que me gustaba comer esto?

Kevin hizo una pausa mientras se daba cuenta que el hombre Kevin no sabría lo que el lobo Kevin sabía. Aclarando su garganta, se encogió de hombros.

—Yo abrí el refrigerador y vi la mermelada y el pomelo. La mayoría de la gente sólo come eso para el desayuno entonces me figuré que no te importaría.

El pareció aceptarlo mientras se quitaba la toalla de su cabello y lo ponía sobre su silla.

—Gracias —dijo, dándole un beso en la mejilla.

Kevin cerró sus ojos mientras su cuerpo se endurecía al instante. Sin pensarlo lo tomó en sus brazos para besarlo con un beso mucho más satisfactorio. Él arrastró sus labios por su cuello mientras le abría el frente de su bata y atraía su cuerpo desnudo contra suyo.

Kwanghee gimió al sentir su fresco y duro cuerpo contra el suyo. Deslizó su mano sobre los músculos de su espalda y sintió las cicatrices que él tenía allí. Su barbilla y mejilla barbudas raspaban delicadamente contra su piel.

—Si continúas con esto, nunca conseguiré abrir mi tienda.

—Mantenla cerrada y quédate conmigo.

El tomó su cabeza en sus manos mientras su lengua jugada con cuidado en el hueco de su garganta.

—No puedo.

Él se retiró.

—Lo sé. Yo sólo lo deseaba —Él lo liberó, luego ató el cinto de su bata—. Come tu desayuno.



3 comentarios:

  1. Ay pero porqué!???
    Maldito...será su padre.. Pero mucho hijo de put...
    Ahhhh Que le diga de una vez!!!
    Me va a dar algo.....
    Ahhhh

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  2. OH, cielos le dira la verdad de lo que es?, lo aceptara Kanwhge le creera que no quiere dañarlo?, espero qu e acepte a Kevin por quien es y lo que siente por el.

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  3. Eish......siempre buscando a un culpable de las cosas que hace uno mismo....¬¬
    Espero que Kevin cuide mucho de KwangHee,se ve que ese tipo,porque no puedo llamarlo de otra forma,va hacer todo lo posible por llegar a él y matarlo,si sabe de Kwang seguro se ayudan de eso.....

    Siiiiiii,más le vale a Kevin no irse por que yo misma voy y lo regreso.
    Aaaww,le hizo el desayuno *0*
    See,que no trabaje hoy *cejas*

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...