—Siento haber llegado tarde —dijo él, sacando una única rosa roja de su
chaqueta y dándosela—. Me tomó un poco más de tiempo de lo que ellos pensaron
tener mi traje listo.
—¿Te compraste un traje nuevo para nuestra cita?
—Bien, sí. No soy realmente un tipo de esta clase de traje. Soy más bien
una bestia natural.
Dos camareros se acercaron a la mesa vestidos con chaquetas negras y
corbatas. Uno era mayor, con una apariencia de caballero distinguido, por de
corta estatura, con acento, y de color, Kwanghee lo tomaría por un Cajún. El
otro era un hombre más joven, al principio de los veinte años.
—Señor Kim —lo saludó el más viejo—. Que agradable verlo con compañía
para variar.
Kevin le dirigió una cálida y ardiente mirada.
—¿Sí, eso es agradable, verdad?
—¿Quisiera usted su vino habitual? —preguntó el camarero.
—Seguro.
Ellos miraron a Kwanghee.
—Agua mineral, por favor.
—¿Quieres algún vino? —preguntó Kevin.
—No, agua está bien. En serio.
Él frunció el ceño mientras los camareros fueron a conseguir sus bebidas.
Kwanghee recogió su menú y notó que Kevin no se molestaba en mirar el suyo.
—¿Cuan a menudo vienes aquí?
Él se encogió de hombros.
—Dos o tres veces a la semana. Ellos tienen un desayuno realmente bueno y
me he hecho adicto a sus Bananas Foster. ¿Y tu? ¿Viniste alguna vez aquí?
Él aplastó el dolor que sintió al pensar en Jongmin y su cita, y el
rechazo de Jongmin de traerlo aquí.
—No en mucho tiempo, pero sí, amo su comida.
Kevin pareció aliviado por eso.
Kwanghee intentó leer el menú, pero era difícil ya que Kevin no quitaba
sus ojos de él. Había algo sumamente animal y poderoso en el modo en que lo
trataba. En la manera en que lo miraba.
Era halagador y, al mismo tiempo, casi atemorizante. Levantó la mirada
hacia él.
—¿Qué?
—¿Qué? —preguntó él de vuelta.
—¿Por qué me miras fijamente?
—No lo puedo remediar. Sigo esperando que no seas real.
Sus palabras lo anonadaron.
Los camareros volvieron con sus bebidas.
—¿Están listos para ordenar ahora?
Kwanghee dejó su menú.
—Tomaré la ensalada especial sin el queso, por favor.
Él lo anotó.
—¿Y? —preguntó Kevin.
Kwanghee alzó la vista hacia él.
—¿Y qué?
—¿Qué más comes?
—Solamente la ensalada.
Kevin frunció el ceño ante eso.
—Bernie —le dijo al camarero —. ¿Por favor podría darnos un minuto?
—Seguro Señor Kim. Tómese su tiempo.
Kevin esperó hasta que ellos se hubieran ido antes de inclinarse hacia
delante.
—Sé que tienes hambre, Kwanghee. ¿Qué comiste en el almuerzo? ¿Medio
emparedado?
Su pregunta lo sorprendió.
—¿Cómo sabes eso?
—Es una conjetura ya que puedo oír retumbar tu estómago.
Él puso su mano sobre su estómago.
—No me di cuenta que yo era tan desagradable.
Él le gruñó. Kwanghee se movió nerviosamente ante el sonido que no era
muy humano.
—Mira, Kwanghee —dijo él, su voz profunda y resonante —. Voy a ser honesto
contigo. ¿No sé lo que hago esta noche, bien? Nunca he tenido una cita antes y
me dijeron que a los jóvenes les gusta que los lleven a algún agradable a
comer. Donghae y Leeteuk dijeron que debería ser yo mismo y no intentar
impresionarte. Así que, aquí estamos, en mi restaurante favorito, pero si no te
gusta podemos ir a algún otro lugar y comer lo que tu quieras.
Los ojos de Kwanghee se llenaron de lágrimas ante sus palabras y lo que
ellas significaban.
— ¿Le preguntaste a alguien como tener una cita conmigo?
Él soltó un suspiro y echó un vistazo hacia sus manos apretadas.
—Genial. Ahora te he puesto triste otra vez. Lo siento. Esto fue una idea
realmente mala. Solo te llevaré a casa y podrás olvidar que alguna vez posaste
tus ojos en mí.
Él extendió sus manos y tomó la de él entre las suyas.
—Bien, seamos honestos el uno con el otro. Yo no sé lo que hago, tampoco.
Hace una semana, yo sabía lo que quería. Era dueño de un negocio bastante
exitoso, salía con un tipo al que tontamente pensé que amaba y con el que
pensaba casarme algún día…
…Una tarde, mi vida entera se desplomó y luego de repente este gran tipo
viene como un caballero andante en su brillante armadura. Él es magnífico,
forrado, y me dice todas las cosas correctas. Él me hace sentir que puedo
volar, y cada vez que aparece, él hace todo mejor. ¿No estoy acostumbrado a
eso, okey? Y no estoy acostumbrado a estar con un tipo tan increíblemente
atractivo.
—Pienso que eres hermoso, Kwanghee.
—¡Ves! —dijo, gesticulando hacia él—. Ahí estás siendo perfecto otra vez.
Pienso que necesitas que te examinen la cabeza.
Él lo miró sumamente ofendido por eso.
Kwanghee se retiró y se sentó muy derecho.
—Bien, vamos a intentarlo otra vez. —le ofreció su mano. —Hola, soy Hwang
Kwanghee. Encantado de conocerte.
Su expresión dijo que pensaba que él era quien necesitaba que le examinaran
la cabeza. Él tomó su mano en la suya.
—Hola, soy Kim Kevin y estoy hambriento. ¿Te gustaría cenar conmigo, Kwanghee?
—Sí, Kevin. Me gustaría.
Él se rió.
—¿Bien, entonces ahora viene la parte dónde compartimos historias
sexuales?
Kwanghee se echó a reír tan fuerte que varias personas cerca se dieron
vuelta para mirarlo. Cubriendo su boca, lo miró.
—¿Qué?
—Eso es lo que Minho dijo que debería hacer para llegar a conocer a una pareja.
—¿Minho? —preguntó él con incredulidad. —¿El que llevaba la horrible
camisa, yo-no-puedo-encontrar-mi-salida-en-una-bolsa-de-papel-Minho?
Los ojos de Kevin se oscurecieron. Peligrosos.
—¿Él te ofendió cuándo te recogió? Di la palabra y lo mataré.
—No, pero si yo fuera tu, no pensaría en seguir consejos sobre citas de
él.
—¿Por qué? Él consigue todo el tiempo.
—¿Sí, pero alguna vez conserva a alguna?
—Bien… No.
—Entonces no sigas sus consejos.
—Okey —Kevin hizo señas a los camareros que esperaban cerca—. ¿Quieres
compartir el Chateaubriand Bouquetière conmigo? Ya que se supone que lo sirven
para dos, ellos se asustan cuando lo Taeyangoro yo solo.
Kwanghee se mordía para no reírse de sus palabras.
—Me encantaría.
Kevin alzó la vista mientras Bernie regresaba.
—Comenzaremos con dos Crepes Barbaras como aperitivos, después el
Chateaubriand Bouquetière.
—Muy bien, Señor Kim. Muy bien.
Kevin les entregó los menús, luego se inclinó hacia delante.
—Y asegúrate de guardar espacio para el postre.
—No sé si puedo conservarlo, pero lo intentaré. Si quieres a un joven que
puede comer todo eso, necesitas tener una cita con mi amigo Heechul.
Él tomó su mano otra vez y la masajeó como si fuera algo
indescriptiblemente precioso.
—No quiero una cita con Heechul —dijo él, poniendo su mano contra su
propia suave mejilla —. Sólo quiero estar contigo.
Kwanghee nunca se había sentido así en toda su vida. Se sentía tan
deseable cerca de él.
Él de algún modo hasta lograba hacerle sentir menudo.
—¿Y cómo es que un tipo como tu nunca ha tenido una cita antes?
Kevin tomó un trago de vino mientras pensaba como contestar su pregunta.
Él no quería mentirle, pero no podía decirle exactamente que él era un lobo que
había crecido viviendo en los bosques, durmiendo en guaridas con otros lobos.
Esto podría asustarlo un poco.
—Crecí en una especie de comunidad.
Kwanghee parecía nervioso ahora y le recordó a un conejo arrinconado.
—¿Qué tipo de comunidad? No eres uno de esos locos religiosos que van a
secuestrarme y lavarme el cerebro por mi dinero, verdad?
Kevin sacudió su cabeza. Este joven tenía las ideas más extrañas.
—No. Definitivamente no. Sólo crecí de un modo en que la mayoría de la
gente no lo hace. ¿Y tu?
—Crecí aquí. Mis padres, ambos son veterinarios. Ellos se conocieron en
la universidad y se casaron cuando terminaron la carrera. No hay realmente
mucho para contar. Tuve una vida muy normal, común.
Kevin intentó imaginarse tal cosa. En su mundo, donde ellos podían
manejar la magia, los elementos, y hasta el mismo tiempo, normal realmente no
era un factor. De alguna manera, envidiaba a Kwanghee su mundo humano donde lo
imposible no era realidad.
—Eso debe haber sido agradable.
—Lo era —tomó un sorbo de su agua—. ¿Y tus padres que hacen?
—Idean modos creativos de matarse el uno al otro —Kevin se abatió por
haber abierto su boca. Estaba tan acostumbrado a usar la frase que no pensó en
ello hasta que se había oído decirla.
—No, en serio.
Kevin miró a lo lejos, incómodo. Kwanghee quedó boquiabiertas cuando
comprendió que él no estaba bromeando.
—¿Por qué ellos harían eso?
Kevin en realidad se retorció un poco antes de contestar.
—Eso es una larga historia. Mi madre se escapó no mucho después que nací
y mi padre me quiere muerto, así que aquí estoy... contigo.
Él no sabía que pensar de esto.
—Este… Um… Esta locura en la familia, no es hereditaria, verdad?
—No lo parece —dijo él serio—. Pero si se acerca a mí, tienes permiso de
pegarme un tiro.
Kwanghee no estaba seguro si quería decir eso o no. Por eso,
repentinamente agradecido que estuvieran en un lugar público, decidió cambiar
el tema por algo más seguro.
—¿Cómo es que tienes tanto dinero? Después de lo que dijiste, no creo que
tus padres te lo hayan dado, verdad?
—No. Hago inversiones. A veces vendo artefactos.
Ahora eso sonaba interesante.
—¿Qué tipo de artefactos?
Él se encogió de hombros.
—Esto y aquello.
Los camareros trajeron sus aperitivos. Kwanghee se apoyó en la silla y
miró como Kevin empezaba a comer. Él parecía real y refinado mientras comía en
la tradicional manera europea.
—Sabes, para alguien que creció en una comunidad, tienes modales
impecables.
Una profunda y oscura tristeza se abatió sobre él.
—Mi hermana me enseñó. Ella decía… bueno, ella sentía que la gente
debería comer como la gente y no como animales.
Kwanghee oyó como su voz se quebraba al hablar de su hermana. Era obvio
que su hermana significaba mucho para él.
—¿Dónde está ella ahora?
Su tristeza aumentó diez veces mientras tragaba. El dolor en sus ojos era
tan profundo que la hizo sufrir por él.
—Ella murió hace unos meses.
—Oh, Kevin, lo siento tanto.
—Sí, yo, también —Él aclaró su garganta.
Su corazón se rompió por él, Kwanghee extendió la mano y acarició con sus
dedos su mejilla para ofrecerle consuelo. Él giró su cara hacia su brazo y le
besó el interior de su muñeca.
La imagen de sus salvajes ojos le hizo temblar.
—Eres tan suave —él suspiró, luego le besó su mano y se apartó
ligeramente de él—. Si sigo oliéndote, nosotros podríamos dar un espectáculo
aquí esta noche.
—¿Qué tipo de espectáculo?
—Yo simplemente podría tirarte sobre mi hombro y llevarte de aquí para
poder violarte otra vez.
Kwanghee se rió ante la idea.
—¿Podrías realmente?
Vio la cruda verdad, en sus ojos.
—Si podría, si me hubieras dejado.
Kwanghee se retiró a su lado de la mesa y pasaron el resto de la comida
en una conversación ociosa, segura. Kevin era ingenioso y cálido. Un raro
placer.
Una vez que habían terminado la cena y el postre, ellos volvieron a bajar
las escaleras donde vio a Jongmin y a su cita sentados al lado de la puerta de
la cocina. Ninguno de los dos parecía contento.
—Eres muy malo, Kevin —dijo otra vez, riéndose al verlos.
—¡Eh!, esto es amable comparado con lo que quiero hacerle. Al menos de
esta manera, él todavía respira.
Henri les deseó buenas noches mientras se retiraban y emprendían el
regreso hacia su casa.
—¿Te importaría caminar? —preguntó él—. Está realmente agradable esta
noche.
—Caminar no me molesta.
Kwanghee tomó su mano.
Kevin miró la manera en que la luz de la luna jugaba con su cabello
castaño y se reflejaba sobre la cadena que le había comprado. El pantalón le hacía
resaltar sus curvas a la perfección y la camisa ajustada a su pecho le
recordaba lo fácil que debería ser deslizar su mano dentro de él.
Su ingle se apretó. Una y otra vez recordándole como le había sentido.
Cuan cálidas y sensibles habían sido sus caricias.
Él ansiaba eso ahora. El lobo en él aullaba por probarlo.
Kwanghee estaba un poco nervioso bajo la intensa mirada de Kevin. Había
algo animal en ella. Devorador.
Había veces cuando estaba con él que se sentía como presa de su
naturaleza predatoria. Ellos no hablaron mucho caminaban de regreso a su
apartamento. En la puerta, llamó a su lobo.
—No crees que ellos lo atraparon, verdad?
—No —dijo Kevin—. Estoy seguro que está bien. Él probablemente está
disfrutando de la noche.
—¿Lo crees?
Él sonrió abiertamente maliciosamente.
—Sí, lo creo.
—Eso espero. Odiaría que algo malo le pasara.
Él lo siguió hasta la puerta de su apartamento. Kwanghee la abrió, luego
vaciló.
Kevin bajó su cabeza hacia la curva de su cuello donde inhaló su aroma.
Él posó sus cálidas manos sobre sus hombros.
—Quiero estar dentro de ti otra vez, Kwanghee —Él levantó su cabeza y la
ladeó de una forma que le hizo recordar al lobo Kevin.
—¿Me llevarás dentro?
Kwanghee estaba desconcertado. ¿El lo quería también, pero qué tipo de
relación era esa? Comenzó a reírse de modo incontrolable.
Kevin lo miró con ceño fruncido.
—¿Qué es tan gracioso?
—Lo siento, sólo que oí ese cliché horrible en mi cabeza “¿Todavía me
respetarás por la mañana?”
Él le miró confundido.
—¿La gente no se respeta el uno al otro después de que tuvieron sexo?
—Tu sabes, cuando dices cosas así, suenas como un ser del espacio
exterior.
—Me siento como un ser del espacio exterior. Muchísimo.
Qué cosa extraña para decir.
—¿Cuánto tiempo viviste en esa comunidad tuya?
—Toda mi vida. Hasta hace ocho meses.
—Oh, mi Dios. ¿En serio?
Él asintió.
No le asombraba que no supiera nada de citas. Él no podía imaginarse
viviendo aislado del mundo.
Él pasó su mano sobre su hombro.
—Desde entonces he estado quedándome con... amigos, que son los dueños
del Bar El Empire. Ellos me han enseñado mucho sobre como la gente se comporta,
pero Leeteuk dijo que tu no apreciarías las frases y los movimientos con que
los hombres en el bar suelen levantar a las parejas que conocen allí.
Kwanghee trató de no concentrarse en cuan cálida era su mano sobre su
piel desnuda. Lo bien que sentía su caricia. Esta enviaba escalofríos.
—¿Leeteuk qué?
—Kim.
Kwanghee se dio cuenta del nombre.
—¿El hermano gemelo de Heechul?
Él asintió.
¡Santo cielo!, Qué pequeño es el mundo. Pero si él conocía a Leeteuk, eso
era un alivio. Leeteuk, a diferencia de su hermano gemelo, no era un loco y por
lo general, no andaba con sicóticos. Si Leeteuk realmente había ayudado a Kevin,
entonces él era probablemente muy seguro.
—Dijiste que nadie tenía citas en tu comunidad. ¿Qué hacías cuando les
gustaba alguien?
Él lo miró un poco frustrado.
—“Gustar” no tiene el mismo significado de donde yo vengo que para ti. En
serio, no nos “gustaba” nadie. Si estabas atraído por alguien, duermes con él y
luego sigues adelante. No dejamos que nuestras emociones se enreden con
nuestros cuerpos de la manera que ustedes lo hacen.
—¿Cómo es eso posible? Es la naturaleza humana.
Kevin suspiró. Eso podría ser la naturaleza humana, pero eso no era la
naturaleza animal.
—Solamente pensamos de manera diferente.
Él se puso rígido con la indignación.
—¿Entonces tu no piensas nada de dormir conmigo y luego seguir adelante al
siguiente joven?
¡Mierda!
Siendo así de lindo con Kwang,lo que menos lograra es alejarlo,lo bueno que ya se decidio y sabe que lo quiere con él. Ya encontrara la manera en decirle a que mundo pertenece y hablarle de la "cominidad" en la que vivio.
ResponderEliminarSeguro jongmin disfruto mucho de su cena jajajajaja
No,kevin no puede irse en la mañaa,no,no,no y nunca lo dejara.