Volver A Amarte- Capítulo 12




Por la noche, Hyukjae entró en casa de Siwon y lo encontró en mitad de una batalla.

—¡No iré! —gritó Sulli desde la planta alta, tras lo cual se escuchó un portazo.

—Sí que irás, jovencita. ¡No te queda otra! —Siwon bajó la voz mientras abría el frigorífico—. Si yo no tengo otra puta alternativa, tú tampoco la tienes.

—¡No me puedes obligar a ir! ¡No iré! —gritó Sulli, que se había asomado a la escalera de la cocina. Después, se escuchó otro portazo.

—Espero que esto no tenga nada que ver con mi cita de esta noche —comentó Hyukjae mientras entraba en la cocina—. Porque si está así de cabreada, va a fastidiarme los planes.

—Dios no quiera que se te fastidien los planes. —Siwon frunció el ceño, se acercó a la cocina y dejó una sartén sobre un quemador—. Está cabreada por lo de mañana. No quiere ver a Jungwoo... a Heechul o a como diablos se llame ahora.

—Ah. —Hyukjae se sentó en un taburete de la encimera y se metió en la boca una uva que cogió del frutero—. Y se llama Heechul. Si lo llamas Jungwoo, se enfadará.

—A estas alturas, me importa una mierda si se enfada o no.


Hyukjae suspiró al tiempo que echaba un vistazo a su alrededor. Definitivamente no era una buena noche en casa de los Choi.

Sulli entró en la cocina, miró a su padre echando chispas por los ojos y después se acercó a Hyukjae.

—No iré a ningún sitio mañana —dijo, poniendo los brazos en jarras—. Díselo tú, porque a mí no me hace caso.

Hyukjae vio de reojo que Siwon tenía los dientes apretados.

—Cariño, creo que él te está escuchando alto y claro.

—No quiero verlo. No quiero saber nada de él. ¡No es mi appa!

—Sulli, joder —dijo Siwon—. Te he repetido esto mil veces. A mí tampoco me hace gracia esta situación, pero es tu appa y quiere verte. Y tendrás que acostumbrarte.

Sulli cruzó los brazos por delante del pecho. Se le llenaron los ojos de lágrimas.

—¡No quiero ir! ¡Lo odio! ¡No quiero saber nada de él!

Siwon se adelantó, y Hyukjae, que se percató de la furia que brillaba en su mirada, le hizo un gesto de advertencia. Le dijera lo que le dijese, Siwon no lograría hacerla entrar en razón.

—Sulli, ¿sabes una cosa? —dijo Hyukjae—. Te quiero. Hasta me caes bien, muy bien, algo muy importante, porque el amor es un requisito en las familias, pero que alguien te caiga bien no lo es. Lo malo es que ahora mismo te estás comportando como una niña malcriada. —Sulli abrió la boca, pasmada—. Estás hablando de mi hermano y no voy a consentirte que hables mal de él delante de mí. Entiendo que estés molesto y frustrado con esta situación, como lo estamos nosotros, pero tendrás que acostumbrarte a él. Es tu appa y merece la oportunidad de conocerte. Y por mucho que nos mires a tu padre y a mí echando chispas por los ojos, eso no cambiará las cosas.

Las lágrimas empezaron a resbalar por las mejillas de Sulli, que se dio media vuelta y salió corriendo de la cocina.

Siwon apoyó las manos en la encimera y agachó la cabeza.

—Deja que vaya a hablar con ella —se ofreció Hyukjae, que ya se estaba levantando del taburete—. Yo le he gritado, así que ahora está enfadada conmigo.

—Está enfadada con el mundo entero.

Hyukjae le dio unas palmaditas en un hombro.

—Igual que tú, colega. Y es una mala combinación.

Hyukjae no se molestó en llamar a la puerta de la habitación de Sulli, se limitó a entrar sin pedir permiso. Su sobrina estaba sentada en la cama, con los brazos cruzados por delante del pecho y el ceño fruncido en evidente señal de enfado.

La cama se hundió cuando Hyukjae se sentó a su lado.

—¿Cuánto tiempo crees que estarás enfadada conmigo?

—Hasta que se me pase.

Hyukjae le echó un vistazo al reloj.

—Bueno, esta noche tenemos planes. He tenido que sudar la gota gorda para conseguirte esta cita. Estoy tirándole los tejos a este abogado tan guapo y si tú no me acompañas para entretener a su hija, mis planes se irán al traste.

—¿Eso es lo único que soy para ti, una niña a la que usar para ligarte a una pareja?

Hyukjae se contuvo para no sonreír. Esa era la niña de nueve años respondona que conocía y a la que adoraba.

—Básicamente sí. ¿Algún problema con eso?

—Eres incorregible.

En ese momento, no pudo contener la carcajada.

—¿Dónde has aprendido esa palabra?

—En el colegio. Que sepas que lo eres. Y también eres insoportable. —Descruzó los brazos con un suspiro—. No estoy enfadada contigo. Es que no quiero verlo mañana, nada más.

Hyukjae le pasó un brazo por los hombros y la pegó a él.

—Lo sé, cariño. Sé que esto es duro. Lo es para todos, sobre todo para tu padre. Tienes que darle un respiro en este tema.

Sulli se tragó las lágrimas y se apoyó en él.

—Me gusta que las cosas sigan como están, tú, yo y papá. No quiero que ese joven venga para estropearlo todo.

—No lo hará.

—Lo hará.

—Dale una oportunidad, ¿vale?

Dale una oportunidad, Sulli.

—No quiero.

—Pues hazlo por mí. Es mi hermano y lo quiero. Y tú eres mi sobrina y te quiero. Si no tienes otro motivo para hacerlo, al menos hazlo por mí.

Sulli soltó un hondo suspiro y se apartó de él para limpiarse las lágrimas.

—Vale. Pero me debes una. —Lo miró con los ojos entornados—. Y me debes otra por lo de esta noche. Si esa niña acaba siendo un aburrimiento, me deberás una muy grande.

—Gracias. —La instó a levantarse de la cama—. Ponte los zapatos. Llegaremos tarde.

Hyukjae miró a Sulli y observó su perfil, iluminado por las luces del cuadro de mandos. En esos momentos, necesitaba una mano firme, alguien que le dijera cómo iban a ser las cosas. Bastantes problemas tenía ya Siwon, que no era capaz de manejar el asunto en condiciones.

Claro que ¿quién podía culparlo?

—No vayas a dejarme en evidencia —le dijo mientras devolvía la vista a la carretera.

—¿Por qué iba a hacerlo? — replicó ella, pestañeando de forma exagerada.

—Ya, eres muy capaz de hacerlo, sobre todo porque estás enfadada conmigo. No se te ocurra contar anécdotas graciosas sobre mí ni hablar de cosas personales.

—¿Como por ejemplo que te bebes la leche directamente del envase? ¿O que tardas tanto en lavar los vaqueros que cuando te los quitas andan solos?

Hyukjae se estremeció.

—Sí, ese tipo de cosas. Y nada de hablar de mis ex parejas. Si lo haces, tendré que contraatacar.

Sulli sonrió.

—Te gusta —dijo.

—Sí, me gusta. —Hyukjae hizo una mueca—. ¿Por qué insisten todos en lo mismo?

Sulli alargó un brazo y le hizo cosquillas.

—¡Oh, es tu pingüino!

—¿Mi qué? —le preguntó él, alejándose de su mano—. Estate quieta.

—Tu pingüino. Ya sabes, los pingüinos se emparejan para siempre. Son los únicos animales del planeta que lo hacen, como los humanos. Es muy bonito. Tío Hyukjae, has encontrado a tu pingüino.

—Yo no he dicho que vaya a emparejarme con él para siempre. ¿De dónde has sacado esa estupidez?

—Del cole. En el cole te enseñan muchas estupideces.

—Madre mía, vaya boquita que tienes. Nada de soltar tacos tampoco.

—¿Por qué? Tú lo haces a todas horas.

—Sí, y también me emborracho y eructo. Eso no significa que tú tengas que hacerlo. —Se detuvo delante de la casa de Donghae—. Intenta interpretar el papel de la sobrina educada y simpática, por lo menos esta noche. Sé que te estoy pidiendo mucho.

Ella bajó del coche y observó la casa.

—Quiero tres álbumes nuevos para mi iPod.

Hyukjae la miró con los ojos entornados por encima del capó del Land Rover.

—¿Qué? —dijo su sobrina, que parecía pasmada y sorprendida—. Supongo que esto se merece por lo menos tres. Te haré una lista. Puedes descargármelos mañana cuando yo esté fuera haciéndote otro favor...

—El chantaje no te funcionará conmigo.

—Sí que lo hará —replicó ella con una sonrisa, al tiempo que subía los escalones de la casa.

Donghae abrió la puerta descalzo, vestido con unos vaqueros ajustados y una camiseta blanca que se ajustaba a su cuerpo. Joder, pensó, estaba buenísimo. Él no estaba interesado en buscarse un pingüino, pero quería por lo menos una cita con el abogado.

—Hola —lo saludó—. Siento llegar tarde. La renacuaja es Sulli.

Sulli lo miró con el ceño fruncido y después le tendió la mano a Donghae.

—Hola. —Donghae le dio un apretón en la mano y enarcó las cejas como si los buenos modales de Sulli la hubieran sorprendido. Un punto para la renacuaja—. Me alegro de volver a verte, Sulli. Seguro que no me recuerdas, pero tu appa y tú nos visitaron varias.

Sulli la miró con atención.

—No, no me acuerdo. Seguro que era muy pequeña.

—Pues sí. ¿Por qué no vamos a la cocina? —Donghae los guio por la casa—. Haru me está ayudando esta noche a preparar la cena.

Un largo pasillo dividía la casa en dos partes, y llevaba hasta la cocina, situada en la parte posterior, y a una amplia estancia con ventanales orientada al patio trasero.

Haru estaba junto a la encimera, aliñando una ensalada. Tenía el pelo del mismo color que Donghae y lo llevaba largo y suelto. Miró a Sulli con recelo cuando entraron.

—Sulli, Hyukjae —dijo Donghae—, esta es mi hija, Haru.

—Hola —murmuró la niña.

Sulli le dirigió una mirada elocuente a Hyukjae. Tras llevarse una mano a la espalda extendió cuatro dedos.

Ni de coña iba a comprarle cuatro álbumes. Le dio un codazo y la rodeó para entrar en la cocina.

—Hola, Haru. Tu appa me ha hablado mucho de ti.

Haru miró a su madre, que seguía en el otro extremo de la estancia, pero no replicó. Hyukjae se percató de que las cosas estaban tensas entre appa e hija a juzgar por su lenguaje no verbal.

—Haru —dijo Donghae—, ¿por qué no llevas a Sulli arriba y le enseñas tu habitación?

La niña se encogió de hombros como si no le importara.

—Vale. Vamos.

Sulli miró a Hyukjae con expresión asesina cuando él la empujó para que saliera de la estancia. Las dos niñas desaparecieron por el pasillo.

Hyukjae miró a Donghae.

—Bueno, de momento vamos bien.

Donghae suspiró.

—Nos acercamos a la adolescencia. Últimamente todo lo que hago está mal. —Se rascó la nariz mientras miraba hacia el pasillo—. Lo siento, es que esta noche está de mal humor. Debería haber cancelado los planes. No sé por qué dejé que me convencieras para hacer esto, la verdad.

—¿A qué te refieres? Solo hemos quedado para que las niñas jueguen.

La mirada escéptica que le dirigió Donghae hizo que el deseo corriera por las venas de Hyukjae, que carraspeó y se llevó las manos a los bolsillos delanteros de los vaqueros para no ceder a la tentación de tocarla.

—En realidad, me alegro de que no hayas cancelado los planes. Siwon estaba pasando un mal rato con Sulli. Creo que a los dos les ha beneficiado que Sulli salga de casa.

Donghae atravesó el salón y se sentó en un mullido sofá. La estancia era de techos altos, muebles grandes y asientos cómodos.

—¿Qué les pasaba?

Hyukjae se dejó caer en un sillón, frente a él.

—Sulli está irritada por lo de mañana.

Donghae asintió con la cabeza.

—¿Y cómo está Siwon?

—Irritado por lo de mañana.

Donghae sonrió.

¡Y menuda sonrisa tenía!, pensó Hyukjae. Con esos labios tan carnosos y esos dientes tan derechos y tan blancos, estaba deseando besarlo. Estaba deseando que él claudicara y le devolviera el beso.

—Las cosas mejorarán, Hyukjae. Debes tener fe.

Eso mismo le había asegurado él a Heechul. Lo único que debía hacer era aplicarse el cuento. Se inclinó hacia delante.

—¿Hasta qué punto deben mejorar las cosas entre ellos para que aceptes salir conmigo?

—Te estás pasando de listo.

—Joder. —Hyukjae apoyó la espalda en los cojines—. Más calabazas. Esto se está convirtiendo en una costumbre.

Donghae rio y él pensó que le encantaría acostumbrarse a escuchar su risa. De repente, se descubrió sonriendo por primera vez desde hacía semanas.

—¿Sabes que eres el primer abogado que he conocido que no quiere joderme?

—Hyukjae, estoy segurísimo de que hay muchos más.

—Me has dado calabazas y me has puesto en mi sitio. Esta no es mi noche. Pececito, voy a decirte una cosa. Puedes mejorar mi situación dándome de comer. ¿Tienes comida en casa?

Donghae se levantó del sofá con una sonrisa.

—A eso sí puedo decirte que sí.



Heechul se cambió de ropa tres veces, al final acabó con unos vaqueros. Unos vaqueros. Sí, era lo mejor.

Tranquilo y cómodo.

Al mirarse en el espejo, frunció el ceño. Se estaba engañando. No parecía tranquilo. Y nadie se tragaría el cuento de que se sentía cómodo.

Se arregló el pelo por enésima vez. Se lo había recogido, después se lo había soltado y luego se lo había vuelto a recoger. Al final, decidió que cayera a su antojo. Parecía que había metido los dedos en un enchufe.

Su aspecto daba igual. No se trataba de una cita. Tras comprobar su aspecto por última vez en el espejo, inspiró hondo. «Ahora o nunca», se dijo.

Cuando por fin metió a Siwan en el coche y puso rumbo a la ciudad, estaba exhausto. Y eso que todavía no eran ni las nueve y media.

La cita era una mala idea.

El sol se filtraba por las copas de los árboles del parque mientras Siwan y él se dirigían al Invernadero de Flores. Como llegaron en primer lugar, se sentaron en los primeros escalones que daban al imponente edificio e intentó no estresarse por una situación que se escapaba a su control.

 Era como si toda su vida se escapara a su control esos días.

Siwon y Sulli llegaron unos quince minutos después. A Heechul le dio un vuelco el estómago cuando vio a Siwon. Se le humedecieron las palmas de las manos. Llevaba unos vaqueros anchos, una camiseta de manga corta, unas gafas de sol que le ocultaban los ojos. Parecía tranquilo... y cómodo.

Y, joder, estaba para comérselo.

Heechul miró a Sulli. La niña le lanzó una mirada asesina, una expresión que puso de manifiesto el desdén que sentía por toda esa situación.

Heechul enderezó la espalda. Iba a ser una situación incómoda de todas maneras. Así que mejor terminar con eso de una vez.

Soltó un suspiro, cogió a Siwan en brazos y se lo colocó en una cadera.

—Cariño —dijo en voz baja—, este es Siwon. —Tragó saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta—. Es tu... tu padre. —La noche anterior intentó explicarle el asunto, pero el pobrecillo estaba tan confundido que no tenía la menor idea de cómo iba a reaccionar.

Siwan miró a Siwon, con el ceño fruncido, y le quitó las gafas de sol con esos deditos tan regordetes.

—Son como los míos.

—Sí, lo sé, cariño.

El niño se revolvió hasta que lo dejó en el suelo y luego miró a Sulli.

—Tú no tienes ojos como los mios.

Sulli se cruzó de brazos.

—No jod...

Siwon le clavó un dedo en las costillas.

—No jorobes, Sherlock —se corrigió la niña con el ceño fruncido.

Siwan no pareció darse cuenta del sarcasmo.

—Vamos a subir las escaleras — la invitó.

Sulli miró a Siwon con cara de pocos amigos.

—Ve —le dijo él con firmeza.

La niña puso los ojos en blanco y siguió a Siwan.

Siwon se puso de nuevo las gafas de sol. Por un instante, Heechul le había visto los ojos, y parecían cansados, tristes y un poco abrumados. Pero también había visto la alegría más pura al mirar a su hijo. Y en ese momento había visto una parte de él cuya existencia desconocía.

—Esto... —comenzó él—. Se me ha ocurrido que podríamos separarnos unas horas. Tú te vas con Sulli y yo con Siwan, y nos vemos aquí a mediodía, ¿te parece bien?

—Vale. —Miró hacia las escaleras, donde estaban los dos niños. Menudo cuadro hacían:
Siwan correteaba arriba y abajo, y Sulli lo seguía. Aunque la niña no se diera cuenta, ya estaba interpretando el papel de hermana mayor y protegiendo a Siwan al asegurarse de que no se tropezaba con los escalones ni se caía de boca.

—Por cierto —Siwon se movió, incómodo, para que volviera a mirarlo—, Sulli se ha mostrado un poco... —Se rascó la cabeza, como si buscara la palabra adecuada—. Se ha mostrado un poco asombrada por todo esto. Avísame si se pasa de rosca. A veces puede ser terrible.

—Puedo apañármelas, Siwon.

Él asintió con la cabeza.

—Vale, nos vemos a mediodía.

Sintió una opresión en el pecho. ¿Cómo se las apañaba Siwon? ¿Cómo conseguía comportarse como si nada de eso importara? Si sentía una mínima parte del dolor que sentía él, debía de estar destrozándolo.

Lo vio alejarse escalones arriba. Cuando se acuclilló junto a Siwan, se quitó las gafas de sol. Una sonrisa enorme apareció en la carita de Siwan antes de que se echara a reír, se cogiera de la mano de Siwon y bajara los escalones con él.

—¡Adiós, appá! —Se despidió con las manos mientras los dos se alejaban por el sendero.

La presión que sentía en el pecho aumentó y el dolor le atravesó el alma al verlos alejarse. Había visto cómo Siwan se cogía de la mano de Mithra cientos de veces, pero nunca le había afectado como la imagen que tenía delante. Padre e hijo, copias casi exactas, ambos perdiéndose en dirección al sol, juntos.

Se frotó el pecho con la palma de la mano y soltó un suspiro tembloroso. La cosa tenía que mejorar. Tenía que mejorar.



1 comentario:

  1. Ajaajajajajaja
    hyuk buscando una excusa y buenas palabras para su persona para conseguir una cita con hae
    una salida en familia......es un gran paso para lo que se tiene que resolver.
    entre todo esto,ninguno esta caminando sobre rosas.....ni siquiera siwan con sus 4 años lo esta pasando del todo bie.sulli menos,de siwon y hee ni hablamoa,ellos absorven todo

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...