Dark Pleasures (DH2)- Capítulo 9




Después de que Kangin se marchara, Leeteuk llamó a Heechul y lo tranquilizó, asegurándole que se encontraba a salvo. Se dio una ducha rápida y se vistió con una sudadera y unos pantalones deportivos de Donghae. Cuando éste y los niños se retiraron para dormir, se sentó en el sofá con un plato de espaguetis.

Hyukjae salió de la cocina y le ofreció una Coca-Cola antes de sentarse en uno de los sillones.

 –Bien –dijo–, ¿por dónde empiezo?

Leeteuk no tuvo que pensarlo.

–Por el principio. Quiero saber exactamente qué es un Dark Hunter y qué son los Daimons. De dónde vienen los apolitas y qué relación hay entre todos ellos.

Hyukjae soltó una carcajada.

–Vas directo al grano, ¿verdad? –Mientras giraba el vaso de té helado entre las manos pareció sopesar la mejor forma de contestar sus preguntas–. En momentos como éste me gustaría que la Kynigostaia de Homero hubiese sobrevivido al paso del tiempo.

–¿Kyni qué?

Él se volvió a reír y tomó un sorbo de té.


–Recogía el nacimiento de los Kynigstosi, los Cazadores Oscuros, y podría haber respondido a la mayoría de tus dudas. Narraba con detalle el nacimiento de las dos razas que una vez dominaron la tierra: los humanos y los apolitas.

Leeteuk asintió brevemente.

–De acuerdo. Sé de donde vienen los humanos, pero no sé nada de los apolitas.

–Hace eones, Apolo y Zeus caminaban por la ciudad de Tebas cuando, de repente, Zeus declaró la grandeza de la raza humana y la llamó «el pináculo de la perfección terrenal». Apolo soltó un bufido y dijo que podía mejorarse en muchos aspectos. Se jactó de poder crear fácilmente una raza superior y Zeus lo retó a que lo hiciera. Así es que Apolo buscó una ninfa que estuviese de acuerdo en dar a luz a sus hijos.

»En tres días nacieron los primeros apolitas. Tres días más tarde esos niños habían alcanzado la madurez y tres días después estaban preparados para ser los regentes de la tierra.

Leeteuk se limpió los labios con la servilleta.

–Entonces, los apolitas son los hijos de Apolo. Lo he pillado. ¿Y por qué algunos de ellos se convierten en Daimons?

–¿Por qué no te esperas? Soy yo el que está contando la historia –le dijo Hyukjae pacientemente, con la misma voz que Leeteuk suponía que usaba con sus alumnos de la facultad–. Puesto que los apolitas nacieron con un intelecto, una belleza y una fuerza superiores a los de los humanos, Zeus los envió a vivir a la isla de la Atlántida, donde esperaba que vivieran en paz. No sé si has leído los Diálogos de Platón...

–No te ofendas, pero me pasé toda la carrera evitando las asignaturas de letras…

Hyukjae sonrió.

–Da igual. De todos modos, la mayoría de lo que Platón escribió acerca de la Atlántida es cierto. Eran una raza agresiva que quería dominar la tierra y, como broche final, también el Olimpo. A Apolo no le importaba ya que, una vez cumplidos sus propósitos, él se convertiría en el dios supremo.

Leeteuk supo a dónde llevaba todo esto.

–Apuesto a que el viejo Zeus estaba contentísimo con esa idea.

–Estaba encantado –le contestó Hyukjae irónicamente–. Pero no tanto como los pobres griegos que estaban siendo abatidos por los apolitas. Los humanos se dieron cuenta de que luchar no los llevaría a ningún sitio, por lo que idearon un plan para que Apolo cambiara de bando. Eligieron a la mujer más hermosa nacida entre la raza humana, y se la entregaron a Apolo como amante.

–¿Era más hermosa que Helena de Troya?

–Todo esto sucedió muchísimo antes de que Helena naciera y, sí, según las crónicas ella era la mujer más hermosa que el mundo ha visto jamás. De cualquier forma, Apolo siendo como es no pudo resistirse. Se enamoró de ella y, finalmente, la mujer quedó embarazada. Cuando la reina de los apolitas escuchó lo que sucedía, se enfureció tanto que envió a un grupo de asesinos para que acabaran con la vida de la madre y del niño. La reina dio instrucciones a sus hombres para que el crimen pareciera ser el ataque de un animal salvaje, de modo que Apolo no se vengara de los apolitas.

Leeteuk soltó un silbido e imaginó lo que ocurrió después.

–Apolo lo descubrió.

–Exacto, y no le sentó muy bien. No sé si sabrás que Apolo es también el dios de las plagas. Destruyó la Atlántida y hubiese destruido a todos y cada uno de sus habitantes si Artemisa no lo hubiera detenido.

–¿Y por qué lo hizo?

–Porque los apolitas eran carne y sangre de Apolo. Destruirlos hubiese significado acabar con el propio dios y eso habría supuesto el fin del mundo tal y como lo conocemos.

–¡Vaya! –exclamó Leeteuk con los ojos abiertos de par en par–. Qué desastre. Menos mal que lo detuvo.

–Eso pensó el resto del panteón griego. Pero Apolo quería vengarse. Y lo hizo. Prohibió a los apolitas caminar bajo la luz del sol para no tener que verlos nunca más y recordar su traición. Puesto que habían intentado hacerle creer que su mujer había sido atacada por un animal salvaje, les dio características animales: colmillos, sentidos muy desarrollados…

–¿Y la velocidad y la fuerza?

–Ya la tenían; junto con las habilidades psíquicas que Apolo no pudo quitarles.

Leeteuk frunció el ceño.

–Pensaba que los dioses podían hacer cualquier cosa que se les antojase. ¿No consiste en eso lo de ser dios?

–No siempre. Tienen leyes a las que atenerse, igual que nosotros. Pero en el caso de los poderes psíquicos es diferente; una vez ese canal se abre no puede volver a cerrarse. Por eso Apolo no pudo quitarle a Cassandra el don de la adivinación del futuro cuando ella lo rechazó. Lo que hizo fue enmarañarlo todo, de modo que nadie creyera en sus profecías.

–¡Claro!, eso tiene sentido –dijo Leeteuk antes de beber un sorbo de Coca-Cola–. Vale, entonces los apolitas tienen poderes psíquicos, son muy fuertes y, además, no resisten la luz del sol. ¿Y lo de beber sangre? ¿Lo hacen o no?

–Sí. Beben sangre, pero sólo si proviene de otro apolita. De hecho, a causa de la maldición de Apolo, están condenados a alimentarse los unos de los otros cada pocos días para no morir.

–¡Puaj! –exclamó arrugando la nariz–. Eso es asqueroso –dijo, temblando ante la mera idea de tener que vivir de ese modo–. Algunos de ellos beben sangre humana, ¿no es cierto?

Hyukjae vaciló antes de contestar.

–No exactamente. Si se convierten en Daimons, beberán de los humanos; pero no es la sangre lo que buscan… es el alma.

Leeteuk alzó una ceja y sintió un escalofrío en la espalda. Kangin no había estado bromeando en ese aspecto. Genial.

–¿Y por qué necesitan robar nuestras almas?

–Los apolitas sólo viven veintisiete años. El día de su vigésimo séptimo aniversario mueren de forma lenta y dolorosa; sus cuerpos se desintegran, literalmente, y se convierten en polvo en un plazo de veinticuatro horas.

En esta ocasión, Leeteuk hizo un gesto de dolor.

–Eso es horrible. Supongo que la moraleja de la historia es que no hay que cabrear al dios de las plagas.

–Sí –contestó Hyukjae sombríamente–. Para evitar su destino, la mayoría de los apolitas se suicidan el día anterior a su cumpleaños. Otros deciden convertirse en Daimons. Como tales, burlan la sentencia de muerte apropiándose de almas humanas y manteniéndolas en sus cuerpos. En tanto las almas humanas vivan en su interior, podrán seguir existiendo. Pero el problema reside en que el alma de un humano no puede vivir mucho tiempo en el cuerpo de un apolita, y comienza a morir casi en el mismo instante en que es robada de su verdadero dueño. Como resultado, los Daimons se ven obligados a perseguir y matar humanos cada pocas semanas para poder seguir viviendo.

Leeteuk era incapaz de imaginarse el tormento que debía suponer ser asesinado por un apolita y perder no sólo la vida, sino también el alma.

–¿Qué sucede con las almas que mueren?

–Están perdidas para siempre. Por eso existen los Cazadores Oscuros. Su trabajo consiste en buscar a los Daimons y liberar las almas antes de que expiren.

–¿Y lo hacen de forma voluntaria?

–No, más bien son obligados.

Leeteuk lo miró, ceñudo.

–¿Obligados de qué forma?

Hyukjae bebió otro sorbo de té y miró al suelo con una expresión extraña. Daba la sensación de estar recordando su pasado. Algo doloroso.

–Cuando alguien sufre una horrible injusticia –explicó en voz baja–, su alma grita tan fuerte que el sonido llega hasta el Olimpo. Si Artemisa lo escucha, se acerca a la persona que acaba de gritar y le ofrece un trato: un solo Acto de Venganza en contra de aquellos que hicieron el mal y, a cambio, ella obtiene un juramento de lealtad y un nuevo integrante para su ejército de Cazadores Oscuros.

Leeteuk respiró hondo intentando procesar toda la información.

–¿Y tú cómo sabes todo esto?

Hyukjae alzó la cabeza y le abrasó con su intensa mirada.

–Porque mi alma gritó así el día que mis hijos murieron.

Leeteuk tragó saliva al observar el odio y el dolor que reflejaban los ojos de Hyukjae. Eran tan evidentes que hasta él se sentía embargado por el sufrimiento.

–¿Fue Artemisa hasta ti para ofrecerte el trato?

–Sí, pero la rechacé.

–¿Y por qué?

Hyukjae apartó la mirada.

–Mi venganza iba dirigida a otro dios y sabía que ella no podía permitirlo.

Leeteuk sabía que Hyukjae había estado atrapado en un pergamino, conocía muy bien su historia, pero ahora le interesaba más Kangin.

–Kangin vendió su alma a cambio de poder vengarse de su esposo, ¿verdad?

Él asintió.

–Pero no lo juzgues muy duramente.

–No lo hago –le dijo con honestidad. No sabía qué le había ocurrido a Kangin y, hasta que no lo averiguara, no podía juzgarlo responsable de nada–. Dime una cosa, Hyukjae, ¿hay algún modo de que un Dark Hunter recupere su alma?

–Sí, pero casi nadie lo ha conseguido. La prueba es diferente para cada uno de ellos.

–Lo que significa que no puedes decirme el modo de liberar a Kangin.

–Lo que significa que no tengo la más remota idea de cómo liberar a Kangin.

Leeteuk asintió y cambió el rumbo de sus pensamientos.

–¿Los Cazadores Oscuros también tienen que beber sangre?

–No. Puesto que en un principio eran humanos, no tienen necesidad de hacerlo. Además, si tuviesen que preocuparse de alimentarse de ese modo, sus habilidades para detectar a los Daimons se verían afectadas.

–¿Y entonces por qué tienen colmillos?

–Para poder detectar a los Daimons y darles muerte se les otorgaron las mismas características que a éstos. Los colmillos van en el paquete.

Leeteuk no tuvo problemas en entenderlo.

–¿Por eso les resulta mortal la luz del sol?

–Más o menos. Pero en el caso de los Cazadores Oscuros es más una consecuencia de servir a Artemisa, que es la diosa de la luna, y de resultar abominables para Apolo.

–Pero eso no parece justo. 

–Los dioses rara vez lo son.



Kangin permanecía sentado en su coche, maldiciendo el rumbo traicionero de sus pensamientos. Todavía podía ver a Leeteuk. Escuchar el sonido de su dulce y suave voz. Sentirlo contra su cuerpo mientras le acariciaba el pecho.

Habían pasado siglos desde que deseara a alguien de ese modo. Creía que esa parte de sí mismo había quedado olvidada el día que se convirtió en un Dark Hunter. Según pasaban los siglos, había ocasiones en que sentía un ligero interés por el género opuesto, pero había aprendido a controlarlo. A enterrarlo.

Pero todas esas necesidades, olvidadas hacía tanto, habían despertado con las caricias de un hechicero que estaba resultando ser letal para su cordura. Su recuerdo lo distraía. Lo atormentaba.

Lo deseaba de un modo que rayaba la desesperación.

¿Por qué? ¿Qué tenía Leeteuk que él anhelaba tanto? No sabía nada de él, excepto que poseía un gran sentido del humor y que bajo su fuego se ocultaba una dulzura increíble.

Y lo deseaba como jamás había deseado. Ni siquiera a su esposo. No tenía sentido.

Apagó el motor antes de bajarse del coche y entrar en casa. Estaba en completo silencio, excepto por los sonidos que llegaban del piso superior.

Kangin atravesó las habitaciones oscuras y subió la escalera de caoba tallada hasta llegar a la segunda planta y detenerse ante la puerta de su despacho. Un haz de luz se derramaba sobre la alfombra persa, por debajo de la puerta cerrada.

Sin hacer ruido, giró el picaporte y abrió la puerta.

–Minho, ¿qué coño estás haciendo aquí?

Lanzando una sonora maldición, su Escudero se levantó de la silla giratoria de un salto. Kangin tuvo que reprimir una carcajada al ver a ese hombre a matarlo. Los ojos de Minho lanzaban fuego y un músculo palpitaba en su mandíbula, firmemente apretada. El joven se mesó la melena castaña que le caía hasta los hombros.

–¡Jesús, Kangin! ¿Es que nunca vas a aprender a hacer ruido cuando te mueves? Me has dado un susto de muerte.

Kangin se encogió de hombros con indiferencia.

–Pensaba que te irías a casa temprano.

Minho enderezó la silla y se sentó de nuevo, tomando impulso para colocarse de nuevo tras el escritorio.

–Tenía intención de hacerlo, pero quise terminar la investigación sobre Changsu.

Kangin sonrió. Choi Minho podía ser un listillo impetuoso y un coñazo la mayor parte del tiempo, pero se podía confiar en él. Por eso lo había elegido como Escudero y lo había introducido en el reino de los Cazadores Oscuros.

–¿Algo nuevo?

–Podría decirse que sí. He descubierto que tiene doscientos cincuenta años.

Sorprendido, Kangin alzó una ceja. Que él supiera, ningún Daimon había vivido tanto.

–¿Cómo es posible?

–No lo sé. Todos los Cazadores Oscuros que van tras él acaban muertos. Parece que a tu amiguito Daimon le gusta hacerlos sufrir. –Volvió a mirar el monitor–. No hay nada en la base de datos de Shindong sobre su modus operandi y cuando hablé con Shin hace ya un rato me dijo que no tenía ni idea de dónde procedía Changsu ni de qué buscaba. Pero lo estamos investigando.

Kangin asintió.

–¡Ah, por cierto! –dijo Minho mirándolo por encima del hombro–. Estás hecho un desastre.

–Ya lo sé, todos se empeñan en decirme lo mismo.

Minho sonrió hasta que se fijó en la ropa de Kangin.

–¿Por qué no llevas tu uniforme de tipo-malo-mata-Daimons?

Kangin no estaba de humor para explicárselo.

–Hablando de eso, necesito que me compres un abrigo de cuero hoy.

La sospecha oscureció aún mas los ojos de Minho.

–¿Por qué?

–El viejo tiene un agujero en el hombro.

–¿Y eso?

–Me atacaron. ¿Por qué si no?

Minho no pareció muy contento con las noticias.

–¿Estás bien?

–¿Qué aspecto tengo?

–Horrible.

No había modo de esconderse de Minho.

–Estoy bien. ¿Por qué no te vas a una de las habitaciones de invitados a dormir? Ya son las cuatro de la madrugada.

–Dentro de un rato. Primero quiero dejar esto acabado.

Kangin escuchó el sonido que avisaba a Minho de que tenía un nuevo mensaje en el ordenador.

–Hasta la noche.

–Vale, que descanses.

Kangin cerró la puerta y cruzó el largo pasillo que llevaba hasta su cuarto. La enorme y suntuosa habitación, de colores oscuros y relajantes que no herían los ojos, le dio la bienvenida. Minho había encendido las tres velas del pequeño candelabro de pared y el suave resplandor creaba sombras sobre el papel color borgoña.

Esa estancia era el santuario donde Kangin se ocultaba de la luz del día.

Había ordenado que sellaran las ventanas y las cubrieran tan pronto como compró la antigua casa colonial de estilo neoclásico. Ningún Dark Hunter dormiría en un lugar donde el sol pudiera penetrar accidentalmente.

Se quitó la ropa y se tumbó en la enorme cama en la que dormía desde el siglo XIV, pero su mente insistía en seguir dándole vueltas a sus tribulaciones.

Changsu le había dado esquinazo y, durante los próximos días, estaría fuera de su alcance.

No podía hacer nada. Excepto esperar y estar preparado en el momento en que Changsu emergiera. Al menos estaba tranquilo porque sabía que el Daimon iría primero a por él. Eso le daría algo más de tiempo para mantener a salvo a Leeteuk y a Heechul.

Leeteuk.

El nombre flotaba en su mente, junto con el recuerdo de sus brillantes ojos. La entrepierna se le tensó al instante bajo las frescas sábanas de seda. Gruñó al sentir el dolor del deseo no saciado.

–No es mío –murmuró.

Y, por todos los dioses del Olimpo, jamás lo sería, sin importar lo mucho que lo deseara su destrozado corazón.



Leeteuk gimió al sentir que una mano, cálida y fuerte, le acariciaba el estómago desnudo y se desAmberba hasta la cadera. De forma instintiva, se giró en dirección a las caricias, con el cuerpo enfebrecido por el deseo.

Kangin le dio la vuelta hasta dejarlo tumbado de espaldas y capturó sus labios. Leeteuk sintió que todo comenzaba a dar vueltas por el impacto de su fuerza y su poder. Jamás en su vida había experimentado nada semejante al roce de su lengua jugueteando entre sus labios. O a la sensación de ese cuerpo soberbiamente formado moviéndose de forma sinuosa contra él.

El deseo se acrecentó.

El beso de Kangin era salvaje y ardiente, pero teñido de una extraña ternura. Cerró los ojos y disfrutó del olor especiado de su piel, del calor de su boca. Enterró las manos en el cabello y se deleitó al sentir cómo las ondas se deslizaban entre sus dedos.

Él se apartó y lo miró con una avidez tan palpable que Leeteuk se encendió aún más, mientras sentía los deliciosos músculos de los hombros de Kangin contrayéndose bajo sus manos.

–Serás mío –le dijo con tono posesivo y cierta agresividad.

–Y tú serás mío –le contestó, sonriendo, y entrelazó las piernas alrededor de sus estrechas caderas.

La diabólica sonrisa de Kangin, que dejó a la vista sus colmillos, le robó el aliento. Sin dejar de abrazarlo, giró hasta quedar de espaldas con Leeteuk sobre su cuerpo.

Mordiéndose el labio, Leeteuk observó su apuesto rostro mientras sentía ese cuerpo, duro y viril, entre los muslos. Con una necesidad abrumadora, comenzó a frotarse contra el largo y endurecido miembro de Kangin, que gimió en respuesta a sus caricias antes de recorrer su cuerpo con una mirada famélica.

–Podría estar toda la noche mirándote –le susurró Kangin.

Leeteuk no encontró objeción alguna al comentario, puesto que nada le complacería más que contemplarlo durante el resto de la eternidad mientras se paseaba desnudo.

Esa forma de andar… ese cuerpo…

Eran mucho más de lo que una simple mortal podía soportar.

Kangin alzó las caderas, impulsándola hacia delante. Leeteuk apoyó las manos a ambos lados del cuerpo de él para sujetarse y se inclinó.

–Ahora te tengo donde quería. –Kangin le tomó el rostro con ambas manos y buscó sus labios. Su boca lo atormentaba, chupando el labio inferior y mordisqueándolo con suavidad.

Un gemido escapó de sus labios cuando la mano de Kangin bajó desde el pecho, deslizándose por el costado.

–Y esto es lo que más deseo –dijo antes de introducir dos dedos en su interior.

Leeteuk siseó de placer mientras esos dos dedos lo torturaban sin piedad. Dentro y fuera, moviéndose en círculos, avivando el fuego que amenazaba con consumirlo.

Él abandonó sus labios un momento.

–Dime qué es lo que deseas.

–A ti –jadeó sin aliento.

–Entonces, me tendrás. –Kangin le agarró por las caderas y lo acercó hasta su erección.

Leeteuk anhelaba sentirlo en su interior y aguardaba, expectante, mordiéndose los labios. Deseaba con todas sus fuerzas tenerlo dentro y compartir la más íntima de las experiencias.

Sintió que el extremo de su verga presionaba sobre la entrada. Y justo cuando pensaba que se desAmberría en su interior, la alarma del despertador comenzó a sonar.

Se despertó sobresaltado. Miró a su alrededor, aturdido, observando la desconocida habitación donde se encontraba. Tardó todo un minuto en recordar que estaba en la habitación de los mellizos, en casa de Donghae. ¿Todo había sido un sueño? Pero era tan real… juraría que aún sentía las manos de Kangin sobre el cuerpo y su aliento rozándole el cuello.

–No es justo –gimoteó mientras salía de la cama y apagaba el despertador. Se había despertado justo cuando llegaba lo interesante.

¿De verdad había sido sólo un sueño? ¿Tan sólo un sueño sobre un misterioso desconocido que ocultaba su sufrimiento tras el sarcasmo y que le había cautivado con unos ojos oscuros y letales?

Haciendo un enorme esfuerzo por olvidar la intensidad de las imágenes que había creado su subconsciente, se envolvió en el grueso albornoz de Donghae y salió para ir al baño.



3 comentarios:

  1. Ahhhhh no sabes cuanto esperaba este Capi *%* Kangin ve por Teukie y has lo tuyo como en el sueño y no lo dejes a media 7w7 jdjfjdjd que se me hace qe el sueño no fue del todo sueño 7w7 waaaa ahora a esperar hasta el jueves ;-; amo esta adaptación ;-;

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  2. Lo mismo digo......joder con ese despertador,odio los despertadores
    ,siempre los he odiado ㄱㄱ
    no pueden dejar de pensarse,y es obvio que no quieren hacerlo.
    ooooh,por eso es un dark hunter.....kangin buscaba venganza y la diosa lo escucho y dio esas opcion....pobre kangin,al menos espero que haya cumplido su venganza como queria,tuvo que haberlo hecho,por algo es un hunter ahora

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  3. Creo que fue un capítulo muy instructivo, ayudó a LeeTeuk y de paso a mi a entender un poco más sobre todo lo que rodea a Kangin. Si HyukJae fuera mi maestro por supuesto que le entiendo todo xD

    A estás alturas creo que vamos a formar un sindicato de "Odiamos el despertador de Teukie" al menos Teuk tiene claro que está más que atraído por Kangin, ojalá supiera que es recíproco.

    Me pregunto que será lo que puede liberar el alma de Kangin.

    Gracias por el cap!!

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...