Después de que Kangin se marchara, Leeteuk llamó a Heechul y
lo tranquilizó, asegurándole que se encontraba a salvo. Se dio una ducha rápida
y se vistió con una sudadera y unos pantalones deportivos de Donghae. Cuando
éste y los niños se retiraron para dormir, se sentó en el sofá con un plato de
espaguetis.
Hyukjae salió de la cocina y le ofreció una Coca-Cola antes
de sentarse en uno de los sillones.
–Bien –dijo–, ¿por
dónde empiezo?
Leeteuk no tuvo que pensarlo.
–Por el principio. Quiero saber exactamente qué es un Dark
Hunter y qué son los Daimons. De dónde vienen los apolitas y qué relación hay
entre todos ellos.
Hyukjae soltó una carcajada.
–Vas directo al grano, ¿verdad? –Mientras giraba el vaso de
té helado entre las manos pareció sopesar la mejor forma de contestar sus preguntas–.
En momentos como éste me gustaría que la Kynigostaia de Homero hubiese
sobrevivido al paso del tiempo.
–¿Kyni qué?
Él se volvió a reír y tomó un sorbo de té.
–Recogía el nacimiento de los Kynigstosi, los Cazadores
Oscuros, y podría haber respondido a la mayoría de tus dudas. Narraba con
detalle el nacimiento de las dos razas que una vez dominaron la tierra: los
humanos y los apolitas.
Leeteuk asintió brevemente.
–De acuerdo. Sé de donde vienen los humanos, pero no sé nada
de los apolitas.
–Hace eones, Apolo y Zeus caminaban por la ciudad de Tebas
cuando, de repente, Zeus declaró la grandeza de la raza humana y la llamó «el
pináculo de la perfección terrenal». Apolo soltó un bufido y dijo que podía
mejorarse en muchos aspectos. Se jactó de poder crear fácilmente una raza
superior y Zeus lo retó a que lo hiciera. Así es que Apolo buscó una ninfa que
estuviese de acuerdo en dar a luz a sus hijos.
»En tres días nacieron los primeros apolitas. Tres días más
tarde esos niños habían alcanzado la madurez y tres días después estaban
preparados para ser los regentes de la tierra.
Leeteuk se limpió los labios con la servilleta.
–Entonces, los apolitas son los hijos de Apolo. Lo he
pillado. ¿Y por qué algunos de ellos se convierten en Daimons?
–¿Por qué no te esperas? Soy yo el que está contando la
historia –le dijo Hyukjae pacientemente, con la misma voz que Leeteuk suponía
que usaba con sus alumnos de la facultad–. Puesto que los apolitas nacieron con
un intelecto, una belleza y una fuerza superiores a los de los humanos, Zeus
los envió a vivir a la isla de la Atlántida, donde esperaba que vivieran en
paz. No sé si has leído los Diálogos de Platón...
–No te ofendas, pero me pasé toda la carrera evitando las
asignaturas de letras…
Hyukjae sonrió.
–Da igual. De todos modos, la mayoría de lo que Platón
escribió acerca de la Atlántida es cierto. Eran una raza agresiva que quería
dominar la tierra y, como broche final, también el Olimpo. A Apolo no le
importaba ya que, una vez cumplidos sus propósitos, él se convertiría en el
dios supremo.
Leeteuk supo a dónde llevaba todo esto.
–Apuesto a que el viejo Zeus estaba contentísimo con esa
idea.
–Estaba encantado –le contestó Hyukjae irónicamente–. Pero
no tanto como los pobres griegos que estaban siendo abatidos por los apolitas.
Los humanos se dieron cuenta de que luchar no los llevaría a ningún sitio, por
lo que idearon un plan para que Apolo cambiara de bando. Eligieron a la mujer
más hermosa nacida entre la raza humana, y se la entregaron a Apolo como
amante.
–¿Era más hermosa que Helena de Troya?
–Todo esto sucedió muchísimo antes de que Helena naciera y,
sí, según las crónicas ella era la mujer más hermosa que el mundo ha visto jamás.
De cualquier forma, Apolo siendo como es no pudo resistirse. Se enamoró de ella
y, finalmente, la mujer quedó embarazada. Cuando la reina de los apolitas
escuchó lo que sucedía, se enfureció tanto que envió a un grupo de asesinos
para que acabaran con la vida de la madre y del niño. La reina dio
instrucciones a sus hombres para que el crimen pareciera ser el ataque de un
animal salvaje, de modo que Apolo no se vengara de los apolitas.
Leeteuk soltó un silbido e imaginó lo que ocurrió después.
–Apolo lo descubrió.
–Exacto, y no le sentó muy bien. No sé si sabrás que Apolo
es también el dios de las plagas. Destruyó la Atlántida y hubiese destruido a
todos y cada uno de sus habitantes si Artemisa no lo hubiera detenido.
–¿Y por qué lo hizo?
–Porque los apolitas eran carne y sangre de Apolo.
Destruirlos hubiese significado acabar con el propio dios y eso habría supuesto
el fin del mundo tal y como lo conocemos.
–¡Vaya! –exclamó Leeteuk con los ojos abiertos de par en
par–. Qué desastre. Menos mal que lo detuvo.
–Eso pensó el resto del panteón griego. Pero Apolo quería
vengarse. Y lo hizo. Prohibió a los apolitas caminar bajo la luz del sol para
no tener que verlos nunca más y recordar su traición. Puesto que habían
intentado hacerle creer que su mujer había sido atacada por un animal salvaje,
les dio características animales: colmillos, sentidos muy desarrollados…
–¿Y la velocidad y la fuerza?
–Ya la tenían; junto con las habilidades psíquicas que Apolo
no pudo quitarles.
Leeteuk frunció el ceño.
–Pensaba que los dioses podían hacer cualquier cosa que se
les antojase. ¿No consiste en eso lo de ser dios?
–No siempre. Tienen leyes a las que atenerse, igual que
nosotros. Pero en el caso de los poderes psíquicos es diferente; una vez ese
canal se abre no puede volver a cerrarse. Por eso Apolo no pudo quitarle a
Cassandra el don de la adivinación del futuro cuando ella lo rechazó. Lo que
hizo fue enmarañarlo todo, de modo que nadie creyera en sus profecías.
–¡Claro!, eso tiene sentido –dijo Leeteuk antes de beber un
sorbo de Coca-Cola–. Vale, entonces los apolitas tienen poderes psíquicos, son
muy fuertes y, además, no resisten la luz del sol. ¿Y lo de beber sangre? ¿Lo
hacen o no?
–Sí. Beben sangre, pero sólo si proviene de otro apolita. De
hecho, a causa de la maldición de Apolo, están condenados a alimentarse los unos
de los otros cada pocos días para no morir.
–¡Puaj! –exclamó arrugando la nariz–. Eso es asqueroso
–dijo, temblando ante la mera idea de tener que vivir de ese modo–. Algunos de
ellos beben sangre humana, ¿no es cierto?
Hyukjae vaciló antes de contestar.
–No exactamente. Si se convierten en Daimons, beberán de los
humanos; pero no es la sangre lo que buscan… es el alma.
Leeteuk alzó una ceja y sintió un escalofrío en la espalda.
Kangin no había estado bromeando en ese aspecto. Genial.
–¿Y por qué necesitan robar nuestras almas?
–Los apolitas sólo viven veintisiete años. El día de su
vigésimo séptimo aniversario mueren de forma lenta y dolorosa; sus cuerpos se
desintegran, literalmente, y se convierten en polvo en un plazo de veinticuatro
horas.
En esta ocasión, Leeteuk hizo un gesto de dolor.
–Eso es horrible. Supongo que la moraleja de la historia es
que no hay que cabrear al dios de las plagas.
–Sí –contestó Hyukjae sombríamente–. Para evitar su destino,
la mayoría de los apolitas se suicidan el día anterior a su cumpleaños. Otros
deciden convertirse en Daimons. Como tales, burlan la sentencia de muerte
apropiándose de almas humanas y manteniéndolas en sus cuerpos. En tanto las
almas humanas vivan en su interior, podrán seguir existiendo. Pero el problema
reside en que el alma de un humano no puede vivir mucho tiempo en el cuerpo de
un apolita, y comienza a morir casi en el mismo instante en que es robada de su
verdadero dueño. Como resultado, los Daimons se ven obligados a perseguir y
matar humanos cada pocas semanas para poder seguir viviendo.
Leeteuk era incapaz de imaginarse el tormento que debía
suponer ser asesinado por un apolita y perder no sólo la vida, sino también el
alma.
–¿Qué sucede con las almas que mueren?
–Están perdidas para siempre. Por eso existen los Cazadores
Oscuros. Su trabajo consiste en buscar a los Daimons y liberar las almas antes
de que expiren.
–¿Y lo hacen de forma voluntaria?
–No, más bien son obligados.
Leeteuk lo miró, ceñudo.
–¿Obligados de qué forma?
Hyukjae bebió otro sorbo de té y miró al suelo con una
expresión extraña. Daba la sensación de estar recordando su pasado. Algo
doloroso.
–Cuando alguien sufre una horrible injusticia –explicó en
voz baja–, su alma grita tan fuerte que el sonido llega hasta el Olimpo. Si
Artemisa lo escucha, se acerca a la persona que acaba de gritar y le ofrece un
trato: un solo Acto de Venganza en contra de aquellos que hicieron el mal y, a
cambio, ella obtiene un juramento de lealtad y un nuevo integrante para su ejército
de Cazadores Oscuros.
Leeteuk respiró hondo intentando procesar toda la
información.
–¿Y tú cómo sabes todo esto?
Hyukjae alzó la cabeza y le abrasó con su intensa mirada.
–Porque mi alma gritó así el día que mis hijos murieron.
Leeteuk tragó saliva al observar el odio y el dolor que
reflejaban los ojos de Hyukjae. Eran tan evidentes que hasta él se sentía
embargado por el sufrimiento.
–¿Fue Artemisa hasta ti para ofrecerte el trato?
–Sí, pero la rechacé.
–¿Y por qué?
Hyukjae apartó la mirada.
–Mi venganza iba dirigida a otro dios y sabía que ella no
podía permitirlo.
Leeteuk sabía que Hyukjae había estado atrapado en un
pergamino, conocía muy bien su historia, pero ahora le interesaba más Kangin.
–Kangin vendió su alma a cambio de poder vengarse de su
esposo, ¿verdad?
Él asintió.
–Pero no lo juzgues muy duramente.
–No lo hago –le dijo con honestidad. No sabía qué le había
ocurrido a Kangin y, hasta que no lo averiguara, no podía juzgarlo responsable
de nada–. Dime una cosa, Hyukjae, ¿hay algún modo de que un Dark Hunter
recupere su alma?
–Sí, pero casi nadie lo ha conseguido. La prueba es
diferente para cada uno de ellos.
–Lo que significa que no puedes decirme el modo de liberar a
Kangin.
–Lo que significa que no tengo la más remota idea de cómo
liberar a Kangin.
Leeteuk asintió y cambió el rumbo de sus pensamientos.
–¿Los Cazadores Oscuros también tienen que beber sangre?
–No. Puesto que en un principio eran humanos, no tienen
necesidad de hacerlo. Además, si tuviesen que preocuparse de alimentarse de ese
modo, sus habilidades para detectar a los Daimons se verían afectadas.
–¿Y entonces por qué tienen colmillos?
–Para poder detectar a los Daimons y darles muerte se les
otorgaron las mismas características que a éstos. Los colmillos van en el
paquete.
Leeteuk no tuvo problemas en entenderlo.
–¿Por eso les resulta mortal la luz del sol?
–Más o menos. Pero en el caso de los Cazadores Oscuros es
más una consecuencia de servir a Artemisa, que es la diosa de la luna, y de
resultar abominables para Apolo.
–Pero eso no parece justo.
–Los dioses rara vez lo son.
Kangin permanecía sentado en su coche, maldiciendo el rumbo
traicionero de sus pensamientos. Todavía podía ver a Leeteuk. Escuchar el
sonido de su dulce y suave voz. Sentirlo contra su cuerpo mientras le
acariciaba el pecho.
Habían pasado siglos desde que deseara a alguien de ese
modo. Creía que esa parte de sí mismo había quedado olvidada el día que se
convirtió en un Dark Hunter. Según pasaban los siglos, había ocasiones en que
sentía un ligero interés por el género opuesto, pero había aprendido a
controlarlo. A enterrarlo.
Pero todas esas necesidades, olvidadas hacía tanto, habían
despertado con las caricias de un hechicero que estaba resultando ser letal
para su cordura. Su recuerdo lo distraía. Lo atormentaba.
Lo deseaba de un modo que rayaba la desesperación.
¿Por qué? ¿Qué tenía Leeteuk que él anhelaba tanto? No sabía
nada de él, excepto que poseía un gran sentido del humor y que bajo su fuego se
ocultaba una dulzura increíble.
Y lo deseaba como jamás había deseado. Ni siquiera a su
esposo. No tenía sentido.
Apagó el motor antes de bajarse del coche y entrar en casa. Estaba
en completo silencio, excepto por los sonidos que llegaban del piso superior.
Kangin atravesó las habitaciones oscuras y subió la escalera
de caoba tallada hasta llegar a la segunda planta y detenerse ante la puerta de
su despacho. Un haz de luz se derramaba sobre la alfombra persa, por debajo de
la puerta cerrada.
Sin hacer ruido, giró el picaporte y abrió la puerta.
–Minho, ¿qué coño estás haciendo aquí?
Lanzando una sonora maldición, su Escudero se levantó de la
silla giratoria de un salto. Kangin tuvo que reprimir una carcajada al ver a
ese hombre a matarlo. Los ojos de Minho lanzaban fuego y un músculo palpitaba
en su mandíbula, firmemente apretada. El joven se mesó la melena castaña que le
caía hasta los hombros.
–¡Jesús, Kangin! ¿Es que nunca vas a aprender a hacer ruido
cuando te mueves? Me has dado un susto de muerte.
Kangin se encogió de hombros con indiferencia.
–Pensaba que te irías a casa temprano.
Minho enderezó la silla y se sentó de nuevo, tomando impulso
para colocarse de nuevo tras el escritorio.
–Tenía intención de hacerlo, pero quise terminar la
investigación sobre Changsu.
Kangin sonrió. Choi Minho podía ser un listillo impetuoso y
un coñazo la mayor parte del tiempo, pero se podía confiar en él. Por eso lo
había elegido como Escudero y lo había introducido en el reino de los Cazadores
Oscuros.
–¿Algo nuevo?
–Podría decirse que sí. He descubierto que tiene doscientos
cincuenta años.
Sorprendido, Kangin alzó una ceja. Que él supiera, ningún
Daimon había vivido tanto.
–¿Cómo es posible?
–No lo sé. Todos los Cazadores Oscuros que van tras él
acaban muertos. Parece que a tu amiguito Daimon le gusta hacerlos sufrir.
–Volvió a mirar el monitor–. No hay nada en la base de datos de Shindong sobre
su modus operandi y cuando hablé con Shin hace ya un rato me dijo que no tenía
ni idea de dónde procedía Changsu ni de qué buscaba. Pero lo estamos
investigando.
Kangin asintió.
–¡Ah, por cierto! –dijo Minho mirándolo por encima del
hombro–. Estás hecho un desastre.
–Ya lo sé, todos se empeñan en decirme lo mismo.
Minho sonrió hasta que se fijó en la ropa de Kangin.
–¿Por qué no llevas tu uniforme de tipo-malo-mata-Daimons?
Kangin no estaba de humor para explicárselo.
–Hablando de eso, necesito que me compres un abrigo de cuero
hoy.
La sospecha oscureció aún mas los ojos de Minho.
–¿Por qué?
–El viejo tiene un agujero en el hombro.
–¿Y eso?
–Me atacaron. ¿Por qué si no?
Minho no pareció muy contento con las noticias.
–¿Estás bien?
–¿Qué aspecto tengo?
–Horrible.
No había modo de esconderse de Minho.
–Estoy bien. ¿Por qué no te vas a una de las habitaciones de
invitados a dormir? Ya son las cuatro de la madrugada.
–Dentro de un rato. Primero quiero dejar esto acabado.
Kangin escuchó el sonido que avisaba a Minho de que tenía un
nuevo mensaje en el ordenador.
–Hasta la noche.
–Vale, que descanses.
Kangin cerró la puerta y cruzó el largo pasillo que llevaba
hasta su cuarto. La enorme y suntuosa habitación, de colores oscuros y
relajantes que no herían los ojos, le dio la bienvenida. Minho había encendido
las tres velas del pequeño candelabro de pared y el suave resplandor creaba
sombras sobre el papel color borgoña.
Esa estancia era el santuario donde Kangin se ocultaba de la
luz del día.
Había ordenado que sellaran las ventanas y las cubrieran tan
pronto como compró la antigua casa colonial de estilo neoclásico. Ningún Dark
Hunter dormiría en un lugar donde el sol pudiera penetrar accidentalmente.
Se quitó la ropa y se tumbó en la enorme cama en la que
dormía desde el siglo XIV, pero su mente insistía en seguir dándole vueltas a
sus tribulaciones.
Changsu le había dado esquinazo y, durante los próximos
días, estaría fuera de su alcance.
No podía hacer nada. Excepto esperar y estar preparado en el
momento en que Changsu emergiera. Al menos estaba tranquilo porque sabía que el
Daimon iría primero a por él. Eso le daría algo más de tiempo para mantener a
salvo a Leeteuk y a Heechul.
Leeteuk.
El nombre flotaba en su mente, junto con el recuerdo de sus
brillantes ojos. La entrepierna se le tensó al instante bajo las frescas sábanas
de seda. Gruñó al sentir el dolor del deseo no saciado.
–No es mío –murmuró.
Y, por todos los dioses del Olimpo, jamás lo sería, sin
importar lo mucho que lo deseara su destrozado corazón.
Leeteuk gimió al sentir que una mano, cálida y fuerte, le acariciaba
el estómago desnudo y se desAmberba hasta la cadera. De forma instintiva, se
giró en dirección a las caricias, con el cuerpo enfebrecido por el deseo.
Kangin le dio la vuelta hasta dejarlo tumbado de espaldas y
capturó sus labios. Leeteuk sintió que todo comenzaba a dar vueltas por el
impacto de su fuerza y su poder. Jamás en su vida había experimentado nada
semejante al roce de su lengua jugueteando entre sus labios. O a la sensación
de ese cuerpo soberbiamente formado moviéndose de forma sinuosa contra él.
El deseo se acrecentó.
El beso de Kangin era salvaje y ardiente, pero teñido de una
extraña ternura. Cerró los ojos y disfrutó del olor especiado de su piel, del
calor de su boca. Enterró las manos en el cabello y se deleitó al sentir cómo las
ondas se deslizaban entre sus dedos.
Él se apartó y lo miró con una avidez tan palpable que
Leeteuk se encendió aún más, mientras sentía los deliciosos músculos de los
hombros de Kangin contrayéndose bajo sus manos.
–Serás mío –le dijo con tono posesivo y cierta agresividad.
–Y tú serás mío –le contestó, sonriendo, y entrelazó las
piernas alrededor de sus estrechas caderas.
La diabólica sonrisa de Kangin, que dejó a la vista sus
colmillos, le robó el aliento. Sin dejar de abrazarlo, giró hasta quedar de
espaldas con Leeteuk sobre su cuerpo.
Mordiéndose el labio, Leeteuk observó su apuesto rostro
mientras sentía ese cuerpo, duro y viril, entre los muslos. Con una necesidad
abrumadora, comenzó a frotarse contra el largo y endurecido miembro de Kangin,
que gimió en respuesta a sus caricias antes de recorrer su cuerpo con una
mirada famélica.
–Podría estar toda la noche mirándote –le susurró Kangin.
Leeteuk no encontró objeción alguna al comentario, puesto
que nada le complacería más que contemplarlo durante el resto de la eternidad
mientras se paseaba desnudo.
Esa forma de andar… ese cuerpo…
Eran mucho más de lo que una simple mortal podía soportar.
Kangin alzó las caderas, impulsándola hacia delante. Leeteuk
apoyó las manos a ambos lados del cuerpo de él para sujetarse y se inclinó.
–Ahora te tengo donde quería. –Kangin le tomó el rostro con
ambas manos y buscó sus labios. Su boca lo atormentaba, chupando el labio
inferior y mordisqueándolo con suavidad.
Un gemido escapó de sus labios cuando la mano de Kangin bajó
desde el pecho, deslizándose por el costado.
–Y esto es lo que más deseo –dijo antes de introducir dos
dedos en su interior.
Leeteuk siseó de placer mientras esos dos dedos lo
torturaban sin piedad. Dentro y fuera, moviéndose en círculos, avivando el
fuego que amenazaba con consumirlo.
Él abandonó sus labios un momento.
–Dime qué es lo que deseas.
–A ti –jadeó sin aliento.
–Entonces, me tendrás. –Kangin le agarró por las caderas y lo
acercó hasta su erección.
Leeteuk anhelaba sentirlo en su interior y aguardaba,
expectante, mordiéndose los labios. Deseaba con todas sus fuerzas tenerlo
dentro y compartir la más íntima de las experiencias.
Sintió que el extremo de su verga presionaba sobre la
entrada. Y justo cuando pensaba que se desAmberría en su interior, la alarma
del despertador comenzó a sonar.
Se despertó sobresaltado. Miró a su alrededor, aturdido,
observando la desconocida habitación donde se encontraba. Tardó todo un minuto
en recordar que estaba en la habitación de los mellizos, en casa de Donghae.
¿Todo había sido un sueño? Pero era tan real… juraría que aún sentía las manos
de Kangin sobre el cuerpo y su aliento rozándole el cuello.
–No es justo –gimoteó mientras salía de la cama y apagaba el
despertador. Se había despertado justo cuando llegaba lo interesante.
¿De verdad había sido sólo un sueño? ¿Tan sólo un sueño
sobre un misterioso desconocido que ocultaba su sufrimiento tras el sarcasmo y
que le había cautivado con unos ojos oscuros y letales?
Haciendo un enorme esfuerzo por olvidar la intensidad de las
imágenes que había creado su subconsciente, se envolvió en el grueso albornoz
de Donghae y salió para ir al baño.
Ahhhhh no sabes cuanto esperaba este Capi *%* Kangin ve por Teukie y has lo tuyo como en el sueño y no lo dejes a media 7w7 jdjfjdjd que se me hace qe el sueño no fue del todo sueño 7w7 waaaa ahora a esperar hasta el jueves ;-; amo esta adaptación ;-;
ResponderEliminarLo mismo digo......joder con ese despertador,odio los despertadores
ResponderEliminar,siempre los he odiado ㄱㄱ
no pueden dejar de pensarse,y es obvio que no quieren hacerlo.
ooooh,por eso es un dark hunter.....kangin buscaba venganza y la diosa lo escucho y dio esas opcion....pobre kangin,al menos espero que haya cumplido su venganza como queria,tuvo que haberlo hecho,por algo es un hunter ahora
Creo que fue un capítulo muy instructivo, ayudó a LeeTeuk y de paso a mi a entender un poco más sobre todo lo que rodea a Kangin. Si HyukJae fuera mi maestro por supuesto que le entiendo todo xD
ResponderEliminarA estás alturas creo que vamos a formar un sindicato de "Odiamos el despertador de Teukie" al menos Teuk tiene claro que está más que atraído por Kangin, ojalá supiera que es recíproco.
Me pregunto que será lo que puede liberar el alma de Kangin.
Gracias por el cap!!