–Vaya –comenzó Leeteuk tan pronto estuvieron solos–, después
de todo eres capaz de ser agradable con alguien.
Se dio cuenta de que Kangin hacía un esfuerzo para suprimir
la sonrisa, pero acabó fracasando y sus labios se curvaron levemente.
–Sólo cuando estoy de humor.
Tras sacar de un cajón un tenedor y un cuchillo, cortó un
pedacito de pollo.
–Mmm esto está muy bueno –dijo antes de cortar otro trozo–.
Ten, tienes que probarlo.
Sin pensar en lo que hacía, Leeteuk dejó que Kangin le
acercara el tenedor a los labios y le diera de comer. Los sabores de las especias
inundaron su paladar en el mismo instante en que caía en la cuenta de lo íntimo
del momento que estaban compartiendo. La mirada de Kangin le dio a entender que
él había pensado lo mismo segundos antes.
–Está muy bueno –le contestó, alejándose un poco.
Sin decir nada más, Kangin se dio la vuelta y sacó un par de
platos. Mientras lo observaba, el horror de los acontecimientos cayó sobre él
como una losa.
–Mi casa ha desaparecido –murmuró–. No queda nada de ella.
Kangin dejó los platos a un lado al percibir su dolor,
provocado por el sentimiento de pérdida. Leeteuk lo miró con los ojos llorosos.
–¿Por qué quemó mi casa?, ¿por qué?
–Al menos no estabas dentro.
–Pero podía haber estado allí. ¡Dios mío, Hunter! ¡Heechul
suele estar en casa a esa hora! ¿Y si no hubieses estado allí? Puff estaría
muerta y podrían haber asesinado a mi hermano –dijo sollozando y mirando a su
alrededor, presa del pánico–. No va a detenerse hasta matarnos a todos,
¿verdad?
Kangin tiró de él y lo abrazó con fuerza, casi sin ser
consciente de lo que hacía.
–No pasa nada Leeteuk, yo te protegeré. –Y al instante se
quedó helado al darse cuenta de lo que había dicho.
Lo había llamado por su nombre. Y, al hacerlo, una de sus
barreras acababa de desmoronarse. El rostro de Leeteuk estaba surcado por las
lágrimas.
–Sé que solo se trata de una casa, pero todas mis cosas
estaban allí. Mis libros preferidos, la colcha de ganchillo que mi abuela me
hizo antes de morir… todo lo que había en esa casa formaba parte de mí.
–Pero tú todavía estás aquí.
Siguió sollozando, apoyado sobre su pecho. Kangin cerró los
ojos y apoyó la mejilla sobre la cabeza de Leeteuk mientras se aferraba a él.
Habían pasado siglos desde la última vez que consolara a un joven. Siglos desde
que sintiera lo que sentía en esos momentos. Y eso lo desconcertaba
profundamente.
–¿Puede Changsu atrapar a Heechul?
–No –le contestó, susurrando sobre su pelo mientras
intentaba no inhalar su dulce olor; pero no pudo evitarlo y, al instante, su
cuerpo reaccionó y su miembro se tensó, ardiente de deseo–. Mientras permanezca
en casa de un humano, Changsu no podrá atraparlo. Es una de las limitaciones
que Apolo estableció cuando lanzó su maldición, para dar algún tipo de
protección a los mortales.
Leeteuk se alejó de él, respirando aún entrecortadamente.
–Lo siento –le dijo, limpiándose las lágrimas.
Él apretó los dientes al notar cómo le temblaba la mano.
Mataría a Changsu por haberle hecho daño.
–No suelo llorar delante de la gente.
–No tienes que disculparte –murmuró él, tomándole el rostro
entre las manos–. En realidad lo estás soportando mucho mejor de lo que se
podría esperar, dadas las circunstancias.
Leeteuk lo miró con las pestañas aún humedecidas por las
lágrimas. Kangin no pudo evitar que el corazón se le acelerara al contemplar la
fragilidad que reflejaban esos ojos. Una fragilidad que lo afectaba de un modo
que no quería analizar.
Lo deseaba. Con desesperación.
Hacía tanto que no sentía un deseo semejante… No, se
corrigió, jamás había sentido algo así por una pareja, ni siquiera por Junho.
No se trataba tan sólo de lujuria o de amor. Entre ellos había un vínculo. Eran
como dos mitades de un mismo corazón.
No podía ser cierto. Era una mentira. Ya no creía en el
amor. No creía en nada. Pero aun así…
Leeteuk había hecho que volviera a creer. Había despertado
anhelos olvidados hacía mucho tiempo: las suaves caricias de una mano enredada
en el cabello al despertar, la sensación de dormir junto a un cuerpo cálido.
Se sentía indefenso.
En ese momento sonó su móvil. Lo cogió del cinturón y
contestó. Era Kyuhyun.
–¿El joven está contigo? –le preguntó.
–Sí, ¿por qué?
–Porque tienes un enorme problema. El apolita me ha dicho
que los incendios fueron provocados por dos temporizadores escondidos en el
interior de las casas.
Kangin frunció el ceño y se sobresaltó al recordar algo que
Leeteuk había dicho el día anterior.
–¿Leeteuk? –lo llamó–, ¿no me dijiste que Changsu te había
capturado cuando estabas en casa de tu hermano?
Él asintió.
–En la sala de estar.
Kangin notó que el miedo le provocaba un nudo en el
estómago.
–¿Has oído eso? –le dijo a Kyuhyun. El otro Dark Hunter
lanzó una maldición–. ¿Cómo es posible?
–Alguien debe haber invitado a Changsu a entrar. Lo que
significa que hay un humano trabajando con él, o para él. Mi intuición me dice
que Heechul no es tan estúpido.
–Puff tampoco –los interrumpió Leeteuk–. Sabe cuidarse de la
gente con apariencia sospechosa.
Kangin meditó un instante.
–¿Se te ocurre algo? –le preguntó a Kyuhyun.
–No.
–¿Qué dice tu guía?
–Ara no sabe nada. Y, además, hay otro pequeño contratiempo:
mi espalda no está sanando.
Si se le hacía otro nudo más en el estómago acabaría
teniendo un rosario.
–¿Cómo que no está sanando?
–Me hirieron con una descarga astral exactamente igual a la
de los dioses.
Kangin se quedó petrificado.
–No maté a ningún dios, era un Daimon.
–Ya lo sé.
Kangin maldijo en voz baja.
–¿En qué nos hemos metido?
–No tengo ni idea, pero hasta que tengamos más información
te sugiero que no te alejes del chico. Con los poderes reprimidos que tiene, Changsu
irá tras él con todo su arsenal. Estoy seguro de que lo preferirá antes que a
su hermano.
Kangin se cambió el teléfono al otro lado mientras observaba
a Leeteuk, que acababa de sentarse a la mesa. ¡Por los dioses! No podía
soportar la idea de que resultase herido. El simple hecho de imaginárselo lo
atormentaba.
–¿Necesitas ayuda con la espalda?
–No, pero duele horrores.
Kangin lo sabía por experiencia. El hombro aún le daba
pinchazos tras el ataque de Afrodita.
–Empiezo a comprender cómo mató Changsu a los últimos ocho Dark
Hunter que se enfrentaron a él.
–Sí –asintió Kyuhyun–. Y no quiero que seamos el noveno y el
décimo.
–Yo tampoco. Bien, mantendré a Leeteuk a salvo a mi lado,
pero aún nos queda el problema de que su hermano ande suelto por ahí.
–Haré que Jay lo ate en corto de momento. Tú asegúrate de
que Leeteuk se mantiene en contacto con él, o nos complicará la vida todavía
más.
–De acuerdo –y colgó antes de dejar el teléfono sobre la
encimera.
–¿Algo va mal? –le preguntó Leeteuk.
Él rió a pesar de las circunstancias.
–Creo que la pregunta correcta sería: ¿algo va bien?
–¿Y eso qué significa?
–Significa que tu aburrida vida acaba de llegar a su fin y
que, durante los próximos días, vas a descubrir de primera mano lo peligrosa que es la mía.
–¡Ah, no! –exclamó Leeteuk quedando nariz con nariz frente a
Kangin. Arqueó una ceja y lo desafió con la mirada a que negara sus palabras.
Cuando habló, hizo hincapié en cada palabra–. Estás muy equivocado. Quiero
volver a mi vida anterior. Quiero una vida aburrida y quiero que sea larga.
A Kangin le hizo gracia el énfasis que dio a la última
palabra. Estaba espectacular cuando se enfadaba y él no podía evitar
preguntarse cuánto tiempo podría mantenerlo con ese rubor en las mejillas y
echando fuego por esos increíbles ojos.
Mejor aún… mientras su pecho subía y bajaba debido a la
respiración agitada, se le ocurrieron unas cuantas cosas más que podrían
causarle aún más dificultades para respirar.
Quería dejarlo sin aliento. Quería comprobar la fuerza de su
pasión.
Le dolían los labios por el deseo de besarlo y las manos por
el ansia de acariciar su cuerpo hasta hacerlo gritar de placer.
¡Por los todos los dioses! Ese joven era la mayor tentación
que había sentido jamás. Y menuda paradoja, porque hubo una época en la que
adoraba las tentaciones más allá de lo racional. A lo largo de los siglos,
había olvidado ese pequeño defecto de su carácter pero, desde que despertara
con él al lado, había ido recordando, dolorosamente, al hombre que una vez fue.
Era algo muy extraño. ¿Por qué Leeteuk? ¿Y por qué ahora?
Ahora que necesitaba de toda su lucidez para enfrentarse a Changsu.
Las Parcas estaban jugando de nuevo con él y eso no le
gustaba en absoluto.
Sentía cómo la sangre corría con fuerza por sus venas
mientras contemplaba los labios húmedos y llenos de Leeteuk. Casi podía
saborearlos. Sentirlos. Que los dioses se apiadasen de él, porque lo deseaba
con desesperación.
Sólo él era capaz de despertar a la bestia hambrienta que
moraba en su interior. Esa parte de él que quería rugir y devorar todo su
cuerpo, centímetro a centímetro, durante toda la noche. Pero Leeteuk era humano
y él no tenía nada que ofrecerle. Su alma y su lealtad pertenecían a Artemisa.
Además, Leeteuk tenía todo el derecho a soñar con una vida normal; con una
familia y un hogar al lado de un hombre común y corriente.
Se tragó el nudo que le obstruía la garganta, dolorido aún
por el deseo insatisfecho y supo, en ese mismo instante, que tenía que alejarlo
de sus pensamientos.
Jamás podría ser suyo.
Su destino era regresar junto a una familia que lo amaba y
encontrar un hombre que lo ayudara a… No pudo acabar. Le dolía tan sólo de
pensarlo.
–Por tu bien –le susurró, luchando contra el impulso de
acariciarle el pelo– espero que sea verdad, pero me temo que con los poderes
que mantienes ocultos y la caza de vampiros que está llevando a cabo Heechul,
no va a ser posible que regreses a tu aburrida vida durante los próximos días.
Leeteuk apartó la mirada.
–No tengo poderes –dijo con voz afilada, pero sin la
convicción de antes.
Kangin alargó la mano y con un dedo le alzó la barbilla;
quería ayudarlo a aliviar la preocupación que veía en su rostro. Leeteuk tenía
miedo y él no entendía la causa. ¿Por qué no era capaz de reconocer los dones
con los que había nacido?
–Puede que no quieras utilizarlos, Leeteuk, pero están ahí.
Tienes premoniciones y eres telépata, empático y además puedes proyectarte
fuera de tu cuerpo. Tus poderes son muy parecidos a los de tu hermano pero
mucho más fuertes.
–Estás mintiéndome.
La acusación lo sorprendió.
–¿Por qué iba a
hacerlo?.
–No lo sé. Sólo sé que no tengo poderes.
–¿Por qué tienes tanto miedo de ellos?
–Porque…
Él ladeó la cabeza cuando la voz de Leeteuk se desvaneció y
dejó la frase sin acabar.
–¿Por qué? –lo instó.
Leeteuk alzó la mirada y el dolor que se reflejó en sus ojos
lo dejó sin aliento.
–Cuando tenía quince años –comenzó casi en un susurro– tuve
un sueño. –Parpadeó para apartar las lágrimas mientras se agarraba a la
encimera que estaba justo a su lado–. En aquella época solía tener muchos. Y
siempre se hacían realidad. En éste del que te hablo, mi mejor amigo moría en
un accidente de coche. Lo vi. Sentí su miedo y escuché los últimos pensamientos
que cruzaron por su mente antes de morir.
Kangin apretó la mandíbula al percibir el dolor que
transmitía su voz. Alargó el brazo y lo tomó de la mano. Estaba helado y
temblaba.
–Cuando lo vi en el instituto hice todo lo que estuvo en mis
manos para que no se fuese ese día a casa con su novio. Incluso le conté lo del
sueño. –Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas–. No me escuchó. Me dijo
que era una imbécil y que lo que me ocurría era que tenía celos porque el chico
estaba con él y no conmigo. –Sacudió la cabeza mientras recordaba lo sucedido
aquel día–. No estaba celoso, Hunter; lo único que quería era evitar su muerte.
Kangin le acarició los dedos, intentando que entrara en
calor.
–Lo sé, Leeteuk.
–Se metió en el coche gritándome que lo dejara en paz. Todo
el instituto me estaba mirando, pero me daba igual. Heechul me apartó para que
pudieran marcharse y la gente empezó a reírse. –Se humedeció los labios
resecos–. No se rieron a la mañana siguiente, cuando se enteraron de que los
dos habían muerto camino de casa. Empezaron a llamarme monstruo. Durante los
tres años siguientes nadie quiso acercarse a mí. Para ellos yo era ese chico
raro que veía cosas.
La ira brilló en los ojos de Leeteuk cuando lo miró.
–Dime, ¿qué hay de bueno en esos poderes cuando hacen que la
gente se asuste de mí? ¿Por qué veo cosas si no las puedo cambiar? ¿Qué tiene
eso de bueno?
Kangin no supo qué contestarle. Percibía el torbellino de
sus emociones y su angustia.
–¿No lo entiendes? –prosiguió–. No quiero conocer el futuro
si no puedo detenerlo. Quiero ser normal –insistió con la voz rota al
pronunciar la última palabra–. No quiero ser como Kyuhyun ni como mi abuela y
tener a los muertos hablándome a todas horas. No quiero saber lo que estás
sintiendo. Sólo quiero vivir mi vida como el resto de la gente ¿Nunca has
deseado eso mismo?
Cerrando los ojos ante la absurda agonía que le atenazaba el
corazón, Kangin dejó de acariciar la suave piel de Leeteuk y se alejó de él.
–Qué más da lo que yo desee.
Leeteuk se sorprendió cuando lo miró a los ojos. Lo había
herido de algún modo.
–Lo siento, Hunter. No pretendía…
–No pasa nada –le contestó lentamente. Se acercó a una silla
y Leeteuk observó la fuerza con que se agarraba al respaldo. Aunque luchaba por
ocultar su dolor, Leeteuk lo distinguía con claridad.
–Tienes razón –le dijo por fin–. Hay ocasiones en las que
echo de menos la sensación del sol en la cara. He aprendido que lo mejor que
puedo hacer es no torturarme con esos recuerdos. –Lo miró con tal pasión que su
cuerpo se incendió–. Pero los que tenemos dones especiales no podemos ser normales.
Leeteuk no quería oír esas palabras. Su corazón no podía
resistirlo.
–Quizás tú no puedas serlo. Pero yo sí. No permitiré que
esos poderes regresen. Están muertos para mí.
Kangin soltó una risa amarga.
–Y tú me llamas testarudo.
–Hunter, por favor –le rogó, odiándose por el dolor que oía
en su propia voz–. Lo único que deseo es volver hacia atrás, despertarme por la
mañana y descubrir que todo ha sido una pesadilla.
En ese momento sintió algo que le asustó. Un pequeño
estremecimiento provocado por los poderes que él había mencionado. La sensación
le recorrió de arriba abajo mientras escuchaba los pensamientos de Kangin.
“Quieres decir que desearías no haberme conocido jamás.”
Leeteuk se acercó a él.
–Kangin…
Él eludió su contacto y se acercó a la encimera, donde había
dejado el teléfono. Lo cogió y se lo ofreció.
–Llama a Heechul y dile que se quede con tu madre hasta el
viernes. Puede entrar y salir durante el día, pero una vez el sol se ponga, es
esencial que permanezca en casa.
–No le va a gustar nada.
Una furia intensa hizo brillar esos ojos negros.
–Entonces que tu madre lo ate. No estamos hablando de
vampiros normales. Estos Daimons han desatado algún tipo de poder
extremadamente peligroso y, hasta que Kyuhyun y yo descubramos de qué se trata,
necesita ocultarse.
–Vale, haré lo que pueda.
Él asintió.
–Mientras hablas con él voy a cambiarme de ropa.
Leeteuk lo observó, apesadumbrado, mientras salía de la
cocina. No quería separarse de él, ni siquiera el breve lapso de tiempo
necesario para cambiarse. Sentía un peculiar impulso de seguirlo y ayudarlo a
quitarse la ropa… en lugar de hacerlo, marcó el número del móvil de Heechul.
–¡Gracias a Dios que estás bien! –le dijo su hermano con voz
llorosa–. La policía acaba de contarme lo de los incendios y sé que a esa hora
sueles estar en casa.
Los ojos de Leeteuk volvieron a llenarse de lágrimas, pero
se sobrepuso. Llorar no iba a solucionar nada. Las casas habían desaparecido y
todas las lágrimas del mundo no iban a traerlas de vuelta. Ahora necesitaba
concentrarse para que todos consiguieran sobrevivir a la ira de Changsu.
–¿Cómo está Puff? –le preguntó en un intento de sofocar el
miedo.
–Está bien. Su madre ya está en el hospital con ella. Yo voy
de camino para verla. Nadie sabe qué ocurrió con Heebum.
–Está conmigo.
Heechul suspiró, aliviado.
–Gracias, hermanito. Te debo una. ¿Dónde estas?
Ésa era la pregunta que Leeteuk tenía miedo de responder. A
su hermano le iba a dar un ataque cuando se enterara.
–Mejor no te lo digo –contestó de forma evasiva.
Silencio. Heechul permaneció callado durante unos minutos.
Hasta Leeteuk sólo llegaba el ruido del tráfico desde el otro lado de la línea.
¡Estaba intentando leerle la mente!
Joder.
Heechul dijo la misma palabra en el instante que Leeteuk lo
pensó.
–Estás otra vez con el vampiro, ¿verdad?
Leeteuk hizo una mueca. ¿Cómo le decía una a su hermano –un
cazadora de vampiros– que había perdido la cabeza por uno de ellos y que
pensaba pasar la noche en su casa? No había modo de suavizarlo. Suspirando,
intentó buscar una explicación.
–No es un vampiro… exactamente. Se parece a ti.
–¡Vaya, vaya! –exclamó Heechul–. ¿En qué sentido? ¿Tiene
novio? ¿O le gusta matar cosas porque sí?
Leeteuk apretó los dientes.
–Park Heechul, deja de hacer pendejadas. Sé que no te
gusta matar cosas y no quiero jugar a Verdad, beso o atrevimiento contigo. El
que me atacó en tu casa es aterrador y no creas que se parece a esos tipos con
los que sueles jugar. Esto es diferente. Kangin quiere que te quedes en casa y
yo estoy de acuerdo con él.
–¿Kangin? ¿Es el mismo demonio chupasangre que me amenazó
con matarte?
–No lo decía en serio.
–¿Ah, no? ¿Apostarías tu vida?
–Apuesto la tuya y la mía.
–Estás como una puta cabra, ¿lo sabes?
–Esa boca, jovencito. Al contrario que tú, sé lo que estoy
haciendo. Confío en Kangin. Y el tal Changsu es un demonio. Es tan malo como
Hannibal Lecter.
Leeteuk podía ver a su hermano poniendo los ojos en blanco
mientras bufaba de indignación.
–Ninguno de los dos me da miedo.
–Quizás te vendría bien que alguien te asustara un poco. Yo
estoy aterrorizado.
–¿Y entonces por qué no vienes a casa donde podemos
protegerte?
Porque quiero quedarme con Kangin.
No supo muy bien de dónde había salido esa idea. Pero
tampoco iba a negarlo. Con él se sentía seguro y protegido. Ya se había ofrecido
a llevarle a cualquier otro sitio. Y sabía que, si se lo pedía, lo dejaría
marchar, pero…
No quería hacerlo.
No obstante, no se atrevía a decírselo a Heechul. Las cosas
ya estaban bastante tensas entre ellos, así que le ofreció la única excusa que
le vino a la cabeza.
–No puedo ir a casa. No mientras esta criatura vaya detrás
de mí.
Heechul volvió a maldecir.
–¿Cómo sabes que el tal Kangin no te mantiene a su lado con
algún tipo de control mental?
Leeteuk se rió al recordar lo que Kangin le dijo en la
fábrica.
–Porque, al igual que tú, soy demasiado obstinado para que
funcione. Además, es amigo de Lee Hyukjae. Confías en Hyukjae y Donghae, ¿no es
cierto?
–Sí, claro, cómo no.
–Entonces confía en su amigo.
–Bien –concedió Heechul de mala gana–. Pero mi confianza
pende de un hilo. No quiero que te pase nada.
–Lo mismo digo. Kangin dice que estarás a salvo mientras
haya luz, pero debes asegurarte de estar en casa de mamá al atardecer y
quedarte allí. De hecho, no creo que debas ir al hospital. Tendrías que ir
directamente a casa de mamá ya.
–Puff es mi mejor amiga, tengo que ir a verla.
–¿Y si los llevas hasta ella? Por lo que sabemos también te
vigilan a ti.
Heechul gruñó.
–No me gusta esto. No me gusta nada, pero bueno. Tienes
razón. No quiero conducirlos hasta Puff. Mamá puede hacerse cargo de cualquier
cosa. Daré la vuelta en la siguiente calle y me iré a pasar la noche a su casa.
Llámame si necesitas algo.
–Lo haré.
Oh,se me oprimió el corazón cuando Teuk le dice que en su casa habían demasiadas cosas significativas para él,en especial la cobija que le tejió su abuela antes de morir.....lo asocie con su perdida de hace un año...eso fue triste.
ResponderEliminarDios,niega sus poderes y poco a poco están saliendo a flote. Algo tiene que hacer,no puede pasar desapercibido la situación,ya no es solo él y Kangin,sino su familia,hasta sus amigos.
Kyu no sana y eso no es bueno para la lucha que se les viene encima,todos deben estar sanos para soportarlos,y más si ese malo,es así de poderoso.
Pobre Kangin,ahora que pensará con lo que Teuk le dijo,quizás lea su mente y vea que Teuk no quizo hacer que las cosas sonaran así....aunque ya le dijo que no leería más su mente.
Tienen que ayudarse entre los dos....
Ohhhhh quiero otro capo en serio cada vez de pone más interesante y uaaaa que se dejen llevar por la pasión xD
ResponderEliminarLas cosas se complican cada vez más, tal parece que Changsu tiene muchos aliados, entre ellos un humano ¿Quién podrá ser? tal vez es su novio. Además de donde sacaron ese rayo astral, esto se pone feo >_<
ResponderEliminarAsí que uno de los poderes de Teuk es proyectarse fuera de su cuerpo...eso significa que tal vez ese no fue un sueño sino que Teukie salio de paseo y fue justo donde Kangin xD Es una lástima que LeeTeuk no acepte sus dones, creo que serían de gran ayuda, además creo que de todas maneras estos están viniendo hacia él con fuerza.