Sulli se colocó
junto a él y se cruzó de brazos.
Heechul se
volvió para mirarla.
—¿Te apetece un
helado?
—No son ni las
diez de la mañana. Me saldrán caries.
—Pues después
te enjuagas la boca con agua. Vamos.
Se sentaron en
una mesa de un café cercano. Heechul se pidió un café. Sulli se decantó por un
refresco después de estudiar la carta durante lo que pareció una eternidad.
Menos mal que no quería que le salieran caries. Heechul se apoyó en el respaldo
del asiento y miró a Sulli.
Sulli se apartó el cabello por encima del hombro, se inclinó sobre la mesa y bebió un sorbo del
refresco con ayuda de la pajita. Cuando levantó la vista, tenía una expresión
distante.
—No necesito un
appa.
Heechul asintió
con la cabeza. Adiós a los buenos modales.
—Solo he venido
porque mi padre y mi tío me lo han pedido — siguió su hija—. Si me lo hubieras
pedido tú, te habría dicho que no.
En fin, la cosa
marchaba. Heechul apretó los labios.
—Entiendo.
—No, me parece
que no lo haces. Me da igual lo que digan esas estúpidas pruebas. No eres mi appa.
Mi appa murió hace cinco años.
—Me doy cuenta
de que esto es duro para ti, Sulli. Es duro para todos. Pero te aseguro que soy
tu appa.
—Eso solo es
cuestión de biología. —Sulli cruzó los brazos por delante del pecho—. Muchos tienen
niños. Eso no los convierte en appas. Los appas se quedan. Se preocupan por sus
hijos. No... —Tragó saliva. Los ojos le brillaban por las lágrimas—. No
desaparecen y vuelven sin recordar nada.
A Heechul se le
rompió el corazón.
—Si pudiera
cambiarlo, Sulli, lo haría. Lo haría sin pensármelo.
Sulli apartó la
vista.
—Da igual. Eso
no cambia el hecho de que no te necesito ni te quiero cerca. Y mi padre
tampoco.
Las palabras lo
golpearon como una bofetada. Heechul se dio cuenta de que era la manera de la
niña de defenderse, pero aun así le dolió.
—Mi padre
quería a mi appa, mucho —continuó Sulli—. Y verte ha sido muy duro para él,
pero no te quiere. Ahora lo sabe. Solo está siendo amable contigo por esas
pruebas y por tu... hijo. —Apartó el refresco con cara de asco.
—Sulli.
—Intentó mantener la voz calmada y relajada. Él era el adulto. Debía
recordarlo. Aunque, en ese momento, quería salir corriendo del restaurante y
darse el gusto de un buen llanto—. No intento inmiscuirme entre tu padre y
tú. Jamás lo haría. Solo quiero pasar tiempo contigo, conocerte un poco. Tu
padre quiere hacer lo mismo con Siwan.
Sulli se mordió
el labio.
—Dicen que
volviste a casarte.
La opresión que
sentía en el pecho aumentó todavía más.
—¿En serio? ¿Tu
padre te lo ha contado?
—No exactamente.
—Sulli clavó la vista en la desgastada mesa—. Le oí hablar con el tío Hyukjae
del tema. ¿Es verdad? —Lo miró con expresión nerviosa y Heechul vio la
infinidad de preguntas que flotaban en sus ojos verdes.
Esa no era la
conversación que había imaginado. Pero no podía cambiar de tema. No cuando era
tan importante. Supuso que la sinceridad era el mejor camino y asintió con la
cabeza.
—Eso creía. No
sé cómo explicar la situación porque ni yo mismo termino de entenderla. Pero
creía que estaba casado. De haber sabido de tu existencia, y de la de tu padre,
las cosas habrían sido distintas.
—Él murió, ¿no?
Por eso has venido a buscarnos.
—Sí, murió. Así
fue cómo averigüé que existían.
—¿Cómo se
llamaba? —Sulli volvió a bajar la mirada.
Heechul se daba
cuenta de que aunque era muy duro para la niña, la curiosidad la llevaba a
preguntar, de modo que decidió seguir contestando, de momento.
—Mithra. Era
médico.
—¿Lo echas de
menos?
Heechul
suspiró.
—Ahora mismo no
sé lo que siento, Sulli. Las cosas son muy complicadas.
—Pero en
realidad no estabas casado con él, ¿no? Porque legalmente sigues casado con mi
padre.
Ay, Dios.
Menuda idea. Y cuánta verdad encerraba.
—No, supongo
que no lo estaba. Pero tu padre y yo todavía no hemos hablado de ese tema.
Sulli hizo
girar el vaso entre las manos.
—Lo harán. Y
puedes arreglarlo. La gente se divorcia todos los días. Mi padre querrá
hacerlo.
Otra bofetada. Heechul
no sabía por qué le dolía tanto.
—Ya te ha
olvidado, que lo sepas —continuó Sulli—. Sale con muchas personas, lo ha hecho
desde que te fuiste. Creo que se queda con ellos cuando viaja. Una vez llamé a
un hotel y contestó un chico.
Heechul se puso
colorado.
—Soy más madura
de lo que parezco —le aseguró Sulli—. Sé mucho de lo que hacen los adultos.
Heechul se pasó
una mano por la frente. No le apetecía en absoluto hablar de eso ese día.
Necesitaba que la conversación tomara un rumbo neutral.
—Sulli,
concentrémonos en ti y en mí. Estamos aquí porque tenemos que conocernos. Tu
padre y yo ya solucionaremos las cosas a nuestro ritmo. No sé qué pasará, pero
estaré aquí, para ti y para Siwan. Te lo prometo. No voy a marcharme.
—Eso ya lo has
dicho antes. — Apartó la mirada—. Lo que tú digas. ¿Podemos volver ya? Quiero
ver a mi padre.
Iba a ser mucho
más difícil de lo que Heechul había previsto. Todas esas ridículas ideas de ser
una gran familia feliz, aunque disfuncional, estallaron en pedazos.
Heechul pagó la
cuenta y volvieron al parque en silencio. Sulli se negó a hablar durante el
trayecto en coche. Ya se había cerrado en banda, había acabado con los temas de
conversación y había erigido los muros que tan bien se le daba construir a su
padre.
Mientras
volvían al Invernadero de Flores vieron que Siwan y Siwon estaban sentados en
los primeros escalones, compartiendo un de helado. Sulli corrió hacia ellos, se
abrazó a su padre y luego se sentó en el escalón que estaba a sus pies. La
transformación fue increíble. Había pasado de estar gruñona y deprimida a estar
alegre y contenta, y todo nada más ver a su padre.
Heechul se
detuvo y observó la escena desde la distancia. Parecían encajar, los tres. Era
evidente que Siwon y Siwan se llevaban a las mil maravillas. Siwan sonreía,
reía e intentaba subirse a la espalda de Siwon. Aunque, claro, eso no le
resultaba sorprendente. Su hijo era un niño alegre. Le gustaba la gente y Siwon
lo había maravillado desde el principio.
Incluso Sulli
parecía estar ablandándose con Siwan. La niña le regaló una sonrisilla cuando
creía que nadie la veía.
Él era el único
que no encajaba. Era el que estaba provocando toda la confusión y todo el
dolor. Era el que no sabía cómo hacer que todo eso funcionara.
Cerró los ojos
y se dio media vuelta antes de que se le escaparan las lágrimas. El día había
sido muchísimo más duro de lo que se había imaginado. No solo por la
conversación con Sulli, sino por todo. Ver a los niños, verlos con Siwon, darse
cuenta de lo cómodo que estaban en su presencia y de lo incómodo que él se
sentía por todo.
Echó a andar
por el sendero para recuperar el aliento, para controlar sus emociones y
recobrar la compostura. Echarse a llorar delante de ellos no era una opción.
Solo unos minutos, era lo único que necesitaba.
Siwon vio cómo Jungwoo
desaparecía por el sendero. Miró a Sulli y después a Siwan. Parecían felices.
Pero Jungwoo desde luego que no.
«Joder», pensó.
—Sulli, no le
quites la vista de encima a Siwan.
—Papá... ¿tengo
que hacerlo? — protestó Sulli.
La miró con
expresión seria.
—Sí, tienes que
hacerlo. Quedense aquí y no se muevan. Vuelvo enseguida.
Enfiló el
sendero y vio a Jungwoo sentado en un banco a unos cincuenta metros, escondido
entre los árboles. Tenía la cabeza apoyada en las manos, y si bien no podía
verle la cara, tampoco le hacía falta para saber lo que estaba sintiendo. Lo
había visto loco de alegría, tan rabioso que podía echar humo por las orejas y
llorando amargamente. En todas esas ocasiones siempre había sabido qué decir o
qué hacer para animarlo. En ese momento, no lo sabía.
Se sentó en el
banco junto a él. Su perfume flotó en el ambiente hasta envolverlo. Inspiró
hondo y cerró los ojos. Después de cinco años, seguía usando el mismo perfume.
¿Cómo se le
había pasado por alto?
—¿Tan mala ha
sido?
Él negó con la
cabeza, pero no levantó la vista.
—No, solo
sincera.
Siwon miró por
entre los árboles hacia el Invernadero de Flores, donde los niños se perseguían
escaleras arriba y abajo.
—Eso quiere
decir que ha sido mala.
—No, Siwon, se
ha portado bien. No te enfades con ella.
Cuando Heechul
levantó la cabeza, fue imposible no ver las lágrimas que brillaban en sus ojos.
Y el corazón le dio un vuelco al verlas.
—Lo siento. No
sé qué hacer para mejorar las cosas.
Jongwoo se secó
las lágrimas con manos temblorosas.
—No pasa nada.
Soy yo. Yo soy el que está dificultando las cosas.
—No, no eres
tú.
—Sí, soy yo. Es
que... —Cerró los ojos y se tapó la cara con las manos—. Es que esto es mucho
más real de lo que creía que iba a ser.
El instinto se
impuso a la razón. Extendió un brazo antes de pensar en lo que estaba haciendo,
se lo pasó por encima de los hombros y lo pegó a su costado. Al principio se
tensó, pero al ver que no lo soltaba se relajó. El deseo lo abrasó al sentir
que se apoyaba en su cuerpo.
Cálido. Sólido.
Muy real. Y cuando le enterró la cara en el pecho, el corazón le dio un vuelco.
¿Cómo se le
había olvidado lo que era tenerlo entre los brazos? Los recuerdos le inundaron
la mente, unos recuerdos que había enterrado a lo largo de los años para no
sentir un dolor atroz. Él entre sus brazos, en su cama, piel contra piel,
besándolo en el cuello, susurrándole lo que pensaba hacerle. Con el cuerpo tan
cerca del suyo, cada minuto de su vida en común pasó por delante de sus ojos.
Era maravilloso tenerlo así, era lo correcto. No quería soltarlo.
—No llores —le
susurró—. Joder, no llores. Nunca he podido soportarlo. Se supone que tú eres el
duro.
El inspiró
hondo varias veces para calmarse. Cuando su mano se deslizó por su torso, la
piel le ardió por debajo de la camiseta. La inocente caricia le provocó un
ramalazo que lo recorrió por entero, provocándole una miríada de pensamientos,
un montón de recuerdos. Quería sentir sus manos en la piel, sus labios contra
los suyos, su cuerpo sobre él, debajo de él, en cualquier postura que se le
ocurriera. Cuantas veces lo quisiera.
Jongwoo se
apartó lo justo para mirarlo a la cara. Cuando lo hizo, esos enormes ojos tocaron
una parte de su alma que nadie había conseguido tocar ni antes ni después de él.
Expresivos y cargados de emoción, esos ojos lo atormentaban en sueños desde el
día que desapareció.
Le vio levantar
una mano, tras lo cual titubeó un momento antes de quitarle las gafas de sol.
Sus miradas se encontraron y él se percató de que el reconocimiento brillaba en
sus ojos.
Un
reconocimiento que fue seguido por el pánico más absoluto.
Se apartó y se
enderezó en el banco, le dejó las gafas de sol en el pecho y después se frotó
la cara con las manos, como si quisiera borrar lo que había visto.
A Siwon se le
heló la sangre. Lo vio controlar sus emociones y quiso preguntarle por qué huía
de la conexión que, a todas luces, sentían los dos. Sin embargo, no le salían
las palabras. En ese instante, había visto un atisbo de la persona que solía
ser, pero la había enterrado tan deprisa que no sabía cómo reaccionar.
Bajó los brazos
y se puso de nuevo las gafas de sol. A continuación, se puso en pie e intentó
por todos los medios que su voz sonara calmada cuando dijo:
—Supongo que es
hora de volver a casa.
Jungwoo asintió
con la cabeza y se puso las gafas de sol.
Él puso los
brazos en jarras y se esforzó por mantener una pose normal aunque esa situación
no tenía ni un pelo de normal.
—Tengo que
hablar antes con Sulli. Pero quiero ver a Siwan de nuevo, pronto. Estaba
pensando que podríamos encontrarnos en alguna parte, después del trabajo, en
mitad de la semana. Tal vez volver a cambiarnos los niños durante unas pocas
horas.
—Bien. Puedo
hacerlo.
Su voz sonaba
más firme, más calmada. Ya no estaba cargada de esas emociones que él ansiaba
arrancarle.
Siwon se obligó
a desentenderse del dolor.
—También quiero
que se conozcan. Tal vez podamos organizar una especie de régimen de visitas,
con fines de semana alternos, más adelante, así tú los tendrás a los dos y
después los tendré yo. Ellos también necesitan pasar tiempo juntos.
Jongwoon volvió
a asentir con la cabeza.
—Si, me
parece bien.
—Bien. —Lo miró
de nuevo. Una parte de él quería abrazarlo. Otra parte quería alejarse
corriendo—. Te llamaré.
—Siwon.
Observó su cara
en busca de algún indicio de que sentía una mínima parte de lo que estaba
sintiendo él. No lo encontró. No encontró nada.
—Gracias —dijo
en voz baja.
—Sí, claro.
Se oían risas
procedentes del patio trasero de Hyukjae cuando Heechul y Siwan llegaron a su
puerta. El restallido de un bate de béisbol hizo que Siwan pusiera los ojos
como platos.
Heechul llamó
al timbre, tras lo cual escuchó pasos por la casa y se quedó de piedra al ver
que Donghae abría la puerta.
—Hola, pasen —Donghae
se hizo a un lado para dejarles espacio.
—No sabía que
ibas a venir — comentó Heechul.
—Bueno, estaba
hablando esta mañana con Hyukjae porque Haru y Sulli quieren organizar otra
quedada y me dijo que ibas a pasarte hoy. Tengo noticias para ti. Espero que no
te importe. Nos ha invitado a la barbacoa y nos ha dicho que Siwan estaría
aquí. —Bajó la vista y sonrió—. Hola, Siwan.
El niño sonrió
y miró entre sus piernas.
—No, no me
importa —replicó Heechul—. De hecho, ahora mismo me parece estupendo.
—¿Un mal día?
—Una mala vida.
—Por si el encuentro con Siwon del día anterior no hubiera sido lo bastante
malo, ese día tenía que llamar a sus padres.
Sí. Como si eso
fuera a mejorar la situación.
Al escuchar de
nuevo el golpeo de un bate, Siwan soltó un grito y atravesó la casa corriendo en
dirección al patio trasero.
—Ven. —Donghae
la condujo a través de la casa—. Haru está jugando al béisbol con Hyukjae. Han
encontrado ese punto en común.
Se detuvieron
al llegar a la puerta del patio. Heechul vio cómo Hyukjae le lanzaba la bola a Haru.
La niña la golpeó, lanzándola por encima de la cabeza de su hermano. Siwan
correteó alrededor de Hyukjae, intentando coger la bola.
Heechul miró a
su abogado, que solo parecía tener ojos para Hyukjae.
—Tienes una
expresión muy ñoña, pececito.
—¿Qué? No, de
eso nada. — Donghae frunció el ceño, regresó al interior de la casa y se sentó
a la mesa de la cocina—. Y antes de que me lo preguntes, no hay nada entre Hyukjae
y yo. Solo me relaciono con él por Haru y Sulli.
Heechul esbozó
una sonrisilla. Su abogado estaba en plena fase de negación.
—Bueno,
mientras están ocupados fuera —dijo Donghae al tiempo que sacaba una carpeta de
su maletín, que descansaba sobre la mesa—, creo que deberíamos repasar unas
cuantas cosas.
—Si.
—Nadie parece
saber dónde se ha metido tu médico de Gangwon. El hombre ha desaparecido de la
faz de la Tierra. —Le pasó un documento a Heechul—. Esta es su última dirección
conocida. Pidió una excedencia en el hospital y dijo que se iba a tomar unas
vacaciones de «reposo mental». Eso fue hace unas cuantas semanas. He contratado
a un detective privado para que lo encuentre, pero de momento no ha dado con
él.
Heechul frunció
el ceño.
—Tampoco
encuentro a nadie llamado Kim Youngmin que encaje con la descripción que me
diste —continuó Donghae—. Es como si nunca hubiera existido.
—Eso es
imposible.
—Es un nombre
muy común, pero el hombre del que me has hablado no vive en Gangwon y nunca lo
ha hecho, por cierto. ¿Alguna vez oíste a Mithra llamarlo por otro nombre?
Heechul se
frotó la cabeza, que le dolía mucho.
—No lo sé. No
se llevaban muy bien. Mithra lo evitaba siempre que podía.
—¿Alguna vez
dijo por qué?
—No. La
relación con su padre era un tema intocable. Nunca hablábamos de eso.
—Bueno, pero si
recuerdas algo, dímelo. Ahora mismo, mi prioridad es encontrar al neurocirujano.
Su desaparición en este momento es muy sospechosa.
«¡Qué va!»,
pensó él.
—¿Qué me dices
de la clínica privada?
Donghae
suspiró.
—Tengo un
contacto en el centro. La hora de visita es hasta las ocho de la tarde. ¿Qué te
parece una excursioncita a la luz de la luna mañana por la noche?
—Dime la hora.
Tengo que entrar en ese sitio.
—Sabía que no
ibas a protestar. Parece que los lunes por la noche son muy tranquilos. Solo
hay dos guardias de seguridad y el cambio de turno de las enfermeras es
alrededor de las siete y media. Los celadores llegan sobre las seis. Creo es
nuestra mejor oportunidad.
—Bien. ¿Le has
dicho algo a...?
Ambos
levantaron la vista cuando se abrió la puerta principal.
Pobre sulli,pobre hee.....tener a su hija en un dilema así,no saber que responderle,no saber las palabras precisas para poder construir algo...dificil
ResponderEliminaren serio....por que hicieron eso.....solo porque a mithra le gusto y sintio que el accidente era perfecto para hacerse de tener a hee?
y luego esos que andan desaparecidos.......alhgo ocultan y no solo el hecho de haber infringido una ley